Seguía sin entender por qué había accedido a realizar aquel viaje.

Tal vez fue mi niño interior, que añoraba escuchar los relatos de mi abuelo en los que me contaba de forma detallada cómo había acabado con las bestias que acechaban Ulsan; o quizás, solo se trataba de la necesidad de satisfacer los deseos de Yongsun, quien intentaba convencerme diciendo que realmente anhelaba conocer el lugar en el que nos habíamos criado, cuando la única razón por la que ella quería viajar a Ulsan era que, justamente, sería la oportunidad perfecta para alejarse de sus padres, quienes solo la dejarían ir si yo la acompañaba.

No comprendo cómo terminé cediendo, perdiendo la poca dignidad que me quedaba a cambio de que las irritantes súplicas de Yongsun cesaran.

Vivir con mi abuelo sonaba como la mejor oferta que me había ofrecido en mis cortos dieciocho años de vida. Además, tomar unas vacaciones (vacaciones que durarían todo un año, cabe aclarar) antes de entrar a la universidad era todo lo que un adolescente de mi edad podía desear, pero algo me hacía dudar de si era una buena idea y, por algún motivo, prefería quedarme en Seúl, con mis padres presionándome por entrar a la mejor universidad del lugar, sintiéndome vulnerable ante la posibilidad de fallar antes de siquiera empezar a vivir mi vida como tal.

No tenía sentido elegir mi aburrida rutina diaria en Seúl teniendo la posibilidad de aventurarme por una ciudad llena de secretos por descubrir. Era estúpido, lo sé, pero aún así había algo que simplemente me hacía desconfiar del viaje. Tal vez, si tan solo hubiera tomado en cuenta ese extraño sentimiento, mi vida seguiría igual. Tal vez habría salvado vidas si sólo me hubiera negado desde un principio a viajar.

Decir que me arrepentía era mentir y, aún que suene egoísta, me gusta no tomarle tanta importancia a lo sucedido.

Siendo sincero, no cambiaría nada. Dejaría todo tal y cómo se dio.

Por que, en el fondo, me aterra pensar que habría pasado si yo no hubiera estado ahí, ¿acaso las consecuencias habrían sido peores? ¿O todos se habrían salvado?

Se podría decir que al final, por más morboso que sonase, terminé obteniendo un final feliz.

Uno asqueroso, violento y sangriento, pero de alguna manera, feliz.

Cuando analizo lo que sucedió, no puedo evitar recordar mi día a día hace casi doce años ya, viviendo con mis padres y tíos en la gran casa del abuelo, en Ulsan. A diario, me reunía con mi abuelo en la gigantesca sala para que él me contara esas historias de las que ahora solo tengo recuerdos borrosos y que solo un pequeño niño de seis años —como lo era yo en ese entonces— podría creer. Completamente fascinado por los relatos, pasé gran parte de mi infancia (incluso cuando ya me había mudado a Seúl) esperando con ansias que llegara el día en el que lucharía contra uno de los monstruos de los que mi abuelo siempre hablaba.

A este punto de mi vida me pregunto si es normal haber sentido cariño por algo que juré destruir cuando era un niño.

Ese viaje marcó un antes y un después en mi vida. No fue bueno, pero tampoco lo llamaría malo, era un simple suceso que alteró mi existencia en su totalidad.

Fue un viaje que me llevó al paraíso.

Un paraíso lleno de oscuridad.

*Nota: Escribí esta historia por allá de 2020. Le tengo bastante cariño, porque fue la primera que terminé y publiqué. No me averguenzo, pero es verdad que hay algunos errores de los que no me enorgullezco hoy en día :,)

Apreciaría mucho que le dieran una oportunidad de todas maneras ^^

¡Nos leemos luego!

— Noduru.