Prologo
Su vida se había reducido a eso, el permanecer encerrado en esa fría celda durante muchos, muchos siglos, pasando de dueño en dueño, pasando de circo en circo. Hacía ya tanto tiempo desde la última vez que había visto el brillante cielo azul, el único que veía era el cielo nocturno; la tenue luz que se lograba colar entre la gruesa carpa o cuando su celda quedaba cerca de algún lugar roto, era en ese momento en que él lograba observar la brillante luna, la cual parecía arrullarlo con su brillo blanquecino apiadándose de la pobre criatura ahí encerrada.
Cabellos plateados como su fiel compañera, ojos amatistas tan hermosos, tan extraños, una joya única que combinaba con su pálida piel, sin embargo, eso no es lo curioso en él, no...aquello que atraía al bullicioso publico eran esos afilados colmillos, la piel cocida en algunas zonas de su cuerpo donde antes era piel fina y sin ningún defecto; el hecho de ir desnudo apenas con un pantalón también era lo de menos, aquello que atraía, aquello maravilloso en él, eran esas enormes alas negras como el carbón, ¿era un ángel? No, no lo era, ¿un ángel caído? No, tampoco era eso, un monstruo, eso era Zero Kiryuu, eso eran todas las personas del circo menos el jefe, incluso el maestro de ceremonias lo era.
El maestro de ceremonias, un hombre serio de sombrero de vaquero, curioso, para ser el presentador de ese circo monstruoso pasado de generación en generación. Un parche cubría uno de sus ojos, atrayendo las miradas curiosas de mujeres al ser su otro ojo de un azul tan cautivante que te incitaba a querer ser esclavizado por ellos, unos enormes cuernos que asomaban en su cabeza, enrollándose cual resorte y de un color oscuro como su largo cabello rebelde, su voz gruesa y ronca siempre abriendo la función, siempre con una sonrisa oscura para que calleras en sus garras, ¿un demonio? Posiblemente, ¿un ser oscuro? Es lo más sensato, disfrutando de hacerte caer en el pecado de ese circo inhumano.
Un joven trapecista seria el siguiente en dar la bienvenida, sus cabellos castaños sedosos, sus ojos eran del mismo color castaño pero más claros, sin embargo su piel en algunas partes era de lija, negra y rasposa que evitaba el contacto ajeno al ser dolorosa. Tristeza, eso era lo que mostraban aquellos ojos serios pero tan honestos e incomprendidos, ¿un experimento fallido? Sí, eso era él, Takamiya Kaito era un fracaso que lo llevo a terminar en ese lugar, sus habilidades en el trapecio podían ser escalofriantes, casi podías pensar que caería. Una droga morbosa, eso eran sus actuaciones, las personas eran tan simples, la emoción de ver algo fuera de su comprensión siempre terminaba llamándolos, y de eso se aprovechaba el castaño, atrayéndolos, atrapándolos en su acto, asegurándose...de que volvieran a ese lugar.
Un niño de cristal era otro acto cruel, el hermano de aquel bello ser encerrado en la jaula, sus cabellos platinados y largos, ojos de una joya amatista, ¿enfermo? Si, de eso no había duda, una enfermedad que dejaba sus huesos como el cristal más fino, fácil de romper, fácil de destrozar.
La atracción principal, el bello ángel MONSTRUO, los recibiría con una sonrisa ESCALOFRIANTE, listo para dar un hermoso HORRIBLE espectáculo.
-Bienvenidos nuestro público- Diría el hombre DEMONIO maestro de ceremonias
-Disfruten del espectáculo- diría el joven trapecista, listo para cautivar DROGAR a los jóvenes invitados.
Ambos hermanos sonreirían, cierto, ese lugar era monstruoso, era cruel, pero...era divertido. Eso pensaba el bello chico de alas enormes, y cabellos platinados, dando una pequeña danza junto al chico igual a él, delicado, pero ambos con sonrisas crueles, cierto, ellos no eran seres hermosos eran seres TERRIBLES.
-Bienvenido al circo de los monstruos, donde nuestros espectáculos... te dejaran temblando de TERROR emoción- la sonrisa había crecido mientras el hermoso monstruo miraba unos ojos borgoñas, hermosos e "inocentes" su siguiente PRESA.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro