58
Dante
Cuando entro en la discoteca, no veo a Damiano ni a Davinia.
Sé a dónde se han ido.
Cojo aire y me siento en un sofá viendo a toda la gente que hay allí.
Me abrazo a mí mismo mientras varias chicas me miran con deseo.
Una se acerca a mí.
Antes de que acuda a mí, paso una mano por mis ojos.
—Hola. ¿Cómo te llamas, guapo? —me pregunta la chica de pechos grandes.
—Dante.
—¿Y qué haces aquí solito? —suspiro y veo mis manos.
—Vine con un amigo y se ha ido —digo y ella sonríe.
—Seguro que se ha ido a follar con alguna. Podrías hacer lo mismo —dice sonriendo de una manera pícara—. Yo estoy libre. Podemos tener algún buen momento.
—No, gracias.
Toco mi pierna y suspiro.
—¿Por qué me rechazas? Estoy buenísima y me rechazas —me mira con asco y se aleja de mí mientras alza la voz—. Si vienes y no vas a follar, ¡no sé qué estás haciendo aquí!
Habla con asco antes de irse.
Necesito irme de aquí.
Paseo por las calles. En algunas hay gente y en otras camino yo solo.
Veo los locales cerrados, pero hay otros que están abiertos.
Su apertura es de 24 horas.
Entro en una cafetería y leo un tablero en el que se lee las especialidades de este establecimiento y también su precio.
—Hola. ¿Qué te pongo? —dice una mujer detrás de la barra.
—Dos arepas de pollo, unas cuantas empanadas de distintos sabores y un poco de dulce de leche, por favor —digo mientras la boca se me hace agua al decir todo lo que quiero—. Para llevar.
La mujer asiente y se va a la cocina.
Soy el único cliente.
Camino por la cafetería mientras veo los cuadros en la pared.
Es una familia venezolana que se ha mudado aquí, a Villa del Parque, hace unos nueve años.
Han tenido más momentos felices en Argentina que en su país de origen.
Parece que allí tuvieron problemas económicos y sociales.
En una carta leo que la gente se metía con ellos porque eran distintos, más risueños que los demás y con otra mentalidad.
Son una familia numerosa llena de amor y alegría.
Veo la bandera de Venezuela y sonrío.
—Aquí tienes tu pedido —dice la mujer y me acerco a la barra.
Pago y ella ve las monedas que le he dado.
—Lo que has pedido no es tan caro —dice y me encojo de hombros sonriendo mientras camino con la bolsa de cartón hacia la salida.
—Quédate con el dinero. ¡Que tengas una bonita noche!
Salgo de allí y me quedo parado en la calle pensando donde está la casa de los David.
Lo recuerdo pensando unos segundos y comienzo a caminar hacia allí.
Diez minutos después llego a la casa y entro sorprendido porque a estas horas la puerta está abierta.
Dejo la bolsa en la mesa de la cocina y cojo un plato, un vaso y una botella de agua.
Rosa aparece con un libro en las manos. Me mira con una sonrisa.
—Has vuelto, Dante —dice y se sienta delante de mí—. ¿Y Damiano?
Suspiro y me encojo de hombros.
—No puede ser —dice molesta llevándose una mano a la frente—. Dante, lo siento.
—Ethan y yo éramos un juego como todos los demás —digo sacando mi comida de la bolsa de cartón.
—Lo siento mucho. Pensé que se controlaría estando delante de ti —dice triste y sonrío un poco ocultando mi decepción—. Damiano ha cambiado. No era así en Italia. Me habla bastante sobre lo que hace, pero no con detalles. Sé que no me cuenta todo, pero una madre se entera de todo.
Empiezo a comer mientras la escucho.
—Abandonamos Italia y comenzó a quedar con muchas personas de todos los lugares a donde hemos ido. Con solo una finalidad: tener un lío y acabar teniendo sexo. Siendo chicos o chicas. A él no le importa el género.
—¿Jacopo ha hecho lo mismo? —ella niega.
—Ha intentado tener algo con alguien, pero nunca conseguía nada hasta que apareció Maca. Está con ella ahora y es muy feliz. No sé si estoy preparada para una boda o un embarazo.
Reímos y comparto mi comida con ella.
Al principio se niega, pero luego acepta.
—La vida sexual de Damiano es muy activa. Nunca fue así de activa. No sé qué le está pasando aquí, en Latinoamérica. Mi hijo no era así antes. No sé qué le pasa.
Asiento escuchándola.
Recuerdo que mi amigo nos contaba a todos que no se había acostado con nadie desde hace meses.
Todos sabíamos que era verdad.
Damiano solo estaba con Ethan y conmigo, pero parece que ahora disfruta con otras personas.
—No somos nada, Rosa. Solo quedábamos los tres para tener algún encuentro, yo diría muchos. Era puro entretenimiento que disfrutábamos siempre —suspiro y controlo mis lágrimas—. Y hoy lo vi besándose con una de sus amigas delante de mí. Me dolió mucho.
Rosa sonríe un poco y acaricia mi mano.
—Estoy segura de que duele. Pensaste que erais especiales para él.
—Pero somos del montón. Solo somos un entretenimiento como los tantos que ha tenido desde que se mudó.
Varias lágrimas aparecen y las seco rápido.
Me siento dolido, pero sé que esto no tiene sentido.
Dante, todo era un entretenimiento.
Damiano solo buscaba diversión donde no la encontraba.
•••
****
¡Hola!
Rosa nos da más información sobre lo que ha estado haciendo su hijo desde que se fue de Italia.
Damiano ha tenido mucha acción en Latinoamérica y no creo que haya parado.
Ya lo vimos con Davinia y pufff hay muchas más personas antes que ella.
Dante se siente mal por todo esto. Hay que darle amorcito.
¿Queréis saber más sobre lo que estuvo haciendo Damiano?
Ayer Ethan publicó unas fotos muy bonitas jeje. Son para Dante, ya lo sabemos todas.
Me sorprendió muchísimo al ver que muchas de mis lectoras se acordaron de mí al instante cuando vieron estas fotos. Me han enviado mensajes hablando sobre Ethan y Dante.
Gracias por esto. En serio. Tal vez os parece que es una tontería que os acordéis de mi yo escritora, pero para mí significa muchísimo y me habéis hecho muy feliz.
Me encanta llegar a casa y encontrar muchas notificaciones vuestras en Instagram y en Wattpad.
Muchas gracias por vuestro inmenso apoyo y amor. Me hacéis muy muuuuuy feliz.
Espero que os haya gustado este capítulo, bellas.
¡Nos vemos!
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