88
Egon esperaban su respuesta. Negativa o positiva, él la esperaba arrodillado ante ella con un hermoso anillo en alto y con una sonrisa preciosa en los labios. Shelby respiró profundo, obligándose a no echarse a llorar una segunda vez en el día. Se acomodó el cabello detrás de las orejas y sin emitir una sola palabra, asintió con una leve sonrisa. Sus amigos estallaron en aplausos y él se levantó lentamente sin dejar de mirarla a los ojos. Matrimonio. Él le había propuesto matrimonio. Egon Peitz, un asesino serial que juró nunca amar a nadie, ahora se hallaba pidiéndole la mano a una chica. Con un movimiento elegante, él sacó el anillo de la caja y lo deslizó en el dedo anular de la mano izquierda de Shelby. Acto seguido, la besó y en ese instante, ella supo que había encontrado al amor de su vida en un mundo lleno de dolor y sufrimiento.
—Este es el momento en el que se ponen a llorar—canturreó Martha—así que prefiero adelantarme a la fiesta.
La anciana se abrió paso entre los dos, haciéndolos reír. Habían organizado una reunión privada y Shelby ni si quiera lo sospechó. Agarrados de la mano, la pareja se volvió hacia los demás con el rostro ruborizado.
—¿Por qué no me dijeron que Egon me propondría matrimonio? Pude haberme arreglado mejor—susurró Shelby con timidez.
—Eres hermosa incluso sin maquillaje, mi bella dama—replicó Egon, rozando su nariz en su mejilla y besándola tiernamente.
—¡Era una sorpresa! —protestó Caroline—y no deberías por qué saberlo, pero mi regalo todavía falta.
—¿Sobre el ultrasonido? —preguntó Shelby, mirando cómo Gabbe se alejaba unos pasos de su hermanastra con nerviosismo.
—¿Quién te lo ha dicho? ¡NO! —exclamó Caroline enfadada y fulminó a todos con la mirada.
—Fue Gabriel—respondió Egon con una sonrisa de satisfacción. Gabbe le enseñó el dedo corazón y él le sacó la lengua.
—No importa—bufó Caroline con histeria—vamos, Shelby. Regresaremos en una hora.
—¿Qué hay de la...?
—Puppy, ve. Estaré esperándote.
Egon le apretó delicadamente la mano y la besó en la sien antes de soltarla. Caroline sujetó del brazo a Shelby y la condujo al Peugeot con una gran sonrisa reveladora en su rostro.
—¡Quiero ir! —gritó Kevin desde atrás. Tanto él y los demás se encontraban preparando la fiesta en el jardín y había regresado corriendo. El pequeño rubio miró a Egon de soslayo y después a ellas.
—¿Puede ir? —interrogó Shelby.
—Vamos, pero date prisa—respondió Caroline.
Kevin se subió a los asientos de atrás y Caroline ayudó a su hermana a subir al copiloto. Antes de marcharse, Shelby miró una última vez a su prometido esbozando una gran sonrisa y reprimió el impulso de bajar del auto y besarlo apasionadamente. Del tiempo que había pasado en aquella ciudad, nunca salió a recorrer las calles y el clima había enfriado considerablemente. Ya estaban iniciando invierno y dentro de poco comenzaría a caer nieve. Tenía muchas dudas y pensamientos devastadores que no la dejaban dormir. A menudo soñaba que Marlon y Norman los encontraban y los asesinaba a todos sin miramientos, y que a ella la dejaban viva solo para sufrir el infierno en cuerpo y alma. Despertaba cuando veía a Egon morir frente a sus ojos.
—¿Qué crees que sea, niño o niña? —la voz de Kevin la hizo volver a la realidad y salir de su amasijo de pensamientos y se recargó en el asiento con tranquilidad.
—Algo me dice que será niño—respondió Caroline— ¿y tú, Kev?
—Niña—respondió el chico mirando por la ventana— ¿qué hay de ti, Shelby?
—Sea niño o niña me parece bien—contestó adormilada. Pasaron los minutos y Shelby se sentía cada vez más fatigada. Era el embarazo lo que la dejaba sin fuerzas a plena mañana y aunque no podía si quiera mantenerse un rato de pie, le emocionaba. Ella le estaba dando vida a alguien y era inmensamente feliz. No obstante, la pesadilla no había culminado y probablemente en ese segundo se hallaban en el desarrollo del problema. Faltaba el mezquino final que tanto la desesperaba.
—¡Llegamos! —canturreó Caroline con una grata sonrisa en los labios, que a Shelby le pareció exagerado, pero le devolvió el gesto. Entre Kevin y su hermana la ayudaron a bajar con sumo cuidado, ya que su estómago era enorme y podía pasar golpeando cualquier cosa—abre la puerta, Kev—ordenó, ayudando a Shelby a subir unos escalones con dificultad. Entraron al sanatorio particular y el aire acondicionado le provocó un leve estornudo a Shelby que la hizo ver estrellas. Se sujetó el estómago y se sentó lentamente en los suaves sillones de la sala de espera. El ambiente que destilaba aquel sitio era extraño porque había ecografías de bebés pegadas a las paredes y los ciclos del embarazo y la lactancia; también porque no había ninguna otra mujer ahí. Estaba desértico, pero la música que había de fondo era agradable. Kevin le hizo compañía en lo que Caroline intercambiaba algunas palabras con la encargada del lugar.
—Buen día, soy Caroline Ferrer...
—¿Qué se siente estar embarazada? —le preguntó Kevin a Shelby, sonriendo con las mejillas rojas.
—Es la primera vez que paso por esto y es maravilloso—respondió ella con las cejas levantadas—te diría "Algún día lo sabrás", pero es imposible.
—Te equivocas.
—¿Qué quieres decir? —ella frunció el ceño.
—Algún día lo sabré porque tendré una hermosa esposa que me dará los mejores problemas de embarazo—respondió él, con emoción—Egon debe estar orgulloso al saber que será padre dentro de poco tiempo. Ojalá yo me contraiga matrimonio en un futuro...
Aquellas palabras del chico la dejaron sorprendida. Alargó una mano hacia él y le acarició una de sus mejillas con suavidad.
—Tendrás la mejor esposa del mundo, Kevin. Ya lo verás. Eres un niño precioso, que se merece todo; así que no te preocupes. Falta mucho tiempo para que encuentres a tu media naranja, tómalo con calma.
—No quiero una media naranja, ¿qué tal si ya está exprimida? —repuso riéndose y Shelby le dio un golpecito en el brazo tras soltar una risotada—de una vez te aclaro que soy un limón salvaje, muy raro en su especie.
—¿Y qué soy yo? —quiso saber ella, interesada con su teoría.
—Una media sandía, por supuesto.
—¿Por qué? ¿Lo dices por mi estómago? —inquirió, levantando una ceja en su dirección y palmeando suavemente el gigantesco estómago.
—¡No! —rio, ruborizado—es que Egon y tú, son frutas raras en el mundo. No son comunes y es un milagro que se hayan encontrado. Si no te gusta ser media sandía, puedes ser un medio kiwi.
Shelby estaba por replicar cuando Caroline la llamó con la mano con bastante insistencia. Kevin se plantó junto a ella y se dio a la tarea de ayudarla, aunque no hubiese necesidad de hacerlo. Se acercaron a la recepcionista y esta le sonrió a Shelby ampliamente.
—Acompáñenme, por favor—dijo y le echó un vistazo a Kevin—el chico puede quedarse afuera.
—¿Por qué no puede entrar? —interrogó Shelby, frunciendo el entrecejo, molesta.
—Porque ya serían tres personas en el consultorio y máximo son dos—respondió la recepcionista sin borrar su sonrisa. Se levantó con gracia, encaminándose a un pasillo—por aquí.
—Kevin, ¿nos esperas? —le preguntó.
—Sí—dijo el rubio con decepción, la cual fue camuflada por una sonrisa.
Caroline instó a Shelby a avanzar por el pasillo con una mueca en el rostro.
—Esto está mal. Kevin quería entrar—masculló Shelby entre dientes.
—Lo sé, pero así es esto, ahora apúrate. Ya quiero saber si seré tía de una niña o de un niño.
Una mujer rubia, guapísima y de edad madura las recibió en un consultorio enorme y la recepcionista le brindó una sonrisa más ancha de lo normal, y luego desapareció de la puerta y cerró. Shelby escrutó a su alrededor y le dieron escalofríos ver las diferentes facetas de una mujer embarazada a través de fotografías, esculturas en miniaturas o de tamaño real de una mujer con un bebé adentro con sus órganos también a la vista. O la mitad de una mujer mostrando los senos en la lactancia. Aterrador.
—Buen día, soy la doctora Mavis Watson, tú debes ser Shelby Cash, ¿verdad, preciosa?
Shelby se quedó absorta en los petulantes ojos azules de la doctora y su elegante peinado deslumbrante, que le costó responder. Aquella mujer intimidaba.
—Buen día—fue todo lo que dijo para no sonar grosera, pero tenía miedo. Caroline se encargó de hablar mientras que ella inspeccionaba los diferentes artefactos y esculturas del consultorio.
—Es su primer embarazo y su primer ultrasonido—le oyó decir a su hermana y volvió la vista a ella y a la doctora, que la escuchaba con atención detrás de su escritorio. Sus manos estaban entrelazadas entre sí y su bata blanca estaba sobre un perchero al igual que su bolso—y hoy es su cumpleaños, y este ha sido mi regalo. Aparte porque justamente hace un rato su novio le propuso matrimonio. Tal vez eso la tenga nerviosa.
—No hay problema. Todas somos inexpertas en el primer embarazo—añadió la doctora con suavidad—no tienen de qué preocuparse—de pronto, Shelby sintió la mirada de la doctora sobre ella y dejó de fisgonear unos folletos acerca de los problemas de la leche materna y le devolvió la mirada con seguridad—cariño, recuéstate en la cama en lo que arreglamos todo para que conozcas a tu bebé.
Obedeciendo al pie de la letra, se quitó los zapatos y se recostó en la cama con las manos sobre su estómago y la vista al techo.
—Todo saldrá bien—le animó Caroline guiñándole un ojo a su lado. Shelby alcanzó a ver a la doctora ponerse su bata y sus lentes de aumento mientras revisaba un aparato similar a una computadora y había un objeto alargado que estaba conectado a la pantalla.
—Álzate el vestido al inicio de tu estómago—ordenó la doctora, encendiendo la pantalla. Shelby se quedó mirándola—cariño—susurró tras darse cuenta que ella no pensaba levantarse el vestido—no sientas pena. Puedes cubrirte con esto—se levantó y se quitó la bata de los brazos. Tras dudarlo unos segundos, Shelby obedeció y dejó solo al descubierto su estómago pronunciado y Caroline le apretó la mano como muestra de apoyo—a ver, vamos a empezar—interpuso la doctora y le frotó un líquido frío encima, y después la pantalla negra se iluminó, pero justo cuando colocó el otro aparato en su piel, apareció una imagen borrosa que hizo a Shelby fruncir el ceño y a la doctora sonreír—oh, pero, ¿qué tenemos aquí?
La doctora Watson ensanchó su sonrisa a medida que le pasaba el aparato por todo el vientre.
—¿Qué pasa? —preguntó Caroline con ansiedad.
—¿Ven esos dos bultos ahí, encontrados entre sí? —preguntó la doctora. Ambas asintieron.
—Son gemelos.
«Egon Peitz»
—Deberías relajarte. Se supone que hoy es el gran día de tu vergonzosa vida, Peitz.
Egon le envió una sádica mirada a Gabbe y este alzó las cejas, dándole un ligero golpe en el hombro.
—Te aseguro que, si algo anda mal, lo sabremos. Vuelve a tu fiesta de compromiso porque tu novia llegará en cualquier momento.
—No entiendo cómo lograste quitar ese gusto por Shelby tan pronto—hizo una mueca y el chico de ojos azules soltó un suspiro mientras comenzaban a caminar por los alrededores de la casa. No respondió al momento, sino que se tomó el tiempo para hacerlo y Egon no lo presionó. Caminaron un rato por un sendero adornado de flores y ambos se sentaron sobre unas sillas de madera talladas a mano para respirar aire fresco.
—El gusto por ella va más allá de su aspecto físico—Gabbe contestó por fin, mirando fijamente el cielo sin parpadear—no tuve que conocerla de mucho tiempo para darme cuenta que era perfecta. Pero Shelby te eligió a ti. Siempre has sido tú. Tenías antigüedad con ella y ya la habías enamorado cuando la conocí. Ya estabas en su pensamiento y en su cuerpo. Quise luchar por su amor, pero vamos, ¡Era una guerra perdida!
Con una sonrisa de oreja a oreja, Egon lo escuchaba muy interesado. Le gustaba saber que Gabbe lo tenía bien claro que Shelby era suya y de nadie más.
—Aunque ella también me correspondía—continuó Gabbe diciendo y una sonrisa llena de locura invadió sus labios y Egon dejó de sonreír para gruñir—la besé dos veces, Peitz y ella no opuso resistencia. Le gustó besar mis labios.
—¿Quieres que te parta la cara, McCall?
—No. Solo te estaba contando, además, estoy tras Caroline. Comienza a interesarme muchísimo.
—Solo te ruego que no seas idiota con ella, eh.
—No tanto como lo has sido con Shelby—rio Gabbe con toda la intención—descuida, yo no abofetearé a Caroline como lo hiciste con Shelby.
—¿Quién te ha dicho eso? —Egon se horrorizó.
—Una vez escuché a Shelby hablando en sueños y susurró tantas cosas...
—Sabes bien como enfadarme—gruñó—ya no sigas. Me conformo con saber que has dejado a Shelby en paz.
—Ella merece ser feliz. Su padre es un buen hombre; solo que está cegado por la soberbia y las cosas ilegales, pero ama a su hija.
—Si la amara, no hubiese creado tanta estupidez. Shelby vive aterrada, pensando que en cualquier segundo vendrán a matarnos.
—Parte de la demencia de Dorian Tyler eres tú—Egon lo miró sin entender—es decir, trabajabas para su rival del narcotráfico. Y, por ende, al enterarse que su hija era novia de un trabajador de Marlon, era obvio que se pondría como loco.
—Entonces Dorian Tyler tendrá que acostumbrarse porque yo no voy a dejar a Shelby. Ella es mi vida ahora.
—Ella es la vida de su padre—contradijo Gabbe, con pesar.
—No hay remedio. Si tengo que matar al padre de la chica que amo para salvarla, lo haré.
Gabbe sacudió la cabeza y se rascó el cuello.
—Y si te interpones, Gabbe, también te mataré—lo amenazó.
—Lo sé.
Una hora más tarde, Egon y Gabbe habían dado por culminada la conversación y ambos se hallaban charlando con los demás, en espera de Shelby, Caroline y Kevin. Egon se sentía incómodo con la ropa que portaba encima y tenía la errónea idea que se miraba totalmente ridículo. Había comenzado a sudar y Shelby no volvía; y estaba tan tentado a ir a buscarla que decidió beberse un poco de whisky en una copa para aligerar los nervios.
—¡Tranquilo, hermano!
Egon se bebió el whisky de un solo trago y dejó escapar un suspiro al sentir aquella bebida alcohólica deslizarse por sus entrañas. Lo suyo no era beber, sino fumar. Miró a Trenton que fumaba un cigarrillo y se le antojó uno.
—¿Tienes otro? —le preguntó, ansioso.
—Por supuesto—contestó su amigo y sacó una cajetilla marca Marlboro y un encendedor. Egon lo cogió con avidez y encendió uno. A la primera calada sintió que sus músculos se relajaban y aspiró hondo para la segunda— ¿Por qué estás tan nervioso?
—Soy un prófugo de la justicia que se ha enamorado de la hija de un grandioso mafioso, ¿por qué estaría nervioso? No tengo por qué estarlo—espetó con sarcasmo y Trenton puso los ojos en blanco, dándole una calada a su cigarrillo y sacando lentamente el humor por la nariz.
—Lo entiendo; pero hay un detalle, idiota—siseó Rex—justamente hoy le propusiste matrimonio a Shelby y debes estar cagándote de felicidad, no de miedo. Tú nunca has tenido miedo, ¿por qué decides este día para tenerlo? Vas a comenzar a ponernos nerviosos.
—Porque hoy me siento inmensamente feliz y tengo miedo de que alguien lo arruine.
—No estás solo, Egon. Nos tienes a nosotros—Rex señaló a los demás con el dedo y Egon se estremeció—somos una familia ahora. Decidimos romper las reglas y rebelarnos ante la ley solo para seguirte. No lo arruines tú.
—Tú estás aquí porque anhelas recuperar a Lola—masculló.
—Y también porque eres mi amigo.
Y de pronto Egon recordó la definición que él mismo le había dado a esa palabra y no pudo evitar reírse.
—Está bien—sentenció y dándole una última calada a su cigarrillo, lo lanzó al suelo y lo pisoteó con el zapato. Más allá del campo visual de ambos chicos, se encontraban Austin y Thomas eligiendo las canciones para ambientar la fiesta y no se decidían por una canción apropiada para cuando Shelby hiciera acto de presencia y Martha los había mandado al infierno por ser tan idiotas.
—¡Ponga la que sea! —gritó la anciana antes de marcharse con una copa de whisky a alguna parte. Thomas ahogó una risilla que enloqueció a Austin. El gemelo estaba enloquecido por Thomas Wilson y cada que tenía la oportunidad perfecta, lo besaba apasionadamente sin importarle nada. Y ese momento no fue la excepción. Thomas se veía demasiado guapo con esos pantalones negros de lino y camisa color carmesí manga larga, sin decir de su barba de algunos días sin rasurar y sus ojos verdes con lentes de aumento, los cuales tuvo que conseguir unos nuevos porque le costaba muchísimo ver sin ellos. Era alucinante. El gemelo a veces se preguntaba cuan afortunado era de haberlo encontrado y hacerle ver que la belleza no solo estaba en las mujeres, sino también en los hombres y no había nada de malo en ello. Y Thomas siempre se sentía cohibido por la presencia sumamente masculina de Austin y se sonrojaba a menudo. Cada que él lo miraba, se sentía en las nubes y cuando dormían juntos, suspiraba al recordar las noches en las que Austin lo abrazaba cariñosamente hasta quedarse dormidos, pero ese día lo que sentía por ese chico no era solo amor, sino deseo. Porque siendo sinceros, ¿quién no babearía por él? Alto, corpulento, ojos verdes brillantes, cabello bien peinado, pantalón negro de lino y una estupenda camisa manga larga color negra y muy ajustada a su perfecto cuerpo. Y lo mejor de todo era... que él era suyo.
—¡Pongan música, joder! —les gritó la anciana desde algún punto— ¡Y dejen de comer frente al hambriento!
Rápidamente se separaron y se miraron sin dejar de sonreír.
—Opino que pongamos Rude de MAGIC! Justo en el momento en el que Shelby llegue—dijo Thomas.
—Buena idea—repuso Austin.
—¿Y después de esa?
—Tengo algunas ideas, ¿quizá algo de Rock alternativo, Indie o Pop?
—La que sea está bien. El punto es que al principio debe ser genial y ya después pondremos los géneros que dices o bien, electrónica y reggaetón.
—El reggaetón lo bailarás tú solo—gruñó Austin.
—¡Era broma! —Thomas le robó un beso en la mejilla y conectó el teléfono de Austin al modular—a nadie le gusta el reggaetón, así que no te preocupes.
—A mí sí me gusta—agregó Gabbe detrás de ellos con el rostro serio. Tanto Austin y Thomas intercambiaron miradas perplejas— ¡estoy jugando! —gritó el tonto chico de mirada amable, partiéndose de la risa.
—No es gracioso—musitó Austin, poniendo los ojos en blanco.
—¡Ya está aquí! —gritó Martha. Thomas y Austin se apresuraron a poner la canción de Rude de MAGIC! Shelby bajó del coche con Kevin sujetándola de una mano y Caroline de la otra. Tenía el rostro sonrojado y buscaba con la mirada a Egon. Cuando él apareció en su campo visual, no pudo evitar sonreírle. Su prometido se aproximó a ella para abrazarla y besarla en toda la cara.
—Ya estás aquí. Te eché de menos—le susurró Egon al oído.
—Te tengo una noticia—murmuró ella en voz tan baja que él apenas escuchó, pero no pudo continuar porque Caroline los empujó para que caminaran al patio trasero donde los esperaba buena música y bocadillos. Egon frunció el ceño al escuchar la canción que salía de las bocinas y miró a Shelby perplejo. Ella sonreía.
—¿Quién eligió la canción? —preguntó, divertida.
—¡Nosotros! —alzaron la mano Austin y Thomas—imagina que la canta Egon para ti y tú Egon, imagina que se la cantas a Shelby.
Egon no pudo evitar reír al término de la canción y besó a Shelby frente a todos con delicadeza.
—Te juro que me supiera la letra entera, te la cantaría—acotó.
—Es justo y necesario.
Gabbe apareció por detrás y los abrazó amistosamente. Los condujo a una mesa especial para los dos mientras la canción seguía.
—Solo por hoy, seré su esclavo—bromeó Gabbe—bueno, más bien su camarero. ¿Qué desean de beber?
El día estuvo perfecto. Risas, anécdotas, brindis, comida y música maravillosa para cantar o bailar. A pesar de que Shelby echaba de menos a su madre, eso no evitó que se sintiera feliz al tener a esas personas con ella ni a ese chico de ojos oscuros a su lado que tanto amaba. Se iba a casar con él. Iban a tener gemelos y nada podía echar a perder ese día. La anciana Beck se había embriagado de whisky justo al atardecer y se reía con mucha frecuencia, y Austin se encargó de arroparla en un sofá cuando se quedó profundamente dormida con una copa vacía en la mano. El sol se había ocultado desde hacía rato y los diferentes tipos de música seguían alegrando el ambiente. Egon no apartó la mirada de Shelby en ningún momento, ni tampoco se separó de ella. La acompañó al baño, a sentarse un rato con los demás y después a caminar un poco por los alrededores. Él le dio su saco para que no sintiera frío y la abrazó durante la caminata. Se sentaron en las sillas de madera tallada a mano a contemplar la luna. Desde ese lugar se alcanzaba a escuchar la música y Shelby sintió la calidez de Egon cuando este la pegó más a él y le depositó un beso en la sien. Luego de unos segundos, ella notó que Egon tarareaba la canción actual como si la conociera.
—¿Conoces esa canción? —quiso saber ella con curiosidad.
—Sí. Es una de mis favoritas.
—La letra es profunda y muy buena, ¿cómo se llama?
—Echo de Jason Walker.
—Canta para mí.
Entonces él bajó la mirada y la miró en la oscuridad. Los ojos de ella brillaban de luz y él sonrió, contemplándola.
—Sabes que no puedo decirte que no, mi bella dama.
Se aclaró la garganta y comenzó a cantar...
—Hello, hello anybody out there? Cause I don't hear a sound. Alone, alone I don't really know where the world is, but I miss it now... —hizo una pausa para mirarla, ya que ella lo miraba con admiración y amor infinito—I'm out on the edge and I'm screaming my name like a fool at the top of my lungs. Sometimes when I close my eyes I pretend I'm all right but it's never enough. Cause my echo, echo is the only voice coming back. My shadow, shadow is the only friend that I have. Listen, listen I will take a whisper if that's all you have to give...
Al término de su hermoso canto, Shelby retuvo el aliento y lo abrazó con fuerza, frotando su mejilla en su cuello para sentirlo lo más cerca posible. Tenía una voz hermosa y la letra era maravillosamente triste.
—Esa canción prácticamente describe lo que yo sentía antes de conocerte—añadió él, besándole la frente.
—Yo te salvaré...
—Ya me has salvado. Quitaste la locura de mi cabeza.
—¿Por qué eres tan perfecto, Egon Allen Peitz?
—Porque tú eres la razón para que yo sea el chico perfecto.
—Bésame—le pidió ella.
—No tienes por qué pedírmelo—y la besó delicadamente. Un rato después, regresaron a la fiesta y se encontraron con Austin, Thomas, Caroline, Trenton, Gabbe, Martha y Kevin bailando. A Shelby le sorprendió ver a la anciana despierta, luego de quedarse inconsciente en el sofá tiempo atrás por el alcohol, pero al parecer, revivió y estaba ebria y bailando, no obstante, lo que más le sorprendió fue ver a Gabbe bailando sexymente con su hermana. La canción era la de La Mordidita de Ricky Martin. Todos estaban sudorosos a pesar de que había frío.
—¡Bailen, amargados! —les gritó Martha dando vueltas con Kevin. El pequeño rubio se mataba de risa al ver a la anciana bailar.
—Bailaremos una romántica—dijo Shelby.
—Creo que después de esta viene una—le informo Austin sin dejar de bailar ridículamente con Thomas. Miró a Caroline bailar agarrada de Trenton y de Gabbe y le guiñó un ojo, riéndose.
—Tu hermana tendrá que decidirse por uno de los dos—bromeó Egon cuando se fueron a sentar.
—Supongo que por Gabbe—ella se encogió de hombros y se llevó un poco de betún a la boca, del pastel que había en la mesa.
—¿Y no te incomoda?
—No.
—¿Lo dices en serio?
—En serio—respondió sin mirarlo. De repente, la canción de Ricky Martin terminó y comenzó una lenta y perfecta para bailar con pareja— ¡vamos! —Shelby agarró a Egon de la mano y lo arrastró hacia sus amigos. La anciana, Kevin y Trenton se retiraron de la mini pista del jardín porque se sentían asqueados con el ambiente romántico. Shelby colocó sus brazos alrededor del cuello de Egon y él colocó los suyos en la cintura de ella. Él no sabía bailar, pero dejó que ella le enseñara. Miraron a Gabbe con Caroline en la misma posición bailando y sonrieron, también Austin y Thomas bailaban lentamente.
—¿Qué canción es esa? —preguntó Egon.
—Not Alone de RED—susurró Shelby—me encanta.
Bailaron abrazados y sintiendo la letra en el fondo de sus corazones. De la nada, una sustancia fría y húmeda aterrizó en la mejilla de ambos desde el cielo, pero continuaron bailando con aquella bella canción que los transportó a un sitio solitario y solo para ellos. Más de esa sustancia comenzó a caer sobre todos y se dieron cuenta que era nieve. Estaba nevando. No tardó mucho en que una cobija blanca los cubriera en medio del baile lleno de explosiones y emociones encontradas por parte de ambos. Shelby miró directamente a los ojos de Egon y él a su vez antes de fundirse en un tierno beso apasionado, sintiéndose por primera vez uno mismo.
—Vamos a ser padres de gemelos—susurró Shelby sobre sus labios.
Hola, hola, ¿alguien por ahí? Porque no escucho un sonido. Solo, solo, realmente no sé dónde está el mundo, pero lo extraño ahora... Estoy al límite y grito mi nombre como un tonto a todo pulmón. A veces, cuando cierro los ojos, finjo que estoy bien, pero nunca es suficiente. Porque mi eco, eco es la única voz que regresa. Mi sombra, la sombra es la única amiga que tengo. Escucha, escucha, tomaré un susurro si eso es todo lo que tienes para dar... (TRADUCCIÓN DE LA CANCIÓN QUE CANTÓ EGON)
SIGANME EN MIS REDES SOCIALES PARA ESTAR EN CONTACTO:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro