Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Portada 2: La voz del viento | Relato ganador


Este fue el más difícil de los tres, porque fue la portada más popular entre los relatos. ¡Son demasiado talentosos, humanos! ¿Por qué me hacen sufrir así? 

Pero bueno, la historia ganadora es...

.

.

.

.

.

.

.

¡La voz del susurro, de _TheMask!

Aunque no tiene demasiado que ver con la portada aparte del título,  juro que tu relato me puso los pelos de punta. Me sorprendió, ¡felicidades! <3 Puedes mandarme mensaje y reclamar tus premios cuando desees.



I | Hola, Zarek.

No sabe dónde se encuentra, una vez que sus ojos marrones observan la estancia. Todo está impoluto, nada fuera de su lugar, sólo puede ver blanco en casi todas partes. La luz que se cuela por la ventana no calienta, y él da por hecho que está tintada. Intenta levantarse, pero no puede, su cuerpo no responde.

Mira hacia abajo, creyendo que se quedó dormido y le intentaban gastar una broma, pero no había nada a parte de su ropa de esa mañana. Aunque algo se encontraba a la altura de su estómago, quiso tomarlo, pero le dolía el cuerpo demasiado. Le tomó bastante tiempo, pero por fin había logrado tomar ese papel que descansaba sobre su vientre.

"Hola, Zarek".

Bufó internamente, ya que sus últimas fuerzas se habían ido al tomar el absurdo papel, que por supuesto odio al descubrir que su interior no guardaba nada más que una estupidez. No entendía en qué lugar se encontraba, eso lo tenía asumido, pero su cuerpo no tenía miedo y él no pensaba causárselo con sus paranoias.

Zarek, recuérdame.

Tragó saliva, a la par que fruncía el ceño, al escuchar esa voz susurrando en su oído. Poco a poco movió su rostro hacia su izquierda, queriendo gritar al ver un rostro de chica con ojos amarillos. Parpadeó, un único segundo, y esa chica ya no estaba allí. Quiso recordar cómo era, pero sus ojos se habían apoderado de la atención de él, y ya no podría descubrir más.

▽ ▽ ▽

Cuando sus ojos se volvieron a abrir, se sintió muy mareado, y volvía a estar en aquel lugar blanco. Quería levantarse, destruir todo hasta dejarlo con algún color, pero allí no había nada para poder pintar. Y tampoco podía hacerlo, su cuerpo seguía sin responder, estaba tumbado en aquella cama blanquecina con una suave manta que cosquilleaba las palmas de sus manos.

Con la mano derecha tocó algo sobre el pelo de la manta, y extrañado, logró tomarlo con su mano sin que este cayera. Lo acercó a su rostro, dejándolo a la distancia que mejor soportaba por la falta de fuerza, y pudo ver una cartulina de color rojo con forma de corazón. Tenía una pestaña, y al tirar de ella, algo espeso cayó sobre su rostro. Necesitaba gritar, saltar, entender que estaba ocurriendo y volver a casa.

Zarek, yo te ayudo, como tú me ayudaste.

Sintió que le liberaban de forma ligera de aquella viscosidad, pero cuando volvió a ver, los ojos amarillos le saludaron mientras la lengua de la chica tenía sangre. Abrió los ojos como platos, queriendo huir más que nunca, pero la chica sólo supo sonreír de forma macabra. Se alejó de él, y en otro parpadeó, supo que habría desaparecido. Pero no fue así, sólo tomó un papel, y lo dejó en el suelo.

Otro parpadeo y ella volvió a desaparecer. Su cuerpo gritaba que huyera, pero su mente le decía que encontrase las fuerzas para lograr agarrar aquel papel. Y le hizo caso, le tomó demasiado tiempo, no recuerda cuanto porque la oscuridad no le dejó ver como lo cumplía.

II | El cuchillo.

Sus ojos se abrieron como platos cuando notó que alguien tocaba sus piernas. Elevó su cabeza como pudo, y vio una cabellera oscura acariciando su piel. Lo hacía con lentitud, como si temiera dañar al chico, pero eso sólo le causaba escalofríos. Una risa muy baja se escuchó.

Sigues respondiendo a mis caricias, Zarek.

Quería entenderlo. Buscaba respuestas en lo más recóndito de su mente, pero nada había en una mente vacía como la suya. No, él no sabía nada de lo anterior, y le asustó saber que parecía tener una vida vacía sin nada antes de aquel momento. Empezó a temer, no recordaba sus apellidos. Olvidó todo lo que creía recordar, y en su desespero logró gritar, asustando a la joven que sonreía mientras le miraba.

Parpadeó, al sentir agua en sus ojos, y otro papel descansaba en su frente esta vez. Lo tomó sin dificultad, tenía más fuerzas ahora, y agradecía que aquella chica no se encontrase acariciándole. Quiso destruir el papel al leerlo, pero su mente gritó que no lo hiciera, y volvieron las ganas de levantarse y tomar ese papel que ella había dejado anteriormente. Supuso que lo dejó ayer, antes de que él cayera inconsciente por alguna razón.

"El cuchillo empezó a trazar líneas finas sobre su vientre plano".

Un escalofrío recorrió su espina dorsal, y una leve imagen llegó a su mente tras leer aquella frase. Se imaginó aquello con tanta nitidez que incluso le alarmó, ¿es qué lo había visto antes? No lo sabía, no recordaba, y cada vez le era más difícil no desesperarse. La frase se repetía en susurros, con la voz baja de la chica que lo acariciaba, y quiso comprender porque lo hacía con esa voz.

Era verdad, no recordaba ninguna voz más, ni siquiera la suya propia.

▽ ▽ ▽

Escuchó susurros. Le despertaron. Sus ojos buscaron lo que ocurría, pero era mentira, no había nadie allí. No entendía lo que decían esas voces, pero sus ojos se enfocaron en su mano ocupada. El color rojo llenaba la estancia sin ningún temor, sabiendo que todo aquello le estaba gustando, y vio unos ojos amarillos que lo miraban mientras volvía a hundir el cuchillo sobre las carnes de ella.

▽ ▽ ▽

Gritó tan fuerte cuando logró despertar de la pesadilla, que no se dio cuenta de que había logrado enderezarse hasta quedar sentado sobre la suave cama. Necesitó tiempo largo para volver a estabilizarse, porque aún tenía el corazón desbocado y un extraño buen sabor de boca. Pudo ver sus manos que estaban bien, y ya no supo qué debía hacer.

Sentía que algo le estaba comiendo por dentro, que algo se apresaba en su cabeza, y que el sudor empezaba a bajar por su frente. Sintió poco después un paño sobre su rostro, tan frío que le hizo soltar un gruñido de placer. Su cuerpo estaba encendido, ardía de forma inexplicable, y alejó el paño cuando en su cabeza el sueño volvió a reproducirse.

Su vista se tornó borrosa, sin entender cómo, mientras olía un perfume familiar que lo embargó en su pesadilla nuevamente.

III | El mejor regalo.

Empezó a sonreír de forma tan amplía que quiso correr hacia su madre mientras reía por lo que había logrado. Su madre estaría orgullosa, ella tenía el pelo como su princesa, aunque los ojos amarillos no distinguían de quién eran. Se levantó sintiendo con orgullo como había cometido su misión, la que su madre le susurró antes de dejarle solo por un tiempo.

Ahora que él había cumplido, podría volver a verla sonreír mientras cortaba todo aquello que preparaba para que él comiera cada noche. No solía comer mucho, pero su cena era de las más exquisitas, y odiaba que la gente de clase no le comprendiera. Su maestra le había mirado con miedo, y luego había corrido. Poco después su madre llegó a por él, y le llevó a su sitio favorito, aunque le hiciera daño.

Era su madre, y el cariño se sentía como cuando él tocó el corazón de quien más le importaba.

▽ ▽ ▽

Sus ojos estaban llenos de lágrimas, intentó gritar pero no pudo, el vómito salió de lo más profundo de su estómago y se agarró el pecho mientras quería olvidar, esas imágenes lo habían llevado a un sentimiento tan satisfactorio que temía que aquello fuera real. Sus carnes aún sentían el sueño, estaba claro, pero necesitaba alejar ese sentir o pensaba que se volvería loco.

Una mano se posó sobre su hombro, y de un salto se puso de pie, pero no pudo descubrir quién había sido. Su cuerpo aún temblaba, y cuando reconoció que estaba de pie, corrió hasta el papel que ella había dejado en el suelo. Era una cartulina arrugada como papel, y el color rojo oscuro estaba tan presente que quiso tirarlo lejos al recordar su pesadilla.

"Cuando su corazón ensangrentado tocó mis manos, quise besarla por haberme dado el mejor regalo".

Tiró el papel mientras gritaba, mientras miles de imágenes se arremolinaban en su mente, queriendo enseñarle lo que ocurría. Pero nada pasaba, no podía soportarlo, decidió que lo mejor era ignorar y buscar a aquella chica. Y gritó, llamó a la chica de ojos amarillos, y se sorprendió al escuchar su ronca y pastosa voz. Definitivamente debía beber agua, tenía que tranquilizarse y no perder los nervios.

Zarek, tienes que recordarme, prometiste hacerlo mientras cumplías tu misión.

Volvió aquella voz, susurraba de nuevo mil cosas que no lograba entender, creía que podían ser reclamos, pero no estaba seguro, sólo quería dormir un rato más.

▽ ▽ ▽

Abrió los ojos con tanta lentitud que cualquiera pensaría que estaba drogado. Se sentía así. Drogado entre estancias blancas y pesadillas ensangrentadas. Sintió una presión en el pecho que lo incitaba a levantarse y huir, como cuando despertó ya olvidando lo anterior, pero sin estar seguro de lo que pudo olvidar. Él no había hecho nada malo, no necesitaba recordar, ¿no?

Sus ojos proyectaron la ventana, que estaba dejando pasar unos rayos blancos, dándole a entender que la luna estaba mirándole y acusándole por lo que hizo. El miedo se apoderó, gritó y pidió perdón mas no sabía porque lo estaba haciendo.

IV | Zarek, mataste.

Su novia estaba tirada en el suelo. Había dejado de respirar luego de tomar el veneno que él había dejado sobre su comida lentamente. Su madre le decía a la distancia, en su mente, que debía hacerlo o no podría unirse a ella nunca más. Tenía razón, debía entregar algo más fuerte que puros animales estúpidos que no sabían ni sangrar. Pero Norie, su bella princesa, si sabía sangrar. Y sus deseos se cumplieron.

El cuchillo empezó a trazar líneas finas sobre su vientre plano, guiado por sus manos ansiosas y la sonrisa amplia. Lo hacía con cuidado, porque aunque sabía que no podía sufrir ya, necesitaba cuidarla en un proceso tan importante. Cuando su corazón ensangrentado tocó las manos del muchacho, quiso besarla por haberle dado el mejor regalo, y así lo hizo. Tomó su alma en aquel órgano, y lo llevó con su madre. Ella reía en su mente, le decía que era buen chico, y él le preguntó que cuándo podría dárselo.

—Zarek, te espero en tu lugar favorito, donde tú y yo lo pasábamos en grande.

El chico, teniendo ya 19 años, corrió como niño pequeño hasta el sótano. Se encerró en aquel cuarto blanquecino, que se volvía rojo cuando su madre practicaba en él pequeñas heridas. Le dolían mucho, pero estaba feliz, porque su madre le decía que el cariño se demostraba así. Cuando creció, supo que el amor que tenía era muy grande, aunque le hizo más daño del habitual y quiso poner en práctica todo aquello con su novia.

Su madre nunca le había sacado el corazón, porque ella le quería mucho y eso lo dejó para cuando cumpliera su misión, que era darle el corazón de un alma tan buena como su madre. Además la chica era igual a su madre, con ojos marrones y pelo amarillo claro. Anduvo hasta la cama de la habitación, pero se encontró con la peor de las imágenes.

Había un vacío, no había nadie, y su mente colapsó furioso porque su madre le mintió. Gritó que si no le quería, que porque lo había abandonado, pero su voz siempre estaba en su cabeza. Se meció en el rincón, mientras la chica de ojos amarillos se acercó sonriendo macabramente.

"Zarek, mataste a tu madre y a tu novia. Ninguna de ellas existen, así que, ¿por qué dices que ellas te susurran si estás muerto?".


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro