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Capitulo Dieciséis.

Entrando a su cocina, Noah parpadeó sus ojos aun hinchados por el llanto y observó la forma viviente que dormitaba sobre un cuenco de leche y cereales e intentó discernir si aun respiraba. 

De alguna forma, luego de llorar hasta quedar seco, había logrado entrar en un sueño tranquilo, sueño del cual había despertado con un dolor de cabeza infernal. Había dejado a Darius durmiendo en la cama en pos de ir por un analgésico. Pero el aspecto exhausto de Reb logró ser más interesante que deshacerse del dolor de su jaqueca. 

—¿A ti que te pasa? —interrogó, logrando obtener la atención de esos ojos adormilados. Sintiéndose nervioso al ser observado, se movió para buscar la botella de aspirinas que sabía guardaba en alguno de sus tantos gabinetes—. ¿A que hora llegaste? No te escuché entrar. 

—Llegué hace un par de horas —dijo, con la voz algo ronca y baja—. Segundo cajón a la izquierda, Noh, tómalas con agua, no tengo fuerzas para realizarte ninguna maniobra si te ahogas con una. 

—Eso solo sucedió una vez. —se defendió, encontrando lo que buscaba. 

—Mm —Reb asintió, una media sonrisa apareciendo en su rostro mientras revolvía sus cereales—. Y aun sigue siendo gracioso al recordarlo. 

Arrojando un par de pastillas en su boca, bebió casi un vaso de agua detrás antes de volver a mirarlo con atención—. ¿Algo que quieras contarme? 

Reb inclinó su cabeza, su cabello alborotado cayendo alrededor de su rostro cuando hizo un gesto a sus ojos—. ¿Algo que tu quieras contarme? 

—Lo mío solo fue llanto —dijo, giró su dedo entorno a su cuello—. Lo tuyo fue más interesante seguro, ¿acaso te atacó un vampiro camino a casa o qué? 

—¿Quieres los detalles sucios? 

Noah negó, sabiendo de sobra que el descarado haría hasta la mímica de ser necesaria y eso era algo que realmente podía ahorrarse—. ¿Me vas a decir con quién fue? 

—Nop, porque estoy seguro de que te enojarías mucho conmigo de saberlo —aseguró, metiendo una cucharada de cereal blando en su boca y masticando por un instante antes de decir—. ¿Darius aun duerme? 

—¿Cómo sabías que está aquí? 

—¿Quién crees que le dijo que habías salido del club? —rodó los ojos—. Sabía que iba a traerte a casa, y conociéndolo, jamás te habría dejado solo con la borrachera que tenías. Así que supongo que aun duerme arriba, o te conseguiste un oso de mascota, lo que tendría más sentido al escuchar tales ronquidos. 

—No es tan malo. —defendió. 

Rodando los ojos, Reb regresó a sus cereales—. Supongo que luego de un tiempo tus oídos se acostumbran. —musitó, antes de parecer meditarlo—. O quizás es solo el amor lo que te vuelve sordo. 

Frotando distraídamente su cabeza, Noah le arrojó una mirada más de cerca a su perfil, analizando a detalle su expresión antes de soltar—. Tu sabías que no había nada entre Darius y Venice, ¿verdad? 

La cuchara se detuvo a medio camino por un instante, los cereales se desbordaron por ambos lados antes de que siguiese su camino con un movimiento fluido—. ¿De que hablas ahora, pequeño loco? —dijo, sin siquiera una pista de tensión en su mirada—. Por si no te diste cuenta, Darius no es mi persona favorita en el mundo. 

—Eso no responde lo que te pregunté —replicó. 

—Eso responde todo lo que tienes que saber —dijo con simpleza. 

—Reb, tu- —se cortó a si mismo cuando escuchó el sonido de alguien golpeando a su puerta. Frunciendo el ceño, se encontró con la mirada del otro—. ¿Esperas a alguien?  

Reb negó con una sacudida de cabeza.

—Que extraño. —musitó, dándole una última mirada a Reb antes de ir a ver de quién se trataba.

Había un número limitado de personas quienes tenían pase libre para llegar a su puerta, y quitando a los dos que ya estaban dentro del apartamento, estaba seguro de que los otros aun estaban durmiendo la borrachera de la noche anterior. Eso dejaba a sus padres, pero a pesar de que el apartamento era legalmente de ellos, Noah había logrado llegar a un acuerdo con el portero para que le avisara si uno de ellos estaba subiendo a verlo. Así que tampoco podían ser ellos. 

Los golpes sonaron una vez más antes de que lograse llegar a la entrada y tomar el pomo, abriendo la puerta solo lo suficiente para ver de quién se trataba. La persona al otro lado llevaba una sudadera negra, con su capucha puesta sobre su cabeza y lentes de sol cubriendo sus ojos, lo cuales en el momento en que vio a Noah bajó por su nariz para dedicarle un guiño y una sonrisa cómplice. 

—Hey, pequeño esposo. 

Los ojos de Noah se abrieron con sorpresa—. King. 

La sonrisa del otro se agrandó mientras se quitaba los lentes y los empujaba en el bolsillo de su sudadera—. Es bueno saber que recuerdas mi rostro —bromeó—. ¿Me dejarás entrar o...? 

—Eh, si, si, lo siento —abrió la puerta, haciéndose aun lado—. Solo estoy algo sorprendido, pasa. 

Pasando a su lado, King agitó su cabello como si fuese un niño pequeño antes de seguir su camino hacia la sala. 

—Noah, ¿Quién estaba en la puer- —las palabras de Reb se cortaron a la vista de su invitado sorpresa, sus pasos se detuvieron cuando giró rápidamente, intentando huir del lugar.

—Detente ahí, renacuajo —King lo detuvo con facilidad, cruzando los brazos sobre su pecho mientras observaba con el ceño fruncido a su hermano menor—. Así que aquí es donde has estado ocultándote. 

—Yo no me oculto. —siseó—. Solo estoy visitando a un buen amigo por unos días. 

—¿Visitando? —Noah terció—. Pensé que habías dicho que era un viaje por trabajo. 

Reb puso los ojos en blanco—. ¿Me has visto hacer otra cosa que no fuese vegetar en tu sofa y comerme todo lo que tienes en el refrigerador, desde que llegue aquí? 

Noah negó con sinceridad, logrando que Reb le diese una mirada que podría considerarse un insulto de algún tipo si se miraba con atención. 

—Papá no está nada contento contigo —King le señaló. 

Reb bufó—. Papá nunca esta feliz conmigo. —hizo un gesto vago con su mano, evadiendo el tema como un profesional—. Mejor dime, ¿qué haces tu aquí? Pensé que estabas en una gira por America, ¿no se suponía que debías estar al otro lado del océano? ¿por qué estas aquí? 

Deteniéndose un instante, King hizo un gesto hacia Noah—. Pregúntale a él —dijo—. Fue quién me pidió que viniese.

Cuando Reb giró a mirarlo, Noah no pudo evitar revolverse un poco—. Si lo hice, pero olvidé llamarte para cancelar eso —musitó—. Aunque en mi defensa, no pensé que fueses a venir tan rápido. Apenas te llamé hace un par de días, y sé bien que tu agenda esta ocupada. 

—Me dijiste que era una emergencia, tonto —King le dio un pequeño golpe—. Dejé todos mis compromisos para venir a ver que sucedía contigo, ¿y ahora me dices que no es nada? 

—Si era algo, pero era algo a lo que creo ya encontré solución —explicó, recibiendo una mirada confundida como respuesta—. Es complicado. 

—Genial, tengo mucho tiempo para que me lo expliques. 

—Yo-  

—¿Teddy? —la voz adormilada de Darius llamó antes de que este apareciese en la cima de las escaleras, llevando solo unos jeans de cintura baja y el cabello desordenado. 

Noah sintió el sonrojo subir por sus mejillas al ver el aspecto del otro, el cual solo se incrementó hasta que sintió su rostro a punto de incendiarse cuando los hermanos le dedicaron una mirada cómplice. Ah, dios, nunca escucharía el final de eso. Si creía que Reb era odioso y entrometido, King era diez veces peor.

De pie en el último peldaño, Darius echó un vistazo alrededor, haciendo un gesto de saludo a Reb, el cual solo bufó con fastidio en respuesta antes de perderse en la cocina, antes de que su mirada verde cayese en la nueva persona en el lugar. Sus cejas subieron con sorpresa mientras King le sonreía. 

—¿King? —soltó—. ¿Que haces aquí?

—Hey, pero si es el amante de mi esposo —dijo. 

Un instante después, se acercó a Darius y ambos se saludaron con un choque de manos y un saludo raro, como todos machos alfa. Noah los observó interactuar amistosamente, pensando interiormente cuan extraño debería ser para cualquiera fuera, verlos. Después de todo, Noah había sido comprometido para casarse con King antes de siquiera nacer, compromiso que había sido roto debido a la aparición de Darius. 

Así que, básicamente, eran su ex-prometido y su actual... ¿novio? Aun no estaba seguro de en que página estaba con Darius. 

Aun así, la situación era rara y los apodos estúpidos de King no ayudaban a que fuese más normal. 

—Pensé que estabas en Estados Unidos. —Darius dijo.

—En realidad no, vine a Inglaterra hace unas semanas, para asistir a la boda de un viejo amigo —dijo—. Me quedé cerca solo por diversión, es una suerte, porque cuando Noah me lla- 

—¡Seguro no has desayunado aun! —Noah se entrometió en la conversación, jalando a King para alejarlo de Darius y empujarlo dentro de la cocina—. ¿Por qué no comes algo antes de tener una charla? Puedes contarnos todo sobre tus viajes y vida de famoso luego. 

—Pero no sé donde están las cosas en tu cocina. —King se quejó, aun cuando estaba permitiéndole empujarlo en la dirección que quería. 

—Dile a Reb que te ayude —siseó—. Seguro tu hermanito no tendrá problemas con eso, además, aprovecha el tiempo e interrógalo sobre porque esta ocultándose en mi casa.

Escuchó algo caer en la cocina, seguramente arrojado por Reb ante la obvia traición de Noah al arrojarlo bajo el autobús para salvarse a si mismo, pero lo ignoró, más preocupado por alejar al mayor de los hermanos antes de que dijese más de lo que debía. 

Una vez se había deshecho de King, se giró hacia Darius, quién ahora lo observaba con una expresión de sospecha en el rostro. El chico no era tonto, eso seguro. 

—¿Que estas tramando, Teddy? 

Improvisó una sonrisa inocente—. ¿Por qué crees que estoy tramando algo? 

—Porque tienes esa expresión en ese bonito rostro que tanto amo —dijo, haciendo un gesto con su dedo para abarcar el mismo—. Tu carita siempre te delata, cariño. 

—Pues, mi cara esta mintiendo, porque no estoy haciendo nada.  

—Mm —asintió suavemente, obviamente no creyendo siquiera una de sus palabras. Levantando la mano, hizo un pequeño gesto con su mano para que se acercara—. Ven aquí, Teddy. 

El gesto hizo que la atención de Noah se deslizase a su aspecto, tomando un vistazo más detallado del que había dado antes. Aunque Darius no iba tanto al gimnasio como su hermano lo hacía, aun se aseguraba de mantenerse lo suficientemente en forma como para que ni siquiera un gramo de grasa arruinarse lo que podría ser la imagen de cualquier comercial de vida fit. Y infiernos si al chico no le gustaba mostrar el fruto de su arduo trabajo a cualquiera que tuviese interés en verlo, demasiado descarado. 

—Teddy —Darius llamó, bajando el último escalón con una sonrisa traviesa en su rostro—. Ven aquí. 

—Uhm —negó, su mirada aun pegada a los abdominales marcados que parecían brillar bajo las luces bajas del apartamento—. Creo que aquí estoy bien. 

—Ven, amor. 

Noah volvió a sacudir la cabeza, pero aunque estaba negándose, sus pies tenían mente propia cuando comenzaron a avanzar hacia el chico obedientemente. En el instante en que estuvo lo suficientemente cerca, Darius lo atrapó por la cintura y lo llevó al hueco de sus brazos, el calor de su piel rodeándolo desde todas direcciones. Noah tuvo que tomarse un momento para volver a equilibrar su mundo, hacia demasiado tiempo que no estaba rodeado del perfume de Darius de esa forma, y aun seguía siendo tan desconcertantemente atractivo como el primer día.

Inclinándose, Darius hundió su rostro en su cuello, dejando pequeños besos que enviaron escalofríos por la piel de Noah, logrando que intentase acercarse más a los dulces toques. 

—Extrañaba tanto esto, estar tan cerca de ti, poder llenarte de besos. —murmuró en voz baja. 

Esos labios se deslizaron un poco más lejos, besando el punto entre su oreja y su cabello que logró que Noah oprimiese sus labios juntos para evitar soltar un gemido. Darius se sabía todos los trucos para hacerlo cantar al estilo que él quisiese, y al parecer no había olvidado siquiera un detalle en ese aspecto. 

Subiendo sus manos, Noah las apoyó en el pecho desnudo del mayor, con la intención de detener el asalto en el que estaba siendo victima, pero distrayéndose demasiado con la sensación suave bajo sus dedos.

Aun así, no pudo evitar quejarse en voz baja—. Dare.

Dándole un respiro, la voz de Darius bajo a un susurro en su oído—. Imagínate lo bueno que sería si ambos estuviésemos desnudos —dijo—. Me muero de ganas de hacerte el amor, Teddy, ¿recuerdas lo bueno que era? 

Apenas logró retener el gemido que quiso escapar ante el sonido ronco y pesado en la voz del otro. Si, infiernos si no pudiese recordarlo. Al principio de su relación, ambos habían sido bastante torpes e inexpertos, pero no habían faltado los deseos de intentarlo, y ellos habían practicado muchas veces, tantas que se habían vuelto expertos en el cuerpo del otro. Darius podía hacerlo volar con un par de toques, o unas suaves palabras, y el bastardo lo sabía perfectamente. 

Cuando los besos subieron a sus labios y una mano se deslizó bajo su sudadera, Noah supo que debía detenerlo. Si, quizás cuando eran jovenes, se había prestado a hacerlo prácticamente en cualquier lugar donde pudieron obtener algo de intimidad. Pero, diablos, apenas estaban comenzando de nuevo aquí, necesitaba un mínimo de espacio y... ¿a quién quería engañar? Si por él fuese, estaría debajo de Darius, gimiendo como nunca en un segundo. 

Pero Reb y King estaban en la cocina, y esos dos bastardos jamás lo dejarían en paz si se atreviese a tener sexo con ellos en la casa. 

Así que... —. Dare, detente. 

Y lo hizo, así de rápido, así de simple. En el momento en que lo pidió, la mano volvió al lugar en su cadera sobre la ropa y Darius unió sus frente, dejando en paz sus puntos débiles. Había una gran cantidad de travesura en esos ojos verdes, lo que le dijo sin palabras que el tonto había estado jugando deliberadamente con él.

—Te diviertes a mi costa, ¿verdad? 

Una sonrisa apareció en el rostro del mayor—. Ambos podríamos divertirnos mucho si aceptases mis ideas. 

—Si estuviese de acuerdo con todas tus brillantes ideas, habríamos sido arrestados por exhibicionistas hace años. —señaló. 

De alguna forma, Darius logró darle un giro aun más travieso a su expresión—. Pero nos habríamos divertido como nunca antes. 

Noah tuvo que sonreír ante eso, después de cuatro largos años, finalmente lograba ver un atisbo del chico alocado y dulce que tanto amaba. Este era el verdadero Darius Baker, loco, travieso y completamente sin vergüenza alguna, y Noah lo había extrañado tanto.

Y solo había bastado que él le diese un simple "Si" para traerlo de nuevo. 

—Se supone que recién comenzamos a salir —le recordó, sintiéndose sonrojado por una razón completamente diferente ahora—. No puedo tener sexo contigo ya, eso me haría ver muy fácil. 

—Tuvimos sexo el mismo día que nos confesamos nuestros sentimientos —le recordó—. Estaba encima de ti en el momento en que terminaste de decir la última palabra. 

—Éramos jovenes y estábamos calientes. —se excusó. 

—Yo estoy muy calien- —el sonido de su celular, sonando en su bolsillo lo interrumpió—. ¡Maldición!

Sacando el mismo, Darius le echó un vistazo a la pantalla donde el nombre de Dorian parpadeaba y estaba a punto de volver a empujarlo dentro de sus jeans cuando Noah se movió, pasando un dedo por el táctil y atendiendo la llamada. Darius le lanzó una mirada asesina mientras se llevaba el aparato al oído. 

—¿Que quieres, Dor? —preguntó, aun viendo a Noah con el ceño fruncido por haber interrumpido el momento, a lo cual este solo respondió con una sonrisa dulce.

Escuchando a medias la conversación, dado que Darius se negó a soltar el agarre de su cintura, Noah bajó la mirada, encontrándose con las líneas del tatuaje sobre su pecho. Un pequeño bebé durmiendo sobre una nube, con alas de colores saliendo su pequeña espalda. Una pequeña sonrisa se deslizó en sus labios mientras delineaba suavemente el mismo, no recordaba haber visto el mismo antes, pero no le sorprendía que allí estuviese. 

Su bebé siempre iba a ser parte de ellos, y el recordarla de una forma tan bonita no era algo malo. 

—¿Estás bien? —la voz de Darius fue suave, logrando que Noah quitase la vista del dibujo notando que la llamada había terminado. 

—Estoy bien —aseguró, sabiendo cuanto temía el otro que algo así pudiese desestabilizarlo nuevamente. Sabiendo cuanto se preocupaba por eso, sonrió y cambió el tema—. ¿Que sucedió con Dorian? 

La preocupación se fue, reemplazada rápidamente por simple fastidio—. El idiota perdió su celular y las llaves de su auto en el club anoche —dijo—. Ni siquiera tiene idea de como infiernos llegó al apartamento. 

—Él estaba casi tan borracho como yo —dijo, recordando fragmentos de un muy intoxicado Dorian—. ¿Irás a ayudarlo? 

—¿Tengo que hacerlo? —hizo mala cara, rodeándolo con ambos brazos ahora—. Preferiría quedarme contigo, podríamos librarnos de esos dos y hacer todo muy interesante.

—Ve ayudar a tu hermano —pinchó su ilusión con facilidad, golpeando suavemente sus brazos hasta que fue liberado—. Si no lo haces tu, ¿quién lo hará? 

—Somos tres, él podría simplemente llamar a Damon, solo esta siendo fastidioso conmigo. 

—Damon cuida de Shiloh por las mañanas, mientras Blue va a estudiar —le recordó—. No puede llevar al bebé a un club nocturno que debe ser un maldito desastre ahora mismo, así que debes ir tu. ¡Ve a ayudarlo, vamos! 

—Tu solo estas intentando librarte de mi. —acusó. 

Noah sonrió—. Tengo formas más creativas para deshacerme de ti, y ni siquiera te darías cuenta de que estoy haciendo. —le aseguró—. Tu hermano te necesita, sabes cuan importante es su teléfono para su trabajo. 

—Lo sé, tu lo sabes, él lo sabe, ¿por qué infiernos lo llevó a una maldita fiesta donde sabía que iba a emborracharse? 

Noah se encogió de hombros, Dorian era solo un poco tonto a veces. 

—Bien, iré —Darius cedió, cuando nada salió de la boca de Noah para detenerlo—. Pero, tienes que prometerme que cenarás conmigo hoy. Y esta vez sin Reb, ni King, ni nadie más, solo nosotros dos. 

Noah hizo una mueca al recordar ese pequeña treta que le había jugado al otro, sabiendo que le debía una por eso—. Está bien —asintió—. Suena a una cita. 

—Es una cita. —afirmó. 

Pareciendo renuente a separarse, Darius finalmente cedió a la orden silenciosa y subió por las escaleras, regresando con su camiseta puesta y observando a Noah de pie cerca. Antes de que hiciese un movimiento, Noah ya sabía lo que haría, aunque no fue fácil empujarlo hasta la puerta cuando Darius parecía centrado en besar cada punto en su rostro que pudo alcanzar. 

—Dare, ya para —rió.

Y Darius lo hizo, luego de darle un beso largo y profundo que desestabilizó su mundo por completo y dejó a su corazón golpeando en su pecho—. Dios, te amo tanto. —susurró cerca de sus labios. 

Recibiendo el pequeño y familiar beso en la punta de su nariz, Noah sonrió—. También te amo, Dare. 

Darius dudó en su camino al ascensor—. ¿Estas seguro de que no puedo quedarme y- 

—¡Lárgate! —lo cortó, cerrando la puerta antes de arrepentirse y arrastrarlo dentro nuevamente, arrojando todo su sentido común y recato a la basura en un parpadeo de esos ojos verdes. 

En el instante en que se dio vuelta y apoyó su espalda en la puerta, esa idea se fue a la basura cuando se encontró con la mirada divertida de King, el cual estaba paleando cereales en su boca mientras lo observaba desde el otro lado de la habitación. 

—No digas nada. —Noah advirtió.  

King rió—. No he dicho nada.

—Te conozco, así que solo cállate.

Levantó la mano que sostenía la cuchara en son de inocencia, pero Noah sabía que el chico solo estaba guardando municiones para otro momento. Estaba dispuesto a pasar a su lado e ir a la cocina a buscar algo que desayunar para si mismo, pero King fue rápido en bloquear su paso, mirándolo con una expresión mucho más seria ahora. 

—Tu y yo debemos hablar —dijo—. Y sería bueno comenzar por la razón por la cual me hiciste venir aquí. Así que explícame, Noah, ¿qué es esa estupidez de querer validar nuevamente nuestro compromiso matrimonial?

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