Epilogo.
—Papá, no puedes cargarlos cada vez que se quejan o se acostumbrarán a eso.
De pie en la cocina, con el biberón a medio preparar en su mano, Noah miró impotente como su padre sacaba a un gruñón Davi de su moisés y lo acunaba en su pecho, logrando que dejase de quejarse. Sus bebés habían cumplido cuatro meses, y eran los niños más saludables, hermosos... y mañosos que Noah conocía.
Y si, sabía que mucha culpa recaía en sus hombros, ¿pero como sus hijos podían crecer sin pensar que el mundo estaba a sus pies, cuando tanto los Baker como sus propios padres, los trataban como si fuesen príncipes o algo similar?
—Papá... —masculló, entre una queja y una súplica.
Palmeando suavemente el pañal de su nieto, Nate lo miró con una expresión inocente—. Él estaba a punto de llorar.
No, él no lo estaba, no lo estaba para nada. A Davi solo le gustaba refunfuñar y quejarse, pero en realidad, pocas veces llegaba a un verdadero llanto. Por supuesto, aun con su corta edad, el pequeño granuja parecía haber averiguado que esa era la forma más segura de ser cargado fuera de su cuna, así que lo ponía en practica cada vez que la ocasión se presentaba.
Cian por su parte, tenía un método más suave y silencioso.
—¡Oh, él esta sonriendo! —Chris dijo, viendo dentro del moisés de Cian antes de extender sus brazos y cargarlo fuera—. ¡Ven con tu abuelo, pequeño, muéstrame esa sonrisa de nuevo!
—Chris... tú también...
Noah se quejó en voz baja, ahí iba otra victima de sus hijos.
Brazos rodearon su cintura desde atrás, la risa de Darius lanzó su tibio aliento sobre la piel de su cuello—. Déjalos, Teddy, ellos solo están siendo abuelos babosos —dijo—. Mis padres suelen ser peores.
Noah quería negar eso, pero él con sus propios ojos había visto a Drew arrojar un juguete con fuerza al suelo solo para despertar a los gemelos con el sonido y tener una excusa para cargarlos. Y eso sin contar con las veces que le había tenido que rogar a Dario que los devolviese a sus respectivas cunas cuando estuviesen dormidos para evitar que se acostumbrasen a ser cargados todo el tiempo. Ni siquiera quería comenzar a hablar de Dorian, Wolf, Damon y Blue, esos cuatro solo empeoraban todo el asunto.
—Estarán bien —Darius volvió a decir—. Todos eran iguales con Shiloh al inicio, se tranquilizarán después.
Noah bufó—. Tu sobrino va al jardín en un pequeño Porsche a batería —le recordó amablemente, porque era obvio que la actitud malcriadora no se había detenido aún.
El castaño hizo una pequeña pausa—. Supongo que es mal momento para enseñarte lo que Blue envió esta mañana.
Por alguna razón, que a Noah le gustaba llamar "instinto Baker", él podía adivinar de que se trataba, pero, aun así, no pudo evitar hablar: — Dime que no son motocicletas a batería. —el silencio del otro lo dijo todo—. Tienen cuatro meses, ¿cómo diablos podrían conducir una motocicleta?
—Ya, ya, no frunzas el ceño que te arrugas —pidió, dejando un beso en su cuello—. Ellos solo están emocionados con los bebés, ¿puedes culparlos?
No, Noah no lo hacía, él también estaba igual o más emocionado que ellos. Pero no podía evitar sentirse ansioso con ellos. Sabía que su familia los estaba cuidando y consintiendo porque los amaban, pero, aun así, temía que, al crecer, sus hijos pudiesen convertirse en personas avariciosas como sus abuelos lo habían sido. Era un temor tonto e infundado, pero los genes estaban allí, lo que creaba una pequeña posibilidad de que sucediese y solo eso era suficiente para tocar sus nervios.
—Estás pensándolo demasiado —Darius se quejó. Arrastrándolo hacia la cocina, le quitó el biberón de las manos y lo dejó sobre el mesón, haciéndolo girar para enfrentar sus brillantes ojos verdes—. Ellos serán buenas personas, porque los criaremos para que lo sean.
Noah hizo una mueca. Ellos habían hecho la promesa de no volver a ocultarle nada al otro, y hasta el momento, habían logrado volver a ser como cuando niños. No había ningún secreto entre ellos. Así que, obviamente, Noah le había contado a detalle los pensamientos que habían comenzado a correr por su cabeza últimamente, por lo cual, Darius hacia de su tarea diaria el negar esa idea con vehemencia.
Sabía que era absurdo, pero le era imposible no pensar en ello a veces.
Con un suspiro, Darius descansó sus manos en su fina cadera y lo miró con seriedad—. Ellos son Kenneth —asintió—. Pero también son Baker, ¿conoces acaso a un Baker que sea mala persona?
Noah negó ante eso, conocía a toda la familia, no había siquiera uno de ellos que fuese malo.
—Todos nosotros fuimos malcriados al extremo —siguió—. Fuimos insoportables de niños, pero crecimos para ser buenas personas, de alguna forma funcionó bastante bien.
Pensando en todo lo que había vivido con ellos siendo joven, Noah se permitió dudar—. Bueno, no sé si lo diría tan así.
—¡Hey, fuimos buenos niños, pregúntale a mi padre!
—Tu padre siempre dirá eso, más si es su pequeño bebé el que pregunta —se burló, pellizcando su mejilla con un poco de saña.
Darius se quejó—. No me digas así tu también, tengo suficiente con mis hermanos.
—Ow, pero si aun eres el pequeño bebé bonito de tío Drew, ¿Qué tiene eso de malo? —aunque fue una burla, detuvo su sonrisa cuando los ojos verdes se estrecharon en él. Levantando las manos en señal de rendición, soltó—. Sabes, recuerdo bien que tus padres siempre malcriaban mucho a tus hermanos, pero no recuerdo nada en especial con lo que te hayan consentido a ti durante nuestra infancia.
—Eso es porque yo no pedía mucho —se encogió de hombros—. Luego de que me dieran lo que más quería, prometí ser un buen niño para poder conservarlo.
—¿Y que era eso tan bueno que te hizo ser un buen niño?
La sonrisa de Darius era grande y amplia—. Mi hermoso Osito Teddy, por supuesto —dijo, inclinándose para picotear besos en su rostro—. ¿Qué más podría pedir luego de que te encontré a ti?
Inclinando su cabeza, Noah lo atrapó en un suave beso que rápidamente se intensificó. Sus labios se tocaron, delicados y ardientes, acariciándose como si hubiesen estado separados por mucho tiempo y estuviesen deseosos de reencontrarse. El suave perfume amaderado de Darius se coló en su nariz, llenando sus pulmones mientras se inclinaba de forma involuntaria hacia el cuerpo del mayor, sabiendo perfectamente que este no dudaría en sostenerlo.
La familiaridad, la dulzura y esa sensación en su pecho que le hacia sentir que su corazón podía estallar en cualquier momento, eran cosas que Noah jamás podría dar por sentadas. Darius lo era todo en su vida, apenas y recordaba el porqué había sido tan tonto de arrojarlo lejos cuando siempre había sido todo lo que había necesitado.
—Te amo, ¿lo sabes? —Darius susurró, dejando pequeños besos sobre sus labios—. Te amo tanto.
Sonriendo, Noah devolvió el mismo cariño que obtenía—. También te amo, Dare, más de lo que alguna vez podré expresarte.
Inclinándose, sus labios chocaron nuevamente, en un beso más suave y delicado, lleno de todos los sentimientos en su interior y del amor desbordante que siempre habían compartido. Porque siempre habían sido ellos dos, dos mitades de uno solo, era su destino encontrarse y su amor el que los mantuvo juntos a pesar de todo.
—¡BUUUAAH! —el estruendoso llanto inconforme hizo eco en la casa, logrando que se separaran con una sonrisa.
—Cian esta de mal humor. —Darius canturreó.
Noah lo miró con escepticismo—. ¿Cómo puedes reconocerlo solo con el llanto?
—Porque el día de sus nacimientos es algo que jamás podré olvidar —dijo con una sonrisa cariñosa—. El sonido de su llanto esta grabado en mis oídos, podría reconocerlos en medio de una multitud.
—Noah —Chris gritó—. Cian necesita un cambio de pañal.
Darius rio entre dientes ante el tono afectado del hombre—. Yo iré —dijo, dejando un beso en su nariz—. ¿Puedes traer los pañales y las toallitas? Él realmente odia estar sucio mucho tiempo.
Pasando a su lado, Noah escuchó su voz retumbar en la casa mientras llamaba a su pequeño hijo con un tono dulce y meloso. Él se quejaba de sus familias, pero obviamente, Darius era quién más los estaba echando a perder.
Girando sobre sus talones, salió de la cocina por la puerta anexa y se apresuró escaleras arriba, deteniéndose a la mitad de la misma para ver la fotografía allí colgada. Una pequeña bebé, envuelta en un grupo de mantas y con varios cables conectados a ella, demasiado pequeña, demasiado frágil, pero, aun así, tan hermosa como un pequeño ángel. Cada vez que Noah veía esa imagen, su corazón se estrujaba, y al mismo tiempo, verla allí, junto a las fotografías de sus otros hijos, le hacia sentir que aun estaba presente. Ella siempre lo estaría.
Desde el nacimiento de sus hijos, muchas cosas habían cambiado, una de ellas era que habían decidido ya no ocultar más esa parte dolorosa de su vida. Ellos se habían abierto con su corazón a sus familias, y al contrario de lo que habían pensado, nadie los juzgó por haber ocultado algo tan importante por tanto tiempo. Era doloroso, lo comprendían. Aun así, Noah se había sentido malditamente culpable al verlos pasar por sus propios duelos tanto tiempo después. Sabía bien que no había podido hacer nada, su hija había sido un soplo en el viento, se había ido antes de saber que estaba allí, había pensado que solo estaba evitando que otras personas sufrieran lo que él había sufrido.
Viendo a los Baker y a sus padres llorar por su niña, aun cuando no la habían conocido, le hizo comprender lo realmente cruel que había sido.
Ahora, una fotografía de su hija decoraba el mural familiar de los Baker junto a los gemelos y Shiloh. Ellos les habían dicho, que, aunque no tuvieron la oportunidad de conocerla, ella siempre sería su primera nieta en sus corazones. Su padre y Chris habían puesto su fotografía sobre la chimenea, presentándola como su amada nieta cada que alguien llegaba de visita. Dorian, Damon, Wolf y Blue, llevaban su fotografía en sus billeteras, y siempre la enseñaban con orgullo si alguien les preguntaba.
Era como si todos ellos estuviesen intentando aferrarse con desesperación a un trozo de ella, aun con el dolor en sus corazones, ellos no querían que fuese olvidada.
Pasando su dedo en la parte inferior del marco, delineó el nombre escrito allí con cuidado. Eso era otra cosa que habían cambiado, finalmente, ellos habían sido lo suficientemente fuertes como para darle un nombre. Noah se había disculpado tantas veces con ella por no haberlo hecho antes, había estado tan hundido en su propio dolor, que no había podido pensar más allá de eso.
"Darlene". Significaba "amada". Y ella siempre lo sería, por toda su familia, su niña siempre sería amada.
—¿Teddy? —la voz de Darius llamó, logrando que girase para verlo de pie al final de las escaleras con ambos gemelos en sus brazos y una mirada preocupada—. ¿Estás bien?
Mirando nuevamente la fotografía, Noah sonrió suavemente antes de bajar las escaleras y tomar a Davi, dejando un beso en la pequeña mejilla antes de hacer lo mismo con Cian. Darius sonrió cuando él fue el siguiente.
Con una gran sonrisa cariñosa, observó a sus hijos y esposo con amor y asintió—. Si, Dare, ahora estoy bien.
Fin.
Nota: Y finalmente, llegó a su fin...
Esta novela fue un sinfín de emociones, sinceramente, al inicio no había esperado que todo fuese tan emotivo o enredado, pero resultó así, y espero que les haya gustado.
Darius y Noah siempre van a ser una de mis parejas favoritas para escribir, supongo que por eso tarde tanto en terminarla, no quería soltarlos aún. Pero también quería darles un final feliz, ellos se lo merecían. Un amor tan bonito y de tantos años, ellos merecían un final simple y tranquilo, supongo.
Espero que les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirla, y supongo que nos vemos en el libro de Dorian... aunque debo advertirles, él es muy diferente a sus hermanos.
Dorian es... ¿explosivo? ¿divertido? ¿sinvergüenza? Ustedes júzguenlo por si mismos. Seguramente en la noche suba el primer capitulo, ya lo tengo escrito.
Gracias por leerme y estar allí.
Los quiero XD.
-Nina.
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