Dante

Miro al chico que amo mientras está en mi cama durmiendo.

Está muy cansado.

Por fin hemos vuelto de Inglaterra.

Nunca había visto a Ethan tan cansado.

Ha intentando dormir en el avión, pero se sentía incómodo cuando dormía en mi hombro usando el cinturón de seguridad.

Se quejaba diciendo que no podía estirar las piernas ni echarse un poco hacia abajo en el asiento.

Hemos abandonado Brighton a las cuatro de la tarde para coger un vuelo casi a las seis de la tarde, pero, tristemente, no tuvimos suerte.

El avión en el que íbamos a regresar a casa, se había averiado.

Ethan se quejó molesto. Tuve que colocar un brazo rodeando su cuerpo para tranquilizarlo.

Sabía que se iba a echar a llorar en ese momento.

Su cabeza estaba saturada. No ha dormido nada desde ayer y ha tenido una mala noche dando vueltas en la cama.

Le di varios besos en la mejilla antes de que se escondiera en mi cuello. Le susurraba un ya está o un estoy contigo, cariño, todo irá bien y estaremos en casa muy pronto.

Casi todos los pasajeros de nuestro vuelo nos miraban. Estoy muy seguro de que conocen a Ethan, pero a ambos no nos importa que nos vean. Por lo menos ese día.

Lo único que quería hacer era dormir.

La noche anterior no durmió muy bien. Intentó dormir toda la mañana, pero no pudo dormir.

De vuelta a Londres en taxi, intentó, de nuevo, dormir, pero el movimiento del coche solo lo relajó más. No consiguió dormir.

Tenía muchas ganas de volver a casa y acostarse en la cama. Pero estuvimos unas tres horas encerrados en el aeropuerto.

Sus ojos estaban cansados.

Tuvimos que esperar en unas sillas con nuestras maletas delante de nosotros.

Su cabeza estaba descansando en mi hombro mientras yo vigilaba nuestro equipaje.

Mi mano estaba entrelazada con la suya. Movía mis dedos a veces mostrándole cariño.

Recuerdo que su cuerpo empezó a temblar un poco y lo miré asustado. Estaba llorando mientras se quejaba de todo.

—Cariño, falta muy poco para llegar a casa —le dije mientras lloraba en mi hombro. No pude ver su rostro porque su precioso pelo esta delante de este.

Lloraba en silencio. Cansado, molesto, incómodo. Muerto de sueño.

Me dio mucha pena verlo así.

Quería cuidarlo y hacer que se sintiera mejor, pero no pude ayudar mucho porque Ethan estaba muy cansado y molesto.

Solo necesitaba estar en casa y dormir.

Aún así, estuve ahí con él para secar sus lágrimas, para susurrarle cosas muy bonitas dándole ánimos, acariciando su mano, dándole numerosos besos en la frente, en la mejilla, en la cabeza y, raramente, en los labios.

—Necesito descansar —se quejaba llorando en silencio—. Necesito dormir. Me voy a caer al suelo.

—En un abrir y cerrar de ojos estarás en la camita, mi amor. Puedes con esto —pasó una mano por sus ojos. Me vio y me acomodé en la silla—. Ven aquí.

Se acercó más a mí y abracé a mi chico. Para mi sorpresa, se quedó dormido.

A los veinte minutos escuché como anunciaban que ya se podía embarcar en nuestro vuelo.

Esto me molestó bastante porque, en una de las primeras veces que se durmió mi novio, tenía que despertarlo.

Se despertó y miró de un lado al otro preguntando si habíamos llegado a Roma.

Esto me puso más triste.

Miro a Ethan ya dormido en mi habitación. Está boca abajo y ni siquiera se quitó la ropa que ha usado desde que nos fuimos de Brighton.

Solo necesitaba dormir y es lo que está haciendo ahora.

Acaricio su pelo y deposito un beso en la cabeza de mi único amor.

Sonrío viéndolo.

Podría pasarme horas viendo a Ethan.

Es el ser más adorable de este mundo y me tiene enamorado.

Unos golpecitos casi inexistentes vienen de la puerta abierta de mi habitación.

Mi hermana sonríe al verme y entra en la habitación con los brazos cruzados. Camina despacio.

—Hermanito, eres muy adorable con Ethan —comenta y sonrío al oír sus palabras. Acaricia mi mandíbula y luego mi nariz.

Aparto sus manos y ella intenta no reír.

Sonrío.

—Dante, ¿nunca has pensado en tener hijos? —me pregunta Stella con mucha curiosidad. Sonrío al imaginarme ese momento, pero, sinceramente, no aparece absolutamente nada.

Niego acariciando el cabello largo de mi novio.

—No me imagino una vida con hijos —digo y suspiro sonriendo—. Ya tengo a Ethan. Él es mi niño pequeño. Es mi ángel.

Mi hermana sonríe y ambos vemos a Ethan mientras duerme.

—¿Y qué hay de Ethan? ¿Quiere hijos? —niego y veo a mi hermana—. ¿En serio? ¿No tenéis ganas de ver una pequeña criatura correteando por todos lados?

Río al imaginármelo.

Solo me imagino a un niño pequeño, pero no es nuestro hijo. Claro que no lo es.

Tal vez es hijo de algún amigo, de la banda o de mi propia hermana.

¿De mi hermana? Ella es muy joven para tener un hijo.

Tendrán que pasar unos cuantos años para que tenga un bebé.

—Nos tenemos a los dos y eso ya nos hace muy feliz —digo sonriendo.

Veo de nuevo a Ethan.

Por fin está tranquilo y puede dormir en paz.

Quería estar en la cama y lo ha conseguido después de estar unas siete horas de pie sin ni siquiera dormir treinta minutos completos.

•••

****

¡Hola!

Ayyy quiero abrazar a Ethan.

Mientras escribía este capítulo, me imaginaba mucho la escena. Ethan queriendo dormir y luego ya en la cama durmiendo.

Es un ser muy hermoso AHHHH.

La parejita ha vuelto a Roma y es hora de seguir con la historia de todos estos personajes.

Ya sabemos qué pasará entre Coraline y Victoria, pero no sabemos nada sobre los demás. No sabemos qué pasó antes de la boda de las chicas.

Así que, estaré dando información sobre la vida de los personajes.

Me sorprendió mucho lo que he escrito tanto aquí como en Stella... Ya veréis a qué me refiero en el capítulo de Stella que publicaré dentro de unos minutos.

Espero que os esté gustando esta gran trama.

¡Nos vemos!