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Capítulo 4


Un viaje y recuerdos de una perdida...

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El cielo apenas comenzaba a iluminarse cuando Magnus finalmente se adormiló. Alec había estado dormido durante horas mientras el brujo había estado persiguiendo ansiosamente recuerdos y pensamientos hasta que determinó que necesitaba encontrar a Armand Du Plessis de Richelieu y conseguir su ayuda para tratar con Lucía.

En lo que le pareció un segundo, Magnus escuchó que la alarma de Alec se apagaba. Escuchó a Alec reír suavemente mientras él enterraba la cabeza bajo la almohada con un gemido.

-"Prepararé café y te traeré un poco"- dijo Alec, besando el hombro desnudo de Magnus antes de dirigirse a la cocina con Presidente Miau pegado a sus talones.

Magnus se había quedado dormido de nuevo cuando sintió la mano de Alec rozando suavemente su brazo y el delicioso aroma del café recién hecho. ¿Qué había hecho para merecer un compañero como Alec? ¿Qué no estaría dispuesto a hacer para mantenerlo a salvo? Con un profundo suspiro, Magnus se dio la vuelta y se sentó antes de tomar el café que le ofrecía. Alec debió haber sacado la máquina de exprés, porque era su favorito, un café latte.

Alec sonrió ante el gemido de agradecimiento de Magnus y dijo- "Entonces, ¿cuáles son tus planes para hoy?"

Antes de que pudiera responder, el teléfono de Magnus comenzó a sonar y él lo agarró de la mesita de noche. Alec, asumiendo que era relacionado con trabajo, llevó su café al salón para darle algo de privacidad a Magnus.

La respuesta de Magnus fue escueta- "Gran Brujo, Magnus Bane, declara tu asunto"

Una voz entrecortada e infantil le respondió- "Magnus, es esa la manera de saludar a tu hermanita. Ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos, y estoy aquí para cobrar tu juramento. No malgaste el tiempo querido hermano, tic tac, tic tac"- una cacofonía de estridentes carcajadas siguió antes de que la línea se cortara y Magnus arrojó su teléfono contra la pared más cercana.

-"Magnus, ¿estás bien?"- le llamó Alec desde el salón.

-"Sí, cariño, sólo se me cayó el teléfono, en un minuto estoy contigo"- Maldita sea, no podía permitirse perder los estribos así, no si iba a manejar a Lucía y mantener a salvo a Alec. Se puso una bata y fue a reunirse a Alec, mostrando una expresión tranquila en su rostro.

Alec estaba sentado en el sofá, con los pies estirados sobre la otomana y la mano enroscada alrededor de una taza de café negro. Se veía tan feliz y contento que la respiración se le atoró en la garganta mientras lo miraba. El Brujo sabía que daría todo por mantener esa mirada en el hermoso rostro de su marido.

-"Entonces, ¿cuáles son tus planes para el día?"- preguntó Alec de nuevo cuando Magnus se reunió con él en el sofá.

-"Me temo que debo ir a París por unos días"- respondió Magnus sin atreverse a mirar directamente a Alec. No era inusual que Magnus viajara por asuntos de clientes, pero odiaba el hecho de que le estuviera mintiendo a Alec por omisión. ¿Cómo podría hablarle de Lucía, y la promesa, el juramento de sangre en realidad, que había hecho hacía tanto tiempo?

-"Te extrañaré"- dijo Alec dijo mientras rodeaba a Magnus con sus brazos y lo abrazaba fuerte.

Tomó un momento antes de que Magnus se relajara en el abrazo, preocupado por lo que encontraría en Francia y la seguridad de los seres queridos que dejaba atrás- "Por favor, Alexander, prométeme que serás cuidadoso cuando me vaya"- dijo Magnus alejándose para poder mirar a los ojos azules de su esposo. Intentó una vez más contarle a Alec sobre Lucía, advertirle, pero las palabras se congelaron en su garganta y se mantuvo mudo.

-"Siempre tengo cuidado Magnus"- respondió Alec- "Pero pareces un poco apagado, ¿seguro que estás bien?"

-"Estoy bien, solo quiero terminar con este asunto en París para poder volver a casa otra vez. No me gusta irme cuando este asunto de Renwick sigue sin resolverse"- Era lo más parecido a hablar del horrendo incidente que anunciaba el regreso de su media hermana al reino de los mortales.

-"Te mantendré actualizado sobre cualquier progreso que hagamos"- dijo Alec dijo- "Sé que no te gustan las muertes inexplicables de Subterráneos en tu territorio. Ahora mejor voy a prepararme o Izzy me estará presionando"

Poco después, Magnus observó desde la ventana de su piso cómo Alec se marchaba al Instituto, permaneciendo en su lugar hasta que el Cazador de Sombras desapareció de la vista. Sabía que eventualmente tendría que sincerarse, decirle a Alec sobre Lucía y su implicación en el pasado, pero esperaba haber terminado con ella antes de que eso sucediera. Soltando un profundo suspiro, Magnus se apresuró a la habitación para empacar y prepararse para su viaje. Tenía que encontrar a Richelieu, y el lugar para comenzar su búsqueda sería con la actual Gran Brujo de París, Gabrielle Sorciere.

Era media tarde, hora de París, cuando Magnus llegó a su hotel cerca de la catedral de Notre Dame. tenía un par de horas para matar antes de su reunión con el Gran Brujo de París y decidió que un paseo lo ayudaría a tomar una decisión. Sin proponérselo, Magnus se encontró en el Pont Notre-Dame, cerca del lugar donde se había reunido con el joven trovador, Adrien Fiore, todos esos años atrás.

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París 1630 ....

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La mañana siguiente a la Danza Macabra encontró a Magnus caminando por el Pont Notre-Dame con la esperanza de que Adrien aceptara su invitación y lo distrajera de los pensamientos inquietos que habían dejado los entretenimientos la noche anterior. La presentación a su media hermana había sido inquietante, por decir lo menos, y Magnus no deseaba conocerla más.

Mientras estos pensamientos perturbadores recorrían su mente, Magnus había olvidado buscar al joven trovador y se sorprendió gratamente cuando el chico apareció frente a él como por arte de magia.

-"¡Estoy tan feliz de que hayas venido, Adrien!"- dijo Magnus una sonrisa extendiéndose por su hermoso rostro y todos los pensamientos sobre su media hermana desaparecieron de su mente.

-"También me alegro también"- respondió Adrien con una sonrisa tímida.

De repente, un hombre de mediana edad vestido con la librea de un sirviente del cardenal Richelieu se acercó a la pareja y preguntó- "¿Eres Monsieur Fiore?"

Adrien asintió, con una expresión de sorprendida curiosidad en su rostro, mientras esperaba pacientemente a que el sirviente le explicara su asunto.

-"Tengo un mensaje de mi Maestro para el Rey, y esperaba que pudieras llevarlo al palacio cuando regreses. No es urgente"- dijo el hombre con una expresión de esperanza en su rostro que Adrien no tuvo corazón para negarse. El sirviente le entregó al muchacho una nota sellada, se inclinó y se escabulló sin decir una palabra más.

Durante los días siguientes, Magnus pasó todo el tiempo posible con Adrien, disfrutando de París, hablando, riendo y permitiendo que la excitación de una relación en ciernes eclipsara cualquier pensamiento incómodo sobre la Danza Macabra y Lucía. Magnus siempre había sido abierto al amor y rápidamente se encontró más que un poco apegado al tímido y apacible músico. Habían acordado encontrarse en el Pont Notre-Dame esa noche y Magnus esperaba después de una cena romántica llevar su relación al siguiente nivel.

Finalmente, satisfecho con su apariencia, Magnus salió del hotel y se apresuró hacia el puente. Adrien había tenido que tocar para el Rey esa noche, por lo que su cita se había atrasado como consecuencia. Era una noche oscura, la luna y las estrellas oscurecidas por pesadas nubes de tormenta. Cuando Magnus se acercó a su destino, un repentino corte en las nubes permitió a la luna iluminar a un hombre y a una mujer en lo que él pensó que era el abrazo de un amante. Magnus sonrió con la esperanza de que estaría en una situación similar antes de que terminara la noche.

De repente, un grito rompió el aire, un grito que hablaba de un terrible dolor y un gran temor. Magnus se congeló en estado de shock cuando vio al hombre desplomarse en el suelo a los pies de la mujer, y escuchó su estridente y cacofónica risa. Sin el hombre que la ocultara, la pálida luz de la luna le mostró a Magnus el bello rostro de su media hermana antes de girarse y salir corriendo del puente. Casi como en cámara lenta, Magnus se movió hacia la figura caída, algo en si silueta pareció ganar familiaridad a medida que se acercaba y el miedo acumulándose en la boca de su estómago estalló al ver el rostro pálido de Adrien Fiore.

Magnus cayó de rodillas junto al cuerpo, aunque sabía que no había nada que nadie pudiera hacer por el chico ahora. La sangre goteaba de sus ojos, orejas y boca que permanecía abierta en un grito silencioso. Gentilmente, Magnus levantó al muchacho en sus brazos y lo acunó mientras las lágrimas corrían por su rostro.

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Nota:

Ponte Notre Dame: El Pont Notre-Dame es un puente situado en París sobre el río Sena. Fue construido, en su actual diseño, entre 1910 y 1914 aunque el primer puente con ese nombre se remonta al siglo XV, fecha de los eventos que recuerda Magnus.

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Ahora si, espero les haya gustado y nos leemos en la siguiente😘🤗

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