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[6] El beso

   •~ El beso •~

—Si van a andar con sus cosas mejor váyanse a su cuarto o avisen para acuchillarme antes los ojos —se quejó, con sarcasmo.

Yo me reí, pero antes de poder decir algo o hablarle, Camill me rodó los ojos como niño malcriado y subió las escaleras. Yo en mi triste afán por querer caerle bien a toda la gente o de poder siquiera, saber la razón de su desprecio, lo seguí por las escaleras y lo alcance arriba, en el pasillo, después de haber casi corrido, pues un paso suyo eran casi tres de los míos.

Jalé su brazo con fuerza para que voltease a verme y solté la pregunta que me hacía picar en ese momento la lengua.

—¿Qué rayitos de sol te pasa conmigo?

Él volvió su expresión de una seria a una molesta y despectiva.

—Tú existencia pasa conmigo —escupió.

Arrebató su brazo de mi agarre y siguió su camino antes de que pudiese debatir su respuesta. Desapareció con rapidez por la puerta de su habitación y juraba que si no me enteraba de sus razones para despreciarme, lo trataría de la misma manera.

   🐺

Hoy sería mi primer día en Sunshine City y sería fantástico, lo único o más bien dicho, los únicos que podrían arruinarlo serían Camill con sus berrinches de malcriado o tal vez Enzy con sus molestas carrillas, pero obviaba más lo primero.

Decían que los alumnos podían vivir en la escuela, pero los nueve preferían vivir en casa con Giri, así que yo podría pedir una habitación y usarla cuando quisiera, fuera de eso, estaba en mi libertad siempre y cuando viviese con mi tutor.

Me levanté para tomar la toalla que se encontraba encima de la tapa del inodoro y me envolví en ella, saliendo de la tina de agua caliente para encontrarme contra lo fresco del ambiente de mi habitación en un par de segundos. Rápidamente me coloque el uniforme para después correr al tocador por el cepillo y nuevamente saltar a la cama y refundirme entre las cobijas. El resto lo hice en lapsos entre que me levantaba y volvía a la cama.

Como dicen: siempre se vuelve a dónde uno fue feliz.

   🐺

Después de desayunar, cepillarme dos veces los dientes y ponerme algo de brillo en los labios, me consideraba oficialmente lista. No era nada fuera de lo normal, simplemente una alumna que intentaría pasar desapercibida así fuera su primer día.

—¿Lista? —preguntó mamá desde la puerta.

Yo asentí, levantando me de la cama y tomando mi mochila lista para ser llenada de libros de dos kilos.

—Bien —sonrió—. Giri y los chicos te esperan en la camioneta abajo, apúrate.

En cuanto mamá desapareció de la puerta yo solo me di una nueva pasada de perfume y baje casi corriendo.

Cómo mamá había dicho, Giri y los chicos se encontraban ya en la camioneta —si, camioneta, de esas negras que piensas que te van a secuestrar, pero en este caso era porque Giri tenía muchos chiquillos que repartir—. La puerta corrediza seguía abierta, esperándome para irse.

—Si no llegabas, te íbamos a dejar, eh —bromeó Mahan, con una sonrisa y con un gran y aparente buen humor hoy.

Yo me senté al lado de la puerta, con Enzy a mi derecha, pues después lo interrogaría por lo de ayer.

—Mejor aún, así no pasábamos el día cuidando a esa mini bestia —hastió Camill, con desagrado.

—¿Y tú por qué habrías de cuidarme? —bufé, ya molesta.

Camill me vió casi con odio, más cuando él estaba apunto de contraatacar, Khan lo calló, susurrando le en el oído algo inaudible para mi desde esta distancia.

—Disculpen la tardanza —habló Najak, llegando apenas y sentándose al otro lado de la puerta, frente a mi.

Su mirada se dirigió un momento a mi, cruzando miradas, más él la apartó al oír a Tahel.

—¡¡Vámonos!! —chilló, con entusiasmo.

El resto del viaje a la escuela se baso simplemente en Tahel sin dejar de hablarme de cosas triviales, yo yendo a viajes astrales de un de repente y Camill odiándome con la mirada de vez en cuando.

   🐺

—Bienvenida a tu primer día en Sunshine City, Ayari —habló Tahel, poniendo uno de sus brazos alrededor de mis hombros.

Yo me quedé maravillada al ver la gigantesca escuela. Las construcciones no eran nada fuera de lo común, pero lo grande era definitivamente algo por lo cual debía de ser alagado. Lo que más me maravillava de la escuela, era que los chicos me habían comentado que había una biblioteca de más de 5,000 mtrs² repleta de libros.

Desde ese punto me enamoré de la escuela.

—¿Vamos por tus libros y comenzamos el recorrido? —sonrió.

—De acuerdo —concordé con Tahel.

Los demás chicos se despidieron con la excusa de que debían de llegar pronto a clases, aún cuando habíamos llegado quince minutos antes.

Tahel tomó mi mano y me guío por las escaleras que daban a la entrada principal, iniciando el tan esperado recorrido, mientras que yo solo miraba con asombro cada detalle de hasta los techos.

—Este es un tipo de lovi, solo que no se usa además de las grandes cantidades de alumnos que vienen a estudiar o descansar —explicó, yo me fijé en los grandes sofás, solo que intentando ver todo a la vez que desviaba los cruces de miradas con la gente que notaba a una extraña entre ellos—. Desde este pasillo se va a la derecha, las habitaciones de chicos y a la izquierda, las de chicas —prosiguió, llevándome hasta un enorme pasillo que se dividía en dos, y más adelante, subían dos escaleras a ambos lados también—, las escaleras de allí llevan a los salones del segundo piso, los cuales son los más activos, pues los de la primera planta son el gimnasio, los laboratorios y bodegas.

»El comedor se encuentra en el segundo piso, lo triste es que está hasta la esquina del otro edificio, ya que en la segunda planta hay un puente que conecta con el otro edificio... —alargó. Yo no sabía si entendía o me confundía más, pero solo seguía asintiendo a todo lo que Tahel decía. Si teníamos turismo, creo que Tahel sacaría nueve, y el punto menos porque me tiraba de la mano e iba muy rápido—, hay dos baños en cada planta, las oficinas de encuentran subiendo las escaleras a lo primero y para allá vamos por tus libros —me regalo una sonrisa de bella dentadura—. ¿Todo bien hasta ahora? —asentí con una sonrisa—, bien. Ah, y también hay máquinas expendedoras en ciertos lugares, de vez en cuando las mueven.

Si de algo estaba segura en este momento, era que Tahel hablaba mucho. Eso no me disgustaba para nada, pues era mucho mejor tener un amigo que siempre tuviese tema de conversación a estar incómodos por no tener o saber de qué hablar.

Nuevamente lo admitía: le estaba tomando cariño al chico. Y es que ¿cómo no quererlo? Tahel realmente era un sol. Él brillaba mucho, hasta me encandilaba y yo que tenía que echarme brillantina para ser así de increíble.

—¿En qué clase están tú y tus hermanos? —pregunté, nerviosa de si compartía alguna clase con ellos.

—Pues... —se lo pensó un momento—, yo estoy en 10° grado, tú también, y según se, quedamos en la misma clase —musitó, contento—. Khan, Najak, y Enzy están en 12° grado, juntos también, mientras que Luka, Louis y Mahan están en el 11°, Camill y Ruslan están con nosotros —acabó, deteniéndose frente a una puerta de cristal—. Y aquí estamos —apuntó la puerta con su mano—. Tú tienes que hacer lo que queda de papeleo y yo ya debo de irme a clases, te darán un mapa, así que no tienes porque perderte. Nos vemos —se despidió, dándome un corto abrazo.

—Bye —lo despedí con la mano.

Bueno, supongo que ya tengo un nuevo mejor amigo.

   🐺

Al final solo tuve que firmar que recogía los libros y que me entregaran un papelito para dárselo a los profesores por mi llegada y que me anotarán en las listas, como un justificante. Por culpa de la secretaria lenta, me vi en el lío de llegar tarde a mi primera clase.

Estaba justo al frente de la puerta, rezando porque yo realmente hubiese quedado en la misma clase que Tahel. Alcé la mano en un puño para tocar, a lo cual una maestra la abrió; era de mi justa estatura, de cabello chino muy lindo y largo y ojos verdes, con rostro amigable y confianzudo.

—H-hola, discúlpeme el llegar tarde —tartamudee, incómoda por si alguien estaba viendo mi magnífica primera impresión: una alumna que llega tarde. Aunque digo, si soy pero tampoco quería que se notará tan rápido.

—Ay, no te preocupes mija, pasa —movió una mano en el aire, restándole importancia y se apartó para dejarme pasar. La primera figura que veo al pasar es a Tahel, pues se encuentra, literalmente, en el escritorio frente al de la maestra. Lo saludo con la mano—. Estábamos en un examen.

—¿¡Qué!? —farfulle, llevándome una mano al pecho debido a la impresión. ¿¡Examen!? ¿Por qué justo ahora que me había relajado tanto que había olvidado todo?

—Oh, oh, no te preocupes —me puso una mano en el hombro la maestra... Judith, decía en la blusa de uniforme bordada que tenía—, no es examen examen, es lo para ver qué tal andan —sonrió, a lo que yo hice lo mismo.

La maestra me indicó que me sentara en uno de los escritorios a la orilla de la ventana en la última fila, pues los escritorios estaban de a dos y compartidos. Yo acate después de que me diese una hoja para el examen, solo que al llegar no me esperaba a una de mis nuevas pesadillas vivientes.

—¿Camill? —masculle, indecisa respecto a que este sea mi nuevo escritorio.

—Hola, mini bestia.

Sonreí de forma incómoda, sentándome con desagrado al lado del malcriado, él estaba en la ventana. El silencio incómodo reinó en todo momento.

Comencé a responder el examen, intentando con todas mis fuerzas no voltear a verlo, aún cuando la curiosidad me quería ganar por ver cómo se comportaba en la escuela, que en lo aparente, era muy diferente.

Veamos la primera pregunta...

«¿Qué era la no se qué de Lewis?».

Juro que no se con que poder divino lo hice, pero para cuando aún faltaban diez minutos de clase, ya había entregado el examen. No era que fuera la más inteligente del mundo, digo, si era media burra pero por lo menos pasaba de panzazo algunas veces.

Dirigí mi mirada por un momento a afuera, notando que algunas ramas de los árboles llegaban hasta aquí arriba por la ventana. Me quedé un buen rato viendo por la ventana, a pesar de que el malcriado de colaba en la vista. Lo miré de reojo, notando lo concentrado que él estaba en el examen, sin apartar ni un segundo la mirada del papel. Debía de admitir, se veía lindo tan concentrado en algo que parecía no comprender.

Me recargué la mejilla en la mano y el codo en el escritorio, acomodando me para ver mejor al de ojos esmeralda. Tenía un buen perfil, eh. Su nariz era bonita, pero lo que más me llamo la atención aparte de sus labios, eran sus ojos. Sus pestañas eran medias pero de un buen largo, sus ojos me encantaban, pues realmente parecían una esmeralda.

El chico me caía del cacahuate, pero no estaba tan mal que digamos. (Medio enemies to lovers aquí kajakaja 😅).

—Como sigas mirándome así... —murmuró.

—¿Qué? —pregunté, al no haber oído bien lo último que dijo. Yo me sorprendí un poco de que me atrapará viéndolo, pero sinceramente no me importa, él tenía una belleza que se podía admirar y que con justa razón, debía de ser admirada.

—Que si sigues mirando tanto para afuera tendré que cambiarte de lugar —hastió nuevamente—. Es más, muévete —se levantó, tomando su mochila y la hoja del examen.

—¿Qué? —me quedé anonadada.

—Que te muevas —gruñó—. Te cambiaré de lugar; te la pasas viendo por la ventana y luego a mi, es incómodo —se quedó unos segundos mirándome feo—. Si no te cambias a la ventana cuando vuelva, ya no te cambiaré nada.

Se fue a entregar su examen, mientras que yo con rapidez me moví al otro lugar, indispuesta a no quedarme con el lugar de la buena vista.

   🐺

Las clases habían pasado rápido y pronto llegó la hora del almuerzo, la cuál gracias a Dios, duraba media hora. Yo había notado que Camill es más bipolar que malcriado, pues a la maestra hasta le sonreía. Los mayores ya estaban en la puerta para cuándo Tahel había venido por mi y Camill para ir a la cafetería, pues Ruslan se había ido un rato antes por ir al baño.

—¿Qué suelen comer ustedes? —pregunté, dudando de sobre tomar un poco de carne.

—Solemos traer nosotros nuestro almuerzo e ir al techo, solo que hoy Tahel quiso que te mostraramos la cafetería —contestó Mahan con tranquilidad, tomando una lechita de vainilla y poniéndola en mi bandeja.

—¿Cómo sabes que me gusta la de vainilla? —indagué, dudosa, alzando una ceja.

El pareció nervioso por un momento.

—Es que a eso hueles, solo creí que te gustaba —balbuceó.

—¿Me has olido? —solté, sin medir bien las palabras de la pregunta. Mahan me miró aún más nervioso y respondió.

—Además compraste como tres de esas la vez que fuiste a la tienda —reparó, volviéndose a la mesa donde estaban el resto de los chicos.

«Que momento incómodo y raro».

Seguí viendo que más había para escoger y al final solo me quedé con la lechita de vainilla y un mofín que vi por ahí.

Me acerque a la mesa, sentándome y escuchando a los chicos hablar sobre la escuela y el próximo juego de Nighball con tranquilidad —aunque bueno, no tanta porque se oían medio echándoles tierra a los de Decelis—. Tahel de vez en cuando me robaba algo de mofín y yo, ya entrando en confianza, a veces le quitaba algo de lo suyo.

—Necesito ir a ver algo rápido con el invernadero —informó Najak, viendo su teléfono.

—¿Cuidas las plantas también aquí? —pregunté, entrometida como siempre.

—Si, de vez en cuando me piden ayuda para tantas flores —respondió, pensando en algo—. ¿Quieres ir? Hay muchas aquí.

Yo me lo pensé un momento y luego asentí. No era fanática pero si me gustaban algunas.

Seguí a Najak después del rápido abrazo de Tahel. Estaba comenzando a notar que el invernadero de la escuela estaba realmente lejos. Al llegar Najak entro a una bodeguita y tomo unas tijeras para después dirigirse a una mesa con unas hermosas flores blancas.

Najak tomó asiento en la mesa con la maceta de la flores blancas y yo también, solo que al otro lado. Najak comenzó a cortar algunas hojas muertas y la flor comenzó a verse aún más blanca y con vida. Me acerque un poco de nada a oler la flor y está olía de maravilla, como ninguna otra.

—Es una flor rara, nada común —comenzó a hablar Najak—. No sabemos si fue creda por ciencia o es una especie única, pero cuando la plantamos nació así —explicó—. Huele de maravilla, ¿no?

—Si —susurré.

Ambos nos empezamos a acercar para oler mejor la hermosa flor, aroma el cual me parecía mágico y cautivador, y creo que a él también.

No supe en qué momento nos acercamos tanto o si fuí yo o él, pero en cierto momento nuestros labios se encontraron, siendo cómplices de un beso no esperado. Najak tomó en cierto momento mi cabeza, sin permitir que rompiese el beso y sinceramente, no quería hacerlo.

Sus labios eran suaves y se movían lento. Los nervios se hicieron presentes en mi con rapidez, y yo lo único que podía hacer era perderme en el momento mágico hasta que...

Click.

   Camill.

Mentira.

Lo único que quería era admirarla yo a ella.

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Holiiiiss
Se que me desaparecí está semana pero prometo volver con algo mejor.
Ya se empieza a desvelar la tramaaaaa
Voy a traerles cosas que no se esperan kajakaj

Ah, y discúlpenme si no narro muy bien la parte del beso, es solo que aquí su escritora nunca ha besado a nadie y ps la verdad me base en besos narrados de otros libros jaja 😭

¡¡Fotito que les regaló de Mahan en multimedia!!

Bye and Ai shiteru

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Dato curioso de hoy:  ¿Están list@s para la Luna llena de Lobos de mañana?

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