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"El príncipe egocéntrico"

Primera parte.
Capitulo 4

Durante mi infancia sólo ansié ser amada. Todos los días pensaba en cómo quitarme la vida, aunque, en el fondo, ya estaba muerta. Sólo el orgullo me salvó. -Coco Chanel-

June.

Oficialmente la fiesta había dado inicio cuando la última señorita se presentó ante la falsa corte real. Los caballeros al escuchar tocar a la orquesta comenzaron con un vaivén muy sutil de chica en chica; como yo estaba junto a Eloise y Yanis muchos de ellos se acercaron y me saludaron por mera cortesía.

- Buenas noches, señoritas. - Se despidió un alegre chico, con ideas un poco sosas para mi gusto. Había invitado a Eloise a bailar, así que ella muy alegremente anoto su nombre junto al séptimo baile de la noche en su carné de nácar.

Fui testigo de cómo poco a poco mis amigas seguían llenando sus tarjetas con pretendientes, de cómo la noche para ellas comenzaba a tornarse especial; pues era algo con lo que siempre habían soñado. Tome la pequeña tarjeta atada en mi muñeca solo para darle un vistazo: tenía adornos en dorado y pequeñas letras en cursiva, una enumeración con espacios para los nombres del 1 al 8 y hasta el pie de este, dos espacios extras y a su costado el nombre del instrumental.

Bueno, yo no necesitaría esos dos extras, pues ni siquiera un solo nombre tenía en mi carné. Ni una sola reserva, ni siquiera un saludo que se dirigiera solo a mí. ¿Podía ser verdad?, que ningún caballero se atreviera a hablarme porque, entre tantas chicas bellas, ¿Quién se va a fijar en la fea? Además, cuando vi a Charlotte llenar su carné en menos de 15 minutos, supe que yo no tenía esperanza alguna.

- Hay muchos chicos lindos. - dijo Rut.

- ¿Ya viste el instrumental? - Comentó Eloise.

- ¡Oh!, ¡abra un vals!, ¿Cómo es eso posible? - Se escandalizó Rut, pues el vals implicaba mucho contacto físico, en otras épocas muy poco aceptado.

- La reina victoria los baila todo el tiempo, no es una sorpresa que los incluyan en las fiestas Rut. - Le aclaro Eloise.

- Tienes razón.

Sus charlas me parecían tan amenas a mí, pues ¿Qué podría opinar yo?, si no más que del clima que cada vez parecia más invernal, que me erizaba la piel desnuda. No voy a mentirme diciendo que no me importa que los caballeros no tengan interés en mí, que cada que se acercaban a nosotras mi corazón no se aceleraba pensando en que "quizás viene a invitarme a mi" y después se quebrara en decepción cuando saludaban a Eloise o Rut y les pedían que, por favor, los dejaran bailar una pieza con ellas, mientras yo estaba, por un lado, como un muro más de decoración, muriendo por dentro.

Me hicieron sentir invisible. Fea decía mi subconsciente.

Aun así, no me deje vencer por eso. Aunque el corazón se me estuviera derritiendo de decepción no lo demostraría, porque no soy el tipo de chica que sale corriendo, que huye. Así que me plante en mi lugar, con mi tristeza, con mi decepción y con la vergüenza de ser la única chica a la que nadie había invitado a bailar.

Preferí pensar en otra cosa, como, por ejemplo; en los hermosos arreglos de flores que habíamos ayudado a crear. El salón era inmenso, como estaba al aire libre tenía fuertes muros que lo sostenían y al pie de ellos unos hermosos jarrones llenos de tulipanes y rosas blancas. Del techo colgaban grandes candelabros para iluminar la estancia con luces de tono cálido que resaltaba en gran parte la decoración dorada de todo el lugar. El quiosco se encontraba a un costado del salón, un camino de piedra se abría a la mitad de este para dejar salir a la orquesta, que tocaba instrumentales de ambiente mientras comenzaba el primer baile.

Y hablando del baile, mis pensamientos fueron interrumpidos al escuchar una ruidosa trompeta, que anunciaba el inicio del primer baile.

- ¡Ya va a comenzar! - Canturreo feliz Rut. Habían estado hablando mucho, pero era hasta ahora que les había prestado atención.

- ¿Con quién bailaras? - Le pregunte a Eloise fingiendo interés. Reviso sutilmente los rostros hasta toparse con un grupo de caballeros muy platicadores en una esquina del salón.

- En aquel grupo. Bailare con el chico de ojos azules, ¿No es muy apuesto? - Asentí con poco entusiasmo al darme cuenta de quien era, por segunda vez en la noche nuestras miradas se volvieron a encontrar. Eloise dio un pequeño salto muy entusiasmada, pues si, ya habían decidido que él era uno de los caballeros más apuestos del lugar y luego me di cuenta, que toda la charla que habían tenido era sobre quien era el más rico, el más apuesto, el más interesante y agradable de todos y supuse, que los caballeros nos estaban clasificando de la misma forma.

Cómo objetos.

Pronto todas comenzaron a colocarse en sus lugares, pues el primer baile era en parejas, y como ceremonia tenían que bailar todos, ¿Quién sería el pobre desdichado que tendría que bailar conmigo? Se formo un nudo en mi garganta cuando vi al ojiazul acercarse.

- Buenas noches, señorita Loughty. - Hizo una pausa para besar el dorso de su mano y siguió. - ¿Me permite bailar con usted la primera pieza? - Ella encantada sostuvo su mano para acercarse el centro de la pista. 24 parejas estaban formadas, y yo estaba sola.

Eloise me dirigió una mirada triste cuando vio mi situación y trato de venir hacia a mí, pero su pareja la tomo con fuerza y luego, una sonrisita burlona se le dibujo en el rostro al verme sola. ¿Por qué estaba siendo tan cruel conmigo?, ¿Por qué disfrutaba verme en esa situación tan vergonzosa? Y pronto sentí las miradas de los coordinadores desconcertados, empezaron a asfixiarme esos ojos lastimeros.

Cuando la orquesta comenzó a tocar fue mi señal para irme. Sentí como el estómago se me revolvía con cada paso que daba por el jardín, pero el oxígeno volvía a mis pulmones, la presión disminuyo cuando perdí de vista el salón y me adentré en un patio que parecia no ser parte de jardín. Ellas jamás me entenderían, bailaban felices en un hermoso salón que parecia un cuento de hadas y yo era la pieza que no encajaba, la restante y por años escondí esa verdad, creyendo que mi personalidad y mis ideas serian suficiente.

- Que tonta fui. - Dije con rabia desde el interior de mi corazón. La venda por fin se me caía de los ojos; yo no era agraciada y por más que el vestido fuera esplendido siempre se vería opacado por mi fealdad, me sentí tan expuesta y desnuda, pero a la vez invisible.

Era un sentimiento extraño, como si no fuera mío. Me dije a mi misma que no huiría, pero, necesitaba estar sola y no había promesas ni orgullos que me detengan cuando siento que el oxígeno se extingue. Cuando siento que voy a vomitar mi propio corazón por la boca. Así que me escurrí en los alrededores como una sombra tenebrosa hasta desaparecer, no conocía aquel lugar, seguí caminando por un sendero, hasta que llegué a una especie de rotonda, con una fuente en medio:

Era un encapuchado sin nombre. Sostenía una copa de la cual salía agua que por el mecanismo parecia nunca agotarse, y en el emblema a sus pies decía: "Que la abundancia en nuestro mundo sirva de ejemplo para las futuras generaciones, para que no se pierdan en ella"

No entendí del todo la frase, aunque en realidad no me importo analizarlo. Me senté no muy lejos de ella en una pequeña banca, pues hasta ahí llegaba la luz. De ahí en adelante el laberinto de arbustos se extendía en la oscuridad, así que para evitar perderme hasta ahí permití llegar a mis pies. Todo estaba en total calma en aquel espacio solitario, apenas y podrías darte cuenta de que del otro lado había una fiesta, fiesta en la cual no hacía falta mi presencia y por supuesto que ni siquiera notarían que no estoy allí. Prefería morir de frio antes que sufrir más pena en aquel dichoso baile.

No te alejes tanto. No camines en la oscuridad.

Aquellas palabras parecían susurros que provenían de todos lados; no me tomo por sorpresa, pues, aunque no era usual, ya no le temía a aquella voz, más bien, me empezaba a preguntar ¿por qué le encantaba darme ordenes?, pues bien, esa noche no estaba del humor para soportarlo.

- ¿Qué hay de peligroso en la oscuridad, que no se encuentre en la luz?, ... ¡Dímelo! - Pregunte al aire en un intento desesperado por entender cualquier cosa. Por entenderlo.

Me sentí como una completa lunática y es que así me haba sentido últimamente. Me levante de aquel lugar decidida, mire más allá de los arbustos, por ese sendero oscuro que parecia no tener retorno y, ¿Qué pasa si desafió esa voz molesta?

- Sea lo que seas mírame, estoy a punto de hacerlo. - Me acerque al camino. - Sino me dices que eres, voy a hacerlo. - amenacé mientras colocaba la mitad de mi cuerpo en el camino, aquella voz no respondió. Mire el camino frente a mí, ¿De verdad lo haría?, jamás había sido tan tonta en mi vida; pero ya estaba harta de todo, del rechazo, de la lastima, de las apariencias, de aquella voz y sobre todo de no tener libertad.

-No voy a ser una prisionera nunca más. - y me sumergí en la oscuridad de lleno. Con cuidado seguí caminando pues técnicamente iba a ciegas, solo yo y el brillo infinito de la luna. En algún momento di vuelta; se trataba de un jardín dentro del laberinto, solo que descuidado y al parecer, escondido. En algún rincón del pequeño escondite parecia haber algún tipo de construcción que no pude distinguir, al acercarme para ver bien que era tropecé con alguna especie de raíz. En el suelo me recibió la yerba seca. Al contacto vi como pequeños bichos alados se levantaron de su siesta dándome el susto de mi vida, pues me levanté de un salto. A medida que subían sus colitas se prendían.

- Solo son luciérnagas. - Me reí de mí misma por el susto de muerte que había sufrido por aquellos insectos inofensivos. Pronto el patio se ilumino por cientos de ellas. Traté de atrapar una con gentileza, cuando la tuve en mis manos sus pequeñas alas se extendieron y su cola centello un par de veces como las estrellas, antes de irse junto a sus hermanas.

Parecia magia.

- ¿Qué haces en mi jardín? - Escuche una voz masculina a mis espaldas, por lo que me gire de inmediato; un hombre estaba recargado en la entrada, con los brazos cruzados e imagine que con el ceño fruncido ya que no podía distinguirlo. De pronto ya no había luciérnagas que iluminaran el lugar.

El silencio invadió la oscuridad y me pareció la combinación ambiental más tenebrosa. Me debatí entre si realmente había un hombre de pie hablándome, o era yo que ya me había vuelto loca. Lo descubrí cuando se aclaró la garganta y pareció descolocado por mi silencio.

- ¿Su patio?, no sabía que los terrenos tuvieran un dueño. - Lo escuche quejarse y luego metió sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Hacer eso frente a una señorita era totalmente una falta de respeto.

- Bueno y yo no sabía que en Pandora se criaran chicas tan entrometidas y cotilleras, ahora, ¿Puedes salir de mi propiedad?, ¿oh prefieres que te saque yo mismo? - Su voz engreída había logrado sorprenderme, pues jamás pensé que de entre todas las situaciones podría encontrarme con semejante petimetre.

- Sera un placer irme por mis propios pies, pues ellos me trajeron a tan desagradable lugar. - Me sacudí la falda y hecha una furia me dirigí a la salida. - Que tenga buenas noches, señorito - Murmure cuando le pase por un lado, pero este puso uno de sus pies en mi camino haciendo que callera contra el piso de manera estruendosa. Pequeñas piedras se incrustaron en mi antebrazo.

- ¡Pero que tonta eres! - Dijo entre carcajadas. - Dios, levántate que das pena. - Articulo con dificultad mientras me extendía la mano para "ayudarme"

¡¿Por qué esta noche tenía que ser un total fracaso?!, ¡¿Por qué todo tenía que salir mal?!, pensé me moría de vergüenza y la sangre caliente llegaba a mi cabeza. Golpe su mano con total rechazo mientras me levantaba muy sobre saltada, pues la cólera me nublaba el pensamiento. Lo mire de pies a cabeza, y aunque no podía ver sus facciones apunte a su silueta de forma asesina.

- ¡Escúchame bien, princesita! - Le grite mientras uno de mis dedos hacia presión en su pecho.

- ¡Mas te vale que me dejes en paz, porque he tenido una noche patética y no voy a dejar que un señorito más me diga que tengo que hacer y si, es una amenaza! - Agregue: - y si yo quiero estar en tu mugroso jardín ni tú, ni la reina de Inglaterra me lo van a impedir, ¡voy a hacer lo que me plazca! - Estábamos cara a cara, lo sé porque sentía su respiración apacible y la mía vuelta un lio. Su espalda estaba contra una de las paredes de musgo. Había descargado mi ira en un total desconocido y lo peor es que se sentía bien.

- Oye decídete, soy un señorito o una princesita, - se acercó a mi rostro - no puedo ser ambos. - concluyo en un murmuro. Me di la vuelta molesta por su ironía guiándome con la poca luz a la salida del laberinto.

¿Ahora a donde iría?, de verdad que era sorprendente ese pobre diablo, con esa personalidad de rey que tenía, no llegaría muy lejos si seguía siendo tan engreído. Era un niñato, seguramente, con padres muy ricos, un noble carente de humildad, sin duda.

Ni los millones podrían cambiarle esa personalidad nefasta. Escuche sus pasos tras de mí y fue mi señal para seguir caminando, el único camino era volver al baile y enfrentar a las demás que seguramente me comerían viva, ya lo podía sentir:

El oxígeno desapareciendo.

Cuando llegue todos parecían ocupados y fue un alivio para mí, pues no necesitaba su lastima. Todos parecían estar hablando de la misma cosa, por sus miradas intuí que esperaban a alguien, pero ¿A quién? Me acerque a Eloise que charlaba muy eufórica con Yanis y Lot que corrieron a mi encuentro.

- June, ¿Dónde te habías metido?, ¡Casi te pierdes el evento de la noche! - Expreso emocionada Yanis, tanto que no podía controlarse.

- ¿Estas bien?, si te sientes mal podemos ir adentro. - Me pregunto sobrecogida Eloise, pues era la única que se había dado cuenta de mi ausencia y del por qué.

Las trompetas resonaron en el lugar y todos se colocaron en los costados rápidamente.

- Ya es tarde para explicarte, ¡Tendrás que verlo tu misma! - Chillo Yanis.

¿Qué?

Eloise me arrastro hasta quedar a un costado de la pista, por alguna razón todas parecían muy contentas, más de lo que ya estaban.

- ¡Atención! - Ordeno un vocero que poseía un traje distinto a todos los demás. Su voz resono con fuerza hasta el último rincón.

¿Era parte de un sequito real?

- ¡Ulteriormente su majestad Edward, príncipe de gales; sucesor de la corona real de Buckingham!

Pronto por el camino de piedra se pudo apreciar al príncipe, con un sequito real siguiéndole no a menos de un metro de distancia. Conforme avanzo a la pista pronto todos hicimos una reverencia por respeto. Mi corazón se detuvo al verlo, pues, era el chico más atractivo en toda la multitud; sus cejas pobladas, nariz recta, los labios delgados, la mandíbula marcada y una sonrisa encantadora. Su traje estaba hecho a la medida, su cuerpo era delgado, si, tal como un príncipe debía lucir.

Todas lo admiraban. Estaban encantadas de tener un príncipe entre ellas y ¿quién no?, si era el ser más hermoso que jamás volvería a ver.

Estábamos frente al futuro rey de Inglaterra, era un poco aterrador, si, estar frente a alguien con tanto poder.

- ¡A continuación, el príncipe elegirá a una debutante para bailar la tercera pieza de la noche! - Anuncio el vocero una vez el príncipe había arribado. El miro a todas, lo sé porque seguí su mirada hasta que se detuvo en mí.

Pero pronto ese destello de emoción y felicidad me abandonaría de nuevo, porque al escuchar su voz, me di cuenta de cual sería mi destino de ahora en adelante y debía tener miedo, mucho de hecho.

- Por favor. - Empezó a hablar con detenimiento. - Deseo que no me miren como un futuro soberano - La cabeza me dio mil vueltas, entre más hablaba, más me daba cuenta del problema en el que me había metido.

- Mi madre, la reina victoria me encomendó una sola cosa. - El oxígeno se escapó por mis poros, dejando vacíos mis pulmones.

- Atrapar a la chica perfecta; así que, por favor, señoritas, considérenme un caballero más y deseo que todos tengamos una provechosa temporada. - Volvimos a hacer una reverencia y el parecia satisfecho. Era totalmente inaceptable que hablara tan suave, con respeto, con una humildad que no tenía. Porque en el fondo el deseaba que se inclinaran ante él, no era un príncipe, era un total patán.

Ahora todas esperaron el tan añorado momento. La incógnita estaba en el aire, ¿a quién elegiría el príncipe egocéntrico?, porque claro tenía la opción de escoger.

Tal vez escogería a Charlotte; porque era una belleza surreal.

Tal vez a Edevane; porque era hermosa y su familia muy rica.

Tal vez a Rut; porque era la chica más hermosa y angelical de todas.

Mi corazón dio un giro cuando comenzó de derecha a izquierda, pues se dio el gusto de caminar frente a nosotras como si fuéramos ganado.

Nosotras estábamos al final de aquella columna. Sentí a Charlotte tensarse a mi lado, parecia estar lista para ser escogida. El príncipe siguió caminando, baje la mirada por instinto cuando llego hasta nosotras. Su mirada oscura se posó en mí, pude sentirlo.

¡Elige a Charlotte por el amor de dios! Rogué muy nerviosa, ella estaba a un paso de avanzar, todas sabíamos que la elegiría a ella, pero yo, sabía que él no lo haría. Hará lo que nadie se esperaba.

Elegirme a mí.

- ¿Me permite bailar con usted, señorita Danworth? - Sentí un escalofrió al escuchar mi apellido en su voz. Charlotte titubeó a mi lado muy desconcertada, al igual que todas las demás que comenzaron a murmurar. El príncipe estiro su mano pálida en mi dirección y yo temblé, porque jamás, ni en mis más locos sueños pensé que algo así pudiera pasarme.

Por favor, esto no está pasando.

Asentí correspondiendo, pues no podía atreverme a rechazarlo después de todo lo que le había hecho en aquel jardín; después de todo el terreno realmente le pertenecía, todo le pertenecía, de hecho, todos. Tome su mano y el choque de temperatura me tomo por sorpresa, su mano estaba cálida y la mía como un hielo.

Había burla en su mirada, lo averigüe cuando por fin pude verlo a los ojos, lo que no sabía era como me había reconocido de entre todas; pues yo lo había reconocido por la voz, ¿pero él?, ¿Cómo lo había hecho?, debió pensar "como una mujer tan fea se atreve a hablar con tanta libertad, como si tuviera opciones", casi era un hecho.

Ni siquiera tenía idea de que tipo de baile íbamos a bailar. Con suavidad me llevo al centro donde hicimos una leve reverencia para comenzar; en cuanto me tomo por la cintura supe de lo que se trababa, y la orquesta comenzó a tocar aquel bello vals.

Por increíble que fuera y por muy alejado de la situación real, era increíble que mi primer baile fuera con un príncipe. El no dejaba de verme a los ojos y eso me ponía nerviosa y es que en el fondo quería pensar que me había elegido por mera coincidencia o por lastima y no porque sabía que yo era esa loca que le había gritado.

Pero sin duda el título de príncipe no significaba que no fuera un pobre diablo, así como yo, que mi vestido fuera hermoso no significaba que yo lo fuera.

- ¿Qué?, ¿Ahora no tienes nada que decir? - Pregunto con esa voz molesta que ya conocía, él lo sabía, que yo era esa loca del jardín. Hacer como si yo no tuviera idea que lo que decía sería peor después, me arme de valor y elegí las palabras adecuadas.

- Usted es el príncipe, excelencia. Sería una tonta si revelara mis verdaderos pensamientos. - Perfecto, no había sido descarada ni grosera, una respuesta balanceada. Él sonrió. Por más que nos detestáramos los dos dominábamos la pista, nuestros cuerpos encajaban excelente, pero todo era por mero orgullo.

- Supongamos que no soy el príncipe - Sugirió mientras me daba una vuelta, cuando nuestros cuerpos chocaron se atrevió a preguntar: - ¿Cuál es su opinión sobre mí? - no estaba segura de lo que pretendía, pero me permití tomar ese poder para expresarme.

- Un hombre que carece de educación, chocante, altanero, despiadado, y ah, un delicado niñato, por supuesto - sonreí satisfecha - claro, suponiendo que no fuera el príncipe. - Agregué - Pero como si lo es, solo diré que, es un placer bailar junto a usted, esta noche.

Él se quedó callado, pero curiosamente parecia muy complacido con mi respuesta, era un total desquiciado. Pronto las demás parejas comenzaron a unirse a nosotros en la pista.

- Entonces es mi turno. - comento y yo espere con fuerza lo que diría, no debía quebrarme, ni demostrar nada, así era esto, mi fuerte en cuestión de orgullo era la inteligencia emocional, claro, aunque no era fuerte, a veces me quebraba.

- Usted, es una insufrible, una pobre muchacha poco agraciada y sin fortuna. Vive su vida a través de sus compañeras, pero lo cierto es que jamás ha tenido nada de lo que enorgullecerse. Vive una vida sin sentido, sin placeres y sin amor. - Me elevo en el aire. Fingí muy bien que no me lastimaban sus palabras, pues en algún momento de mi vida ya había aceptado todo lo que él había dicho, pero escuchar la realidad en la boca de alguien más heria profundamente, dolía mucho.

- Por supuesto que tiene la razón excelencia. Toda mi vida he sido desafortunada. - Comente intentando parecer segura, su mirada cambio, pues, no dije nada de forma irónica, sino que hable con sinceridad.

- ¿Qué esperas de mí? - Pregunto muy serio y me di el gusto de dejarlo con la duda.

- ¿Qué podría esperar de un indulgente? - Conteste después de un silencio aterrador.

- ¿Y del príncipe de gales? - Pregunto rápidamente.

- Una disculpa. - Él se tensó. Por supuesto que un príncipe no se disculpaba, y menos con una persona como yo, de mi clase. El baile ya casi terminaba, pude sentirlo. Lo sentí eterno.

- Eso no sucederá.

- Nunca diga nunca, príncipe.

- Tienes la boca muy grande, ¿Esa es la forma de hablarle a un príncipe? - Me estaba probando de cierta forma, lo mejor era seguirle el juego.

- Un príncipe hace promesas, y un caballero las cumple. Usted mismo dijo que no lo tratáramos como tal, así que, no sea pusilánime y acepte las consecuencias de sus palabras. - Aquella sonrisa soberbia volvió y debo aceptar que me agrado de cierta forma.

- Para ser tan desafortunada tienes la valentia que muchos no han tenido. - ¿Eso era un halago?, seguimos bailando en silencio. Muy de ves en cuando por la cualidad del baile nuestros cuerpos chocaban, o rosaban, era por culpa del vals, tuve un sentimiento que nunca había sentido, como electricidad, como si tocar su cuerpo fuera como tocar fuego.

¿De qué se trataba todo eso?

- ¿Puedo hacerle una pregunta, majestad? - Me anime preguntar y el asintió.

- ¿Cómo supo que era yo la misma del jardín? - El alzo las cejas, tal vez esperando que le preguntara aquello. No lo pensó mucho.

- Fue fácil. Mire a los ojos de tomas las doncellas y ellas buscaron los míos esperando que las eligiera. Usted fue la única que aparto la vista, así que tome el riesgo. - Claro, fue muy inteligente de su parte y yo una tonta, pues me delate sin querer.

El baile estaba a punto de terminar, así que me trague el orgullo, pues no había insultado a cualquier persona, sino al futuro rey y era mejor mantener el respeto, así fuera el criminal más buscado.

- Majestad. - Sus ojos me miraron con una vives retadora, ¿Qué esperaba que dijera?

- Le pido disculpas por haber actuado en su contra, espero tenga piedad de esta debutante desafortunada. De lo único de lo que tengo que enorgullecerme ahora, es por haber bailado con usted. - El baile termino. Hice una reverencia y antes de que pudiera decir algo le di las gracias y me aleje.

Debía ser inteligente, si quería ser libre no podía tener en contra a una autoridad con todo ese poder. Y vaya en manos de quien estaba. En cuanto estuve libre las chicas no duraron en abalanzarse contra mí con mil dudas y yo las apacigüe diciendo que les contaría el mínimo detalle cuando fuéramos hasta nuestros dormitorios, pues ni siquiera yo podía asimilar bien lo que había sucedido.

- No seas mala, por lo menos dinos como es el príncipe. - Expreso Yanis muy insistente.

- El príncipe es... - Lo busque con la mirada y me descoloco ver que él ya me miraba, sostenía una copa, la elevo a mi salud y con una sonrisilla en la boca giro en otra dirección. - Es encantador. - Les asegure, aunque fuera todo lo contrario, lo que había pasado nadie podía saberlo, era un secreto real.

La noche aun no terminaba, después de todo.
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Hola, aquí den.

Solo quiero decir que, está no es una novela ambientada (de lleno), en la época victoriana. Ya verán porqué más adelante, así que, si ven algunas cosas que no cuadran no se preocupen, son parte del estilo narrativo (como comento, entenderán porqué más adelante)

Por ejemplo; El vals que bailaron Edward y June se llama Enemies to lovers, hecha por un compositor moderno de música clásica. Pero la incluí porque les va muy bien. (Aunque para su época no existía "aparentemente")

Y nada, dejo el instrumental por aquí, porque al inicio Wattpad siempre me borra el contenido :(, y nada, espero les guste.

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