01
Todo estaba siendo más difícil de lo que había pensado.
En ese momento, Jeon Jungkook se encontraba corriendo sin parar por los pasillos de la antigua casa que tanto había mencionado su familia a lo largo de los años, tratando de huir inútilmente de alguien mucho más grande que él en el sentido físico.
Su corazón latía con frenesí, y su mente maquinaba diversos lugares en los cuales podría esconderse, alerta ante cualquier peligro o cualquier tipo de descubrimiento que podría llegar a sufrir.
Tenía poco tiempo.
Corriendo a través de uno de los pasillos, y escuchando las pisadas veloces del hombre que tenía a varios metros de distancia, el pelinegro ingresó rápidamente en la chimenea que se encontraba en la sala, escalando con rapidez, sintiendo varias de sus uñas doblarse ante la fuerza que ejercía, y sus rodillas doler gracias a todas las veces que había chocado contra el suelo al tirarse desde diferentes lugares, ya sea de muebles, el techo, o incluso la pared.
Su cuerpo estaba débil, su respiración agitada y parte de su frente bañada en sudor, y aún así aquella sonrisa llena de altanería y orgullo seguía presente en su rostro. Lleno de ego al creer que finalmente había escapado de aquel hombre que llevaba persiguiendolo desde hace tiempo.
Sin embargo, al notar el silencio que había quedado presente en el lugar, Jungkook comenzó a cuestionar que tan seguro se encontraba, fijando su mirada en la madera que yacía por debajo suyo en la chimenea, atento ante cualquier silueta que pudiera notarse o cualquier sonido.
Viendo su pecho subir y bajar ante lo acelerada que se encontraba su respiración, quiso subir un poco más, pero uno de sus tobillos se había doblado desde hace rato, y pequeñas gotas de sangre empezaron a caer desde los costados de sus uñas cuando las mismas comenzaron a romperse.
Tomó aire, intentando calmarse un poco antes de obligarse a subir hasta el techo cueste lo que cueste.
El leve olor a humo que comenzó a sentir junto a un ligero calor en sus pies fue más que suficiente para que su cuerpo quede inmóvil, mirando hacia abajo, y presenciando así como las llamas de los troncos empezaban a aumentar su volumen cada vez más, cerca de sus piernas.
—¡Eres un jodido hijo de puta! —Se permitió gritar, tosiendo un poco ante el humo y subiendo un poco en la chimenea, sosteniéndose de los ladrillos con los que se había construido la misma.
—Acepta que perdiste y apagaré el fuego, niño. No seas terco. —Contestó desde la sala el hombre, sonriendo con gracia al escuchar como la tos de su menor se hacía presente una vez más.
Negando para sí mismo, el pelinegro observó hacia arriba, intentando no inhalar nuevamente el humo al momento de empezar a escalar lo más rápido posible, sintiendo sus dientes chocar entre sí al sentir como su tobillo generaba un molesto dolor, como si algo estuviera pinchando cada parte de la zona, a la vez que sus uñas volvían a ser maltratadas.
Una vez fuera de la chimenea, se dejó caer en el techo de la casa, tomando aire y levantándose un par de segundos después. No tenía tiempo que perder, jamás debía perder tiempo, y eso era algo que tenía sumamente claro.
A los pocos minutos, escuchó como la puerta de la casa se abría, poniéndolo alerta una vez más. Y sus ojos se fijaron rápidamente en quien lo perseguía, mismo que empezaba a trepar por una parte de la casa, intentando atraparlo.
Sonriendo una vez más, Jungkook corrió nuevamente por el techo, observando atentamente un árbol cercano que tenía y sosteniéndose con cuidado de una de las ramas, procurando ser silencioso y rápido.
Intentando pasar desapercibido, quiso esconderse entre las ramas y las hojas que en ese momento se encontraban de un tono levemente anaranjado.
La tranquilidad del chico no duró demasiado, ya que al mirar hacia abajo, notó que el hombre de cabello castaño en ningún momento había subido del todo por la casa, sino que había simulado aquello para simplemente esperarlo cerca de los árboles.
Jungkook quiso huir, escapar rápidamente del peligro, pero el mayor comenzó a subir con velocidad, haciendo que el árbol se mueva y sus pies empezaran a perder equilibrio sobre la rama que se encontraba.
Sin poder hacer nada al respecto, el cuerpo del pelinegro cayó sobre el suelo, haciendo que una mueca de dolor se hiciera presente en su rostro, junto a una sensación espantosa en su espalda.
—Maldita sea... —Protestó, sentándose en el piso repleto de hojas e intentando ponerse de pie rápidamente, pero aquello le fue imposible al sentir un pie presionando con fuerza su pecho, dejándolo en el suelo una vez más.
—Tercera vez, Jungkook. —Soltó el castaño, sonriendo con notable burla al momento de alzar el cuchillo que portaba, inclinándose hacia el chico, quien frunció el ceño con desprecio.
Sintiendo el pie del contrario ejercer fuerza sobre su pecho, el pelinegro buscó rápidamente algo entre los bolsillos de su pantalón, enterrandolo rápidamente en el tobillo de su oponente, quien gritó con fastidio y se hizo a un lado, dejando al menor libre.
La sangre empezó a caer por la herida que había realizado, y su pequeña navaja se llenó de la misma, pero Jungkook no perdió el tiempo en fijarse en eso, tan solo tomó bruscamente al mayor, tirandolo de lleno al suelo y subiéndose encima suyo, quitándole el cuchillo.
—Estás perdido, niño —sonriendo con cansancio, el pelinegro alzó el cuchillo, apuntando directo al rostro del adulto—. Dime lo que quiero oir.
—No seas patético, Jungkook. —Protestó el hombre, intentando quitarlo de encima, pero al tener en contacto el filo del cuchillo con su cuello no pudo hacer más que mantenerse inmóvil, bastante molesto.
—Dime lo que quiero oír, Namjoon. —Ordenó el pelinegro, alzando el tono de voz.
Suspirando, el castaño se mantuvo en silencio por un par de minutos, antes de mirar atentamente al jóven que lo amenazaba sin ningún tipo de pena.
—Yo, Jeon Namjoon, me rindo ante tí, Jeon Jungkook, por ser un digno oponente. —Soltó entonces el mayor, tragando saliva al ver como el contrario finalmente sonreía con calma, alejando el objeto filoso de su piel.
—Ya, hermanito, puedes levantarte. —Declarando aquello, Jungkook se puso de pie, guardando su navaja nuevamente en su pantalón, extendiendo el cuchillo hacia su hermano mayor segundos después.
Namjoon recibió aquel objeto, quejándose un poco al ponerse de pie y sentir una molestia en su tobillo.
—Eres un mocoso insolente, además de dejar que te encuentre tres veces tienes el descaro de cortarme. —Se quejó, sacando un pedazo de tela de uno de los bolsillos de su abrigo para atarlo sobre la herida, tratando de controlar el sangrado.
—Tú casi me haces carne asada y no ando quejandome.
—Niño odioso —fue lo único que pudo decir Namjoon, suspirando con cansancio al momento de estirar levemente sus brazos en su lugar, intentando entrar en calor—. Te toca, ya sabes que hacer.
Asintiendo ante lo dicho por su hermano, Jungkook sonrió apenas, estirando igualmente sus muñecas, moviendo sus manos en círculos y haciendo que su cabeza se mueva hacia los costados, escuchando un leve crujido proveniente de sus huesos.
Al terminar, volteó hacia los árboles, dándole la espalda a su mayor, quien se mantuvo inmóvil, mirándolo fijamente.
Fue entonces que el pelinegro empezó a contar, lento, suave y casi en voz baja, alertando por completo a su familiar. Quien en un abrir y cerrar de ojos ya se estaba escabullendo por la puerta de la casa, alejándose lo más rápido posible.
Jungkook tan solo siguió en lo suyo, contando con paciencia hasta que finalmente el número 60 había salido de sus labios, provocando que sus ojos se abrieran y nuevamente una sonrisa se hiciera presente en su rostro al momento de voltear hacia la casa.
Era su turno.
•••
—¡Tercera vez, Namjoon!
Aquel grito lleno de burla se escuchó por todo el sótano al momento en el que Jungkook sostuvo con brusquedad la camisa de su hermano, sin permitirle alejarse en lo más mínimo y causando así que ante la fuerza ejercida el mayor terminara tropezando, cayendo bruscamente al suelo y generando así un molesto dolor en su espalda.
Sintiendo como el aire se desvanecía ante el impacto, el hombre protestó, siendo víctima del entusiasmo de Jungkook y de como el mismo se subía inmediatamente a su cuerpo, apuntandolo con el cuchillo.
—Gané, hermano. Creo que empiezo a ser mejor que tú en esto. —Soltó con notable gracia, antes de alzar el cuchillo, clavándolo de lleno sin ningún tipo de remordimiento.
Viendo el objeto filoso a un costado de su rostro, Namjoon frunció levemente el ceño, sacando con descuido al chico de encima y sentándose en el suelo, intentando recuperar el aire ya que había estado moviéndose sin parar por toda la casa.
Ignorando el como su hermano lo había empujado, el menor se permitió sonreír con orgullo, levantándose del piso y sosteniendo el cuchillo, que había quedado incrustado en el piso de madera.
—Si fueras mejor que yo no tendrías que estar entrenando todos los días, aún te falta demasiado por aprender y nos queda muy poco tiempo antes de la ceremonia. No te pases de listo. —Declarando aquello, el castaño se levantó, sacudiendo su ropa con indiferencia.
—Estoy seguro de que me irá bien.
—Eso espero, no me quiero quedar sin hermano en el primer intento. Debes hacer lo mejor que puedas para sobrevivir, ¿sí? —empezando a subir las escaleras del sótano, el mayor se detuvo por un momento, mirando al chico que caminaba a sus espaldas—. Y recuerda que aunque sea un maldito anciano, tu vida debe ser primero.
—Lo sé muy bien, Nam. Pero ya vámonos, se hará tarde. —Restándole importancia a lo dicho por su mayor, Jungkook empujó levemente al mismo hacia la salida, apurandolo.
Muy pronto llegarían varias personas, y ellos no tenían que estar ahí para ese entonces.
Fue por eso que al subir, dejaron las puertas del lugar cerradas, ordenaron todo lo que habían dejado hecho un desastre y tomaron sus respectivas mochilas que habían dejado en la sala, saliendo de aquella casa.
El auto los esperaba a un lado de la misma, por lo que al ingresar pudieron irse sin ningún tipo de problema. La carretera estaba totalmente vacía al momento de alejarse bastante de la casa, por lo que sería un viaje tranquilo, como lo era siempre.
Usualmente el camino a casa era algo silencioso y calmado, pues ambos volvían exhaustos de cada entrenamiento. Incluso había veces en las que Jungkook se permitía tomar una siesta, pero aquella vez no fue igual.
Su hermano estaba más preocupado de lo normal. Generando así cierta tensión en el auto, y provocando también que el adolescente se mantuviera alerta, sin poder descansar realmente.
—¿Qué es lo que te incómoda tanto? —Preguntó entonces, notando el disgusto en la expresión de el castaño, quien simplemente miraba al frente, concentrado en conducir.
—Estoy preocupado por tí, Jungkook. Sé que eres bueno en esto, pero me perturba un poco saber que no voy a poder estar pendiente de tí en todo momento, la primera vez es demasiado complicada, y no sé si vas a poder con ello —explicó, sosteniendo el volante con cierta incertidumbre—. Además, hoy tenemos la cena, eso también me tiene algo perturbado considerando que ahí te ganas posibles personas que quieran atacarte en un futuro, enemigos.
Suspirando al escuchar a su acompañante, Jungkook se recostó en su asiento, totalmente despreocupado por aquella situación que le planteaba su hermano. Él consideraba que estaba totalmente capacitado para aquel día tan importante, al igual que para la cena.
En su mente, todo estaba bajo control.
—Voy a estar bien, ya te lo dije. Voy a ser cuidadoso e intentaré ser ingenioso, lo prometo —tomando una paleta que se encontraba en su mochila, quitó el envoltorio de la misma antes de llevarla a su boca, intentando distraerse un poco con aquello—. Igualmente sigo sin entender porqué debemos tener una cena con esos estúpidos. ¿Nunca se ponen a pensar en qué nos van a matar dentro de poco? O nosotros terminaremos con ellos en algún momento.
—Es algo necesario, Kook. Piensa que es algo así como una despedida, una fiesta para todos aquellos que no podrán seguir con nosotros en un futuro —soltó el castaño, más calmado—. ¿Recuerdas a la tía Haneul? Ella se veía tan contenta en una de esas cenas y al día siguiente murió. Me gusta pensar que por lo menos se divirtió un poco antes de que eso sucediera.
—Pues en mi caso si me matan dentro de poco no va a ser una noche agradable para mí. Es más, pon "los odié a todos, bastardos" en mi tumba si es posible.
—Que aguafiestas eres.
—Lo que digas, pero pon eso en mi tumba. —Siguió jugando el pelinegro, sin tomarle real importancia.
—No te vas a morir, y no me gusta que bromees con eso. Así que mejor cállate si no quieres que le diga a mamá que debería producirte ella para la cena. —Amenazó Namjoon, disgustado.
Jungkook frunció el ceño, lleno de rechazo ante las palabras del contrario.
—Ni lo menciones, ya me va a tener de esclavo. Y desde ya digo que me parece una estupidez eso de tener que usar traje para la asquerosa cena esa.
—A tí todo te parece una estupidez. —Recordó el mayor, bajando la velocidad del auto al estar cerca de su hogar.
—Sí, tú también eres uno de los sinónimos de "estúpido" en la lista de mi cerebro.
—Cállate.
Riendo con gracia, Jungkook observó hacia el frente al ver como el castaño se estacionaba enfrente de la casa, misma que presentaba una extraña sensación pesada, densa e incluso incómoda, generando en el pelinegro una pequeña mueca.
Estaba acostumbrado a aquella vibra en su hogar, por lo que le resultaba aburrido. No salía tan seguido de allí, por lo que sus prácticas en la otra casa le resultaban agradables.
Salió del auto, siendo acompañado por su mayor, quien cargaba las mochilas que habían llevado. Sacando las llaves para abrir la puerta principal y dejándole espacio a su hermano, quien entró con indiferencia al lugar, sosteniendo su propia mochila al notar como Namjoon pretendía ir hasta otra habitación.
Dejándolo solo en la sala, el castaño se fue, y Jungkook tan solo acomodó la mochila que le pertenecía sobre uno de sus hombros, cargandola con pereza mientras observaba unas escaleras demasiado extensas para su gusto, además de antiguas. Generando una leve sensación de cansancio en él al momento de subir el primer escalón, con intenciones de dirigirse a su habitación.
Sin embargo, todas sus acciones se vieron interrumpidas cuando una voz femenina se escuchó a sus espaldas seguido del sonido de unos tacones pesados, captando brevemente su atención, y logrando así que un leve suspiro de frustración abandonara sus labios al percatarse de quien se trataba.
No tenía tiempo para esto.
—¡Jungkook! ¿A dónde crees que vas?
Fue entonces, que al escucharla más de cerca, el malhumor invadió por completo el cuerpo del adolescente, quien volteó apenas para poder observar a la cara a su madre, Darya.
Aquella mujer de cuarenta y tantos años –en verdad no lo recordaba–, era un completo fastidio cuando se trataba de charlas "motivacionales" para su futuro, al igual que la manera en la que intentaba meterse en su cabeza, dándole órdenes y diciendo que cosa hacer y cuando hacerla, incluso como debería verse al hacerlo.
La mujer tenía una intensidad inigualable cuando se trataba de intentar educar correctamente y a su manera a su hijo, siendo siempre tan obsesiva con respecto a verse presentable y a la vez ser educado para poder obtener un mayor estátus dentro de lo que era su círculo social, una buena imágen familiar, y una increíble reputación.
A pesar de que todos en ese círculo sabían perfectamente que no eran más que una gran bola de sociópatas y desquiciados, la hipocresía era bastante grande aún como para juzgarse entre ellos.
Un chasquido cercano se formó frente al rostro del pelinegro, haciendo que saliera de su pequeño trance lleno de odio para poder alzar un poco la mirada, observando así los ojos de su madre, idénticos a los suyos, avellanas y levemente grandes, solo que más llenos de cansancio y carencia de brillo.
—Prestame atención cuando te hablo —dictó la mujer, utilizando un tono más suave al picar con sus dedos la nariz de su hijo, pellizcandola con ligera fuerza para poder captar por completo su atención, y recibiendo de inmediato una queja en respuesta—. No te quiero ver en tu habitación, deja esa mochila sobre el sofá y ve directamente al comedor, todas tus tías y primas vinieron a ayudarte con tu traje de la primera cena.
Frotando con una de sus manos la zona afectada de su nariz, Jungkook frunció el ceño con disgusto ante aquella noticia, mas no quiso protestar ante la mirada de la fémina, asintiendo así a su órden y dejando la mochila sobre un sillón cercano hacia sí, sin agregar nada más a la conversación al dirigir sus pasos hacia donde se le había indicado, mostrándose relajado.
—Y Jungkook...
Volteando sin ánimos por el llamado de su madre, el chico siguió caminando hacia donde se encontraba el resto de su familia, atento a su progenitora aún así, pensando que quizá diría algo mínimamente amable.
—Es importante, no lo arruines. —Utilizando un tono más amenazante, Darya dejó de mirar a su hijo al decir aquello, dedicándose a subir las escaleras hacia su propia habitación.
El sonido de las grandes puertas de su hogar que daban acceso al comedor cerrándose bruscamente fue la única respuesta que recibió, al igual que las expresiones burlonas del chico, quien imitaba descaradamente a su madre a sus espaldas tal cual infante.
Seguido de eso, Jungkook tan solo sintió manos, miles de manos tomándolo desde diversas partes de su cuerpo, seguido de jalones hacia otra parte repleta de telas costosas y corbatas de muy mal gusto ante su punto de vista.
De repente se encontraba rodeado de más de treinta mujeres y un par de chicos tomándole medidas, tocando su cabello e incluso partes de su rostro, tomando nota de cada cosa que realizarían para tenerlo presentable en la próxima cena tan importante.
Jungkook tan solo quería huir lejos, por lo que cerró sus ojos por un instante, resignandose y esperando a que terminaran pronto.
Tan solo esperaba que todo aquello valiera la pena.
• • •
Lo odiaba.
Cada cosa que habían planeado para su apariencia era completamente detestable, repulsivo, vomitivo podría decirse. Todo lo que había observado el chico no le había gustado para nada y ninguna queja que había aportado había sido aceptaba, por lo que estaba bastante frustrado.
—No pienso ir como un niñito rico y mimado cuando la mayor parte del tiempo se la pasan diciendo que me visto como un vagabundo. —Protestó, intentando quitarse con disgusto aquel saco de color verde que le habían colocado, y fracasando en el intento gracias a una de sus tías, quién volvió a acomodarselo.
—Perteneces a una familia rica, Jungkook. Por lo que eres un niñito rico y mimado, ahora comportate. —Declarando aquello, la mujer le dió la espalda al adolescente, dejándolo aún rodeado por sus primas, quienes le acomodaban el resto del traje.
Suspirando con pesadez, el pelinegro terminó por apartar la mirada hacia la gran pila de vestuario que habían desechado ya, toda aquella ropa que le habían probado terminó tirada al ninguna mujer presente ponerse de acuerdo, y eso lo estaba volviendo loco, parecía que nunca saldría de allí.
—¿Cuándo vamos a terminar? Tengo hambre. —Siguió quejándose el adolescente, removiendose con inquietud y ganándose una mirada cansada por parte de la adulta que estaba tomando otro traje entre sus manos.
—Pruebate este, si te queda bien ya puedes irte.
Escuchando aquello, el chico no tardó en tomar la prenda que le entregaba la mujer, apresurandose en ir al pequeño probador que le habían armado en la habitación y cambiándose rápidamente, en verdad quería terminar con eso, además de que aquel traje en específico no se veía tan horrible como los anteriores que le habían colocado.
Era un traje de color rojo oscuro, opaco. Tenía detalles dorados en algunas zonas, como un broche de una flor sobre el bolsillo superior del saco, donde debería ir algún pañuelo.
Jungkook se miró al espejo una vez que terminó de arreglarse, su cuerpo se veía bien con aquella prenda y eso lo dejaba tranquilo, no se vería tan mal el día de la cena. Y la camisa negra que llevaba junto con su cabello levemente despeinado tampoco lucía mal, aunque sabía que sus familiares no lo dejarían ir así ni de broma.
Terminando de acomodar todo, salió del probador, ganándose las miradas de todos los presentes y de inmediato la aprobación de los mismos, aquel traje en definitiva era la mejor opción entre los que habían visto anteriormente.
—Bien, cambiandote el peinado tan horrendo que tienes, sin duda te quedará mejor —argumentó su tía, recibiendo una expresión de desprecio por el adolescente, mas ignorandolo en demasía—. Ya puedes irte, tus primas igual necesitan prepararse y estás estorbando con tu indecisión y quejas.
Haciéndole una señal con la mano para que se vaya, la mujer se alejó de él, y Jungkook inmediatamente fue a ponerse la ropa que tenía anteriormente, suspirando al ser liberado y saliendo de aquella habitación como si tuviera algún virus dañiño, detestaba estar rodeado de aquellas mujeres.
Una vez fuera de aquel salón enorme que tenía su casa, el chico se dirigió hacia las escaleras, caminando a paso rápido y cruzándose así con un jóven rubio mientras subía algunos escalones, aquel hombre era uno de los mayordomos que predominaban en la casa Jeon, trabajando con ellos desde hace algunos años.
—Hoseok, ¿cómo estás? —cuestionó amablemente el pelinegro, ofreciéndole una sonrisa al mayor—. ¿Podrías llevarme algo de comer a mi habitación, por favor? Esas locas no me dejaron ni tomar agua. —Contó, quejándose en un tono infantil que hizo reír a su empleado.
—Me encuentro bien, jóven Jeon. Y me gustaría llevarle algo, pero su madre está probando y preparando cosas para la cena en la cocina y pidió no estorbar, tiene algunos chefs con ella.
Bufando al escuchar aquello, el pelinegro no hizo más que acercarse a su mayordomo, invadiendo su espacio al tomarlo por uno de sus brazos en un abrazo meloso, siendo aquello normal ante la confianza que se tenían ambos.
—Por favooor —imploró, apoyando su barbilla sobre uno de los hombros ajenos—. ¿Dejarás al lindo hijo de tu jefe morir así? ¿Morir de hambre? No lo esperaba de tí, Hoseok. —Dramatizó, ganándose la atención del hombre y una pequeña risa.
—Que niño —renegando apenas, el rubio tomó distancia, acercándose a la cocina mientras en sus manos llevaba una bandeja vacía, parecía que ya había estado ocupado—. Veré que puedo conseguir, ahora vaya a su habitación, su madre en verdad está alterada y empezó a gritarle a todos, no creo que le guste pasar un mal momento.
Negando varias veces con la cabeza, Jungkook comenzó a subir una vez más las escaleras, apurandose por llegar a su habitación y agradeciéndole al mayordomo antes de ingresar a la misma, cerrando la puerta a sus espaldas.
Una vez en su cuarto, el chico no tardó en tirarse a su cama, era grande y espaciosa, por lo que la comodidad que sintió ante aquello era bastante, cubriéndose con las sábanas y hundiendo su rostro entre las almohadas, se sentía bastante cansado después de todo su esfuerzo en la práctica.
Había querido descansar en el auto, pero no pudo por lo nervioso que se sentía y por la charla con su hermano mayor. Aquella noche sería la cena y eso le generaba cierta incomodidad, no sabía cómo sería ni mucho menos con qué gente se encontraría, no solía socializar con otras personas que no fueran sus familiares y eso hacía todo aún más raro para él, no se sentía del todo preparado a pesar de que quería dar a notar que sí lo estaba, era demasiado orgulloso como para mostrarse nervioso por una cosa así.
Cerrando sus ojos con cierta frustración, no pasó demasiado tiempo antes de que escuchara la puerta de su habitación abriéndose, llamando su atención y encontrándose con Hoseok llegando con una bandeja llena de comida, sonriendo de inmediato ante aquello y sentándose en la cama, recibiendo la bandeja.
—Gracias, Hoseok. Eres el mejor. —Halagó, acomodandose de mejor manera para empezar a comer.
—No es nada, pero procure no comer tanto. Recuerde que tiene la cena en unas horas. —Recordando aquello, el mayordomo quiso marcharse, pero Jungkook se lo impidió, jalandolo suavemente por la prenda superior que portaba.
—Hablando sobre eso —exclamó con la boca llena, cubriendo la misma con una de sus manos—. ¿Cómo funciona? ¿Estarás tú?
—La familia va rotando el lugar de la cena constantemente, una semana es aquí y la otra es en la casa de los Kim. En esta ocasión, sí voy a estar presente, pero seguramente ocupado, por lo que lamento no poder estar tan pendiente de usted si necesita algo. —Comentó el rubio, recibiendo un asentimiento por parte de Jungkook.
—Bueno, eso me calma un poco, estar rodeando de extraños no me entusiasma, ¿sabes? —comentó, tomando un poco de agua—. ¿Y alguna vez viste alguna ceremonia? ¿Cómo es? Lo poco que me dijo Namjoon no me sirve demasiado para prepararme del todo.
—No fuí testigo de eso pero tengo algunos compañeros mayores que sí, por lo que sé la casa a la que van se ve bastante distinta una vez que está toda la familia ahí, o eso me dijeron, normalmente cada semana se ve casos de personas que terminan por desesperarse por no encontrar escondites y les va mal, ellos se encargan del desastre que dejan luego de las ceremonias —contó Hoseok, viendo una mirada llena de incertidumbre por parte del menor—. Pero no quiero asustarlo, confío en que le irá bien, veo lo cansado que vuelve de las prácticas.
—Quizás eso no es suficiente, me fastidia tanto no poder practicar cada que quiero por la estúpida familia esa, la persona que va a practicar después de mí debe ser odiosa —protestó, resoplando nuevamente—. Ojalá tuviera algo de tiempo ahora.
Sonriendo apenas al escucharlo, el mayordomo volvió a alejarse, abriendo la puerta de la habitación del adolescente y fijando su atención en el mismo.
—Descanse un rato, me aseguraré de pedirle a los demás que no lo molesten y lo despertaré para cuando tenga que prepararse, ¿le parece?
Asintiendo a las palabras del rubio, Jungkook observó como salía de su habitación, y un nuevo suspiro abandonó sus labios antes de que pudiera centrarse en comer, con su mente maquinando miles de escenarios aún.
¿Y si en verdad no estaba preparado? Él no podía morir aún, era demasiado jóven, y todavía tenía que pasar mucho tiempo molestando a su hermano, no se lo podía permitir.
Dudas y dudas llegaron a él mientras la comida que guiaba a su boca iba sintiéndose cada vez más amarga, jamás había sentido tanta preocupación por algo así y eso lo fastidiaba.
No podría dormir.
Siendo consciente de aquello, sus ojos se fijaron en la gran ventana de su habitación después de dejar la bandeja sobre la mesita de luz que tenía a un lado, levantándose de la cama y apartando un poco la cortina de la ventana para observar hacia afuera, notando como empezaba a oscurecer, y los guardias que se encontraban en la entrada de su casa, custodiando cerca del portón.
Apretando sus labios entre sí, la cabeza del adolescente siguió llenandolo de ideas y preocupaciones hasta que terminó por decidir algo.
Saldría aquella noche a practicar antes de la cena, y nadie iba a detenerlo.
Decidido, aprovechó que Hoseok estaría cuidando que nadie ingresara a su habitación y rápidamente se alistó para huir, tomando una mochila pequeña que tenía y guardando un par de cosas allí, con comida que le había sobrado de la bandeja y una botella de agua, junto con algunas vendas en caso de lastimarse. Y una vez que tuvo todo listo, se cambió, colocándose un pantalón negro y una camisa del mismo color, buscando pasar desapercibido al salir de la casa, a la vez en la que pensaba como escapar de la misma.
Su hogar tenía algunas zonas donde los árboles generaban sombra, su habitación era un ejemplo de aquello, por lo que al estar listo, se colocó la mochila y sus pasos lo guiaron hacia la ventana, misma que abrió despacio, desplazándose por allí hasta estar en el techo de la mansión, asomandose apenas para verificar que nadie lo había visto.
No le costó demasiado encontrar alguna parte libre de guardias, sabía que por el patio de su casa no había tanta gente, y aprovechó aquello, escabullendose y bajando del techo con cuidado, para después trepar por una de las paredes de aquella zona, agradeciendo en demasía las enseñanzas de Namjoon como para que él pudiera hacer eso actualmente, y a la vez maldiciendo porque sus uñas aún estaban destrozadas.
Sus pies tocaron finalmente el piso del exterior, y aquello lo llenó de emoción, jamás había escapado y eso lo llenaba de adrenalina, pero no quiso pensar demasiado en ello, prefirio apurarse, caminando por donde no podría cruzarse con los guardias.
Su hermano mayor le había enseñado como llegar a su casa a través del bosque en caso de emergencias, y a pesar de que esta no era una emergencia, Jungkook aprovecharía que sabía el camino de la casa de práctica para ir hasta allí, corriendo hasta no ser visto por algún adulto y estando en poco tiempo en el bosque.
Suspirando al sentirse seguro, el pelinegro observó el bosque, encendiendo la linterna de su teléfono y encontrándose con un pequeño camino de tierra, el cual había marcado Namjoon hace unos años, indicando el camino.
Sonrió, y empezó a caminar, dispuesto a perfeccionarse aún más a pesar de que sabía que no era una buena idea.
A pesar de que sabía que estaba prohibido.
• • •
Tercera vuelta que hacía y Jungkook se encontraba cansado, aquella casa que era en realidad una mansión ante lo espaciosa que era, le resultaba completamente agotadora, había analizado cada uno de los escondites que tenía disponible y eso cansaba aún más, haciendo que su respiración se agitara constantemente.
Su tobillo aún dolía, incluso peor que antes, pero eso no lo había detenido en absoluto, el chico corría, practicaba arduamente, se acomodaba en escondites pequeños e incluso descubría algunos más, su mente maquinaba escenarios peligrosos para sentirse amenazado y esconderse mejor, ayudándolo bastante a avanzar.
Cuarta ronda y cayó rendido frente al sillón de la sala, cayendo de rodillas y tomando la mochila que había dejado allí, sacando la botella de agua para poder beber un poco, y observando hacia afuera para ver que tan tarde se había hecho, verificandolo en su teléfono.
Faltaban tres horas para la cena, debería irse.
Guardando la botella de agua, Jeon se dispuso a acomodar las cosas que había sacado de lugar, sin percatarse del pequeño ruido que se generaba en el segundo piso, sobre su cabeza, demasiado perdido en sus pensamientos como para notar aquello, pero lo suficientemente alerta como para escuchar otro sonido más cercano.
La puerta de la casa.
Alarmado, Jungkook corrió hacia las escaleras, subiendo sin hacer demasiado ruido como ya había aprendido, y buscando un escondite al estar en el segundo piso, llevando la mochila con él al no querer dejar evidencia de que se encontraba allí.
Un par de miradas y se metió a una de las habitaciones de la casa, la misma tenía un armario pequeño y esa era la única opción cercana que tenía el pelinegro, por lo que corrió hacia allí, abriendo la puerta y metiéndose con rapidez.
Sin embargo, no esperó para nada no ser el único en aquel mueble, mucho menos esperó sentir el filo de una navaja amenazandolo, rozando sus costillas.
Y mucho menos se esperaba sentir una mano cubriendo su boca, callandolo de cualquier escándalo.
Enfrente suyo se encontraba un chico de cabello castaño, de la misma altura que él, igual vestido de negro y con una bufanda cubriendo su boca, sin permitirle ver del todo su rostro pero sí sus ojos, los cuales se veían amenazantes junto con el ceño fruncido que presentaba.
—¿Quién eres, eh? —interrogó en un susurro aquel castaño, sintiendo su cuerpo presionandose contra el de aquel desconocido que tenía sometido ante el poco espacio que tenían, obligándolos a estar cerca—. No te ves mayor, ¿qué haces aquí?
Frunciendo el ceño, Jungkook intentó soltarse del agarre, pero solo consiguió que el chico quitara la mano de su boca, aún se encontraba amenazado con una navaja y eso lo hizo quitar la suya de uno de sus bolsillos, amenazandolo de igual manera, solo que presionando el filo contra el cuello de aquel castaño, buscando intimidarlo y sonriendole con arrogancia.
—Jeon Jungkook, niño —comentó, soberbio y despreocupado, viendo la mirada molesta del chico al ser llamado así—. Y vine a practicar, para que no me terminen matando como voy a hacer contigo si te pasas de listo —diciendo aquello, la presión en el cuello ajeno aumentó, y la presión sobre sus costillas también—. ¿Y tú eres?
Guardando silencio por unos segundos, el castaño fijó su mirada en la puerta del armario, intentando escuchar si alguien se acercaba, y al verificar que no era así, sus ojos pasaron a estar en Jungkook, analizando seriamente el rostro del mismo.
—Kim Taehyung —respondió, buscando alejarse un poco, y fracasando ante el escaso espacio del armario—. Y vine a hacer lo mismo que tú, así que deberías dejar de apuntarme con eso.
Dudando, el pelinegro esperó a que el chico aflojara la presión en su cuerpo para poder hacer lo mismo con su propia navaja, manteniéndose alerta aún.
—No debes estar aquí, está prohibido. —Siguió hablando el pelinegro, como si él no estuviera haciendo lo mismo.
—Cállate, vas a hacer que nos vean. —Regañandolo, Taehyung guardó su navaja, volviendo a cubrir la boca del chico con su mano al escuchar pasos cerca, quedándose ambos en silencio.
Inmóviles, sus cuerpos se mantenían pegados y sus respiraciones apenas podían escucharse ante lo tensos que se encontraban, ambos alertas por ser descubiertos y a la vez por estar encerrados con un desconocido, no podían confiarse tan fácilmente, por lo que ambos se mantenían atentos a las acciones del otro, sin bajar la guardia.
Fue un par de segundos después que Taehyung aflojó un poco la presión que ejercía sobre la boca ajena, acercándose a su rostro para poder susurrar.
—Cada noche viene un grupo de hombres a limpiar la casa, vinieron esta tarde por lo que deberían irse rápido, quédate quieto y no hagas ruido. —Ordenó el castaño, recibiendo una mirada desconfiada por parte de Jungkook, seguido de un asentimiento por parte del mismo.
Soltandolo, ambos intentaron mantener distancia, manteniéndose en un silencio incómodo mientras esperaban por unos largos minutos que aquellas personas se marcharan de la casa, ambos debían irse lo antes posible.
Un tiempo después fue que escucharon la puerta de la mansión abriéndose y cerrándose, por lo que ambos suspiraron con pesadez, apresurandose en salir del armario y luchando un poco entre ellos por aquello, sintiéndose apretados después de tanto rato juntos.
Taehyung fue el primero en salir, acomodandose su ropa como si hubiera tocado algo asqueroso y alejándose bastante del pelinegro, quién salía detrás suyo, arreglandose igualmente.
—No puedo creer mi suerte para quedarme encerrado contigo, ¿no podías pensar en otro lugar? —Preguntó Jeon, acomodando su camisa.
El castaño no hizo más que mirarlo sin interés, cerrando las puertas del mueble en el que estaban anteriormente.
—Tú tampoco eres muy original, Jeon. Podría encontrarte fácilmente en una ceremonia si te escondes aquí, y no te sería tan fácil huir —declaró el chico, quitando la bufanda que cubría su rostro y viendo poco tiempo después la mirada curiosa de Jungkook sobre él—. ¿Quieres una foto para el recuerdo o por qué me miras tanto?
—¿Bromeas? Solo veía lo mal que luces. —Comentó el pelinegro, fingiendo desinterés mientras acomodaba su mochila en su espalda.
Taehyung rodó los ojos, tomando de igual manera un bolso que había llevado y apartándose de Jungkook, dispuesto a marcharse sin dirigirle la palabra.
Sin embargo, el pelinegro no le permitió aquello, caminando detrás de él mientras seguía manteniendo aquella mirada curiosa sobre el castaño.
—¿Ya venías aquí antes o por qué sabías que venían? —Interrogó, atento al otro chico.
—Vienen siempre después de que termino de practicar, me enteré que venían poco tiempo las noches antes de la cena y quise aprovechar —contestó sin real interés el chico, fijando su mirada en Jungkook—. Y me lo estaba estropeando bastante el raro ruido que escuchaba en la casa, de un lunático corriendo, ya veo de quién se trataba. Pensé que era solo imaginación mía.
—Bueno, algunos practican de verdad, no como tú que ni siquiera te escuché.
Deteniendo su paso, el castaño se paró enfrente de Jungkook, viéndose intimidante al estar cara a cara, mientras que el pelinegro en su lugar se veía divertido, sonriendole con burla.
—Yo practico de verdad, tú eres el que debería perfeccionarse para no hacer ruido al escapar —declaró, presionando su dedo índice sobre el pecho ajeno al apuntarlo—. También deberías aprender a no buscar enemigos.
—Tiemblo de miedo, Kim. Me aterras. —Notablemente sarcástico, el pelinegro sonrió con gracia, divirtiendole molestar al chico.
—No voy a perder mi tiempo hablando contigo si no me tomas en serio, no vales la pena. —Sin agregar nada más, Taehyung volvió a alejarse de él, apresurando su paso para marcharse de aquel lugar.
Y a pesar de que Jungkook estaba totalmente dispuesto a fastidiar un poco más a aquel castaño, lo dejó ir, sabía que él también debía apresurarse por volver a casa, por lo que rápidamente salió de la mansión donde estaban, viendo al chico alejarse a pasos apresurados hacia el bosque.
—Nos vemos en la cena, malhumorado. —Exclamó por lo alto el pelinegro, alzando su voz para que el contrario pudiera escucharlo mientras se apartaba poco a poco.
No recibió respuesta alguna y eso le hizo gracia, Taehyung parecía ser bastante serio y gruñón, aunque aquello tenía sentido considerando que eran rivales y podrían llegar a atacarse en alguna otra ceremonia, ellos no se tendrían que haber visto fuera de aquella situación, y ambos lo sabían.
Sin preocuparse demasiado por aquello, Jungkook se centró en llegar rápidamente a su hogar, dejando atrás al castaño y la situación que pasaron ambos, sin querer tomarle tanta importancia, y enfocándose más en no ser descubierto por su familia estando fuera de casa, metiéndose en el bosque una vez más.
• • •
El regreso a su habitación se le dificultó más, su tobillo le había jodido algunas cosas y casi había sido visto por uno de los guardias mientras se subía al techo de su casa, pero el pelinegro había podido escapar de aquello, escabullendose a su cuarto en silencio, entrando por la misma ventana por la que había escapado antes.
Su pecho subía y bajaba ante su respiración y sentía su cuerpo totalmente agotado, obligándolo a recostarse en la cama por unos segundos mientras tiraba la mochila a otra parte de su habitación, olvidándose de ella.
Jamás se había sentido tan alerta como aquella noche y eso lo había cansado aún más, el estar con aquella adrenalina de no ser visto por nadie y la inquietud por esconderse, todo había alterado su cabeza.
En especial aquel encuentro con aquel chico de la otra familia, la sorpresa que se había llevado por encontrarlo en el armario y ser amenazado por el mismo, no se esperaba para nada eso. El castaño se veía amenazante y brusco a pesar de que su apariencia no era precisamente de alguien realmente intimidante, no para Jungkook.
Perdido en sus pensamientos, el pelinegro se quedó pensando unos minutos en aquel chico, sintiendo cierta curiosidad, y echándole la culpa de aquello al hecho de que no se relacionaba tanto con otras personas, esa era la explicación que encontraba de su atención hacia el castaño.
¿Era él el chico que estaban entrenando después de sus prácticas? ¿Cómo es que podía escaparse más de una vez sin ser descubierto? ¿Y cómo es que no lo había escuchado en la casa?
Preguntas llenaban su cabeza, con su atención centrándose por completo en Taehyung, cuestionandose varias cosas y sin encontrarle explicación a la mayoría.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar el sonido de la puerta, viendo a Hoseok asomar su cabeza por allí y sentándose en la cama ante aquello, como si no hubiera hecho nada en las últimas horas.
—¿Durmió bien? —interrogó el mayordomo, mirándolo con curiosidad ante el cambio de vestimenta de Jungkook, mas sin comentar nada al respecto—. Su madre quiere que se levante ya, debe prepararse.
Asintiendo a las palabras ajenas, el pelinegro se levantó de la cama, estirandose con pereza y sintiendo sus huesos sonar, sin prestarle demasiada atención a aquello.
—Voy a bañarme y en un rato bajo, Hoseok. —Informó, recibiendo un pequeño asentimiento por el rubio, quien volvió a abandonar la habitación, dándole su espacio.
Jungkook había pensado en preguntarle al mayordomo sobre la otra familia ante su curiosidad, pero no le parecía una buena idea, el hombre podría sospechar de lo que había hecho o incluso delatarlo, no quiso arriesgarse y solo se limitó a proceder con lo que ya tenía planeado su familia, dirigiéndose hacia el baño para prepararse para la cena.
El tiempo pasó más rápido de lo que creía, la gente de su familia se reunía en el gran salón de su casa, los sirvientes iban y venían con copas de distintas bebidas alcohólicas y comidas, todos iban organizándose para la llegada de la familia Kim, y Jungkook observaba desde el piso de arriba, cercano a las escaleras y apoyándose cerca del barandal de las mismas, mirando todo aquel que llegaba.
Una mesa larga llenaba el gran salón, la gente tomaba asiento y comía a gusto, todos charlaban entre sí, parecía una fiesta animada por el momento. Y su hermano mayor parecía bastante ocupado ayudando a los mayordomos con la comida, sirviéndole a los familiares de ambos.
El pelinegro se mantenía alejado por el momento, ya se había duchado y cambiado, sus primas lo habían peinado de tal manera en que su cabello no cubriera su rostro, se veía elegante, pulcro e incluso imponente, su cuerpo era grande por lo que lucia más masculino en aquel traje.
No tenía apetito, ni interés en tolerar a toda su familia por el momento. Por lo que prefería quedarse allí un rato, a pesar de que su madre no parecía estar muy contenta con aquello, a Jungkook no le importaba.
Fue un par de minutos después que la familia Kim comenzó a llegar, persona tras persona, todos ingresando a su casa hasta parecer una multitud que agobió al adolescente, quien observaba uno por uno a cada desconocido, hasta cruzar miradas con alguien que ya conocía.
Kim Taehyung había sido el último en ingresar a su casa, llevando un traje azul oscuro, su cabello un poco más ondulado que hace unas horas, se veía delicado a pesar de la mala cara que tenía al observar a Jungkook, quien lo seguía con la mirada.
El castaño se dirigió hacia la mesa donde se estaban juntando todos, y fue la primera vez en la noche que Jungkook bajó del segundo piso, juntándose con el resto de su familia y saludando a cada uno antes de estar cerca de la mesa, donde lo esperaban distintos tipos de comidas, y un malhumorado Taehyung, el cual lo miró de reojo una vez que el pelinegro tomó asiento a su lado.
Ambos se miraron, mas ninguno se dirigió la palabra. Los adultos en la mesa habían fijado su atención en ambos, pues eran los más jóvenes en las familias.
—Como ha crecido tu hijo, Darya. No lo recordaba tan alto. —El padre de Taehyung, Jinwoo, fue el primero en hablar, dirigiéndose hacia la madre de Jungkook.
—Tu hijo igual creció bastante, yo creo que a ambos les irá bien cuando sea su momento —comentó la mujer, acomodando una servilleta sobre su regazo antes de tomar unos cubiertos—. Mi Jungkook se la pasa practicando, ¿no es así?
El pelinegro asintió a la pregunta de su madre, viéndose incómodo al recibir tanta atención por parte de desconocidos, mas sin querer demostrar tanto aquello, manteniéndose neutral mientras de igual manera comenzaba a comer, sin centrarse tanto en los demás.
La cena transcurrió con normalidad, los adultos dejaron de prestarle atención al comenzar a beber, y Jungkook pudo notar como el chico a su lado observaba todo con aburrimiento, ganándose su atención.
—¿Siempre tienes esa cara? —Interrogó de repente, recibiendo como respuesta una mirada por parte del castaño, seguido de la expresión seria del mismo.
—¿Tú siempre eres molesto?
—Que grosero.
Taehyung no le respondió, tan solo se levantó de la mesa una vez que los demás comenzaron a hacer lo mismo, esparciendose por la casa de los Jeon. Y el castaño aprovechó aquello para caminar un poco por la casa, sin esperar tener a Jungkook detrás suyo.
Frunciendo el ceño, volteó hacia aquel chico, esperando alguna explicación por su repentino acercamiento, y recibiendo solo una sonrisa por parte del pelinegro, quien se veía divertido, mirándolo mientras colocaba sus manos en los bolsillos del traje.
—Estás siendo algo acosador, ¿sabes? —Interrogó, cruzándose de brazos.
—No lo soy, solo me gusta fastidiarte.
—No entres tanto en confianza, mi familia podría resultarle raro que me hables tanto —exclamó Taehyung, dispuesto a apartarse una vez más—. Además, ya te lo dije, no te conviene buscar enemigos.
Jungkook aprovechó que la mayoría de personas se habían alejado un poco de ellos para acercarse hacia el contrario, quedando cara a cara, buscando molestarlo aún más.
—¿Ya me estoy ganando un enemigo, Kim? —Cuestionó con cierto tono burlón, viendo el fastidio con el que lo miraba el castaño, quien terminó por empujarlo suavemente.
—Si no fueras un pesado te diría que sí, pero en verdad no vale mi tiempo pelearme con un tipo que seguro lo primero que hará en la ceremonia es llorar ante el primer cadáver que vea, no me intimidas. —Argumentando aquello, Taehyung quiso marcharse sin agregar nada más, pero el pelinegro se lo impidió.
Tomándolo por uno de sus brazos, Jungkook volvió a poner enfrente suyo al chico, siendo él el que lo miraba con seriedad esta vez, haciendo que el contrario retrocediera un poco, atento a las acciones ajenas.
—Siento que me estás retando, soy perfectamente capaz de ver un cadáver y no reaccionar, siento que el que puede llegar a terminar llorando eres tú —declaró, viéndose más desafiante—. Te propongo algo, la ceremonia es dentro de poco, y siempre dan la lista de cuantos muertos tiene cada uno, si ganas, te dejaré en paz, y si yo gano, tendrás que soportarme cada cena si es que siquiera sobrevives para seguir viniendo.
Taehyung apretó sus labios con incertidumbre, sin saber que responder ante aquello, y su silencio dándole pie a Jungkook de seguir hablando.
—O podemos hacerlo peor y ver quien encuentra al otro en la ceremonia, pero eso sería aburrido en caso de que alguno termine matando al otro. —Comentó el pelinegro, encogiendose de hombros.
—Incluso si no gano tendrás que dejarme en paz, porque te meteré un puñetazo si sigues persiguendome —exclamó el chico, extendiendo su mano hacia Jungkook—. Acepto tu absurda competencia, estoy seguro de que tendré más en la lista que tú.
—Que egocéntrico.
—Y tú patético.
Estrechando sus manos finalmente, Jungkook sonrió victorioso, totalmente dispuesto a ganarle a aquel chico que parecía estar harto de él a pesar del poco tiempo que habían pasado juntos, divirtiendole verle molesto.
No sabía por qué estaba tan enfocado en molestar a aquel castaño, mucho menos por qué él le seguía la corriente, pero lo que sí sabía es que no podía esperar a ganar y ver aquella cara de desprecio.
Jeon Jungkook le ganaría a Kim Taehyung, cueste lo que cueste.
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