Capitulo Treinta y Siete.
"—... siguen las acusaciones contra el exitoso empresario Van Bannarasee. Internet está explotando en las últimas horas ante la oleada de acusaciones contra el heredero de las empresas Bannarasee. Desde bullying escolar, hasta intento de asesinato, los foros de discusión están desbordando de personas que señalan al reconocido hombre de negocios como un lobo con piel de cordero, que ha estado utilizando el dinero y la reputación de su familia para ocultar sus despreciables actos.
A pesar de que este caso ya está en manos de la justicia, quienes intentan determinar si se trata de un acto de intimidación o difamación hacia el empresario, las redes ya se han llenado de videos y fotografías que muestran sin lugar a dudas cual es la verdadera naturaleza de esta persona.
En paralelo a esta noticia, se ha hecho pública la orden de captura contra los suegros de dicho empresario, luego de que varios archivos que comprueban su participación en negocios de dudosa procedencia fueran publicados en internet. Se espera que sean detenidos en las próximas horas, a espera de un juicio que se figura como uno de los más grandes en los últimos años..."
—Wooow, eso es un tarro lleno de mierda. —Dorian comentó, dejándose caer pesadamente en el sofá de la sala, como parecía habérsele hecho costumbre últimamente. Aun llevaba su perfectamente planchado traje de negocios, y por la gomina que hacía brillar su cabello peinado, Darius apostaría que había salido directamente de una de sus importantes reuniones aburridas.
Tomando asiento en el sofá de tres cuerpos, destapó la botella en su mano en el borde de la mesa, pero antes de que pudiese siquiera estirar la mano para pasársela a su hermano mayor, el sonido de la voz de Noah traspasó el apartamento—. ¡No uses mi mesa como destapador! —gritó—. ¡Y no le des alcohol a Dorian, ya sabes lo idiota que se pone cuando esta borracho!
Deteniéndose a media acción, retiró la botella del alcance del otro, ignorando su expresión ofuscada—. Lo siento, órdenes del jefe.
—¿Cómo infiernos escuchó eso? —Dorian siseó—. ¿Acaso tiene el oído de un sabueso o qué?
Algo voló desde el piso superior, y solo cuando golpeó el rostro de Dorian, Darius reconoció el cojín con forma de corazón que antes había decorado la cama. Girándose sobre sí mismo, sonrió al ver la imagen de brazos cruzados y ceño fruncido de su esposo de pie en la cima de las escaleras. Obviamente, Noah había escuchado eso, y no le gustaba para nada ser comparado con un perro.
—¿Por qué estas aquí? —Noah exigió mientras bajaba las escaleras, mirando a Dorian con una mezcla de fastidio y resignación. Parecía que últimamente, el mayor de los Baker había adoptado la sofocante manía de aparecerse por allí cuando se le antojaba, y aunque al inicio podría no haber sido nada, la visita constante comenzaba a hacer mella en el humor de los dueños de la casa—. ¿Te corrieron de tu casa? ¿Qué hiciste?
—No hice nada —respondió, y pareció, que hasta para él, fue una respuesta demasiado rápida. Aclarando su garganta, retomó su actitud descuidada—. De todas formas, ¿por qué todos siempre piensan que soy yo quién hace las cosas malas? Podría ser también que alguien me hizo algo a mi y estoy aquí, buscando consuelo en ustedes.
Como si presionaran un botón en su interior, Darius se enderezó en su posición y miró a su hermano en alerta—. ¿Quién te lastimó?
Aunque Dorian era el mayor de los cuatro, quizás debido a su complexión más pequeña y delicada, tanto Darius como Damon y Wolf, habían tomado una actitud protectora hacia él. Por supuesto, la mayoría de las veces que se metía en líos, la culpa caía enteramente sobre su cabeza, por lo que era difícil salir en su defensa a veces.
Eso no quería decir que no hubiesen ajustado cuentas con varias personas para mantenerlo a salvo. Darius estaba seguro de que mucha de la libertad que su hermano mayor disfrutaba, se debía a que todos en su entorno sabían que deberían enfrentarse a ellos si lo dañaban.
Y el bastardo lo sabía y gozaba con ello.
Echándole una mirada, Dorian rodó los ojos—. Tranquilo, Rambo, solo estaba intentando poner un ejemplo.
Sentándose en el apoyabrazos del sofá, Noah colocó su mano distraídamente sobre el hombro de Darius sin dejar de ver al mayor inquisitivamente—. ¿Me vas a decir que fue lo que hiciste? —insistió—. ¿De quién te escondes, Dor?
Sosteniendo su mirada, Dorian solo lo observó por un momento antes de fruncir el ceño—. Estas diferente, ¿Qué cambiaste?
Noah rio suavemente—. No intentes cambiar de tema.
—No estoy cambiando de tema, solo no quiero que sepas que hice —sonrió inocentemente antes de hacer un gesto hacia él—. ¿Me vas a decir tu que es lo diferente o tengo que adivinarlo?
Compartiendo una breve mirada con Darius, Noah sacudió la cabeza—. No hay nada diferente.
—Si lo hay —insistió, su ceño fruncido mientras lo miraba con más fuerza ahora—. ¿Estás más gordo?
—Púdrete. —Noah escupió.
—Si, cuando me muera —masculló su respuesta. Su cabeza se inclinó a los lados, como un cachorro intentando entender algo, antes de que sus ojos se abrieran de golpe—. ¡Estas embarazado!
La sorpresa de esa frase hecha acusación, logró que Noah se deslizara fuera del apoyabrazos, cayendo directo a los brazos de Darius que lo atraparon con rapidez, estabilizándolo nuevamente. Habían acordado no decirle a nadie aun, ninguno de los dos se creía capaz, emocional o mentalmente, como para tener que enfrentarse a comunicar una mala noticia si las cosas no iban de la forma correcta.
Podía ser un pensamiento pesimista, pero con su historial, debería ser entendible también.
¿Cómo infiernos Dorian sabía eso?
—¿Cómo...? —Noah no terminó la pregunta, solo observó al mayor como si le hubiese crecido otra cabeza.
Dorian se encogió de hombros—. Solo... no sé, algo en ti es diferente, más brillante. Como antes. —miró entre ambos—. Así que, ¿voy a ser tío de nuevo?
Cuando Noah volvió a verlo, Darius pudo captar perfectamente la pelea de emociones en su interior. Conociéndolo tan bien, sabía perfectamente lo que sucedía. Ser feliz luego de tanto dolor, era difícil de digerir o comprender.
¿Estaba bien o estaba mal? ¿Era correcto el volver a ser feliz por una noticia así? ¿Se le permitía?
Sonriendo suavemente, Darius asintió—. Él mantendrá el secreto hasta que estemos listos para contárselo a los demás, Teddy, no te preocupes.
—Por supuesto que no diré nada —Dorian secundó, pasando sus dedos por sus labios como si estuviese cerrando una cremallera—. Esta es una noticia solo de ustedes, jamás diría una palabra sin su permiso.
Asintiendo en aceptación a esas palabras, Noah admitió: — Si, Dorian, estoy embarazado, tengo poco más de ocho semanas —dijo—. Y son gemelos.
La boca de Dorian cayó abierta—. ¿Gemelos? —una sonrisa alegre reemplazó rápidamente su sorpresa—. Papá va a estar en la gloria cuando le digan, ¿se lo han dicho a alguien?
Ambos negaron.
—Queremos esperar un poco más. —Darius admitió—. Solo para estar seguros.
—Un par de semanas al menos —Noah agregó, como si fuese necesario aclararlo—. Pensaba decírselo a nuestros padres primero, luego al resto de la familia. Aunque supongo que eso ya no va a poder ser así, ahora que lo sabes, Damon estará furioso si es el último en saberlo.
Dorian descartó sus palabras con un movimiento de su mano—. No te preocupes por Damon —dijo—. Solo debes poner a Blue frente a él y su enojo se evaporará como algodón de azúcar en agua.
Esa era una verdad innegable, sin importar si se trataba de Blue o Shiloh, cualquiera de los dos funcionaba como un bálsamo para menguar cualquier explosión de enojo de su hermano. Y Damon estaría bastante ofendido si descubría que había sido "excluido" de tal acontecimiento.
—De todas formas —Noah dejó salir un suspiro cansado—. Me gustaría que mi padre sea uno de los primeros en saber. Quiero creer que una noticia así lograría darle un poco más de fuerzas para enfrentar a esa familia.
—Leí por ahí que él pidió el divorcio —Dorian comentó, volviendo a su posición desparramado sobre el sofá—. ¿Cómo va eso? ¿Ha logrado algo?
—Están intentando llegar a algún tipo de acuerdo. Después de todo, mi padre tiene en contra el tema de la infidelidad, y de mi siendo la prueba irrefutable de ello. Será un poco más difícil para él, parecía bastante reacio a dejarles algo.
—Teniendo en cuenta todo lo que le hicieron pasar, cederles algunas empresas o cuentas bancarias, no debería ser nada si con eso consigue poner distancia entre él y ellos.
Darius suspiró—. Dudo que ese sea el problema —razonó—. Creo que, con Nate, es más sobre tener que ceder ante ellos lo que lo detiene. Ha estado obligado a bajar la cabeza y aceptarlo todo desde que era un niño, supongo que finalmente ha llegado a su punto de quiebre y tener que volver a ceder, aunque sea solo una vez más, debe ser doloroso para él.
—Aun así...
Volviendo a ver a Noah, Darius interrogó: — Hablando de eso, ¿has logrado comunicarte con tu padre?
La expresión del joven cayó un poco—. Nada desde ayer. —dijo—. Él ha estado reportándose conmigo todos los días desde que presentó el divorcio, comienzo a temer que algo malo le haya sucedido.
—¿A tu padre? —Dorian bufó como si fuese simplemente absurdo—. Nate ha sobrevivido a esa familia por décadas, Noah, te puedo asegurar que sabe perfectamente como protegerse.
—Dorian tiene razón —Darius secundó—. Seguramente esté ocupado con todo el tema del divorcio, pero te llamará en cuanto tenga un momento, estoy seguro.
Noah no parecía convencido, pero pareció decidir aceptar sus palabras en pos de su tranquilidad. Y en realidad, esto era algo que ya habían hablado antes, luego del intento fallido de comunicarse con el padre Kenneth la noche anterior. Darius había hecho lo posible por tranquilizar al chico, y en ese instante, realmente había creído sus propias palabras cuando le había dicho que seguramente se trataba de un tonto olvido por parte del mayor.
Para su desgracia, ahora, esa excusa no era creíble ni siquiera para él.
Con una sonrisa y la facilidad de habla que siempre parecía haber poseído, Dorian cambió el tema con delicadeza, incitando a Noah a distraerse con algo más. Fue solo cerca de una hora después cuando Darius logró arrastrar a su adormilado esposo a la cama y lo convenció de tomar una siesta. Era una suerte que uno de los síntomas más marcados del embarazo que Noah había estado mostrando, era el tener sueño todo el tiempo.
Cuando bajó las escaleras de nuevo, toda la paz y tranquilidad que Dorian había estado ostentando había desaparecido. En cambio, su hermano mayor se veía preocupado mientras sostenía su teléfono contra su oído, hablando con rapidez con quién fuera que estuviese al otro lado de la línea.
Solo cuando terminó la llamada y bajó el celular, se giró para volver a hablarle—. Papá y Blue vienen en camino, se quedarán con Noah mientras no estamos —dijo—. Dorian y Wolf pasaran por nosotros en diez minutos.
—¿Crees que algo malo haya sucedido con él realmente? —Darius preguntó en voz baja.
Meditándolo por un instante, Dorian se encogió de hombros—. Prefiero pecar de desconfiado, a dejarlo pasar y que algo haya sucedido sin que lo sepamos.
Mirando la cima de las escaleras, suspiró—. No puede haberle pasado nada, Dor —dijo—. No ahora, no en este momento.
La verdad sea dicha; aunque a Darius realmente le preocupaba la seguridad de su suegro, su mente estaba más en la protección de las tres vidas que descansaban en el segundo piso. Sabía bien que, si algo le sucedía a Nate, Noah con seguridad se perdería y eso no era algo que pudiese permitir, la vida de sus hijos dependía de eso, la de Noah y la suya propia también.
No, Nate debía estar bien.
(...)
Inclinado sobre la guantera, Darius observó con atención a través del parabrisas cuando los grandes portones de hierro se abrieron y un auto lujoso y demasiado familiar salió a través de este a una velocidad bastante inusual. Aunque había visto ese vehículo un número limitado de veces en el correr de su vida, había dejado una marca en su mente lo suficientemente profunda como para evitar confundirlo.
—¿Esos eran los abuelos de Noah? —Wolf susurró desde el asiento trasero, mirando en la misma dirección que él.
—Si —Darius asintió—. Eran los padres de Nate.
—Pensé que no tenían una buena relación.
—No la tienen —respondió, con su mente distraída pensando en todos los posibles escenarios, los cuales lo pusieron más y más nervioso mientras más pensaba—. Debemos entrar a esa casa.
Habían estado estacionado frente a la casa por un buen tiempo, solo observando el movimiento en el interior, intentando encontrar una buena excusa para moverse, así fuese para entrar al lugar, como para salir pitando de allí si todo parecía bien. Viendo las luces traseras del auto alejándose a una buena velocidad por la calle, Darius lo tomó como su señal.
—¿Cómo lo hacemos? —Damon interrogó, pareciendo bastante dispuesto a todo, con su ceño fruncido y ojos feroces.
—No creo que tengamos muchas opciones —Dorian comentó con una mirada pensativa mientras miraba la casa de un lado a otro—. Dudo que nos dejen entrar si lo pedimos amablemente.
—Pero aun podríamos intentarlo —Wolf propuso, encogiéndose de hombros cuando los otros tres lo miraron con incredulidad—. ¿Qué? No estoy en contra de romper esos portones si es necesario, pero acabo de arreglar el frente de la camioneta, me gustaría que tuviese un poco más de vida antes de arruinarla, ¿sí?
Darius suspiró—. No perdemos nada con intentarlo.
Encendiendo el motor nuevamente, dirigió el auto a los grandes portones y con una nueva mirada compartida, estiró su mano y presionó el botón del timbre. Tardó unos segundos que parecieron eternos antes de que el suave sonido de interferencia llenara la línea.
—Residencia Bannarasee-Kenneth —la voz del mayordomo sonó tan profesional y templado como siempre lo había hecho—. ¿En qué puedo servirle?
—Soy Darius Baker —dijo—. ¿Mi suegro está en casa?
Hubo una pausa, la duda obvia al otro lado—. El señor Nate no esta en casa en este momento.
Y eso era una mentira, una enorme y gorda mentira. Desde donde estaba, Darius era completamente capaz de ver el auto de Nate estacionado cerca de la casa. Nunca, en todos los años en los que lo había conocido, había visto a Nate conduciendo otro vehículo diferente.
—¿Enserio? —preguntó—. Eso es extraño, porque él mismo me pidió que viniera.
Casi podía ver al tipo dudar al otro lado—. Puede que el señor Nate haya confundido sus horarios.
—No, no lo hizo. Tu y yo sabemos que no es así —dijo—. Abre los portones y avísale que estoy aquí, tengo algo urgente que tratar con él.
—Pero...
—Mira, estoy a dos segundos de simplemente apretar el acelerador y hacer trizas todo este maldito lugar —gruñó—. Y tu no quieres eso, ¿verdad?
Darius estaba siendo un poco brabucón allí, pero porque sabía bien que tenía todas las de ganar. Puede que él no tuviese mucho poder en ese lugar, pero ambos sabían que, si Noah se involucraba, podría aplastar al mayordomo como si fuese un pequeño gusano. Aunque su dulce y delicado esposo tendía a estar al lado de lo pacifico, no quería decir que no pudiese simplemente lanzar el poder que su apellido le daba sobre las personas y obtener lo que quería.
Noah no lo haría, por supuesto, pero Darius aun podía aferrarse a la ilusión de que si podía.
Luego de unos segundos en silencio, los portones se abrieron silenciosamente. Apretando el acelerador, apenas les permitió terminar de moverse antes de entrar, temeroso de que el tipo se arrepintiese a media acción y los dejase afuera.
Apagando el motor frente a las escaleras que daban a la puerta principal, Darius se giró hacia sus hermanos—. No va a dejarme entrar a verlo —dijo—. Según lo que Noah me dijo, la habitación de Nate esta en el segundo piso, a la izquierda, aunque no sé cual es exactamente.
—Iré detrás de ti —Dorian anunció—. Wolf y Damon, usen esos grandes músculos suyos y detengan a cualquiera que se interponga en nuestro camino.
Ambos asintieron obedientemente.
Sabiendo que tenía un plan y a sus hermanos respaldándolo, Darius abrió la puerta de su lado y subió las escaleras principales, soltando un sonido de resignación al ver al delgado y demasiado sonriente mayordomo de pie en la puerta abierta. Obviamente, no haría su vida más fácil.
—Joven Baker —dijo—. Como le dije antes, el señor Nate no se encuentra en casa en este momento, si usted pudiera-
—Quítate de mi camino. —lo interrumpió.
—Joven- ¡Usted no puede...!
Sin detenerse a ver si el empujón que le había dado había logrado enviarlo al suelo, Darius se apresuró dentro de la casa, escuchando a sus hermanos justo detrás de él. Obviamente, el mayordomo se había asegurado de advertirle a la seguridad que él estaba entrando, porque ni siquiera logró dar dos pasos dentro antes de ser detenido. Por suerte para él, Damon y Wolf también estaban completamente preparados para intervenir.
Escuchando los gritos del mayordomo para que lo detuviesen, logró llegar a las escaleras y al segundo piso. Recibiendo el asentimiento de Dorian, se lanzó a abrir la primera puerta a su derecha encontrando un cuarto vacío antes de seguir con la siguiente. Había abierto la cuarta puerta cuando escuchó el grito de Dorian.
—¡Darius, aquí está!
Volviendo sobre sus pasos, corrió por el pasillo a la última puerta y entró, deteniéndose al estar dos pasos dentro, el hedor a hierro golpeando su nariz como un puñetazo. Sobre la cama, Dorian estaba apretando un paño sobre las muñecas ensangrentadas de Nate, mientras este permanecía totalmente inmóvil, pareciendo hundido en un sueño pacifico.
Sacudiéndose de su estupor, Darius se acercó, tomando una camiseta cercana que encontró tirada y envolviendo la otra muñeca lesionada, asegurándose de apretar el nudo.
—Ata el paño alrededor de la herida, lo más fuerte que puedas —Darius demandó antes de moverse para tomar el pulso de su suegro, tomando una segunda mirada al suelo cuando algo crujió bajo su zapato.
No le costó mucho identificar el frasco de sedantes... esos hijos de perra.
—Apenas siento su pulso —advirtió, moviéndose para tomar el cuerpo de Nate en sus brazos, agradeciendo que fuese tan pequeño y delicado—. ¡Tenemos que llevarlo al hospital, ahora!
En el momento en que llegó a la puerta un hombre grande vistiendo un traje lo bloqueó, pero eso no duró demasiado cuando un bonito, y por el aspecto, caro jarrón voló y lo golpeó en la cabeza. Mirando sobre su hombro, vio a Dorian tomar un nuevo jarrón antes de girarse y pasar sobre el tipo de seguridad desmayado para salir de la habitación.
Siguiendo los pasos de su loco hermano mayor, Darius se apresuró a la puerta, escuchando a Dorian gritarles a Damon y Wolf que tenían que irse. Cinco minutos después, Dorian había hecho trizas los portones principales de la residencia de Nate y estaba conduciendo como el diablo hasta arriba en acido por la carretera principal, intentando encontrar el hospital más cercano.
Sosteniendo el cuerpo inmóvil de su suegro, Darius lo sacudió suavemente—. ¿Nate? —llamó—. Nate, ¿puedes escucharme?
No abrió los ojos, pero Darius pudo ver sus labios moverse como si quisiese hablar.
—Nate —llamó nuevamente, bajando la voz para solo ser escuchado por el susodicho—. No puedes rendirte ahora, Nate, Noah te necesita, por favor.
Otro pequeño movimiento.
—Noah esta embarazado —dijo—. Tus nietos te necesitan, tienes que estar bien para ellos, por favor, solo, resiste un poco más.
Por favor, solo resiste.
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