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~5~

Lincoln caminaba por las calles, rumbo a la casa Loud. Aunque el sol comenzaba a descender, bañando el cielo en tonos anaranjados, su humor estaba lejos de ser tan cálido como el paisaje. Sabía que Lisa lo necesitaba para algo, y cada vez que Lisa necesitaba algo, significaba problemas para él.

—Esto no puede ser nada bueno —murmuró para sí mismo, pateando una piedrita en su camino.

Llegó a la casa Loud y tocó la puerta. Lisa fue quien abrió, sin siquiera saludarlo.

—Bien, llegaste. Sígueme.

—¿Un “hola” o “cómo estás” habría sido mucho pedir? —bromeó Lincoln mientras cerraba la puerta tras de sí.

—No tenemos tiempo para formalidades —respondió Lisa con prisa, caminando hacia el sótano. Lincoln suspiró y la siguió, sabiendo que cuanto más rápido resolviera esto, más rápido podría irse.

En el sótano, Lisa encendió una consola en una de sus mesas de trabajo. Un mapa electrónico apareció en la pantalla principal, con un punto específico marcado en rojo. Lincoln cruzó los brazos, observando con curiosidad.

—¿Y esto qué es? ¿Tu nuevo videojuego? ¿“Lisa's Quest” o algo así?

—Esto, querido hermano, es un laboratorio ilegal.

Lincoln alzó una ceja.
—Ajá, y tú necesitas un tour por ahí para inspirarte en tu próxima locura científica, ¿no?

—No, necesito que lo destruyas.

Lincoln parpadeó, sorprendido por la respuesta directa.
—¿Qué?

—Escuchaste bien. Necesito que vayas a ese lugar y destruyas todo lo que encuentres.

Lincoln dejó escapar una carcajada incrédula.
—Tendrás que explicarte mejor, genio.

Lisa ajustó sus gafas, su tono de voz más serio que de costumbre.
—Ese lugar es un laboratorio mutante ilegal. Están experimentando con ADN humano y animal para crear seres híbridos.

Lincoln arqueó una ceja, su humor sarcástico aún intacto.
—¿Y qué tiene eso que ver conmigo?

—Todo.

Lincoln bufó, frustrado.
—Lisa, deja de meterte con la biología de las personas.

—No soy yo quien está metiéndose con la biología, Lincoln. Es ellos.

—Claro, y seguro tú no estás planeando usar alguno de sus descubrimientos para tus propios experimentos, ¿verdad?

Lisa suspiró profundamente, como si hablara con un niño que no entendía nada.
—Escucha, esto no se trata de mi trabajo. El gobierno me contactó.

Eso hizo que Lincoln se detuviera un momento.
—¿El gobierno?

—Sí. Estoy bajo contrato para vigilar y, en caso necesario, eliminar amenazas científicas. Este laboratorio está realizando actividades que ponen en peligro a la sociedad. No tengo los recursos ni las capacidades físicas para hacerlo, pero tú... tú eres diferente.

Lincoln dejó escapar un resoplido sarcástico.
—¿Ah, sí? ¿Y qué tengo yo que ver con esto?

—Tu regeneración. Puedes soportar daños que ninguna persona normal podría resistir.

Lincoln cruzó los brazos, ofendido.
—¿Así que ahora soy tu herramienta destructiva?

—No, eres mi única opción viable.

Lincoln se quedó en silencio, pensativo, antes de soltar un suspiro.
—¿Y qué obtengo yo a cambio?

Lisa lo miró con frustración.
—¿Qué quieres?

Una sonrisa burlona apareció en el rostro de Lincoln.
—Quiero un supertraje de hierro. Ya sabes, como ese superhéroe de marca registrada.

Lisa puso los ojos en blanco, visiblemente cansada de su actitud.
—Eres insportable. Solo ve al maldito laboratorio.

Lincoln dejó escapar una carcajada antes de asentir con un gesto burlón.
—Lo que tú digas, “jefa”.

Lisa, ignorando su tono, le entregó un dispositivo portátil con el mapa y las instrucciones necesarias. Lincoln lo tomó con una expresión de mezcla entre curiosidad y resignación.

—Esto será un desastre, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa sarcástica mientras salía del sótano.

—Si no lo haces, eso será un desastre —respondió Lisa, volviendo a enfocarse en sus cálculos.

Lincoln salió de la casa, observando el dispositivo mientras caminaba.
—Un día más en mi vida como el chico problema. Perfecto. —Se encogió de hombros y comenzó a trazar su ruta hacia el laboratorio.

Lincoln caminaba por las calles de Royal Woods, rumbo al departamento que compartía con su madre. El sol ya estaba bajando, y las luces de las farolas comenzaban a encenderse. Mientras avanzaba, Lincoln miró al espectador con una mezcla de resignación y molestia.

—Supongo que les debo una pequeña explicación sobre esta cosa de la regeneración que tanto mencionan últimamente.

Su tono pasó de sarcástico a serio mientras metía las manos en los bolsillos y continuaba su camino.

—Hace unos años, me enfermé. Grave, de verdad. Mis defensas estaban por los suelos, tenía fiebre constante, y los médicos no sabían qué hacer. Y entonces apareció Lisa, siempre tan "caritativa". Me dijo que tenía una solución experimental que podría salvarme.

Lincoln soltó una risa amarga.

—Lo que no me dijo fue que esa solución experimental era un químico mutante que desarrolló en secreto. Me lo inyectó y, para rematar, me mandó directo a un laboratorio gubernamental. Dijo que era para monitorear mi recuperación, pero no se trataba de eso.

Su expresión se oscureció mientras bajaba la mirada, recordando lo que había vivido.

—Ese lugar... No era un hospital. Era un infierno. Frío que te cala hasta los huesos, calor que te quema la piel, electroshock, tortura física. Me sometieron a todo lo que puedas imaginar. Querían ver qué tan lejos podían llegar antes de que mi cuerpo simplemente... dejara de funcionar.

Lincoln hizo una pausa, pasando una mano por su cabello con frustración.

—No sé cuántas veces pensé que iba a morir ahí dentro. Y, técnicamente, lo hice. Varias veces. Cada vez que pensaba que era el final, algo en mi cuerpo reaccionaba. Las heridas sanaban, los huesos rotos se arreglaban, y yo volvía a estar... funcional.

Miró al espectador directamente, su tono cargado de sarcasmo, pero con un toque de amargura.

—Supongo que debería estar agradecido, ¿no? ¡Ahora soy "especial"! Pero la verdad, daría cualquier cosa por no haber pasado por eso.

Llegó al edificio donde vivía con su madre y subió rápidamente las escaleras, todavía inmerso en sus pensamientos. Mientras abría la puerta del departamento, concluyó con un tono más tranquilo, aunque todavía cargado de seriedad.

—Y ahora, gracias a ese "milagro", soy el chico perfecto para hacer el trabajo sucio del gobierno. Así que aquí estamos. Otra misión de vida o muerte, cortesía de Lisa Loud y sus brillantes ideas.

Entró al departamento, cerrando la puerta tras de sí. Al fondo, podía escuchar a su madre tarareando una canción en la cocina. No quería preocuparla, así que pasó directo a su habitación.

Abrió su armario y sacó una bolsa donde guardaba sus katanas, armas de fuego, y otros equipos que había conseguido en el tiempo que llevaba trabajando como cazarrecompensas. Mientras revisaba el equipo, su expresión era una mezcla de determinación y cansancio.

—No puedo fallar en esto. Si ese laboratorio hace siquiera la mitad de lo que me hicieron a mí, más vale que lo borre del mapa.

Con todo listo, cerró la bolsa, se colgó el equipo, y salió de su habitación. Antes de salir del departamento, pasó por la cocina, donde su madre lo miró con una sonrisa.

—¿Sales otra vez, cariño?

—Sí, ma. Solo... un asunto pendiente. No te preocupes

---

El laboratorio estaba envuelto en penumbra, con luces rojas intermitentes que alertaban a los guardias de la presencia de Lincoln. Él avanzaba con calma, pero con determinación, las katanas descansando en su espalda y sus pistolas firmemente agarradas. Desde el momento en que cruzó las puertas de seguridad, el lugar se había convertido en un campo de batalla.

Los primeros guardias aparecieron por los pasillos. Lincoln, con movimientos rápidos y calculados, disparó sin titubear, derribándolos antes de que pudieran reaccionar. Los disparos resonaban, mezclándose con las alarmas del laboratorio. Uno de los científicos intentó correr hacia una consola, probablemente para activar algún sistema de defensa, pero Lincoln le disparó en la pierna, dejándolo fuera de combate.

—No intentes ser un héroe. Hoy no es tu día.

Continuó su camino, entrando en cada sala que encontraba y eliminando a cualquiera que se interpusiera en su misión. Los cuerpos de los guardias y científicos quedaron desperdigados por el suelo, mientras Lincoln avanzaba con una eficiencia brutal, sin mostrar compasión ni remordimientos.

Finalmente, llegó a lo que parecía el núcleo del laboratorio: una sala amplia llena de equipos de alta tecnología. En el centro, una gran máquina brillaba con un resplandor azul, rodeada de tanques de gas y líneas de energía. Lincoln sabía que ese era el lugar perfecto para plantar la bomba. Sacó el dispositivo explosivo de su bolso y comenzó a programarlo.

—Cinco minutos deberían bastar.

Mientras ajustaba los temporizadores, algo en una esquina de la sala llamó su atención. Una enorme cápsula de vidrio estaba conectada a varias máquinas, burbujeando con un líquido verdoso. En su interior, un cuerpo humano flotaba, entubado, con cables insertados en sus brazos y torso. Lincoln se acercó lentamente, su expresión pasando de curiosidad a horror.

—No puede ser...

El rostro que veía dentro de la cápsula era el suyo. Era exactamente igual a él, aunque este "clon" era más alto, con una musculatura más desarrollada. Lincoln retrocedió un paso, su mente tratando de procesar lo que estaba viendo. Justo en ese momento, el temporizador de la bomba comenzó a sonar suavemente, indicando que el tiempo estaba corriendo.

—Maldita sea, Lisa, ¿en qué diablos me metiste...?

Antes de que pudiera reaccionar, la explosión se desencadenó. El impacto lo lanzó al otro lado de la sala, golpeando contra una consola. La cápsula también fue afectada, rompiéndose en mil pedazos. El líquido verdoso se derramó por el suelo, y el cuerpo del clon cayó pesadamente. Lincoln, aturdido, intentó ponerse de pie mientras el humo llenaba la sala.

De repente, un rugido ensordecedor rompió el silencio. Lincoln giró la cabeza justo a tiempo para ver al clon levantándose lentamente. Su figura era imponente, más alta y grotesca de cerca. Sus ojos brillaban con un color rojizo, y su boca estaba llena de dientes afilados como los de un depredador. Las manos, que ahora parecían más garras que manos humanas, se flexionaron con intención asesina.

—Bueno, esto es nuevo...

El clon no esperó. Con un movimiento veloz, se lanzó hacia Lincoln, quien apenas tuvo tiempo de esquivar el ataque. Las garras del clon dejaron marcas profundas en la pared metálica. Lincoln sacó una de sus katanas y se puso en guardia.

—¿Debería llamarte “mi otro yo”? Nah, eso suena cursi. ¿Qué tal “Pesadilla con patas”?

El clon rugió nuevamente, claramente sin interés en conversar. Se abalanzó otra vez, esta vez logrando rozar el costado de Lincoln. La sangre comenzó a manar de la herida, pero, como siempre, el proceso de regeneración inició de inmediato. Lincoln aprovechó el momento para contraatacar, hundiendo su katana en el brazo del clon.

La criatura gritó, pero no retrocedió. En cambio, usó su otro brazo para golpear a Lincoln con una fuerza descomunal, lanzándolo contra una pila de escombros. Lincoln se levantó con dificultad, limpiándose un poco de sangre de la boca.

—Eres fuerte. Pero, ¿también puedes regenerarte como yo?

Con una sonrisa desafiante, Lincoln cargó hacia el clon, las dos katanas en mano. Lo que siguió fue una pelea brutal: acero contra garras, ataques rápidos y esquivas hábiles. Lincoln usaba su agilidad para mantenerse fuera del alcance de los golpes más peligrosos, mientras buscaba puntos débiles en la criatura.

El clon, por su parte, peleaba con una ferocidad animal, golpeando y rugiendo con una intensidad que hacía temblar la estructura del laboratorio. A pesar de su fuerza, comenzaba a mostrar signos de agotamiento. Lincoln notó esto y decidió aprovecharlo, lanzándose con una serie de ataques rápidos y precisos.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Lincoln logró cortar profundamente en el torso de la criatura. El clon tambaleó hacia atrás, sangre negra brotando de la herida. Cayó al suelo, jadeando, mientras Lincoln se apoyaba en una rodilla, exhausto.

—Parece que... soy el original.

Antes de que pudiera confirmar si el clon estaba muerto, un estruendo en el techo anunció que la estructura del laboratorio comenzaba a colapsar. Lincoln, sin tiempo que perder, se levantó y corrió hacia la salida, dejando atrás el desastre que había causado.

---

Lincoln entró a la casa Loud con un semblante serio, aún vistiendo el atuendo que había usado en la misión. Su ropa estaba sucia, con manchas de sangre y hollín, y llevaba las katanas envainadas en su espalda. Lori fue la primera en verlo desde la sala.

—Oh, mira quién llegó de Comic-Con. ¿Qué tal estuvo la convención de superhéroes? —dijo Lori con una sonrisa burlona.

Lincoln ni siquiera se molestó en responder. La ignoró por completo y subió las escaleras, dejando a Lori confundida y ligeramente ofendida. Llegó a la habitación de Lisa y abrió la puerta sin tocar. Lisa estaba en su escritorio, revisando unas notas mientras ajustaba un aparato extraño. Cuando levantó la vista y vio el estado en que estaba Lincoln, su rostro se tensó.

—¿Qué pasó? ¿El laboratorio fue destruido? —preguntó, dejando el aparato a un lado.

Lincoln cerró la puerta detrás de él y caminó hasta el escritorio, dejando caer su mochila al suelo. Su expresión era una mezcla de cansancio y furia contenida.

—El laboratorio está en ruinas, sí. Pero eso no es lo importante ahora, Lisa. Hay algo que no me dijiste.

—¿A qué te refieres? —preguntó Lisa, arqueando una ceja.

—Había un experimento ahí. Un clon. Uno que es exactamente igual a mí, solo que más alto, más fuerte, y con una actitud de perro rabioso.

Lisa abrió los ojos sorprendida, claramente no esperaba esa información. Comenzó a teclear rápidamente en su computadora, buscando algo entre sus archivos.

—Eso no tiene sentido. No había registros de experimentos en curso relacionados contigo en ese laboratorio.

Lincoln se cruzó de brazos, mirando a Lisa con incredulidad.

—¿En serio? ¿Quieres que crea que no sabías nada sobre un laboratorio mutante ilegal que estabas dispuesta a destruir?

—Sabía que realizaban experimentos biológicos prohibidos, pero no tenía detalles específicos. Mi información provenía de fuentes gubernamentales, y ninguna mencionó un clon de ti.

Lincoln suspiró frustrado, pasando una mano por su cabello.

—El clon sobrevivió, Lisa. La explosión lo alcanzó, pero no sé si murió. Lo vi levantarse antes de que la estructura colapsara.

Lisa se quedó pensativa por un momento, luego ajustó sus gafas.

—Esto complica las cosas. Si ese clon tiene tus habilidades de regeneración, es posible que haya sobrevivido. Necesitaré investigar más para entender su origen.

—¿De dónde salió entonces? —preguntó Lincoln, su tono más agresivo—. ¡Ese laboratorio no empezó a hacer clones de la nada, y claramente alguien sabía lo suficiente de mí como para crear uno!

Lisa negó con la cabeza.

—No tengo idea. Te lo digo en serio, Lincoln. No tengo registros ni teorías que expliquen esto.

Lincoln se inclinó hacia ella, señalándola con un dedo.

—Más te vale encontrar respuestas, Lisa. Porque si ese clon sigue vivo, y si resulta ser tan violento como parecía, no voy a quedarme de brazos cruzados esperando a que venga por mí... o por alguien más.

Lisa asintió, claramente afectada por el tono de Lincoln.

—Haré todo lo posible. Pero necesito tiempo para recopilar información. Y, Lincoln... gracias por destruir el laboratorio. Aunque no haya salido como esperábamos, eliminaste una amenaza importante.

Lincoln retrocedió, recogiendo su mochila del suelo.

—No lo hice por ti, Lisa. Ni por el gobierno. Lo hice porque no quiero que nadie pase por lo que yo pasé... Y algo obtendre de tí

Dicho eso, salió de la habitación, dejando a Lisa reflexionando sobre las posibles implicaciones de lo sucedido. Lincoln, aún molesto, bajó las escaleras, ignorando los comentarios curiosos de sus otras hermanas, y salió de la casa Loud. Sabía que el clon era un problema que no podía ignorar, y que, de alguna forma, tarde o temprano, tendría que enfrentarlo de nuevo.

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Lincoln salió de la casa Loud con el ceño fruncido, todavía procesando lo que acababa de discutir con Lisa. Mientras caminaba por la acera hacia el departamento que compartía con su madre, miraba al suelo, sumido en sus pensamientos.

—Un clon... —murmuró para sí mismo, pateando una piedra por el camino—. ¿Por qué alguien querría crear algo así?

El recuerdo del clon rugiendo y atacándolo aún estaba fresco en su mente. Su imagen, tan parecida a la suya pero distorsionada por las garras, los dientes afilados y la brutalidad animal, lo hacía sentir incómodo.

Llegando a su departamento, Lincoln se dejó caer en el sofá. Sacó su teléfono y lo encendió, viendo un par de mensajes de Lucy preguntando si estaba bien. Resopló, se tomó un momento para contestarle un simple "Estoy bien" y luego cerró los ojos, intentando relajarse. Pero no pasó mucho tiempo antes de que su madre saliera de la cocina, con una taza de café en la mano.

—Cariño, ¿ya almorzaste? —preguntó su madre, con una sonrisa preocupada.

Lincoln abrió un ojo y negó con la cabeza.

—No tengo mucha hambre, pero podría comer algo.

Ella dejó el café en la mesa y se sentó a su lado, observándolo con atención.

—Te ves cansado, ¿tuviste un mal día?

Lincoln se rascó la nuca, buscando una forma de explicarlo sin dar demasiados detalles.

—Digamos que fue... agotador. Fui a la casa del idiota que tengo de padre y Lisa me pidió que hiciera algo complicado.

—¿Complicado? ¿No estás metido en problemas, verdad?

Lincoln sacudió la cabeza.

—Nada ilegal. Bueno, creo...

Su madre levantó una ceja, claramente desconfiada, pero decidió no insistir. En su lugar, cambió de tema.

—Hablando de eso, ¿cómo va tu relación con tus hermanas?

Lincoln hizo una mueca y se encogió de hombros.

—Igual que siempre. Leni, Luna, Lucy, Lana y Lily son geniales. Pero las demás... bueno, prefiero no pensar mucho en ellas.

Su madre asintió con una mezcla de tristeza y comprensión. Luego, después de unos momentos de silencio, preguntó suavemente.

—¿Y Haiku? ¿Han hablado últimamente?

Lincoln se tensó un poco al escuchar el nombre de Haiku. Recordó los últimos días y cómo habían pasado tiempo juntos, especialmente su insistencia en que se quedara en su casa.

—Sí, hablamos. Pasé el fin de semana en su casa... más tiempo del que esperaba.

Su madre sonrió ligeramente, pero con un brillo travieso en los ojos.

—¿Y? ¿Algo que quieras contarme?

Lincoln frunció el ceño, sabiendo exactamente a qué se refería.

—No. No hay nada que contar. Solo somos amigos, ya lo sabes.

Ella no respondió, pero la sonrisa en su rostro permaneció mientras se levantaba del sofá para ir a la cocina. Lincoln se quedó en silencio, pensando en lo que su madre había insinuado.

—¿Solo amigos...? —murmuró para sí mismo.

Aunque negó con la cabeza, el pensamiento lo dejó inquieto. A pesar de sus protestas, una pequeña parte de él empezaba a cuestionar qué significaba realmente su relación con Haiku.

Lincoln se quedó en el sofá un rato más, reflexionando. Había muchas cosas en su mente: el clon, Lisa, sus hermanas, y ahora... Haiku. Suspiró profundamente y decidió levantarse. La sensación de estar atrapado en sus propios pensamientos lo estaba sofocando.

—Necesito distraerme... —murmuró mientras se dirigía a su habitación.

Sacó su teléfono y revisó los mensajes. Lucy había dejado un par más preguntando si había hablado con Lisa. Maggie, Persefone y Shy también habían mandado mensajes al grupo, pero Lincoln decidió ignorarlos por ahora. Sin embargo, cuando vio un mensaje de Haiku, no pudo evitar abrirlo.

> Haiku: ¿Cómo estás, cabeza dura? Espero que Lisa no te haya vuelto loco hoy.

Lincoln sonrió levemente y respondió.

> Lincoln: Casi me explota el cerebro, pero sobreviví. ¿Tú qué tal?

La respuesta llegó casi de inmediato.

> Haiku: Bien, pero mi día fue aburrido sin alguien a quien molestar.

Lincoln rió para sí mismo. Esa era Haiku, siempre manteniendo su tono sarcástico pero amigable. Después de un par de mensajes más, se dio cuenta de que había pasado casi media hora hablando con ella. Sin darse cuenta, esa simple conversación lo había hecho sentir más ligero.

De repente, su madre llamó desde la cocina.

—¡Cariño, la cena está lista!

---

Lincoln apoyó su cabeza en la mano mientras miraba por la ventana. La voz del profesor se sentía como un ruido de fondo lejano, y aunque intentaba concentrarse, su mente estaba en otra parte.

Las voces seguían murmurando dentro de su cabeza.

"Lisa es una maldita mentirosa."
"Te convirtió en un experimento, y ahora dice que no sabe nada."
"¿De verdad le creíste?"
"Te usó y te seguirá usando hasta que te destruya."

Lincoln cerró los ojos un momento y exhaló lentamente.

"Cállense..."

Abrió los ojos y miró al frente. Haiku estaba tomando notas, y Maggie tenía la cabeza apoyada en su brazo, claramente aburrida. Lincoln desvió la mirada de vuelta a la ventana.

"Lisa me mintió. Lo sé. No necesito que me lo repitan..."

Sintió un suave codazo en su brazo. Giró la cabeza y vio a Haiku mirándolo con una ceja levantada.

—¿Qué? —susurró Lincoln.

—Estás con cara de querer asesinar a alguien —dijo Haiku en voz baja.

—¿Ah, sí? —Lincoln forzó una sonrisa—. Pues qué sorpresa.

Haiku lo miró con sospecha, pero no dijo nada más y volvió a sus apuntes. Maggie, que escuchó la conversación, sonrió de lado.

—Si necesitas a alguien a quien golpear, Lynn está en la otra clase —murmuró Maggie.

Lincoln soltó una pequeña risa.

—Buena sugerencia.

El profesor los miró de reojo y Lincoln se hundió un poco en su asiento, fingiendo que prestaba atención.

La clase continuó, pero Lincoln apenas registraba lo que se decía. Su mente estaba ocupada en otra cosa: su conversación con Lisa, el clon, el laboratorio… y la extraña sensación de que algo estaba muy, muy mal.

Después de clases, el grupo salió por la puerta principal de la escuela. Lincoln caminaba con Haiku a su lado, mientras Maggie, Lucy, Persefone y Shy iban más atrás, observando con atención.

—¿Lo están viendo? —susurró Persefone con una sonrisa maliciosa.

—Sí, está pegada a él como una sombra —comentó Shy con diversión.

—Totalmente "Haikucoln" —agregó Maggie con burla.

Lucy, con su expresión neutral de siempre, simplemente asintió.

—Haiku nunca había actuado así con nadie.

Mientras tanto, Haiku, sin darse cuenta de los cuchicheos de sus amigas, miró a Lincoln y tomó aire.

—Oye, Lincoln… estaba pensando… —empezó a decir con un tono más calmado de lo normal.

—¡LINCOLN!

La voz de Lisa interrumpió todo. Lincoln cerró los ojos con fastidio al escucharla. Lisa apareció corriendo desde la dirección opuesta, con el cabello despeinado y la mirada frenética.

—Tienes que venir conmigo, ahora —exigió Lisa, jalando su brazo.

—No.

Lisa apretó los dientes y se acercó más, poniéndose de puntillas para susurrarle.

—Es sobre el clon.

Lincoln la miró fijamente por unos segundos y suspiró con fastidio.

—Está bien.

Haiku frunció el ceño cuando vio a Lincoln seguir a Lisa sin dudarlo. Cruzó los brazos y chasqueó la lengua.

—¿En serio? ¿Así de fácil se va? —murmuró con molestia.

Las demás la miraron con sonrisas burlonas.

—Eso sonó a celos —canturreó Maggie.

—Definitivamente celos —secundó Shy con diversión.

—No estoy celosa, solo molesta —gruñó Haiku, apartando la mirada.

—Ajá, claro —dijo Persefone con burla.

—Tranquila, que no se nos va a morir sin ti —dijo Lucy con tono neutral—. Mejor ven con nosotras, vamos a la casa de Maggie a componer poemas.

Haiku suspiró y miró en dirección por donde Lincoln se había ido. Finalmente, aceptó.

—Está bien… pero no quiero más comentarios estúpidos sobre "Haikucoln".

—No prometemos nada —respondieron todas al unísono.

Haiku solo puso los ojos en blanco y siguió a sus amigas, aunque la molestia aún no desaparecía por completo.

---

En la casa de Maggie, el ambiente estaba relajado, con luces tenues y música instrumental de fondo. Todas estaban sentadas en círculo en la alfombra, compartiendo sus poemas. Haiku, aunque intentaba mantener la calma, tenía un ligero nerviosismo cuando llegó su turno.

"Caught in a bad romance
I want your ugly, I want your disease
I want your everything as long as it's free
I want your love
Love, love, love, I want your love
I want your drama, the touch of your hand
I want your leather-studded kiss in the sand
I want your love
Love, love, love, I want your love
You know that I want you
And you know that I need you
I want it bad, your bad romance
I want your love, and I want your revenge
You and me could write a bad romance
Caught in a bad romance
I want your horror, I want your design
'Cause you're a criminal as long as you're mine
I want your love
Love, love, love, I want your love
I don't wanna be friends
No, I don't wanna be friends
I want your love and all your lover's revenge
You and me could write a bad romance"

A medida que avanzaba, las expresiones de sus amigas iban cambiando. Cuando terminó, hubo unos segundos de silencio… hasta que todas gritaron emocionadas.

—¡Aaaah! —chilló Maggie, golpeando el suelo con emoción—. ¡ESTO ES SOBRE LINCOLN!

—¡Totalmente sobre Lincoln! —añadió Shy con una sonrisa traviesa.

—¡Haikucoln ES REAL! —exclamó Persefone, agarrando a Haiku de los hombros y sacudiéndola suavemente.

—¿Q-qué? ¡No! —protestó Haiku, con el rostro completamente rojo—. ¡No es sobre Lincoln!

Lucy sonrió con satisfacción y cruzó los brazos.

—Ajá, claro. Entonces dime… ¿si no es sobre Lincoln, para quién es?

Haiku abrió la boca, pero se quedó en blanco. Miró a un lado, luego al otro, tratando de pensar en una respuesta, pero no encontró nada que decir.

Maggie aprovechó la oportunidad para acercarse con una sonrisa burlona.

—Vaya, vaya. ¿No tienes una respuesta, Haiku? Entonces podemos asumir que sí es sobre Lincoln.

—¡No lo es! —insistió Haiku, aún más roja—. ¡Simplemente lo escribí porque sí!

—Claro —dijo Persefone con sarcasmo—. Porque escribir sobre querer su amor y su venganza, y no querer ser solo amigos es algo completamente casual.

—¡Exacto! —secundó Shy, asintiendo con exageración.

—Me alegra que mi cuñada sea mi amiga —soltó Lucy con naturalidad.

—¡¿C-CUÑADA?! —Haiku casi se atragantó, mirando a Lucy con horror.

Las demás rieron al ver su reacción. Haiku se llevó las manos a la cara, completamente frustrada, mientras ellas seguían con sus comentarios.

—¡Solo acéptalo, te gusta Lincoln! —dijo Maggie con una gran sonrisa.

—¡No me gusta!

—Ajá, sí, claro —respondió Shy con burla—. ¿Y por qué te enojaste cuando se fue con Lisa?

—¡Eso no significa nada!

—Ya, ya, "no significa nada" —se burló Persefone, haciendo comillas en el aire.

Haiku se desplomó sobre la alfombra, escondiendo su cara en un cojín mientras las demás seguían bromeando.

Ya más tranquilas después del escándalo por el poema, las chicas estaban sentadas en círculo, disfrutando de bocadillos y hablando de cualquier cosa. En un momento, Maggie, con su típica sonrisa de burla, sacó el tema que todas estaban esperando.

—A ver, a ver… dejando las bromas de lado por un segundo —dijo Maggie, recostándose contra el sofá—. Haiku, ¿qué piensas de que Lisa se llevó a Lincoln así sin más?

El rostro de Haiku se ensombreció por un momento.

—Me molesta —respondió sin rodeos—. Ni siquiera dijo adiós. Solo se fue con esa enana molesta.

Las demás intercambiaron miradas y sonrisas divertidas.

—Oh, pero no estás celosa, ¿verdad? —preguntó Persefone con una sonrisa burlona.

—No, claro que no —añadió Maggie con dramatismo—. Es solo que Lincoln, tu querido Lincoln, se fue sin avisarte y ahora estás de mal humor.

—Cállense —masculló Haiku, fulminándolas con la mirada.

—Si no te gustara, no te molestaría tanto —añadió Persefone con tono juguetón.

—¡Que se callen, dije! —Haiku se cruzó de brazos, mirando a otro lado con un leve sonrojo en las mejillas.

Mientras todas reían por la reacción de Haiku, Shy, que había permanecido callada, bajó la mirada antes de hablar con su tono tímido y suave.

—Haiku… fuera de bromas… ¿qué sientes realmente por Lincoln?

La pregunta hizo que Haiku se quedara en silencio por un momento. Bajó la mirada, pensando seriamente en ello.

—No lo sé… —admitió finalmente—. Es divertido, me encanta pasar tiempo con él, pero…

—Pero… —Shy la animó a continuar.

—No siento que pueda pasar algo con él —dijo Haiku con honestidad—. Y no quiero perder la amistad que tenemos.

Las demás se quedaron en silencio por un momento, asimilando su respuesta. Luego Lucy habló con una leve sonrisa.

—Eso suena como algo que alguien que está enamorándose diría pero aún no quiere admitirlo.

—¡No me estoy enamorando! —protestó Haiku rápidamente.

—Dijiste que no lo sabías —señaló Maggie—. No que no te gustaba.

—Ugh, cállate.

---

El lugar estaba hecho un desastre.

Cuerpos cubiertos, científicos siendo interrogados, agentes federales y militares asegurando la zona. El hedor a sangre, pólvora y químicos era intenso. Lincoln estaba sentado en un banco metálico, con la ropa rasgada, heridas aún cicatrizando y un gesto de puro agotamiento en su rostro. A su lado, Lisa revisaba y firmaba documentos mientras un agente le explicaba la burocracia del asunto.

—No me importa lo que pase ahora —murmuró Lincoln, cruzándose de brazos—. No me vuelvas a involucrar en estas mierdas.

Lisa desvió la mirada de los papeles y lo observó.

—Lincoln, yo no pensé que esto llegaría tan lejos…

—¡No! —Lincoln la interrumpió, su tono cargado de frustración—. No creíste, no sabías, no planeaste… siempre tienes una maldita excusa, Lisa. ¿Y quién es el que siempre termina metido hasta el cuello?

Lisa se quedó en silencio por un momento, como si intentara encontrar las palabras adecuadas.

—Tienes razón en estar molesto, pero…

—No cuentes conmigo para volver a arreglar tus problemas.

Lisa frunció el ceño, dejando de escribir.

—No fue mi culpa. Yo no creé el clon.

Lincoln rió sin humor y se puso de pie con un gesto cansado.

—Yo tampoco. Pero igual tuve que encargarme de él.

Lisa abrió la boca para responder, pero Lincoln ya estaba caminando lejos, sin darle la oportunidad. Lisa lo observó en silencio, con una expresión difícil de leer.

Lincoln caminaba lentamente por las calles, cada paso le recordaba el dolor en su cuerpo. Con un suspiro, sacó su teléfono y comenzó a escribir.

Lincoln: Odio mi trabajo.

Haiku: Seguramente estés exagerando.

Lincoln: Tú siempre tan comprensiva.

Haiku: ¿Por no escuchar tu lloriqueo? Lo sé, soy una gran persona.

Haiku: Ya en serio, ¿qué te pasó?

Lincoln: Te prometo que no me creerías si te lo dijera.

Lincoln: De todas formas, ¿tu día es mejor?

Haiku: No mucho. Tu hermana y mis amigas son insoportables, pero al menos sus poemas son buenos.

Lincoln: Seguro estás exagerando.

Lincoln: Jajaja.

Lincoln: Me duele todo el cuerpo.

Haiku: Ya me dijiste eso.

Lincoln: Ya, pero no lo dije lo suficiente. Quiero dormir.

Haiku: Duerme entonces.

---

Mientras tanto, en casa de Maggie, Haiku estaba rodeada por sus amigas. Todas miraban la conversación en su teléfono con gran interés.

—Eres muy seca con él, no me sorprende que todavía no te haya besado —dijo Maggie con una sonrisa burlona.

—Sí, muestra más comprensión —agregó Shy en su tono tímido.

—Es Lincoln, no creo que le importe mucho —intervino Lucy, encogiéndose de hombros.

—Si actuaras como en las novelas que miramos, sería todo más fluido —comentó Persephone, con tono pensativo.

—¡CALLENSE! —exclamó Haiku, roja como un tomate.

Las cuatro rieron y trataron de calmarla, hasta que el teléfono de Haiku vibró de nuevo con otro mensaje.

Lincoln: Es que quería hablar contigo.

Haiku sintió que su rostro ardía aún más, se encerró en el baño, sin querer lidiar con las preguntas y bromas de sus amigas. Se apoyó contra la puerta, sintiendo el calor en sus mejillas por la conversación con Lincoln. Finalmente, respiró hondo, tomó su teléfono y respondió.

Haiku: ¿Querías hablar conmigo? ¿Por qué?

Lincoln: Me gusta hablar contigo.

Lincoln: Voy a bañarme y dormir, tal vez después quedamos.

Lincoln: Llegué a mi casa, hablamos después.

Haiku sonrió, sin entender exactamente por qué se sentía tan emocionada. Su corazón latía con más fuerza de lo que le gustaría admitir.

Salió del baño con el rostro algo sonrojado, aún con una sonrisa tonta en el rostro. Al abrir la puerta, fue recibida por un bombardeo de preguntas de sus amigas, que no tardaron en rodearla.

—¡¿QUÉ PASÓ?! —gritó Maggie, casi saltando de emoción.

—¡Ja, ja! ¿Lo has admitido? —preguntó Lucy con picardía.

—¡Haiku, cuéntanos todo! —dijo Persephone, alzando las cejas con una sonrisa traviesa.

—¿Qué te dijo? ¿Vas a quedar con él después? —preguntó Shy, casi tímida pero igualmente curiosa.

Haiku se tapó el rostro con ambas manos, sonrojada hasta la punta de sus orejas. Intentó calmar sus nervios, pero la emoción la estaba ganando.

—¡No me molesten! —gritó Haiku, levantando las manos para que se callaran. —¡Sólo hablamos! Y... Y dijo que quedáramos

Las chicas comenzaron a reír y hacer más comentarios, pero Haiku intentó mantenerse firme, aunque el sonrojo en su rostro no se desvaneció.

—¿Así que quedas con él, eh? —insistió Maggie, guiñándole un ojo.

—¡No lo sé! ¡No me pregunten más! —respondió Haiku, cruzando los brazos sobre su pecho y haciendo todo lo posible por evitar hablar de ello. Pero algo en su interior no podía dejar de pensar en las palabras de Lincoln.

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