Capitulo Veintiséis.
N/A: ¿Vieron cuando planean algo y les sale otra cosa completamente diferente? Bueno, así me pasó con este capitulo.
Tenía muchos planes, pensé que iba a ser mucho más extenso y... tuve fiebre dos días y esto fue lo que salió, lo siento.
También esta el hecho de que no soy muy buena con todo el tema de las bodas, estuve solo en una en toda mi vida y me importaban más lo incomodos que me quedaban los tacos y la forma en que me iba a ir de cabeza gracias al suelo disparejo (fue una boda en el exterior) que lo que dijeron en la ceremonia.
Además de que sentía una extraña compulsión de gritarles el error de sus decisiones en la vida, pero mi abuelita dijo que eso era de mala educación... y aunque no le hago mucho caso, llegué ahí en su auto, no quería volver a mi casa a pie.
De todas formas... lo siento, y espero que igual les guste.
Gracias por leerme.
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—Un tono más pálido y los invitados pensarán que eres un maldito fantasma, ¿puedes calmarte de una vez?
Deteniendo su caminata, Darius le lanzó una mirada a Dorian antes de enseñarle la lengua y volver a pasearse. Estaba nervioso, podía sentir todo en su interior retorcerse, no podía detenerse a si mismo. Y lo peor era que no tenía idea de porqué estaba en ese estado, después de todo, había soñado con ese día desde que era un niño pequeño. Siempre había sabido que se casaría con Noah, aun a través de todos los problemas y obstáculos que se les presentaron, siempre supo que su historia desembocaría en ellos juntos.
Él hasta había planificado su boda con anticipación. Noah lo había observado de una forma un tanto extraña, entre cariñoso y extrañado con él, cuando había sacado a relucir su album de recortes donde había plasmado cada detalle de como sería la ceremonia perfecta. A Darius no le había importado eso, sabía que era raro, Dorian y Damon se lo habían recordado diario mientras lo observaban ir a través de diferentes revistas de bodas y recortar las que le gustaban, cuando era solo un niño.
Así que no, esto no era algo para lo que no se hubiese preparado antes.
Entonces, ¿por qué estaba tan malditamente nervioso que podía sentirse temblar como si estuviese a dos segundos de deshacerse en pedazos?
Si seguía de esa forma, iba a terminar espantando a los invitados, y más importante, asustaría a Noah. El joven siempre se había mostrado extremadamente empático cuando de su estado anímico se trataba, Darius estaba apostando todo su dinero a que solo le bastaría darle un vistazo para saber lo que sucedía en su interior. Y él no podía arruinar esto, no ahora estando tan cerca de lograr lo que siempre había querido.
—Quizás deberíamos darle algo —Damon comentó, observándolo con preocupación desde su lugar cerca de la puerta donde se había estacionado para evitar que Darius escapara en busca de Noah, porque quizás si había intentado hacerlo al menos unas cinco veces—. ¿Aun tienes esos calmantes que te recetaron hace un tiempo, Dor? Puede que uno de esos le viniese bien.
—Si le doy uno de esos, estaría babeando y hablando de ovnis a mitad de la ceremonia —el mayor rio entre dientes—. No sé que tienen esas mierdas, pero hacen girar tu maldita cabeza. Tuve sueños muy extraños cuando los tomaba, y cuando estaba despierto también actuaba como un desquiciado.
—No culpes a las pastillas, Dor, tu siempre has sido raro.
Levantando su mano, el mayor le enseñó el dedo medio a Damon antes de girarse a su pequeño hermano, dándole una mirada realmente preocupada—. ¿Estás bien, Darius? —preguntó—. Te ves como a dos segundos de desmayarte.
—Bien —asintió antes de detenerse y hacer una mueca, pensándolo mejor—. En realidad, más cerca de una crisis nerviosa que otra cosa, pero bien.
—¿Por qué estas tan alterado? Pensé que esto era algo que tu querías, ¿acaso te arrepentiste?
—Jamás me arrepentiría, Noah es la persona que más amo en el mundo, todo lo que quiero es casarme con él y construir una vida juntos. —aseguró.
Dorian elevó una ceja ante la vehemencia en su voz—. ¿Entonces? ¿Que pasa?
Intentando poner sus pensamientos en orden, se acercó para sentarse en el sofá frente a Dorian y miró a su hermano, soltando lo que estaba justo al frente de su mente y atormentándolo a cada paso—. ¿Que pasa si lo arruino con él?
—¿A que te refieres?
Poniéndose de pie de un salto, comenzó a pasearse nuevamente, demasiado nervioso como para quedarse quieto—. ¿Que pasa si resulto ser un pésimo esposo? ¿Y si lo arruino con él y termino haciéndole daño? ¿Que si todo esto que esta pasando en nuestras vidas nos cae encima y no puedo protegerlo como prometí? ¿Que pasa si no soy lo suficientemente fuerte para mantenerlo seguro? —sacudió la cabeza—. No puedo dejar de pensar que voy a hacer alguna estupidez de las que acostumbro y arruinaré todo.
Compartiendo una breve mirada con Damon, el mayor de los hermanos soltó un largo suspiro y pareció meditar su respuesta—. Darius —dijo—. Sé que este sería el momento en que debería decirte algún increíble y sabio discurso en el que según todas las peliculas que he visto, te basarás el resto de tu vida. Pero tu y yo sabemos que soy pésimo en eso, así que solo te diré lo que esta en mi cabeza en este momento. Y eso es que: eres un idiota, siempre has sido un idiota y siempre lo serás, nada, ni siquiera una licencia matrimonial va a cambiar eso.
—¿A donde vas con eso? ¿Intentas darme ánimos o destruir la poca confianza que me queda?
—A lo que voy es, que a pesar de toda esa estupidez que traes desde tu nacimiento... Noah te ama —dijo—. Y te ama a ti, y a todas tus fallas, y a todos tus aciertos. Estoy dispuesto a apostar, que no hay nada que puedas hacer, que cambie la forma en que él se siente por ti.
—Y sobre lo de protegerlo —Damon siguió, viéndose pensativo y bastante serio, algo extraño en él—. Desde que estoy con Blue, he aprendido que esa palabra no puede aplicarse en una relación. No puedes proteger al otro del mundo, Darius, lo único que puedes hacer es cederle tus propias armas para ayudarle a afrontar la vida. Y si, muy probablemente, saldrá herido, y en más de una ocasión, y si, seguramente lo verás llorar más de una vez. Pero lo realmente importante es que estés allí en cada ocasión para secar sus lágrimas y ayudarle a levantarse.
—A partir de ahora, debes estar a su lado, Darius —Dorian siguió—. No frente a él, eso no es lo que él te esta pidiendo. Noah te quiere para compartir sus vidas, construir su felicidad, no para que seas un muro frente a él que lo mantenga a salvo de los peligros. Esa no es la definición de lo que se trata un matrimonio.
Darius asintió suavemente por un momento antes de sacudir la cabeza—. Ustedes no entienden, están sucediendo demasiadas cosas en su vida en este momento, y aun van a suceder otras muchas más, y no sé si podré filtrar algo de eso antes de que lo golpeé y vuelva a desmoronarse.
Suspirando, el mayor le dedicó una mirada comprensiva—. Lamentablemente, la vida de Noah nunca ha sido fácil. Yo estuve allí cuando todo sucedió la última vez —le recordó con suavidad—. Y si mal no recuerdo, él se levantó por sus propios medios esa vez. Debes dejar de etiquetar a Noah como alguien débil, porque él no lo es, y te lo ha dejado más que claro en más de una ocasión.
—Si, pero...
—Pero nada —Damon lo cortó—. Noah podría patearnos el culo a cualquiera de los tres, cuando él quiera. Le hemos enseñado, y lo hemos protegido todo lo que hemos podido, ahora tenemos que dejar que él encuentre su propio camino en la vida. Debes dejar de intentar protegerlo, déjalo obtener sus cicatrices, eso es lo que lo hará fuerte luego.
Dejándose caer contra el respaldo del sofá, asintió distraídamente—. No quiero que él sufra.
—Ninguno de nosotros lo quiere —Dorian aseguró—. Pero hay cosas que no pueden evitarse, que no puedes evitarle. Debes asegurarte de estar ahí para él cuando te necesite, solo eso, hermano, es lo único que él te pide.
La puerta se abrió en ese instante y Dario, enfundado en un hermoso traje oscuro, pasó su mirada por sus hijos, deteniéndose en Damon un instante—. Blue estaba buscándote, dijo algo sobre una apuesta y sobre un burro mentiroso, el cual intuyo eres tú.
—Mierda.
Volviendo su mirada a su hijo menor, sonrió—. ¿Listo para esto, cariño?
Tomando un profundo respiro, se puso de pie y asintió con convicción—. Completamente listo.
(...)
De pie en el altar, Darius jaló por centésima vez su corbata e intento secar el sudor concentrado en sus manos de la forma más disimulada posible. Estaba nervioso, y se le permitía estarlo, después de todo, era su maldita boda. Así que, aunque sus hermanos habían logrado calmar parte de sus nervios, todo el festejo en general hacia que su estomago se sintiese como si hubiese subido a una montaña rusa.
—Quédate quieto —Dorian siseó hacia él, dedicándole una mirada de advertencia—. Las personas comenzarán a pensar que tienes una colonia de hormigas en el trasero.
—No puedo —respondió—. Estoy nervioso.
—Lo sé, solo que no hay porqué estarlo —dijo, acercándose, arregló la corbata que Darius mismo había deshecho y le dio un pequeño golpe en el hombro—. Todo estará bien, te casarás hoy, formarás una linda y clásica familia con Noah, y todo estará bien.
Remarcó las últimas tres palabras, como si a Darius no le hubiese quedado claro las primeras diez veces que se lo había repetido de camino al lugar donde la boda se celebraría. Sus hermanos habían estado haciendo lo posible y más por tranquilizar sus nervios, en cambio sus padres solo le habían sonreído y asegurado que todo estaría bien, y que era normal estar nervioso.
Aunque no tuviese idea de porqué estaba nervioso en realidad, y nadie pareciese poder explicárselo para ayudarle con eso.
De todas formas, de pie en el altar, observó alrededor con aire ausente, intentando plasmar cada pequeño detalle en su memoria, aun cuando sabía que al final habría mil y una fotografía que pudiese refrescar sus recuerdos. El lugar que Blue había conseguido para ellos era hermoso, una vieja finca que tenía más aspecto de parque natural que otra cosa. Sillas habían sido dispuestas en perfecto orden para dejar paso al largo pasillo que daba al altar, por donde Noah caminaría a través de la nube de flores de suaves tonos pastel que habían sido desperdigadas por el camino.
Todo era hermoso, todo era perfecto, y todo estaba bien.
Y entonces, la música suave comenzó a sonar desde algún lugar mientras un apresurado Blue tomaba asiento en una silla al frente, junto a los padres Baker y su bebé. Como si fuesen impulsados por la suave melodía, los invitados voltearon al unisonido para ver el final del pasillo, donde las puertas se abrieron y una hermosa imagen tomó lugar.
Y la respiración de Darius quedó estancada en su pecho, como si el aliento hubiese sido robado directamente de su cuerpo.
Siendo niño, había sido arrastrado a más de un par de bodas, y nunca había logrado comprender la razón de todo el sentimentalismo envuelto alrededor, mucho menos de el porqué del llanto de los novios al ver a su pareja acercándose. No comprendía porque de todo eso.
Pero en ese instante, de pie allí, con la suave calidez del sol de la tarde golpeando su rostro mientras observaba al amor de su vida caminar por el pasillo envuelto en un suave traje blanco que lo hacía parecer un ángel, Darius lo entendió. Entendió completamente a que se referían con todos esos versos dulces de amor, todas esas peliculas románticas y todas las canciones de amor finalmente tomaron pleno sentido con cada paso que Noah daba hacia el altar.
Fue como si su vida completa tomase sentido en ese instante, en el segundo en que lo vio moverse hacia él y sonreírle con una dulce alegría que pocas veces había logrado ver en ese hermoso rostro. Sus ojos se empañaron suavemente mientras sentía las piezas de su vida encajar perfectamente, dejando una dulce paz interior que machacó cualquier indicio anterior de nerviosismo.
Esto era exactamente lo que siempre había soñado, ya ni siquiera era capaz de comprender porque había estado nervioso en primer lugar.
Intentó secar las lágrimas corriendo por sus mejillas torpemente, pero no podía detener las que seguían corriendo por su piel. No recordaba sentir mayor alegría en su vida que ese instante.
Su mirada aun seguía enlazada con los brillantes ojos oscuros de Noah cuando ambos llegaron frente a él, pero aun así, pudo escuchar con claridad la suave voz de Nate:— Estoy dejando en tus manos a la luz de mi vida, Darius —musitó—. Cuídalo y amalo como siempre lo has hecho, es lo único que tengo el derecho de pedirte.
Con una sonrisa llena de lágrimas, asintió obedientemente—. Si, señor, siempre.
Devolviendo el gesto, Nate dio un paso atrás, dedicándole un pequeño guiño a su hijo, como si todo lo que hubiese tenido que ser dicho entre ellos lo hubiese sido, antes de alejarse para situarse junto a los padres Baker.
La mano de Noah se deslizó en su palma, encajando perfectamente como si de un rompecabeza se tratase. Los dedos suaves de su otra mano corrieron por la áspera mejilla de Darius, borrando la humedad con delicadeza:
—Tan llorón —murmuró, aun cuando el cariño desbordaba de tan simples palabras.
Aferrando los delicados dedos como si su vida dependiese de ello, Darius hizo que ambos girasen hacia el juez, no sin antes inclinarse y susurrar en su oído—. Te ves hermoso, Teddy.
Vio la pequeña sonrisa inclinar uno de los lados de su boca, pero no dijo nada más mientras la ceremonia daba inicio oficialmente. Aun arrojando vistazos rápidos hacia Noah, Darius escuchó atentamente cada palabra del hombre frente a ellos, pero su mente estaba más concentrada en el hecho de que estaba casándose con la persona más hermosa que había conocido en su vida, y que lo amaba tanto que ni siquiera podría describir con palabras lo que estaba en su pecho.
Cuando fue momento de recitar los votos, tomó aire y giró para ver directamente el rostro de Noah. Y si era sincero, aun si una bomba hubiese explotado cerca o le hubiesen dicho que el sol había cambiado de color en un instante, nada hubiese logrado quitar su atención de él. Nada, hubiese logrado que soltase su mano o abandonase su lado en ese instante.
Con una sonrisa suave, Noah le dio fuerzas para comenzar a hablar, y aun con su interior temblando de emoción, logró reunir las palabras que había escrito en su memoria.
—Lo cierto es que, aunque he escrito y reescrito mis votos miles de veces durante toda nuestra vida, no sé que es lo correcto a decir en este instante —aceptó—. Solo sé que te amo, Noah, te he amado desde que era un niño pequeño. Y que en el primer vistazo de esos oscuros ojos supe que había perdido por completo mi corazón, que haría lo que fuese por verte sonreír y que daría mi vida entera por tu felicidad sin siquiera parpadear. Te prometo que, en esta vida que nos espera juntos, estaré siempre a tu lado, amándote, adorándote y apoyándote en cada paso del camino, Siempre voy a estar aquí para ti, cariño, siempre.
Secando distraídamente algunas lágrimas que rodaron por sus mejillas, Noah levantó su mano y le permitió deslizar el anillo en el dedo indicado.
Tomando el anillo más grande, el joven lo miró con un brillo suave en sus ojos antes de hablar—. Tu eres mi compañero de vida, Darius, mi alma gemela, mi otra mitad, y sé que aunque pasen los años, jamás dejaré de sentir este amor inmenso que acelera mi corazón cada vez que te miro. Aun siendo un niño, siempre supe que serías tú y solo tú. Y te prometo que siempre será así, siempre te amaré a ti y solo a ti, como siempre lo he hecho y siempre lo haré.
Colocando el anillo en su lugar, escucharon atentamente las últimas palabras del hombre frente a ellos antes de que este sonriera a ambos—. Yo los declaro marido y marido. Puede besar al novio.
Y eso es todo lo que Darius necesitó para rodear la delgada cintura con su brazo y atraerlo hacia su cuerpo, dejando en sus labios el beso que tanto había deseado desde que lo había visto entrar. Noah le devolvió el gesto con la misma emoción reprimida que el estar frente a un montón de personas que ahora aplaudían hacia ellos, les daba.
Dedicándose una dulce sonrisa desbordante de amor, Darius dejó un último beso en la frente de su ahora esposo antes de girarse hacia los invitados deseosos de felicitarlos. No pudo evitar sonreír al ver a sus hermanos lloriqueando a un lado antes de abrazarlo, murmurando algo sobre un bebé que crecía. Devolvió los abrazos de sus padres, así como de su familia, observando por el rabillo del ojo como Noah abrazaba a su propio padre con fuerza.
Cuando la delicada mano volvió a su agarre, Darius le dio un pequeño apretón y sonrió, sabiendo que las cosas solo estaban a punto de mejorar.
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