~3~
Lincoln se despertó en su cama con una sonrisa astuta y se estiró perezosamente. Se rió para sí mismo, diciendo en voz alta:
Lincoln: "Bueno, bueno... ¿Notaste que cambié el guion? Decidí saltarme toda esa larga y aburrida semana. Vamos, que no estaba dispuesto a actuar en una semana ‘libre’ sin nada emocionante. Así que… ¡Boom! Bienvenidos al fin de semana."
Se levantó, mirando a su alrededor como si hubiera ejecutado una especie de truco mágico.
Lincoln: "También tiene algo que ver con que estoy ansioso por fastidiar a Haiku, pero, oye… no se lo digas a nadie."
Se detuvo un momento, su sonrisa se suavizó en una mezcla de resignación y picardía.
Lincoln: "Aunque si pudiera, también me habría borrado este fin de semana… Pero, en fin, no siempre se puede ganar, ¿verdad?"
Lincoln dejó escapar un suspiro resignado mientras se ponía los zapatos, mentalizándose para lo que le esperaba ese fin de semana.
Lincoln: "Ah, sí… qué emocionante es tener que ir a casa de mi querido padre y mis adoradas hermanas. Estoy, realmente, tan ansioso por escuchar las bromas desgastadas de Luan. ¡Ah, y qué delicia los berrinches de Lola! Todo un festival de gritos y caprichos."
Hizo una pausa, poniéndose sarcástico y mirando hacia el "espectador".
Lincoln: "Y ni hablar de Lynn... Estoy deseando escuchar otra vez su sermón sobre cómo la golpeé. Como si eso no hubiera quedado claro. Aunque, bueno, mientras la genio de Lisa no se me acerque con sus experimentos locos, creo que podré soportarlo."
Se encogió de hombros y suspiró.
Lincoln: "Y ahí voy, una vez más, a ese lugar donde cada visita es una prueba de paciencia… pero bueno, alguien tiene que hacer el papel de ‘hijo perfecto,’ ¿no?"
Con una última mirada de resignación, se preparó para enfrentarse al caos familiar, listo para sumergirse en el fin de semana más exasperante de su vida.
Lincoln, mientras caminaba hacia la parada de autobús, no dejaba de quejarse en voz alta. Aunque nadie lo escuchara, parecía que necesitaba sacarlo de su sistema.
Lincoln: "¡Ah, claro! Vamos a la casa del querido papá. ¿Qué podría salir mal? Un hombre que probablemente ni siquiera recuerda mi fecha de cumpleaños. Un lugar lleno de ‘hermanas adorables’ que me dan más dolores de cabeza que los trabajos nocturnos. Sí, esto va a ser genial. Solo espero que nadie me hable demasiado, porque no tengo energía para soportar a Lori siendo mandona o a Lisa jugando a ser Dios otra vez."
Se detuvo un momento y sacó su teléfono, decidiendo escribirle a Haiku. Si alguien entendía su frustración, era ella. O, al menos, se burlaría, lo cual era mejor que el silencio.
Lincoln (mensaje):
"Adivina quién tiene que pasar el fin de semana en casa de su amado padre y hermanas. Te doy una pista: soy yo."
Haiku (mensaje):
"Vaya, pobre de ti. ¿Te van a hacer lavar los platos otra vez o Lisa planea usarte como conejillo de indias otra vez?"
Lincoln (mensaje):
"Gracias por el apoyo moral, Haiku. Realmente me conmueves."
Haiku (mensaje):
"Oh, no me malinterpretes, me divierte imaginarte sufriendo. Especialmente con Lynn gritándote o Luan intentando contarte esos chistes horribles."
Lincoln (mensaje):
"Estás disfrutándolo demasiado, ¿sabes?"
Haiku (mensaje):
"Un poco, pero... hablando en serio, no dejes que te afecte tanto. Haz lo que siempre haces: sé insufrible, moléstalos un poco y sobrevive. Siempre lo haces."
Lincoln (mensaje):
"¿Es tu manera extraña de darme ánimos?"
Haiku (mensaje):
"Tómalo como quieras. Solo no dejes que esa jaula de locos te consuma."
Lincoln sonrió levemente mientras guardaba el teléfono. Aunque Haiku nunca admitiera directamente que le preocupaba, sabía que en el fondo estaba siendo sincera a su manera.
Lincoln: "Supongo que al menos tengo una persona que no me vuelve loco. Aunque nunca lo admitiría en voz alta."
Con eso en mente, retomó su camino, un poco más preparado para enfrentar el fin de semana.
...
Lincoln llegó a la casa de su padre, sin muchas ganas de estar allí. Sabía lo que le esperaba, pero ya no podía hacer nada. Al menos estaba alejado de su madre, que a veces lo miraba como si fuera una carga. Su padre lo recibió con una sonrisa falsa, pero Lincoln sabía que no le importaba demasiado.
"¿Cómo estás, hijo?" dijo su padre, casi sin mirarlo, mientras continuaba con algo en su teléfono.
"Bien, como siempre," respondió Lincoln con una mueca, sabiendo que el interés de su padre era igual al de siempre.
Lincoln entró sin prisa, observando con desdén cómo su padre volvía a sus cosas sin siquiera pararse de la silla. Se dirigió a la sala, donde encontró a Lori sentada en el sofá. La mirada de ella, cargada de sarcasmo, lo hizo rodar los ojos. Sabía exactamente qué le esperaba.
"Vaya, el gran Lincoln ha llegado," dijo Lori, levantando la vista y cruzando las piernas con una sonrisa desafiante. "Seguro que viniste a que te regañen otra vez, ¿no?"
Lincoln no la miró directamente. En lugar de eso, le lanzó un comentario mordaz. "¿Ah, sí? ¿A lo mejor te diste cuenta de que Bobby te fue infiel? Estaba con otra chica en el parque el otro día."
Lori se puso rígida, la ira surgiendo en su rostro al instante. "¡No te metas con eso, idiota!" gritó, poniéndose de pie de un salto. Lincoln la miró de reojo y, sin inmutarse, comenzó a caminar hacia las escaleras.
"No me interesa," dijo con desgana, sin darle una segunda mirada mientras subía las escaleras.
Lori lo fulminó con la mirada, pero Lincoln ya no la escuchaba. Subió al piso de arriba, sin dar importancia al ruido que hacía Lori detrás. Se dirigió hacia su antigua habitación, el lugar que, de alguna manera, aún le pertenecía. Al llegar a la puerta, se detuvo un momento y le dijo al espectador, como si estuviera rompiendo la cuarta pared:
"Y aquí, en esta habitación, está la peor parte. La parte que nadie quiere ver."
Abrió la puerta y ahí estaba Linka, su gemela, con su característico comportamiento cálido. Ella estaba sentada en la cama, sonriendo al verlo entrar. Aunque Lincoln nunca mostró mucho entusiasmo por pasar tiempo con ella, no pudo evitar saludarla de la misma forma habitual.
"Hey, ¿cómo estás?" dijo Linka con una sonrisa genuina.
Lincoln se dejó caer en la cama, poniendo los brazos detrás de su cabeza. "Bien. Como siempre," respondió, aunque no tenía muchas ganas de seguir la conversación.
Linka se acercó a él y se sentó en la orilla de la cama. "Parece que te va bien, ¿no?" comentó, aún sonriendo, aunque Lincoln sabía que, al igual que Lori, a Linka le encantaba hacer comentarios indirectos.
"Ya sabes... Solo sobrevivo," dijo él, sin mucho ánimo.
Linka siguió sonriendo, sin presionarlo, como si lo entendiera a su manera. Sin embargo, Lincoln ya no sentía la misma conexión que antes, pero le siguió el juego.
"Te traeré algo para comer luego, ¿te parece?" dijo Linka, como si estuviera en su propio mundo.
"Sí, lo que sea," respondió Lincoln sin mucho interés. Estaba claro que no estaba allí para disfrutar de la compañía, solo para cumplir con la obligación de pasar tiempo con su familia.
El ambiente en la habitación era incómodo, pero al menos en ese momento, Lincoln no tenía que preocuparse por lo que dirían los demás. Solo se tumbó en la cama, pensando en lo que sería su fin de semana en esa casa llena de drama.
Linka se acercó un poco más a Lincoln, notando su incomodidad. Se sentó junto a él en la cama, buscando iniciar una conversación.
"¿Sabes? He estado pensando que últimamente no pasamos mucho tiempo juntos," dijo Linka, mirando a Lincoln con una expresión suavemente preocupada. "Podríamos... hacer algo. Salir a caminar, tal vez. ¿Qué opinas?"
Lincoln no levantó la vista de la almohada, manteniendo sus ojos fijos en el techo. No quería ser grosero, pero tampoco estaba interesado en acercarse a ella más de lo necesario. No quería tener que fingir que todo estaba bien cuando no lo estaba.
"Estoy bien," murmuró Lincoln, sin hacer un esfuerzo por entablar conversación. "No necesito salir."
Linka intentó sonreír, pero se dio cuenta de que Lincoln ya no estaba dispuesto a seguirle el ritmo. Era como si hubiera una barrera invisible entre ellos, algo que no podían superar, a pesar de ser gemelos.
"Está bien... si cambias de idea, avísame," dijo Linka, dejando caer los hombros, comprendiendo que no iba a conseguir mucho más por el momento.
Lincoln suspiró y se levantó de la cama, poniéndose de pie rápidamente. "Voy a salir a caminar," dijo sin mirar a Linka. "Necesito despejarme un poco."
Linka lo observó en silencio mientras él salía de la habitación, la puerta cerrándose suavemente detrás de él. Se quedó un momento en la habitación, pensativa, antes de volver a sumergirse en sus propios pensamientos.
...
Mientras caminaba por las calles, Lincoln se dirigió hacia el vecindario, manteniendo su mirada fija en el pavimento. Las voces en su cabeza comenzaban a hacer ruido, pero él prefería ignorarlas por el momento. Aunque el ambiente en casa de su padre era tenso, prefería estar fuera, lejos de los constantes comentarios y las miradas.
"Sí, lo sé. Esta vez probablemente haya sido el malo," murmuró Lincoln en voz baja, mientras caminaba. "Linka no es tan mala como lo dije antes. Lo admito. Pero, según el guion, en este capítulo o tal vez en el siguiente, tengo que explicar mi odio hacia ella."
Pausó por un momento, mirando a su alrededor. El aire frío golpeaba su rostro, pero no le importaba. No era lo peor que había vivido.
"Pero, tal vez no lo haga," dijo, como si hablara consigo mismo o con el espectador. "Porque realmente no sé si vale la pena gastar más tiempo en eso. Después de todo, el guion siempre puede cambiar."
Lincoln siguió caminando, sin un destino claro, dejando que sus pensamientos se mezclaran con la niebla que se alzaba en el aire frío de la ciudad. La sensación de estar atrapado en una historia que no podía controlar le pesaba, pero al menos fuera de la casa de su padre, podía sentir que tenía un poco de libertad, aunque fuera por un momento.
Lincoln caminaba distraído por las calles, perdido en sus pensamientos, cuando de repente una voz familiar lo sacó de su ensimismamiento.
"Vaya, ¿qué hace el gran Lincoln Loud deambulando por aquí como un alma en pena?" preguntó Haiku, con su característico tono sarcástico. Estaba parada a un lado de la acera, vistiendo su habitual ropa oscura, con una bolsa de libros bajo el brazo.
Lincoln se detuvo y levantó la mirada hacia ella. "Oh, ya sabes, solo disfrutando de la gloriosa experiencia de estar vivo," respondió, con un tono irónico que no logró ocultar su desánimo.
Haiku entrecerró los ojos, notando algo inusual en él. Aunque Lincoln siempre tenía un toque sarcástico en su forma de ser, esta vez parecía más apagado. Dejó a un lado su sarcasmo habitual y, con un tono más serio, preguntó:
"Está bien, en serio. ¿Qué te ocurre? Normalmente estarías soltando alguna broma molesta para irritarme."
Lincoln suspiró, metiendo las manos en los bolsillos. "Es solo que estoy aquí porque tengo que visitar a mi padre y a mis... hermanas. No es algo que disfrute. En absoluto."
Haiku ladeó la cabeza, observándolo con atención. Podía notar que lo decía en serio, y aunque no era alguien particularmente empática, algo en la forma en que lo dijo la hizo sentir un leve malestar.
"Si, me lo dijiste. Pero ¿Tan mal está la cosa?" preguntó, esta vez sin sarcasmo.
Lincoln asintió, sin molestarse en añadir nada más. Por un momento, el silencio se instaló entre ellos, hasta que Haiku rompió la quietud.
"Bueno, si realmente te molesta tanto estar allí, podrías venir a mi casa por un rato," sugirió, encogiéndose de hombros como si no fuera gran cosa. "No es que tenga algo mejor que hacer, y quizá te ayude a desestresarte."
Lincoln levantó una ceja, sorprendido por la invitación. "¿En serio? ¿Tú? ¿Invitándome a tu casa? ¿Estás segura de que no tienes fiebre?"
Haiku rodó los ojos y cruzó los brazos. "No me hagas arrepentirme. Solo estoy siendo amable porque parece que necesitas distraerte. Pero si prefieres quedarte aquí deprimido o soportar a tu familia, no es mi problema."
Lincoln soltó una leve risa, apreciando el gesto. "Está bien, está bien. Supongo que no tengo nada mejor que hacer. Además, siempre es divertido irritarte."
"Claro, porque eso es lo único que sabes hacer," replicó Haiku, volviendo a su tono habitual.
Ambos comenzaron a caminar hacia la casa de Haiku, con Lincoln sintiendo un leve alivio al saber que podía pasar el rato lejos del ambiente tóxico de la casa de su padre. Haiku, por su parte, no lo admitía, pero estaba un poco contenta de que él hubiera aceptado.
Cuando llegaron a la casa de Haiku, ella abrió la puerta y dejó pasar a Lincoln sin ceremonias. La casa estaba tan silenciosa como siempre, una especie de refugio sombrío y tranquilo, perfectamente en sintonía con la personalidad de Haiku.
"Siéntate donde quieras. Yo buscaré algo de beber," dijo Haiku mientras dejaba su bolsa de libros en un rincón. Lincoln se dejó caer en el sofá, mirando alrededor con curiosidad, aunque ya había estado allí un par de veces antes.
Cuando Haiku regresó con dos vasos de agua, se sentó frente a él en un sillón. Observó a Lincoln por un momento antes de hablar.
"Entonces, ¿me vas a decir qué te pasa o seguirás dando respuestas vagas como siempre?"
"Ya te lo dije," respondió Lincoln, tomando un sorbo de agua. "Es porque tengo que estar en la casa de mis hermanas y mi padre. Eso siempre es un martirio."
Haiku rodó los ojos, recargándose en el sillón. "Eso ya lo sé, pero hay algo más. Normalmente diría que si no te sientes cómodo, no tienes que contármelo, pero esta vez más te vale soltarlo. No tengo tiempo para tus evasivas."
Lincoln suspiró pesadamente, dejando el vaso sobre la mesa. "¿Por dónde empiezo? Odio a la mayoría de mis hermanas. Y a mi padre, obviamente. Pero sobre todo, odio a Linka."
Haiku alzó una ceja, visiblemente confundida. "¿Linka? ¿En serio? Pero parece bastante agradable. ¿No es una de las pocas personas que te trata bien en esa casa?"
Lincoln se pasó una mano por el cabello, claramente frustrado. "Sí, sí, agradable. La perfecta señorita Linka. Siempre tan encantadora, tan amable, tan... perfecta," dijo con un tono sarcástico y cansado. "Todo el mundo la adora. Es como si nunca pudiera hacer nada mal."
Haiku hizo un esfuerzo monumental por no reírse, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro. "Entonces, ¿le tienes envidia a tu hermana Linka?"
"¿Envidia?" Lincoln repitió, frunciendo el ceño mientras la miraba con incredulidad. "Por favor, Haiku. No me hagas reír."
"Bueno, lo parece," respondió Haiku, encogiéndose de hombros. "Hablas de ella como si fuera tu némesis, pero la única razón por la que alguien odiaría a alguien tan perfecto sería porque siente que no puede competir."
Lincoln la miró con una mezcla de frustración y agotamiento. "¿Puedes no burlarte, por favor? Este tema ya es lo suficientemente molesto sin tus comentarios." Se recostó en el sofá, cruzando los brazos y mirando al techo.
Haiku, por un momento, consideró continuar con sus burlas, pero decidió no presionarlo más. Algo en la forma en que lo decía, en la mezcla de rabia y resignación en su voz, le indicaba que había más detrás de ese odio que simple envidia. Pero si Lincoln no quería hablar más, ella no lo obligaría. Al menos no de inmediato.
Haiku lo miró por un momento, evaluando el estado de ánimo de Lincoln antes de suspirar. "Mejor dejemos ese tema. Está claro que te afecta más de lo que quieres admitir." Se inclinó un poco hacia él, cambiando de tono. "¿Qué tal si hacemos algo diferente? ¿Te gustaría aprender poesía?"
Lincoln, con su actitud habitual, alzó una ceja. "¿Poesía? ¿En serio? Vamos, Haiku, eso no es lo mío."
Ella sonrió con algo de picardía, su típico tono burlón apareciendo. "Ya lo sabía, pero tenía que intentarlo. Está bien, entonces veamos una película. Seguro eso no te hará llorar... a menos que sea una buena."
"Lo dudo," respondió Lincoln, aunque no parecía totalmente opuesto a la idea.
Haiku encendió la televisión y eligió una película al azar, algo entre acción y comedia. Los dos se sentaron en silencio durante los primeros minutos, pero Lincoln seguía mostrando señales de incomodidad, su seriedad inusual persistiendo. Haiku lo observó de reojo y decidió tomar medidas drásticas.
"Tengo la solución perfecta para tu cara larga," dijo de repente, con una sonrisa traviesa.
Lincoln levantó la mirada, frunciendo el ceño. "¿Ah, sí? ¿Qué solución?"
Haiku se levantó sin responder, saliendo de la sala por un momento. Cuando regresó, llevaba en las manos una botella de vino y dos copas. Su sonrisa burlona se hizo más amplia al ver la expresión de Lincoln.
"¿En serio?" dijo Lincoln, cruzando los brazos. "No quiero tener que cuidarte otra vez cuando estés borracha. Ya fue suficiente la última vez."
"¡Por favor!" exclamó Haiku, colocando la botella sobre la mesa. "No planeo emborracharme. Solo un poco, para relajarnos."
Lincoln rodó los ojos, como si estuviera debatiendo consigo mismo. Finalmente, se dejó caer un poco más en el sofá y suspiró. "Está bien. Pero solo un poco. Y si terminas haciendo el ridículo otra vez, no me culpes por dejarte sola."
Haiku sonrió triunfante, sirviendo una pequeña cantidad en ambas copas. "Relájate, Lincoln. Esta vez te prometo que no haré ninguna escena."
Él tomó su copa, observándola con cautela mientras Haiku levantaba la suya. "Por la poesía," bromeó ella, chocando su copa contra la de él.
"Por no volver a cuidarte," respondió Lincoln, dándole un pequeño sorbo.
...
Las horas pasaron entre risas, películas y vino. Lincoln ya había perdido la cuenta de cuántas veces Haiku se había levantado a la cocina por más bebida, a pesar de sus constantes advertencias. Era casi las cuatro de la tarde cuando la situación comenzó a volverse un poco más evidente: Haiku estaba visiblemente ebria.
"Ya basta, Haiku," dijo Lincoln con algo de cansancio en su voz. "Deja de beber. Si sigues así vas a terminar desmayandote."
Haiku lo miró, sonriendo con una expresión juguetona. "¿Qué? No me importa, solo estoy divirtiéndome." Entonces, con un movimiento sorprendentemente rápido, se sentó en sus piernas. Lincoln se tensó, sorprendido por el gesto, y aunque intentó mantener la calma, su rostro se sonrojó levemente ante la proximidad de Haiku.
"Siempre me has parecido... atractivo," dijo Haiku, con un tono que no dejó de ser burlón, pero algo extraño se reflejaba en sus ojos.
"Ya basta, Haiku," replicó Lincoln, algo incómodo, pero sin querer mostrarlo demasiado. "Es suficiente."
La risa de Haiku continuó mientras Lincoln, decidido a frenar el avance de la situación, la levantaba en sus brazos sin pensarlo demasiado. "Vamos, a dormir. Es lo que necesitas," dijo, llevándola hasta la habitación.
Con cuidado, la dejó en la cama, acomodándola lo mejor que pudo. "Duerme un rato," añadió, claramente preocupado por su estado.
Haiku, aún con esa sonrisa torcida, levantó una ceja. "¿Y si duermo contigo?" dijo de manera burlona, mientras giraba su cuerpo sobre la cama.
Lincoln se detuvo un momento, con una expresión que no pudo disimular. "No, Haiku," dijo con firmeza. "Eso no va a pasar."
Haiku se quedó en silencio durante unos segundos, mirando al techo, hasta que finalmente se llevó las manos a la cara, claramente frustrada. "¿Qué estoy haciendo?" murmuró, como si estuviera realmente desconcertada por su comportamiento.
Lincoln, viendo la confusión en su rostro, se rió suavemente. "Pasa hasta en las mejores familias," dijo de manera irónica, dejándose caer junto a ella en la cama. "No te preocupes, no eres la única que tiene un desliz."
Haiku se quedó en silencio, pensativa por un momento, antes de mirar a Lincoln con una expresión más seria. "Pero no a mí," dijo en voz baja. "Esto... esto es algo que mi padre haría."
Lincoln, mirando sus ojos llenos de frustración, soltó un suspiro. "Oh, vamos, un desliz o dos no te va a transformar en la figura paterna que odias," comentó, intentando suavizar la situación.
Haiku frunció el ceño, claramente luchando con sus pensamientos. El alcohol comenzaba a hacer mella en ella, y las emociones que había estado reprimidas parecían salir a la superficie. Lincoln observó cómo se tomaba un momento para procesar lo que había dicho.
"Es solo que..." comenzó, antes de quedarse en silencio. Finalmente, frustrada, dejó escapar un suspiro profundo. "Esto es algo que mi padre haría."
Lincoln la miró con algo de tristeza, pero también con una pizca de comprensión. Sabía lo que su padre representaba para ella, y cómo las malas experiencias familiares la habían marcado. "Haiku," dijo con suavidad, "no eres tu padre. No importa lo que hagas o lo que pienses en momentos como este, no vas a convertirte en él."
Haiku no dijo nada más. En ese momento, sus ojos se cerraron lentamente, y antes de que Lincoln pudiera decir algo más, ella lo abrazó, dejando que su cabeza descansara en su pecho.
Lincoln suspiró suavemente y, aunque estaba completamente consciente de lo difícil que era para Haiku lidiar con sus sentimientos, no pudo evitar sentir algo por ella. Sin saber qué hacer exactamente, terminó envolviendo sus brazos alrededor de ella, dejando que se quedara dormida en sus brazos.
"Tranquila," murmuró en voz baja, "todo estará bien."
...
Haiku despertó con un dolor de cabeza insoportable, y cuando abrió los ojos, lo primero que vio fue a Lincoln sentado en la cama, con su teléfono en las manos y una sonrisa burlona en el rostro. Era mitad de la madrugada, y por un momento, no comprendió bien qué estaba pasando.
Lincoln, al verla despertar, levantó una ceja y dijo:
"Oh, pero si despertó la bella durmiente... ¿O tal vez seas Bo' Rai Cho de Mortal Kombat?"
Haiku, aún confundida y con la mente nublada por el alcohol, lo miró fijamente, tratando de procesar lo que había sucedido. "Q-que sucedió?" preguntó en un susurro, intentando recordar.
Lincoln se encogió de hombros, con una expresión de desinterés. "Nada nuevo, te emborrachaste, quisiste acostarte conmigo, lo usual."
"¡Espera! ¿¡Nos acostamos!? ¡Dime que no!" Haiku se incorporó en la cama, visiblemente alarmada.
Lincoln, con una sonrisa divertida, la miró de reojo. "¿Que no? La pasión, la gimnasia... ¡Creo que hicimos al bebé de Tom Ellis con todo lo que hicimos!"
Haiku, aún más confundida y aterrada, se levantó un poco más, buscando desesperadamente respuestas. "No, no espera... ¿¡Tú y yo!?"
Lincoln, riendo ligeramente, negó con la cabeza. "No hicimos absolutamente nada."
Haiku, aún con cara de incredulidad, miró su cuerpo, notando que estaba sin ropa. "Espera, no nos acostamos... ¿Y por qué estoy sin ropa?"
Lincoln no pudo evitar reír ante su reacción. "Porque a mitad de tu lindo sueño, me abrazaste, luego te quitaste la ropa y me gritaste furiosa que mi ropa es muy calurosa... Se te está haciendo un hábito extraño, ¿sabes?"
Haiku, completamente sonrojada y ahora avergonzada, tiró las sábanas sobre su rostro para esconderse. Lincoln, al ver la escena, no pudo contener una carcajada.
"¡No le digas a nadie!" gritó Haiku desde debajo de las sábanas, su voz llena de pánico.
"Tranquila," dijo Lincoln, aún riendo, "no diré nada... pero Lucy sabe que estoy aquí."
Haiku lo miró, los ojos abiertos como platos. "¿Por qué diablos le dijiste?" preguntó, incrédula.
Lincoln, sin perder la calma, se encogió de hombros. "Después de la sexta llamada perdida, sentí que debería responder."
"¡Maldito!" gruñó Haiku, tapándose aún más con las sábanas.
Lincoln, intentando calmar la situación, se levantó de la cama. "Voy a irme de la habitación para que te sientas cómoda vistiéndote."
Antes de irse, lanzó una última sonrisa juguetona hacia Haiku. "Recuerda, todo esto es tu culpa... pero no te preocupes, no le diré a nadie más."
Con eso, salió de la habitación dejando a Haiku en la cama, aún tratando de procesar todo lo que había sucedido.
Lincoln estaba sentado en la sala de estar, revisando su teléfono mientras esperaba. Miró alrededor, observando el estilo gótico y oscuro que dominaba la decoración de la casa de Haiku. No está mal... si viviera en una película de vampiros, pensó, con una sonrisa divertida en el rostro.
Haiku apareció en la sala, vestida con un pijama negro con pequeños detalles de murciélagos. Se veía más tranquila, aunque aún llevaba el rostro ligeramente sonrojado por la vergüenza. Lincoln alzó una ceja al verla.
"Vaya, vaya... mira quién decidió vestirse de nuevo. Pensé que ibas a declarar que esta casa era 'zona libre de ropa' después de anoche."
Haiku se cruzó de brazos, claramente avergonzada, y le lanzó una mirada molesta. "¿Puedes no recordarme eso? Me siento lo suficientemente estúpida, gracias."
Lincoln se rió suavemente y levantó las manos en señal de rendición. "Está bien, está bien. No más bromas de borrachos por hoy."
Se levantó del sofá y comenzó a estirarse. "Bueno, creo que debería irme. Mi padre y mis hermanas estarán insoportables, y seguro que me molestarán por irme sin avisar."
Haiku, que parecía relajada hasta ese momento, dejó entrever un gesto de decepción. Miró hacia otro lado, intentando sonar casual. "¿Ya te vas? Pensé que te ibas a quedar un rato más."
Lincoln notó el tono de su voz y se detuvo. La miró con una media sonrisa y ladeó la cabeza. "¿De verdad quieres que me quede? Creí que te molestaba mi presencia."
Haiku rodó los ojos con un leve suspiro. "Si eso fuera cierto, no te habría invitado en primer lugar. Ahora, ¿puedes dejar de hacerte el gracioso y sentarte?"
Lincoln soltó una pequeña risa y volvió a sentarse en el sofá. "Bueno, si insistes tanto... pero si vuelves a ponerte a gritar sobre 'ropa calurosa', juro que esta vez me voy de verdad."
Haiku se llevó una mano a la frente, como si intentara borrar la vergüenza de su memoria. "Por favor, deja de mencionar eso."
Lincoln sonrió de lado y tomó el control remoto. "De acuerdo, pero solo porque soy una visita educada. Ahora, ¿qué vemos? ¿O tienes más secretos embarazosos que confesar antes de empezar?"
Haiku lo fulminó con la mirada, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa. "Cállate y pon lo que quieras."
Las horas pasaron en silencio, interrumpidas solo por el sonido de la televisión y los ocasionales comentarios de Lincoln. Finalmente, el amanecer se asomó por las ventanas de la casa de Haiku, iluminando los tonos oscuros de su decoración. Lincoln, quien había dormitado en el sofá, se desperezó y miró hacia la puerta con un suspiro.
"Bueno, es hora de que me vaya," dijo mientras se ponía de pie y se estiraba. "Tú deberías dormir un poco. Pareces un vampiro que se olvidó de buscar su ataúd."
Haiku, que seguía despierta y luchando contra el cansancio, lo miró con un gesto cansado pero burlón. "Y tú pareces un idiota que no sabe despedirse."
Lincoln soltó una risa breve, pero antes de que pudiera responder, Haiku se levantó de su silla y lo abrazó inesperadamente. Lincoln se quedó congelado por un segundo, sorprendido, mientras un leve sonrojo se asomaba en su rostro.
"No quiero que te vayas," murmuró Haiku, con un tono suave y algo somnoliento.
Lincoln, aún algo rígido por la sorpresa, intentó bromear para aliviar la incomodidad. "¿Desde cuándo te volviste tan pegajosa? ¿Es el vino o el insomnio?"
Haiku suspiró, soltándolo, y le dirigió una mirada entrecerrada pero divertida. "No, es que, cuando no eres arrogante, eres divertido de tener cerca. Es raro, pero me gusta."
Lincoln rió suavemente y respondió con una sonrisa. "Y cuando no estás intentando molestarme, eres buena compañía. Pero no te acostumbres a escucharme decir cosas agradables, ¿eh?"
Haiku rodó los ojos, pero se notaba un leve sonrojo en su rostro. "Sí, claro. Ahora vete antes de que cambie de opinión."
Lincoln asintió y se dirigió a la puerta, con Haiku siguiéndolo. Justo antes de salir, se giró hacia ella. "De verdad, ve a dormir. Si no lo haces, vas a convertirte en la protagonista de una película de terror gótico."
Haiku sonrió con cansancio. "Sí, sí, lo haré. Ahora largo de aquí antes de que me arrepienta de ser amable."
Lincoln rio, levantando una mano en señal de despedida. "Nos vemos, Haiku."
"Nos vemos, Lincoln," respondió ella, observándolo mientras se alejaba por la acera. Cerró la puerta y dejó escapar un largo suspiro antes de arrastrarse hacia su cama, finalmente permitiéndose descansar.
...
Lincoln empujó la puerta de la casa Loud, ya esperando la avalancha de críticas que se avecinaba. Apenas puso un pie adentro, Lori fue la primera en hablar, con los brazos cruzados y una expresión de superioridad en su rostro.
"¿En serio, Lincoln? ¿Te fuiste toda la noche sin avisar? ¿Qué clase de irresponsable hace eso?"
"Lo que Lori quiere decir," intervino Luan con una sonrisa falsa, "es que desaparecer así es un chiste... y no precisamente uno bueno."
Lynn Jr. se adelantó con una actitud agresiva, como siempre. "¡Claro que no! Es típico de Lincoln correr y esconderse como siempre hace."
"Qué sorpresa," comentó Lola con un tono venenoso. "Lincoln siendo egoísta otra vez. ¿Es que no piensas en cómo nos haces quedar?"
Lisa ajustó sus gafas y añadió, "Las estadísticas muestran que tu comportamiento errático podría afectar negativamente la dinámica familiar. Tal vez debería monitorear tus movimientos."
Lincoln suspiró, dejando que las palabras resbalaran como gotas de agua. Pero antes de que pudiera responder, Leni intervino, con las manos en la cintura.
"¡Ya basta, chicas! Lincoln puede hacer lo que quiera. No tienen por qué molestarlo," dijo con una voz firme, algo raro en ella.
Luna asintió. "Sí, dudes. Siempre están encima de él. Déjenlo respirar, por favor."
Lucy, desde su rincón habitual, lanzó una mirada helada a las hermanas críticas. "No tienen derecho a decir nada. Siempre lo tratan como si fuera un extraño."
Lana abrazó a Lily y miró a Lincoln con una sonrisa. "Estoy de acuerdo con Lucy. Lincoln siempre nos ayuda, así que dejen de ser tan malas."
Lincoln, harto, levantó las manos. "¡Basta! No tengo que darles explicaciones a ninguna de ustedes. No les debo nada." Su voz resonó en la sala antes de girarse y dirigirse a las escaleras, ignorando los intentos de las hermanas críticas de responder.
...
Al llegar a su antigua habitación, Lincoln cerró la puerta con un golpe y dejó escapar un largo suspiro. "Qué fastidio," murmuró, dejándose caer en la cama. Cerró los ojos, esperando finalmente descansar, pero escuchó un golpe ligero en la puerta.
"Adelante," dijo sin abrir los ojos.
La puerta se abrió lentamente, y Lucy apareció en silencio. Se acercó con una leve sonrisa. "¿Te molesto?"
Lincoln abrió un ojo y luego sonrió. "No, pasa, Lucy."
Lucy cerró la puerta detrás de ella y se sentó en una silla cercana. "¿Cómo estuvo con Haiku?" preguntó con una voz que intentaba sonar indiferente, pero claramente estaba llena de curiosidad.
Lincoln rio suavemente, frotándose los ojos. "No te voy a decir nada. Lo siento."
Lucy frunció el ceño, desilusionada. "¿Por qué no? ¡Soy tu aliada! Además, no voy a decirle a nadie."
Lincoln negó con la cabeza, sonriendo. "No es eso, Luce. Es que... no hay mucho que contar. Pasé un buen rato con ella, nada más. Así que no insistas."
Lucy lo observó por un momento, como si evaluara si estaba diciendo la verdad, y finalmente suspiró. "De acuerdo. Pero no creas que no me daré cuenta si estás mintiendo."
"Lo sé, lo sé," respondió Lincoln, sonriendo. "Eres demasiado buena para eso. Pero créeme, esta vez, todo está tranquilo."
Lucy asintió, satisfecha a medias, y salió de la habitación, dejándolo descansar al fin.
...
Lucy entró a su habitación y encendió su laptop, conectándose al grupo de chat privado que compartía con Maggie, Persefone y Shy. Todas solían usar este espacio para compartir pensamientos, chismes, y, por supuesto, hablar de Lincoln y Haiku, quienes, aunque no lo supieran, eran un tema recurrente.
Lucy:
"Chicas, acaba de pasar algo interesante con Lincoln. Fui a su habitación a preguntarle cómo le fue con Haiku, pero no quiso decirme mucho. Solo dijo que 'pasó un buen rato con ella'. 🤔"
Maggie:
"¿Qué? ¿Un 'buen rato'? ¡Eso no dice nada! Lucy, necesito detalles. ¿Estaba sonriendo? ¿Parecía nervioso? ¡Cuéntalo todo!"
Shy:
"¿Un buen rato? Eso suena... sospechoso. Bueno, no en el mal sentido. O sí. Bueno, ya sabes a lo que me refiero. 😅"
Persefone:
"Es Lincoln. Lo más probable es que no quiera admitir nada para que no se convierta en un tema de conversación, aunque, irónicamente, ya lo es. 🤷♀️ Pero yo no creo que haya pasado nada demasiado profundo. Probablemente solo estuvieron juntos, se quejaron de algo y luego rieron. Fin de la historia."
Lucy:
"Quizás, pero hay algo más. Dijo que no quería decir nada porque 'no había mucho que contar'. ¿Eso no les suena a que está ocultando algo?"
Maggie:
"Totalmente. Lincoln no es del tipo que dice 'no hay mucho que contar' a menos que haya mucho que contar. ¡Confiesa algo sin confesar!"
Shy:
"¿Y si simplemente quiere proteger la privacidad de Haiku? Podría ser algo importante para ella."
Maggie:
"Shy, querida, eso sería cierto... si Lincoln tuviera un solo hueso discreto en su cuerpo. Vamos, este chico no tiene filtro."
Lucy:
"Para ser justos, Lincoln puede ser reservado cuando se trata de sus sentimientos. Pero, al mismo tiempo, le encanta provocar. Me dejó con la intriga."
Persefone:
"Ustedes están exagerando. Estoy segura de que fue algo simple, como hablar y pasar tiempo juntos. Osea fuera de bromas ¿Lincoln y Haiku? Vamos, ¿quién se los cree como pareja?"
Maggie:
"Yo sí me los creo. ¡Se complementan! Él es hablador y molesto, y ella también lo es, pero con más elegancia. Es una relación hecha en el infierno. 💀"
Shy:
"¿De verdad? No sé, creo que Lincoln está demasiado acostumbrado a molestar a Haiku. ¿Qué tal si solo son buenos amigos que se entienden a su manera?"
Maggie:
"Shy, por favor. Nadie pasa tanto tiempo con alguien que 'solo entiende' si no siente algo más. Especialmente si esa persona es Haiku."
Lucy:
"Estoy con Maggie en esta. Aunque Lincoln no lo admita, hay algo diferente en cómo habla de Haiku últimamente. Como si realmente disfrutara pasar tiempo con ella."
Maggie:
"Exacto. Además, ¿por qué no querría hablar contigo, Lucy? Eres su hermana y prácticamente su mejor aliada. Si no confía en ti, algo grande debe estar pasando."
Persefone:
"O, simplemente no quiere que lo molesten con preguntas, lo cual es algo completamente razonable. No todos quieren que su vida privada sea diseccionada. 💁♀️"
Maggie:
"Sí, claro, Persefone. ¿Y desde cuándo es Lincoln el rey de la privacidad? Este tipo literalmente hace comentarios al aire como si estuviera en un show de comedia."
Shy:
"Bueno... pero Maggie tiene un punto. Haiku es diferente. Si fuera alguien más, Lincoln se burlaría o lo contaría todo como si nada. Pero con ella... tal vez lo tome más en serio."
Lucy:
"Eso es lo que me hace pensar que algo cambió. Haiku no es como nosotras; es más directa, y si Lincoln no está acostumbrado a eso, puede estar más nervioso de lo normal."
Maggie:
"Entonces, ¿qué opinan? ¿Son pareja o no?"
Shy:
"No lo sé. Tal vez no lo son aún, pero siento que están más cerca que nunca. Solo es cuestión de tiempo."
Persefone:
"Yo todavía pienso que son solo amigos. Pero si algo más pasa, supongo que no me sorprendería. Aunque no apostaría por ello."
Maggie:
"¡Yo sí apuesto! Es más, Lucy, tienes que sacarle más información la próxima vez. ¿Trato?"
Lucy:
"Trato. Pero no prometo nada. Lincoln es bueno evadiendo preguntas."
Maggie:
"Entonces, solo hazlo enojar. Sabes que siempre termina hablando cuando lo provocas lo suficiente."
Lucy:
"Lo tendré en cuenta. Pero no esperen mucho. Lincoln es un misterio incluso para mí."
Shy:
"Bueno, sea lo que sea, espero que estén felices. O al menos que no se terminen molestando demasiado... ¿o sí? Es divertido cuando se molestan."
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