1O: Threads that Break.
JiHyo llego a su casa, camino a la cocina para prepararse un café y bajar el vino que había tomado en casa de Sana. Daniel permanecía en la entrada, sus ojos esquivaron los de la azabache mientras sostenía un sobre grueso y blanco entre las manos. El aire en el comedor estaba cargado con tensión, como con una capa invisible que ninguno de los dos se atrevía a romper. JiHyo, aún con la taza de café entre sus manos, sintió un nudo en la garganta apenas lo vio entrar. Sabía que tarde o temprano llegaría este momento, pero nada la había preparado para la sensación de vacío que le dejó verlo allí, en silencio.
Finalmente, el castaño avanzó sin mirarla, y extendió el sobre. —Aquí están los papeles —dijo, con una frialdad que ella no reconocía en su voz. A pesar de todo, aún había una parte de ella que esperaba que este fuera un malentendido, que en algún rincón él aún quisiera salvar algo de lo que alguna vez fueron. Pero él solo suspiró, como si también estuviera cargando con un peso insoportable—. JiHyo, no tiene sentido seguir así.
Ella tomó el sobre con manos temblorosas, sintiendo el peso que este representaba. Lo miró un instante y luego lo soltó sobre la mesa, evitando mirarlo a los ojos. —¿Así nada más, Daniel? ¿Después de todos estos años? —preguntó con una mezcla de incredulidad y tristeza, su voz temblando con el peso de todas las promesas que se rompían en ese momento.
Daniel se pasó una mano por el cabello, su expresión reflejaba culpa y resignación. —JiHyo, no es tu culpa ni la mía —dijo con voz baja—. Sé que no es lo que esperabas, sé que suena injusto. Pero... ya te dije, no puedo seguir fingiendo.
Las palabras resonaron en ella, pero no trajeron ninguna calma. Solo la hicieron sentir más vulnerable, más expuesta. —¿Fingiendo? —repitió con amargura, mientras la ira se mezclaba en su voz—. ¿Entonces todo esto fue una farsa? ¿Todos estos años, todas esas promesas...? ¿Fingías cada día que estabas conmigo?
Él apretó los labios, como si las palabras le dolieran tanto como a ella. —No, JiHyo. No fue fingir... Fue más bien intentar creer que podía ser alguien que no soy, que podría... cumplir con lo que se esperaba de mí. Pero no puedo cambiar lo que soy.
—Y YunJin... —empezó ella, sintiendo una punzada de dolor—. ¿Pensaste en ella? ¿En lo que esto le hará? —preguntó con el tono endurecido, aunque lo que realmente sentía era tristeza y desesperanza.
Kang asintió, con la mirada baja. —Por supuesto que pensé en YunJin. Ella... ella es lo único en este mundo que realmente hice bien. Jamás le haría daño a propósito, JiHyo. La amo con todo lo que soy, y siempre seré su padre.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe, y ambos se sobresaltaron al ver a la pelinegra, parada en el umbral con los ojos rojos y los puños apretados. —¿Por qué están peleando otra vez? —dijo con la voz quebrada, mirándolos con confusión y enojo.
Daniel se apresuró a acercarse, pero ella levantó una mano, deteniéndolo en seco. —¡No quiero escuchar más de esto! —exclamó, alzando la voz—. ¡No me importa quién tenga la culpa, no me importa nada! Solo... déjenme en paz.
La intensidad en los ojos de YunJin dejó a ambos en silencio, atrapados en una mezcla de vergüenza y arrepentimiento. El castaño extendió una mano hacia ella, intentando acercarse. —YunJin, no quise que... no debiste escuchar esto así. Te prometo que, pase lo que pase, siempre estaré aquí para ti. Nunca me alejaré de tu vida.
YunJin, con lágrimas brillando en sus ojos, lo miró con dolor y decepción. —¿Y eso qué? —respondió con un tono frio —. ¿De qué sirve que estés si nunca estás realmente presente? Siempre estás ocupado, siempre estás en otro mundo... Así que perdóname si no me sirve de consuelo.
Daniel cerró los ojos, como si cada palabra de su hija le doliera físicamente. JiHyo observaba la escena, su propio dolor entremezclado con una tristeza infinita por su hija, a quien ya no sabía cómo consolar. En ese instante, los años de silencio, de secretos, de intentos de sostener algo que no era real, cayeron como una montaña sobre los tres.
—YunJin... —Daniel intentó hablar, pero ella simplemente sacudió la cabeza, dio media vuelta y salió de la habitación, dejando a sus padres con una sensación de vacío que ninguna palabra podía llenar.
Daniel, derrotado, se sentó en una de las sillas, apoyando el rostro entre las manos. Park lo observó un momento en silencio, sintiendo su propio enojo disiparse, dejando solo una tristeza amarga. Sabía que ambos eran responsables de su situación, aunque no en la manera en que imaginaba antes.
—No quiero hacerte daño, JiHyo —dijo él finalmente, con la voz rota—. Ni a ti ni a ella. Intenté... intenté ser el esposo que merecías, el padre que YunJin necesita. Pero... no puedo seguir viviendo en esta mentira. No es justo para ustedes, y no es justo para mí.
JiHyo apretó los labios, asintiendo lentamente, porque aunque cada palabra dolía, sabía que también era la verdad. —Entiendo, Daniel —murmuró, bajando la mirada—. Pero eso no quita el dolor. Y no va a hacer que esto sea fácil.
Daniel asintió, y por un momento, el silencio entre ellos fue casi reconfortante. Dos personas que alguna vez se habían "amado", pero que ahora comprendían que sus caminos debían separarse para poder encontrar alguna paz.
Doble actu pq feliz navidad wuuu
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