Capítulo 34
Apariciones inesperadas
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El sol de la mañana entrando por la grieta entre las gruesas cortinas de seda gris encontró a Isabelle sentada en el sofá viendo dormir a su sobrino. Bueno, al menos uno de nosotros descansará bien, pensó mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios. El bebé era cautivador, y deseó con todo lo que tenía que el resto de su familia regresara a salvo de Francia.
El bebé comenzó a retorcerse, y abrió sus deslumbrantes ojos azules como gato dejando que su tía supiera que el desayuno era obligatorio. Isabelle se rio suavemente mientras lo levantaba- "Vamos a traerte una botella fresca"- lo arrulló- "Normalmente no le prometería esto a cualquiera, sabes, ¡pero te prometo que nunca tendrás que comer mi comida!"- Isabelle se giró y estaba por salir de la oficina cuando una voz severa detuvo su paso.
-"¡Isabelle Lightwood! ¿Qué diablos está pasando aquí?"
De pie en la puerta, estaba quizás la única mujer que podía intimidar a Izzy y hacerla sentir consciente y a la defensiva, su madre, Maryse Lightwood. La mujer frunció el ceño mientras daba un paso al frente, mirando sorprendida a su hija sosteniendo un bebé recién nacido.
-"M–madre, ¿qué estás haciendo aquí?"- tartamudeó Isabelle.
-"Estoy aquí porque tu hermano no me ha respondido, y quiero saber qué está pasando. Ahora"- respondió Maryse, su voz áspera y fuerte en el silencio de la oficina. El bebé en brazos de Isabelle comenzó a gemir.
Tomando una respiración profunda, Isabelle se acercó a su madre. No había otra opción más que decirle todo, y confiar en que haría lo que fuera necesario para proteger al bebé de cualquier daño, incluso si ese llegaba en forma de la Clave- "Madre, déjame presentarte a tu nieto"- dijo Izzy en voz baja, sosteniendo al bebé hacia ella para que Maryse pudiera ver su oscuro cabello esponjoso y sus ojos azul eléctrico. Observó de cerca cómo los ojos de su madre se ensancharon y un grito ahogado escapó de sus delgados labios.
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Una fuerte explosión de magia carmesí arrancó el cuchillo de la mano del Reaper forzando al demonio a interrumpir su ataque contra Magnus. Aunque, el segundo que Richelieu empleó para salvar a su amigo, le permitió al Brujo con el que había estado luchando darle un certero golpe, haciéndolo caer al suelo.
-"¡Armand!"- exclamó Catarina mientras se alejaba del lado de Alec y enviaba una ráfaga de magia al otro Brujo, que se había estado acercando a Richelieu para verificar que estaba muerto o terminarlo según la situación. Alec nunca había visto a Catarina usar su magia para otra cosa que no fuera la curación, y sabía que era un testimonio de la profundidad de sus sentimientos por Armand que lo haya hecho ahora. La violencia de cualquier tipo era anatema para ella, pero sus amistades eran sagradas.
Clary y Jace, quienes finalmente habían acabado con los Vampiros restantes se apresuraron a dirigir su atención al Brujo, quien estaba luchando por ponerse de pie después del ataque de Catarina. La sanadora se movió rápidamente al lado de Richelieu y cayó de rodillas, rezando para que no fuera demasiado tarde. Sus manos volaron hacia su cuello, buscando el pulso. El alivio la inundó cuando lo sintió, aunque débil y filiforme, y vio que sus párpados comenzaban a abrirse- "Quédate quieto Armand mientras empiezo a curarte"- susurró con dulzura.
Una sonrisa pequeña y tensa apareció en la cara del antiguo Brujo- "No debes desperdiciar tu energía en mí, Catarina, es demasiado tarde, no veré otra mañana"
-"¡Armand, no!"- respondió- "No aceptaré tus diagnósticos, yo soy la sanadora aquí"- su magia se estaba moviendo, identificando todo el daño que había sido hecho durante la feroz lucha. Una sola lágrima corrió por su mejilla cuando su hábil magia comenzó a decirle lo que Armand ya sabía, sus heridas eran terminales.
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Lucía gruñó de dolor y frustración mientras se levantaba cautelosamente del piso. Ella había recibido toda la fuerza de la magia de Magnus y había hecho todo lo que pudo para evitar que el golpe fuera fatal. Si el Reaper no terminaba pronto con su hermano, no estaba segura de poder resistir más. Trasladándose a un lugar más seguro desde donde observar la batalla, vio que el estúpido Cazador de Sombras de Magnus se había unido a él. Tanto mejor, pensó, su Reaper podría matarlos a los dos.
Alec pudo ver que Magnus estaba cansado y volvió a lanzarse a la batalla. Con su espada serafín flameando, apuntó con una feroz cuchillada al demonio abriendo una larga herida en el brazo. El Reaper rugió de dolor golpeando violentamente con su cuchillo, fallando por poco mientras Alec los esquivaba con velocidad. Jace y Clary se unieron a Alec en sus intentos de mantener al Reaper ocupado mientras Magnus encontraba el hechizo que pondría fin a la pelea de una vez por todas.
Una explosión repentina de magia negra estalló desde el final del pasillo. La fuerza de la explosión fue suficiente para derribarlos a todos y hacer que el Reaper se detenga en seco- "¡He visto suficiente!"- rugió una voz áspera en medio de un remolino de humo gris que llenaba esa área desde el suelo hasta el techo. Saliendo del humo y moviéndose hacia ellos estaba Asmodeus, sus largas zancadas reducían la distancia, aunque sus pies no emitían ningún sonido al tocar el suelo. El Príncipe del Infierno se detuvo frente a Magnus, una mirada maliciosa en su hermoso rostro- "Buenas noches, Magnus, que agradable verte de nuevo"
-"No puedo decir que el sentimiento sea mutuo"- respondió Magnus enojado.
-"Vaya, ¿es esa la forma de saludar a tu padre?"- dijo Asmodeus antes de girar hacia la esquina donde Lucía había estado mirando y exigiendo- "Lucía, querida, ven aquí de inmediato"
La mirada rebelde que Lucía le dirigió a Asmodeus indicaba que no tenía intención de obedecer esa orden, pero un leve gesto con el dedo y ella se puso rígida, las manos inmovilizadas a los costados y se movió involuntariamente hacia un lado de Magnus. La expresión de asombro en su rostro hablaba a volúmenes sobre sus sentimientos actuales.
-"Rompiste nuestro acuerdo, Lucía, querida"- dijo Asmodeus en una voz suave y mortal- "Te dije que no enviaras al Reaper contra tu hermano, y ¿con qué me encuentro?"- alzó las manos como sí exhortara a los cielos que le explicaran los caprichos de sus hijos.
-"Pero papá, usó magia de sangre para despojarme de mis poderes, ¿qué otra cosa podía hacer?"- gimió Lucía esperando que esto fuera suficiente para ganarse la simpatía de su padre, debería haberlo sabido.
-"¡Una maldición de sangre, Magnus, demonio astuto, felicitaciones!"- gritó Asmodeus, aplaudiendo en broma- "Realmente no pensé que lo tuvieras en ti. Pero no altera los términos de nuestro acuerdo, Lucia. Estaba muy claro, el Reaper no podía ser enviado contra tu hermano. Así que ahora he venido a recoger el sirviente de mi amo y la deuda que me debes"
Alec, que estaba mirando a Lucía mientras Asmodeus decía eso, se sorprendió al ver una pequeña y cruel sonrisa jugar en sus labios, y eso lo llevó a preguntar con voz tensa- "¿Q–qué te prometió a cambio del Reaper?"
Todos en la habitación parecían contener la respiración, mientras esperaban la respuesta de Asmodeus- "El alma de su hijo, por supuesto"- dijo sonriendo al ver el horror en el rostro de Alec.
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Espero les haya gustado y nos leemos en la siguiente actualización, para el final de la historia 😘🤗
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