79
Momentáneamente, Egon le sostuvo el femenino rostro de Shelby entre sus dedos, escrutándola con atención. Y tras darse cuenta que estaba sana y salva, esbozó una sonrisa, pero cuyo gesto suave se esfumó al verle las vendas de sus muñecas y parte de los brazos. No dijo nada, simplemente volvió a estrecharla en su firme pecho y ella se estremeció.
—¿Viste a Gabbe? —preguntó ella en un murmuro. Su voz sonó apagada por estar pegada a su cuerpo.
—Sí y también sé que él te besó cuando estuvieron juntos las dos semanas—respondió, pero en su voz no había veneno, sarcasmo o molestia. Shelby se tensó, pero él no la soltó—escucha, mi bella dama—añadió Egon en voz baja—no me importa lo que haya pasado entre ustedes, sé que me amas y yo te amo. Además, él prometió alejarse de nosotros y ayudarnos a escapar.
—¿Escapar?
—Planeábamos ir al hospital y a tratar de hablar con tu padre, pero nos dimos cuenta que hacerlo era algo estúpido, así que Gabbe decidió regresar con él y mentirle—Shelby se horrorizó.
—¡Lo van a matar!
—Es un riesgo que él quiso correr.
—¡No podemos dejarlo solo! Necesita nuestra ayuda... él...
—Por el momento no podemos ayudarlo, ¿Acaso quieres que nos maten a todos? ¿A mí, a Austin a Trenton? —ella negó con la cabeza.
—Pero no es justo que Gabbe muera a manos de mi padre.
—Es muy listo. Podrá mentir a la perfección.
—¿Y sí...?
—No quiero que estés preocupada y mucho menos por nuestro bebé—Shelby alzó la barbilla para enfrentar su mirada. Él sonreía.
—¿Cómo lo sabes?
—Caroline me lo ha dicho.
—¿Mi hermana? —frunció el ceño.
—Sí.
—¿Cómo?
—Por medio de los aparatos llamados teléfonos. Es una larga historia, ahora vámonos.
—¿A dónde vamos? —quiso saber.
—A dónde tú quieras. Yo obedezco—Shelby miró por encima del hombro de Egon y vio a Trenton a unos pasos sonriendo con Austin.
—¿Qué hay de ellos?
Egon se dio la vuelta y la tomó de la mano. Shelby sintió la calidez de su piel y se dio cuenta que en ese momento era la chica más protegida del mundo estando a su lado. Sin embargo, cuando él se disponía a hablar, se escuchó una explosión lejana que hizo vibrar el suelo. Por instinto, Egon abrazó a Shelby para protegerla de cualquier cosa y en el cielo se alzó una gran nube de humo negro que comenzó a lanzar fragmentos de concreto hacia a todas partes y muchos gritos inundaron las calles.
—¡El hospital! —oyeron gritar a alguien en alguna parte. Egon la apretó más a su pecho y ella sintió que todo le daba vueltas.
—¡Al coche, ahora! —ordenó Egon y Shelby fue arrastrada dentro del auto con rapidez. Trenton la ayudó a pasarse al asiento trasero y Austin se sentó en el asiento del copiloto mirando a todos lados con Egon frente al volante. El coche se impulsó hacia adelante y salieron disparados al hospital. A medida que se acercaron lo suficiente, se percataron que aquel edificio estaba hecho pedazos y cantidades de llamaradas se extendían al cielo como cascadas. Shelby ahogó un gritito y se cubrió la boca con las manos y Trenton la abrazó—maldita sea—masculló Egon, golpeando el volante—maldita sea, Gabriel...
De pronto, Shelby divisó el escarabajo verde a unos metros de ellos, en donde se hallaban Charlie, su madre y Caroline a salvo, solo que, con el rostro negro de humo, pero en buen estado. Había más personas ahí, mirando horrorizados el hospital y otros llorando por la desgracia de quizás no haber salvado a sus familiares. Y cuando Egon comenzaba a retroceder, alguien se estampó a su ventana. Todos saltaron del susto y el chico austríaco entornó los ojos al reconocer a la persona en el cristal. Shelby se quedó pasmada, viéndola. Era Martha. Martha Beck. La anciana. ¡Estaba viva! Enseguida Egon y Austin bajaron del coche precipitadamente y la abrazaron al mismo tiempo. La anciana soltó una carcajada y les dio una nalgada a cada uno.
—¡Vámonos de aquí, ahora! —ordenó la mujer con emoción—les contaré todo, pero larguémonos de aquí, par de sexys bichos.
Martha se deslizó junto a Shelby y le dedicó una sonrisa leve cuando Egon retrocedió bruscamente para alejarse de ahí. Cambió las velocidades y se impulsó a toda velocidad en dirección contraria al desastre. Iba tan deprisa que los neumáticos derrapaban a cada vuelta.
—¿Cómo es posible que sigas con vida? —preguntó Shelby. Trenton miró por la ventana, Austin volvió el rostro hacia atrás para verla y Egon la miró por el espejo retrovisor. La anciana se miraba bastante bien, pero en su cara y brazos había algunos moretones que se estaban borrando poco a poco.
—Fingí mi muerte, querida.
—Pero, ¿cómo? Es decir, te vimos casi muerta y a punto de lanzar una granada—repuso Egon con las cejas juntas.
—Ay, solamente cerré los malditos ojos y rodé bajo un coche. Nadie me vio y cuando se largaron por la explosión, no quisieron buscarme y se marcharon. Ahí fue donde aproveché a ir al hospital por ayuda y ofrecerme de voluntaria en otros hospitales cuando me recuperé. La feria de las casualidades me llevó exactamente a donde estabas tú, querida. Demasiada coincidencia o el destino así lo quería.
—¿El hospital donde yo estaba? —Shelby se frotó las vendas de sus brazos, inconscientemente. Martha rodó los ojos y le agarró la mano con fuerza.
—Estuve cuidando de ti desde que me enteré que estabas ahí—dijo. Todos se sorprendieron.
—¿Qué?
—Sí, cariño. Cuando supe que estabas ahí, cuidé de ti, pero no te diste cuenta porque no estabas lúcida.
—Gracias, Martha—agradeció Egon.
—Ni agradezcas, además, al enterarme que tu madre pensaba deshacerse de tu bebé, con más razón te cuidé.
—¿Qué? —A Shelby se le cayó el alma a los pies.
—Tu mamá no ha dejado de gritar a los cuatro vientos que iba a interrumpir tu embarazo porque no quiere tener un nieto que sea hijo de un criminal como Egon—graznó la anciana—pero ella se contradice, ya que, tú eres hija de un narcotraficante, querida y no te sientas mal. Eres brillante.
—No entiendo por qué mi madre tuvo esa idea tan atroz...
—¿Y sabes? Descubrí que tu padre llegó a verte porque también quiere protegerte de tu madre. A él no le importa de quién hijo sea, porque es su nieto.
—¿Mi padre? —Shelby casi se puso a llorar ahí mismo
—Bueno, al único que quiere muerto es a Egon—el recién mencionado rodó los ojos y continuó conduciendo.
—¿Quién provocó la explosión? —quiso saber Austin.
—Un chiquillo muy guapo de ojos azules y pecas en el rostro. Llegó corriendo, pero antes evacuó a la mayoría de personas y me dijo que tenía que salir si no quería morir en mil pedazos y obedecí—respondió.
—Fue Gabbe—dijo Shelby— ¿dónde está?
—¿Lo conoces? —preguntó la anciana.
—Es nuestro amigo—interpuso Egon.
—Luego de la explosión, ese chiquillo guapo fue llevado a la fuerza por tu padre, Shelby. Y después se largaron en ese asqueroso jet del tamaño de una casa.
—¡Tiene a Gabbe! —gritó Shelby, hecha una loca— ¡tenemos que salvarlo!
—Tenemos a más personas que salvar, al parecer—terció Trenton y la anciana lo miró con incertidumbre.
—Por cierto, Shelby, tenemos que darte una mala noticia—agregó Austin y Egon negó con la cabeza.
—¿Más malas noticias? ¿Qué pasó?
—Este chico, Kevin Black—comenzó a decir Austin y tragó saliva—falleció. Los hombres de Marlon Blake lanzaron una bomba a su casa y lamentablemente creo que no sobrevivió.
—¿Qué has dicho? ¿Kevin? ¿mi pequeño Kevin Black? —a Shelby se le aceleró la respiración.
—Mi bella dama, no sé cómo demonios supieron de mi existencia, pero así sucedió. Lamento mucho lo de tu amigo, fue un gran chico porque nos ayudó mucho a ocultarnos—farfulló Egon.
—Ahora entiendo por qué lo mataron—siseó Shelby con amargura.
—Créeme que van a pagar el daño que nos están haciendo.
—Recuerdo cuando el único dolor de cabeza era Norman—musitó Shelby, azorada.
—Me he perdido tantas cosas. A ver, comiencen a ponerme al tanto—ordenó la anciana. Egon y Austin se limitaron a resumirle absolutamente todo. Shelby también puso atención, puesto que, al igual que Martha, quería saber más detalles al haber estado ausente en el hospital como idiota.
—Gabbe se hizo amigo de Egon—bromeó Austin—fueron tan inseparables hace unos días.
—Es cierto—replicó Trenton, riéndose. Austin y Trenton rompieron a carcajadas. Egon elevó los ojos al techo del vehículo. Y Shelby se inclinó hacia adelante para besarle la base del cuello con delicadeza. Él sintió un ligero cosquilleo que le recorrió todo el cuerpo.
—Nada de flirteos en este momento, par de chiquillos calientes. Esto es serio—canturreó la anciana. Shelby se ruborizó y se hundió en el asiento. Egon le guiñó un ojo a través del retrovisor y Martha le dio un leve codazo a ella para hacerla sonreír.
—Aún sigo sin poder creer que Egon tuvo un rival que estuvo tras los huesos de Shelby. Es alucinante. Me hubiera gustado tratarlo y ver como se golpeaban—Martha dio unos golpes imaginarios y eso provocó más risas en Trenton y Austin. La anciana miró a Trenton—y tú, chico, eres muy valiente al unirte a nuestra familia. Ya verás que recuperaremos a tu chica de Marlon Blake y mataremos a Norman.
—Error. Mataré a Norman—corrigió Egon.
—Doble error. Lo mataremos—corrigió Trenton esbozando una sonrisa.
—Triple error. Acabaremos con él los tres—corrigió Austin. Minutos más tarde, se quedaron en silencio.
—Por cierto, Martha—objetó Egon de pronto—destrozaron tu casa de Nueva York. Los hombres de Blake no dejaron nada, salvo lo del sótano. No pudieron acceder con facilidad.
—Esos hijos de perra—siseó la anciana—cuando les ponga las manos encima, sabrán lo que es ser un verdadero asesino.
—Tranquila—dijo Austin—por el momento no podemos ir, pero irás después a recoger tus cosas.
—¿A dónde vamos? —preguntó Shelby.
—A un lugar seguro—Egon la tranquilizó—iremos a New Hampshire, queda a unos setenta y ocho kilómetros de aquí.
Y ella asintió. Martha recargó su cabeza en el cristal y su melena cana se alborotó un poco con el aire. Aprovechó a pincharle la espalda a Austin para molestarlo.
—¿Y qué hay de ti y Thomas? —se atrevió a preguntarle. Y Trenton frunció el entrecejo. Egon soltó una risita y Shelby arqueó las cejas.
—Eh... —Austin se pasó una mano por el cabello—bueno, verán...
—¿Ya te dijo que se muere por ti?
Shelby se cubrió la boca con las manos y se envió una mirada con Egon.
—¿Eres gay? —Trenton se atrevió a preguntarle, mirando perplejo al gemelo. Austin se lamió los labios y sus pupilas se dilataron.
—¡Oh, vaya! Estaba hablando con él, insecto—sentenció la anciana mirando a Trenton con recelo—no metas tu cuchara—volvió a posar sus ojos en Austin y sonrió amistosamente—anda, cariño, continúa.
Austin rio con nerviosismo.
—Es difícil de explicar porque yo estaba seguro de gustarme chicas y así. Pero... luego llegó ese tonto y su estúpida manera de ser tan estresantemente tierna y diferente. Creo que mi atracción se debe a que Thomas supo sacarme sonrisas después de la muerte de mi hermana.
—Cariño, ese chico quedó perdidamente enamorado de ti y yo le dije que quizás perdería el tiempo, ¿y sabes qué me contestó cuando se lo dije? —dijo Martha, Austin negó con la cabeza, mirándola con los ojos bien abiertos—me dijo "Haré lo que sea para ganarme su corazón. Sé que le gustan las chicas, pero no quiero rendirme sin antes haberlo intentado" y mira, Thomas no se rindió y ahora eres tú él que quiere estar a su lado, ¿no?
—Sí. Quiero verlo. Nos confesamos a través del teléfono, pero no es lo mismo que en persona.
—Entonces, ¿Qué esperas para llamarlo? Lo que pasó con el hospital es una buena excusa para hablarle, además, debe estar preocupado por ti.
—Usa mi teléfono—le dijo Egon y le lanzó el aparato—está en silencio.
Austin vio la pantalla y divisó varias llamadas de Thomas y de Caroline.
—Te ha llamado Thomas y Caroline—le avisó—mejor llama a la hermana de Shelby para saber si está bien.
—Puppy, ¿quieres que la llamemos?
—No. Ella está bien, mejor háblale a Thomas y después a Caroline.
—De acuerdo—dijo Austin y marcó a Thomas. Miró a la anciana y esta le devolvió la mirada. Tener a Martha Beck de nuevo con ellos era como tener el pan de cada día. Era tan sabia y experta, que no entendían como habían podido sobrevivir sin ella. Thomas respondió al instante. Austin le informó que todos estaban bien y que Gabbe se había ido con el padre de Shelby y que ella ya se encontraba con ellos, sana y salva. También le informó sobre Martha y a Thomas casi le dio un ataque de tanta felicidad. Pero la mencionada le susurró a Austin en la oreja:
—Dile que lo echas de menos y que quieres verlo.
Austin se tensó. Le tembló el labio inferior y negó con la cabeza. En eso, la anciana le arrebató el teléfono y Austin, al quererlo recuperar, recibió un manotazo por parte de ella.
—¡Thomas, niño lindo y guapo! —canturreó la anciana con coquetería. Thomas rompió a reír—aquí, Martha reportándose después de días de ausencia.
—Todavía sigo impactado al saber que estás viva. Es un milagro.
—Hierba mala nunca muere, chico. Recuérdalo. Yo soy la peor hierba del mundo, así que para matarme tendrán que ponerme miles de kilos de dinamita, un pesticida potente y enterrarme viva—bromeó.
—No digas eso—se horrorizó.
—Bueno, no te hablaba por eso, sino porque Austin se muere de ganas de decirte algo, pero no puede. Es un jodido cobarde, y lo diré por él.
—¿De qué se trata? —Thomas se preocupó.
—Verás—comenzó a decir con una sonrisa maliciosa. A Austin le temblaba ambas manos en su regazo y tanto Shelby y Egon sonreían por su reacción y Trenton apretaba los labios para no reír—Austin desea verte. Abrazarte. Besarte. Pasar una noche de pasión contigo bajo la luz de la luna en la playa, embarrados de arena y agua sumamente salada. Aunque les de irritación en los ojos, pero es algo romántico y debes saber que todo eso no quiso decírtelo porque le da vergüenza.
La mandíbula de Austin casi se le cayó al suelo de la impresión y todos rompieron a reír. El rostro del gemelo se tornó escarlata y la cubrió de pena. Mientras tanto; del otro lado del teléfono, Thomas miraba a la nada con los ojos excesivamente abiertos. Era incapaz de articular palabra alguna.
—¿Y no piensas decir nada? —canturreó Martha.
—Estoy estupefacto, debo reconocer. No encuentro las palabras para expresarme...
—¡Bah! Toma, dile al menos algo romántico al chico—masculló la anciana y le devolvió el teléfono a Austin. Y cuando él escuchó la respiración de Thomas, balbuceó:
—Quizás lo que dijo Martha es cierto.
—¿Lo de la playa y eso?
—Eh, sí.
—Te estaré esperando.
Luego de la conversación sentimental, marcaron a Caroline y la chica explicó temerosa que Dorian Tyler regresó por ellos una hora más tarde de la explosión en su jet y que tanto su padre y ella, fueron enviados a un cubículo oscuro con Gabbe, mientras que Trixie se fue alguna parte con su ex esposo. Y tenía suerte de estar en un sitio con señal.
—¿Pero, estás bien? ¿Gabbe está bien? —preguntó Shelby con insistencia. Egon apretó la mandíbula, presionando el acelerador para llegar más rápido a la ciudad próxima.
—Sí. Estamos bien, pero tenemos miedo. Ojalá tu padre no nos asesine.
—No lo haría—deseó que fuese verdad.
—Tu amigo de ojos azules se encuentra recostado sobre unos cojines en el suelo. Uno de los hombres tu padre le dio una paliza que mejor no te cuento. El pobre chico respira, por si preguntas, pero está muy mal.
A Shelby se le encogió el corazón. Y como estaba en altavoz, todos lo escucharon.
—Menudo imbécil—siseó Egon con rudeza—dile a Caroline que se asome a alguna ventana y vea que hay a su alrededor.
—Egon dice que intentes buscar una ventana para que veas alguna cosa que nos ayude a saber dónde estás.
—Estamos sobrevolando y es imposible ver algo—se quejó y de pronto, a través del teléfono, Shelby escuchó unas voces y pasos. Caroline gimió y trató de cubrir el auricular, pero oyó todo lo que dijo su hermanastra: —Papá...
—¡No voy a dejar que te toquen! —le oyó graznar a Charlie.
—¡No, papá! —gimoteó Caroline y al parecer, tiró el teléfono. Y a continuación un sinfín de gritos y forcejeos inundó el ambiente. Shelby apretó el teléfono y Martha la abrazó.
—¡No la toquen! —gritó Charlie, seguido de golpes de por medio.
—¡Papá! —un grito desgarrador surgió de la garganta de Caroline entre el llanto. Y todo quedó en silencio. Transcurrió un minuto así, hasta que alguien cogió el teléfono y dijo con tal debilidad que a Shelby se le cortó la respiración:
—¿S-Shelby? —y se cortó la llamada de golpe. Era Gabbe.
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