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Capitulo Treinta y Nueve.

"Coma debido a complicaciones a raíz de una sobredosis".

Apoyando su cadera en la línea de gabinetes, Darius repasó la conversación telefónica con su padre por decima vez e intentó no volver a enojarse por lo que el otro le había comunicado. Pero si era sincero, aun de pie allí, y solo con un pensamiento leve de lo que todo el asunto englobaba, estaba simplemente furioso.

Teniendo la experiencia de haber perdido un hijo, simplemente no podía comprender como alguien podía herir tanto a su propia descendencia.

Según lo que su padre le había dicho, Nate había sido drogado primero, muy posiblemente obligado a consumir una alta dosis de sedantes. Y todo eso, antes de cortar sus malditas muñecas.

Obviamente, ellos habían querido que fuese fácil de manejar al drogarlo. ¿El problema? Se les había ido la mano. O quizás no, y eso era exactamente el plan. No podía estar completamente seguro. Pero ahora, debido a la dosis exagerada, Nate estaba en coma y aunque los médicos estaban haciendo todo lo posible por él, no estaban dando ninguna opinión sobre su situación, ni positiva ni negativa.

Eso hacía que Darius sintiese que ninguno quería dar esperanzas para luego tener que comunicar una mala noticia.

Y recordando eso...

Era hora de decirle a Noah lo que estaba sucediendo con su padre.

Eso era lo último que Darius quería. Sabía bien que darle esa noticia sacudiría a Noah, y que podía potencialmente afectar a sus hijos nonatos, pero no podía seguir ocultándolo. Si algo le sucedía a Nate, si lo peor pasaba, y él le ocultaba la situación al otro, con seguridad la culpa jamás lo dejaría vivir. Negarle a Noah el estar con su padre en una situación así, ni siquiera él era tan egoísta.

Interiormente, solo rezaba por estar haciendo lo correcto y que el destino no fuese cruel con ellos nuevamente.

—¿Estás rindiéndole tributo a esa taza de café o piensas beber de ella en algún momento?

La voz somnolienta de Noah lo sacudió, logrando que llevase su mirada a la puerta, donde un adormilado castaño lo observaba con curiosidad. Aun llevando su pijama a cuadros rosado, el cabello desordenado y pareciendo acabar de despertar de un sueño profundo, Darius podía decir con seguridad que jamás había visto a alguien más hermoso antes.

Una pequeña sonrisa se desplazó en sus labios de forma inconsciente, antes de que su cuerpo, como tirado por un hilo, se moviese para acortar el espacio entre ellos. Inclinándose, dejó un suave beso en esos labios rosados que tanto amaba.

—Buenos días, Teddy. —musitó.

Con una mirada un poco malhumorada, Noah masculló: — Buenos días, Dare. —su mirada se dirigió a la taza—. ¿Por qué estas tomando café negro? Pensé que no te gustaba.

—No dormí bien anoche, pensé que una buena dosis de cafeína me ayudaría a estar más despierto.

Noah asintió suavemente antes de pasar a su lado—. Pues, comete una manzana, dicen que es tan buena como el café —comentó mientras se movía para llenar de agua la tetera—. Tanta cafeína no puede ser buena para nadie.

—Haré eso la próxima vez —prometió, abriendo la alacena sobre su cabeza y sacando la taza favorita de Noah, dejándola frente a él sobre el mesón—. Aunque tu deberías dejar de beber tanto té, no puede ser bueno para los bebés.

—Mi padre bebió té durante todo su embarazo y yo salí bastante bien.

Darius le echó un vistazo—. Eras del tamaño de un paquete de azúcar al nacer.

—Estoy seguro de que era más grande que eso. —se quejó—. De todas formas, aun siendo pequeño, crecí bien, así que el té se queda.

Pasándole el envase con el té de Jazmín, el cual parecía haberse convertido en su favorito últimamente, Darius dejó caer el tema. No era como si realmente quisiese discutir sobre ello, había sido una observación al pasar, una forma de evitar lo que realmente quería decir.

Observó a Noah moverse alrededor de la cocina, preparándose el té a su propio gusto antes de sentarse frente a la mesa de la cocina a beberlo con tranquilidad. Queriendo hacer algo con sus manos, arrojó su café frío al fregadero y encendió la cafetera, tomándose un momento para poner algunas galletas en un plato y dejarlo frente a Noah.

Habiendo reemplazado su café por uno caliente, se sentó al otro lado de la mesa y suspiró, reordenando sus pensamientos en un intento de que lo que fuese a decir, fuese dicho de la mejor forma posible.

—¿Qué pasa? —la voz de Noah lo sorprendió, logrando que levantase la mirada, encontrándose con los ojos marrones clavados en él. Bajando la taza, el joven pareció captar su confusión y sonrió un poco—. Has estado actuando nervioso desde que llegaste anoche. Es obvio que algo está perturbándote, ¿me quieres decir?

Darius realmente quería decir que no, que no quería decirle nada, odiaba tener que ser el mensajero de malas noticias.

—Algo sucedió —dijo finalmente, intentando decirlo tan suavemente como pudo—. Es sobre tu padre.

Bajando la taza sobre la mesa, el rostro de Noah se drenó de ese suave humor que había tenido antes, encontrándose con su mirada con una expresión calmada y completamente seria—. ¿Qué pasó?

Dándose un instante para pensar en como explicarlo sin que sonase tan mal como realmente era, Darius dejó su propia taza sobre la mesa y suspiró.

—Primero que nada, quiero que intentes tomar esto con la mayor calma posible —pidió—. Sé que estoy pidiéndote mucho, lo sé. Pero lo bebés-

—Darius, lo sé —Noah lo cortó en un tono suave y una mirada resignada—. Créeme que lo sé. Estoy intentando estar tranquilo, te lo prometo. Y lo que te pido yo a ti en respuesta, es que no des vueltas y solo me lo digas, ¿Qué le pasó a mi padre?

Asintiendo cortamente, volvió a dudar antes de soltar—. Él esta bien, Noah —dijo—. Lo estará, Nate es fuerte y-

—Darius —volvió a detenerlo, esta vez con una voz mucho más fuerte y una expresión de nerviosismo—. ¿Qué le pasó a mi papá?

—Tus abuelos —soltó de golpe, dándole finalmente lo que quería—. Ellos intentaron... quisieron... ellos le hicieron daño.

La expresión de Noah no cambió ante esas palabras. Pasó un segundo. Pasaron cinco. Y entonces diez. Su respiración fue temblorosa cuando tomó una larga inhalación, conteniéndola un instante mientras sus ojos brillaban de una forma triste.

Pareciendo controlarse a si mismo, asintió suavemente—. ¿Qué...? —se detuvo a si mismo cuando su voz se escuchó ahogada. Aclarando su garganta, volvió a intentarlo: — ¿Qué le hicieron?

Darius negó suavemente—. Le hicieron daño, eso es todo lo que necesitas saber.

—Darius...

—Confía en mí, Teddy. —pidió—. Lo que le hicieron no importa, lo que importa es que él se pondrá bien pronto y les enseñará el dedo medio a ambos, ¿sí?

Cerrando sus ojos, como si quisiese ocultar sus sentimientos, Noah negó suavemente—. Jamás vi a mi papá hacer ese gesto —musitó—. Ni siquiera creo que sepa hacerlo, es demasiado refinado.

—Es el mejor amigo de mi papá Drew, te aseguro que sabe esos gestos y algunos mucho más groseros, es imposible que mi padre no se los haya enseñado.

No hubo una sonrisa, pero cuando abrió los ojos nuevamente, se veía un poco más controlado—. ¿Tío Drew esta con él ahora?

—¿Acaso crees que mi papá abandonaría su lado? —bufó suavemente—. Él está siendo toda una mamá gallina a su alrededor, seguramente las enfermeras terminen odiándolo para el momento en que le den el alta.

Asintió—. Eso es bueno, él lo cuidará bien.

Darius intentó medir su expresión, pero no había mucho allí—. Papá Dario estaba intentando encontrar la forma de llevar a Chris allí también —dijo—. Así cuando despierte, lo verá también.

—Mm —asintió suavemente—. Eso está bien.

Ahora Darius estaba realmente preocupado. Noah siempre había sido un llorón, aun desde niños, siempre lloraba ante la más mínima provocación. Esta repentina paz y tranquilidad eran extremadamente anormales.

—Noah-

—¿Dónde estaba papá cuando... lo lastimaron? —preguntó repentinamente.

Parpadeando confundido por el cambio de tema, Darius solo lo miró—. ¿Uh?

—¿Dónde estaba? —volvió a preguntar—. ¿Estaba en su casa?

—Mm, si —asintió—. ¿Por qué preguntas?

Poniéndose de pie repentinamente, Noah salió de la habitación y Darius escuchó sus pasos en la escalera al segundo piso. Un instante después, regresó con su laptop en la mano y se enfrentó al mayor.

—¿Recuerdas las pequeñas cámaras y micrófonos que mi papá puso en la casa de mis abuelos?

Le costó un instante, pero asintió al recordarlos—. Si, no sirvieron de mucho al final.

—No —estuvo de acuerdo—. Pero papá pensó que sería buena idea poner algunos alrededores de su casa. Mis abuelos tienen el poder de acceso al sistema de seguridad de la mansión, pero las pequeñas cámaras que papá puso, ese lo tengo yo.

El peso de lo que estaba diciéndole logró caer sobre Darius como un golpe—. ¿Quieres decir que tienes el video de lo que le hicieron?

—No sé en que parte de la casa estaban —se encogió de hombros, cediéndole la laptop—. Pero papá puso cámaras de seguridad en su habitación, cocina y en la sala, quizás lograron captar algo importante. Las grabaciones se suben a la nube automáticamente, así que no hay posibilidad de que pudiesen borrar nada, aun si hubiesen encontrado las cámaras.

Apretando el aparato entre sus manos, Darius suspiró—. Eres un genio, Teddy.

Hubo una pequeña sonrisa—. Me alegra poder ayudar al menos en algo —musitó antes de hacer un gesto a la puerta, la fugaz alegría desvaneciéndose en la misma indiferencia de antes—. Sabes mis contraseñas, así que no me necesitas. Iré a tomar una siesta ahora, ¿sí?

Darius lo miró con preocupación—. Cariño, acabas de despertar.

—Si —aceptó—. Pero necesito dormir ahora, realmente necesito dormir un rato.

Dudó, pero al final, solo asintió—. Está bien, te llamaré en unas horas, descansa.

Noah asintió, dirigiéndose a la puerta, pero deteniéndose en el vano—. ¿Dare?

—¿Mm?

—Si su estado cambia —musitó—. ¿Me lo dirás? Sin importar si es bueno o malo, ¿me lo dirás?

Girando a verlo, se encontró con su mirada con total seriedad—. Serás el primero en saberlo, Noah —dijo—. Te prometo que jamás te ocultaría algo como eso.

—Lo sé. —asintió—. Confío en ti.

Darius pudo ver la verdad de esas palabras en su mirada.

Bajando la laptop sobre la mesa, se quedó observando el lugar donde Noah había estado, escuchando sus pasos volver a subir las escaleras a la habitación. El chico era una bomba de tiempo, él lo sabía.

Noah iba a estallar de la peor manera cuando lo hiciese; tristeza, rabia o simple sed de venganza, Darius no estaba seguro de que ganaría al final.

(...)

—¡NOOOOOOOOOOOOOOOOAH!

De pie, aun con el pomo de la puerta en su mano, Darius observó al mocoso fastidioso pasar frente a él sin siquiera dignarse a darle un saludo o reconocer su existencia. Reb era un maldito dolor en su costado la mayoría de las veces, pero también era el mejor amigo de Noah -después de él, obviamente. Así que no podía simplemente tomarlo del cuello y lanzarlo fuera.

Aunque si pudo tomarlo de la gorra de su sudadera y detenerlo antes de que subiese las escaleras.

—Noah esta durmiendo. —dijo.

Los ojos oscuros se giraron a mirarlo con confusión—. Ya es mediodía, ¿por qué sigue en la cama?

—Está descansando.

—¿Descansando? —repitió—. ¿Y es que acaso sueña con convertirse en mariposa o qué? ¿Por qué duerme tanto?

—No es de tu incumbencia —aferrando mejor la tela en su mano, lo jaló hacia atrás—. Ahora, vuelve a tu casa y regresa en otro momento. O mejor, solo haz una llamada telefónica y ahórrate las visitas, nadie aquí quiere ver tu cara.

—Como si viniese a ver tu cara de mico sin evolucionar —bufó, revolviéndose y logrando escapar al quitarse la sudadera—. Sé un buen anfitrión y guárdame el abrigo, ¿quieres?

—¡REBEL! —gruñó.

—¿Reb? —una voz más suave y dulce llamó antes de que Noah apareciera en la cima de las escaleras, luciendo como si se hubiese arrastrado fuera de la cama. Mirando a su amigo, una pequeña sonrisa se deslizó en sus labios—. ¿Qué haces aquí? Pensé que nos reuniríamos mañana para almorzar.

—Aun lo haremos —dijo, y su emoción pareció volver—. Pero acabo de enterarme de algo y tenía que venir a decírtelo.

Lanzando la sudadera a un lado, Darius lo miró—. ¿No podías simplemente llamar?

—Estoy hablando con el dueño del circo, no con el payaso —siseó el otro—. ¿Acaso no tienes nada más que hacer? Ve a meter la cabeza en el horno o a tirarte desde el balcón, algo productivo por la humanidad.

Gruñó—. ¿Cómo mi muerte ayudaría a la humanidad?

—Tu existencia no es de ayuda —señaló—. Al menos tu cuerpo serviría de abono.

—Reb —esta vez fue Noah quién lanzó la advertencia—. No le desees la muerte a mi esposo, por favor.

Reb hizo pucheros por un instante antes de suspirar—. Bien, sacaré su muñeco vudú del refrigerador, ¿contento?

Darius frunció el ceño—. ¿Muñeco vudú?

—¿Acaso no te diste cuenta de que te falta un mechón de pelo? —Reb sonrió. Antes de que nadie pudiese decir nada, se giró nuevamente a Noah—. ¡La noticia!

Noah le sonrió un poco—. ¿Qué sucedió que te tiene tan feliz?

—Tus abuelos, los padres de Van —dijo—. ¡Están muertos!

Deteniéndose de revisar su cabello, Darius lo miró un instante antes de girarse a ver el rostro impactado de Noah en la cima de las escaleras.

—¿Qué? —soltó finalmente.

—Muertos —Reb repitió como si estuviese dando la hora del día—. Finados. Se les acabó el tiempo. Se les detuvo el relojito. De polvo eres y en polvo te convertirás. El diablo les jaló las patas y ahora toman el té con él en el infierno. Se murieron.

Volviendo a compartir una mirada, tanto Noah como Darius comenzaron a soltar una pregunta tras otra: — ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿De que forma? ¿Cómo sucedió? ¿Quién te lo dijo? ¿Cómo lo supo esa persona? ¿Qué diablos pasó?

Levantando sus manos para detenerlos a ambos, Reb respondió—. Accidente de coche, esta mañana y esta en las noticias —dijo—. Al parecer estaban camino al aeropuerto para irse a una escapada romántica y el conductor perdió el control del vehículo, su auto rompió la barrera de seguridad de un puente y cayeron al agua. Aun no encuentran sus cuerpos, pero es imposible que hubiesen sobrevivido.

Noah negó suavemente—. No puede ser —negó—. Ellos solo pensaban en negocios, una escapada romántica no estaba en su vocabulario. Y el conductor había estado con ellos por más de veinte años, nunca tuvo siquiera un accidente. ¿Cómo pudo pasar esto?

Encogiéndose de hombros, Reb hizo un gesto vago con su mano—. Bueno, puede que quizás, haya dado una idea por aquí o por allá —dijo antes de girarse y dirigirse a la cocina—. ¿Tienen algo que comer? Aún no he almorzado.

—Reb —Noah siseó, logrando detenerlo—. ¿Con quién has estado hablando?

La sonrisa era totalmente inocente cuando giró a verlo—. Con muchas personas —dijo—. Soy una mariposa social.

Rebel Saengtien —siseó—. Comienza a hablar si no quieres que llame a tu padre para que te saque la verdad él mismo.

Eso logró que toda la intención de inocencia desapareciera y un largo suspiro brotara de sus labios—. Había algunas personas enojadas con tus abuelos —dijo—. Unas más que otras, así que solo, dije algunas cosas que quizás, podrían haber sido algún tipo de provocación loca de esta situación.

Darius elevó una ceja—. ¿Incitaste a alguien a cometer asesinato?

Reb bufó, como si eso fuese absurdo—. Por supuesto que no. Yo solo di la idea, si alguien la tomó y la hizo realidad, no es mi problema, ¿verdad? —no parecía para nada perturbado con la idea de haber sido participe, aunque lejano, de un posible crimen—. ¿Tienen tostadas? Me muero de hambre.

Una vez que desapareció dentro de la cocina, Darius se giró a ver a Noah, intentando encontrar algún signo de malestar con la noticia—. ¿Estás bien?

Pensando en ello un instante, Noah se encogió de hombros—. Sinceramente, no siento nada —dijo—. Ellos jamás se comportaron como familia conmigo, así que sus muertes se sienten igual a la de dos extraños.

Darius asintió suavemente.

—Pero, Van va a estar furioso —el joven susurró.

—¿Uh? ¿No querrás decir "triste"? —dijo—. Será lo que será, pero eran sus padres.

Noah lo miró, acercándose para enmarcar suavemente su mejilla con su mano—. Vienes de una familia amorosa, Dare, jamás podrás comprender como funcionan nuestras familias —dijo—. Lo que te puedo decir, es que él no sentirá pena por esto. Quizás actúe como si le doliese, por las apariencias, pero en el interior, solo estará furioso.

Eso lo confundió más—. ¿Por qué estaría furioso?

Noah sonrió suavemente, y una mirada un poco mala se reflejó allí—. Porque, según la última actualización de sus testamentos, aun soy su único heredero. 

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