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1.

"No se que acabó sucediendo, solo sentí dardos por dentro".



Después de la despedida aquel nadie volvió a ser el mismo de antes, la guerra si había cambiado a todos. Incluso cambio a los que no fueron a ella, ellos también sintieron el dolor, el peso junto con el vacío.

Diana fue terminada de criar por Polly, ella se sentía orgullosa de como la había criado, Diana era para ella como la hija que había perdido.

Por algunos meses Diana era esa chica dulce que quizás esperaba cosas de la vida, pero luego todo cambio. Ser criada por Polly, ayudar al negocio, vivir en un mundo en el que solo los hombres podían ser los jefes de un negocio la cambió. Al principio de todo le escribió cartas a su hermano y a Thomas, ellos las respondieron, pero luego de meses dejaron de llegar y ella no recibió nunca más alguna, ahí sintió como una parte de ella se rompía, quizás todos habían muerto.

Llevar un negocio de hombre dirigido por mujeres fue difícil y quizás lo sigue siendo, los hombres no están acostumbrados a ver a mujeres ser jefes de ellos y ellas estaban haciendo eso. Luego de un tiempo se lograron hacer respetar, ellas creían que desde ahora en adelante serían el frente del negocio.

Diana tuvo que aprender a salir adelante por ella misma y por su hermano Chris, también tuvo que ayudar a los hijos de John. Martha, la esposa de John había muerto por un resfriado, Diana le prometió que cuidaría de sus hijos por ella y por John.

Había una parte de Diana que había desaparecido y quizás nunca la volvería a encontrar.

Un día llegó el fin de la guerra y ocurrió algo que ella  no se esperaba, los hombres Shelby y su hermano Chase estaban vivos, iban a volver a casa y se supone que todo iba a volver a ser como antes.

Tanto Thomas como Diana ya no eran las mismas personas que se habían despedido hace cinco años, las que habían dicho todas aquellas palabras.

Y si, la guerra cambió definitivamente a todos.




                        (...)

" Me vacías las entrañas
Finjo que no sé, qué no e sabido
Finjo que no me gusta estar contigo".





Birmingham, 1914.

Camino por la calle que está con un poco de barrial, estoy acostumbrada a caminar tanto por estas calles que ya mis tacones negros ni siquiera se ensucian.

—Finn, Chris, Isaiah — me volteé en dirección hacia atrás mirando a los chicos—Vamos, no se queden atrás.

Finalmente había llegado, abrí las dos puerta del Garrison y entré en el lugar. Dentro mire hacia todos los lados, estaban casi los mismos hombres de siempre, camino directo hacia la barra donde estaba Harry.

—Ni lo pienses, Dom– lo apunte con mi dedo antes de que se acercara a mi, sabía que quería acercase a hablar como todos los anteriores días.

Al llegar a la barra, apoye mis manos y saludé a Harry con un movimiento de mano, me agradaba, es una buena persona.

—Hola Diana – me saludó este mientras limpiaba unos vasos —¿Algo de beber?.

—No, estoy con los niños — señale hacia atrás, están jugando —Oigan, no se acerquen mucho al rincón de allá.

Ningún rincón era bueno la verdad.

—Hola chicos — Harry lo saludó rápidamente para luego volver a verme —¿Que te trae por acá?.

—Quería saber si de casualidad habías visto a alguno de los chicos — él sabía a quienes me refería.

—No, lo lamento —respondió mirándome.

De repente la puerta del pub se abrió y sentí como alguien jalaba mi vestido, baje la mirada y era un niño, él me hizo un gesto con su mano para que me agachara, me susurro algo al oído.

—No puede ser— susurre volviendo a mi postura normal, metí una de mis manos a mi bolso y saqué algunas monedas y se las entregué al niño.

El chico salió corriendo del lugar rápidamente.

—Ya no necesito que me ayudes Harry, ya se donde están — le dirá una mirada, en serio no lo hizo.

—¿Vendrás más tarde?—me pregunta.

—Claro, quizás venga a ayudarte un poco — le sonrió mientras le guiño un ojo.

Me volteé hacia el otro lado, los chicos estaban jugando cerca de la puerta.

—Chicos, hay que irnos — dije cuando estaba a su lado, abrí las puertas y salimos del pub.

Quizás Small Heath,  no era el mejor lugar para criar niños, pero quiero hacer todo lo posible por lo menos para que tengan una buena infancia, se lo merecen.

Camine con los chicos hacia casa, pero primero dejo  en la suya a Isaiah, cuando Jeremiah fue a la guerra junto a los chicos me preocupe de Isaiah, es buen chico que quizás tuvo que quedar solo.

—Pórtate bien Isaiah— lo señalo con una sonrisa, este asintió con la cabeza, se llevaba bien com Finn y Chris.

Seguimos nuestros camino a casa, al llegar abro  la puerta y me quito mi abrigos al igual que los chicos, ellos fueron a sentarse cerca del fuego mientras yo me siento  en el sillón. Saco de mi bolso uno de mis cigarrillos y lo encendí.

Arthur esta más que molesto, esto quizás no termine muy bien.

Minutos después oigo la puerta de la casa abrirse, es él.

—Vaya, ahora vas donde los chinos — digo mientras fumo mi cigarrillo, lo que me queda de el.

Después de volver de la guerra nada volvió a ser lo que era antes entre nosotros, las cosas cambiamos, quizás cada uno no quiso volver a dar ese paso por miedo o por orgullo.

—Veo que tienes informantes — me dijo Tom, estaba parado en el umbral de la entrada de la sala de estar—¿Finn, Chris?.

Tom se acercó a los chicos y les quito algo de las manos.

—Arthur está enojado como el diablo — le dijo Finn a Tommy, y así era.

—Si, como el diablo — ahora fue Chris el que habló.

–¿Que saben dos niños de diez años sobre el diablo?— les pregunto para luego alejarse de ellos.

—Arthur te espera — digo cantando las palabras mientras tengo una sonrisa en mi rostro, él sabe lo que hizo—Suerte.

—Gracias Di— me dijo Tom para luego abrir las puertas de atrás y luego cerrarlas.

Atrás de esa puerta está nuestro negocio de apuestas, trabajamos en las apuestas de caballo, nada legal la verdad.

—Los vi chicos— los apuntó con mi dedo índice, ellos me miran —Ahora no quiero volver a verlos con un cigarrillo. Vayan a jugar mientras yo voy a ver a Ada,dios quiera que no esté haciendo nada. Iré pronto por ustedes.

Los chicos se ponen  de pie y salen  corriendo de casa hacia afuera. Finn y Chris se habían criado como hermanos, la mayoría lo habíamos hecho así.

Deje mi cigarrillo en el cenicero y me pongo de pie, camino hacia el final donde estaba la habitación de Ada, golpeo un par de veces la puerta para luego entrar.

—¿Todo bien A?— le pregunto mientras estoy apoyada en el umbral de la puerta, ella está leyendo algo.

A pesar de la diferencia de edad que teníamos ella se había vuelto mi mejor amiga, quizás ella sentía que la entendía en este mundo plagado de solo hombres. Nos apoyábamos mutuamente como hermanas porque eso es lo que somos.

—Si, solo un poco aburrida — dijo ella mientras dejaba lo que estaba leyendo a un lado.

—Ven, vamos a dar una vuelta —hice un movimiento con mi mano, ella sonrió y se puso de pie.

Fuimos en busca de nuestros abrigos y salimos de casa en busca de los chicos.

—¿Has visto a Fredie?—me pregunto Ada.

Otra vez no, Freddie Thorne, un agitador comunista, el líder. Freddie era otra persona antes de la guerra, eran muy amigos con Thomas, pero desde que volvió decidió ser un agitador comunista y luchar por sus causas. Al parecer Ada está coladicima por él, pero no se hasta que punto y si en verdad es algo mutuo.

—No, no lo e visto por ahí— le doy una mirada.

Doblamos por otra calle en dirección hacia el canal, los chicos deben estar ahí.

—Hola chicas —nos saluda Curly agitando su mano.

—Hola—lo saludó rápidamente.

Llegamos finalmente al canal, nos adentramos un poco más allá, puedo ver a Finn sujetar un arma en sus manos mientras Chris señala algo.

—¡Finn!— grito, este se asusta un poco y apunta en dirección hacia acá, mejor dicho hacia Ada —¿De donde sacaste eso?.

—Estaba en la casa —dice todavía sujetándola en su mano, espero que no apriete el gatillo.

—¿Podrías bajarla lentamente?— pregunto caminando lentamente hacia allá, solo falta que le dispare a Ada.

Al llegar allá le quito el arma de las manos y la abro, esta malditamente cargada, es el arma de John, este idiota deja todo por todos lados.

—¡Finn!— Aida se acerca y a su hermano de la oreja dándole un tirón.

—Vámonos a casa — digo tomando a cada uno de ellos del brazo, esto tiene que saberlo Polly.

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