Roto (II Parte).
Camus no podía sacar de su mente la imagen de su querido Milo siendo vilmente decaído por las palabras de Hades, cuando contó su infortunio en manera que pareciera haber tenido una muerto tan penosa, desde que salieron de el templo de Athena el pelirrojo llevaba la mano pegada al pecho justo donde marcaba el corazón, otra vez estaba teniendo un encuentro con la tristeza y la angustia mientras toda su cabeza se transformaba en una nube gris que irremediablemente le hacían botar lagrimas muy diminutas, y las contenía con el mayor nudo colgando de su garganta estrujando a su corazón, que gritaba para ser liberado de esa contención malsana de guardarse todo hasta no mas poder.
Camus apretaba su mandíbula, intentaba conservar la mente fría aunque esta estuviese tan dañada gracias a las insistentes ráfagas emocionales que amenazaban con acabar esa barrera que interponía estar expuestos.
Estaba roto, irremediablemente roto.
Fracaso en conseguirlo, fracaso en recuperar los tiernos ojos de su amado, fracaso en cada intento de acercarse a Milo, ¿cómo acabo?, muriendo y muriendo una y otra vez hasta que su pobre pecho quisiera sangrar, cortarse cada parte y repartirlas para jamas volver a ser tocado por las negativas vivencias, Camus no se daba cuenta cuanto daño se estaba haciendo.
De dos dentro del carruaje, solo una persona se daba cuenta de ello, y ese no era Camus.
Hades pocas veces ha tenido la "dicha" de observar un comportamiento humano tan frívolo de cerca, y era de admitir que Camus ocultaba su tristeza profesionalmente, pero para alguien que ha sido espectador de un sin numero de victimas que llegan a sus dominios con esas características era un habito para el distinguir entre quien era el mas lamentable de todos, claro que estaba descontento con la rebeldía de Acuario, sin embargo un pizca de compresión se aisló en sus ojos, no era la gran cosa, pero sin duda una puñalada al corazón era menos doloroso.
Los humanos podían morir de tristeza.
Había olvidado esa frase desde hace mucho. En esos tiempos donde su esposa permanecía a su lado mientras iban a los Elíseos oyendo el canto de las ninfas y sus instrumentos, hace tantos siglos, cuando la unión entre dos personas sin importar lo que fueran eran tan fuertes que ni la misma muerte los podía separa tan fácil, y si una moría de tristeza aun se le daba la esperanza de ver a su acompañante.
Estaba pensando cosas demasiado triviales, pero era imposible no verle.
Siguieron sin decir ninguna palabra, y el pelirrojo no cambio de posición, era casi cómo una estatua sosteniendo su pecho fervientemente. Al parecer la culpa era tan pesada que el aire comenzaba a hacerle falta.
Camus comenzó a notar algo extraño dentro de él, una sensación de peligro alertando su instinto de supervivencia al mas alto nivel, el sentimiento azul que ahogaba su corazón no era regular, es decir, no era lo que antes estaba sintiendo, no, era mas agobiante.
Otra presencia, una desconocida que lo alteraba mas estaba metiéndose en el interior de su cuerpo, podía sentirlo, podía sentir claramente a esa cosas meterse con descaro y golpear justo en medio, no tenia palabras para expresar su incomodidad y claros sentidos alterados. Estaba temeroso, porque no sabia de donde provenía eso.
Cuando cruzaron la barrera del castillo fueron inmediatamente enviados al mismo inframundo de donde partieron, ahí las esperaban las monjas oscuras dándoles la bienvenido mientras daban una reverencia a su señor, Hades fue el primero al bajar y una de las monjas se acerco a él una vez recibida la mirada de su señor.
── Prohíbe el paso a Giudecca. -Hablo rápido y la mujer fue de inmediato al templo y darles la noticia a los soldados esqueletos, Hades tenia planeado el castigo de Camus hacerlo en privado solo para satisfacerse de oírlo gritar de piedad solo para él y nadie debía ser participe de tal espectáculo, estaba muy disgustado.- ── Baja inmediatamente, es momento de que aprendas a ser mas obediente con tu Dios. -Dijo en un tono de voz que las monjas oscuras retrocedieron pasos atrás haciendo pequeños murmullos asustadizos, temiendo que su señor desquitara su ira sobre ellas. Camus bajo despacio con la mano todavía aferrada al pecho, jadeando continuamente. Hades no soporto ese pequeño espectáculo y ferozmente tomo su brazo haciendo que el caballero perdiera el balance y tropezara con sus propio pasos.
La ira del Dios bajo cuando vio los ojos borrosos y opacos del pelirrojo y su mal intento de sujetarse del pecho de Hades para no caer, en ese preciso instante en otro mal paso, Camus estuvo apunto de chocar su cabeza contra el suelo muerto pero gracias a que Hades lo veía venir de ese modo lo sostuvo en un agarre firme en contra de su pecho, oyendo la débil respiración del muchacho, conmocionado el pelinegro poso una de sus enormes manos al delicado rostro de su acompañante, notando en este un cambio drástico en la temperatura, como el color de sus ojos se tornaba mas y mas oscuro, como lentamente respiraba y el latido de su corazón era impreciso.
Pero no solo con eso, Hades podía sentir algo mas allá de todo, algo que estaba removiéndose en el cosmos del caballero hasta debilitar el cuerpo de este, algo que parecía estarle consumiendo.
Muy similar a un. . .
── Un maleficio. -Hades medito sus palabras,¿un maleficio?. Era absurdo pensar en que esa era la causa, pero el conocía la ejecución de esas practicas hechas por demonios inferiores. Por un momento olvido el castigo de Camus y se dispuso a llevarlo devuelta a Giudecca siendo acompañado por las monjas consternadas de tal escena, puesto que ellas también sintieron lo mismo que su señor.
No era de menos que fueran conocidas como "Sacerdotisas". Alertadas por las repentinas acciones tomadas, corrieron detrás de Hades y el cuerpo desmayado de Camus, no era capaz de abrir los ojos lo suficiente para saber que pasaba a su alrededor.
Sus ojos cedieron al cansancio repentinamente.
Era extraño, era cómo estar muerto pero también muy consiente al mismo tiempo, un balanceo entre ambas partes en un suave espacio mas oscuro que la noche misma. Camus no sabia si estaba en un sueño o una pesadilla, ya que todo aquello le parecía tan real, creía estar mas despierto que dormido. Su cabello flotaba y traía puesta la habitual túnica funeraria que le fue puesta luego de la guerra de las doce casas.
Recostado en medio de lo que el pensaba era un espejo ya que su reflejo se veía a la perfección, tan cambiado, el no era de un tono tan claro de piel, el no era pelirrojo, el no era un joven emocional.
Y mucho menos era un vil secuaz de Hades.
── Eres tan patético, ni siquiera eres capaz de escapar de algo tan simple cómo una ilusión.
Oyó una voz burlona rebotando en el sitio, soltando una risa demasiado estruendosa que provoco que Camus se pusiera en alerta, buscando por todas partes el origen de esa voz tan fastidioso que le retaba. Busco y busco, y nada, no había nadie.
──¿Quién esta ahí?. ¡Muéstrate cobarde!. -Rigió su tono de voz para que el enemigo se percatara que no estaba jugando. La risa estruendosa se dio a escuchar por distintos lugar a lo que Camus le daba a entender que sea quien fuese, no tenia intenciones claras de mostrarse pero vaya que deseaba hacerse notar.
──¿Porque no miras de nuevo detrás tuyo?. Caballero.
Y eso hizo, sin dejar de bajar su guardia Camus aventó el primer puñetazo casi de inmediato, y este puño veloz fue firmemente detenido por otra mano que constataba con la suya a la perfección.
Fue en ese momento que se percato de que alguien mas estaba "atrapado", sin embargo aquello no fue la gran cosa, la razón de que Camus dejase escapar un alarido de sorpresa y sobretodo cierto espanto, retrocedió varios pasos con las manos y pies congelados de tanta adrenalina junta. No lo podía creer.
Era tal el impacto que no dejo de verlo de pies a cabeza con detenimiento.
Delante de Camus estaba una copia exacta de el mismo, objetando el color de cabello, en vez de ser rojo o cerceta cómo su yo pasado, era de un extravagante color magenta, ojos brillantes y amenazantes de color anaranjado que parecían desear abalanzarse contra el y por último una piel fantasmal.
Vestía las mismas túnicas de Camus pero estaban mas descuidadas y rotas, poseía una sonrisa lejos de ser inofensiva, muy al contrario de sentirse amenazado Camus se vio dispuesto a pelear contra esa cosa, porque negaba rotundamente lo que estaba en frente de el manifestándose alegremente.
── Viéndote desde aquí, no eres para nada feo. No de hecho esa palabra suena demasiado vulgar para ti.
Dijo aquel malicioso espectro magenta mientras daba vueltas alrededor de Camus y este no abandonaba su pose de batalla en ninguna circunstancia.
── No tienes porque estar a la defensiva, no puedo hacerte mucho daño, no por ahora.
──¿Es una clase de broma?. -Escupió completamente fastidiado con la arrogancia de esa cosa, se le acercaba campante invadiendo su espacio personal.- ── "No puedo hacerte mucho daño", es claro que eres una amenaza.
── Hmph, no eres nada idiota. No en estas circunstancia,¿verdad?. -Dijo meneando su cabello de un lado a otro, sin borrar esa sonrisita que Camus deseaba borrarle, deslizándose de aquí para allá. Cómo burlándose del caballero.- ── Pero que no fuesen asuntos del corazón querido Camus por que ahí cometes hasta la mas mínima estupidez. ¿Vender tu alma? ¿Herir a tu queridos amigos? ¿Hacerte pasar por otra persona tratando y fallando para hacer que un tonto de cabellos azules se fije en ti?. Nunca había presenciado un comportamiento tan denigrante.
Eso era todo, su mente no estaba del todo tranquila para aguantar comentarios tan insolentes y provocativos de esa lengua de serpiente, por lo que Camus trato de acertarle un golpe en la mejilla pero este jamas llego a tocar la piel del contrario, el otro tomo ese ataque cómo una burla mas y cómo si fuese un niño se coloco detrás de su adversario, inmovilizándolo completamente.
Camus pudo sentir cómo la mano de ese burlón comenzaba a deslizarse suavemente desde su espalda hasta los muslos, Camus solo pudo poner una cara de asco total mientras intentaba liberarse, la mirada naranja de ese sujeto se plasmo con la suya, y lo que vio no le gustaba para nada y lucho aun mas pero parece que entre mas resistencia ponía el agarre iba haciéndose mas asfixiante, entonces sintió esa mano nuevamente pero en vez de chocar con la tela toco la piel del joven pelirrojo descaradamente, de arriba a abajo, haciendo que su piel crispara, solo podía ver entretenido el comportamiento de Camus.
── Si, creo que no sera tan malo estar atrapado del todo contigo. Buen cuerpo y buena cara, ahora quisiera escucharte.
Aquellas palabras solo alteraron mas lo sentidos de Camus, mientras esas largas manos lo recorrían como una cualquiera, estaba inmóvil, tal vez era el miedo y el pánico que sentía.
Pero todo empeoro cuando lo sintió mas abajo, justo en su entrepierna, comenzó a forcejear nuevamente estaba vez en pleno ataque de ira y pánico.
──¡Suéltame, maldito enfermo!. -Bramo intentado golpearlo nuevamente pero de nuevo fallo, esta vez el otro lo miro con aun mas cinismo mientras lo empujaba.
El piso parecía agrietarse.
Se subió encima de el para tomarlo del cuello pero sin apretar, Camus quedo aturdido por el golpe, sabia que si se dejaba ser por esa cosa ese seria su fin, no sabia porque exactamente, pero su instinto estaba mas encendido después de ese mal rato. Ese maldito no dejaba de reírse en su cara, no trataba de estrangularlo, muy al contrario estaba divirtiéndose con la expresión de odio por parte de Camus.
──¿Quien eres?.
El otro no dijo nada. Solo estaba ahí, existiendo, con la mirada perdida en el y sobretodo sin despegar sus manos de su delgado cuello, el de cabello magenta fue acercándose mas y mas hasta dar con su oreja y susurrarle;
── Puedo ser muchas cosas, pero todas siempre se verán reflejadas en ti, Camus. No vas a escapar de nosotros tan fácil. Ni siquiera Hades te va a librar de ella.
Y de pronto todo volvió a ser pleno y oscuro.
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