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Agarro la mano de Dante con fuerza mientras caminamos a nuestro próximo destino.
Hemos contratado el servicio de un establecimiento por unas horas y allí celebraremos la graduación en familia y con amigos.
Caminamos mientras varios paparazzis nos persiguen atacándonos con los flashes y con varias preguntas, las cuales no respondemos.
Dante me mira con ternura y me dan ganas de besarlo.
Acaricio su mano con mi pulgar y entramos en el establecimiento abriendo una puerta de cristal.
Toda esta gente se queda fuera.
Nosotros caminamos un poco más, acercándonos a la puerta correcta. Donde, al otro lado, están nuestros seres queridos.
Dante para de caminar y yo lo veo.
Sonríe y mueve su mano dándome una señal para que me acerque a él.
—Ven aquí —me dice y sonrío antes de acercarme a él.
Cuando lo hago, nuestros labios se juntan y su mano se coloca en mi nuca.
Sonrío por unos segundos mientras nos besamos.
Él muestra ese amor que necesita. Sé lo que quiere.
Cuando lleguemos a casa, me encargaré del amor que le tengo que dar.
Básicamente serán mimos y muchos besos.
Me abraza escondiendo su rostro en mi pecho y me río al verlo.
—Estás siendo muy cariñoso hoy —digo y escucho su risita dulce. Beso su cabeza y él sonríe mucho.
—Es que te quiero —dice casi en un susurro y vuelvo a darle un gran beso.
Al entrar en el lugar, nos encontramos a su familia y a nuestros amigos gritando cuando nos ven.
La pobre Felice llora en los brazos de su abuelo y río al verla.
Es mucho ruido para un bebé.
Cuando paran de gritar, Stefan se encarga de calmar a la niña dándole besos, moviendo su cuerpecito y cantándole algo hasta que se tranquiliza.
Coraline es la primera en acercarse.
Corre hacia donde está Dante y lo abraza con mucha fuerza mientras no para de sonreír.
—¡Eres doctor y has acabado la carrera! —exclama muy contenta y acaricia las mejillas de mi novio. Nuestra amiga me ve y guiña un ojo—. Osito, debes de estar súper contento de tener un médico en tu cama.
Al decir esto, se tapa la boca al darse cuenta de que los padres de Dante están ahí. Se le había olvidado.
Dante y yo nos reímos a carcajadas mientras ella tiene las mejillas rojas.
—Mamá, deja que la parejita sea feliz donde sea —dice Graziella con una sonrisa y nos saluda moviendo una mano. Sonrío mucho al verla.
Esta niña es como si fuera la hermana de Victoria. Son igualitas.
Les encanta hacer el tonto, gritar, bailar de maneras extrañas y graciosas, darle mucho cariño a sus seres queridos y estar con Chili.
Aman mucho a Chili.
Se ha convertido en la reina de nuestra casa.
Martina es la siguiente en acercarse a Dante.
Yo aprovecho para comer varias golosinas mientras Graziella está a mi lado contándome lo que ha hecho ayer con Victoria y Chili mientras Coraline estaba trabajando en su nuevo puesto de trabajo.
Trabaja en una cafetería atendiendo a los clientes en la barra y diciéndole los pedidos a la cocinera que se encarga de todas las comidas.
Mientras, en sus tiempos libres, estudia un curso de moda.
Nos dijo que le interesa mucho coser y espera que se le dé bien. De momento le va muy bien y está disfrutando entre las telas.
—Mamá Victoria le compró un nuevo juguete a Chili y casi lo pierde mientras estaba con él. Casi se cae por una alcantarilla y a Chili ni le importó. ¡Quería jugar y jugar! —dice riendo y me uno a sus risas.
Me imagino la escena. La perrita jugando y Victoria y Graziella gritando preocupadas porque iba a perder su juguete nuevo.
—Ethan Ethan Ethan —dice sonriendo y me río al escucharla.
No puede ser.
Ha visto el vídeo que ha grabado Damiano hace unos años.
Río al recordarlo y ella ríe colocando su cabeza en mi brazo.
Hago que se levante de la silla y siento su cuerpo en mi regazo.
Su espalda descansa en mi pecho y ella no para de sonreír.
Beso su cabeza y Graziella se acomoda en mi regazo y en mis brazos.
—Guapo —susurra y sonrío sin parar.
Miro hacia delante y veo a Martina llorando mientras habla con Dante.
Mi novio ríe con ternura y besa las manos de su madre.
Thomas baila con Stella un poco lento y veo lo enamorados que están.
Las manos de mi amigo están en la cintura de la chica y las manos de mi cuñada están en el cuello de él.
Dicen algo y se besan con mucha ternura.
Sonrío al verlos.
—Tía Stella está muy guapa, ¿verdad? —dice Graziella tocando mi pelo mientras ve a la pareja.
—Sí. Y además, me dijo un pajarito que alguien le ayudó a ponerse así de guapa esta noche —miro a Graziella y ella ríe—. ¿Tú sabes algo?
—Fui yo —me da un beso en la mejilla para luego acercar sus manos a un bol lleno de chocolate.
Coge uno y lo introduce en mi boca después de pedirme que diga ahh.
Graziella come chocolate como si nunca antes lo hubiera probado.
—Ten cuidado. No comas mucho chocolate porque sino, te puedes poner enferma de la barriga —digo y ella mueve la mano de la manera icónica de Damiano.
Río y ella sonríe con el bol de chocolate en el regazo.
—Mañana no tengo que ir al cole. Hoy es viernes, no te olvides —dice y me da otro chocolate.
—Pero aún así, no es bonito que tengas dolor de barriga. Es muy molesto.
—Lo sé, pero prefiero comer mucho chocolate.
Río y veo a las personas que tengo al otro lado de la mesa.
Están riendo y gritando.
La chica más bajita da patadas al aire mientras el chico alto se ríe de ella y esquiva todos los golpes.
Victoria abre las piernas y le indica a nuestro amigo que se prepare para, según ella, el súper golpe.
Damiano se pone serio concentrándose para esquivar el golpe. Ve como Victoria corre hacia donde está.
Ella salta de una manera extraña y le da una buena patada en la entrepierna a Damiano.
El chico grita muy alto. Tan alto que me da la sensación de que no podrá cantar en los próximos días.
Se lleva las manos a la entrepierna y cae al suelo arrodillado, intentando recuperar la respiración.
—Ay no —comenta Graziella viendo la escena—. Eso no se puede hacer. ¡Mamá, eso está mal!
La niña exclama lo último y Victoria se ríe por lo que acaba de hacer, pero también está preocupada por nuestro amigo.
—No voy a tener hijos por tu culpa —le dice Damiano a Victoria.
—Mejor así. Porque si son como tú, me van a volver completamente loco —dice Jacopo riendo.
Mi nuevo amigo está en perfecto estado después de la caída.
Se ha recuperado muy rápido hace unos meses y ahora está como nuevo.
Dante y yo hemos ido al hospital y a su casa para visitarlo.
Ya en casa, cogía su pelota de baloncesto y la tiraba contra la pared usando solo una mano mientras hablaba conmigo y con Dante.
Damiano y él siempre han jugado a baloncesto, pero el primero lo abandonó porque siguió con su carrera de cantante.
Mientras, Jacopo siguió con este deporte. Aún sigue con él y es muy feliz.
Obviamente, cuando se hizo daño, estuvo unos cuantos meses sin jugar. Esto lo entristeció bastante.
—Non parlare, cazzo —dice Damiano con los ojos cerrados mientras sigue con sus manos en la entrepierna.
—Ten cuidado con Victoria —dice Jacopo intentando no reír—. Ya te lo dijo mamá cuando os conocisteis en el instituto. Victoria es pequeñita, pero puede ser peligrosa.
Río cuando veo a Victoria riéndose a carcajadas poniendo su trasero en la cara de Damiano.
—¡Mamá, para! —exclama Graziella. No puedo parar de reírme.
Coraline coge la mano de su esposa y la aleja de Damiano, el cual poco a poco se va recuperando.
Mi amigo se levanta y acude a mí una vez que Graziella se ha ido con Victoria para echarle una buena bronca.
Damiano se sienta a mi lado y toca su entrepierna. Me mira y sonrío.
Se acerca a mi oído y susurra:
—Si me ha hecho mucho daño, no puedo seguir con vosotros.
Acaricio su espalda y niego.
—Estarás bien, no te preocupes.
Sonríe y descansa su cabeza en mi brazo mientras mira a la gente que está delante de nosotros.
Cojo un refresco y bebo un poco.
Vuelvo a ver a Damiano.
Sigue teniendo la mano en su entrepierna.
Sonrío y le doy un beso en la cabeza.
—¡Hora de los regalos! —exclama Coraline y veo como Stella le da un gran beso a su hermano en la mejilla.
Sonrío mucho al ver este gesto tan bonito.
Damiano y yo nos acercamos a Dante y vemos todos los regalos que le van entregando.
Una cámara de fotos, dinero, un videojuego que él quería desde hace unas semanas, una chaqueta larga de color marrón claro, un reloj, un álbum con fotos de todos nosotros en las que salimos con Dante. Y un dibujo en el que sale él, Graziella y Chili.
Todos me miran esperando mi regalo.
Dante no me ve porque está adorando todos sus regalos con una gran sonrisa.
Deja todos los regalos en la mesa y le da las gracias a todos los que están allí, menos a mí.
Sabe que no le he regalado nada.
Se pone delante de mí y sonrío.
Meto una mano en el bolsillo de mis pantalones y saco el objeto.
Le pido que cierre los ojos y que alce la mano.
Lo hace y dejo el objeto en esta. Cierro su mano rápidamente para que ninguno de los allí presentes vea mi regalo.
—Puedes abrir los ojos y ver mi regalo —digo sonriendo.
Los ojos de Dante se abren y ve lo que tiene en la mano.
Se queda muy sorprendido y sus lágrimas no tardan en salir.
Alza el pequeño objeto viéndolo sin creerse que se lo he dado.
De otro bolsillo saco el mismo objeto.
Se lleva una mano a la boca mientras llora por culpa de la gran emoción que siente ahora mismo.
—¡Os vais a vivir juntos! —exclama Victoria muy contenta.
Todos ven lo que tenemos en las manos.
Cada uno tiene una llave.
La llave de nuestra casa.
•••
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Holaaa.
Ayer escribí 10 capítulos y este es el segundo de ellos.
Tuve una gran inspiración y estoy muy contenta por esto.
¡MIS PADRES SE VAN A VIVIR JUNTOS AHHHHH!
¡ETHAN Y DANTE, OS AMO MUCHÍSIMO!
Espero que os haya gustado este nuevo capítulo.
¡Nos vemos!
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