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Capitulo Cuarenta y Cuatro

"Darius tuvo un accidente"

Las palabras se repitieron una y otra vez en su mente mientras Noah se apresuraba a atravesar las puertas principales del hospital, sintiendo su corazón latiendo desbocado en su pecho. Había recibido la llamada de Dorian más temprano y ni siquiera se había detenido a pensar demasiado antes de salir corriendo de su apartamento y subir al primer taxi que se detuvo a su llamado. Había estado en las puertas del hospital tan rápido como un parpadeo, y aun así se había sentido como una eternidad.

Sus pasos resbalaron hasta el mostrador de recepción, pero ni siquiera logró decir una palabra antes de que el sonido de su nombre lo hiciese voltear. Dorian, luciendo tan desordenado como él, con el cabello en todas direcciones y una expresión aun algo asustada, se apresuró hacia él.

Deteniéndose frente a él, el mayor tomó nota de la delgada camisa que Noah llevaba, así como el frío que entraba a través de las puertas principales, por lo que se apresuró a quitarse su propia chaqueta y lanzarla sobre sus hombros, intentando abrigarlo. Noah sabía que se veía hecho un desastre, su piel estaba pálida y fría, sus labios seguramente eran morados para ese momento y no podía dejar de temblar debido al frío, pero sin importar cuanto lo intentó, nada de eso pudo importarle lo suficiente como para detenerse a buscar una solución.

Mirando al mayor de los Baker, el miedo que se había instalado en su interior ató nudos en su estomago mientras una única palabra escapaba a través de sus labios: — ¿Darius?

Cerrando la chaqueta a su alrededor, Dorian lo miró—. Terminaste la llamada antes de que pudiese decir nada más —dijo, y había un poco de acusación allí—. Él esta bien, Noah, solo fue un pequeño accidente al final. Esta bien.

Su cabeza se movió de arriba abajo, pero no logró que su cerebro terminase de hacer la conexión necesaria para que esas palabras tuviesen sentido—. Yo... ¿Dónde? —miró alrededor, sintiéndose desorientado—. ¿Darius?

Dorian le dedicó una mirada preocupada antes de rodearlo con su brazo y comenzar a guiarlo por el pasillo—. Te llevaré con él —dijo—. Está bien, Noah, te prometo que lo está.

Volvió a asentir automáticamente.

Siguiendo al mayor, caminó a través de los pasillos de emergencias, observando distraídamente al personal médico ir de un lado a otro a su alrededor, antes de que finalmente se detuviesen en uno de los cubículos. Apartando la cortina, Dorian le dio un pequeño empujón para que entrase en la pequeña zona de examen. No había mucho allí; una camilla, un par de maquinas y una mesa con algunos instrumentos médicos. Todo olía a antiséptico, alcohol y a ese hedor a medicina que solo los hospitales parecen poseer y que lograba revolver su estómago.

Darius estaba sentado en el borde de la camilla, la parte superior de su cuerpo estaba desnuda, por lo que Noah tuvo una vista sin obstrucciones de los moretones que comenzaban a colorear la piel de su pecho. Un parche blanco decoraba su frente, resaltando contra su cabello castaño. Por lo demás, y desde donde estaba, Noah no pudo ver más daños en él.

Por lo poco que había escuchado de Dorian antes de salir corriendo, había sido un accidente automovilístico. Noah había pensado en el peor escenario, en su mente, había esperado ver a Darius bañado en sangre y lleno de tubos y vendas, por lo que su mente seguía estancada en ese estado de shock del que parecía no poder sacudirse. Su corazón latía desbocado, sudor frío bajaba por su espalda, y su cuerpo se sacudía con temblores repentinos cada pocos segundos.

Cuando Darius se percató de sus presencias, su cabeza se levantó y sus ojos verdes brillaron al encontrarse con los suyos, dedicándole una pequeña sonrisa tranquila—. Teddy —dijo, en un pequeño suspiro antes de abrir sus brazos para él—. Ven aquí, cariño.

Noah no se movió, no se creía capaz, su cabeza estaba demasiado atascada en ese instante. Por suerte, y con poco tacto, Dorian no tuvo problemas en empujarlo dentro y directo a los brazos del otro antes de disculparse y salir del cubículo.

Los cálidos y familiares brazos lo rodearon, el suave calor de su piel se fundió en su cuerpo y el perfume amaderado al que estaba tan acostumbrado se coló en su nariz e inundó sus pulmones. Como si supiese exactamente lo que necesitaba, Darius guio su cabeza a descansar sobre su pecho, justo donde su corazón latía con la fuerza de un tambor.

—Estoy bien, Teddy —musitó en su oído—. Solo fue un pequeño susto, por suerte la bolsa de aire estaba funcionando bien y detuvo la mayor parte del golpe. Ya me examinaron de un lado a otro, estoy perfectamente bien, te lo prometo.

Noah no respondió, su cabeza estaba girando.

La mano firme de Darius acarició su espalda en largas pasadas—. Pensé que habías dicho que ese pijama no era para salir a la calle —bromeó. Pero al no recibir ninguna respuesta del otro, se separó y delicadamente subió su barbilla con sus dedos, uniendo sus miradas—. ¿Noah?

Nada.

Tomando sus manos con cuidado, Darius lo llevó a apoyar sus palmas en su pecho, sintiendo cada respiración bajo su tacto, así como el latido constante de su corazón—. ¿Puedes sentir eso, amor? Estoy bien, estoy vivo y bien —dijo, besando suavemente sus mejillas—. Vuelve, cariño, todo estará bien, no voy a dejarte solo. Aun estoy contigo. Te lo prometí, ¿recuerdas? Nunca voy a dejarte solo.

En su confusión, Noah sintió un extraño déjà vu con la situación. ¿Esto había sucedido antes? No lo recordaba, pero la situación de alguna forma se le hacia demasiado familiar.

Antes de que pudiese fijarse en ello con más atención, suaves labios cayeron sobre los suyos; cálidos, dulces y familiares. Le tomó un segundo entender lo que sucedía, pero una firme mordida en su labio inferior logró que reaccionara finalmente, poniéndose en puntas de pie para llegar mejor al otro mientras seguía con el intoxicante beso, haciéndolo más intenso y profundo, necesitando tanto la conexión que ni siquiera le importaba la necesidad de oxígeno en ese instante.

Y Darius lo siguió allí, sus manos en su cintura lo tiraron más cerca, pareciendo querer fundirse en él. Había un sentimiento extraño rodeando ambos, el temor anterior se mezclaba con el reconocimiento del bienestar del otro, y la paz interior al saber que todo estaba bien en su mundo, que nada había cambiado.

Solo cuando respirar se volvió algo completamente necesario, detuvieron el beso, pero no se separaron. Con sus frentes aun juntas, y sus cuerpos a centímetros de distancia, Darius le sonrió suavemente—. Hola, cariño.

Sintiendo sus ojos empañándose con las lágrimas que no había podido derramar antes, Noah respondió en un susurró: — Hola, Dare.

—Hey, no llores —Darius pidió, apartándose y subiendo sus manos para limpiar las lágrimas que corrieron por sus mejillas—. Estoy bien, salí prácticamente ileso, no hay necesidad de llorar.

—Es solo... —sorbiendo tontamente su nariz, intentó suprimir el llanto, pero las lágrimas siguieron bajando—. Es que estaba tan asustado, cuando Dorian me dijo... pensé que iba a perderte también.

—Lo sé, amor, lo sé —volvió a secar sus lágrimas—. Pero al final, todo quedó en un pequeño accidente, nada de que preocuparse.

Algo en esa frase lo hizo fruncir el ceño, mientras eliminaba la humedad de sus pestañas—. ¿Qué fue lo que pasó exactamente?

Hubo un instante de duda allí—. Solo un pequeño accidente —repitió—. Me salí un poco del carril, no fue nada.

Eso era una mentira enorme, si Noah alguna vez había escuchado alguna. Darius era un conductor increíble, jamás había tenido un accidente antes, ni en un auto ni en motocicleta, era imposible que simplemente se hubiese salido de ruta.

—Dare, no me mientas —pidió—. Dime, ¿Qué fue lo que sucedió realmente?

Darius se quedó en silencio por un largo instante, pero Noah solo lo observó fijamente hasta que el otro cedió—. Los frenos fallaron.

—¿Los frenos? —frunció el ceño—. Pero acabas de sacarlo del taller, es imposible que... ¡Oh!

—Aun no he podido hacer que nadie lo revise, pero tengo la sensación de que los frenos fueron desconectados completamente —dijo, entendiendo el brillo de reconocimiento en su rostro—. Seguramente, le pagó al mecánico para que lo hiciese o a algunos de los empleados del taller.

Sorbiendo nuevamente su nariz, intentó sacudirse lo último de llanto que aun congestionaba su garganta—. No puedo creer que él este yendo detrás de ti.

Darius lo miró, y aunque parecía conflictivo, esta vez no se detuvo a hablar: — Cariño, no creo que fuese exactamente detrás de mí.

Un escalofrío recorrió su cuerpo ante la implicación de sus palabras. Claro que sabía que Van intentaría algo, pero en realidad, no había estado realmente preparado para enfrentarlo. A pesar de lo mala que había sido su vida antes, siempre había sido "el heredero", aunque lo maltrataron y presionaron al límite, siempre fue cuidado de cualquier daño debido a su posición. Su vida siempre había sido asegurada, y cualquiera que quisiera atentar contra él, era rápidamente suprimido.

Así que, quizás no estaba realmente preparado para el intento de Van de quitarlo de su camino.

El silencio que cayó en el cubículo se rompió ante la voz demandante que provino del pasillo—. ¿Dónde infiernos esta mi bebé?

Compartiendo una mirada con Darius, Noah solo se tomó un instante para absorber la expresión escandalizada del otro antes de quitarse del camino, temiendo ser arrojado a un lado cuando el dueño de aquella voz los encontrase. Y eso no tardó en suceder, ya que un instante después, Drew arrojó la cortina a un lado y entró como una mamá gallina que buscaba a su polluelo más débil.

Una vez que su mirada se posó sobre su hijo en la camilla, su expresión se tornó dolorosa—. Oh, mi pobre bebé, mira lo mal que estas.

—¡Papá! —Darius soltó en una voz quejosa, más aún cuando Drew se acercó para examinarlo a consciencia.

Mirando hacia atrás, Noah hizo un gesto de saludo a Dario, el otro padre de Darius, antes de mirar a Dorian, quién parecía ocupado buscando algo en el suelo. Acercándose a su cuñado, no pudo evitar preguntar: — ¿Qué buscas? ¿Perdiste algo?

—Yo no —negó, riendo entre dientes—. Darius sí. Su masculinidad y dignidad, papá acaba de aplastarla contra el suelo antes de patearla lejos. Ahora todo el mundo aquí sabe que es el bebé de papá.

Noah quería defenderlo, pero en realidad, le resultaba bastante gracioso el que Drew actuase así con Darius. Y en parte lo entendía, después de todo, era su hijo pequeño, aun cuando tenía casi treinta años, seguía siendo su bebé de alguna forma.

Antes de que pudiese reírse con su cuñado, Drew se giró hacia ellos—. ¿Ustedes están bien?

—¡Papá, yo ni siquiera estuve allí! —Dorian se quejó cuando su padre procedió a examinarlo igual que hizo con Darius—. ¡Papá, ya déjame, estoy bien! ¡No me subas la camiseta aquí! ¡Papá!

Una vez que estuvo seguro de que su otro retoño estaba bien, Drew se giró hacia Noah, quien simplemente aceptó su destino y le permitió examinarlo. Conocía lo suficientemente bien a su suegro, como para saber que no se rendiría hasta que estuviese completamente seguro de que los tres estaban bien e ilesos. Aun cuando ellos ni siquiera habían estado cerca del lugar del accidente.

—Dios, estas en pijama y congelado —el mayor se quejó—. Alguien que me consiga una manta ahora mismo.

—Estoy bien, tío Drew —aseguró—. No es necesario.

—¡Dario, consígueme una manta! —el otro insistió.

—Tío Drew-

—Nada —lo cortó—. Debes entrar en calor lo más rápido posible, en tu estado es muy peligroso que te enfríes tanto, ¿Qué harás si atrapas una neumonía?

Noah se detuvo completamente, parpadeando lentamente hacia su suegro antes de girar a Darius, quién tenía la misma expresión que él, y volver a los ojos verdes preocupados del mayor—. ¿Mi estado?

Drew se vio atrapado ante el sonido de esas palabras, pareciendo percatarse en ese instante de lo que había dicho—. Oh.

Volviéndose hacia la única otra persona allí que sabía sobre su embarazo, Noah le frunció el ceño a Dorian, quién sacudiéndose su expresión de asombro, sacudió la cabeza rápidamente—. A mí no me mires —dijo, sus manos también se sacudieron en negación—. Nunca rompo mis promesas, he sido como una tumba.

Y le creía eso, Dorian podía ser muchas cosas, pero él jamás había roto su palabra. Mirando entre sus suegros, se percató de que, por sus expresiones, ambos eran muy conscientes de la situación.

—¿Cómo? —preguntó, confundido—. ¿Cómo lo saben? ¿Desde hace cuánto? ¿Quién se los dijo?

—Nadie nos lo dijo —Dario negó—. Nosotros solo lo supimos.

—En tu cumpleaños —Drew aclaró para él, sonriendo cuando solo lo miró aun confundido—. Cariño, pasé por tres embarazos, me di cuenta de tus síntomas desde el inicio. Pero ustedes estaban tan seguros de que era solo un virus estomacal o algo así, que preferí dejar que lo descubriesen ustedes mismos.

—Solo estábamos esperando a que ustedes estuviesen preparados para decírnoslo. —Dario sacudió la cabeza—. Después de lo sucedido... pensamos que era necesario darles su espacio.

Hubo un largo silencio, un ambiente algo pesado se instalo por un instante, pero Drew fue rápido en sacudirlo lejos—. De todas formas, ahora necesitas abrigarte —dijo—. Mi nieto esta creciendo en tu interior, no puedes descuidarte con nada, solo-

—Nietos. —interrumpió.

Drew lo miró—. ¿Uh?

Nietos —Darius repitió para él, sonriendo ante las expresiones de sus padres y hermano—. Son gemelos.

—¿Gemelos? ¿Dos? —una sonrisa enorme se deslizó en los labios de Drew antes de apresurarse a abrazar a Noah—. Felicitaciones, cariño.

Noah recibió su felicitación con una sonrisa, así como lo hizo cuando Dario se acercó a abrazarlo y Dorian al final. Darius también fue abrazado, felicitado y pellizcado por su familia. Observando la felicidad con que todos tomaban la noticia, y aunque, con seguridad, hubiese elegido un escenario muy diferente para darla, Noah se sintió feliz. Los Baker siempre habían tenido la habilidad de hacer cálido hasta el escenario más frío.

Dejándose arrastrar por los brazos de Darius, se permitió ser abrazado mientras escuchaba a sus suegros parlotear sobre todo lo que debían hacer antes de que los bebés nacieran y sonrió, sintiendo que aun cuando el mundo estaba intentando herirlo, cuando estas personas lo rodeaban, las cosas siempre parecían mejor.

(...)

Volteando el último cajón de su escritorio, Noah revolvió entre las libretas y hojas esparcidas sobre la alfombra y frunció el ceño. Era una persona ordenada, siempre lo había sido. Aunque sus abuelos habían sido unos imbéciles abusivos, le habían enseñado una o dos cosas acerca de proteger sus activos. Una de ellas, era siempre tener un lugar seguro para guardar las cosas importantes del que solo tu conocieras su existencia.

Noah lo tenía.

Estaba justo debajo de su escritorio, en un pequeño panel falso donde metía todo lo que era realmente importante para él. Desde fotos, pasando por documentos, algunas joyas y hasta dinero, todo estaba allí. Y luego de revisarlo, todo seguía allí. Todo, menos una cosa.

Volviendo sobre sus pasos, revisó cada cosa en el suelo con el doble de cuidado, frustrándose más y más a cada segundo que pasaba. Porque estaba completamente seguro de que allí lo había dejado.

—¿Teddy? —la voz adormilada de Darius lo hizo levantar la mirada, encontrándose con sus ojos perezosos observándolo desde la cama—. ¿Qué haces? Son las 3 de la mañana, dulzura, vuelve a la cama.

Noah negó—. Dame un momento —pidió—. Tengo que encontrar algo.

—¿Es tan importante que no puede esperar hasta que amanezca?

—Si, si lo es —arrojando la libreta en su mano al suelo, se giró y miró a Darius con gravedad—. El sobre no está, Dare.

En su somnolencia, Darius se veía jodidamente confundido—. ¿Qué sobre?

—El sobre que me dio Yuma —aclaró antes de hacer un gesto al escritorio—. Lo guardé en el escritorio, y ahora no está.

Eso logró que Darius se enderezara en la cama finalmente, pareciendo entender la gravedad real—. ¿Estás seguro de que ahí lo guardaste? Quizás lo pusiste en otro lado.

Noah sacudió la cabeza en negación—. No, este es el único lugar donde podría haberlo puesto —dijo—. Todo lo demás esta aquí, solo falta el sobre.

Deslizándose fuera de las sábanas, Darius se acercó a él y comenzó a revisar las cosas que él ya había revisado. Fueron a través de cada rincón del apartamento, revisaron cajones, el interior de los libros y hasta debajo de la alfombra. Cuando el reloj dio las 6am y el cielo comenzó a aclarar al otro lado de las ventanas, los dos finalmente se dieron por vencidos.

Recostándose nuevamente en la cama, Darius quitó la cobija y señaló el espacio libre a su lado—. Ven aquí, Teddy.

Noah lo observó—. El sobre...

—El sobre no está, no hay nada que podamos hacer por eso ahora. Lo buscaremos más tarde, después de dormir algunas horas —dijo, haciéndole un gesto para que se acercara—. Ven aquí.

Sabiendo que tenía razón en eso, y sintiéndose cansado luego de todo el desorden que hicieron, se arrastró por la cama hasta lograr acomodarse a un lado de Darius, permitiéndose ser abrazado por los brazos del otro.

—Lo dejé ahí —volvió a decir, frunciendo el ceño—. Estoy seguro.

Recostándose a su lado y jalándolo cerca, Darius preguntó: — ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

Noah pensó en ello un instante—. Hace unos días, cuando decidimos esperar antes de hacer algo con él. —dijo—. Por eso lo guardé en un lugar seguro, hasta saber que haríamos a continuación.

—Quizás se deslizó en algún rincón donde se nos pasó buscar —razonó—. Descansa un poco ahora, lo buscaremos cuando logremos dar dos pasos sin que nuestros ojos se cierren debido al cansancio.

—Lo buscamos en todos lados y no está —insistió—. ¿Qué pasa si alguien se lo llevó? ¿Y si alguien entró aquí y lo tomó?

—Cariño, este lugar tiene mejor seguridad que la cárcel de Alcatraz —dijo—. Nadie pudo haber entrado aquí sin que lo supiéramos, las pocas personas que pueden llegar a este piso no tienen la llave, así que no hay forma de que pudiesen llevarse nada. Y por lo que sé, solo tu y yo sabemos de ese cajón escondido tuyo. El sobre tiene que estar aquí, lo encontraremos. Ahora duérmete.

Noah puso mala cara—. Pero-

Lo silenció con un dedo sobre sus labios—. Los bebés necesitar dormir ahora —dijo, acariciando su barriga plana—. Duérmete.

Dicho eso, se acomodó para dormir, asegurándose de que Noah estuviese cálido y firmemente rodeado por sus brazos antes de cerrar sus ojos. Aun renegando en voz baja al ser obligado a dormir, el más joven no tardó mucho en caer en un sueño tranquilo. Ambos habían tenido un día agotador, estaban exhaustos, realmente necesitaban descansar.

Justo antes de caer dormido, Darius echó un vistazo al escritorio ahora desordenado de Noah y frunció el ceño, ¿será que...? No, el maldito sobre debía estar en algún lugar, solo debían buscarlo.

***

¡Hola!

Espero que les haya gustado el capítulo.

Al final, Drew fue el primero en saberlo jajaja (si no me creen, vayan al cap 34, y se van a dar cuenta)

¿Dónde estará el sobre? ¿Alguien se lo habrá llevado? ¿Pero quién? Escuchó sus hipótesis XD

Gracias por leerme. 

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