Capitulo Treinta.
Golpeando su pie en el suelo distraídamente, Noah volvió a reacomodar el juego de té sobre la mesa frente a él y soltó el décimo suspiró de la tarde. A través de la ventana cercana, pudo visualizar el cielo gris de la tranquila ciudad que tanto había extrañado. Tailandia era para él una parte importante de su herencia, pero no podía evitar sentir paz al regresar al lugar que realmente representaba un hogar para él.
Podría haber nacido allí, pero Inglaterra era donde su familia estaba, donde se sentía querido y bienvenido, no podía evitar sentirse más a gusto.
Había pasado cerca de una semana desde que habían regresado, y tanto él como Darius, habían vuelto a instalarse en su rutina usual, con la única diferencia de que ahora vivían juntos en su apartamento oficialmente. Ninguno de los dos estaba haciendo muchas olas sobre ellos, prefiriendo mantener un perfil bajo por el momento.
Darius había regresado a su trabajo como profesor, y Noah por su parte había vuelto a su puesto de asistente personal de Nee, y en realidad, sus vidas habían sido bastante tranquilas durante los últimos días.
Eso no quería decir, por ninguna razón, que habían abandonado sus planes. Noah había estado maquinando sin parar sobre cada detalle, para nada dispuesto a que algo pudiese salir mal. Y era por ello por lo que habían estado manteniendo la tranquilidad, no quería llamar la atención de sus abuelos sobre él. Por ahora, actuaría como el buen y obediente nieto que ellos pensaban que era. No quería que hubiese siquiera una sospecha sobre él hasta que pudiese comenzar su juego.
Pero, aunque le hubiese gustado comenzar a lanzar golpes, había algunos puntos que debía terminar de resolver para evitar dañar a más personas en el proceso.
Y esa era la razón por la que se encontraba allí, oculto en un salón privado de un pintoresco restaurante, esperando por la persona a quién más quería proteger en todo el asunto. Tenía que dar demasiadas explicaciones aun, antes de poder hacer siquiera un movimiento en contra de nadie.
Su trasero iba a ser golpeado si daba un paso en falso.
Antes de que pudiese darle un segundo pensamiento a lo que giraba en su cabeza, la puerta se abrió lentamente y la bonita y elegante figura de su padre, envuelto en un hermoso traje de tonos bordo, dio un paso adentro. Se veía un poco más delgado que la última vez que se habían visto, su piel estaba un poco pálida, pero en cuanto su mirada se posó en Noah, una sonrisa verdadera se deslizó en sus labios.
—Noah —dijo a modo de saludo mientras se acercaba para rodearlo con sus brazos—. Me alegra ver que te encuentres bien, hijo.
Sonriendo, Noah devolvió el gesto—. ¿Acaso no siempre lo estoy? —apartándose, le dio un guiño—. Yo siempre salgo bien librado de todo.
—¿Enserio? —con esa suave y dulce sonrisa, Nate enmarcó sus mejillas sonriéndole con dulzura por un instante antes de deslizar su mano y atrapar su oreja, dándole un pequeño jalón—. ¿No te dije que te mantuvieses alejado de Christopher? ¿Acaso me escuchas alguna vez?
—¡Auch! —se quejó, frotando la misma—. Eso dolió.
—Agradece que no puedo ponerte sobre mis rodillas, o con seguridad te daría las nalgadas que te hicieron falta de niño. —siseó—. Te pedí una sola cosa y me desobedeciste, me debes muchas explicaciones, cariño.
Haciendo pucheros, alcanzó suavemente a alizar el saco de su padre—. Ya, ya, no te enojes conmigo, te arrugas.
Eso logró que Nate le frunciera el ceño—. ¡Tú...!
—Ya, cálmate, todo salió bien, no te enojes en vano —dijo antes de hacerle un gesto para que tomase asiento y servirle una taza de el té que había mandado a preparar antes—. Mira, conseguí tu té favorito mientras estaba allá, eso debería darme algún punto.
Tomando la taza ofrecida con dedos suaves, Nate observó el líquido caliente en el interior con ojo crítico antes de acercarlo a su nariz, tomando un respiro—. Té Oolong —musitó—. No he bebido esto en años, ¿cómo supiste?
—Chris me lo dijo —respondió, sentándose en su propia silla antes de mirarlo—. También me dijo sobre el té de lavanda.
Mirándolo sospechosamente, Nate masculló: — Parece que ustedes dos hablaron mucho.
—Bastante —admitió—. Él tenía un montón de cosas para decir, y yo un montón de tiempo e interés en escucharlo.
Dándole un sorbo a su té, el rostro de Nate se transformó en una pequeña sonrisa ante el sabor antes de que sus ojos oscuros volviesen a verlo—. ¿Aclaró tus dudas? —dijo, pareciendo ahora más tranquilo que instantes antes—. Sé que tenías muchas preguntas para las que nunca pude darte una respuesta, espero que tu charla con él haya sido lo suficientemente fructífera para darte paz mental, y no solo se haya centrado en chismes sobre mí.
—¿Por qué crees que chismeamos sobre ti?
Nate bufó—. Porque a Chris le fascina decirle a todo el mundo que yo era un esnob cuando éramos jóvenes —dijo—. Lo cual para nada fue así, él solo era demasiado idiota para notar lo increíble que yo era.
—Por supuesto, nunca creí que fuese de otra manera. —dijo dócilmente, intentando ganar puntos de forma descarada.
Deteniéndose a media acción, Nate lo observó con detenimiento por un instante antes de que una sonrisa cariñosa se dibujara en el borde de sus labios—. Me alegra ver que tu verdadera personalidad vuelve a florecer —musitó—. Realmente extrañaba esta faceta tuya.
—¿Cuál crees que es mi verdadera personalidad? —preguntó con curiosidad—. Siempre he sido igual.
—Cuando eras adolescente eras diferente —su mirada se tornó oscura y parecía sumido en algún recuerdo en su mente—. Pensé que tu cambio se debía a que habías crecido y madurado, me alegra ver que no se trataba de eso y que sigues siendo el mismo debajo de esa actitud pasiva y retraída que has mostrado los últimos años.
Eso logró que su seriedad regresase—. Pensé que te agradaba más cuando actuaba de manera formal contigo.
—Lo odiaba —admitió con una facilidad difícil de comprender—. Odiaba cada momento de eso. Ese no eras tú, eras lo que ellos querían que fueses y yo lo odiaba. Cada instante en que te sentaste frente a mí, actuando como un muñeco con frases pregrabadas y movimientos ensayados, se me revolvía el estómago.
Ese comentario dolía, Noah lo admitía, pero tampoco podía decir que era incapaz de comprender a su padre—. ¿Era por eso que siempre parecías tan apresurado de despedirte de mí?
—No. —dejó la taza abajo, ordenadamente sobre su respectivo platillo, que también llevaba bordes dorados y aves azules pintadas en la superficie blanca, y suspiró—. Te despedía rápido porque no quería dañarte más de lo que lo hacía en esos minutos que te quedabas allí. Al inicio me era realmente difícil actuar de esa forma contigo, más cuando te presentabas con una sonrisa alegre y ese brillo en tu mirada en cada visita. Pero luego, lentamente, tu comportamiento cambió y comenzaste a actuar como un títere para ellos, y todo se sintió como si ambos subiésemos a un escenario y actuáramos una obra de teatro para alguien más.
—Siempre me sentí como si estuviese actuando —admitió suavemente—. A veces hasta ensayaba en mi cabeza las palabras que iba a decirte para no equivocarme ni decir nada errado.
Nate jugó con su dedo en el borde de su taza por un instante, luciendo pensativo antes de admitir—. Ellos eran nuestro público, Noah —anunció antes de hacer un gesto alrededor—. Tienen ojos en todos lados, cada uno de nuestros movimientos era examinado por ellos y juzgado con especial atención.
Asintiendo suavemente, recordó el comentario de su padre en su última visita, sobre los empleados en su casa que obraban bajo las órdenes de sus abuelos. Pero otro pensamiento se le ocurrió un instante después, el cual hizo hervir el rencor que guardaba por su familia aun más.
—¿Las cámaras de seguridad? —preguntó—. ¿Ellos también tienen acceso a ellas?
—¿También? —bufó una pequeña risa, como si la sola palabra fuese absurda—. Esas cámaras no fueron puestas por mí, ni siquiera tengo acceso a los vídeos de seguridad.
Eso tardó un instante en ser procesado por su cerebro, era una declaración tan absurda que no podían pedirle ser capaz de comprenderla apenas fue pronunciada. No era algo que alguien solo podía decidir hacer, se trataba de una violación de la privacidad, de una forma de encarcelar a una persona en su propia maldita casa, ¿Qué infiernos estaba mal con sus abuelos?
Una bombilla se encendió en su cabeza, alertándolo más: — ¿Mi apartamento...?
No necesitó terminar su idea, dado que Nate negó con lentitud—. No, ellos no tienen acceso a él, al menos no al interior de este —dijo—. Tu edificio de apartamentos es propiedad de un viejo amigo, lo compré hace algunos años sin que ellos lo supieran y lo puse a nombre de Drew. Cuando te lo di como un obsequio al regresar al país, ellos estaban tan malditamente sorprendidos al percatarse de que no había forma de vigilarte allí, sus rostros desencajados fue lo mejor que he visto en mucho tiempo.
—Me hubiese gustado poder ver eso. —musitó, más tranquilo con esa declaración.
—Tengo la sensación de que serás capaz de apreciar esa escena —dijo, mirándolo sospechosamente y logrando que Noah se retorciera en su asiento—. Y que serás tú la razón por la cual suceda.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Tienes esa expresión —dijo, haciendo un gesto vago con su dedo alrededor de su rostro—. Esa misma expresión tonta que Chris pone cada vez que esta a punto de hacer algo increíblemente estúpido. Así que dime, mi querido hijo, ¿Qué es exactamente lo que estás maquinando en esa pequeña cabeza tuya?
—Algo increíblemente estúpido. —aceptó.
Arqueando una de sus perfectas cejas, Nate presionó—. Comienza a hablar entonces, por eso me invitaste aquí, ¿no es así?
Sentándose correctamente en su silla, Noah enderezó su espalda y se preparó para el rotundo rechazo que recibiría al comenzar a hablar. Porque sabía perfectamente cual sería la reacción de su padre a esto, no había una forma en esta vida en que Nate pudiese estar de acuerdo con sus planes, pero lamentablemente para él, Noah no estaba allí para preguntarle, sino para advertirle de sus próximos pasos y así evitar tomarlo desprevenido.
Los ojos oscuros de Nate estaban concentrados en él desde el momento en que comenzó a hablar, y a medida que cada palabra salía a través de sus labios, pudo ver esa mirada oscurecerse lentamente, como si la ira pura se acumulase justo detrás de el aura angelical que siempre parecía ocultar su verdadera naturaleza.
Durante toda su explicación, Nate no dijo siquiera una palabra, solo lo observó y asintió cuando fue necesario para que siguiese hablando. Escuchó todo, desde su encuentro con Chris y su regreso a Inglaterra, su charla con Darius y como planeaba hablar con varias otras personas para obtener el respaldo necesario para llevar su plan acabo.
En todo eso, Nate se mantuvo educadamente escuchando hasta que la última palabra fue dicha y el silencio cayó sobre la habitación como una criatura hambrienta babeando por un bocado que esperaba para ver cual de los dos se convertiría en su próxima presa.
Luego de un tiempo de contemplación, Nate le dio un sorbo a su té ya frío y finalmente habló, con una voz suave e incómodamente tranquila—. Así que, tu fantástico plan es colarte en la casa de tus abuelos y buscar evidencia de sus crímenes para poder enfrentarte a Van luego, y con esas "pruebas" en tu poder, lograr presionarlo lo suficiente para que confiese sus propios crímenes, poder ir a la policía con eso, y así deshacerte de toda la familia al mismo tiempo —dijo tranquilamente—. ¿Estoy olvidando algo?
Noah asintió obedientemente—. Creo que ese es un resumen completo.
Dejando nuevamente su taza, Nate lo miró—. Tus abuelos son inteligentes, Noah, no han llegado a donde están picándose la nariz, son dueños de grandes negocios y tratan con personas de igual calibre cada día —señaló con paciencia—. ¿Realmente crees que son lo suficientemente tontos como para guardar evidencias de sus fechorías en su casa, al alcance de la mano de cualquiera?
—Uh, ¿tal vez?
—Es un plan tonto, no funcionará, te prohíbo que lo intentes —dijo, y con esa facilidad, destrozó el plan que Noah se había esforzado en crear, en un parpadeo.
Poniendo mala cara, se dejó caer contra el respaldo del sofá y suspiró de mala gana. No había sonado tan mal en su cabeza, y hasta Darius le había dado el visto bueno como un plan genial. Por supuesto que ninguno de los dos era una mente maestra en cuestiones de venganza, así que no se habían detenido a pensar en los huecos que su perfecta planeación tenía.
Volviendo a ver a su padre, se percató de que este parecía entretenido observándolo sufrir. Él hasta había tomado una galletita de la mesa y estaba mordisqueándola tranquilamente mientras esperaba que hablara.
—Entonces —dijo finalmente—. ¿Qué debo hacer?
Nate se encogió de hombros—. Si lo supiese, ya lo hubiese hecho yo mismo. —dijo antes de suspirar cansadamente—. Aunque, aun si se me hubiese ocurrido un plan brillante, ellos lo habrían sabido antes que nadie. Eran capaces de armar un escandalo si respiraba a destiempo, nunca quise averiguar de que serían capaces si intentase ir contra ellos.
Esas palabras lograron que dejase de hacer mala cara porque su plan había sido descartado tan fácilmente y uno nuevo se le ocurriese—. ¡Eso es! —soltó con brusquedad, arrepintiéndose de su arrebato cuando Nate dio un salto sorprendido en su silla—. Lo lamento, pero se me ocurrió una idea mejor.
—¿De qué se trata?
—Micrófonos —dijo—. Y quizás, si es posible, algunas cámaras pequeñas, algo que pueda pasar desapercibido lo suficiente como para poder grabar algo lo suficientemente bueno para poder acusarlos.
Suspirando, Nate bebió lo último de su té y se deshizo de las migajas que habían quedado prendidas en su chaqueta antes de hablar—. La casa de tus abuelos está mejor blindada que una maldita cárcel de máxima seguridad, hay guardias por todos lados y cámaras de seguridad que apuntan hacia cada punto cardinal —dijo—. Además, aun si logras grabar algo, no servirá de nada. Las grabaciones en edificios privados sin el visto bueno de sus dueños son invalidas para la justicia, y en realidad, ellos hasta podrían ir por tu cabeza y serías tu quién terminaría en problemas con la ley.
Puso mala cara—. ¿Te diviertes arruinando cada una de mis ilusiones?
—Un poco, pero en realidad, solo quiero mantenerte a salvo. Ir allí sin un plan bien armado, sería tonto y terminarías en más problemas de los que ya tienes. —suspiró—. Lo de los micrófonos no es mala idea, podría poner algunos cuando vaya de visita, aunque sería tu trabajo el encontrar los más pequeños y discretos que existan.
—Oh, no, no es necesario que te involucres, este es mi plan, puedo hacerlo yo mismo.
—He estado involucrado en todo este lío desde antes de tu nacimiento. —dijo—. Además, no hay una forma en el infierno de que ellos no sospechen si te apareces por allí a hacerles una visita. Has dejado claro en más de una ocasión tu desagrado hacia ellos, no son lo suficientemente tontos como para creer que tuviste alguna especie de iluminación espiritual y decidiste aceptar y perdonar a tu familia por todo lo que te han hecho.
—Pero podría ser peligroso para ti, ellos podrían descubrirte y hacerte daño —insistió—. No puedo permitir que vuelvan a dañarte, papá.
Nate sonrió suavemente—. No te preocupes por mí, soy más inteligente de lo que me das crédito, te puedo asegurar que puedo pasar desapercibido —la sonrisa se perdió un poco—. Esta es mi oportunidad de comenzar a actuar como un verdadero padre para ti, déjame protegerte esta vez, déjame hacer esto por ti.
Noah no podía negarle algo así, pero...— Tu mismo lo dijiste, esas grabaciones no nos servirían de mucho, la policía no actuaria en su contra.
—La policía no —dijo—. Pero eso no es lo más importante para ellos, la reputación lo es. Podrías exponer sus pecados frente a sus amigos y observar las fichas caer. Te puedo asegurar que eso les dolería aun más que una acusación legal.
Asintió, esa idea era buena. Si podía conseguir evidencia lo suficientemente rápido, la cena de fin de año en la empresa de su familia sería el lugar perfecto para ponerlos en evidencia. Su mente comenzó a maquinar sin parar sobre un nuevo plan, pero al mismo tiempo, algo saltó a su vista y lo hizo girar a ver a su padre, solo para encontrarlo sirviéndose tranquilamente una nueva taza de té sin percatarse de su curiosidad.
Y aunque la tentación de abrir la boca y preguntar estuvo presente con fuerza, Noah finalmente sacudió la cabeza para sí mismo y decidió ir paso a paso.
Quizás, la razón por la que su padre había obviado a Van de su plan, no era más que un simple error.
(...)
Arrastrando sus pies, Noah cerró la puerta del apartamento detrás de él y siguió caminando hasta llegar al sofá, desplomándose sobre el mismo sin siquiera molestarse en quitarse la pequeña mochila que llevaba colgando en su hombro. Estaba exhausto, había hablado con su padre, y le había dado vueltas a todo el asunto hasta que su cabeza comenzó a doler. Y luego de eso, había tenido que arrastrar su perezoso trasero a su trabajo y correr detrás de un hiperactivo Nee por el resto del día.
Comenzaba a extrañar su vida de niño mimado sin preocupaciones.
—Hey, Teddy —la voz de Darius se acercó junto con sus pasos y el fuerte y sabroso olor distintivo de la pasta casera que solo los Baker parecían capaces de cocinar—. Pensé que te había escuchado entrar.
Haciendo un sonido de acuerdo, Noah asintió, pero no se molestó en quitar su rostro del cojín.
—¿Cansado? —Darius preguntó suavemente, acariciando su cabello con dulzura.
—Demasiado —musitó—. Me duele la cabeza, creo que usé mi cerebro demasiado tiempo hoy.
Escuchó la suave risa del mayor antes de que este se moviera para quitarle la mochila, dejándola a un lado, antes de hacer lo mismo con sus zapatos. Como si fuese un muñeco sin vida, Noah le permitió quitarle también la chaqueta antes de mirarlo.
De rodillas a un lado del sofá, Darius se inclinó y dejó un pequeño beso en su mejilla antes de preguntar—. ¿Quieres que te cargue a la cama? Puedes dormir un tiempo antes de la cena.
Aunque la idea era tentadora, Noah negó, sabía que, si se recostaba, no había forma de que pudiese volver a levantarse y al parecer, Darius se había esforzado con la cena, no tenía intención de perderse eso.
—Está bien, solo me recostaré aquí un momento antes de ir a darme una ducha. —dijo al final, sintiendo los suaves dedos apartando su cabello de su rostro.
—¿Seguro? —volvió a preguntar, asintiendo al recibir un sonido positivo—. Bien, entonces iré a terminar la cena, tu descansa.
—Si, bien.
Volviendo sobre sus pasos, Darius se inclinó y dejó un rápido beso en sus labios—. Bienvenido a casa, Teddy.
Noah sonrió, y algo de ese estrés que lo había perseguido durante todo el día pareció evaporarse al ver los hermosos ojos verdes del otro. Y en ese instante, se dio cuenta de lo errado que había estado todo el tiempo. Había pensado que podría enfrentar al mundo y la vida solo, que podía hacerlo. Ahora se daba cuenta de que necesitaba a Darius para ello, y no porque este fuese más fuerte que él, sino porque necesitaba esa curación en su corazón que solo el joven Baker podía darle.
En ese instante, todo lo que había hablado con su padre pareció más liviano y supo que podrían hacerlo, ellos realmente podrían salir adelante.
Pero antes...—. ¿Hablaste con los hermanos Saengtien?
La expresión de Darius cambió, tornándose más seria cuando asintió—. Tanto King como Reb están dentro y malditamente entusiasmados —dijo—. ¿Los Payne-Malik?
—Nunca había visto tanto deseo de sangre en una persona hasta que terminé de contarles toda la historia a los padres de Nee —musitó—. Me dieron su total apoyo.
—Sabía que lo harían, criaron un hijo estúpido, pero ellos son geniales —dijo con una sonrisa burlona—. Blue me pidió que te dijese que lo llamases luego, quiere saber en que puede ayudar.
—Hablaré con él después. —prometió. Dudando un momento, miró a Darius y soltó la duda en su mente, necesitando la seguridad que sabía que el otro podía darle con su respuesta—. ¿Crees que lo logremos?
—Por supuesto que lo haremos —inclinándose, rozó sus narices en un gesto dulce—. Ellos no sabrán ni siquiera que los golpeó.
Si, sabía que diría eso. Darius había estado manteniéndose positivo a través de todo, pero, aun así, había demasiado en juego y por más que lo intentaba, Noah no podía tranquilizarse.
Aunque lo que le había dicho a su padre era verdad, no había querido soltar todo el esquema de su plan porque sabía que Nate no le permitiría ponerse en riesgo. Solo esperaba que eso no le jugase en contra luego, era obvio que su plan anterior había tenido fallas, si el resto también lo tenía...
No, todo saldría bien, tenía que pensar positivamente, todo saldría bien al final.
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