Capítulo 11
Todo comenzó a tornarse extraño desde el viernes por la noche. Desperté cuando el reloj marcaba las dos y treinta y cinco de la mañana. Digo que todo empezó a volverse extraño desde el viernes porque ese día Yoongi se veía ansioso todo el tiempo, con las manos temblorosas y la mirada vacía. Yuqi también actuaba de forma extraña. Ambos parecían estar nerviosos, como si esperaran a que algo sucediera, o tal vez como si temieran que ese algo llegara.
Cuando desperté, lo primero que noté fue que Jungkook no estaba junto a mí. Salí de la cama, empezando a caminar por el oscuro pasillo, escuchando cada vez con más claridad risas que venían desde la cocina. Bajé con lentitud las escaleras, intentando que mis pies descalzos no hicieran ruido. Vi a Yoongi y a Jungkook en la cocina, hablando animadamente y riendo. Me senté sobre el último escalón, mirando la escena con curiosidad.
— ¿Recuerdas lo que hizo Sojung en la graduación? — dijo Jungkook antes de soltar una sonora carcajada.
— ¡Claro! ¿Quién lo olvidaría? — respondió Yoongi, empezando a reír igualmente. Después de unos segundos, las risas cesaron y un vergonzoso silencio invadió la cocina. — Jungkook.
— ¿Sí?
— Te extrañé. — noté bajo la amarillenta y tenue luz de la cocina como su rostro pálido se teñía de rojo. No pude evitar sentirme incómodo mientras me encogía sobre mi lugar. ¿Qué planeaba hacer Min Yoongi?
— Sí, es bueno verte... — caminó hacia el congelador, estirándose un poco antes de abrir la puerta. — Quiero una cerveza. — empezó a buscar con su mirada dentro del congelador. — ¿Quieres una? — miró a Yoongi, quien se apresuró a negar con su cabeza.
— No, no, gracias. — respondió el castaño, con esa irritante sonrisa que no se había borrado de su rostro desde que llegamos a Gwangju. — Ya no bebo.
— ¿Ya no bebes? — dijo Jungkook, sorprendido, para luego sonreírle burlonamente a Yoongi. — Lo dice el chico que pasó ebrio toda su adolescencia. — añadió, riendo un poco y devolviendo su vista al interior del congelador. — ¿Estás seguro de que no quieres una? Solo será una cerveza, no terminarás ebrio.
— No quiero arriesgarme. — se volvió a negar. — Me convierto en un completo imbécil cuando bebo.
— ¡Como aquella vez en la que... !
— Oh, cállate, Jeon. — interrumpió antes de que Jungkook terminara de hablar, cubriendo su rostro con ambas manos mientras todo su pálido rostro tomaba un tono rojizo.
— ¡Cuando me besaste frente a todo nuestro salón en la fiesta de graduación! — exclamó. Yoongi se encogió sobre el asiento con vergüenza y Jungkook empezó a reír escandalosamente. Abrí demasiado los ojos, mirando con perplejidad a ambos chicos, dejando que aquella confesión hiciera eco en mi cabeza.
Jungkook seguía sin separarse del congelador. ¿Era tan difícil encontrar una maldita cerveza? Empezaba a desesperarme. Yoongi empezó a caminar con pasos rápidos veloces y ágiles hacia Jungkook, dejándolo sin escapatoria entre su pequeño cuerpo y el congelador, justo en el momento exacto en el que Jungkook al fin tenía en su mano la lata de cerveza.
— Pero ahora no estoy ebrio, Jungkook... — dijo Yoongi, bajando el tono de su voz y dejando que una sonrisa ladina se dibujara en sus labios, acercando su rostro al de Jungkook hasta que sus narices chocaron suavemente.
Estaba a punto de intervenir al ver que sus labios rozaban con suavidad mientras la sonrisa de Yoongi se ampliaba, pero Jungkook ya estaba empujándolo con suavidad. Caminó hacia la puerta con pasos molestos, bajo las atentas miradas de Yoongi y el chico entrometido que observaba todo desde las escaleras. Antes de salir de la cocina, pasó una mano por su rostro y miró a Yoongi por última vez.
— Realmente no sé lo que piensas, pero creo que... malinterpretaste las cosas. — suspiró, revolviendo un poco su cabello y mirando hacia el techo. — Mira, Yoongi. Me gusta Taehyung. Incluso diría que estoy totalmente enamorado de él... así que lo lamento si te hice pensar cosas que no eran ciertas.
Y salió de la cocina, deteniéndose bruscamente cuando notó mi presencia. Solamente sonreí, mirando con ojos brillantes como se sonrojaba de sobremanera e intentaba evitar mi mirada.
— ¿Escuchaste todo lo que dije? — asentí, él sonrió con vergüenza y echó su cabeza hacia atrás. — Mierda, quería que este momento fuera más, no lo sé, memorable... — rió un poco y se sentó junto a mí. — Supongo que ya no hay motivos para esperar más. — tomó mi mano, acercando su rostro al mío. — Kim Taehyung, ¿me harías el ser humano más feliz, y aceptarías ser mi novio?
Mi sonrisa se amplió tanto que mi rostro empezó a doler. Sentí un satisfactorio temblor recorrer toda mi espina dorsal. Mis manos temblaron sobre las de Jungkook. Asentí de forma frenética y me abalancé sobre él, abrazándolo con fuerza mientras escondía mi rostro en su cuello.
— Sí, Jungkook. — me separé un poco de él, enredando mis brazos alrededor de su cuello y hundiendo mis dedos entre su cabello azabache. Lo miré directamente a los ojos mientras mi pecho se comprimía satisfactoriamente. — Quiero ser tu novio. — añadí antes de atacar sus labios. Sentía que estaría sonriendo por el resto de la eternidad, que sonreiría hasta que no pudiera sentir los labios. La felicidad absoluta me consumía por completo.
Nos separamos sin querer hacerlo realmente, y pude ver que él parecía estar igual o incluso más feliz que yo. Igual que aquel desastroso jueves, me llevó hasta la habitación entre sus brazos mientras yo me aferraba con fuera a su cuello y escondía mi rostro entre los pliegues de su abrigo.
Y así, quedé completamente dormido entre los brazos de Jeon Jungkook, cegado completamente por la felicidad temporal del momento, ajeno a todo lo que sucedería al día siguiente.
Era sábado. Los rayos de sol que se colaban por la ventana chocaban de forma irritante contra mi rostro y me obligaron a despertar. Fruncí un poco la nariz y parpadeé varias veces, intentando acostumbrarme a la molesta sensación, mas una sonrisa no tardó en extenderse por mis labios cuando Jungkook, aún profundamente dormido, enredó sus brazos en mi cintura y dejó caer su cabeza sobre mi pecho. Seguía sin poder creer lo que había sucedido la noche anterior. Jeon Jungkook me había pedido ser su novio, y yo había dicho que sí. Una corriente de felicidad absoluta me invadió.
— ¡Taehyung! ¡Ven aquí un momento!
Dejé de sonreír y puse los ojos en blanco.
Me separé con cuidado de Jungkook. Permanecí inmóvil por un momento, a menos de un metro de la cama, mirándolo como si se tratara de la obra de arte más costosa y fascinante que se podría encontrar en un museo. Ese chico realmente era inhumanamente hermoso. Volví a sonreír, perdiéndome entre los mechones de cabello negro que caían de forma rebelde sobre su frente, entre las largas pestañas que se posaban delicadamente sobre sus sonrosadas mejillas, entre sus rojizos y suaves labios entre-abiertos, entre...
— ¡Apresúrate, Taehyung!
Bajé las escaleras con el ceño fruncido mientras maldecía entre dientes. ¿Qué quería el niño molesto ahora? ¿Mencionaría algo sobre lo sucedido con Jungkook, o simplemente buscaba molestarme?
Porque, si ese era el objetivo de Min Yoongi, lo estaba logrando totalmente. La presencia de ese chico pálido había sido una molestia desde que llegamos a Gwangju.
— ¿Qué es lo que quieres, Yoongi? — espeté una vez entré en la cocina, deteniéndome en seco y ahogando una carcajada al verlo, usando un delantal rosa con corazones rojos repartidos por toda la tela, que (como casi toda la ropa que usaba) era demasiado grande para su tembloroso y pequeño cuerpo. Se veía tan ridículo y gracioso. Si no fuera porque empezaba a desarrollar un intenso odio hacia ese chico, incluso habría dicho que se veía un poco adorable. Solamente un poco, no demasiado.
— ¿Podrías ir por Yuqi? Le gusta nadar, y le dije que hay una alberca a unas calles de aquí. Salió exactamente a las ocho y aún no regresa. Estoy algo... preocupado.
Levanté la vista hacia el reloj que estaba colgado en la pared. Eran las diez y cuarenta y cinco de la mañana. Yoongi parecía rogarme con la mirada, con ojos temblorosos y sumidos en una preocupación tan intensa que consideré falsa por un momento. Me crucé de brazos, frunciendo el ceño y apoyándome sobre la encimera.
— ¿Por qué no vas tú? — entrecerré los ojos y lo apunté de forma acusatoria con mi dedo índice, frunciendo la nariz mientras me acercaba a él, intentando parecer intimidante. Yoongi enarcó una ceja. — Buscas quedarte solo con Jungkook, ¿verdad? Conozco tus intenciones ocultas, Min Yoongi. No intentes engañarme.
Bufó, echando su cabeza hacia atrás y sonriendo con sarcasmo. Puso los ojos en blanco y caminó con frustración hasta encontrarse frente a mí, causando que la diferencia de alturas se volviera demasiado notoria. No soltar una inmadura carcajada empezaba a volverse demasiado difícil.
— Mira, Kim. — empezó él, volviendo a suspirar. — Anoche Jungkook dejó claro que entre nosotros no habrá nada. Al parecer, vio algo en ti que hasta ahora desconozco qué pudo haber sido. No sé cómo y sinceramente no me interesa saberlo, pero lograste ganar su corazón. — volvió a bufar, sonriendo un poco. — Aprovecha eso, Kim... Me quedaré aquí porque estoy preparando el desayuno, no lo malinterpretes. — tomó en un largo cucharón de metal una gran cantidad de líquido espeso y amarillento, dejándolo caer sobre el sartén caliente, causando que unas gotas de aceita saltaran. — Son panqueques. — añadió con tono burlón, sonriendo como si yo fuera tan idiota como para no saber lo que eran. Bufé. — Y, sin ofender, pero no quiero que mueran cruelmente incinerados porque, ni tú ni Jungkook, sean capaces de siquiera apagar la maldita estufa
— Tienes un punto. — dije yo, mirando a otro lado y apretando los labios, sin querer darle la razón. — Bien, me iré. — alcé ambas manos en el aire, en señal de rendición. — No hagas nada extraño mientras no estoy, Min. — puso los ojos en blanco y salí de la cocina.
— ¡No habrán panqueques para ti si no traes a Yuqi sana y salva, Kim! — gritó él antes de que yo saliera de la casa, cerrando la puerta después de escuchar su amenaza. Reí un poco.
Empecé a caminar hacia la supuesta alberca, pues Yoongi había dicho que quedaba cerca de la casa y no tenía dinero suficiente como para pedir un taxi. Empezaba a sentirme perdido cuando, después de una larga caminata sin sentido, seguía sin haber ninguna señal de aquel lugar, y algo estúpido al darme cuenta de lo tonto que fue no haber preguntado la dirección exacta de la alberca.
A punto de darme por vencido, divisé una pequeña cabaña a unos cuantos metros de donde me encontraba, escuchando el movimiento del agua y risas agudas a lo lejos. Suspiré, aliviado. Era Yuqi. Me adentré a la cabaña, dejando que la voz de Yuqi se volviera más clara con cada paso que daba. Había algo que me causaba escalofríos cada vez que daba un paso hacia adelante, algo que me hacía querer escapar, pero ¿por qué... ?
De un momento a otro, las risas pararon, y una melodiosa voz llegó con lentitud a mis oídos. Alguien estaba cantando, con la voz más hipnotizante que había escuchado en toda mi vida. ¿Era Yuqi? No sonaba como ella....
Aceleré mi caminar, mis pies comenzaron a moverse solos, como si hubieran obtenido voluntad propia, siendo guiados por esa extraña voz femenina. Quería detenerme, pero no podía. Ella me controlaba totalmente. Sentí que me faltaba el aire cuando logré verla, sentada al borde de la piscina, moviendo sus pies suavemente dentro del agua, con una sonrisa lasciva en sus labios y los ojos sumidos en un celeste cristalino. Su cabello rojizo estaba completamente mojado, pegándose a su frente junto a las gotas de agua que resbalaban sobre su pálida piel. Sus pupilas se dilataron cuando notó mi presencia. Su sonrisa se amplió y aumentó la intensidad en su canto, causando que yo empezara a correr hacia ella con desespero.
Me importó realmente poco abrirme paso a través del agua con tal de llegar junto a ella. La ropa se adhería de forma molesta a mi piel, pero yo me encontraba cegado por su voz. Ya nada me importaba, solo quería escucharla. Escucharla por siempre, hasta que llegara el final de la eternidad...
Dejó de cantar una vez fue un simple metro el cual nos separaba, y yo me detuve. Acercó su rostro al mío y lo tomó entre sus manos húmedas, pasando su pulgar con lentitud sobre mis mejillas y soltando una pequeña risa. Sus manos llegaron a mis hombros con un movimiento rápido, y ni siquiera me di cuenta cuando ella ya me tenía bajo el agua. Empecé a escuchar como ella empezaba a reír a través del agua, esa pequeña risa inocente empezaba a convertirse en una serie de insanas carcajadas que se clavaban tortuosamente en mis oídos.
Ese fue el momento en el que volví a tener control sobre mí mismo, cuando me encontraba bajo el agua y el aire ya empezaba a hacerme falta. Empecé a desesperarme. Necesitaba aire. Aire, aire, aire... Pero la fuerza de Yuqi era demasiada. No podía escapar, sentía que moriría en cualquier momento. Empecé a sentirme mareado, a ver su rostro borroso y desfigurado y a escuchar sus risas con menos claridad. La fuerza y desesperación que me habían consumido en un inicio, cuando buscaba escapar de su agarre, empezaron a desvanecerse con el pasar de los segundos.
Yuqi...
¿Ella intentaba matarme?
En cada risa que lograba escuchar podía notar lo poco que le importaba el hecho de tenerme perdiendo la vida entre sus manos. No le importaba si moría. En realidad, ese parecía se su objetivo: matarme. Deshacerse de mí. Arrebatarme la vida sin piedad alguna. Dejar mi cuerpo sin vida flotando en aquella piscina. Hacer que el último sonido que escuchara antes de morir fuera su risa desquiciada.
Ella reía. Reía sin parar. ¿Le parecía gracioso? ¿Le resultaba divertido terminar con mi vida tan fácilmente?
Todo se vio consumido por una completa e inquietante oscuridad.
Había caído, inconsciente.
Lo primero que vi al volver a abrir los ojos fue el rostro preocupado de Jungkook.
— Taehyung... — susurró. — ¡Taehyung! — repitió con alivio, saltando sobre mí y tomando mi rostro entre sus manos. — Al fin despertaste... ¿Estás bien?
— Estoy... Estoy bien, Jungkook. — sonreí, causando que una pequeña sonrisa se asomara también por su rostro, pero no dejaba de verse preocupado.
— ¿Estás seguro? — asentí. — ¿Qué fue lo que sucedió?
— Yo... — la risa de Yuqi invadió mi mente. La desesperación del momento, la necesidad incontrolable de respirar, la intención imposible de escapar... — No quiero hablar de eso. Cómo... ¿Cómo llegue aquí?
— Yuqi, fue ella quien te trajo. Estabas empapado e inconsciente... Ella tampoco quiso responder cuando le preguntamos que sucedió. — se dejó caer junto a mí. — Parecía asustada. Repetía una y otra vez que no sabía lo que haría si no despertabas. Luego, solamente se encerró en su habitación y logré escuchar sollozos... ¿Estás seguro de que estás bien?
Sonreí un poco, acercándome a él y recostándome sobre su pecho, disfrutando del calor que su cuerpo me brindaba. Aún podía sentir como el frío del agua helada me consumía internamente, pero esa sensación desagradable empezaba a desaparecer gracias a Jungkook.
— Sí. — dije en voz baja. — Ahora todo está bien.
— ¡La comida está lista! — escuchar esa voz de nuevo me dejó en blanco. Me lleno de confusión y temor. Quise correr, escapar o esconderme entre los brazos de Jungkook, pero lo único que pude hacer fue empezar a estremecerme, que el calor agradable desapareciera mientras el frío volvía a asentarse. Jungkook pareció notarlo, porque la preocupación impregnada en su mirada se intensificó.
— Si sigues sintiéndote mal, podrías quedarte aquí y descansar un poco. Tal vez podría traer la comida a la habitación, cenarías aquí y...
— No. — me apresuré a interrumpirlo, intentando volver a sonreír, sin lograrlo del todo. — No es necesario, está bien. Vamos.
Tomé su mano y salimos de la habitación. Ambos nos detuvimos frente a la puerta de la habitación que Yuqi y Yoongi compartían. Estaba cerrada. A menos que ambos durmieran, nunca cerraban esa puerta. Bajamos las escaleras, mi agarre torpe y tembloroso sobre su mano iba tomando más fuerza con cada paso que daba hacia adelante. Un olor placentero invadió mis fosas nasales. Fruncí un poco el ceño, ¿Yuqi sabía cocinar?
No pude seguir caminando cuando mis ojos encontraron esa cabellera rojiza, cuando volví a ver aquellos ojos azulados. El intenso y cristalino celeste se había ido, sus ojos habían vuelto a ser normales. Era Yuqi, pero aún así no pude evitar sentirme aterrado. Usaba el mismo delantal con el que había encontrado a Yoongi en la mañana, lleva a el cabello agarrado y tenía los lentes empañados por el calor que emanaba la estufa. Aún temblando, tomé asiento en la mesa y empecé a jugar con mis dedos sobre la mesa, evitando mirarla.
— Taehyung. — llamó ella con voz amable, sin lograr evitar que su voz me helara la sangre. — ¿Podrías llamar a Yoongi?
Asentí en silencio, sin conseguir el valor suficiente como para mirarla a los ojos. Me levanté sin decir palabra alguna y clavé al instante mi mirada en el suelo. Me deslicé por las escaleras sintiendo las pesadas miradas de Yuqi y Jungkook sobre mí, acelerando mi paso y empezando a sentirme sofocado. Solamente quería desaparecer. Llamaría a Yoongi y luego me encerraría en mi habitación hasta que llegara la hora de volver a Ulsan, y lloraría hasta que el recuerdo de lo que sucedió con Yuqi desapareciera entre lágrimas y sollozos.
Entonces, sin siquiera darme cuenta, ya me encontraba mirando con ojos perplejos y húmedos la puerta cerrada de la habitación de Yoongi. Toqué tres veces. No parecía haber nadie adentro, solamente un silencio absoluto que empezaba a confundirme. Volví a tocar, sin obtener respuesta alguna.
— ¿Yoongi? — de nuevo, nadie respondió. — La comida está lista, baja.
Pero, después de unos segundos, logré escuchar algo entre el mar de silencio. Un gruñido.
— Yoongi, ¿estás bien? — otro gruñido, más fuerte esta vez. — ¿Yoongi... ?
El sonido de un objeto de vidrio o cristal rompiéndose en incontables pedazos contra el suelo, de madera siendo destrozada y de ropa siendo desgarrada llegó a mis oídos.
— ¡Yoongi! — alarmado y algo preocupado por Yoongi, abrí la puerta, arrepintiéndome por completo.
No era Yoongi quien me esperaba dentro de la habitación, era un monstruo. Esos ojos amarillentos que brillaban entre la oscuridad del lugar, el cuerpo cubierto de vello, los afilados colmillos que sobresalían entre su dentadura blanquecina, similares a los de un perro o a los de un...
Lobo.
Sentí como mi corazón dejaba de latir. Mis manos temblaban, mi mirada horrorizada gritaba que tenía que salir de ahí, escapar los antes posible. Quería gritar, correr, pero no podía. Mi garganta se había cerrado totalmente y mis pies parecían no querer responder, inmovilizados por el miedo. Solamente permanecí en mi lugar, mirando con ojos incrédulos como él destruía todo lo que encontraba a su paso.
Logré reaccionar cuando esas orbes amarillentas me miraron, cuando escuché otro gruñido antes de que Yoongi empezara a acercarse a mí con movimientos rápidos. Cerré la puerta y corrí hacia mi habitación. No podía pensar con claridad, no podía encontrar una explicación a lo que acababa de suceder. La imagen del monstruo en el que Yoongi se había convertido invadía mi mente cada vez que algún pensamiento coherente se asomaba. Cerré la puerta con seguro y empecé a llorar, intentando ahogar débilmente cada sollozo entre mis manos sudorosas.
Solamente quería salir de ahí. Quería que todo acabara, que la pesadilla en la que se había convertido mi vida llegara a su fin de una vez.
Tocaron la puerta. Dejé de esconderme entre las sábanas y la observé con curiosidad. Tallé mis ojos con el dorso de mi mano, dejando que el tono rojizo que los invadía se intensificara.
— Taehyung. — escuché detrás de la puerta. — ¿Estás bien?
Corrí hacia la puerta, quitándole el seguro y abriéndola con movimientos temblorosos, dejándome caer sobre Jungkook y empezando a llorar sobre su hombro. Me envolvió entre sus brazos de forma protectora y empezó a acariciar mi espalda. Sollocé.
— ¿Qué sucede? — preguntó con voz suave, alejándome un poco de él y limpiando las lágrimas que seguían cayendo por mis mejillas con sus pulgares.
— Quiero irme. — susurré. — Quiero salir de aquí. No quiero seguir viviendo todo esto. Quiero — otro sollozo. — que todo esto acabe de una vez, Jungkook.
— Tranquilo. — volví a esconderme en su pecho. — Nos iremos, tranquilo. Te prometo — escuché como su voz se empezaba a quebrar. — que todo esto acabará pronto y, si eso no sucede, te prometo que todo lo que llegue para atormentarnos, lo enfrentaremos juntos. Nunca estarás solo, Taehyung. — sollozó, abrazándome con más fuerza. — Siempre estaré contigo.
Nos quedamos así por un momento. Llorando y abrazándonos. Sentía mi camiseta humedecerse a la vez que yo dejaba húmeda la camiseta negra de Jungkook. No sé cuanto tiempo pasó, lo suficiente para que a ninguno de los dos le quedaran lágrimas, supongo.
Empacamos nuestras cosas. Jungkook ya no lloraba, pero yo seguía sintiendo una que otra lágrima caer mientras guardaba mi ropa. Salí por la puerta trasera, para evitar a Yuqi o a Yoongi, mientras Jungkook iba a hablar con Yuqi. Me adentré en su auto y me acurruqué sobre la puerta, viendo por la ventana como Jungkook hablaba con Yuqi en la cocina, quien me miraba a mí de vez en cuando. Yuqi no parecía muy convencida, pero al final solamente suspiró, abrazándose a sí misma, y asintió con la cabeza.
Lo último que vi antes de caer rendido ante el sueño fue como Jungkook salía de la casa y empezaba a caminar hacia el auto, siendo seguido de atentamente por la mirada de Yuqi.
Casi un mes sin actualizar...
No tengo excusas, lo siento T_T
¡Nos leemos luego! ♡
— Noduru.
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