"El inicio de las Costuras"
Capitulo 2
"Cuanto más hagas este mundo sobre ti, más miserable serás." -Matt Chandler
June.
Para cuando desperté el ruido de una alarma me hizo levantarme de un salto, enseguida vi a Eloise cruzar la puerta, con el semblante pálido y el gesto preocupado.
— Tenemos que salir... ¡Ahora! — Me tomo de la mano arrastrándome hacia la puerta mientras le imploraba que me explicará qué estaba sucediendo.
Cuando crucé el pasillo me di cuenta de la gravedad del asunto. Todo estaba en total silencio, conforme avanzábamos por las habitaciones me di cuenta de que no había una sola alma en la academia. Por el ambiente sombrío pude darme cuenta de que comenzaba a oscurecer.
Probablemente había dormido un par de horas, pero se había sentido como toda una eternidad.
Estás en peligro
Volvió a aparecer en mi mente aquella voz tortuosa. Pero, esta vez con menos claridad, como un susurro débil, ¿Qué carajos estaba pasando?
— ¿Dónde están todos?, ¡¿Eloise?!— Pregunte un poco alarmada por el sonido agudo que emitía la alarma de incendios y no, no veía llamas o humo salir de ningún lugar lo que me estreso aún más.
— Todos están en la zona verde y te necesitan. — Me arrastro por toda la academia. Cada rincón al que volteaba a ver estaba abandonado. De pronto la alarma se apagó.
— Oye, necesitas explicarme que pasa, de verdad, me estas asustando. — Ordene de manera seria parándome en seco asiendo que ella jalara mi cuerpo con fuerza.
— Necesitas verlo por tus propios ojos, además, no puedo darte una explicación ahora, June. — Asentí y ella volvió a tomar mi brazo con dirección a la salida, donde un aire gélido se estampo contra mi rostro haciendo que una corriente de frio recorriera todo mi cuerpo.
La zona verde era un área muy alejada de los edificios de la academia, pero aun así seguía siendo parte del campus. Estar ahí se sentía como estar afuera en el bosque, esa era -al fin y al cabo- su finalidad; además era inmenso, tanto que no me atrevía a ir sola por miedo a perderme y aunque eso sucediera, tarde o temprano me encontraría con un muro de piedra de 10 metros de altura.
Cuando estuvimos cerca vi a todas las chicas ahí, rodeando algo que pronto (mi propia curiosidad), me impulso a caminar más rápido y cuando se hicieron a un lado para dejarme pasar pude ver el motivo del alboroto que todas se habían encargado de formar.
— ¿Qué hace un varón aquí? — Articule sobrecojida al ver el cuerpo tendido de aquel hombre que, seguramente rondaba nuestra edad. Me incline para verlo más de cerca. Estaba totalmente inconsciente.
— Los guardias del ala izquierda llegaron gritando, diciendo que habían atacado a un muchacho y que estaba gravemente herido. Todos se fueron a ver que sucedía y después escuchamos un grito horrible, aquí, en la zona verde y aquí estamos, viendo lo que ahora tú estás viendo.— Hablo rápidamente Rosé, una chica rubia muy sensata y seria. En aquellos momentos era la persona más calmada en el lugar y, además, nosotras dos habíamos sido compañeras en los cursos de primeros auxilios y medicina general.
Las únicas interesadas en la medicina de todas las que estaban a nuestro alrededor. En aquel tiempo en el que propusieron aquellas clases, muchas se negaron diciendo que "no era profesión para una dama", bueno, y llegamos hasta aquí.
Me pare viendo el rostro de todas y cada una, ya había sido preparada para este tipo de emergencias y todas estaban asustadas, tanto como yo lo estaba, pero era el momento de actuar rápido si queríamos que aquel desconocido sobreviviera esa noche.
— Escuchen bien, señoritas, no lo voy a repetir dos veces. — Me preparé mentalmente y con una vos de mando, comencé a ordenar a las chicas.
— Diana, tienes que ir lo más rápido que puedas al ala izquierda y avisar de esto a los superiores, diles que podemos estabilizar al chico, pero necesita ser revisado a fondo. — Ella asintió sin rezongar y salió corriendo como alma que persigue el diablo.
— Rosé, busca el botiquín de emergencias, las herramientas que utilizaremos y las demás, traigan toallas, gasas, algodón, sabanas, ¡Lo que sea!, pero ayuden en algo y no se queden paradas. — Pronto todas salieron disparadas en dirección a la academia, acatando mis instrucciones que, por un segundo, dude que siguieran.
— Bien hecho. —Me felicito Rosé. — Iré por las cosas, ¿Te encargas? — Se refirió a hacer presión en la herida y yo asentí. Pronto sus pasos se escucharon alejándose por el bosque.
Eloise seguía parada a mi lado sin saber que hacer, por la mirada en sus ojos supe que esperaba mis instrucciones.
— Busca algo de leña, ¿Puedes hacer una fogata?, ¿Ell? — La llame por su nombre de cariño y ella asintió rápidamente, desde que habíamos salido ella parecía estar en otro mundo muy lejos de este. Luego tendría que tener una charla con ella, por el momento preste toda mi atención al joven frente a mí.
Busque con la mirada alguna otra herida grave; tenía raspones, algunas heridas pequeñas en el rostro, otras más profundas en los brazos y pecho, como si hubiera peleado con una bestia salvaje. Tenía tierra en las uñas, arañazos y el pantalón negro desgarrado al igual que su camiseta blanca que ahora, era decorada por un punto de sangre que se extendía cada vez más y más. Ver aquel estado en el que estaba era preocupante, entendí perfectamente la forma en la que se sintieron las demás al encontrarlo de esa manera.
— Cuando despiertes tendrás que explicar muchas cosas. — Le susurre apartando un mechón de su cara. Su entrecejo se arrugo en un justo de total dolor.
El viento invernal soplaba con calma, pero las corrientes frías hacían estremecer el cuerpo de aquel desconocido, encogiéndose y aferrándose a mi vestido. Su respiración era lenta y pausada, seguí presionando levemente su vientre bajo donde seguía saliendo sangre de una forma alarmante. De ves en cuando soltaba unos pequeños gruñidos de dolor, y se revolvía. Los gestos en su rostro eran algo que jamás había visto. Encerradas con barrotes de privilegios, jamás habíamos echado un vistazo a las afueras, dónde nos esperaba el sufrimiento.
Me estaba comenzando a desesperar cuando vi a lo lejos a Rosé con una caja entre sus manos y detrás de ella una manada de chicas con frazadas.
— Pensé que jamás llegarías. — Chille mientras las demás nos ayudaron a hacer una cama improvisada para atender a aquel hombre. Rosé se agachó junto a mi, pronto ordenó:
— Lot, Renne y Rut, quédense aquí, las demás vuelvan a la academia y esperen noticias, por favor chicas. — Pidió Rose y las demás se retiraron. Solo las mencionadas se quedaron con nosotras.
— ¿En qué podemos ayudar?— Pregunto Rut dulcemente, yo sabía, que en este tipo de situaciones ella haría cualquier cosa. Rut era la persona más altruista que conocía.
— Hagan una fogata por favor, y Lot, busca a Eloise, hace un buen rato la mande por leña y no ha vuelto. — Sin decir nada se marchó y las demás desaparecieron del campo de vista.
— Tenemos que limpiarlo para ver qué tan profunda es la herida. — Dije vaciando agua en un valde que habían traído las chicas.
Comenzamos a limpiarlo, primero, quitándole la camiseta. Su piel blanca se contrajo por el frio, pero ya no temblaba. Con un trapo estilizado limpiamos la zona de la herida.
— Esto va a doler, mucho. — Dije mientras vaciaba una pequeña botella de alcohol en la herida, para limpiarla y evitar una infección. Rosé tuvo que agarrarlo de los brazos y yo sentarme a horcajadas sobre él porque el dolor hizo que se moviera de manera brusca, al tiempo que le arrancaba un gruñido desgarrador que parecía provenir desde el fondo de su interior. Por un momento sus ojos se abrieron de par en par, pero volvió a caer rendido.
Las dos nos miramos asustadas. Rosé acaricio su cabello en señal de compasión. Al final de cuentas, éramos un par de inexpertas. Habíamos operado ratas, mapaches e incluso cerdos, pero ¿Un humano?, no, la experiencia era real, una emergencia, una vida.
Miramos la herida. Ya no salía mucha sangre, pero requería puntos de inmediato. Mientras Rosé limpiaba con cuidado sus otras heridas yo esterilizaba el algodón, la aguja y el hilo quirúrgico que íbamos a utilizar para los puntos.
— Rosé, no podemos cocerlo si esta despierto, puede moverse y empeorar las cosas.
—Estaba pensando en inyectarle anestesia local, pero tendrás que hacerlo rápido. — Sugirió. Era lo más apropiado para la situación.
Mientras Rose era buena inyectando, yo era buena cosiendo y sentí que no estaba lista para hacerlo, me sentí mareada con tan solo pensar en el dolor que debía estar sintiendo aquel chico, aquella no era una herida superficial, había sido hecha con toda la intensión de matarlo.
Pronto las demás llegaron, bueno, solo Renne y Rut, cargando un montón de leña.
—¿Y Eloise?
— Se sintió mal, y Lot la llevo adentro. — Las dos se miraron nerviosas y de inmediato entendí que me estaban ocultando algo, pero no tenía tiempo de interrogarlas. Pronto hicieron una fogata no muy lejos, para contrarrestar el frio. Mientras tanto Rosé me indico que ya podía comenzar a coserlo, que si esperábamos más tiempo se acabaría el efecto de insensibilidad que proveía la anestesia local.
Me coloque unos guantes.
— Chicas, no será agradable. — Advertí mientras me sentaba encima de él, claro, sin dejar caer mi peso. Les señale la aguja y Rut se cubrió los ojos de una manera infantil, si no estuviera en una situación así de seria me hubiera burlado de ella.
Rosé se colocó sobre sus rodillas, dejando caer su peso sobre sus talones, para que aquel muchacho pudiera usar sus piernas como almohada.
Comencé a cocerlo. Me encomendé a dios y pedí que todo saliera bien.
1,2,3,4,5 puntadas y apenas iba a la mitad. Rosé evitaba mirar el proceso, pero de vez en cuando sentía su mirada preocupada mirar como la aguja atravesada la piel del muchacho, por mi parte, evite pensar que estaba cociendo a una persona y trate de imaginarme en mis clases de tejido a mano. Finalmente termine, con la módica cantidad de 12 puntadas en total, aquello dejaría una horrible cicatriz. Limpie la herida y la esterilice, las chicas me ayudaron a vendarlo con cuidado y cuando estuvo listo lo cubrimos con una frazada calientita de pies a cabeza.
Lo peor había pasado.
— Rut, ve adentro y avisa que el chico está bien, logramos controlar la herida, y por favor, trae algo de agua y comida por si despierta, no sabemos cuánto tardaran en llegar. — Ella asintió mientras se llevaba uno de los tres candiles que teníamos, pues la noche había caído y era lo único que teníamos para alumbrar, agradecí que todavía había un poco de luz cuando lo coci como a un muñeco de peluche.
—Todo acá afuera se siente tan surreal. No entiendo cómo es que los superiores aun no llegan, digo, ustedes lograron controlar la herida, pero ¿Qué podría impedir que vengan por lo menos, a ver el estado de uno de sus alumnos?, es extraño, ¿No creen? — Opino Renne mientras se sentaba junto a nosotras, rodeando la improvisada fogata.
—El otro chico debe tener una herida muy grave.
— Yo pienso que, fueron más alumnos los que resultaron heridos. — Comente y ellas se miraron entre sí, preocupadas.
—Y todo esto tenía que pasar hoy. — Suspiro Renne y si, hoy era un día especial para todas. Con este alboroto era claro que no habría ni cena, ni baile, ni cortejo.
— Pide gracias a dios que esa bestia que ataco a los hombres no llego hasta nosotras. — Comento Rosé en forma de regaño.
— Nos hubiéramos muerto primero del susto, sabes, ni siquiera tendría tiempo de atacarnos. — Las tres reímos por el comentario y es que era verdad, toda nuestra vida hemos estado seguras en los muros, ver una bestia de afuera seguramente nos impresionaría.
— Suponiendo que fuera una bestia salvaje y no... personas. — Argumento Renne. Escuchamos pisadas y vimos una luz a lo lejos, pensamos que era Rut, pero al estar cerca se trataba de Lot, cargando con las cosas que le había encargado a nuestra amiga.
— ¿Qué paso con Rut?
— Me pidió que les trajera esto, la vi cansada y le propuse remplazarla, ¿Está bien? — Asentí recibiendo la comida. Era algo de fruta recién picada y agua fresca, también algo de leche y queso.
Mire algunas miradas cómplices entre Lot y Renne. Desde que las había mandado por leña algo había pasado, así que me atreví a preguntar.
— Por favor, creo que tenemos derecho a saberlo. — Las enfrente, refiriéndome a mí y a Rosé, que me miro extrañada, pero no dijo nada.
Las dos se miraron entre sí.
—Si, me quedare con Rosé. - Dijo Renne rápidamente. Y la contraria asintió no muy decidida. Lot negó con la cabeza pero finalmente acepto.
— Tienes que verlo tu misma. — Estiro su mano en mi dirección.
— Cuídenlo bien, volvemos rápido. — Me despedí de las chicas, dándole una última mirada a aquel sujeto. No pude evitar sentirme orgullosa porque muy probablemente le habíamos salvado la vida, y para ser un par de estudiantes lo habíamos hecho medianamente bien.
Lot tomo un candil y caminamos por el bosque. Estar a esta hora caminando solas me causaba una sensación de peligro y recordé lo que aquella voz me dijo.
"Estas en peligro"
Y ahora, tomaba más sentido aquello, lo que hizo que se me erizara hasta el último vello del cuerpo. Seguimos caminando más y más, hasta que no pude ver las luces de las chicas al mirar atrás. Solo nos rodeaba un montón de pinos, animales silvestres y oscuridad.
—No me gusta estar aquí, tenemos que irnos.
— Ya estamos cerca, a mí tampoco me agrada. — Había muchos ruidos extraños. Entre más nos adentramos más se aceleraba mi respiración y es que con todo lo que había pasado, pensar que estábamos en peligro no era para nada indulgente.
Seguimos caminando unos minutos más, hasta que finalmente llegamos al borde de la zona verde, frente a nosotras un imponente muro de piedras.
— Encontramos a Eloise mirando el muro, al principio no vimos que hacía, y cuando nos acercamos... — Estiro su mano lo más que pudo, el candil alumbro la pared. Tuve que cubrirme la boca para ahogar un grito.
Había unos grandes zarpazos en el muro de piedra, y una horrible mancha de sangre que parecía seguir esta arriba. Por la oscuridad no pude seguir mirando.
— Y la sangre y las marcas siguen hasta arriba. — Me miro seria. Todo ese tiempo que estuvimos en el bosque, realmente habíamos corrido un peligro, y al estar aquí, seguíamos expuestas. En aquel momento al ver a Lot, no sabía si miraba a mi amiga o a una simple extraña.
— ¿Y por qué que no me lo dijeron antes?, ¡Nos dejaron solas!, Sabiendo que estábamos expuestas. — Baje la voz, teniendo la sensación de que alguien nos observaba. No estaba enojada, pero me sentía molesta por su actitud, y sabiendo sobre todo que Eloise también lo había visto, y solo se fue sin decir nada.
— ¡Mira bien el muro y las marcas!, ¿Crees que una bestia haría tal cosa? — No podía creer lo que sugería. Sabía que Lot odiaba pelear, pero por un momento me sentí traicionada. Ellas creían que, aquel hombre al que pasamos horas cuidando era, ¿Qué pasaba por sus mentes?, ¿Qué es lo que ellas habían visto que yo no?, que en mi inocencia no pude percibir.
— ¿Y crees que un humano es capaz de hacer esto? — La cuestione sintiéndome más asustada que nunca. Señale las marcas y ella bajo la mirada.
— Un humano no, pero... Un demonio sí. — Con esto finalizo aquella discusión, comenzó a alejarse y aunque no la quería ver, tuve que seguirla para no perderme.
— Viven en una Fantasía. Si tanto miedo tenían, y tanto creían en sus tontas suposiciones, ¿Por qué nos dejaron solas?, egoístas. — Ni siquiera supe cómo aquellas palabras habían podido abandonar mi mente. Lot ni siquiera se detuvo, siguió caminando y eso me molestó más.
— June no estás entendíendo. Algo raro está pasando, Eloise no dejaba de decir cosas sin sentido. — La tomé del brazo para que parara y luego se safo de mi agarre con un manotazo.
— Explicamelo, por favor, te creeré, dimelo. — Rogué e insistí incluso con la mirada. La vi tensarse, pero finalmente hablo.
— Cuando llegamos Eloise no solo estaba mirando el muro. Estaba como en un tipo de transe, decía profanidades, y... decía que los muros le hablaban... ¿Es que no piensas?, Eloise estaba actuando como una maldita loca, y dijo que el diablo estaba entre nosotras. — Trate de procesarlo. Tal ves no era la única que escuchaba advertencias, que escuchaba que el bosque le hablaba. Pero, ¿Por qué lo que pasó con Eloise se sentía diferente?
— Todo esto es una locura Lot.
— Por favor jamás vuelvas a decirme egoísta, no lo soportaría una ves más, solo que, no quería actuar como ella. June, sus ojos estaban vacíos y yo... — Antes de que terminara la abrase. Todas estábamos consternadas, y teníamos que hacer lo que fuera con la información que teníamos, aunque fuera una total locura.
— ¿Qué hacemos? — Cuestionó con los ojos llorosos.
— Tenemos que correr Lot, ¡Corre! — Corrimos rápidamente con cuidado de no caernos con las raíces de los árboles. Si era cierto lo que decía, todas estamos en peligro, aunque la idea de que aquel chico fuera un demonio no era del todo sensato, pero una posibilidad.
Cuando llegamos ya solo estaban las chicas que llegaron corriendo a encontrarnos.
—Pero, ¿Dónde? — Mire con desconcierto las cobijas tiradas en el suelo. Ni un rastro del chico pálido por ningún lado. Rosé me interrumpió, intuyendo mis palabras.
—Llegaron los guardias y se lo llevaron, dijeron que regresáramos, que había una junta extraoficial, ¡Vámonos! — Aviso Rosé sin darme el tiempo de explicarle la situación real. Todas las seguimos sin mirar atrás. Cruce miradas con Lot, parecia arrepentida por no haberme contado antes lo sucedido y yo también, por haber hablado de esa manera sin escucharla antes.
Llegamos a la sala justo a tiempo. Todas las chicas estaban ahí. Busque algo inusual, pero todo parecía en orden. Salvo que había unos hombres hablando con Madame Prudence en lo alto de una tarima que usábamos para ver obras de teatro. Cuando vi a Eloise me pare junto a ella. Estaba pálida, no tenía miedo por lo que me había dicho Lot, pero, ¿Qué es lo que le había pasado exactamente? Antes de preguntarle yo misma me miro y se abalanzo contra mí, abrazándome de una manera extraña, como si tuviera mucho miedo.
—Todo lo que digan es una mentira, June, algo está pasando, lo se. — Hablo de una forma ansiosa y desesperada, como si le costará decirmelo. Miro a ambos lados y luego me llevo a la parte de atrás, en el fondo de todos. Estaba sudando, tenía miedo, lo podía ver en sus ojos.
Estaba actuando como una demente, como Lot lo había descrito.
— Se que parezco una loca June, pero por favor, cree lo que te voy a decir, ¿sí? — Asentí rápidamente, tomé sus manos para brindarle confianza. Mentiría si dijera que no me asusto verla en aquel estado, pero tenía que tener la mente abierta.
— Hay demonios entre nosotros... los muros me hablaron, ellos me lo dijeron June y dijeron que, era tiempo de acabar con ellos. — No entendí lo que quería decir todo eso. Ella me parecía una de esas fanáticas religiosas que a veces pasaban a hablarnos de dios. Cuándo estuve a punto de contestar, la voz de un hombre nos interrumpió. Eloise se escondió entre unas cortinas, y aunque intente tomarla, ella se negó.
Solo deseaba que todo terminara.
— Se que ha sido una noche larga, señoritas y hay rumores. Los chismes, no son para damas respetables, aún asi sé que quieren saber que fue lo que sucedió. — Pauso. Todas nos miramos entre sí. Madame Prudence estaba atraes de él, al margen.
— Hoy en la tarde se abrió el muro principal, para la transportación de alimentos y una bestia, un oso salvaje entro a la institución sin ser visto sorprendiendo a todos, hubo varios heridos, pero logramos controlarlo.
— ¡¿Cómo es que un caballero llego hasta nuestros terrenos sin ser visto?! - Grito una voz en medio de todas. Aquel hombre se tensó y después hubo muchos cuchicheos. Todas pensábamos lo mismo, y no nos gustaba que nos llamarán "chismosas", por querer saber sobre nuestra protección, era un derecho saber si nuestra integridad no corría riesgos.
— ¡Silencio! — Hablo con presencia y el ruido seso. Uno de los hombres de traje se acercó hasta el y le susurró algo al oído. Por un segundo sentí que sus miradas se posaron en mi y me tense por completo.
— Aún no sabemos cómo sucedió. La bestia está muerta, los guardias revisaron todo el terreno, están a salvo. Así que quiero que todas regresen a sus habitaciones y duerman tranquilas, después de todo mañana es un gran día. Dejen que los hombres se encarguen. — Y ahí estaba, el hombre hacia su acto de presencia y sentía que ya lo había arreglado todo. Era una total injusticia y sentí mi pecho arder. Busque entre todas las chicas y me tope con Rosé, que tenía la misma cara de indignación que yo.
Ni siquiera nos habían agradecido, ni siquiera una pequeña mención. Cabizbajo vi como Rosé salió entre la multitud. El hombre bajo de arriba, cediendo su lugar a Madame Prudence.
— Hagan lo que les piden niñas, vuelvan a sus habitaciones.
Todas comenzaron a salir del auditorio con un sabor amargo en la boca, pues había muchas preguntas todavía que no tenían respuesta, mientras tanto yo pensaba en, ¿Cómo podrían seguir con la ceremonia cuando aquel ataque había dejado heridos?, eso me parecía más irrespetuoso que cualquier chisme, como había dicho aquel caballero mediocre y de melena escasa. Esa noche ninguna tuvo ganas de decir nada, simplemente nos acostamos. No tarde mucho en quedarme dormida, pero pensé en aquel chico que había salvado en el bosque... un demonio, pero, aquel hombre solo parecia un inocente ciervo herido. Tenía que haber un error.
— ¿Cómo llegaste hasta aquí? — Mire la luna llena en el cielo por la ventana cerrada.
Ni siquiera tuve la posibilidad de escuchar su voz y temí, que esa era la última ves que mis ojos los verían. Poco a poco perdí el hilo de mis pensamientos, quedando totalmente perdida en mis sueños.
.
.
.
Avance del siguiente
capítulo
La mente me dio mil vueltas. Tuve que mirar el cielo para saber si estaba en el mismo planeta en el que había nacido. Incluso el aire se agotó en ese momento y por unos instantes sentí que no respiraba.
Mire de nuevo mi entorno, recordando el alboroto, la sangre, los guardias y sobre todo a él.
¿Qué había pasado?
— Estoy un poco confundída chicas... recuerdan ¿Que hicimos ayer? — Eloise dejo sobre la mesa de campo las flores blancas y se acercó hasta mi.
— Debe ser porque perdiste sangre, ya sabes, en la clase de cocina está tarde, ayer solo tomamos clases, como siempre. — Asentí fingiendo que todo estába bien.
Ellas no recordaban nada. No recordaban absolutamente nada de lo que había pasado, era como si, nuestra mente se hubiera reseteado justo horas antes de que sucediera todo aquel caos.
¿Algo estaba mal conmigo?
.
.
.
Aquí, den.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro