Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

78

Dorian entró sin miramientos a la habitación de su hija, siendo escoltado por sus tres hombretones que noquearon al par de policías que resguardaban la puerta. Trixie se quedó afuera, observando nerviosamente a los policías en el suelo y sintiendo la mirada de Charlie y Caroline quemándole la espalda. Al momento que Tyler puso un pie dentro, sintió un gran cambio en el ambiente. Olía a medicina y a limpio. Arrugó la nariz y apartó la cortina, haciendo callar a la enfermera con la mirada cuando esta se disponía a protestar. Se acercó poco a poco a donde su única hija se hallaba postrada con los ojos cerrados y los brazos vendados. Ya respiraba por sí sola y se encontraba dormida. Se sentó en el asiento que estaba situado junto a ella y con cautela, le tomó una de sus manos entre las suyas y comenzó a acariciarla suavemente, mirándola fijamente en espera de su reacción. Pero Shelby no despertó.

—Hija—dijo con voz profunda—soy yo, tu papá. Despierta.

Sin embargo, ella continuó con los ojos cerrados. Volvió su atractivo rostro hacia la enfermera que lo observaba estupefacta y gruñó.

—¿Por qué no despierta?

—Le suministré una dosis de sedante para que pueda dormir perfectamente bien.

—¿Por qué? —espetó, molesto.

—Son órdenes médicas, señor...

—Haz que reaccione. Ya no más sedantes, ¿entiendes? O te volaré la cabeza en pedazos si vuelves a tocar a mi hija.

La enfermera, consciente de sus palabras, tragó saliva y se apresuró a llegar hasta Shelby para tomarle el pulso.

—Ella despertará en un par de horas más. No hay otro medicamento que pueda darle para reaccionar. Tiene que esperar a que pase el efecto.

Dorian asintió y en su rostro se formó una mueca de desagrado cuando cruzó mirada con la mujer y esta, intimidada, se disculpó y se retiró dando zancadas. Se escuchó un leve grito desde afuera, señal de haber visto a los dos policías inconscientes, pero a Dorian le importó bien poco.

—Shelby, despierta ya, cariño—un suspiro por parte de ella hizo que él le palmeara la mano.

—¿No crees que exageras demasiado al venir con semejante medio de transporte y noquear a dos pobres hombres solo por ver a Shelby?

Dorian Tyler dio un respingo cuando la voz de su ex mujer surgió a sus espaldas en medio del silencio después de quince minutos a solas con su hija. Se frotó el puente de la nariz con los dedos y gruñó con irritación.

—¿Podrías dejarme a solas con mi hija, Trixie?

—¿Por qué ahora te preocupas por ella, y no cuando fuiste un reverendo idiota al dejarla sola? —insistió la mujer, con mucho veneno. Trixie se situó del otro lado de Shelby y miró con recelo a Dorian.

—Sabes bien que lo hice por su seguridad y la tuya—masculló entre dientes, sin verla—soy un maldito criminal, Trixie. Mi hija no tenía por qué saber a lo que me dedico.

—Bueno, ahora lo sabe y se enamoró de un criminal.

—Te recuerdo que hace muchos años también te enamoraste de mí, a sabiendas que era un homicida que buscaba la gloria suprema y, aun así, aceptaste casarte conmigo, pero todo cambió...

—Cambió cuando me engañaste con una prima tuya, la cual habías encontrado luego de mucho tiempo porque pensaste que eras huérfano por completo, ¿y qué hiciste? ¡Acostarte con ella! —interpuso con asco. Dorian rodó los ojos—con tu estúpida prima, Tyler. Tu maldita familia. Ahí me di cuenta cuán asqueroso y loco eras.

—Cállate. Shelby puede escucharte—siseó.

—Ella está dormida.

—Entonces no veo la razón por la cual recordar nuestra vida pasada.

Trixie asintió y se inclinó a besarle la frente a su hija con cariño.

—Ahora sal de aquí.

—No.

—¡Necesito cuidar a mi hija de ti!

—¿Cuidar? —Trixie rio sin humor—pero si aquí el criminal eres tú, no yo.

—Debo cuidarla de tu demencia que está devorando tu sentido común. Nadie que esté bien de sus facultades mentales tendría la idea de hacer abortar a su hija solo por un capricho.

—¡Está esperando un hijo de un asesino! —gritó ella de mal humor.

—Y quieres que no cometa el mismo error que cometiste hace años, ¿no? ¿Es eso? —ella se quedó en silencio y él perdió la cabeza— ¡Responde! —gritó. Y apretó la mano de su hija con tal fuerza que Shelby abrió los ojos de pronto y ahogó una exclamación. Dorian cerró la boca y el color de su rostro se tornó blanco. Tanto él y Trixie miraron con nerviosismo a Shelby. El rostro de su hija pasó de estar perplejo a estar contraído de furia. Soltó la mano de su padre y se cruzó de brazos. Dorian intentó sonreír, pero ella lo miró con desprecio y fulminó a su madre con repugnancia.

—¿Qué hace este hombre aquí? —preguntó a su madre.

—Vino a ver cómo estabas...

—Dile que se vaya—se negó a ver a Dorian y Trixie sonrió maliciosamente.

—Claro, cariño.

Miró a su ex esposo y él estrechó los ojos.

—Shelby quiere que te largues.

—La he escuchado, pero quiero hablar con ella a solas.

—No quiero—espetó Shelby.

—Ella no quiere. Ya la oíste.

Y en ese momento, Shelby consideró mejor las cosas y suspiró.

—Está bien. Hablaré contigo—replicó, mirando a su padre con desdén.

—Pero, cariño...

—Vete, Trixie—sentenció Dorian. Trixie miró a su hija y después a su ex esposo.

—Shelby, si no quieres hablar con él, no tienes por qué hacerlo.

—Sé cómo defenderme, madre—musitó Shelby con cara de pocos amigos. Estaba de mal humor porque le habría gustado seguir durmiendo. Y como no esperaba la visita inesperada de su padre... Ambos se cercioraron de que Trixie se hubo marchado para poder hablar ampliamente. Dorian se revolvió en el asiento sin saber por dónde comenzar— ¿por qué? —preguntó Shelby con el ceño fruncido y los ojos llorosos. Se obligó a sí misma a ser fuerte y no comportarse como una niña, sino como una adulta. Su padre la miró con incertidumbre.

—¿Qué, cariño?

—¿Por qué nunca me dijiste la verdad? Eres un narcotraficante, de los mejores del país, por lo que sé. Desde pequeña siempre estabas ausente en casa y hace unos años que te marchaste, lo único que me dejaste fue solamente un maldito coche más viejo que las faldas de la abuela y, aun así, ¡Nunca estuviste al pendiente de mí! —Dorian, meditando su respuesta, esbozó una leve sonrisa y negó con la cabeza.

—No me pediste un auto último modelo, si me lo hubieras pedido, el coche más caro del mundo sería tuyo.

—Eso no me importa ahora. Solo respóndeme, ¿Por qué no me lo dijiste? Te necesité muchas veces.

—Jamás dejé de cuidarte, Shelby.

—Ah, ¿no? —inquirió con sarcasmo—mírame. Las pesadillas y la desesperación volvieron a mí y he estado en el hospital dos veces en este año por haberme abierto las venas, ¿a eso le llamas cuidarme?

—Esas malditas heridas te las hiciste por culpa de tu noviecito Peitz. A mí no me eches la estúpida culpa.

Shelby se quedó estupefacta e inmóvil. Entornó los ojos y apartó la mirada para no sentir la de su padre que la observaba con coraje.

—No sé de qué hablas.

—¿Con quién crees que estás hablando? ¿Con un vago de la esquina? —alzó la voz, claramente molesto—soy un criminal y conozco a mis demás rivales y el novio que elegiste trabaja para un mafioso que compite contra mí y es un estúpido chico que se dedica a enamorar chicas jóvenes con el fin de enviarlas a países de Asia con el fin de prostituirlas.

—¡Egon dejó de trabajar para ese tipo hace tiempo! Él ya no hace nada de lo que hacía antes.

—Eso te ha dicho. Leí su historial y él actúa a la perfección. Engatusa y le hace creer a las jovencitas idiotas como , que las ama y al final, solo son un recuerdo.

—Conozco a Egon mejor que nadie—lo defendió.

Dorian chasqueó la lengua y se levantó de la silla, dándole la espalda.

—Consiste a Gabbe, ¿no?

Shelby no quería hablar, sin embargo, lo hizo.

—Sí. Es un maldito traidor igual que tú.

—Te equivocas. Gabbe es un buen chico. Es asesino, por supuesto, pero tiene un gran corazón.

—Eso lo sé—dijo ella y enseguida se arrepintió porque él volteó a verla con curiosidad.

—¿Te agrada? —no le dio tiempo de responder— ¿sabes? Es un chico que, pensándolo bien, podría aceptar de yerno. Él podría protegerte de quién sea. Además, podría hacerse cargo del bebé y ser un buen padre.

Shelby ladeó la cabeza, sin comprender.

—¿Bebé? ¿Qué bebé?

A Dorian Tyler casi se le salieron los ojos de sus cuencas. Había metido las cuatro enteras y no había modo de remediarlo, solo decirle la verdad.

—Hija, escucha—comenzó a decir, un tanto intimidado por la situación—no pensé que la persona que te diría esto iba a ser yo, pero, ¿qué más da? Soy tu padre y bueno, ¿quién mejor para decírtelo?

—Habla—le instó ella.

—Al parecer estás embarazada. Estás esperando un hijo de Egon Peitz.

En eso, la puerta de la habitación se abrió y entró alguien dando zancadas. Shelby estaba en shock y Dorian miró por el rabillo del ojo a la persona que acababa de entrar. Era un enfermero con un cubre bocas que miraba de hito en hito la situación.

—Perdone. Necesito hacerle un chequeo a la paciente, ¿podría salir un momento? —interpuso el sujeto con voz extraña.

—¿Embarazada? —susurró Shelby para sí. Estaba demasiado perpleja para darse cuenta de lo que pasaba.

—¿Por qué tengo que salir? —siseó Dorian—es mi hija.

—Es necesario. Los chequeos se hacen sin ropa y no creo que sea debido que usted vea a su hija, por más que la ame. Ella ya no es una bebé—el padre de Shelby se ruborizó y terminó por aceptar salir de ahí, con la condición de que se diera prisa. En cuanto Dorian se fue, Shelby miró al enfermero.

—Disculpa, ¿cómo puedo saber si estoy embarazada?

—¡Lo estás, Shelby! —canturreó el enfermero al tiempo que ella reconocía esa voz. Entonces el chico se quitó el cubre bocas y el gorro precipitadamente y su rostro quedó al descubierto.

—¡Austin! —chilló Shelby y él la abrazó con cariño— ¿qué haces aquí?

—Egon, Gabbe, Trenton y yo, hemos venido por ti.

—¿Qué? —se sorprendió.

—Egon desea tanto verte y ahora que sabemos que estás embarazada...

—¿Estoy embarazada? —entornó los ojos.

—¿No lo sabías?

—No...

—¡Ahora lo sabes! —trató de moderar su emoción—ahora apúrate. Nos escaparemos de aquí porque si tu padre ve a Gabbe y a Egon; los matará a ambos.

—¿En serio esto es real? ¿Estás aquí?

—Sí, guapa. Ahora vámonos.

Se puso de cuclillas y comenzó a quitarse la ropa blanca y después corrió a la ventana. Habían tenido suerte de encontrarse en el primer piso, junto al estacionamiento trasero. Shelby se levantó con su ayuda y con un ágil movimiento, Austin la cargó en sus brazos y quebró el cristal de una patada. Y afuera, alguien más los esperaba. Ella vio los ojos azules, un tanto magullados, de Gabbe sonreírle.

—Gabbe—dijo al tiempo que Austin la colocaba en los brazos del otro chico.

—Hola, Shelby—le besó la mejilla y ella enrojeció de pena—alguien quiere verte y está muy desesperado.

—¡Carajo, Gabriel! Muévete que ya vienen los idiotas.

Austin saltó fuera de la ventana justo cuando alguien entraba a la habitación en busca de Shelby. Tanto Gabbe y Austin echaron a correr con ella en brazos. La fémina volteó a ver la ventana y se horrorizó.

—¡Más rápido! —chilló.

—¡Devuélvanme a mi hija! —era su madre. Gabbe gruñó y aceleró la marcha con Austin cubriéndole la espalda. Corrieron casi un kilómetro entre los edificios hasta que se detuvieron para recuperar el aliento.

—Puedo correr—dijo Shelby.

—Estás débil. Solo necesito un minuto—susurró Gabbe.

—Dámela, yo corro más rápido—objetó Austin, entregándole la pistola a cambio de ella—y tú cúbreme.

Gabbe asintió y Shelby volvió a los brazos de Austin, sintiéndose como algún tipo de carga. Cuando comenzaron a correr de nuevo, ella advirtió que tres hombretones corrían tras ellos con unos rifles colgados en sus brazos.

—¡Madre mía! —gritó Shelby— ¡vienen detrás de nosotros!

—¡Ya falta poco! —gritó Gabbe mirando hacia atrás. Su rostro pecoso estaba rojo y sudado. El primer disparo proveniente de uno de esos hombres se impactó sobre el neumático de un coche a unos metros de su amigo. Shelby cerró los ojos, rezando por salir ilesa de todo eso. Gabbe, apuntó a su vez a uno de los hombres y disparó, dándole en el brazo, pero eso no lo detuvo.

—Por favor, bájenme. Ellos solo me quieren a mí—murmuró Shelby. Su voz apenas y se escuchó. Sentía el aliento precipitado de Austin en su cara y el sudor de su cuerpo. Comenzaron a llover disparos y el gemelo optó por doblar en una esquina y Gabbe se encargó de continuar disparando.

—Quédate aquí—le dijo Austin, colocándola en el suelo. La dejó detrás de un cubo de basura, sacó un arma del pantalón y corrió a ayudar a Gabbe. Shelby se frotó los brazos y escuchó un sinfín de disparos. Uno que otro grito o maldiciones y más disparos. Después silencio. Silencio absoluto. Cerró los ojos y comenzó a llorar. ¿Era posible que Austin y Gabbe hubiesen muerto? ¡Por qué...!

—Nos cargamos a esos imbéciles, McCall—escuchó de pronto la voz de Austin y su corazón dio un vuelco. Se levantó tambaleándose para abrazarlos y ellos corrieron a ella, cojeando.

—¡Están bien! —murmuró ella entre sus brazos. Esos dos chicos eran más que su familia.

—Eh, chica. Por supuesto que estamos bien, nos cargamos a esos idiotas fácilmente. Ahora vámonos.

Gabbe le dedicó una pequeña sonrisa y Shelby lo agarró de la mano en el resto del trayecto. Caminaron unas calles más entre cubos de basura hasta que a lo lejos divisaron un Cadillac dorado, aparcado en un callejón.

—Felicidades por tu embarazo—añadió Gabbe con pena. Austin rodó los ojos y se adelantó a caminar hacia el deslumbrante vehículo.

—Gracias. Apenas me he enterado.

—Sé qué Egon me cortará mis partes íntimas por lo que haré, pero creo que valdrá la pena—continuó diciendo Gabbe. Sus ojos azules brillaron y ella parpadeó, perpleja.

—¿Por qué te haría algo así?

—Por besarte dos veces.

Con suavidad, deslizó su mano al cuello de Shelby y se inclinó a la altura de ella al tiempo que presionaba ansiosamente sus labios sobre los suyos. Y Shelby lo comprendió. Gabbe la besaba por segunda vez, sabiendo que jamás volvería a tener oportunidad y le correspondió. Él sabía que su corazón le pertenecía a otro, pero, aun así, quizás no la abandonaría, sino que se resignaría.

—Nunca serás para mí y me queda claro. No entiendo cómo fue que me enamoré de ti en tan poco tiempo, pero ha sido muy hermoso—dijo él cuando dejó de besarla.

—Gabbe...

—No digas nada. Ahora vamos, que Egon te espera.

Shelby asintió y pensó que Gabbe la acompañaría, pero en vez de eso, él le soltó la mano, echándose a correr en dirección contraria a ella. Hacia el hospital.

—¡Gabbe! —gritó alterada, pero él no se detuvo.

En eso, escuchó una voz. Una voz que había soñado tanto con volver a escuchar desde hacía semanas.

Puppy.

Era Egon. Ella giró sobre sus talones y se encontró con los ojos más negros del mundo que la miraban como si ella fuese lo más preciado de la existencia. Era Egon. Su Egon. Verlo de pie, sonriéndole con cariño y amor, hizo que sus piernas temblaran como la primera vez que lo vio.

—Egon—susurró y ordenó a sus piernas a moverse hacia él. Sin embargo, cuando los dos se tocaron, fue como una explosión de emociones y sentimientos encontrados. Shelby le echó los brazos encima, siendo cuidadosa por sus heridas y se envolvió en su aroma y en la calidez de su cuerpo.

—Te he extrañado como un loco, Shelby. No sabes cuántas noches he pensado en este momento de volver a verte, te amo, te necesito y quiero que sepas que nunca más te volveré a dejar—ella asintió con los ojos húmedos.


SIGANME EN MIS REDES SOCIALES PARA ESTAR EN CONTACTO:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro