—Dante, te necesito —digo mientras el chico más hermoso que existe está acostado en el sofá de nuestra casa.

—¿Y cómo me necesitas? —me pregunta. Él sabe perfectamente a qué me refiero.

—Shhh y déjame tenerte en mis manos.

Acaricio su labio inferior con mi pulgar y él sonríe teniéndome muy cerca de su cuerpo.

Bajo un poco más y nuestros cuerpos se tocan.

—¿Podemos repetirlo en el sofá? —me pregunta y siento sus manos aflojando la toalla que tengo en mi cintura.

—¿Así que te gustó hacerlo aquí? —le pregunto y él asiente mientras ve como mi toalla se cae.

—Me encanta cuando tu pelo está recogido —dice tocando pequeños mechones que están en mi frente.

Sonrío y me aleja de él. Se levanta y coge una manta de color azul oscuro.

Cuando se gira, me come con la mirada.

—¿Qué pasa? —le pregunto con una sonrisa mientras está colocando la manta sobre el sofá.

La famosa manta que colocamos en el sofá cuando vamos a hacer algo.

No queremos manchar nada.

Es un lugar público donde se sientan y pasan el tiempo nuestros invitados.

Una vez colocada, se acerca a mí y coloca una mano en mi cuello acariciándolo mientras con la otra toca un poco mi miembro ya erecto. Besa mis labios sonriendo y muevo mis caderas en círculos lentamente para tener mayores y mejores sensaciones.

—Te miraba porque eres muy hermoso y muy grande —dice cerca de mis labios y pone su mano en mi nuca. Tira más de mi cuello acercándome a él mientras me besa de nuevo.

Al final va a ser él el que me necesita más a mí.

Se acerca más a mi cuerpo, haciéndome retroceder hasta que me acuesta en el sofá.

—¿Te gusta que sea así de grande? —le pregunto y mi voz es bastante sensual. Él sonríe después de temblar un poco por culpa de la excitación y de mi voz.

—Me encanta.

Se deshace de su toalla y sube demasiado por mi cuerpo.

Río y acaricio sus caderas.

—¿A dónde vas? —le pregunto riendo y él sonríe.

—Baja un poco más. Bueno, baja bastante —dice estando algo más arriba de mi pecho.

Hago lo que dice y paso la lengua por mis labios.

Lo tengo delante de mi rostro.

—Nueva posición —comento antes de empezar con mi trabajo mientras él sonríe ocultando su risa.

Toco su miembro mientras oigo a mi novio gemir poco a poco.

Después de tocarlo, paso la punta por mis labios dejando besos sonoros y más de una vez paso mi lengua de manera juguetona por esta zona.

Dante no para de gemir cada vez más alto.

Me encanta.

Mis labios pasan a estar en uno de sus muslos. Beso esta parte de su cuerpo con calma mientras oigo como me pide que continúe tocándolo, pero eso tiene que esperar.

Mi lengua aparece recorriendo su muslo y su ingle de la manera más lenta.

Dante no está ni un segundo callado.

Eso me encanta.

Puedo oír sus jadeos y sus gemidos.

—¿Te gusta? —le pregunto y él asiente.

Con una mano dirige mi cabeza a su miembro.

Río.

Tiene prisa y muchas ganas de seguir sintiendo placer.

Es en ese momento cuando lo introduzco en mi boca ganándome un dulce gemido que me vuelve más loco.

Mi lengua pasa por la punta y Dante comienza a gemir alto.

Veo su rostro. Tiene los ojos cerrados mientras sus brazos descansan en el brazo del sofá.

Mueve un poco sus caderas en círculos sin ahogarme con su miembro.

Gime más alto rápidamente y dice algo que me deja muy sorprendido mientras alcanza su orgasmo.

—Damiano —gime y se vacía en mi boca.

Se escucha a sí mismo y se sienta en mi abdomen mientras trago su semen.

—¿Qué has dicho? —digo acariciando sus piernas abiertas. Él me ve con miedo—. Hace tiempo que no decías su nombre mientras teníamos estos encuentros. No sabemos nada de él.

—Lo siento —dice y se pone más nervioso.

Sonrío y busco sus labios para poder besarlo.

Nos besamos y él succiona mi labio inferior queriendo saborear mejor su propio sabor.

—Lo siento por decir su nombre.

—No será la última vez que lo oiga —digo acariciando su mejilla—. Ojalá estuviera aquí. Ojalá seguir con lo que dejamos hace años.

Suspira y juega con mis dedos.

—Ojalá.

—¿Sabes algo de él? —pregunto ilusionado con una sonrisa en mi rostro.

Damiano se ha ido con su familia a otro país después del ataque de Nelson. Casi mata a nuestro amigo.

No sé nada de él desde hace 2 años y me da la sensación de que Dante sabe algo.

Nunca se pone nervioso así como así cuando gime el nombre de nuestro amigo.

—Dante, ven aquí —digo y lo acuesto en el sofá colocándome encima de él mientras lo abrazo con un brazo.

Me mira inseguro y se lleva un dedo a sus labios.

—Sabes algo sobre él —confirmo y él suspira colocando sus manos en mi cuello.

—Mañana me voy a Argentina —dice mirándome a los ojos—. Está allí, Ethan.

Grito y él se ríe al ver mi reacción.

Ambos lloramos en silencio al sentir esta gran ilusión y emoción.

¡Por eso me dijo ayer que iba a coger unos días de vacaciones!

Abrazo a mi chico mientras acaricia la parte superior de mi espalda.

—Es un secreto —dice y besa mi cabeza—. Te pido que no se lo digas a nadie. Solo quiere que lo sepa yo.

¿Por qué Damiano quiere mantener esto en secreto?

—Te llevaré al aeropuerto y te esperaré cuando regreses —digo y él me abraza más fuerte—. Ya me contarás como está.

Asiente y grito de nuevo ilusionado abrazando a mi chico mientras beso su rostro muchas veces.

Dante se ríe al escucharme y besa mis labios muy feliz.

¡Damiano, espero verte pronto!

•••

****

Holaaa de nuevo.

Sé que necesitábamos una escena hot entre estos dos urgentemente.

Este libro se resume en calentura y lindura JAJAJAJA.

Ethan ya sabe que Dante se va a ir y está súper ilusionado.

Me lo imagino y grito jeje. Es que este chico es muy lindooo.

Espero que os haya gustado este capítulo.

Queda menos para ver a Damiano AHHHHH.

¡Nos vemos!