Capitulo Veintiuno.
Sentado nuevamente frente a la ornamentada mesa de jardín, Noah observó alrededor distraídamente, viendo las flores cercanas mecerse lentamente con la brisa mientras esperaba con nerviosismo. Una taza de té había sido puesta frente a él por uno de los empleados, junto a un plato de galletas. Le parecía gracioso que siempre lo recibieran igual, aunque él jamás había disimulado su desagrado al negarse a tocar nada de lo que le ofrecían.
El estar allí era una obligación para él, no algo que disfrutase. Su estomago se ataba en nudos en cada visita, y consumir algo era lo último en su mente, más ocupado en pensar la forma de marcharse lo más rápido posible de allí.
Su padre lo sabía, sabía perfectamente lo que le causaba estar allí, el nerviosismo y el malestar que el simple hecho de estar parado donde estaba le provocaba. Y esa era exactamente la razón por la cual siempre lo hacia esperar, lo dejaba allí hasta que decidía que la tortura había sido suficiente y decidía aparecerse para sacarlo de su sufrimiento.
Mirando la hora en su celular, suspiró. Ya había pasado una hora, el té estaba congelado en su taza para ese entonces y su estomago se sentía como un agujero para ese instante.
Sintiendo que estaba siendo burlado, estaba a punto de ponerse de pie para irse cuando Nate apareció en una nube de dulce perfume y seda. Volviendo a sentarse, Noah tomó un vistazo más de cerca de su progenitor, notando las manchas oscuras bajo sus ojos que parecían destacar aun más en su pálida piel y el uso excesivo de perfume que solo era una señal obvia de que había estado bebiendo en exceso. Por alguna razón, Nate siempre había pensado que esa era una forma de efectiva de cubrir lo obvio.
—Pensé que habías restringido tus visitas a solo una vez por mes —suspiró, sentándose en la silla frente a Noah—. ¿Que te trae de nuevo tan pronto?
La mirada de Noah se posó en la fina mano cuando se acercó para tomar su taza. Nate era una persona recatada, cada uno de sus movimientos era perfectamente medido y cuidadosamente realizado, el fuerte temblor de sus dedos cuando se extendió sobre la mesa.
Quería mostrarse desinteresado ante lo que veía, pero Noah no era así, y ellos jamás habían logrado quitarle esa suave bondad que siempre lo había diferenciado de su familia. Era diferente a ellos, quizás gracias a los Baker o quizás ya venía en su interior, pero él simplemente no podía ignorar lo que estaba justo frente a él.
—¿Estas bien? —preguntó, poniendo la yema de sus dedos con suavidad bajo la taza para equilibrarla y evitar que hubiese más desperdicio sobre la mesa.
Nate sonrió apretadamente—. Perfectamente —musitó—. Es solo que no esperaba tu visita hoy.
No, no lo hacia, Noah siempre avisaba con tiempo para que él estuviese preparado. Pero esta vez había sido algo de último momento, y aunque había llamado un par de horas antes de llegar, obviamente no habían sido suficientes.
Al beber un sorbo del té, el rostro de Nate se arrugó con disgusto antes de regresar la taza a su lugar. Viendo su rostro de cerca, Noah se movió para tomar la misma y ponerla en la pequeña bandeja en el centro junto con todo lo demás, tomándola y acercándose a la puerta. Como esperaba, uno de los empleados de su padre se acercó rápidamente, tomando la misma.
—Cambia esto por té de lavanda que este a la temperatura que a mi padre le gusta —ordenó, y notando la forma en que Nate frotaba su sienes disimuladamente, agregó:— Y haz que alguien traiga un analgésico y un vaso de agua azucarada, ahora.
Lo vio girarse y marcharse rápidamente antes de regresar a la mesa. La mirada oscura de Nate estaba sobre él, pero no dijo nada aun cuando el joven volvió, tendiéndole lo que había pedido.
Tomando la mano temblorosa de su padre, Noah colocó la pastilla en su palma—. Tomalá —dijo, tendiéndole también el vaso—. Esto lavará el mal sabor, bébelo rápido detrás.
Su padre siempre se había sentido un particular desagrado hacia el sabor de los medicamentos, tanto que lograr que los tomara cuando eran necesarios se transformaba en una especie de reto. Cuando era niño, había sido su entretenimiento el encontrar una forma de lograr que el mayor finalmente tomase las mismas sin quejas. En su interior, en algún momento, pensó que si su padre lo hacia, entonces se sentiría mejor y se convertiría en alguien amoroso, como Drew era con sus hijos.
Eso nunca sucedió, y solo al crecer, Noah se percató de que eso jamás sucedería.
Aun así, había costumbres que no podían simplemente desaparecer. Vigilando de cerca, se aseguró de que el mayor realmente había tomado el analgésico y bebido su agua, antes de volver a sentarse correctamente.
—Lamento haber venido sin previo aviso, padre —se disculpó adecuadamente—. Pero tengo algo que decirte que estoy seguro querrás saber de mi boca, y siempre me has dicho que las noticias importantes jamás deben darse por teléfono.
—Está bien —Nate asintió—. Solo asegúrate de que no se convierta en una costumbre.
Noah estuvo de acuerdo, moviéndose para servirle una taza de té a su padre cuando el empleado regresó con la bandeja. Podía sentir la mirada del mayor en cada uno de sus movimientos, movimientos que fueron completamente medidos y ensayados más de mil veces en su infancia, así que sabía perfectamente que no había hecho nada mal.
—No te agrada el té de lavanda —Nate notó cuando no logró esconder la mueca ante el perfume del mismo mientras servía su propia taza—. ¿Por qué lo pediste si a ti no te gusta?
El té de lavanda era el favorito de Nate, por eso. Pero si su padre no podía ver en ese gesto la verdadera razón, entonces no sería Noah quién se lo señalase.
Sonriendo educadamente, Noah negó—. Es solo que no estoy acostumbrado —evadió, bebiendo un sorbo antes de aclararse la garganta—. No quiero molestarte más de lo necesario, padre, así que haré de esta una visita corta.
Nate asintió—. Bien, entonces habla —pidió—. ¿Cuál es esa buena noticia que tienes?
Noah dudó un instante sobre como pronunciarla, pero sabiendo que eso tampoco afectaría la reacción de su padre en ninguna forma, solo lo dijo:— Voy a casarme —subió su mano, enseñándole el delicado anillo—. Darius me lo pidió hace unos días, y dije que si.
Bajando la vista hacia el anillo, Nate no intentó tocar su mano ni ver la joya más de cerca, solamente asintió en comprensión—. Es un anillo precioso —dijo—. Felicidades, Noah.
—Gracias —sonrió un poco, jugando suavemente con el mismo—. Darius lo sabe todo ahora, y esta de acuerdo con la situación, así que ya no habrá problemas en ese aspecto.
—Bien —asintió y luego de un instante de silencio, agregó:— Dos semanas, Noah, cásate dentro de las próximas dos semanas. Pagaré todos los gastos, así que planea la boda que tu desees, no te pondré un limite además de la fecha.
Noah estuvo de acuerdo, observando al joven de antes de regresar y murmurar algo en el oído de su padre, a lo cual este asintió. Estaba demasiado lejos para escuchar, y aun si estuviese cerca, su padre no le permitiría escuchar algo que no era para sus oídos.
Dejando la taza sobre la mesa, Nate le sonrió suavemente mientras se ponía de pie—. Creo que la visita será más corta de lo pensado, Darius esta aquí para recogerte —dijo antes de suspirar—. Felicidades nuevamente, espero que tu matrimonio sea dichoso, hijo.
—Yo-
—Deja que alguien te acompañe a la puerta —Nate lo interrumpió, girándose para regresar dentro de la casa nuevamente.
Poniéndose de pie, Noah hizo algo que hacía años no había hecho. Siguió a su padre, aun cuando sabía que había sido obviamente despachado por él.
—Padre —llamó, siguiéndolo dentro y esperando a que Nate se detuviese para seguir hablando—. ¿Irás? ¿Irás a mi boda?
Nate se giró a mirarlo, una sonrisa triste en su rostro cansado—. Creo que sería mejor que no lo hiciese.
—Pero quiero que vayas —dijo, y él no estaba rogando, enserio que no, pero las lágrimas de rechazo que podía sentir en sus ojos no ayudaban—. Por favor, ¿puedes ir? ¿puedes hacer eso por mi?
Tomando un respiro, Nate negó—. Creo que será mejor que te vayas, Noah.
Cuando se giró para marcharse, algunas lágrimas se derramaron y la palabra salió de sus labios antes de que pudiese detenerla—. ¡Papá! —llamó—. ¡Papá, por favor!
Él no había llamado a Nate "papá" desde que su otro padre le había prohibido decirle de esa forma. Aun así, no se había atrevido a solo decir su nombre, prefiriendo la amarga y recatada etiqueta de "padre" en su lugar. Pero en ese mismo instante, estaba demasiado cargado de cosas, su cabeza estaba llena y su corazón desbordando, no podía simplemente contenerse una vez más.
De pie allí, puso sus últimas esperanzas en su padre y esperó que estas no se hiciesen trizas frente a sus ojos.
El andar de Nate se detuvo repentinamente, sus movimientos congelados, pero esta vez no volteó a verlo.
—Papá... solo... por favor...
Desde donde estaba, pudo ver el cuerpo de Nate estremecerse ante la palabra antes de que su voz helada flotase hacia él a través del pasillo—. Sal de mi casa, Noah. —dijo—. No me hagas llamar a la seguridad para que saquen.
En otro momento, él se habría acobardado con esas palabras, pero en ese instante, simplemente no pudo hacerlo—. No —dijo—. No voy a irme.
—Noah-
—¡No! —gritó, interrumpiéndolo—. No lo acepto, no quiero aceptarlo. No es justo, eres mi padre, ¡deberías quererme!
Nate sacudió suavemente la cabeza—. Ojala la vida fuese tan fácil como eso.
—No lo entiendo —secó sus lágrimas con algo de brusquedad—. Lo he hecho todo, lo he intentado todo. Me convertí en la persona que tu querías que fuese, he escuchado cada una de tus palabras y he sido el hijo perfecto todo el tiempo, jamás te he reprochado por nada, por nada. Nunca me quejé de la infancia de mierda que me diste, ni de la indiferencia que siempre me mostraste, y aun cuando me has dicho miles de veces que soy el peor error que has cometido, sigo viniendo todos los meses.
El temblor regresó—. Nunca te lo pedí.
—No, nunca lo has hecho —asintió—. Pero no puedo evitarlo, ¿sabes? Sin importar tu indiferencia, sin importar que me odies, eres mi papá. Eres mi único papá y no puedo evitar quererte, no puedo simplemente no preocuparme por ti.
—Entonces ya no lo hagas —pidió—. Ya no vuelvas aquí, Noah, sabes perfectamente que no eres bienvenido, eres tú el que insiste en regresar.
—¿Por qué...? —sollozó—. ¿Por qué no puedes al menos intentarlo?
—Vete, Noah —repitió, y aun que su voz se escuchó un poco ahogada, no puso mayor atención a ello cuando comenzó a alejarse nuevamente.
Viendo su espalda alejarse lentamente, Noah se dejó caer de rodillas, el sonido sordo y doloroso logró detener a Nate antes de que pudiese caminar dentro de la siguiente habitación. Inclinándose hasta que sus manos tocaron el suelo, Noah observó sus lágrimas caer sobre la madera mientras hacia una pequeña reverencia.
—Por favor, papá —pidió—. Por favor, te lo estoy rogando, por favor, quiéreme al menos un poco.
—Noah...
—Por favor, no te estoy pidiendo demasiado —dijo—. Solo dame un poquito de tu amor, por favor.
Nada.
—Por favor —lloró—. Por favor, papi, por favor, quiéreme.
—¡Noah! —la voz de Darius lo interrumpió y el chico estuvo ahí en un segundo, levantándolo del suelo con fácil—. No hagas esto, cariño.
—¿Por qué no puede quererme? —lloró—. Soy su hijo... soy su hijo, solo quiero... quiero un poquito de su cariño, solo un poco, no pido mucho.
—No ruegues, amor —Darius pidió—. Todo estará bien, ¿si? Todo estará bien pronto, pasará, solo debes dejar que pase.
—No —lloró—. Solo... ¿Qué hay de malo en mi? ¿Qué hay de malo...? Solo quería una pequeña muestra, solo eso... no es justo...
Escuchó los pasos suaves acercándose antes de que Darius retrocediese un paso, sus brazos apretados a su alrededor, como si tuviese miedo de que el otro lo dañase aun más.
—Eras tan pequeñito —Nate musitó—. Cuando naciste, eras diminuto y tan frágil. Tenías las mejillas regordetas y rosadas, y no había siquiera un pelo en tu cabeza, apenas una pelusita. Y tu llanto... dejaste sordo a medio equipo médico cuando lloraste por primera vez. Desde ese momento supe que ibas a ser fuerte, Noah, ibas a ser... increíble.
Se ahogó un poco, pero cuando Noah lo miró, este estaba observando el suelo.
—Y entonces te pusieron en mis brazos —musitó, sus brazos subieron para abrazarse a si mismo—. Eras tan bonito, tan pequeñito y estabas todo rojo de tanto llorar, pero entonces te sostuve y te detuviste, tu solo dejaste de llorar y me miraste con esos bonitos ojitos y... yo solo lo supe, Noah, supe que había perdido contra ti en ese instante. Mi corazón completo estaba en esas pequeñas manitos, lo supe desde el primer instante.
—Papá-
—Pero entonces ellos vinieron —Nate lo interrumpió, sus ojos llenos de lágrimas cuando levantó la mirada con una expresión tan impotente—. Y ellos solo te llevaron, Noah, ni siquiera me dejaron despedirme, apenas y logré darte un beso antes de que te llevaran. No pude hacer nada, no podía moverme y aun si hubiese podido, sabía que no era nada contra ellos. Así que tuve que permitir que te llevaran.
Noah lo miró con confusión—. Eso.. nunca había escuchado nada de eso antes.
—Eras demasiado pequeño, y ellos jamás te lo contarían —dijo—. Cuando te trajeron de nuevo, tenías poco más de un mes. Ellos vinieron un día y te pusieron en manos de una niñera, no me dejaron tocarte, tenía prohibido sostenerte. Tu era diminuto, no querían que me encariñase contigo, pensaban que si algo te sucedía entonces me negaría a tener más niños para ellos, así que no me dejaron acercarme. —sonrió un poco—. Me escapaba casi todas las noches para colarme en tu habitación y poder sostenerte al menos unos minutos, siempre fuiste tan tranquilo, pero entonces solo me confié de mi suerte y me atraparon.
Lágrimas se deslizaron por las pálidas mejillas, pero se movió con rapidez para borrarlas.
—No quise soltarte, yo solo no quería dejarte ir, pero eran más fuertes —lloró—. La niñera te arrebató de mis brazos y así, en un parpadeo, te habías ido. Pasó un año entero antes de que pudiese verte de nuevo y cuando te trajeron de nuevo... me tenías miedo. Cada vez que intentaba tocarte o abrazarte, gritabas y te ocultabas. Sabía que no era tu culpa, eras un bebé, te habían llevado lejos y no me conocías, pero tus reacciones hicieron trizas mi corazón.
—Papá... —lloró.
—Y entonces, empezaron a presionarme para tener otro niño —dijo—. Mi esposo quería tanto un hijo propio, y era tan insistente, no me permitía olvidar siquiera un día que no le había dado el niño que le había prometido al casarnos. Él no era malo, no al principio, nuestro matrimonio era bueno al inicio, pero entonces mis padres y los suyos se entrometieron y comenzaron a llenar su cabeza de fantasias donde yo era el culpable de todo y él solo... se convirtió en una persona que no conocía.
Secando su rostro, Noah giró para poder verlo, observando el temblor en su cuerpo como si estuviese en medio de una ventisca sin ningún abrigo.
—Su carácter se tornó agresivo, ya no había palabras bonitas o los abrazos usuales, mientras el tiempo pasaba, más alejado de él me sentía —dijo—. Intenté mantener las cosas en paz por un tiempo, pero no pude evitarlo, ¿sabes? Te veía correr en el jardín, riendo y yo solo... no podía mantenerme alejado. Comencé a acercarme a ti, estaba fascinado por ti, eras hermoso y tan cariñoso, sostenerte era todo lo que quería. Pasaba mucho tiempo contigo en esa época, eras mi hijo, pensé que ahora que estabas bien se me permitía.
》— Pero... te golpeó tan fuerte, Noah —musitó—. Te habías dormido en mis brazos, y yo solo no pude moverme, pensé que por una noche, podía simplemente dormir contigo. Mi vida era un infierno y tu me dabas paz. Pero entonces él entró y te arrancó de mis brazos, te dio una cachetada antes de que pudiese hacer nada. Y comenzaste a llorar tanto, no podía calmarte y tu rostro se hinchó y...
Se ahogó con su llanto, dando varios pasos atrás cuando Noah intentó alcanzarlo por lo que Darius volvió a llevarlo a sus brazos.
—No podía permitirlo otra vez, si me quedaba cerca él te haría daño —dijo—. Y si ellos sabían que te podía dañar, te volverían a llevar lejos y ya no podría verte. Te criarían a su propia manera, para ser una persona fría y sin sentimientos, como ellos lo son. Hice lo único que pensé que podía hacer... te alejé.
Había tanto dolor en esa simple mirada.
—Intenté embarazarme tantas veces, pensé que si podía darle un hijo, él se olvidaría de ti y podría volver a acercarme. Pero los años pasaban y podía ver que te alejabas más y más de mi, y entonces dejaste de llamarme "papá" y mi mundo se desmoronó.
Noah negó—. Siempre he estado aquí, papá, sin importar nada, siempre he estado aquí.
—Cuando tuve la oportunidad, te tomé y te traje aquí —Nate siguió antes de deslizar la mirada hacia Darius—. Conocía a Drew desde hacia años, sabía lo cariñoso y dulce que era, y cuando supe que tenía niños, sabía que debía ser un padre grandioso. Así que lo llamé y le pedí traer a sus mocosos para jugar contigo. En el momento en que entré a la sala y te vi siendo abrazado de la misma forma en que lo están haciendo ahora, supe que estarías bien.
—¿Por qué no acercarte a mi después? —preguntó suavemente—. Cuando pude comprenderlo, ¿por qué no me lo explicaste? Habría mantenido las apariencias para ellos, si me lo hubieses explicado lo habría hecho.
Nate negó suavemente—. Me concentré tanto en tener otro niño que te descuidé por completo, estaba desesperado y con cada perdida me hundía más y más, hasta que me perdí a mi mismo, Noah. Para cuando abandoné los intentos, tu ya veías a los Baker como tu familia y aunque me dolía, pensé que era lo mejor para ti. Ellos son amorosos e increíbles, y te quieren, pensé que estarías bien con ellos.
—Los Baker son increíbles, y siempre me han demostrado amor —aceptó antes de admitir con voz afectada—. Pero yo te necesito a ti, papá, siempre te he necesitado a ti.
La mirada de Nate vaciló por un instante, como si quisiese ceder antes de que su mirada se endureciera de nuevo—. No —negó—. Solo no, vete ahora. Los dos, salgan de mi casa.
—¡Papá! —se quejó, escapando de los brazos de Darius y alcanzando su padre, rodeándolo con sus brazos apretadamente—. Por favor, papi, te necesito, no me alejes de nuevo, por favor.
—Noah...
—Por favor —rogó.
Los brazos de Nate subieron, apoyándose temblorosamente en la delgada espalda de Noah—. Ellos destruyeron mi vida, Noah —musitó—. No voy a permitir que hagan lo mismo contigo, debes alejarte lo más posible de esta familia. Tienes a muchas personas a tu lado apoyándote que pueden protegerte, solo vete y no mires atrás.
Noah negó—. No voy a dejarte.
—¡Noah, no seas terco!
Volvió a sacudir la cabeza, negándose a soltar su agarre de él. Como una idea lejana, se percató de que su padre había hecho con él, prácticamente lo mismo que el había intentado hacer con Darius. Al parecer, los genes eran demasiado fuertes en algunos aspectos.
—Noah —sonaba a ruego—. No debí decir nada, no debí contarte esto, era mejor cuando me odiabas, al menos estabas a salvo.
—Nunca te he odiado —aseguró—. Eres mi papá, siempre te he querido, sin importar nada.
—No soy una buena persona, Noah. —musitó—. Te he dicho y hecho cosas horribles por años, deberías odiarme.
—No lo hago, nunca lo hice.
Sintió la mano de Nate dudar antes de que subiese para acariciar con dulzura su cabello—. Niño tonto —musitó en un suave llanto—. Siempre has sido tan terco, aun desde pequeño.
Noah se aferró a él con fuerza, sin permitirle siquiera resistirse o escapar de su abrazo. En su mente, rememoró todas los malos ratos que su padre le había hecho pasar, percatándose de que en realidad, la mayoría de las veces solo lo había ignorado sin decir más. Sabía que eso no era mejor, pero ahora, viéndolo desde la perspectiva que su padre pintaba para él, se percataba de lo que el otro había sufrido desde el otro de la situación.
Además, había sido siempre su padre quién había intercedido por él en cada oportunidad; cuando decidió romper el compromiso acordado para estar con Darius, él fue quién había hablado con sus abuelos. Cuando había decidido estudiar algo diferente a lo que sus abuelos deseaban, Nate fue quién se interpuso y propuso el trato en primer lugar, librándolo de ser arrastrado a una vida que con seguridad iba a odiar.
Nate siempre había estado un pie delante de él, interponiéndose entre Noah y sus abuelos, protegiéndolo con su propia cordura para evitar que lo arrastraran con él.
Ahora veía las acciones de su padre de otra forma. Como cuando prácticamente lo empujó fuera de la casa luego de haberle dicho de su deseo de ir a vivir con Darius a Australia, su padre le había dicho que tomase dinero de su cuenta bancaria y se largara. Noah había pensado que quizás, él ya no quería verlo alrededor, pero ahora que lo pensaba, ese tiempo en otro continente había sido el más pacifico que había tenido en mucho tiempo.
Su padre había hecho las cosas mal, pero ahora que lo veía, nunca lo había dañado directamente, no más allá de algunas palabras que solo logaron alejarlo.
—Liberaré tu herencia —Nate dijo sorpresivamente—. Cásate y vete, no vuelvas aquí jamás .
—No.
—Llévatelo lo más lejos que puedas, Darius. —pidió—. Debes mantenerlo a salvo.
—¡No! —lloró cuando las manos de su padre lo alejaron con delicadeza—. ¡Papá!
—Darius, por favor. —Nate pidió.
Acercándose, el mencionado rodeó al más joven con sus brazos para detener sus avances—. Escucha a tu padre, amor.
—No, no quiero —negó—. Lo he escuchado siempre y nada bueno sale de ello, no quiero escucharlo más.
Llegando a él, Nate limpió sus lagrimas con delicadeza—. Mi bonito Noah —murmuró, y de alguna forma, en algún recuerdo lejano, Noah sabía que había sido llamado así antes—. Eres lo mejor que he hecho en mi vida, hijo, y te he amado desde que diste tu primer respiro, eres la única razón por la cual sigo aquí. Pero yo no puedo protegerte, cariño, y necesito que tu estés bien, necesito que seas feliz, porque sino todo lo que hice no valdrá de nada.
Sus ojos se cerraron, apoyándose en la caricia. Había deseado por tanto tiempo ser visto por su padre, que al menos le diese una caricia o una sonrisa, al menos un reconocimiento de que para él seguía existiendo. Y ahora que podía comprenderlo todo, que podía tener eso, su padre estaba lanzándolo fuera de nuevo. No era justo.
Antes de que pudiese acostumbrarse a ese toque, desapareció—. Váyanse —Nate pidió—. Han pasado demasiado tiempo aquí, muchos de los empleados fueron contratados por tus abuelos, no dudarán en ir con el chisme si no se van pronto. Ellos no pueden saber nada aun, es mejor si yo soy quién les doy la noticia, así puedo controlar la información que les llega.
—Pero-
—Ya vete, Noah. —prácticamente rogó.
Chupando su labio, intentó que el puchero no regresara—. ¿Puedo volver luego?
Nate dudó—. Una visita por mes, ¿recuerdas?
Quería discutir, quería llorar y hacer una rabieta, pero Darius lo detuvo—. Encontraremos la forma, amor, te lo prometo —musitó—. Pero no ahora, no hoy. Vámonos.
Mirando una vez más a su padre, vio la pequeña sonrisa que este le dedicó antes de girarse y alejarse, desapareciendo en la siguiente habitación. Noah lo observó alejarse de él nuevamente, permitiéndole a Darius arrastrarlo fuera de la casa. En su camino a la puerta, se percató de que había varios de los empleados rondando por allí, intentando escuchar lo que hablaban.
Antes de entrar al auto, lanzó una última mirada a la casa, viendo a su padre observándolo marchar desde la ventana del segundo piso. La imagen logró darle la sensación de estar viendo un prisionero, uno que había estado cumpliendo una larga condena justo frente a sus ojos y que Noah jamás se había percatado.
Obviamente, había más en toda la historia que él no conocía.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro