Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16

NOTA: Cuídate de aquellos que dicen amarte.

Capítulo corto esta noche, sorry... Luego lo compenso.

Capítulo 16

Abro la puerta usando mi llave.

Me impresiona y extraña lo que presencian mis ojos.

La casa está hecha un caos. Veo cajas apiladas y esparcidas en el recibidor, leo las palabras escritas con marcador negro en el centro de estas, y compruebo que todas pertenecen al cuarto en el que (supuestamente) iba a dormir hace tres noches.

Despliego las cuatro alas de una de las cajas, y ojeo su contenido con un ajeno sentimiento de melancolía en la garganta. Me pone sensible ver estos juguetes que nadie ha tocado, que ningún niño o niña ha visto para su distracción o diversión. Estas son las cosas que Gema le compró al bebé no nacido de Vera.

Me pongo mal, sentimental, como si fuera mi pena y no la de mi hermana. No entiendo por qué.

Y me pongo aún peor, cuando mis oídos advierten el sonido de alguien sorbiendo por la nariz, como si hubiera pasado horas sollozando. El ruido procede de la sala. Allí distingo mantas, almohadas y toallas de princesas. Junto a la cuna yace mi hermana tumbada de costado en la alfombra, viendo desde abajo la cama que espera ver —algún día— completa por un bebé, su bebé.

Me acerco a su figura derrotada en el campo de batalla. Si no estuviera llorando en silencio, con los ojos fijos en el colchón hipoalergénico de la cuna, pensaría que está muerta. Pero no, sólo está atrapada en un estado catatónico de infinita tristeza. Porque no puede ser madre, y eso la está matando.

—¿Vera? —le hablo con cariño, temiendo su reacción.

—Dice que se va a ir. —Su voz es un susurro apagado y desgarrador. Ha estado llorando a lágrima viva, ahora estoy segura.

—¿Quién?

—Las cosas para nuestro hijo. Jack no las quiere más aquí.

Por un lado: me alegra que ese despistado al fin esté poniendo orden en su casa; pero, por el otro, bueno..., una parte de mí se siente culpable de provocar esta reacción en mi hermana mayor. Soy responsable de su dolor, de cierta forma.

—Vera...

—¿En dónde estuviste? —Me deja fuera de juego con su pregunta. ¿A qué vino el súbito cambio de tema?

—Am... Te dejé un mensaje. No me respondiste, así que supuse que estaba bien dormir afuera. —Puede que el desorden en mi cabeza sea motivo de desconfianza, pero no olvido cuando mis dedos teclearon un aviso para ella en WhatsApp.

Porque lo hice, estoy segura.

—¿Con quién estuviste? —me interroga en un tono acusador—. Hueles a sexo. ¿Te acostaste con alguien?

«¿Por qué me lo pregunta si ya conoce la respuesta?»

—¿Por qué no dices nada? ¿Tienes algo que esconder?

—Estuve con Hudson —respondo sin ánimo de entrar en guerra con ella.

Quiero irme, pero no puedo dejarla. Entonces, espero su contestación.

—¿Sigues durmiendo con él? —Su pregunta parece una denuncia al orden público con ese tono de voz.

—Sí. —Pongo los ojos en blanco; esto es cansado.

Cuando pienso que se ha dado por vencida con su indagación, me sorprende escucharla romper el silencio con un llanto ahogado. «¿Y ahora qué le pasa?».

—¿Por qué? —Solloza—. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué me haces daño?

Me crispo. Esa sensación de la otra noche vuelve a correr por mi columna vertebral: miedo, confusión, ansiedad. Como si hubiera oído la alerta sísmica, así me siento.

—¿Por qué, Georgeanne? ¿Por qué?

—Porque me gusta, Vera. ¿Por qué más iba a ser?

Me desesperan estas preguntas que no vienen al caso. ¿Por qué le importa que me acueste con Hudson y no con el hermano? Michael es una basura como persona. Podrá ser un excelente cirujano, el mejor del hospital en donde trabaja, pero como hombre deja mucho que desear con sus comentarios y sus posturas clasistas.

—Tú no le gustas —masculla, encogiéndose en la oscuridad. Hecha un ovillo refunfuñón, musita en un tono irritado—: No le gustas.

—¿Hablas de Michael?

—Hablo de Hudson —dice, enfadada—. Tú no le gustas. Tú sí lo quieres a él, pero sé que él no te quiere a ti. Porque no puede, no puede, no puede... —Suelta un suspiro lastimero de sus labios, algo patético, que me pone de mal humor—... Él no ama porque no puede.

—No lo amo —digo muy en serio para que deje de llorar de esa manera—. Y él no me ama a mí. —«Eso creo», añado para mis adentros.

Un aura oscura se respira en la sala cuando ella profiere con voz dura:

—Por tú bien, espero que sí.

Rechino los dientes mientras me alboroto la melena castaña con un movimiento de manos. Está poniendo a prueba mi paciencia.

—Vera, levántate. Tienes que ir arriba a darte un baño y a dormir un rato. Eso te calmará, te lo aseguro.

—¿Sabes qué me calmará? Un hijo.

—¿En dónde está Jack? —Veo a mi alrededor con una nota molesta en la voz. Presiento que el muy cobarde huyó, como de costumbre.

—No lo sé —dice, pero no le creo—. Hace horas que no lo veo.

—¿Crees que está con Michael o con Hudson? —Busco mi celular en mi bolso—. Vera, responde. Tienes que ayudarme a localizar a tu esposo, por favor.

—¿Por qué, si ya no lo amo?

Detengo mis movimientos, y observo a la persona que llamo «Vera», mientras continúa con su diálogo:

—Estoy enamorada de otro hombre, de alguien que sí me besa, que sí añoro, que sí amo, que sí quiero a mi lado como mi esposo y el padre de mis hijos —dice/confiesa/desvaría. Pero ¿de qué mierda está hablando?

Ha estado bebiendo. O encontró mi marihuana medicinal y se puso a fumar en mi ausencia, sólo esa explicación tengo para este extraño comportamiento. No quiero sonar como la ardida de Gema, pero... Esta conducta no es propia de Vera.

—¿Estás drogada? —Ésta no puede ser mi hermana. Ella no es así.

—Estoy aburrida de estar casada con Jack. Ya no lo amo. Y él ya no me ama. —Sus labios forman una sonrisa irónica mezclada con aflicción—. Pero, por lo visto, nadie lo hace. Ni siquiera el hombre con el que he estado a espaldas de Jack. ¿Sabes lo desesperante que es ser una mujer impecable, sonriente y ejemplar como yo, que no tiene a nadie que la desee, que la quiera, que esté ahí para ella? ¿Lo sabes? ¿No? —se ríe de su desgracia—. Claro que no. Porque tú no sufres lo mismo que yo. Porque tú eres hermosa, inteligente e independiente.

Le escribo un mensaje rápido a Jack: «¡VEN A CASA AHORA!».

Vera continúa delirando:

—Eres perfecta. Todos se enamoran de ti.

—Vera, te quiero mucho, pero tienes que levantarte e ir a tu habitación.

—¿Por qué? ¿Quieres una razón para quedarte con todo lo que me pertenece?

—Vera... —suspiro—... Te lo estoy pidiendo por favor, vamos a arriba. Te cantaré y todo, pero por favor haz caso.

—Quiero quedarme aquí.

—Ve... —empiezo a decir, pero me interrumpo cuando escucho que un auto se estaciona frente a la casa. Inspecciono por la ventana a ver quién es, y compruebo que es el vehículo de Jack.

«¡Al fin, refuerzos!»

Respiro, aliviada, y corro a la entrada principal para recibirlo y contarle mis sospechas de que su esposa está drogada (para que no se asuste cuando oiga sus disparates), pero me sorprendo al abrir y encontrar a una persona diferente que está respirando como un toro en el umbral de la puerta. Es Hudson.




Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro