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15: Beyond the Limit.

JiHyo cerró la puerta de su casa tras ellas, un gesto automático que no lograba calmar el corazón en su pecho. El aire en la sala estaba impregnado del aroma de madera y vainilla de las velas que había encendido más temprano, pero ahora todo se sentía más denso, cargado con la expectativa de lo que podía pasar.

Sana miró alrededor con curiosidad antes de dejar su bolso en el sofá. —Sin las cosas de Daniel este lugar se ha vuelto más... acogedor —comentó con una sonrisa suave.

—También lo siento así. —respondió la azabache con su voz apenas en un susurro.

Por unos segundos, ambas permanecieron en silencio. La cercanía, que antes les resultaba reconfortante, ahora parecía insoportable, como si el peso de los pensamientos no dichos estuviera a punto de romperlas.

—¿Te sientes bien? —preguntó Minatozaki, dando un paso hacia JiHyo, inclinando ligeramente la cabeza para mirarla a los ojos.

—Sí... bueno, no lo sé. — la azabache rio con nerviosismo, pasándose una mano por el cabello. —Es solo que...

La mayor alzó una ceja, esperando. —¿Qué?

JiHyo respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos. —Esto. Todo esto. Me tiene confundida, pero no quiero detenerme.

Sana sonrió, esa sonrisa suya tan característica que siempre parecía esconder algo más profundo. —Entonces no lo hagas.

La castaña dio un paso más, acortando la distancia entre ellas mientras levantaba una mano para rozarle la mejilla. El simple toque de sus dedos encendió un fuego que Park había intentado ignorar durante demasiado tiempo. Entonces, en lugar de responder, cerró los ojos, inclinándose hacia el contacto.

Sana no esperó más. Sus labios encontraron los de la menor en un beso suave, explorador, que rápidamente hizo que todo el mundo alrededor se desvaneciera. Al principio fue lento, casi inocente, pero había una corriente, un deseo contenido que comenzaba a liberarse.

El temblor de JiHyo la traicionó cuando Sana deslizó su otra mano hasta su cintura, atrayéndola más cerca. Los labios de la nipona se movían con una delicadeza que bordeaba lo tortuoso, marcando un ritmo que poco a poco se volvía más demandante.

JiHyo suspiró contra sus belfos, dejando escapar un sonido que parecía avivar a Sana. El beso se volvió más profundo, sus lenguas encontrándose en un roce que desató un gemido bajo de la azabache. Entonces, la mayor tomó el control, sus manos exploraron con firmeza a su contraria, una subiendo por la curva de la espalda de la coreana, mientras la otra la mantenía pegada a su cuerpo.

El calor entre ellas era innegable. JiHyo sintió cómo sus piernas se debilitaban cuando Minatozaki mordisqueó suavemente su labio inferior antes de volver a besarla, esta vez con una pasión que no dejaba lugar a dudas de lo que ambas deseaban.

Sana la guio hacia el sofá, pero Park se detuvo, llevándose una mano al pecho de la castaña para mirarla a los ojos.

Sus labios estaban hinchados, su respiración agitada. —Sana ... esto es...

—Lo sé —murmuró la mencionada, deslizando los dedos por el cuello de la azabache hasta su clavícula. —Y no tienes que decir nada.

JiHyo no pudo resistirse más. Se aferró a los hombros de Sana y la besó de nuevo, esta vez sin reservas. Las manos de ambas se volvieron más audaces; Minatozaki deslizó una por debajo de la camisa de JiHyo, encontrando la suavidad de su piel, mientras Park se aventuraba a recorrer la cintura de Sana, sintiendo la curva perfecta de su cuerpo bajo las telas.

Cada caricia parecía encender algo más intenso entre ellas. JiHyo jadeó cuando Sana bajó sus labios a su cuello, dejando un rastro de besos cálidos que la hicieron estremecerse. Se arqueó hacia ella y, sus dedos se enredaron en aquel cabello castaño mientras Sana continuaba su exploración con su respiración cálida contra la piel de Park.

—Eres tan hermosa... —susurró Sana, su voz ronca y llena de deseo.

La confesión hizo que JiHyo se perdiera por completo. En un movimiento decidido, la empujó suavemente contra el sofá, ambas cayendo en una maraña de piernas y brazos. Sana rió suavemente, una risa baja y seductora que hizo que el estómago de la coreana diera un vuelco.

La noche se convirtió en un torbellino de caricias, besos y suspiros entrecortados. La ropa desapareció pieza por pieza, cada prenda cayendo al suelo sin que ninguna de las dos notara ni importara. Todo lo que existía en ese momento era el calor de sus cuerpos, el roce de la piel y el eco de sus nombres susurrados al oído.

Cuando finalmente se quedaron quietas, ambas respirando con dificultad, JiHyo estaba acurrucada contra Sana, con su cabeza apoyada en su pecho. Los dedos de Minatozaki trazaban círculos suaves sobre su espalda, calmando las emociones que todavía sentía en su pecho.

—Esto... —comenzó la azabache con su voz suave pero cargada de incertidumbre.

Sana acarició su cabello, dejando un beso en su frente. —Lo sé.

Ninguna sabía qué pasaría después, pero por esa noche, no necesitaban respuestas. Solo necesitaban estar juntas, enredadas en un momento que había cambiado todo.

LA PUSIERON, VIVA... ¿bueno o malo?

4/4

Muchisimas gracias por los 500 seguidores, prometo seguir trayendote más adaptaciones, no dejes de apoyarme, te quiero <33

¿No te la sabes o que jochis?, 15 votos y 10 cometarios y actualizo

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