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Capítulo 24


La llegada del bebé

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Un chillido espeluznante resonó alrededor de las paredes de piedra de la gran habitación- "¡Sácame esto!"- gimió Lucia cuando otra contracción la atravesó.

Catarina Loss puso los ojos en blanco, '¡vaya ruda es ahora!', pensó, un poco de dolor y todo se derrumba. La sanadora había ayudado a cientos de mujeres mundanas con sus partos, y ninguna había hecho tanto alboroto- "¡Puja!"- le espetó Catarina sintiendo poca simpatía por su exigente paciente.

-"¡Saca a este gusano de mí!"- gruñó Lucía- "¡O yo lo haré"

Normalmente a Catarina no le gustaba usar magia en estas situaciones, prefiriendo que el nacimiento fuera lo más natural posible, pero no podía arriesgarse a que Lucia lastimara al bebé en su desesperación por terminar todo el proceso, así que, con un ligero movimiento de la muñeca, Catarina realizó un hechizo para anestesiarla y luego aumentó las contracciones forzando al bebé a salir unos minutos más tarde. Ella cortó el cordón umbilical y lo llevó a un recipiente con agua tibia para limpiarlo antes de envolverlo con una suave manta alrededor de su pequeño cuerpo.

Catarina sofocó un grito ahogado cuando vio por primera vez los ojos del pequeño. Hermoso azul claro como el de Alec, y con pupilas verticales igual a las de Magnus. Utilizando la más mínima magia, hizo que el bebé durmiera antes de devolvérselo a Lucía, aterrorizada de que ella se diera cuenta de que había sido engañada en el momento en que viera que el niño llevaba la marca de Brujo de su medio hermano.

-"¡Déjame verlo! ¡Déjame verlo!"- exigió Lucía con petulancia. Cuando Catarina colocó al niño cuidadosamente en sus brazos. Unos dedos fuertes arrancaron la manta, ignorando el suave gemido del bebé- "Bien, es perfecto. Ahora llévatelo, estoy cansada"- espetó Lucia mientras empujaba al bebé y la manta desaliñada de vuelta a los brazos de Catarina- "Lleven a la sanadora al cuarto del bebé y luego vuelvan para limpiar mi cama"- dijo hacia los dos vampiros que también estaban presentes.

Catarina los siguió fuera de la habitación y se sintió aliviada cuando la dejaron sola con el bebé. Tomando una respiración profunda, acostó al niño en la cuna mientras preparaba un biberón. El bebé estaba empezando a gimotear suavemente cuando ella lo recogió y se sentó en una cómoda mecedora para su primera comida- "Bueno, pequeño, bienvenido al mundo"- dijo Catarina suavemente- "Haré todo lo que esté a mi alcance para mantenerte alejado del camino de esa horrible mujer y devolverte a tus padres que te aman"

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Durante los siguientes días, Catarina pasó la mayor parte del tiempo en cuarto del bebé atendiéndolo, sólo saliendo mientras él dormía, para familiarizarse con su prisión y las idas y venidas de los demás. Las restricciones mágicas habían sido eliminadas, Lucía supuso, correctamente, que la preocupación por el bienestar del bebé mantendría a Catarina en el lugar casi con la misma seguridad. Los sirvientes de Lucía seguían observando de cerca a la sanadora, pero descubrió que podía dejar la habitación sin ser observada por las mañanas. La afición de Lucía por el deleite nocturno significaba que incluso los sirvientes escaseaban a esa hora del día.

Fue mientras Catarina deambulaba una mañana que descubrió un pequeño pasadizo oculto que conducía a una pesada puerta de madera. A pesar de los mejores esfuerzos de la sanadora, no pudo hacer que la puerta se moviera; ella tendría que usar magia aunque eso aumentaría el riesgo de ser descubierto. Catarina escuchó con atención cualquier sonido que indicara que otros estaban moviéndose antes de forzar la puerta con la mínima magia necesaria. Con un fuerte crujido y gemido, se abrió a una pequeña área cubierta de hierba frente al foso. ¡Esto era, la ruta de escape que había estado buscando!

Tan tentador como era que Catarina huyera, sabía que tendría que esperar. No podía dejar al bebé a merced de Lucía y sus depravados seguidores. Con un profundo suspiro, cerró la puerta a la libertad y regresó a la guardería a tiempo para escuchar los primeros lloriqueos del niño hambriento. La sanadora se movió hacia un costado y se apresuró a preparar la botella. Apenas había logrado levantar al bebé antes de que Lucia entrara violentamente a la habitación.

-"¡No puedes mantener callado a ese niño!"- chilló ella- "¡Estoy intentando dormir!"

El bebé, alarmado por los fuertes y rudos tonos, gritó aún más fuerte y Catarina se apresuró a ponerle un pequeño hechizo para dormir antes de que las cosas se salieran aún más de control. Envolvió una manta suave alrededor del bebé y lo meció suavemente en sus brazos mientras miraba a Lucía- "Manten tu voz baja"- siseó- "Lo asustaste"

-"¿No somos la imagen de madre perfecta?"- dijo Lucía, una cruel sonrisa jugando en su rostro- "Ten cuidado cariño, no olvides que él es mío"- Y, sin decir una palabra más, salió de la habitación.

Catarina lanzó un suspiro, despertó suavemente al bebé y comenzó a alimentarlo- "No es el mejor modo de comenzar la mañana, pequeño, pero no tendrás muchos más como él, si tengo algo que decir al respecto. Tendremos que tener cuidado, sin embargo, Lucía parece tener un sueño bastante ligero"- Catarina no podía obligarse a llamar a Lucía la madre del bebé, incluso si lo había llevado durante nueve meses. Siempre que las cosas estuvieran tan silenciosas mañana, ella tomaría al bebé y saldría de este castillo apartado de la mano de Dios.

La mañana siguiente amaneció oscura y húmeda. 'Vaya suerte', pensó Catarina mientras se vestía apresuradamente antes de alimentar al bebé y envolverlo en cálidas mantas. Silenciosamente, salió de la habitación con el bebé en brazos y se dirigió al pasadizo escondido y luego a la vieja puerta de madera. Catarina sabía que tendría que usar magia para forzar la puerta, era un riesgo, pero no había alternativa. Reunió su fuerza y ​​emitió el hechizo que esperaba que hiciera el truco.

Lentamente, y con un temible chirrido, la gran puerta comenzó a abrirse sobre sus oxidadas bisagras. El bebé comenzó a gimotear por el ruido repentino y fuerte. Catarina se vio obligada a colocar un hechizo para dormir sobre él. 'Por favor, por favor', pensó, 'no permitas que nadie nos haya escuchado'; pero ella estaba comprometida y tan pronto como hubo suficiente espacio, salió del castillo y comenzó a correr.

Catarina había logrado alejarse con su pequeña carga sobre el foso cuando escuchó un llanto espeluznante en la distancia. ¡Oh Dios, no podía ser! Ella no había escuchado ese sonido por siglos. ¡Un rugido de dragón! Desesperadamente, la sanador buscó en los cielos en busca de signos reveladores de fuego y humo, y luego lo vio apresurarse hacia ellos con grandes alas negras esqueléticas; llamas estallando de sus grandes fauces cuando comenzó a rugir.

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A salvo en el Instituto, Magnus se retiró a su oficina y les dijo a los demás que tenía que completar un trabajo urgente antes de reunirse en la oficina de Alec dentro de una hora. La habitación en sí era idéntica a la del desván de Brooklyn, ¿por qué cambiar algo que era un éxito, después de todo? La mano de Magnus se estremeció levemente mientras colocaba el Malefactorum sobre el escritorio. Sabía que estaba a punto de romper todas las leyes del Coven y la Clave, pero Lucía había enviado un demonio Reaper para matar a Alec, y Magnus no lo dejaría sin respuesta.

Hojeando el Malefactorum, Magnus se estremeció ante algunos de los hechizos del viejo y polvoriento volumen. No podía imaginar un más poderoso, si te interesaban los resultados mortales, de todos modos. Pasó rápidamente una serie de desagradables hechizos hasta que llegó al que estaba buscando, Adficio.

Adficio era la palabra latina para drenaje, y el propósito de este hechizo particular era minar a un Brujo de su poder mágico. Era magia de sangre, en el sentido de que requería la sangre de la persona que pretendía afligir, y Magnus podseía un vial con la sangre de Lucía desde que realizó el hechizo para dejarla embarazada.

Magnus se maravilló de la complejidad de las instrucciones y la simplicidad de los ingredientes. Cuan inteligente su padre había sido para crear un hechizo que, si no se invocaba con mucho cuidado, podría volcarse y provocar la muerte del Brujo lo suficientemente necio como para intentarlo. Con habilidad prácticada, mezcló los ingredientes y comenzó la invocación. El último elemento que agregó, justo antes de las últimas palabras, fue la sangre. Sintió la ráfaga de magia en todo su cuerpo mientras el hechizo, perfectamente realizado, comenzaba su trabajo insidioso. Cada pedacito de magia, sin importar cuán grande o pequeña, comenzaría a drenarse de Lucía hasta que no pudiera lanzar el hechizo más simple. El efecto era gradual y, si se usaba poca magia, podría llevar días, pero al final dejaría a Lucía completamente vulnerable, impotente.

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Espero les haya gustado y nos leemos en la siguiente actualización. Que tengan una bonita semana 😘🤗

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