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Extra #3: Eterna compañía

“Tal vez sea una completa locura pero siento que tú y yo estamos destinados a estar juntos para siempre”

  A Y L I N

No me gustan las despedidas y en este momento vuelvo a conllevar una y soy yo quien esta vez se va. Una vez más me despido de mi descendencia con un último abrazo, siendo un gran esfuerzo en no derramar más lágrimas cuando me alejaré de ellos.

—Mamá, vamos a estar bien. Ve a disfrutar tú eternidad.

Enseguida me alejo viendo a cada uno. Mi Ana Liz, mi Darel, como los nuevos líderes de este Castillo.

—De todas formas van a volver ¿no?

—Si, siempre que nos necesiten. Los vamos a visitar constantemente y no olviden que ante cualquier cosa, avísenos —agarro a ambos de las manos— Nunca olviden que los amo, que cuentan conmigo y con su padre— no lo soporto y vuelvo a abrazarlos.

—Ya vámonos Ayline.

Darren no parece afectado.

Asiento y me vuelvo a alejar de ellos.

—Sean los líderes que este Castillo necesita. —Retrocedo hasta situarme a un lado de mi alma.

—No nos causen malditos problemas en nuestra ausencia.

—No padre.

—Igual te queremos mucho, cuida a mamá.

Ana Liz es la primera en abrazarlo pese a su mirada. Después Darel y aunque le cueste demostrarlo, sé que Darren los va a extrañar.

Sonrio y dejo de verlos al darle una última mirada al Castillo. Nuestras creaciónes son los únicos que nos acompañaron hasta la puerta cuando ya nos despedimos de todos y conocen nuestros planes.

—Ayline —giro al verlo al escucharlo. Asiento y una vez más me despido de ellos al mover mi mano mientras agarro de la mano a Darren y ambos salimos del Castillo.

Escucho perfectamente cuando las enormes puertas se cierran y cada vez avanzamos hasta detenernos. Veo a mi alrededor un extenso bosque.

No barreras y es tan extraño salir del Castillo por nuestra propia cuenta. No por una Guerra, no riesgos y lo mejor es que nuestra descendencia esta a salvo.

—¿Y ahora? —finjo suspirar— ¿Qué es lo primero que vamos a hacer? —giro a verlo.

Darren no oculta sus colmillos ni el carmín de sus ojos. Incluso sonríe con malicia.

—Iremos a cazar.

La idea parece demasiada tentadora pero aún me cuesta dañar mortales.

—Ayline

A mi pesar, asiento.

—Vamos, Darren.

Con la misma velocidad nos adentramos más al bosque hasta llegar al Mundo mortal.

Y no cabe duda, por casi un siglo estuve mucho tiempo en el Castillo cuando incluso para mi, este Mundo parece muy diferente. Ha cambiado.

Sigue siendo transitado, nuevas construcciones como cientos de mortales siguen ambulando y uno de ellos, es nuestro donante.

—No lo vayas a matar —inquiero al ver a Darren con sus colmillos en su cuello. Aunque el humano que él eligió se encuentra inconsciente en el suelo, escuchar su corazón me asegura que sigue con vida.

Por supuesto me ignora cuando se aferra y bebe su sangre.

Una sangre tan tentadora.

Tengo que desviar la vista y vigilar al estar ocultos en un callejón.

—Es tú turno

—No puedo

—Ayline —con su agarre en mi brazos me hace darme la vuelta y verlo. Darren termina de limpiar su boca con el dorso de su mano todo el rastro de ese líquido carmín. — Su sangre nos mantiene en la sobrevivencia.

Enfoco la vista en el mortal, el olor de su sangre es demasiado intenso que supera mi poca humanidad y gana el vampirismo.

—La necesitas —Darren me suelta y retrocede.

—Bien, lo haré —paso por su lado hasta llegar al mortal en el suelo. Me agacho y sosteniendo su brazo encajo mis colmillos sustrayendo su sangre y como vampiresa disfruto su sabor al mismo tiempo que me obligo a controlarme.

—No fue difícil ¿o si?

—Cállate Darren —le respondo en cuanto me alejo y con mi misma sangre borro mi marca y la suya— No recordará que se cruzó con vampiros ¿cierto?

—Me da igual si recuerda.

Me levanto al verlo darse la vuelta. Con velocidad lo alcanzo.

—Darren —lo sostengo del brazo— no estamos en el Castillo, tenemos que ocultar lo que somos— lo suelto y limpio mi boca— Fingir que somos, mortales.

—Jamás.

Le doy una mala mirada.

—Estamos en su Mundo, tendremos que ser cuidadosos y no exponer nuestro secreto —avanzo hasta salir del callejón. A pocos pasos me detengo al ver alrededor— No creo que siga existiendo el lugar donde nos conocimos.

—Ya nada es lo mismo en este maldito Mundo.

Hago una mueca y giro a verlo.

—Podemos encontrar otro departamento y ahí escondernos —cubro con mi mano mi rostro por los molestos rayos del sol. Fue una mala idea irnos de día cuando nos acostumbramos a la oscuridad del Castillo— pero antes— a lo lejos veo una interesante tienda— necesitamos ropa nueva.

Darren observa en la misma dirección que yo.

—Ni lo pienses Ayline.

Sonrio con malicia.

—Por supuesto que si, Darren —soy la primera avanzar y cruzar la calle. Lo escucho maldecir y me sigue.

Al llegar, por un instante lo dudo hasta que me decido en empujar una puerta de vidrio con la mínima fuerza.

Había olvidado estos lugares, lo difícil es ver varios mortales dentro de un lado a otro.

—Es una mala idea —me dice al situarse a mi lado.

—No, yo si necesito un cambio. Tal vez tú encuentres algo para ti— lo veo negar— en ese caso, me esperas aquí.

Ignoro cuando me llama al dirigirme a los percheros de ropa de todo tipo, colores, telas, vestidos, jean y comienzo a buscar una variedad de ropa de mi agrado.

De reojo veo a Darren de pie, cruzado de brazos. Luce molesto pero tampoco se marcha.

—Iré a probarme esto —descuelgo un corto vestido negro.

—No te demores.

Ante la idea en mente le sonrio con malicia y me dirijo hasta ocultarme detrás de una cortina roja.

Reemplazo mi vestido largo con rastro de sangre por uno más corto del mismo color, más se ciñe a mi cuerpo y es de dos tirantes con parte de mi espalda, descubierta. Al verme a mi misma, descalza salgo fuera de la cortina.

Lo busco, Darren se encuentra en el mismo lugar.

—¿Cómo me veo? —coloco mis manos en mi cintura.

Recibo su escaneo.

—Igual como siempre.

Gruño y me cruzo de brazos.

—Iré a cambiarme otra cosa —regreso al perchero más cerca y esta vez elijo un vestido rojo y vuelvo a cambiarme detrás de la cortina.

Con mis manos aliso el vestido rojo, es igual de corto más arriba de mis rodillas, se ajusta a mi cuerpo, sin tirantes con un cinto de brillos.

—Darren —emito al salir, esta vez lo veo sentado en un sillón— ¿Y con este?

Él asiente.

Hago una mueca.

—No, no me gusta —regreso a cambiarme detrás de la cortina esta vez llevando diferente ropa en mis brazos.

Dentro me quito el vestido y esta vez me coloco un jean negro con una camisa roja de tirantes. Tuve que girar el espejo frente a mi, es una lastima que no me refleje.

Al terminar de cambiarme me observo a mi misma.

Me acostumbré por mucho tiempo a usar vestidos que algo tan sencillo me parece tan extraño usarlo otra vez.

Sonrio y salgo dirigiéndome hacia él.

—¿Qué te parece ahora?

Darren yace igual de sentado con su espalda apoyada al respaldo. Cruzado de brazos.

—Te vez... horrible.

—Gracias por tú sinceridad —me doy la vuelta.

—Ayline, era lo contrario.

—Usaste mal las palabras —lo escucho gruñir y otra vez me oculto detrás de la cortina.

Elijo una falda negra, corta ceñida a mi cuerpo con una blusa de tirantes negra y pese a que es inecesario al no sentir la baja temperatura, me coloco una chaqueta de mezclilla. Y con unos botines negros, termino por salir.

—Tú sinceridad por favor.

Darren al verme se pone de pie con sus manos en sus bolsillos.

—Te vez... bonita.

Le sonrío ampliamente.

—Es justo lo que quería escuchar. Estoy conforme, vámonos —recibo su mala mirada.

—¡Te vez fabulosa! —capta mi atención la voz de una humana a nuestro lado— En la caja puedes pagar, te haré la cuenta.

Termina por irse.

—Darren —regreso a verlo— No tenemos nada ¿Cómo pagaré?

—Ayline —se cruza de brazos— No olvides lo que somos. La hipnosis es necesaria en estos casos.

Considero su idea.

—Tienes razón —observo a esa humana— Ya vuelvo— me encamino hasta ella y la hago girar— Escúchame con atención— logro controlarla al verla fijamente— No me vas a cobrar nada. Nunca nos viste. Nunca estuvimos aquí. Te irás sin recordar nada— ella asiente, al soltarla de los hombros se da la vuelta y acata mi orden.

Observo alrededor, nadie me vio.

Con disimulo retrocedo, un estante con lentes capta mi atención así que antes de regresar con Darren agarro dos diferentes, negros y me dirijo a la salida al verlo afuera.

—Vámonos —veo por última vez hacia atrás.

—Ayline, no exageres.

Regreso a verlo dándole una mala mirada.

—Busquemos donde escondernos —me coloco mis lentes— son para ti— le muestro los suyos— Nos ayudarán a ocultar el tono de nuestros ojos.

—Jamás usaré eso —sus lentes reciben su desagrado— Ni ocultaré lo que soy.

Gruño, asiento y soy la primera en avanzar.

—Eres un vampiro complicado —avanza a mi paso mientras me acomodo mis lentes, los suyos los llevo en mi mano.

... +18

Empujo la puerta al entrar a nuestra propia habitación en un hotel que encontramos. Tuve que recurrir a la hipnosis con tal de entrar sin problema cuando lo lujoso causó mi atención.

—Es mejor que nuestros antiguos departamentos. —Veo alrededor.

Hay una cama en el centro de la habitación, las paredes son blancas, hay un baño incluido incluso un balcón.

—Lo que no me pareció es que dejaras insconciente a todo mortal que nos cruzamos —me adentro escuchando sus pasos detrás de mi y la puerta ser cerrada con fuerza— ya los había hipnotizado.

—Era eso o arrancarles la cabeza.

Resoplo y me dirijo al balcón.

Prefiero la primer opción.

—Esto es innecesario Ayline.

—Debemos salir de la rutina Darren —apoyo mis manos en el barandal— estuvimos demasiado tiempo en el Castillo— él aparece a mi lado— ¿No te gusta el panorama?

No deja de verme.

—No, con verte me basta —le sonrío dejando visibles mis colmillos. Me doy media vuelta y agarro su mano— Desde aquí puedes ver de igual forma el Mundo mortal pero no te acostumbres. No nos vamos a quedar por mucho tiempo —me quito mis lentes.

Darren desvía la vista.

No puedo dejar de verlo.

A ese vampiro que me tiene loca de amor.

—En el Castillo, solías ver demasiado por el balcón —acorto la distancia dejando mis manos en su pecho— como desde lo más alto —humedezco mis labios— ¿Por qué te gustaba ver el Mundo mortal?

—Vigilaba el Castillo —regresa a verme— y en el pasado, creía que en algún lugar del maldito Mundo mortal, estabas tú.

—Darren —me inclino un poco a su rostro— ya no existe nadie ni nada que nos separe— bajo la vista en sus labios—Sabes lo que más deseo —siento sus manos en mi cintura— Adivina.

—No me provoques Ayline. Puedo adivinar lo que piensas.

Le sonrío divertida.

—Quiero ser tuya —le confieso— Complace a tú alma, Darren.

Y es suficiente para perder el control, soy yo quien lo besa ansiosa mientras lo obligo a retroceder hasta entrar ambos a la habitación.

Lanzo los lentes sin darle importancia a donde caen. En cada paso, nos deshacemos de nuestros zapatos y por mi misma me deshago de mi chaqueta mientras su mano la coloca firme en mi nuca profundizando el beso. Rozando nuestros colmillos, probando unas gotas de nuestra sangre ante el frenético ritmo.

—Darren —con fuerza lo empujo hasta él caer sentado en la cama— Quiero que te descontroles.

Niega sin apartar la mirada de mi.

Sonrio maliciosa y comienzo a bajar el cierre de mi falda que se encuentra a un extremo de mi cadera hasta que la prenda cae al suelo.

—Te vas a arrepentir Ayline.

—Tal vez —me encojo de hombro mientras me deshago de mi blusa y en ropa interior me acerco a él— pero deseo estar contigo, Darren —me coloco a horcajadas sobre él. No me importa sentir sus uñas en mi cintura al sujetarme con fuerza.

Me inclino a besarlo al mismo tiempo que comienzo a desabrochar su camisa hasta lograr quitársela.

—Ayline...

—Shh, solo tú y yo —lo interrumpo al él cortar el beso— Concéntrate en mi— le susurro al oído y poco a poco desciendo por su cuello rozando mis colmillos con la tentadora idea de marcarlo.

Lo escucho gruñir, me hace alejarme cuando tan fácil cae al perder el control al encajar sus colmillos en mi cuello.

Emito un jadeo cada vez que que lo escucho beber de mi mientras mis manos inquietas se deslizan por su pecho hasta encontrar el botón de su pantalón y desabotonarlo como bajar el cierre.

—Darren, te amo —retira sus colmillos y lentamente observa mi rostro. Dejo mis manos en sus hombros— y quiero que me demuestres cuanto tú me amas.

No espero esa palabra que sé que nunca me lo dirá en voz alta.

Sin embargo, su intensa mirada y sus beso desesperado me lo confirma y es suficiente para continuar con el siguiente paso.

Sin recaer mi peso lo obligo a quitarse hasta la última prenda. Dejando que haga lo mismo conmigo. Rasga mi braga con sus filosas uñas como tantas veces lo hace.

Soy yo la que toma el control, sin dejar de besarlo comienzo a mover mis caderas ante una nula cercanía entre fricción y fricción.

—No seas maldita —deja de besarme al sitúar sus manos en mi espalda, una en la parte baja y otra en la parte alta tras deshacerse de mi sujetador. Los dos completamente desnudos.

—¿Qué quieres Darren? —muerdo mi labio inferior— ¿A mi?

Su mano sube hasta mi nuca, el carmín de sus ojos se intensifica cuando el mismo se unde en mi interior.

—No debiste provocarme mi Ayline.

Le sonrio divertida y comienzo a moverme sobre él, mis uñas aferradas en sus hombros sin controlar el gemido de mis labios.

Odio que se controle demasiado.

Cada vez acelero el ritmo cuando en algún punto lo escucho emitir un gruñido semejante a un jadeo de placer.

No dejo de gemir su nombre y logro lo que quería, él jadea el mio. Con sus manos en mi cintura, con un rápido movimiento cambíamos de posición. Enrredo mis piernas en su cintura y comienza cada embestida frenéticamente.

—Eres mía... mi bonita.

Jadeo al encajar mis uñas en su espalda.

—Soy... tuya —lo beso con torpeza y nos dejamos llevar por la pasión.

(...)

—Es extraño no ser interrumpidos por nadie —le digo al apoyar mi cabeza sobre su pecho, ambos cubiertos por la sábana.

—Ni los malditos mortales saben que estamos aquí.

Emito una risita y me levanto un poco para verlo.

—Lo disfruté mucho Darren—humedezco mis labios al ver la marca en su cuello por mi— pero tenemos que seguir. Nos falta mucho por viajar —le doy un casto beso y me incorporo en la cama con parte de la sábana aferrada a mi cuerpo— Quiero conocer Londres, París o Alemania —salgo de la cama y busco mi ropa— ¿Me acompañas?

Él gruñe y se incorpora en la cama.

—Siempre Ayline —me da la espalda y comienza a vestirse.

Soy más rápida que él al imitar su acción. Cambiada peino mi cabello con mis manos.

—La verdad no importa mucho el lugar mientras esté contigo —le digo en cuanto me siento en la cama y termino por colocarme los botines— ¿Alguna vez te has subido a un avión?

—Ni se te ocurra, somos vampiros y usaremos eso a nuestro favor.

Ruedo los ojos y me pongo de pie. Darren permanece del otro lado de la cama, termina de abrochar el último botón de su camisa.

—Esta bien —rodeo la cama y me acerco a él— Será a tu manera, mi Dary —me volteo en dirección a la puerta.

Tan pronto me detiene del brazo y me obliga a verlo.

—Es Darren.

Le sonrio divertida y me safo de su agarre.

—Es Aylin, no Ayline —me encojo de hombros— acostumbrate mi Dary —recalco su nuevo recurrente apodo— Vamos —me dirijo a la salida.

Él gruñe más escucho sus pasos al seguirme. En todo momento cerca de mi.

#

    D A R R E N
Ayline siempre se sale con la suya. En estos malditos tres meses la he complacido en todo por más patética que sea su idea y más cuando no deja de querer conocer todo el extenso Mundo mortal.

Una ventaja al ser vampiros es que nos toma menos tiempo en llegar a cada lugar. Y apesar de los siglos que tengo, cuando en el pasado ya había estado en ciertas partes de su Mundo, me sorprende el cambio.

Al primer mes regresamos al Castillo, nuestra descendencia al menos no nos ha causado problemas y lideran correctamente. Con sus propias reglas como los nuevos Rey y Reina.

Siempre Ayline le cuesta despedirse de ellos cuando volvemos a irnos y sigue el maldito recorrido. Cada vez comienzo a acostumbrarme nuevamente a su Mundo mortal, cada vez Ayline se alimenta de ellos aunque la mayoría de veces se prefiera nuestra sangre.

—Dary —gruño ante su patética forma de referirse a mi. Tan terca cuando tantas veces le repito simplemente mi nombre— Es hora de irnos.

Es lo que más me molesta.

Dejo de beber de ella y me alejo un poco viendo su rostro.

—Tenemos suficiente tiempo Ayline —esta vez la beso hasta descender por su cuello dejando castos besos.

—Dary...

Mis manos las aferro en su cintura, sobre la sábana que la cubre. Trato de convencerla de lo contrario al volver a sellar mis labios con los suyos.

—Podemos seguir después —me obliga alejarme de ella.

—No —vuelvo a besarla.

—Darren —emite entre el beso.

Gruño, dejo de besarla y coloco mis manos de cada lado de su cabeza sin dejar de verla.

>Es demasiado bonita<

—¿En qué piensas? —se remueve bajo de mi.

Guardo silencio al verla fijamente.

>No, no se lo digas<

Me repito internarmente.

—En ti, en lo nuestro —oculto mis colmillos— Te amo, mi bonita.

Causo esa amplia sonrisa suya.

—Y yo te odio Dary —ríe y se libera de mi al bajar de la cama— Iré a cambiarme.

Gruño al verla dirigirse al baño y encerrarse tras agarrar su ropa.

Bajo de la cama y con velocidad termino de vestirme desviando la vista en ese maldito diario de Derek sobre el buro. Después de tanta insistencia de Ayline, acepté leerlo y en todo este tiempo, lo llevo conmigo.

Mucha información me sorprendió viniendo de él.

Agarro ese malgastado libro y lo observo sin interés cuando cada página ya he leído.

—Darren —giro a verla al escucharla— Ya nos podemos ir —se acerca con su vista fija en el diario— ¿Terminaste de leerlo?

—Si y debería deshacerme de lo único que queda de Derek —se lo entrego— Contiene información del vampirismo, menciona mucho su anhelo de venganza con Victor, con toda la antigua Corte y más con sus hermanos. Además de hablar de su maldita alma —Ayline lo acepta, curiosa lo abre y lo hojea— y si me menciona como a ti. Se arrepiente de haberte usado a ti, a mi descendencia en mi contra ante su maldita venganza por ser una creación del maldito vampiro de quien provengo, pero no le creo sus malditas palabras.

Ayline revisa las últimas páginas.

“Estaba equivocado con la creación de mi hermano. Darren me ha demostrado ser muy diferente a Salvatore. Mi venganza por el odio me ha conllevado a estar en su contra. Por siglos anhele destruirlo cuando reconozco que es un Valentains igual que yo. Ni por la crianza de Estefan Collins, cambia el Linaje al que pertenece. No puedo mentir mientras escribo, él demostró ser un Rey mejor que mi propio hermano cuando en ciertas ocasiones lo veo como esa creación mía que no logré tener con mi amada Mellissa. Conforme con nuestra Elizabeth, más alguna vez mantuve la idea de tener más Descendencia, no vampiresa, un vampiro y a Darren Valentains puedo considerarlo como mi propio hijo”

Deja de leer en voz alta y enfoca la vista en mi.

—Tampoco lo creo, Derek no lo demostró pero nos ayudó con la existencia de Darel y eso jamás lo voy a olvidar —cierra su maldito diario y se acerca a mi— Deberías comenzar a perdonarlo si Derek es tú...

—No, no es nada mio. No soy un Valentains, Ayline. Ni al maldito de Salvatore lo voy considerar como mi creador, si Estefan lo fue para mi.

Ella asiente, deja su mano sobre mi pecho ante una nula cercanía.

Sin embargo, mi descendencia se considera más Valentains y más Darel.

—¿Qué harás con el diario? Es tuyo —gruño y ella se aleja de mi— Tienes que conservarlo.

—Lo haré —maldigo a mis adentros— hasta que encuentre a ese cuervo. Será suyo —agarro su mano— ¿A dónde quieres ir? —cambio de tema.

Ayline vuelve a sonreír.

(...)

—¿Qué hacemos aquí? —maldigo en el momento que entramos a ese lugar. Me arrepiento de acceder antes sus locuras.

—Tengo que lograr el reto de poder probar comida mortal.

—Ya no eres humana Ayline.

Ambos tomamos asiento en una mesa, lo más alejados de los mortales presentes.

—Aunque sea vampiresa puedo lograrlo.

Evito contradecirla y mucho menos le menciono su nombre cuando me ha costado que en ella se desvanezca esa tristeza por su maldita muerte. Eran sus malditas ideas. Las visitas al Castillo son extrañas sin su maldita presencia cuando lo conocía de siglos.

Ayline observa alrededor, aún usa lentes que ocultan el carmín de sus ojos y por tanta insistencia, me convenció de usarlos. Es más fácil ocultar los colmillos al estar rodeados de humanos.

—Deberíamos comenzar a buscar a Dennis.

—No —me recargo en el respaldo del sillón— Darel te pidió no intervenir. Si esa maldita no regresa, es porque no le importa su alma.

—Comienza a aceptar a Dennis. Es la felicidad de nuestro hijo.

—Nunca Ayline.

Guardamos silencio al ver una mortal acercarse a nuestra mesa.

—¡Bienvenidos a Mote Mou! —es patético el nombre como su exagerada emoción. Humanos— Soy Jessica —le entrega una tarjeta a Ayline— estoy aquí para tomar su orden.

—No es necesario —ella se la devuelve—Queremos...

—Nada —respondo.

—Su especialidad, me encantaría probarla —Ayline le contesta ajustando sus lentes.

Esa humana nos observa con evidente curiosidad.

—¡Claro, en un momento regreso! —se da la vuelta, a pocos pasos se detiene y continúa su camino hasta perderla de vista.

—No será tan difícil Dary.

—Sigo prefiriendo tú sangre —le contesto en tono bajo.

—¡Aquí tienen! —gruño ante su interrupción otra vez— Disfrutenla.

Percibo el olor de esas dos copas frente a cada uno. Su color y consistencia. Es sangre.

—No... pedimos esto.

—Son parte del vampirismo ¿no es lo que beben?

Ayline se quita los lentes y la observa fijamente.

—No se reflejan en el espejo —señala detrás de ella. Ayline al darse cuenta, maldice— No son los únicos vampiros que nos visitan, por eso tenemos sangre almacenada. La prioridad de Mote Mou es satisfacer a todos nuestros clientes sin rechazarlos por lo que son—disminuye su emoción— Su existencia fue toda una noticia. Escuchamos sobre una Guerra que afectó a muchos de nosotros. Sobre un vampiro que nos convertía. Al menos no llegó hasta aquí.

Ayline le sonríe mostrando sus colmillos.

—Esa Guerra ya no existe —apoya sus brazos sobre la masa— ¿no nos temes?

—¡Para nada! ¿Necesitan algo más?

—No, ya te puedes ir.

Sin dejar de sonreír, la humana se marcha.

Enseguida me quito los lentes dejándolos sobre la mesa a un lado del diario. Ver su expresión me causa una minúscula sonrisa burlona.

Ayline gruñe.

—Antes no era así. Los humanos no conocíamos la existencia del vampirismo. Lo que somos ya no es un secreto.

—La maldita humanidad ha cambiado Ayline. Nadie borró su memoria —agarro la copa y le doy un trago. Hago una mueca al probarla— Positiva.

—Es una lastima que no tengan sangre negativa como te gusta.

—Por eso en el pasado prefería la tuya —arrastro la copa lejos de mi.

Ayline decide probarla.

—Que asco, su sangre lleva mucho tiempo almacenada.

Me inclino apoyando mis brazos sobre la mesa.

—Tenemos la opción de usar nuestros colmillos. Aquí hay muchos humanos.

Ayline imita mi acción.

—Me gusta tú idea. A la mesera, no me agrada por el mal servicio que nos dio.

Nuestro plan se vuelve muy confidencial. Ambos sonreímos con malicia y ella es la primera en levantarse.

Enseguida la sigo hasta ambos entrar por una puerta sin ser detenidos. Los mortales ajenos a nosotros.

—Ahi estas —encontramos en soledad a esa humana.

—¡Hola! ¿necesitan algo?

—Si, a ti en el menú —Ayline con sus manos en su cintura gira a verme— Me gustó como sonó eso.

—No le causaste miedo pero lo tendrá cuando destroce su garganta y le arranque el corazón.

Sin dejar de ver a la humana logro despertar ese miedo. Retrocede y entre abre sus labios.

—Va a gritar —emite Ayline y con velocidad la alcanzo cubriendo su boca tras empujarla a la pared— Shh, tú sangre nada más. Espero seas deliciosa— Ayline aparece a mi lado, cerca de la mortal.

Compartimos una mirada cómplice y cada uno encaja sus colmillos de cada lado de su cuello sin el mínimo control. Solo con ella puedo compartir a mi víctima.

...

—Creí que no te gustaba matar mortales —le digo en cuanto salimos de ese maldito restaurante.

—No me controlé, culpa lo que soy —pasa por mi lado en cuanto cierro la puerta al estar al exterior— pero descuida, ya no vamos a volver aquí.

—Realmente no me importa si la encuentran y nos culpan —Ayline avanza unos pasos más adelante, la sigo hasta detenerme— Bonita —mi voz la hace detener y darse la vuelta— ¿A dónde quieres ir ahora?

Ella avanza un paso sin ocultar su sonrisa.

—Sin rumbo —extiende su mano en mi dirección y no dudo en aceptarla con tal de estar con ella.

+++

Meses después...

—Ayline, nos invitan al Castillo para una reunión con urgencia —le aviso al tener una nota en mis manos.

Ella deja de beber del mortal aún con vida y se acerca mientras se limpia todo rastro de sangre de su boca.

—Déjame ver —me la arrebata y la lee— Nos la envía Noah ¿a que creés que se deba?

—No tengo la menor idea.

El recado se vuelve cenizas.

Ayline gira a verme.

—¿Creés que Noah este bien? Ha sido un año difícil para él desde que Esteban... dejó de existir.

Y ahí esta esa maldita tristeza en su rostro.

—Siempre hablas con él cuando visitamos el Castillo.

—Lo sé Darren pero creo que no es suficiente. No he cumplido mi palabra, se lo prometí a Esteban —regresa al mortal y borra la marca de su cuello— cada vez que lo veo, me siento culpable. Por Esteban tenemos a Darel, lo hizo por nosotros y su hijo,  perdió a su creador —se pone de pie.

—El maldito ya está con Nohemi y su  creación ya es responsabilidad de todos —acorto la distancia— Iremos al Castillo a averiguarlo —la obligo a acercarse a mi— Ven bonita— la abrazo, escuchando sus sollozos.

Seis meses después...

Después de todo, al maldito de Esteban lograron resucitarlo y no solo a él, incluyendo a su alma y hijo. Cuando no teníamos la menor idea y era un riesgo para Darel. Sin embargo él no lució afectado.

Permanecimos semanas en el Castillo a petición de Ayline más al comprobar la aún existencia de nuestro hijo, nos volvimos a ir aunque constantemente recibimos recados enviados por él.

—Es hora de volver al Castillo —me dice en cuanto la hoja se desvanece— Otra reunión.

—Malditas sorpresas —con mis manos en su cintura me inclino a besar su cuello.

—Dary, no ahora.

—¿Otra vez ese patético apodo? —me alejo de ella. Ayline se voltea con su sonrisa burlona.

—Para mi eres mi Dary.

Gruño

—Al Castillo Aylin —me dirijo a la salida. Nuestra estancia en varias habitaciónes no son duraderas como en cada lugar.

—Espera —aparece frente a mi logrando que me detenga— estaba pensando que hoy sería el día perfecto para que cumplas nuestra apuesta.

—No

—Si, demuéstrame que puedes ser ese Darren tan diferente como me aseguras.

Gruño

—Vas a perder Ayline.

—Ya lo veremos —me da un casto beso—pero antes, necesitamos lucir presentables —señala nuestra ropa con manchas de sangre.

...

Ayline me convenció a recurrir a estos lugares mortales como todas las veces cuando antes prefería arrebatarle la ropa a cada mortal que era mi donante más ahora estoy aquí, con ella a mi lado obteniendo de otra forma más sencilla ropa sin necesidad de un cobro al usar beneficios al ser vampiro.

—Te quedarán muy bien. Elige —me muestra dos camisas, una roja y otra azul marino.

—No, conoces mis gustos.

—Darren, puedes combinar. No siempre tienes que lucir de negro.

La observo fijamente y recuerdo nuestra maldita apuesta.

—Si, bonita. Tienes razón —me esfuerzo en sonreírle y acepto la camisa del tono más oscuro.

Recibo su amplia sonrisa y me dejo llevar por ella para cambiarme.

...

—Eres un sexy vampiro. No te reconozco.

Quiero maldecir y en su lugar, le sonrio.

—¿Ya nos vamos al Castillo? —le pregunto con toda la calma mientras doblo las mangas hasta mis codos.

—Si, mi Dary. Quiero buscar los regalos para todos.

Ambos salimos sin problema de la tienda. A pocos pasos me detengo cuando ella va unos pasos más atrás.

—Bonita —me volteo. Ella se detiene— Aunque regresemos al Castillo, quiero que todos siga como ahora. No nos vamos a quedar cuando nos volveremos a ir para seguir con este rutinario recorrido. Solo nosotros dos —extiendo mi mano hacia ella— Juntos Ayline.

—Siempre Darren —acepta mi mano y acortando la distancia, recibo un intenso beso.

Y espero que así sea.

La conocí como humana, por mi la convertí y ambos somos parte del vampirismo. Cuando tenemos un vínculo ella siendo mi compañera de eternidad.

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N/A:
Lloremos, es hora de despedirme de Darren & Aylin en este extra especial. Siempre serán especiales y jamás los olvidaré.

Me hubiera gustado ser esa humana, les hubiera pedido un autógrafo pero no serlo cuando la hicieron su donante.

Espero haya disfrutado de este extra lo más importante porque su viaje es eterno como ellos.

Tan solo recordar que todo inició con una pregunta curiosa: ¿Creés en los vampiros? Muchas lectoras afirman que si cuando leyeron su historia de principio a fin que se volvió toda una leyenda con un Vínculo Eterno.

Les dejo estas fotos de ellos.



#Darlin 🖤🍷

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