Capítulo 14
Ese día tardé casi dos horas en lograr quedarme completamente dormido. Había permanecido sentado sobre mi cama, con las piernas cruzadas y los ojos muy abiertos, atentos a cualquier mínimo movimiento que se diera entre la oscuridad, como si esperara que alguna criatura desconocida apareciera y me atacara en cualquier momento.
Despertar a las dos de la mañana tras una pesadilla, con la respiración pesada y los ojos húmedos se había convertido en una costumbre despreciable, y esa noche no sería la excepción.
Desperté con las rodillas pegadas al pecho, temblando y con el rostro húmedo, cubierto por completo por las sábanas blancas. Pasé una mano por mi rostro, llenándola de sudor y lágrimas, y me pregunté en silencio qué hora era. Cerré los ojos y aparté las sábanas, frunciendo la nariz cuando un extraño olor invadió mis fosas nasales. Inhalé profundamente, intentando determinar el origen del olor, y empecé a toser repentinamente.
Mi garganta dolía. Abrí los ojos, siendo recibido por luces amarillentas y anaranjadas. No pude reaccionar por unos segundos, no fui capaz de asimilarla situación en la que me encontraba al principio. Creí que seguía dormido y que se trataba de una simple pesadilla más del montón. Buscaba convencerme a mí mismo de que no era real.
Los gritos de Yongsun me regresaron a la realidad. Volví a a toser y me levanté de mi cama con movimientos torpes, tomado mi celular del aparador y cubriendo mi boca con una mano. Mi mirada se nubló un poco mientras sentía que mis ojos se humedecían. Miré por última vez las llamas que consumían los bordes de mi habitación antes de salir.
Me quedé parado en la mitad del pasillo un momento, simplemente admirando la escena que se expandía frente a mí. Todo era consumido por el fuego. El color oscuro y amarillento se expandía por todo el lugar, como una macabra pintura sin sentido alguno, que se componía de pinceladas aleatorias, amarillas y rojas. Mis ojos seguían humedeciéndose, pero estaba seguro de que el humo ya no era el único responsable de eso.
Tosí y sollocé al mismo tiempo, causando que mi garganta quemara. Di un paso hacia las escaleras, notando al instante que estaba empezando a perder el equilibrio. Seguí mi camino con pasos pesados y lentos, encontrando a Yongsun y al abuelo moviéndose hacia la puerta principal. Ella se cubría con una gran manta roja y tenía el rostro lleno de lágrimas, él solo mantenía su expresión inquieta, tomando con fuerza a Yongsun del brazo mientras la arrastraba hacia la puerta.
Limpié el sudor de mi frente y las lágrimas de mis ojos, empezando a bajar cada escalones con inseguridad y torpeza. Ellos ni siquiera se habían molestado en despertarme. ¿Habían creído que me despertaría por el humo y el fuego? ¿O simplemente no les importaba si moría atrapado entre cenizas y escombros? No lo sabía, y no me importaba saberlo en ese momento. Mientras pasaba al sexto escalón, qué habría sucedido si no me hubiera despertado gracias a la pesadilla. De seguro el intenso olor del humo me habría despertado en algún momento, pero tal vez sería demasiado tarde.
"Oh, mira. Nos hemos olvidado de Taehyung y ahora está muerto... Bueno, qué mal. ¿Bailamos sobre sus cenizas?"
Contuve una risa mientras me deslizaba por el primer piso, mirando por una última vez lo poco que quedaba de la casa del abuelo antes de, por fin, salir del lugar. El frío exterior chocando con el calor de la casa envuelta en llamas me causaron un extraño escalofrío. Me acerqué a Yongsun, quien observaba con ojos rojizos y húmedos el devastador escenario. Con su mano derecha cubría su boca, las gruesas lágrimas acumulándose sobre sus dedos. No tardé en empezar a llorar también. Ese lugar había sido nuestro hogar desde que nacimos. Habíamos vivido toda nuestra triste infancia en aquella casa que ahora estaba siendo consumida lentamente por el fuego. La gente empezó a acumularse a nuestr0 alrededor, murmurando y mirando con asombro el fuego.
Miré a Yongsun una vez más antes de adentrarme entre la multitud y, con dedos temblorosos, llamé a Jungkook. Tardó un poco en responder, unos pocos segundos fueron tiempo suficiente para empezar a inquietarme. Mis pupilas dilatadas se perdían entre el gentío y la casa en llamas. ¿Qué iba a hacer? Limpié el sudo de mi frente y respiré profundamente, intentando que mis pulmones se llenaran de aire en lugar de humo. Preguntas empezaron a llenar de manera invasiva mi mente. ¿Qué haría el abuelo con nosotros? Yongsun y yo, ¿Dónde nos quedaríamos? ¿El abuelo llamaría a nuestros padres? ¿Tendríamos que volver a Seúl?
— ¿Taehyung? — dijo Jungkook, sacándome bruscamente de entre mis pensamientos, de una forma tan abrupta que casi dejo caer mi celular. — Es muy tarde... ¿Estás bien? ¿Sucedió algo?
Miré la hora antes de contestar. Eran las tres de la mañana. Mi llamada debió haberlo despertado. Volví a pegar mi celular a mi oreja y tomé una bocanada de aire antes de empezar a hablar.
— Jungkook, yo... — mis ojos volvieron a perderse en el escenario: Casa en llamas, gentío, Yongsun, el abuelo... El latir de mi corazón hacía eco en mis oídos y el simple acto de respirar empezaba a costarme. — Estoy bien, estoy... — me quedé callado cuando la alarma de los bomberos empezó a sonar a lo lejos, perforando mis oídos.
— ¿Eso es una sirena? — noté en su voz que empezaba a preocuparse. Comencé a moverme entre la multitud, empezaba asentirme asfixiado. — ¿Realmente está bien? ¿Qué está sucediendo, Taehyung?
Cuando ya me encontré en la desolada carretera, completamente alejado de todo, me senté sobre la acera y abracé mis piernas, pegándolas a mi pecho. Pude ver como mi sombra se expandía frente a mí, como esa alargada silueta oscura se abría paso entre la luz anaranjada que bañaba la carretera. Mi cuerpo tembló de una forma extraña. Hacía frío, pero la brillante capa de sudor no abandonaba mi frente. Hacía calor, pero el helado viento de la noche seguía chocando contra mi rostro.
Era una sensación extraordinariamente inquietante.
— La casa está en llamas.
Silencio... y una respiración pesada.
— ¿Qué?
— La casa está en llamas. — repetí. Sonreí, o al menos lo intenté. Intenté contener un par de lágrimas. Me eché hacia atrás, extendiéndome sobre la acera y pasando mi mirada por el cielo estrellado. — ¿Podrías... — respiré profundamente y cerré los ojos. — venir por mí, por favor?
— Espérame, voy para allá.
Cuando Jungkook llegó, los bomberos habían controlado la mayor parte del fuego y gran parte del gentío había desaparecido. Yongsun seguía llorando, y el abuelo caminaba en círculos mientras pensaba en voz alta qué podría hacer. Yo había permanecido en la acera, respirando con dificultad mientras mantenía los ojos cerrados y deseaba internamente que todo aquello no fuera más que una pesadilla demasiado realista.
Detuvo el auto frente a mí. Me levanté del suelo y sacudí el polvo de m pantalón. Me miró a través de la ventana del auto e intentó sonreír, sin poder evitar mirar por sobre mi hombro y que su sonrisa temblara mientras sus pupilas se dilataban. Subí al auto.
— ¿Estás bien? — preguntó una vez me acomodé sobre el asiento y cerré la puerta. Miré hacia abajo y asentí débilmente. — ¿Y Yongsun? ¿Ella y tu abuelo están bien? — volví a asentir, con menos fuerza esta vez. — ¿Estás seguro?
— Sí, me duele un poco la garganta, pero estoy bien. — sentí su mirada sobre mí. Comprendió que yo no quería hablar, así que se limitó a encender la radio y dejarla a un volumen lo suficientemente alto como para llenar el silencio que no invadiría el resto del camino, suspirar y encender el auto.
Me recosté sobre la puerta y miré la ventana. A unos metros del vehículo, Yongsun nos miraba conos rojizos e hinchados. El auto empezó a moverse, y su mirada nos siguió hasta que estuvimos lo suficientemente alejados como para perderla de vista. Cerré los ojos, sin saber que esa sería la última vez que la vería.
Fruncí la nariz cuando percibí un olor desagradable. Miré de reojo a Jungkook y abrí la ventana con vergüenza al notar que el olor provenía de mi ropa. Olía a humo, humo que el incendio había dejado impregnado en mí. Acerqué el rostro a la ventana y volví a cerrar los ojos, sonriendo ligeramente al sentir el viento contra mi rostro, olvidándome por unos segundos del incendio que había arrasado con la casa del abuelo.
Pero aquello no tardó en apoderarse de mis pensamientos de nuevo. Un incendio había acabado con la casa del abuelo, Yongsun y yo habíamos perdido nuestro hogar actual y yo simplemente estaba escapando en el auto de Jungkook. Por un momento me sentí culpable y pensé en pedirle a Jungkook que regresáramos, explicarle al abuelo lo que haría y volver a escapar como un cobarde, pero entonces recordé que, tanto Yongsun como el abuelo ya estaban caminando con pasos acelerados hacia la puerta mientras yo seguía profundamente dormido y siendo rodeado por el fuego, y cualquier rastro de culpabilidad desapareció.
Cerré la ventana, me acomodé sobre el asiento y me aclaré la garganta, mirando a Jungkook.
— ¿Puedo quedarme unos días en tu apartamento? Solo hasta que todo se solucione y encuentre otro logar donde quedarme.
— Esa clase de cosas no se preguntan, Kim Taehyung. — me miró durante unos segundos, sonriendo, y volvió a concentrarse en el camino.
— Entonces. — volví a bajar la mirada. — ¿estás diciendo que sí puedo?
— Claro que sí. — su sonrisa se amplió. — Tener a mi novio viviendo conmigo, y a mi hermana buscando desesperadamente impresionarte haciendo desayunos deliciosos todos los días. — lo miré y sonreí, sonrojándome ligeramente. — ¿Quién no querría algo así?
— Y... — continué, enrojeciéndome aún más. — ¿Podrías prestarme ropa mientras me quedo contigo? — añadí en voz cada vez más baja por la vergüenza, volviendo a ser invadido por el olor del humo.
— Claro. — accedió con facilidad, tanta que me sorprendió un poco. — Ese es uno de los servicios que ofrece el Hotel Jeon. —dijo con voz grave burlona y forzada, mirándome mientras ladeaba la cabeza.
— ¿Hotel Jeon? — pregunté, riendo.
— Sí, el mejor hotel de todo Ulsan. Una experiencia inolvidable por un precio envidiable.
— ¿Ah, sí? — cuestioné con tono divertido, él asintió. — Y, ¿Cuál es el precio de este maravilloso hotel, joven Jeon?
Puso una mano en su barbilla y apretó los labios, fingiendo pensar. Sus ojos se iluminaron después de unos segundos y me miró, levantando su dedo índice.
— Un beso por noche.
— ¿Eso no es un poco injusto? — me crucé de brazos, sin poder ocultar mi sonrisa. — Si el hotel es tan asombroso, el precio debería ser más alto.
Entrecerró los ojos y frunció los labios, volviendo a pensarlo.
— ¿Dos besos?
— Más alto.
— ¿Más alto? — cuestionó, riendo. Asentí. — ¿Qué tal si... — se acercó a mí y dejó un casto beso sobre mis labios. — dejamos que el precio dependa de la experiencia? — finalizó en un susurro antes de devolver su mirada al camino, dejándome con un intenso sonrojo apoderándose de mi rostro mientras me encogía sobre el asiento.
El auto se detuvo a unos metros del apartamento. Varias personas se encontraban acumuladas alrededor de algo desconocido, impidiéndonos ver qué sucedía, soltando susurros incomprensibles mientras admiraban con expresiones sorprendidas lo que sea que estaba sucediendo en esa zona. Salimos del auto y nos acercamos con pasos lentos al lugar que todos miraban con asombro. Pude notar como una pequeña nube de humo se expandía sobre las cabezas de las personas y desaparecía eventualmente en el aire. Entre la mezcla de balbuceos y murmullos sobresalían los gritos de dos personas. Dos hombres, siendo más específico.
Logramos adentrarnos entre la multitud y observar finalmente la escena que había atraído a tanta gente. Un auto rojo que había colapsado de manera violenta contra la parte trasera de un auto blanco, y dos hombres que se miraban entre sí con odio mientras lanzaban gritos e insultos incoherentes, ajenos a toda la atención que estaban recibiendo por parte de la multitud curiosa. Del auto rojo (cuya parte delantera estaba completamente destrozada) salió una chica, con movimientos sigilosos que causaron que pasara desapercibida bajo ese océano de gritos y murmullos. Caminó con la espalda encorvada y la mirada en el suelo hasta desaparecer entre las personas, intentando desesperadamente cubrir su rostro con ambas manos. No fue hasta que vi esos rizos rojizos que supe de quién se trataba: Song Yuqi.
Tomé el brazo de Jungkook y empecé a dirigirme con rapidez hacia Yuqi, caminando con torpe rapidez entre la multitud para no perderla de vista. Jungkook pareció notar igualmente su presencia, porque se soltó suavemente de mi agarre sobre su brazo, tomó mi mano y aceleró su paso, convirtiéndose él en quien me llevaba tras la peliroja.
Logramos alejarnos de la multitud lo suficiente como para que el océano de murmullos desapareciera y fuera reemplazado por el sonido de los pasos acelerados sobre la acera de Jungkook y Yuqi. Ella se detuvo un momento, sus manos dejaron de ocultar su rostro y cayeron como pesos muertos a ambos lados de su cuerpo, y un dudoso y casi imperceptible movimiento de cabeza demostró que consideró por unos segundos el voltearse y enfrentarnos, pero descartó esa opción muy rápido no tardó empezar a correr con desesperación.
Jungkook tomó con más fuerza mi mano y empezó a correr también, dando pasos largos y acelerados que me dificultaban un poco seguirle el ritmo. Podía escuchar los jadeos de Yuqi y la agitada respiración de Jungkook mezclarse en el aire mientras ambos aumentaban su velocidad, empezando una persecución que se volvía agotadora.
— ¡Song Yuqi! — gritó Jungkook. — Ella se detuvo, volteándose al instante y mirándonos con la incredulidad danzando entre sus labios entre-abiertos. Sus pupilas se habían convertido en dos puntos negros que vagaban sin rumbo alguno entre sus orbes azules. No llevaba sus lentes consigo, y nos encontrábamos a una distancia considerable, así que entrecerró los ojos por unos segundos y volvió a abrirlos en demasía al confirmar la identidad de quienes habían estado persiguiéndola. Tragué saliva, dándole un ligero apretón a la mano de Jungkook.
— Jungkook... — habló ella, dando un paso hacia nosotros, arrepintiéndose al instante y retrocediendo otro. — Ustedes... no deberían estar aquí. — levantó un poco sus manos temblorosas. — Yo no debería estar aquí...
Jungkook empezó a caminar hacia ella con movimientos seguros, dudando un poco en la mitad del camino y dando algunos pasos torpes antes de encontrarnos frente a ella. Yuqi miraba con temor como nos acercábamos, retrocediendo un poco al principio, pero permaneciendo inmóvil sobre la acera después, mirando hacia abajo, rindiéndose ante nosotros.
— Song Yuqi. — repitió Jungkook, con una seguridad demasiado forzada reluciendo en su voz. Yuqi se estremeció. — Tú...
— Lo siento . — susurró ella, cerrando los ojos, dejando caer pequeños rastros de lágrimas que brillaron bajo la luna. — Lo siento mucho. No quise hacerlo, no quise... — un patético sollozo desgarró su garganta, comenzando una ola de lastimeros sollozos que le impidieron poder seguir hablando con claridad, convirtiendo sus palabras en balbuceos carentes de sentido. —Lo siento. No puedo controlarme, n-no puedo y... siempre termino lastimando a otras personas. — se cubrió el rostro con ambas manos, dejando que un río de lágrimas descendiera entre sus pálidos dedos.
Me solté con suavidad del agarre de Jungkook, dejando caer mi mano mientras miraba la frágil figura de Yuqi frente a mí. Sus sollozos agudos destacaban entre la noche silenciosa, sonando una y otra vez dentro de mi cabeza. Levanté mi mano hacia ella, en un movimiento inseguro y temeroso que no pude terminar. Antes de que mi mano se posara sobre su hombro, ella ya tenía las suyas a ambos lados de mi cuerpo, tomándome con fuerza mientras acercaba su rostro al mío y volvía a sollozar.
— Lo siento, Taehyung. — se lamentó en un sollozo tembloroso, soltando un lastimero grito mientras dejaba su cabeza sobre mi pecho. — Lo siento, lo siento. Yo... — aumentó la fuerza de su agarre sobre mí, clavándome sus uñas sobre la tela, dejando que rápidos y destellantes recuerdos de lo que sucedió en Gwangju brillaran en mi mente. Agua era lo único que me rodeaba. No podría escapar. Moriría ahí mismo. Moriría, y ella dejaría mi cuerpo perdido flotando en aquella sucia piscina pública. No podía respirar. Necesitaba aire. Aire, aire, aire...
— S-Suéltame. — musité. Ella alzó la mirada, temerosa, observándome con ojos suplicantes y húmedos. Me alejé de Yuqi, desconfiando de su agarre, dejando que sus manos se deslizaran por mis brazos antes de caer. — No te acerques, ¡No te acerques! — grité, escondiéndome detrás de Jungkook.
— T-Taehyung. — rogó ella.
Un zarpazo, lo suficientemente ruidoso como para que nosotros lo escucháramos, lo suficientemente silencioso como para que la alejada multitud ni siquiera lo notara, resonó entre la calle solitaria. Los tres miramos en dirección a un callejón desolado, observando como alguien desgarraba una gran bolsa de basura y dejaba caer todo el contenido sobre la calle. Yuqi empezó a ponerse nerviosa, balbuceando maldiciones mientras empezaba a caminar en círculos. Nos miró por una última vez, susurrando un "Lo siento" a través de sus ojos antes de empezar a correr hacia el callejón.
— Yuqi... — susurró Jungkook, empezando a correr igualmente tras ella.
Lo seguí con pasos dudosos, empezando a sentirme ansioso al pensar sobre qué podríamos encontrar en ese oscuro callejón. No quería ir hacia ese agujero lleno de oscuridad, pero la posibilidad de que Jungkook saliera herido por el ser desconocido que se encontraba ahí era suficiente para acelerar mi paso hasta encontrarme corriendo detrás de su silueta borrosa.
Mientras nos acercábamos más al lugar, podíamos distinguir con mayor facilidad quién había destruido la bolsa de basura. Las garras afiladas que se habían deslizado sobre el plástico negro, rojizas y húmedas. Las orbes amarillentas que nos miraban con enojo, las cuales brillaban entre la penumbra del callejón. El olor putrefacto de la basura se mezclaba en el aire con el intenso olor de la sangre antes de llegar a mi nariz y llenarme de náuseas y un mareo difícil de ignorar.
Jungkook se detuvo de manera brusca. Yuqi solamente volvió sus pasos más lentos, pero continuó moviéndose con confianza hacia la criatura. Noté como Jungkook retrocedía débilmente mientras cubría la mitad de su rostro con su mano. Sus pupilas dilatadas, sus ojos humedeciéndose y su piel pálida fueron suficiente para mostrarme la gravedad de lo que estaba sucediendo. Su mirada aterrada me hizo entender que ver mi hogar siendo destruido por el fuego no sería lo peor que me sucedería esa noche. Yuqi se aclaró la garganta.
— Yoongi...
Hey! Aquí una Nod'z arrepentida reportándose TT
Tardé casi tres semanas en actualizar a pesar de haber dicho que iba a actualizar la próxima semana, lo siento. Tuve unos cuantos problemillas, pero por fin puedo traerles (ahora sí) la última actualización de Dark Paradise!
Miren el lado positivo, pueden tomar esta última actualización como un especial (atrasado :b) de Halloween!
En un momento publicaré el capítulo 15 ˆˆ
(Btw, quería publicar un OS kooktae como especial de Halloween, pero, como siempre, no pude organizarme bien y no pude tenerlo listo para ayer, perdón TT)
¡Nos leemos luego! ♡
— Noduru.
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