Dante

Abrazo la almohada mientras veo por la ventana acostado en la cama.

Cuando vi mi móvil, silenciado en ese momento y ahora, encontré mensajes suyos.

"¿Dónde te has metido, Dante?"

"¿Estás bien?"

"Responde, por favor. Estoy preocupado. ¿Dónde estás?"

"Dante, ha pasado más de una hora. Me voy de aquí. Espero que estés bien"

Más de 20 llamadas perdidas suyas.

Suspiro y siento ese dolor en el pecho de nuevo.

Tapo mi cuerpo con la sábana y sigo allí abrazando la almohada hasta que mis ojos se van cerrando, pero escucho unos pasos en el pasillo.

La puerta se abre y no muevo ni un músculo.

Cierra la puerta y empieza a hablarme.

—Dante, ¿por qué no has respondido mis mensajes? —no respondo. Cierro mis ojos con fuerza intentando no llorar—. Dante, te estoy hablando. Estaba preocupado.

No digo nada.

Se acerca a mí y abro los ojos.

—¿Háblame tal vez? —dice e intenta tocar mi brazo.

—No me toques, Damiano.

Frunce el ceño y soy fuerte para no llorar en ese momento.

—Te fuiste con ella y hundiste tu polla en esa chica. Ve con ella. Corre —digo molesto y él suspira.

—Lo siento —dice e intenta tocarme de nuevo.

—Y yo pensando que estabas solo conmigo y con Ethan. Estaba muy equivocado —muerdo mi labio inferior controlando las lágrimas—. Te fuiste y luego, cuando vengo para verte, besas a una chica delante de mis narices como si yo estuviera en tu casa haciendo cualquier cosa. Estaba delante de ti, Damiano.

—Mis experiencias han aumentado, Dante...

—No necesito que me cuentes ahora lo que haces con tu vida —lo interrumpo y suspiro. Una lágrima aparece y la seco rápidamente—. Podrías hacerlo cuando yo no estuviera delante. Me has hecho daño. Tal vez para ti todo ha sido un aquí te beso, te toco y adiós. Pero para nosotros no ha sido eso. Tú eras el único que pensaba de manera distinta.

—¿Por qué dices eso sin ni siquiera saber lo que yo sentí con vosotros? —miro a mi amigo y me escondo bajo la sábana llorando en silencio.

No quiero que me vea así.

—Con vosotros es algo a otro nivel, Dante. Tenemos una relación muy bonita. Confiamos en los tres. Nos contamos muchas cosas. Reímos en la cama. Nos besamos estando felices. Lloramos juntos. Estamos ahí para ayudarnos entre nosotros. Nos conocemos.

—¿Y con todas esas personas no eres así? —pregunto secando mis lágrimas.

—Solo son besos y algo de sexo —veo a Damiano. Toca su pelo y suspira—. Estoy muy necesitado, lo sé. Claro que lo sé. Pero oye, es mi vida y he elegido seguir este camino.

Intenta tocarme y esta vez lo consigue acariciando mi mejilla.

—Esto es nada comparado con lo que teníamos los tres. Esto se resume a un lío de unas horas o de unos pocos de días y se acabó.

Esto me recuerda a cuando era más joven. Me liaba con chicos en las discotecas porque era algo que me gustaba. Besos y poco más.

Pero lo disfrutaba porque seguía con mi sexualidad.

Disfrutando de lo que la vida me había regalado. Pasar buenos momentos y disfrutarlos al máximo.

Se separa de mí y veo que camina hacia el baño. Se encierra allí y escucho el agua de la ducha segundos después.

Abrazo el cojín y cojo aire.

Me ha explicado lo que hace, pero me duele porque he visto como se liaba con una chica delante de mí.

Al menos debería de haber hecho eso cuando yo no estaba delante.

Suspiro y poco tiempo después abre la puerta del baño.

Viste una camiseta blanca y unos pantalones deportivos.

Su pelo está mojado, pero ni le importa.

Se sienta en la cama y mueve un poco su cabello.

Me ve mirándolo y aparto la mirada.

—Me iré a dormir al sofá —dice y pongo una mano en su pierna impidiendo que se levante.

—Quédate. Duerme aquí —digo y él sonríe un poco.

Sus dedos tocan mi pelo.

—Espero que lo entiendas —dice casi susurrando.

—No te voy a obligar a que pares con esto. Es tu vida, Damiano —explico mientras mueve sus dedos por mi cabeza—. Solo te pido respeto.

A los cinco minutos su pelo está bastante seco y se acuesta en la cama.

Está lejos de mí, pero yo acorto la distancia.

Con cuidado apoyo mi cabeza en su pecho y ambos suspiramos casi a la vez.

Sonrío un poco ocultando mis lágrimas.

Estamos en la oscuridad iluminada por la luna.

—¿Te puedo preguntar algo? —digo y él coloca una mano en mi cadera abrazándome un poco.

—Adelante.

—¿Usas preservativo siempre? —pregunto y ríe.

—Claro que sí. Sé lo que tengo que hacer. No quiero que me transmitan nada si tienen algo y tampoco quiero embarazos no deseados.

Asiento.

—¿Seguro que no me has pegado nada desde que he llegado? —le pregunto y él ríe acariciando mi cadera.

—Dante, ¿qué parte de uso preservativo siempre no entiendes? Además, siempre me lavo mucho las manos después de tocar los genitales de alguien.

Suspiro y me quedo pensando.

Quiero saber más.

—¿Lo hiciste con esa chica hoy? —le pregunto viéndolo. Asiente sonriendo un poco—. ¿Y cómo fue?

Me ve confundido y oculto una sonrisa tímida.

—¿Nunca lo has hecho con una mujer? —pregunta y no respondo. Él sonríe—. Estar con una mujer es una de las maravillas del mundo.

—Yo ya tengo una maravilla en mi casa —ambos reímos y abrazo un poco su cuerpo mientras oigo sus palabras.

—Las mujeres son muy hermosas. Son como un ser de otro mundo —coge aire y lo suelta mirando el techo—. Definitivamente es un ser de otro mundo. Es muy hermosa cuando sonríe.

¿Qué acaba de decir?

Me incorporo un poco viendo a mi amigo.

—Damiano, tienes a alguien —confirmo muy seguro de lo que digo—. Estás enamorado.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

—Estabas hablando en plural y ahora en singular. ¡Estás hablando de una chica en concreto!

Suspira y gira su cuerpo, quedando boca abajo. Está escondiendo su rostro en la almohada.

¿Damiano ha encontrado su amor y lo está ocultando?

•••

****

Holaaa.

¿Qué le ha pasado a Damiano?

Tiene pinta de que anda enamorado o que algún día lo estuvo.

¿Qué opináis?

Damiano ha tenido una lista enorme de personas con las que tuvo muchas experencias.

Seguro que nos contará todo esto en algún capítulo y, sí o sí, en su libro jeje.

Espero que os haya gustado este nuevo capítulo.

¡Nos vemos!