Lealtad.
La recuperación de Camus no tardo en menos de un día, y en tan poco tiempo todo el inframundo se había dado cuenta del incidente con el susodicho, Radamanthys mantenía en constante vigilancia cada rincón del castillo mientras sus otros dos hermanos no bajan la guardia en el infierno. No era un caos como se lo hubiera imaginado pero ese suceso había provocado casi una alerta a cada espectro residente, Leónidas no lo dejaba ni a luz ni a sombra, también era sabido que mientras el dormía las monjas le dijeron cada uno de los movimientos del muchacho, iba de un lado para otro revisando cada rincón de la habitación y se quedaba hasta tarde para asegurar su bienestar.
Por mas agradecido que Camus estuviera, era consiente que ese comportamiento no era sano para el joven espectro. Si, era necesario encontrar al responsable pero de nada les serviría agotarse el mismo en el proceso.
Una cosa era clara, Leónidas le tenia un afecto muy grande a Camus. El mismo se lo dijo, que entre todo el ejercito de Hades, si alguna vez ellos se levantaban en su contra Leónidas siempre estaría ahí para protegerlo a costa de su vida.
Y no lo comprendía, ¿que cosas decía ese muchacho?.
Luego de sus sesiones de entrenamiento Camus le pidió que lo siguiera a la biblioteca en la superficie, estaba seguro que los espectros de Radamanthys tenían una mentalidad igual de bruta que su líder. Esperaba no estar equivocado si la situación se llegaba a poner un poco difícil de tratar.
── Señor Camus, ¿porque me ha citado hasta aquí?.
── Por favor Leónidas, dejemos las formalidades un instante. No soy tan viejo, puedes llamarme solamente Camus. -El joven no respondió nada pero era claro que en sus ojos daba un rotundo no. El pelirrojo suspiro, este chico era todo un caso.- ── Oh si te parece demasiado apresurado, también puedes decirme maestro.
── Maestro Camus, si me ha llamado para preguntarme acerca del intruso que le lastimo, me temo decirle que no he encontrado al desgraciado que le hizo tal daño. -Bennu apretó los puños con impotencia y rabia perdurando su cara inexpresiva.
Pero Camus rápidamente a claro el asunto con un simple gesto, exigirse no era la solución. El joven de cabello blanco agacho la mirada, era muy entusiasta y temperamental, Camus le recordaba de cierta forma a su amado en la tierra.
Tan temperamental, similar a la mecha de una vela que con la mínima chispa de provocación a su persona explotaba en una enorme bola de fuego difícil de apagar. Eso le traería consecuencias en el futuro.
── Es importante pensar con la cabeza fría en estos caso, no lo olvides. -Camus no contuvo la curva que se forma en su labio, llevando su dedo a la frente del muchacho concentrando un toque helado.- ── El responsable de este incidente no aparecerá así de la nada, tampoco dejara pistas obvias. Por sospechas de Hades cree que puede tratarse de un ente. No un ser humano.
Leónidas llevo su mano a su barbilla, si Hades decía eso no era por simples especulaciones, no definitivamente no lo diría al azar. Si se trataba de una divinidad seria mucho mas problemático en atraparla puesto que se trataba de algo que no podían ver y solo sentir, como los dioses.
Y dada las circunstancias del ataque, parece ser un asunto personal. Sonaba descabellado, ¿que motivos de venganza podría tener un dios contra un mortal?.
── Se lo que estas pensando, y la respuesta es no. No existe posibilidad alguna de que un dios conspire en mi contra, pero si contra Hades. Lo que me paso fue tan solo una advertencia, no sabemos si puede causar mas problemas usándome o a cualquiera de nosotros.
── En otras palabras; Nos enfrentamos a algo que no se puede ver. -El pelirrojo asintió. Bennu cerro sus ojos, ciertamente un enemigo formidable, tal vez debería pedirle a Camus un entrenamiento mas severo. Si no mejoraba sus técnicas no sera capaz de protegerlo adecuadamente - ── Maestro Camus, ¿podría entrenarme una vez mas? Pero esta vez, quisiera aprender sus técnicas de hielo.
Camus le miro incrédulo, ¿cómo podría siquiera pensar eso?. No es que despreciara la dedicación del joven, su determinación, valor y esfuerzo era impresionante. Cosa que los aprendices del Santuario no tenían cuando iniciaban en el camino que se exigía para ser un caballero, pero Leónidas lo acepto sin quejarse, ni una sola vez. Desempeñando en las pruebas, aunque no era del todo un experto en el combate, era un buen adversario.
Enseñarle sus técnicas de hielo. No era una decisión que podía tomar así a la ligera. Tampoco la rechazaría porque sabia lo obstinado de ese muchacho.
Leónidas espero la respuesta de su mentor con las ansias de saber que le diría.
── Déjame pensarlo. Recuerda que no es tan fácil de implementar y menos en practicar. Lo que te he mostrado hasta ahora es conocimiento y disciplina básica, debo admitir que me impresiona tu entusiasmo pero aún así eres bastante codicioso. ¿Crees estar hecho para experimentar un infierno congelando en carne propia?.
── Por supuesto, no dude de mi. -El muchacho afirmo sonriente y lleno de coraje, satisfecho de saber todo lo que Camus tenia para enseñarle.- Quiero conocer los poderes del antiguo Caballero de Acuario que solía ser.
── Si eso deseas. Quisiera preguntarte algo, pero antes de eso. -Camus desvió la mirada a la nada, mirando específicamente al suelo mientras tomaba la lanza de Pandora, que para su poca suerte cargaba como una prueba de su posición, sin embargo esperaba poder ver exactamente para que servia.
── Maestro Camus, ¿que piensa hacer ahora?. -Se mostró como un muchacho curioso, cuando el también se había percatado de la intromisión de cierto ser repugnante arrastrándose debajo de ellos, por lo que, astutamente camino dos pasos lejos de donde Camus veía y espero.
── Responde. ¿Porque estás escondiéndote maldito gusano?.
Y sin aviso mas que sus fuertes palabras, la lanza de Camus irradio una descarga eléctrica que se fue dirigida a una parte del suelo que parecía estar removiéndose desde que lo cito, si había algo mas despreciable eran aquellos metiches que se escondían para escuchar platicas ajenas, eso era lo que sentía Camus. Y Raimi, demasiado confiado de que el pelirrojo no lo notara fue estúpido y descuidado, ahora estaba tirado en el suelo atontado de dos descargas mas que Camus había soltado agrede.
──¡Maldito seas! ¿Cómo supiste que estaba ahí?. -Exclamo adolorido el espectro deforme, con pequeñas descargas por todo su cuerpo y medio rostro quemado. Mirando a Camus con un odio profundo y severo, con la mirada mas neutra Camus no tuvo reparo en darle otra descarga eléctrica, sin piedad alguna de dejarlo semi muerto.
Camus no dijo nada, solo cruzo miradas con su ahora discípulo.
── Leónidas. Recuerda no confiarte demasiado en las tácticas que te brinde la sapuri, no te servirá de nada tener ese poder si eres un idiota confianzudo. Y en cuanto a ti, te recuerdo perfectamente del ataque en la casa de Leo. -Refiriéndose al caído y casi frito Raimi, quien ya no veía otra opción mas que escapar de las manos de ese hombre y su alumno. Raimi podía ver la sonrisa diabólica de Leónidas, tan arrogante. Y esa sonrisa sólo desapareció cuándo el pelirrojo miró por el rabillo del ojo a su ahora proclamado pupilo. - ── Tal parece que de tanto morir sus neuronas decaen con cada siglo que transcurre. Oh los relámpagos del furioso león dorado te han dejado más idiota de lo que fuiste.
── Así que los rumores eran ciertos, después de todo sigues siendo la misma basura que se cuelga del poder del Señor Hades. No creí que Radamanthys tuviera razón alguna para desconfiar en el nuevo representante que el propio Dios del Inframundo eligió. -Raimi en un intento desesperado de no verse intimidado por el agresivo comportamiento del pelirrojo comenzó todo un discurso lleno de escoria hacia Camus, el cual este oía con total detenimiento y un inexpresivo rostro, aunque por dentro estuviese el deseo de matar a ese parásito. Irritante y bocon, pero al menos ya sabia que Radamanthys lo había mandado, que imbécil, pensó Camus.
Así que sin pensarlo dos veces, usando su poder congelo a Raimi en el suelo sin hacer caso a las suplicas de este para que no lo hiciera, Camus solo cerro los ojos y dijo:
── No me interesa lo que tengas que decirme, tampoco trates de justificar tu propia ineptitud. Vas a quedarte congelado un buen rato, Leónidas acompáñame a otro sitio, aun no termino de hablar contigo.
── Si, Maestro Camus, ¿piensa dejarlo congelado por la eternidad?. -Dijo, un poco mas entusiasta en su tono de voz normal.
── Tal vez recuerde descongelarlo.
Y se fueron sin mas que decir, Camus ya tenia el presentimiento que todo estaba saliendo demasiado a su favor, y cómo era de esperarse tarde o temprano uno de los jueces haría su primera movida pero no creyó que fuese tan patético.
Era una vergüenza, ¿Estos sujetos le veían cómo un hereje o algo así?.
Debía admitir que estaba impresionado, jamás creyó que fuese capaz de detectar tan finamente una presencia como la de Raima el espectro de Gusano, quién se paseaba debajo de los seres humanos buscando víctimas; Tal parece que no a perdido su toque aún.
Sonaría cómo un principiante si dijera no estar sorprendido de su tan fino sexto sentido.
── Es admirable cómo alguien puede ser tan letal y cauteloso al mismo tiempo, me impresiona. -Y aunque sus expresiones fuesen las mismas a pesar de adularlo, Camus podía notar un cambio de voz pronunciado en su boca.- ── Radamanthys desde un principio comenzó a dudar de usted Maestro Camus, escuché por parte de Aiacos que es muy jodido tratar con él, especialmente por el mal carácter que trae encima.
── Sólo tuve unas pocas oportunidades de ver cara a cara a Radamnthys cuándo llegué aquí la primera vez. No es un sujeto con el que me gustaría meter en problemas, al menos por ahora.
Leónidas comprendió al instante, según entendía Radamanthys era una autoridad muy importante, aparte de de ser un juez era un soldado de confianza con el Señor Hades, por así decirlo, sin embargo también era demasiado bruto, violento y un hombre de poca benevolencia, un ente que no conocía la piedad o el arrepentimiento. Sin dudarlo atacaría a su maestro en la mínima oportunidad.
Él ni lo permitiría, no le daría ese gusto a Wyvern de verlo derrocado y mucho menos delante de tanta gentuza cómo la que hora les rodeaba, tan viles y cínicos.
── Por cierto, todavía me faltaba hacerte una última pregunta. -Camus para en seco su andar y al verificar que nadie más estaba escondido en los pasillos prosiguió.- ── Tú. -Debía pensar correctamente lo que diría o confundiría la situación, le costaba ser tan directo justo ahora y le comía la duda por saber. Así que usando su tono de voz menos audible, respiro y dijo.- ── Cuándo fuimos al Santuario en Atenas, habías dicho que tu lealtad me pertenecía, Leónidas ¿Porque dijiste algo tan arriesgado en esa ocasión?.
Hubo un largo silencio, uno que ni él mismo lograba entender, lo había dicho, había dicho lo que justo en ese instante se le vino cómo un comerá a su cabeza y ni aún así logró hacer que sonará menos "extraño". Y realmente no existía otra manera de describirlo.
Ninguno rompió ese silencio por unos instantes que hubiesen parecido eternos, tal vez al ojo de espectador habrían dicho unas cuantas palabras y a los dos minutos desatarían las verdades, pero para ellos dos que estaban frente a frente sin hacer mucho contacto visual, eran minutos lentos y mortificantes. Llenos de preguntas sin respuestas, respuestas sin preguntas o sentido alguna, no en aquella ocasión. Leónidas guardaba sus propios pensamientos.
── Si le soy sincero, fue un impulso de mi corazón hacerlo.
Entonces Acuario quedo sin palabras. Una sensación cálida reconforto su helado corazón, como si esas simple palabras lo hubiesen conmovido y también causado una profunda tristeza. ¿Que tonterías decía ese chico?.
── No quiero incomodarlo con mis sentimiento Maestro Camus, seguramente esperaba una respuesta menos frívola. No soy sentimental, a decir verdad no soy nada de eso. -Hizo una pausa para apreciar el rostro atónito de su maestro.- ── La razón por lo que dije esas palabras fue porque no quiero que usted se sienta abandonado, lo se. Se que usted aposto su libertad para estar con el amor de su vida y al no conseguirlo se vio obligado a volver, nunca hubiera imaginado cuanto usted podría sacrificar para estar con alguien que simplemente no lo merece. -Esta vez, su mirada dorada reflejaba sinceridad y compasión, viendo a ese hombre que se proclamaba como una persona seria y fría sin sentimientos mundanos, ser igual de frágil. Camus no tenia una cara que mostrar, no estaba arrepentido del trato. Estaba arrepentido de no haber sido sincero consigo mismo en el pasado, y eso el muchacho lo sabia con solo mirarlo directamente.
No se miraba infeliz de vivir en pleno infierno con alguien como Hades, no expresaba nada, como si todo el dolor y sufrimiento que arrinconaba cada espacio no existiera en el plano del pelirrojo, tampoco mostraba angustia cuando pasaba por las prisiones y escuchaba gritos y suplicas, solo mostraba su enojo y descontento con las bestias gobernantes.
Pero en ningún momento se mostró arrepentido. Acepto su destino de una forma tan indulgente que ningún otro ser humano haría, al menos que no le tuviera miedo a la muerte.
Y era cierto, un caballero dorado no le temía a la muerte porque esta les arrincona desde el momento que se ponen sus armaduras y la batalla esta por empezar.
── Es por eso que depositare toda mi lealtad en usted, no lo abandonare.
El joven Espectro no titubeo por nada, sin tapujos, dejo en estado de shock a Camus quien solo pudo darse la vuelta sin bajar la guardia, ahí estaba de nuevo muriéndose de nervios tontos, no le cabía en la cabeza como una sola oración le causo un afecto inmenso en su palpitar.
No había mas que decir. Camus se limito a sonreír y decirle que hiciera lo que le parecía correcto, era aun muchacho muy obstinado.
Caminaba a su lado y la diferencia de tamaños era ridícula, ¿Era más pequeño que un adolescente?. Leónidas sin duda seria más alto que Camus en un futuro, y eso si con suerte resultaban vivos de todo ese lío. Porque no sabían quién o qué los perseguía de un lado a otro debajo de sus pies, dentro de las cerraduras y la ventanas, escondido acosando al más cercano a su objetivo final.
Hades en cambio, trataba de averiguar quién había causado tantos problemas en el Inframundo, con la ayuda de los dioses gemelos comenzó un pequeño debate de lo que podría tratarse, pero siempre regresaban al mismo camino, uno incompleto pero que estaban seguros haber sabido de él antes.
Thanatos estaba impaciente a resolver el problema cuánto antes para evitarle molestias a su Señor Hades, mientras Hypnos retomaba otros argumentos que intentaran acercarse a algo parecido.
── Nunca había escuchado de esa clase de ritos. Ni siquiera un humano común estaría tan cerca de romper un conciencia a esa magnitud y precisión. -Hablo el gemelo mayor con calma y serenidad, en cambio su hermano Thanatos retomó la palabra aun más pasional e intrépido sin ser burdo ni vulgar.
── Se lo que fuese lo sabremos y cuándo ese momento llegue, lo lanzaré personalmente al peor de los infiernos que existen. Señor Hades, no debe tomarle mucha importancia a esto. Si se trata de un dios menor no veo la necesidad de darle tanto protagonismo. -Aludió el hombre de cabellos grises, Hades levantó la vista de ambos y los observo por un instante nada mas, Thanatos se tenso al pensar que tal vez fue muy imprudente alzar su voz de esa manera, Hypnos solo miraba reprochando el comportamiento de su hermano gemelo.
── Señor Hades. Me enteré que el ataque fue dirigido hacia el humano que lo acompañaba y es hora su representante, ¿de dónde proviene el muchacho?.
── Es uno de los caballeros de Athena que hora esta bajo mi poder. - Reveló sin discreción, sin importarle las miradas desconcertantes y atónitas que sus consejeros le dirigían. Sus ojos sólo se reflejaron por el velo de la duda, no encontraba un motivo por el cuál él ataque fuese directo a Camus, y si, podía considerar que su puesto fue de alguna manera atrayente para el enemigo, había algo que no le gustaba para nada. Todo ese asunto indicaba ser una "saldada de cuentas", ¿era el nombre apropiado?.
Y no eran los ojos de los gemelos a quiénes logró sacarlos de su trance con tan solo levantarse de su asiento y comenzar a marcharse directo a Giudecca, pero antes fue detenido por el dios de la muerte Thanatos con un interrogatorio que esperaba de cualquier forma, pero siendo el una autoridad mayor, no vio necesidades de dar explicación.
Sin embargo, no era una divinidad grosera ni descortés.
── Lo convertí en mi amante, eso es todo. -Simple, claro y muy directa fue la respuesta. No dio más tiempo en decir otras dos oraciones, él quería volver para asegurarse que su preciado pelirrojo no hubiese escapado de su habitación.
──¿Un amante?. -Cuestionó Hypnos mientras se levantaba algo apresurado, quizá no lo escuchó bien. ¿Cómo su señor tendría a uno de los sirvientes de su mayor enemiga en esa clase de "estima"?, Hypnos no podría estar mas escandalizado, su señor tenia a las mas hermosas ninfas en Eliseos, todas ellas ansiosas por acortejar a su amo y señor.
── Así es, ¿hay algún problema con ello Hypnos?. -Se escuchaba claramente irónico, hasta decir que su mirar se concentraba en el fastidio de no poder irse sin ser interrogado.
── Mi Señor, disculpe el atrevimiento pero no me parece del todo prudente tener a alguien cómo él cerca de nosotros. Es un caballero de Athena, no pertenece al mundo de las tinieblas. -Thanatos estaba molesto, ¿qué era todo eso?. Ahora comenzaba a tener sospechas de que todo ese incidente fue un plan bien estructurado en contra de su señor.
── Thanatos. -Llamo su hermano antes que el asunto se saliera un poco de control, ciertamente. Era un peligro considerando el caso de Orpheo y su traición, por mas que estuvo encerrado junto a su amada Euridice en el infierno jamas abandono su labor como santo ateniense, eran tan fieles como un perro a su amo.
── Es suficiente. -Dijo el dios en un tono despectivo.- ── Eso no es relevante y de menos algo que se deba debatir, sino se encuentra al responsable de este incidente habrá graves consecuencias.
Hades ya no dejo tiempo alguno de seguir esa charla, dejando a los dioses gemelos consternados y preocupados ante semejante arrebato de su señor en tomar por amante a un mortal como ese, de todos los humanos, ¿porque un ateniense?.
── Perfecto, hora tenemos dos problemas mayores. En primer lugar tenemos al intruso que desaparece en el aire y en segunda el caballero que ocupa el lugar de Pandora. ¿Que se supone que hagamos ahora Hypnos?.
── Como dijo el Señor Hades, debemos priorizar la captura del visitante indeseado y llevarlo ante su justicia divina, y nada mas. -Replanteo con su característica aura llena de paciencia y serenidad.
──¿Y que hay del otro intruso? Hypnos no me digas que piensas dejar eso así nada mas. -Thanatos se paro en frente de su hermano con una mirada retadora, mientras el otro solo cerraba sus ojos ante él, cosa que molesto aun mas al dios de la muerte quien imprudentemente parecía actuar por cuenta propia.
── Thanatos, ya escuchaste la orden del Señor Hades, no debemos distraernos con trivialidades como esas, si el Señor Hades ha decidido tener a ese caballero en tal "estima" no es asunto nuestro interferir en sus relaciones por el momento. Seguramente se trate de una especie de trato, tu y yo sabemos que nuestro señor no ha estado con nadie aparte de al Señora Perséfone.
──¿Insinúas que puede tratarse de un simple capricho?.
── Probablemente.
Ahí estaba de nuevo, perdido entre sus pensamientos sobre lo que tenia que hacer, ¿De verdad pensaba enseñarle técnicas de caballeros a un espectro?. Su ética le gritaba que era mejor no hacerlo influida por la no tan grata vista de lo que eran capaces los espectros una vez eran consumidos por la oscuridad del infierno, pero por otro lado como en cualquier debate, estaba su otro instinto que no sabia como llamarlo todavía.
Leónidas era otro alumno mas, pero las circunstancias en que se daban definitivamente no era las mejores y su moral como caballero seguian ahí en su corazón y mente, lo cual en vista de como todo finalizo. Todo resultaba ser tan confuso.
Tal vez pensaba las cosas demasiado, tal vez por eso fue que perdió en primer lugar. Por sobre-pensar las cosas, no todo el tiempo era bueno.
Estaba decidido.
Dispuesto a volver al oscuro hoyo de Giudecca bajando esas infinitas escaleras Camus por primera vez en un tiempo no se mortifico mas por trivialidades.
Ya no era un caballero, ya no mas. Pero jamas se atrevería a decir orgullosamente que ahora era un ayudante mas del mundo de los muertos, ahora solo era una mas del montón y la única manera de verse libre seria morir y estaba seguro que Hades lo le concedería ese privilegio tan pronto, el verdadero dolor consistía en dejarlo vivo y sumiso ante un mundo diferente, un lugar sin esperanzas. ¿Podrá acostumbrarse a eso?.
Puede sentir de inmediato como se posicionan detrás de su persona y lo rodean de una presencia fastidiosa pero también aterradoramente reconfortante, levanta su vista embalsamada y todo a su alrededor cambia sin aviso alguno, podía sentir sus manos recorrer sus caderas y tomarlo del mentón mientras dentro de una niebla oscura unos pálidos labios y ojos verdosos fríos como los suyos, ¿que estaba haciendo justo ahora? Estaba poniendo sus brazos alrededor de su cuello y permitiendole entrar en el, y hacia lo hizo.
Aquellos besos que tanto repudiaba al principio ahora parecían ser la única cosa buena que recibiría en ese lugar, y se aferraba a ello, tal vez estaba harto de vivir entre tanta tristeza, aun le dolía el rechazo pero siempre que Hades lo besaba el dolor se esfumaba, solo dolido pecho dejaba de agrietarse, se calentaba y escuchaba una especie de canción en el aire.
No importaba los motivos por el cual Hades le besara con tanta delicadeza o pasión, si fuese un juego, estaría bien.
──¿Estás bien?.
Esas dos palabras le estremecieron, ahora estaban juntos en Giudecca en cuestión de segundos. Con solo probar el veneno del paraíso, con el sabor de sus labios le hacia caer en otro sitio.
Camus asintió sin decir nada, solo mirarlo y tomar su mano mientras, colocándose un poco en puntillas para alcanzar el rostro de Hades, este se encontraba un tanto sorprendido por las acciones de Camus, incluso excitado, por esas manos heladas como las suyas y el color rosa de sus mejillas, su delicada mano posándose en su hombro y atraiéndolo, invitando al dios a caer en la tentación que emana el ser humano, la naturaleza de ellos.
Cerrando sus ojos, Camus probo visualizar a Milo de frente suyo, pero fue inútil, el sabia que delante suyo, el hombre que estaba dispuesta a besar por voluntad no era el mismo que rompió sus ilusiones. Esa falta de afecto le hacia un terrible mal.
¿Este era el inicio de su perdición?.
Athena escucho la historia, y no le agradaba para nada la conclusión que esa mujer le dijo, con el bebe en brazos transformada de nuevo en la niña que encontró en el orfanato, las mismas facciones serias y el tono de voz mas siniestro con el que pudo dar, hablando de muerte y destrucción, un caos sin precedentes que se desataría si los hermanos se llegaban a juntar, la ira de una mujer que desciende del cielo y erradica el infierno.
Otro asunto en el cual Athena fue responsable. Saori no era capaz de imaginarse otro desastre que le quitara la vida a sus caballeros que se les había dado una oportunidad mas de vida, era injusto y cruel. ¿Porque los dioses eran tan sanguinarios con su amado pueblo? ¿Porque no podían vivir en un mundo sin sangre?.
No lo permitiría. Ellos habían hecho de todo por salvarla, y finalmente era el momento en que subastara su cabeza sin el dolor de los demás.
──¿Que debemos hacer en esta situación?.
── Nada, solo esperar a que den el primer indicio de amenaza. De cualquier modo no sera capaz de atacar por si sola si esta en un lugar sagrado como este, Athena es importante que te mantengas en Grecia hasta que encontremos una manera de volver a sellar a Despena. -Dijo la pequeña acurrucando el bebe en sus brazos que dormía sin preocupaciones.
── Si lo que se sabe de Despena es cierto, hay un nivel de riesgo en que intente atacar a cualquier habitante es casi inexacta dado a su naturaleza introvertida. -Odeth asintió.- ¿Y que me dices de su hermano?, también resultara un peligro conociendo su grado de destrucción.
── Es por eso que estoy aquí, para mantenerlo a salvo y evitar que Despena logre despertarlo, evite que ella lo hiciera antes de tiempo y fue de casualidad que lo encontré, cayo a un mundo realmente malo.
── En ese caso, no tengo ningún problema con tenerlos aquí hasta que ese momento llegue pero tengo una pregunta, ¿porque no estas en tu forma original?. -Cuestiono la diosa, ya que desde su perspectiva era raro verla cuidando sola de un retoño.
── Despena me vio cuando salí del templo y fácilmente me reconocería si me llega a encontrar, pero no conoce esta versión minimizada de mi misma, es un plan simple pero funciona. Por cierto, ¿Dónde esta Milo?.
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