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Capítulo 15


La luna llena brillaba como un imponente círculo blanco en el cielo oscuro, como un lejano observador de todo lo que sucedía en aquel olvidado y sucio callejón. La voz de Yuqi atravesó mis oídos de forma dolorosa, cada sílaba resonaba una y otra vez en mí cabeza, como si cientos de voces vagaran en mi mente repitiendo eternamente el nombre de Yoongi.

Un paso hacia atrás, luego otro y otro más. Yoongi tomaba con fuerza el cuerpo de esa mujer entre sus manos. Sus garras negras y afiladas se enterraban en la espalda de esa persona, dejando que un río de sangre empiece a correr por su piel pálida. Soltó un gruñido y dejó caer el cuerpo al suelo, con tanta fuerza sobre el gran charco rojizo que la sangre nos salpicó hasta el rostro. Yuqi se detuvo frente a la grotesca escena rojiza, limpiando sus mejillas con la manga de su abrigo. Volvió a aclararse la garganta antes de dejarse caer sobre el suelo, tiñendo su pantalón de un tono carmesí mientras la sangre humedecía su ropa.

Tosí un poco, había sido un gran error recibir la salpicadura de sangre con la boca abierta. El sabor metálico se expandía por mi cavidad bucal. Entre el intenso sabor del líquido y el asqueroso pensamiento de tener en mi boca la sangre de la mujer muerta que estaba a tan solo unos cuantos metros de mí, no tardé en sentir náuseas. 

Cubrí mi boca y volví a toser, dejando en mi mano una mezcla de sangre y saliva. Me apoyé con ambas manos sobre el contenedor de basura y continué tosiendo hacia su interior, en un vago intento de vomitar que parecía no estar funcionando. El olor de la sangre se volvió más intenso, convirtiéndose en un solo con el de toda la basura que contenía el depósito. Me acerqué un poco más, sabiendo en el fondo que eso solamente empeoraría las cosas, pero siendo guiado por la curiosidad de saber lo que se escondía entre las bolsas de basura. Me arrepentí de hacerlo cuando divisé un pie humano entre la oscuridad, completamente destrozado en la parte del tobillo, como si alguien lo hubiera arrancado de un mordisco.

Yoongi, sangre, mordisco...

Jungkook...

Eso fue suficiente para hacerme vomitar por fin, justamente sobre las variadas partes humanas que se encontraban en el contenedor. Volví a mirar a Jungkook, luego a Yuqi y a Yoongi, y de nuevo a Jungkook. Los tres tenían su mirada sobre mí, atentos y expectantes. Limpié el resto de vómito de mis labios con el dorso de mi mano. Las manos de Jungkook temblaban, como si quisiera desesperadamente hacer algo, pero le impedía el siquiera poder moverse con seguridad. Yoongi dio un paso hacia nosotros, Yuqi negó con su cabeza, asustada, y empezó a susurrarle palabras al oído que parecieron lograr calmarlo un poco, pero volvió a descontrolarse cuando sus ojos amarillentos se posaron de nuevo sobre Jungkook, como si apenas se diera cuenta de que la persona que tenía frente a él era Jeon Jungkook.

Fue ese el momento en el que realmente me di cuenta de que teníamos frente a nosotros a Min Yoongi, el torpe chico castaño del que Yuqi se había enamorado, que no había sido más que una molestia durante el viaje a Gwangju, que había sabido fingir muy bien que el rechazo por parte de Jungkook no le había afectado en absoluto.

Min Yoongi, un monstruo fuera de control que tenía el corazón destrozado, tenía a unos cuantos metros de él al responsable de su corazón roto. Nos mataría. No, mataría a Jungkook y dejaría su cuerpo sin vida junto al resto de cadáveres que descansaban en el asqueroso contenedor de basura.

Yuqi intentó detenerlo, pero un simple empujón fue suficiente para tirarla hasta el otro extremo del callejón. Su espalda chocó contra la pared fuertemente y ella soltó un grito de dolor. Sus ojos húmedos y su expresión horrorizada nos rogaban que huyéramos del lugar, que saliéramos de ahí antes de que Yoongi hiciera algo contra nosotros, que corramos lejos sin mirar atrás y que nunca volviéramos.

Escapar...

— Corre. — susurró Jungkook. Lo miré, él no me miraba a mí, se mantenía atento a cada movimiento de Yoongi. Tragó saliva, intentando calmarse. Parecía estar a punto de empezar a llorar. Odiaba verlo así. Yo tenía que sufrir, llorar de dolor y ser testigo de escenas repugnantes, pero Jungkook no. Jungkook merecía ser feliz. Jungkook... — Corre, Taehyung.— repitió con voz temerosa. — Puedo distraerlo mientras escapas. Puedo... — su voz se apagó. Apretó los labios. Sus ojos húmedos brillaban bajo la luz de la luna. — Huye, no vuelvas por mí. Te encontraré, Taehyung, lo prometo. Solamente... vete.

— Jungkook. — por fin me miró, pero sus ojos parecían ansiosos por saber lo que estaba haciendo Yoongi. —No me iré sin ti, Jungkook.

Mis palabras se sintieron como un cuchillo afilado clavándose en su cuello, porque después de decirlas, él empezó a llorar. Se acercó sollozando y repitiendo mi nombre una y otra vez entre dolorosos balbuceos. Me tomó con fuerza por la camisa, y por un momento creí que iba a besarme, pero no tardé en darme cuenta de lo absurdo que era ese pensamiento teniendo en cuenta la situación en la que estábamos. Me empujó, usando toda la poca fuerza que le quedaba, causando que yo tropezara un poco antes de caer sobre l frío asfalto de la calle desierta.

— ¡Vete, Taehyung! — exclamó, en un sollozo desgarrador que hizo eco en mis oídos por unos segundos. Seguía sintiéndome mareado, como si estuviera a punto de volver a vomitar. Me levanté con torpeza, él volvió a sollozar. — Corre. — añadió en un susurro, rogándome con sus ojos húmedos. — Por favor.

Sin estar muy seguro de lo que estaba haciendo, empecé a correr y alejarme del callejón, escuchando otro zarpazo resonar en mis oídos. No podía concentrarme. Las palabras de Jungkook seguían haciendo eco en mi cabeza, el sabor del vómito y la sangre seguían impregnados en mi boca, mis piernas se movían sin saber a dónde iban. Tenía que volver por Jungkook, tenía que escapar de Yoongi, tenía que volver, tenía que escapar, tenía que...

Había dejado solo a Jungkook.

Mierda.










Volví a estar consciente de mis acciones cuando me encontré frente a la puerta de la casa de los Park, con mi mano en el aire convertida en un puño, a punto de tocar. Me cuestionaba una y otra vez si era buena idea estar ahí en primer lugar. A Jimin no le importaba lo que pasara conmigo. La familia Park me odiaba, no tenía ningún sentido estar en su casa a las tres de la mañana, esperando frente a su puerta, pero ya no tenía más opciones. Ni siquiera sabía dónde vivía Lisa, y no había sabido nada de ella desde el viaje a Gwangju. Además, no conocía a nadie más en todo Ulsan. Me arrepentía de no haber intentado, no lo sé, hacer amigos y ser un chico de dieciocho años normal, pero ese no era el mejor momento para arrepentirse.

Tenía que buscar ayuda y volver con Jungkook.

Cuando por fin conseguí el valor suficiente como para tocar la puerta, encendieron la luz de la sala de estar, la cual escapó por la ventana hasta iluminar la oscura y silenciosa calle. Maldije en voz baja. Eran las tres de la mañana, si hubiera tocado la puerta, probablemente todos se encontrarían profundamente dormidos y no se molestarían en bajar y abrirla. Pero ahora hay alguien despierto, pensé, es mi oportunidad.

Mis nudillos apenas rozaron la madera cuando la puerta se abrió, dejando ver la pequeña silueta de Sooyoung. Tragué saliva.

— ¿Taehyung? — preguntó, mirándome con la confusión inundando sus ojos sorprendidos. Frunció el ceño y retrocedió un paso. — ¿Qué estás haciendo a... ? — sus ojos se abrieron de golpe y sus labios temblaron un poco. — ¿Eso es... sangre? — preguntó, volviendo a retroceder. Toqué mi mejillas, sintiendo los restos de sangre seca que habían quedado tras el incidente con Yoongi. Suspiré y apreté los labios. Encontrar a alguien con quien apenas has intercambiado palabra alguna frente a la puerta de tu casa, a una hora como esa y con sangre en el rostro no era una buena forma de empezar una conversación.

— ¿Puedo pasar?

— Jimin no está. — se apresuró a responder, como si estuviera ansiosa porque yo me fuera. Mi expresión debió indicarle que él era la razón por la que yo estaba ahí, ya que no tardó en intentar cerrar la puerta. — Buenas noches, Taehyung.

— Sooyoung, — la detuve justo antes de que cerrara la puerta en mi cara. — no estoy aquí por Jimin. — mentí, rogando que me creyera.

— ¿Entonces por qué estás aquí? — espetó, dando a entender que mi presencia empezaba a molestarla. Sonrió burlonamente. — ¿Por mí, acaso? — ironizó.

Sus últimas palabras me sorprendieron, pues, a pesar de que el sarcasmo era notable en ellas, su voz había sonado implorante, como si realmente esperara que yo estuviera ahí por ella. Tartamudeé incoherencias antes de asentir frenéticamente e intentar sonreír. Ella me miró con sorpresa.

— Así es. — dije, sin estar seguro de mis propias palabras, pero intentando sonar lo más convincente posible. — Por ti. Estoy aquí por ti, Sooyoung. — volvió a abrir demasiado sus ojos y un potente sonrojo empezó a apoderarse de su rostro. — ¿Puedo pasar? — repetí.

Asintió confusamente y se hizo a un lado. Entré a la casa y ella cerró la puerta detrás de mí. Caminó hasta uno de los pulcros muebles y se sentó, señalando el lugar junto a ella con un movimiento de cabeza mientras escondía sus manos entre sus piernas. Me deslicé sobre el limpio piso, siguiendo sus pasos hasta encontrarme frente a ella, carraspeando antes de sentarme y mirara hacia abajo. Permanecimos en silencio por un momento, esperando impacientes por que el otro dijera palabra alguna. Sooyoung fue la primera en hablar.

— ¿Podrías explicar qué haces en mi casa a esta hora, buscándome y con el rostro ensangrentado, Kim Taehyung? — dijo ella con tono tranquilo, intentando esconder lo desesperada que había sonado segundos atrás. Me atreví a mirarla de reojo. Sus ojos pesados estaban sobre mí, esas brillantes esmeraldas me miraban impacientes por una respuesta. 

— Necesito ayuda.

— ¿Ayuda? — asentí. Ella rió fríamente. — Tu aspecto da a entender que necesitas más que solo ayuda, Taehyung. — se acercó un poco más a mí, tomando mi rostro con sus manos pálidas y delineando con sus fríos dedos cada mancha rojiza que lo adornaba. Me estremecí ante el gélido contacto y ella sonrió. — ¿Qué sucedió? ¿Acaso mataste a alguien?

— No...

— ¿Entonces? — me quedé en silencio. Silencio absoluto.

Soltó mi rostro bruscamente y se alejó, dejándome respirar por fin. Apartó la mirada, bufando antes de levantarse y cruzarse de brazos. Yo volví a posar mis ojos sobre mi regazo, pero podía sentir como ella seguía con su pesada mirada verdosa sobre mí. No pude evitar sentirme intimidado a pesar de su limitada estatura, sentir que ella sería capaz de asesinarme con solamente un roce. Tragué saliva.

— S-Sooyoung, por favor...

— Te ves cansado. — interrumpió, llamando la atención de mis ojos. Ella ya no me miraba, sus ojos vagaban alrededor de la habitación, como si buscara algo. — ¿Quieres algo? — preguntó, aún sin mirarme de nuevo. — ¿Un vaso de agua? ¿Jugo? ¿Un té, tal vez?

— Yo no...

— Agua será. — volvió a interrumpir, continuando con su camino hacia la cocina. Suspiré. Eso no estaba funcionando. Jungkook estaba solo, probablemente a punto de morir, y yo estaba perdiendo el tiempo con Park Sooyoung.

Tenía que salir de ahí. Sin Jimin, no tenía ningún sentido estar en la casa de los Park. Tal vez podría llamar al abuelo y convencerlo de que realmente necesitaba ayuda, o a Lisa, incluso Yongsun era una buena opción cuando la única alternativa que el mundo me presentaba era Park Sooyoung.

Caminé hacia la puerta pensando sobre si lo que estaba haciendo era racional. Debería despedirme de Sooyoung. Era lo mínimo que podía hacer después de haber aparecido frente a su puerta como un completo desquiciado. Me detuve cuando mis dedos apenas rozaron el pomo de metal. Sooyoung se estaba acercando. Podía escuchar sus pasos resonar en mis oídos, mezclándose con el incómodo sonido de sus uñas tamborileando sobre el vaso de vidrio. Maldije en voz baja, volteándome con vergüenza una vez los pasos se detuvieron. 

— ¿Tienes prisa? — cuestionó, curiosa. — ¿No habías dicho que habías venido por mí, y que necesitabas ayuda? — me mantuve cabizbajo, sin tener el valor suficiente como para mirarla a los ojos. 

— Sí, pero...

— ¿Te arrepentiste?

— ¿Qué? — alcé un poco el rostro. Ella me tomó por el brazo, dejando el vaso de vidrio en mi mano antes de empezar a arrastrarme hacia la cocina y dejarme sentado sobre un banco de madera. Se sentó frente a mí, apoyando sus brazos sobre la encimera. 

— Bebe agua, Taehyung. Se ve que lo necesitas.

— Estoy bien, Sooyoung. — dejé el vaso sobre la encimera. Ella frunció el ceño. — No necesitas... 

— Bébelo, Taehyung. — dijo, con tono molesto y exigente, helándome la sangre. Tomé el vaso con mi mano temblorosa, acercándolo lentamente a mis labios bajo la atenta mirada de Sooyoung. — Bébelo, bébelo.

Dejé el vaso de vidrio vacío cobre la encimera después de terminar con su contenido de un solo bocado. Sooyoung sonrió, complacida. Aclaré mi garganta, levantándome y mirando hacia la puerta.

— Tengo que irme. Lamento haberte molestado, Sooyoung. — hablé con tono serio, pero ella seguía sonriendo como si la situación le resultara graciosa. — Buenas noches.

— Buenas noches, Kim Taehyung. — dijo ella con tono satisfecho, mirándome con impaciencia brillando entre sus orbes verdosas. Apreté los labios, su mirada asfixiante empezaba a resultarme agotadora. Mis extremidades se volvieron pesadas, y sentí como si las estuviera arrastrando mientras me acercaba a la puerta. Mis ojos empezaban a cerrarse por sí solos. Tal vez Sooyoung tenía razón, empezaba a sentirme cansado, tan cansado que sentía que la puerta se alejaba más y más con cada paso que daba.

Lo último que vi antes de caer al suelo fue la escandalosa risa de Sooyoung, y sus pasos desesperados acercándose a mí.










Desperté en un cuarto oscuro, sentado en el suelo y con la espalda apoyada sobre la fría pared. Tenía las manos atadas con una soga bastante gruesa, con tanta fuerza que podía sentir como la textura de la soga se quedaba grabada sobre mí piel. Me sentía somnoliento, era difícil simplemente abrir los ojos, y moverme se veía como algo totalmente imposible. No tardé mucho en darme cuenta de la situación en la que encontraba. Aún con movimientos cansados y lentos, intenté desatarme, o moverme un poco hacia la puerta de madera desgastada que se encontraba al otro lado de la habitación, pero el mínimo intento de escapar me resultaba agotador. No fue hasta que intenté pedir ayuda que noté el pañuelo que cubría mi boca. Cualquier palabra se convertía en un balbuceo incomprensible al ser atrapada por la tela. Después de intentarlo un par de veces más, me rendí y permanecí en silencio.

La puerta se abrió. Pensé por un momento que alguien había escuchado mis gritos incomprensibles y vendría a salvarme, pero ese pensamiento se desvaneció cuando divisé la pequeña y oscura silueta que empezaba a acercarse. Sooyoung, pensó.

— Llegaste en un mal momento, Taehyung. — dijo ella, dejando la puerta entre-cerrada. Soltó una risa. — Apareciste en un pésimo momento.

Caminó hacia mí con pasos lentos que me parecieron eternos. Quería tenerla frente a mí, saber por qué me había llevado hasta ahí, que hiciera lo que quisiera conmigo y me dejara ir. Se arrodilló para estar a mi altura, sonriendo con prepotencia y acercando su rostro al mío. Se colocó a horcajadas sobre mí, dejando caer sus brazos sobre mis hombros y empezando a jugar con el nudo del pañuelo que cubría mi boca.

— Podrías haberte salvado, ¿sabes? — dijo en voz baja. Su nariz fría rozaba la mía, y el contacto me producía escalofríos. — No debiste volver a esta casa, Taehyung. Tenías que escapar. Escapar de Jimin, pero supongo que esta ha sido tu decisión, y ya es tarde para arrepentirte. — sentí sus labios sobre los míos por encima del pañuelo. Sin alejarse ni un poco, deslizó sus pálidos dedos por mi nuca antes de desatar el nudo, dejando que el pañuelo colgara de nuestros labios.

Cerró los ojos y después alejó su rostro del mío. El pañuelo blanco cayó sobre mi regazo. Antes de poder decir palabra alguna, Sooyoung volvió a pegar sus labios a los míos, pero esta vez sin ningún pañuelo de por medio. Tomó mi rostro entre sus frías manos y me acercó más a ella. Empecé a lanzar movimientos bruscos y aleatorios en un débil intento de alejarla, pero fue imposible y no pasó mucho tiempo para que me diera por vencido. Tal vez eso era lo que Sooyoung quería. Me besaría como si el mañana no existiera y luego me dejaría libre. O tal vez vez me besaría durante el resto del día y me dejaría en aquella sucia habitación cuando se aburriera de mí.

Permanecí inmóvil. Consideré por un momento corresponder al beso, pero la sensación de sus húmedos y carnosos labios moviéndose con rapidez sobre los míos me resultaba tan asqueroso que esa idea no tardó en desvanecerse. No me importaba si eso le molestaba a Sooyoung, si no la satisfacía y nunca paraba.

Prefería morir antes que besar a Park Sooyoung.

— Está bien, — dijo, una vez se alejó finalmente de mí. Echó su cabeza hacia atrás y suspiró. — parece que no estás dispuesto a a cooperar. No te juzgo. — dejó caer su cabeza sobre mi hombro y añadió en un susurro: — En realidad, te entiendo.

Se mantuvo en esa posición, sin moverse ni siquiera un poco. Respiraba fuertemente contra mi pecho, como si estuviera a punto de llorar. Pasados unos segundos, su respiración se detuvo y el silencio no tardó en hacerse notar. Su nariz se movió inquieta sobre mi piel, me tomó con fuerza por los hombros y empezó a olfatearme con detenimiento, asemejándose a un perro. Se detuvo cuando llego a mi cuello, y no pude evitar tragar saliva dificultosamente en el momento en el que ella inhaló sonoramente, sonriendo contra mi piel para exhalar lentamente después.

— Jimin tenía razón. — susurró, riendo agotadamente después. — Es difícil abandonarte, Kim Taehyung. Eres especial. Eres... — volvió a olisquear entre mi cuello, dándome escalofríos. — Tu aroma... es tan tentador. — pude escuchar como silenciosamente abría su boca, cual serpiente preparándose para engullir a su presa, pero el instante se arrepintió, soltando una risa cansada. — No puedo hacerlo. Eres suyo, después de todo. — se alejó un poco, aún cabizbaja y con el tembloroso agarre sobre mis hombros volviéndose más torpe con el pasar de los segundos. — Pero él te dejó, ¿verdad? — alzó su rostro, mirándome a los ojos, con una mirada desesperada. — Dijo que no quería volver a verte, renunció a ti. Lo dijo varias veces, pero sé que la última vez lo dijo en serio, estoy segura de eso... — sonrió, una sonrisa temblorosa e insegura. Sus pupilas dilatadas divagaron por mi rostro, analizándolo con deseo. — Ahora puedes ser mío, ¿verdad?

— ¿Suyo? — pregunté con temor. — ¿Te refieres a Jimin?

— Sí... Jimin. — su mirada se detuvo sobre mis labios. — Ya no le perteneces. — empezó a acercar su rostro nuevamente. Tenía más preguntas, cada una de sus palabras solamente había logrado confundirme, pero Sooyoung no parecía dispuesta a responderlas. Volvió a besarme, esta vez sus movimientos eran inseguros y desesperados, como si no supiera exactamente lo que estaba haciendo, pero estuviera ansiosa por hacerlo.

Tocaron la puerta. El sonido de la madera inquietó tanto a Sooyoung que mordió con fuerza mi labio inferior. Se alejó de mí y empezó a reír, con  la mirada sobre sus manos. Sentí como mi labio se humedecía mientras mi cavidad bucal se veía invadida por aquel sabor metálico. Por fin empezaba a comprender las palabras de Sooyoung, y el golpe de realidad había sido tan fuerte que ni siquiera había sido capaz de sentir dolor.

Durante la mordida de Sooyoung había sentido dos agujas punzantes sobre mi labio inferior.

Colmillos...

— ¿Ahora lo entiendes, Taehyung? — preguntó con tono burlesco entre risas. Alzó con lentitud su rostro, mirándome con orbes oscuras y rojizas, con el color carmesí bañando suavemente sus labios mientras aquel líquido se deslizaba por los colmillos que habían aparecido entre su dentadura. — ¿Aún sigues creyendo que los responsables de la ola de muertes de hace algunos años fueron animales salvajes?

— N-No... — susurré, bajando la mirada. — No puedes... Ustedes no pueden... No es cierto. N-No es... — tomó mi mentón y me obligó a mirarla. Ya podía sentir como mis ojos empezaban a humedecerse.

— Somos vampiros, Taehyung. Criaturas miserables, seres repulsivos que se ven obligados a asesinar inocentes para lograr sobrevivir. No queremos hacerlo, pero existen ocasiones en las que el hambre es más grande que la moral, ¿sabes?

— N-No. — sollocé. — N-No es... No es cierto. Deja de mentir. N-No...

Sabía de la existencia de los vampiros. Existían, de eso no había duda alguna, pero era difícil aceptar que la familia Park era parte de ellos, aceptar que Jimin era parte de ellos... Que los Park fueran vampiros explicaba varias cosas. El asesinato de Yuna, el incidente en el consultorio de Lee esa misma mañana. Las cosas empezaban a tener sentido finalmente, pero aún así no quería afrontar la realidad.

— Créelo. — ella sonrió, un débil intento de sonrisa reconfortante que no hizo más que hacerme temblar aún más. — Es peligroso no creer en algo solo por que te asusta, Taehyung.

Relamí mis labios, tragándome los restos de sangre y saliva, y miré hacia abajo. Ella sonrió y se levantó. Por un momento creí que iba a matarme, pero ella solamente empezó a alejarse con pasos lentos hasta llegar a la puerta. La abrió, dejándome ver la imponente figura de Jimin, quien dio dos pasos al frente y me analizó con la mirada, para sonreír y bufar después. detrás de él apareció un pequeño gato blanco que saltó hacia los brazos de Sooyoung y soltó un maullido. o reconocí al instante, era el gato que me había acompañado durante mis primeros días en Ulsan, para desaparecer después de dejar un animal muerto bajo mi almohada.

Sooyoung acarició la cabeza del gato, dándome una última mirada, una última sonrisa, antes de desaparecer tras la puerta, llevándose al felino y a cualquier rastro de lo que había sucedido entre nosotros consigo. Jimin cerró la puerta, y observé con miedo como caminó hacia mí.

— No deberías estar aquí, Taehyung. — miró el techo y despeinó un poco su cabello. Sonrió maliciosamente, dando otro paso hacia mí. — ¿Acaso no deberías estar junto a Jungkook?

Jungkook...

Lo había olvidado. Jungkook estaba solo con Yoongi y Yuqi. Había ido a la casa de los Park en busca de ayuda, pero solamente había conseguido terminar en esa desagradable situación. Empecé a balbucear incoherencias y mis lágrimas cayeron por mi rostro con mayor velocidad, lo que simplemente logró que Jimin soltara una sonora carcajada. 

— J-Jungkook... Tengo que i-ir. T-Tengo que... — torpemente intenté levantarme, consiguiendo caer hacia adelante, causando que soltara un sollozo adolorido al sentir como mi nariz impactó contra el frío suelo. En poco tiempo sentí como una gran cantidad de sangre empezaba a brotar desde mi nariz hasta llegar a mis labios. Jimin se arrodilló frente a mí, acariciando con delicadeza mi cabello.

— Eres adorablemente patético, Taehyung. — volvió a reír. — ¿Crees que aún puedes salvar a Jungkook? ¿Realmente piensas que eres capaz de salvar a alguien en ese estado? Tu tenacidad me sorprende, Kim.

— Tengo que... hacerlo. — empecé a arrastrarme entre lágrimas y sangre. Jimin solo me observaba con una sonrisa prepotente colgando de sus labios. — Tengo que...

— Es muy tarde, Taehyung. — tomó con fuerza mi rostro, acercándolo al suyo antes de susurrar. — Jungkook está muerto.

El mundo se detuvo, el aire se volvió pesado y no pude respirar.

— ¿Qué?

— Jungkook está muerto, Taehyung. — repitió. Las palabras se clavaron en mis oídos como pedazos de vidrio roto. La frase sonó una y otra vez en mi cabeza, formando un tortuoso bucle que empezaba a marearme. — Pero no te preocupes, pronto tú también lo estarás

Jimin me tomó por los brazos, levantándome y volviendo a lanzarme con fuerza contra el suelo. El pecho se me contrajo y tosí un poco, pero ya no me importaba el dolor. No me importaba nada, en realidad. Jimin había dicho que Jungkook estaba muerto. No tenía ninguna prueba de que sus palabras eran ciertas, pero la simple pronunciación de las palabras "Jungkook" y "muerto" en la misma oración me había afectado demasiado.

Agarró mis mejillas y limpió con su pulgar la sangre de mi nariz y mis lagrimas. Parecía satisfecho, como si finalmente hubiera conseguido lo que ansiaba tener desde hace mucho tiempo. Hizo lo mismo que su hermana había hecho minutos atrás y hundió su rostro en mi cuello, inhalando y exhalando sonoramente. Pasó sus labios por mi mandíbula hasta llegar a la comisura de los míos. S e alejó y los observó con detenimiento, y la necesidad brilló en su mirada.

— Siempre me pregunté qué se sentiría besar a Kim Taehyung. — no dejó de mirar mis labios en ningún momento, y eso empezaba a incomodarme. — ¿Puedo besarte, Taehyung? — su pregunta me sorprendió, y el recuerdo de lo sucedido durante mi primera visita a la casa de los Park apareció como un rápido destello en mi memoria. Aparté la mirada, sintiendo como mi rostro se teñía de rojo. Al parecer tomó mi sonrojo como una respuesta afirmativa a su pregunta, porque su sonrisa se amplió antes de pegar sus labios a los míos bruscamente, en un beso que no duró más que unos cuantos segundos. La decepción brilló en sus ojos. Tragué saliva fuertemente, intentando no lucir completamente aterrado bajo su mirada amenazante. — No es suficiente, no es suficiente...

Sus ojos se abrieron de golpe y volvió a sonreír, como si hubiera descubierto por fin como satisfacer sus extrañas fantasías. Tomó mi cabello con fuerza, tirándolo hacia atrás y haciéndome jadear. Miró con fascinación mi cuello descubierto y relamió sus labios, haciéndome esperar lo peor.

Cerré los ojos y apreté los labios al sentir los suyos rozando mi piel, dejando salir un grito de dolos cuando por fin dio la mordida que había estado esperando desde que Sooyoung nos dejó solos. Intenté pensar en algo más, en algo que lograra nublar el dolor, pero lo único que encontré entre memorias hirientes fue cada momento que había pasado junto a Jungkook. La noche en la que conocí a Jungkook, mi primer beso con Jungkook, el momento en el que Jungkook me pidió que fuera su novio, todas las veces en las que reímos juntos, lloramos juntos... Todo. Sonreí. Si moriría, a menos moriría feliz.

Abrí los ojos. Empezaba a sentirme demasiado mareado. Todo se volvía borroso, y no0 sabía si era por mi llanto o porque estaba a punto de desmayarme. El punzante dolor en mi cuello empezó a volverse lejano, a desaparecer. Llegó un punto en el que ni siquiera podía sentirlo. No podía sentir nada, no podía moverme, solo podía respirar dificultosamente y llorar.

Entonces, inevitablemente, caí inconsciente.










Desperté en el bosque, tirado junto a un árbol entre hojas y tierra. Vi la silueta de un hombre alto (Jimin, probablemente) alejándose y desapareciendo entre los árboles. Volví a cerrar los ojos, intentando encontrar algo de paz en el silencio del bosque. No estaba muerto, y no sabía si eso era algo bueno o malo. El cielo gris y el suelo húmedo indicaban que el clima no había sido el mejor mientras estuve con los hermanos Park en aquella sucia habitación.

Pensé en Jimin. No me había asesinado, o tal vez había olvidado comprobar si yo estaba realmente muerto, o tal vez simplemente no le importaba, nunca lo sabría. Pensé en Jungkook. Quizás Jimin tenía razón, ya era demasiado tarde y no podría salvarlo, pero quizás él había logrado salvarse solo. Suspiré, dejando salir el último aliento que me quedaba antes de volver a cerrar los ojos.

No sé exactamente cuanto tiempo pasó hasta que volví a abrirlos. Segundos, horas, días, todo era posible. Escuché gritos incomprensibles que lentamente se convirtieron en voces lejanas que exclamaban mi nombre. Miré una mancha rojiza en la lejanía. Parpadeé unas cuantas veces, y la borrosa mancha se convirtió en el despeinado cabello de Yuqi.

— Taehyung... — dijo ella col alivio antes de correr hacia mí. — ¡Chicos, lo encontré!

Lisa, Yoongi, Yuqi y Jungkook aparecieron frente a mí, con expresiones cansadas y preocupadas. Jungkook se dejó caer sobre la tierra mojada y acunó mi rostro entre sus manos, empezando a llorar antes de abalanzarse sobre mí y abrazarme. Sentí como sus lágrimas humedecían mi ropa, y noté que mis manos seguían atadas cuando intenté abrazarlo también.

— Taehyung. — sollozó. — Creí que... nunca volvería a verte. — se aferró más a mí, y mi pecho se contrajo al verlo así.

— ¿Estás bien? — preguntó Lisa. Pude notar en su mirada que ya lo sabía todo, que no haría preguntas si yo decía que fueron vampiros quienes me dejaron en ese estado.

Asentí débilmente.

— ¿Estás seguro? — preguntó Yoongi. — No te ves nada bien, Kim Taehyung. — añadió, recibiendo un fuerte codazo por parte de Yuqi. Él soltó un quejido y yo reí un poco.

— Estaré bien cuando... me desaten. — hablé en voz baja y ronca. Jungkook se separó un poco y miró detrás de mí, susurrando un "Oh, lo siento, lo siento" antes de desatarme y volver a abrazarme. Correspondí el abrazo con más fuerza, y sin siquiera darme cuenta empecé a llorar también. Jungkook estaba vivo. Jimin había mentido, Jungkook no había muerto. estaba vivo, y lo tenía llorando entre mis brazos. Sollocé contra su hombro bajo las miradas lastimeras de Lisa, Yuqi y Yoongi. Los tres permanecieron en silencio, limitándose a observar y darnos nuestro espacio.  

Yoongi carraspeó, llamando la atención de todos. Se estremeció bajo nuestras miradas curiosas.

— Taehyung. — dijo mi nombre con falsa seguridad. Después de unos segundos en los que pareció pensar detenidamente lo que iba a decir, habló. — ¿Qué fue lo que te sucedió?

— No quiero... responder a eso ahora. — tallé mi ojo con el dorso de mi mano e intenté sonreír. — En especial si quien lo... pregunta es el chico que intentó asesinarnos.

A pesar del contexto desagradable, mi broma de mal gusto pareció hacerles gracia y logró bajar la tensión que nos rodeaba. Reímos un poco, incluso Yoongi lo hizo. Jungkook se levantó del suelo, y me ayudó a hacerlo también. Todos nos miramos por un momento, sin saber qué decir o qué hacer. El silencio era incómodo, pero sabíamos que una palabra equivocada lo volvería mucho más incómodo. Lisa miró el cielo y Yoongi empezó a remover nerviosamente las hojas del suelo con su pie.

Después de pensarlo bien y estar seguro de que no me arrepentiría de mis palabras, tomé la mano de Jungkook y decidí hablar.

— Jungkook.

— ¿Sí?

Inhalé y exhalé con nerviosismo. Los ojos rojizos y brillantes de Jungkook me miraron, expectantes. Intentaba pensar con claridad qué iba a decir, cómo lo diría. Estaba nervioso. Abrí la boca, pero la cerré al instante. Volví a suspirar.

— ¿Taehyung?

— Vámonos, Jungkook. Vámonos. Lejos. Muy lejos.

Parpadeó incrédulamente un par de veces. Lisa me miró, se aclaró la garganta y devolvió su mirada al cielo, incómoda. Yoongi se sorprendió, pero no parecía tener el valor suficiente como para mirarme. Su pie se detuvo, y segundos después continuó moviéndose con brusquedad sobre la tierra. Yuqi no hizo nada, como si hubiera estado preparada para el momento en el que esas palabras salieran de mi boca. Estaba tan quieta y callada que se sentía como si ni siquiera estuviera ahí.

Jungkook parecía confundido.

— ¿Qué?

— Vámonos. — repetí. — Dejemos Ulsan. Ya he tenido suficiente. Sé que — suspiré. — tienes toda una vida aquí y lo entiendo, yo también la tuve alguna vez, pero ahora ya no me queda nada. No tengo ninguna buena razón para quedarme, además de ti, y créeme que por un momento pensé que sería capaz de soportar cualquier cosa si eso significaba poder estar a tu lado, pero soy débil, y ya no creo poder aguantarlo más. Quiero irme, y podría haberlo hecho en cualquier momento, pero no quiero hacerlo sin ti, Jungkook.

Silencio.

Empezaba a desesperarme, y justo en el momento en el que estaba a punto de empezar a llorar de nuevo, Jungkook sonrió, causando que una ola de alivio me invadiera.

— Vámonos, Taehyung. Escapemos a un lugar lejano. Muy lejano.

La mirada perdida de Lisa.

El pie inquieto de Yoongi.

El silencio de Yuqi.

Las palabras de Jungkook.

El momento, las emociones, las gotas de lluvia que empezaban a caer sobre nosotros...

Sonreí, tomando con más fuerza la mano de Jungkook, como si temiera que en algún momento se escapara a pesar de saber bien que eso jamás pasaría, y salí corriendo con él detrás de mí, bajo la lluvia y las miradas sorprendidas de Lisa, Yuqi y Yoongi.










El primer capítulo de Dark Paradise es bastante largo, así que el último tenía que serlo también ;)) 

(espero que no les haya resultado muy pesado unu)

Wow, no puedo creer que este ya sea el último capítulo, voy a llorar, muchas gracias por todo :((♡ 

Dentro de poco publicaré el epílogo, y Dark Paradise llegará oficialmente a su fin :((

¡Nos leemos luego!

— Noduru.











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