Capitulo Trece.
El suave perfume de las rosas inundó sus pulmones, dándole una extraña sensación de reminiscencia que no dudó en sacudirse con fuerza.
Lo último que necesitaba era tener que ir a través de sus propios recuerdos, su vida era mejor cuando no recordaba.
El suave sonido de pisadas se acercó a donde estaba, pudo sentir la presencia de otra persona sin siquiera tener que darse la vuelta para mirarla. No lo hizo, no reconoció su existencia hasta que la suave y familiar voz habló con dulzura.
—Noah —llamó—. Mi querido niño, ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que decidiste visitarme.
Dándole un último vistazo al frondoso y verde jardín, giró sobre si mismo para encontrarse con la suave mirada de su padre. Nathan Kenneth era por mucho, uno de los hombres más hermosos que había visto en su vida. Muchas personas, habían dicho en el correr de los años, que Noah era bonito, pero obviamente esas personas no habían conocido a su padre.
Tenía los ojos de un suave tono castaño, muy diferente al tono oscuro de Noah. Su cabello castaño claro, lucía unas suaves luces rubias que le daban un toque más angelical a sus rasgos de por si delicados. Alguna vez, había escuchado comparar su belleza con la de una pintura del renacimiento. Quizás esa era la forma más correcta de describirlo. Su padre era hermoso, con una actitud usualmente dulce y una forma de ser bondadosa.
Al menos para el mundo exterior.
Dando una pequeña inclinación respetuosa, Noah intentó una sonrisa hacia la persona que lo había traído al mundo—. Siento no haber venido antes, padre —dijo—. He estado algo ocupado últimamente.
—Oh, si, Drew me comentó acerca de ese nuevo pasatiempo que encontraste.
—Es un trabajo, no un pasatiempo. —Noah se corrigió débilmente.
Dándole una pequeña sonrisa apaciguadora, Nate le dio la razón sin problemas—. Claro, cariño —era obvio en su tono que no le importaba demasiado en realidad. Girándose, hizo un gesto hacia el juego de jardín cercano—. Toma asiento, haré que alguien nos traiga té y podrás contarme todo lo que ha sucedido en tu vida en el tiempo que no nos hemos visto.
Viéndolo irse en una nube de satén y perfume floral, Noah soltó un largo suspiro antes de arrastrar sus pies y hacer lo pedido mientras observaba alrededor. La casa de su padre no podía ser descrita de otra forma que no fuese con la palabra "mansión" en algún lugar. El lugar era enorme, el jardín parecía extenderse por millas y estaba ubicada en un predio privado que ni siquiera las personas más influyentes del país tenían permitido visitar.
El lugar era una especie de paraíso aislado.
A Noah le hubiese gustado decir que era la casa donde había crecido, pero no lo era. Su padre se había instalado en el centro de Londres al inicio, pero cuando su salud se deterioró, fue obvio que ese estilo de vida no era para él. Comprar una casa lejos de toda la contaminación de la ciudad fue algo obvio para muchos, poner un equipo de niñeras para cuidar de Noah y evitar que tuviese que abandonar el colegio y a sus amigos, fue algo muy comprensivo de su parte. Y si cualquiera quería tachar a Nate de mal padre, rápidamente era corregido al recordarle que cada fin de semana, Noah era llevado a la mansión para pasar tiempo de calidad con él.
Nate y su esposo eran la fotografía perfecta de lo que un matrimonio perfecto y unos buenos padres debían ser.
Solo Noah sabía la verdad detrás de esa fachada, y por supuesto, había aprendido suficientemente bien que eso no era algo que debiese ser dicho o reconocido como real. No era como funcionaba su familia, y aun si las paredes estuviesen derrumbándose sobre ellos, para el mundo seguían mostrando una perfecta y simpática sonrisa.
Nate regresó un momento después, seguido de cerca por un jovencito vistiendo un uniforme de servicio, el cual puso ordenadamente la bandeja con el hermoso juego de té antiguo en el centro de la mesa antes de retirarse de forma silenciosa y ordenada. Noah lo observó marcharse tranquilamente, pero no se molestó en darle un saludo o siquiera un gesto de reconocimiento. Había intentado entablar amistad con los empleados de su padre siendo un niño y había terminado siendo ignorado completamente, eso había causado cierto rechazo en su interior.
Tomando asiento en la silla al otro lado de la mesa, Nate lo miró—. Entonces, ¿cómo ha ido tu vida, cariño? —preguntó—. ¿Hay alguna nueva novedad?
Casi por inercia, la mirada de Noah se posó en las pálidas y finas manos mientras se movían para servir el té. Una escena tan simple como esa, trajo a su cabeza recuerdos de estar horas sentado frente a la misma mesa mientras una vieja mujer le enseñaba una y otra vez los movimientos que debía seguir. Había odiado cada parte de ello, pero su padre había insistido en que las lecciones de etiqueta eran necesarias, no importaba que tuviese cinco años.
—Noah, es de mala educación quedarse callado cuando un mayor te hace una pregunta —Nate aleccionó, aun usando esa dulce voz.
Parpadeando lejos de su foco de atención, Noah se sentó correctamente y tomó la taza de líquido caliente cuando le fue cedida—. Lo siento, padre.
—Está bien —una pequeña sonrisa decoraba su rostro, actuando como si no fuese nada—. Solo espero que tanto tiempo lejos no haya deteriorado tus modales.
—No, por supuesto que no. —aseguró. Mirando el líquido ambarino dentro de su taza, reordenó sus pensamientos—. Nada nuevo ha sucedido, solo quizás, Reb está en la ciudad.
—¿Hablas del hijo menor de los Saengtian?
Noah asintió—. Llegó a la ciudad hace un par de días, por trabajo —dijo—. Está quedándose en mi apartamento.
—Ya veo —pareció pensativo mientras bebía un trago de su té, observándolo como alguien observa un insecto bajo el microscopio—. Entonces, te negaste a casarte con esa familia, pero aun así, sigues dándole asilo a su joven heredero. ¿Que estas intentando hacer, Noah?
—No estoy intentando hacer nada, padre. Reb es mi amigo, solo quise ayudarlo.
Los ojos de Nate se estrecharon suavemente—. ¿Amigos? —repitió—. Has hecho una gran cantidad de amigos en los últimos años, Noah, demasiados diría yo, ¿cuándo planeas encontrar mejor una pareja estable? Porque aun recuerdas el trato que hicimos, ¿verdad?
Calentando la punta de sus dedos con la porcelana de la taza, Noah asintió—. Lo recuerdo.
—Lo haces —dijo—. Y aun así, no veo que estés haciendo absolutamente nada por cumplir tu parte del mismo. ¿Debo recordarte que solo te queda menos de un año para que el acuerdo se cancele?
—Sé eso perfectamente, créeme, llevo la cuenta a la perfección.
—¿Y entonces? —presionó, su voz en ningún momento subió o cambió el tono a uno que no fuese dulce, y aun así, le daba escalofríos a Noah—. Durante todos estos años, te hemos dejado hacer tu vida a tu preferencia. Quisiste estudiar una carrera diferente a la elegida, y lo aceptamos. Rechazaste hacerte cargo de las empresas, así como nos pediste anular el matrimonio arreglado que acordamos para ti, y no dijimos nada. Haz perseguido a Darius a través de medio mundo, y aun así, nos hemos quedado callados.
—Lo sé, padre —aseguró, su cabeza inclinada más allá de lo usual en un gesto de agradecimiento—. Y por ello, te doy las gracias a ti y a mi otro padre.
—No necesito tu agradecimiento —replicó—. Solo que cumplas con tu parte del trato como prometiste.
Mordisqueó su labio con nerviosismo, volviendo a adoptar una postura correcta, que sabía era lo que se esperaba de él—. No ha sido fácil.
—Sé que no lo es, ¿acaso crees que no estuve antes en la misma exacta posición que estás tu ahora? —negó con suavidad, como si solo verlo lo decepcionase—. No te veo haciendo ningún esfuerzo en absoluto por lograr tu meta, cariño, y eso me decepciona bastante.
—Lo siento —volvió a disculparse.
—Solo te pedimos una cosa, Noah, solo una.
Cuando sus dedos comenzaron a arder debido al calor del té, los separó solo un poco, sintiendo como si su piel hubiese resultado chamuscada—. Darius y yo-
—Darius de nuevo —lo interrumpió. Sus dedos golpearon suavemente sobre la mesa, lo cual era una orden silenciosa para que levantase la mirada y se encontrase con la suya—. Te lo he dicho antes, Noah, no tiene porqué ser él. Y en el caso de que lo quieras, pero no funcione, hay otros métodos.
—¿Que quieres decir?
Nate bufó con burla—. Sabes perfectamente lo que quiero decir.
Si, lo sabía, lo sabía perfectamente. Para cualquier otro niño, un descubrimiento así habría sido el final de su ilusión, pero para Noah, solo había sido una noticia más en su retorcida familia.
—No voy a hacer lo que tu hiciste. —sentenció.
Finalmente abandonando algo de esa fachada usualmente amable, Nate le lanzó una mirada firme—. Eres el último heredero de ambas familias —le recordó—. Y es tu obligación, dejar decendencia para que el apellido y las empresas no se hundan luego de que todos nos hayamos ido.
Moviendo suavemente la taza, permitió que varias gotas de liquido caliente cayeran sobre su piel, sabiendo perfectamente que dejarían ampollas atrás—. No voy a hacerle a Darius lo que tu le hiciste a tu esposo —dijo.
—Yo amo a tu padre, Noah —aseguró.
—Lo amas —asintió—. Y seguro que él también te ama a ti, por eso vive a un océano de distancia y apenas y te habla.
Nate sacudió suavemente la cabeza, una sonrisa desdeñosa en su rostro—. Crees que sabes todo acerca de amar, pero, cariño, tu no sabes nada —dijo—. Todo lo que hice fue por amor, por amor a él y a nuestras familias. Cumplí con mi obligación al traerte al mundo, ahora es tiempo de que tu cumplas la tuya.
—Engañaste a muchas personas. —señaló, porque era imposible que no lo viese.
—Lo hice, pero a ninguna de ellas les importa, porque tu estas aquí y eres todo lo que ellos querían. —se recostó en su silla, bebiendo lo último de su té con una expresión desolada en sus ojos—. Y entonces desaparecí para ellos, para todos, y va a sucederte lo mismo cuando finalmente traigas a un niño al mundo como quieren. No importa como lo hagas, lo único que importa es que provenga de tu interior, solo eso.
Sus ojos ardieron con lágrimas de impotencia, pero se negó a dejarlas caer—. ¿Al menos sabes quién es mi padre?
Nate bufó—. ¿Importa? Eres el bendito heredero de dos inmensurables fortunas, ¿por qué te importa quién fue el pobre diablo que contribuyó a traerte al mundo? ¿Acaso crees que a él le importa tu existencia? —se burló—. Él solo fue un medio para un fin, al igual que lo eres tú. Solo naciste para seguir la línea y conservar el apellido, así que cumple con tu tarea y deja de llorar por todo.
Si, había estado escuchando eso desde que era un niño, así que en realidad, ya no dolía—. No voy a arrastrar a Darius a esto —dijo—. No voy a arrastrarlo a un matrimonio para después engañarlo con alguien, solo para que tu tengas lo que quieres.
—¿Lo que quiero? —Nate rio sin diversión—. Te puedo asegurar, que soy la última persona a la que le importa lo que hagas con tu vida. No quiero nada de ti, cariño, así como tampoco quise nada cuando te traje al mundo.
Noah lo miró con confusión—. ¿Por qué me odias?
—No te odio.
—Si lo haces —replicó, tragando a través del nudo en su garganta—. Puedo verlo en tu mirada cuando me miras, me tratas bien solo para tu obra de teatro personal donde eres una persona buena y amable, pero sé que en el fondo me odias, puedo sentirlo.
Nate se quedó en silencio por un largo momento, observando el fondo de su taza antes de admitir—. Amo a mi esposo —dijo—. Lo amé desde el primer instante, cuando lo conocí y cuando me casé, lo amo con todo mi corazón. Y tú, pequeño y dulce Noah, solo eres el desagradable recuerdo de lo que tuve que hacer para mantener a todos felices. Me costaste todo, querido hijo, en el momento en que diste tu primer respiro en este mundo, ya no hubo nada para mi.
—No tengo la culpa de tu desdicha —dijo—. Tu fuiste quien me trajo al mundo, no pedí nacer.
Parpadeando el brillo repentino que apareció en sus ojos, Nate asintió—. No, no la tienes, al igual que tu futuro hijo no la tendrá, pero aun así lo odiarás —le aseguró—. Es una cadena sin fin en nuestra familia, ha sido así siempre.
—El mundo no puede reducirse a esto.
—El de otras personas no, pero el nuestro si —con un suspiro, se inclinó sobre la mesa y lo observó con un atisbo de compasión en sus ojos claros—. Es como todo funciona para nosotros, Noah, debes acostumbrarte e ir con ello o enloquecerás.
Noah lo observó por los más largos treinta segundos antes de soltar—. Perdí un hijo, hace algunos años.
Haciendo una pequeña pausa, Nate asintió—. Bienvenido al club —dijo con voz plana—. El mundo no se termina ahí, así que deja de hacer drama.
—Yo no... —se detuvo a si mismo, sabiendo perfectamente que la charla simplemente volvería al mismo punto, siempre lo hacia—. Buscaré a alguien con quién casarme.
Una de las perfectas cejas de Nate subió—. ¿Que hay de Darius?
Negó con vehemencia—. Ya le he hecho daño más que suficiente, no voy a arrastrarlo a esto.
—Bien —estuvo de acuerdo—. Solo recuerda que te queda menos de un año para encontrar a alguien, yo que tú me apresuro, porque no quieres descubrir lo que te espera si el tiempo se te termina.
Asintiendo suavemente, se puso de pie e hizo una pequeña reverencia—. Tengo que irme ahora, padre —dijo cordialmente—. Espero que tengas una buena tarde.
Volviendo a su actitud apacible de antes, Nate sonrió—. Deseo lo mismo para ti, mi querido niño.
Parpadeando las lágrimas que ardían en sus ojos, Noah se dirigió a la salida, pero sus pasos titubearon y regresaron por un instante. Cruzando la sala, salió a través del jardín al otro lado de la casa y observó con una mirada cristalizada las blancas flores que decoraban todo el predio. Rosas. Rosas blancas.
Luego del nacimiento de Noah, sus padres habían querido tener más niños, niños que realmente fuesen suyos, pero debido al egoísmo del destino, eso no había sido posible. Y cada vez que fallaban, su otro padre le regala a Nate una rosa blanca que este plantaba en el jardín. Cada rosal era un niño que no lo había logrado, y al mismo tiempo, era un centímetro más que la pareja se alejaba.
En su memoria, aun existían recuerdos de una pareja amorosa que realmente se amaba con toda el alma. Pero cada vez que una nueva rosa aparecía, la habitación bajaba un grado y ellos dos se separaban más y más. Para cuando el jardín obtuvo su última flor, ese amor que parecía tan fuerte y hermoso, se había evaporado.
Dejando atrás solo un alma rota y un montón de rosas blancas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro