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17

La copa se llena de champagne poco a poco mientras el camarero tiene su mano detrás de la espalda.

—Que aproveche —dice una vez que acaba. Se va y veo al chico que tengo delante de mí.

Está muy contento viendo el plato que tiene delante de él. Es un Vincisgrassi lleno de bechamel.

Dante pasa su lengua por encima de su labio superior y sonrío al verlo.

—¿No vas a compartir conmigo? —pregunto bromeando.

Me mira y coge el tenedor y el cuchillo. Corta un trozo y alza el tenedor mirándome.

—A ver, abre la boca —dice y río al ver lo emocionado que está por darme de comer.

—Era una broma, Dante.

Él me ignora completamente y abro la boca. Se inclina en la mesa y deja el trocito de comida en mi boca, pero antes de acercar el tenedor, coloca una mano bajo mi barbilla.

Se sienta y me mira mientras mastico.

—¿Y bien? —pregunta mirándome.

—Está deliciosa —sonrío y me arrepiento de haber pedido espaguetis a la carbonara.

—¿Tanto como yo? —dice sin mirarme mientras corta otro trozo.

—Dante, ya basta —digo riendo escondiendo mi rostro en una mano.

Escucho su risa y vuelvo a mirarlo.

—Si te pones cachondo, no sé qué vamos a hacer. Es un restaurante bastante pijo —se encoge de hombros—. Creo que tiraríamos todas las decoraciones del pasillo y del baño —me mira y me señala con el tenedor—. No tengo ganas de pagar por todo lo que rompamos.

Río y controlo mi risa para que nadie nos mire de manera extraña.

—Entonces para de decir esas cosas —digo y comienzo a darle vueltas al tenedor sobre mi plato, cogiendo varios espaguetis—. Me conoces muy bien, Dante.

—¿Pero yo qué he dicho?

Se hace la víctima y ambos reímos.

Nos centramos en nuestros platos y ambos nos enamoramos de la comida.

¿Qué tendrá este restaurante? ¡La comida sabe exquisita!

—¿Qué tal los espaguetis, cariño? —sonrío al oír como me llama.

¿Ethan más enamorado? Sí.

—Están muy buenos. Tenemos que repetir algún día solo para venir a este restaurante.

—Y para estar solos con la naturaleza. En aquel árbol —asiento y mastico viendo lo que hace.

Escucha una canción a lo lejos y se levanta de la silla. Baila tipo baile de Thomas.

Río y escondo mi rostro mirando mi plato.

Sé que todo el mundo está mirando a mi novio.

No para de ser así. Esto me encanta.

Se sienta de nuevo y saluda a la gente con la mano. Todos lo ignoran, menos una familia que ríe y mueven su mano saludándolo.

—¿Qué haces? —le pregunto casi susurrando.

—Tengo mucha energía. Necesito liberarla —sonrío intentando no reír—. Además, comer comidas tan deliciosas, me hace muy feliz.

Sigo comiendo y puedo ver su rostro. Está comiendo poquito a poquito porque no quiere que su comida se acabe.

Allí me encuentro yo, serio mirando a mi novio a veces con una sonrisa en mis labios. Mi plato ya está vacío y el suyo sigue lleno, pero ahora hay menos comida.

—Si sigues así, te pondrás enfermo. Empezarás con la digestión y acabarás malito de la barriga —comento y paso la servilleta por mis labios antes de beber un poco de champagne.

—Vale, mami. Comeré más rápido entonces. Es que... La comida está buenísima —río al escucharlo y dejo la copa en la mesa mientras miro a Dante.

Come y, por fin, acaba con la comida.

Me ve con una tristeza falsa en la mirada. Sonrío y él lloriquea sin derramar ninguna lágrima.

—Estás loco, querido —digo sonriendo mientras esperamos por el postre.

—Que bonito es cuando me hablas de esa manera —dice mirándome con ternura—. Me encantaría escucharte hablar así más veces.

—¿Llamándote querido, amor, cielo, cariño? —pregunto y se lleva las manos al corazón. Dramatiza el momento. Se ha desmayado en la silla y no puedo controlar mi risa.

Dante está loco y me encanta cuando es así. Me hace muy feliz.

—Me acabo de enamorar más de ti —dice y me mira con una sonrisa—. Me encanta cuando me llamas todo eso.

—Lo tendré en cuenta. Me encanta hacerte feliz.

Va a decir algo, pero el camarero aparece con dos platos. Los deposita en la mesa y mis ojos se abren mucho al ver el chocolate.

Un bizcocho de chocolate con un toque de chocolate líquido. Al lado de este hay un tiramisú.

El camarero se va. Me quedo mirando el postre.

—Estoy lleno al acabar los espaguetis, pero creo que me he enamorado del postre y necesito comerlo todo rápidamente —digo mirando mi postre.

Alzo la vista y veo a Dante adorando su postre, el cual es igual al mío.

—¿Podemos ir luego a la cocina a felicitar a los cocineros y a darle las gracias? —me pregunta y asiento.

Me llevo la cuchara a la boca y cierro los ojos encantado de saborear esta delicia.

—Madre mía, está buenísimo —dice mi novio y vuelve a llevarse una cucharada a la boca. Asiento. No puedo ni hablar—. No sé quién está más bueno. Si tú o el postre.

Sonrío y saboreo el tiramisú.

—Mézclanos y a ver qué pasa —digo y él ríe de forma traviesa.

—Entonces cuando vayamos a la cocina del restaurante, haré muchos pedidos de este delicioso postre.

Río y sigo comiendo.

Una tristeza aparece para irse segundos después.

He terminado con el postre.

Dante me mira con la boca un poco sucia y río al verlo.

—Estás manchado —digo y él mira debajo de la mesa.

—Anda, qué vergüenza. Ahora todo el mundo mirará que estoy cachondo —bromea entre risas.

—Eres imbécil —aseguro riendo—. Un guarro siempre.

—Como a ti te gusta, Ethan mío.

Sonrío.

Este chico solo dice verdades.

Pasa la servilleta por su boca y luego bebe el champagne restante.

Veo mi copa. Ya está vacía desde hace tiempo.

Se levanta de la silla y mueve su cabeza haciéndome saber que nos vamos ya.

Me levanto y camino a su lado.

Entre peleas, acabo pagando la cena.

Se enfadó conmigo porque no soporta que pague las comidas, quiere hacerlo él.

—La próxima vez voy a esconder tu cartera y así no podrás pagar —dice mientras caminamos hacia la cocina del restaurante.

—Si lo haces, prepárate para mis gritos y mis enfadados. Dejaré de amarte, por lo menos un 30% menos —bromeo, pero sé que si esconde mi cartera, me enfadaré muchísimo.

—Que triste cuando tu pareja te empieza a odiar —comenta y río poniendo un brazo encima de sus hombros. Besa mi mano y, antes de entrar en la cocina, besa mis labios.

A partir de ese momento, Dante comienza a hablar con todas las personas allí presentes mientras no paran de cocinar.

Huele de maravilla. Quiero más comida, pero sé que en mi estómago no hay ni espacio para una uva.

Dante les da las gracias a todos y yo también lo hago, pero, obviamente, siendo tímido y reservado, no loco como es mi querido Dante.

Llegamos al hotel donde nos hospedamos y nos deshacemos de nuestra ropa cuando estamos en nuestra habitación. Quedando así en ropa interior.

Me acuesto boca arriba en la cama y cierro los ojos. Dante se acuesta a mi lado y, rápidamente como si fuera un bebé, se queda dormido con la barriguita llena.

Sonrío viéndolo y cambio de posición. Me acuesto de lado sin parar de mirarlo.

Amo mucho a Dante.

Adoro estar con él a todas horas.

Es mi ángel y mi persona favorita.

•••

****

¡Hola hola!

Hoy mi mood es muy fuck you a todo. A todo el mundo que nos critica por ser como somos. A todo el mundo que está ahí para hacernos daños. A todo el mundo que ha cambiado nuestra personalidad o físico porque no somos como ellos quieren o somos "imperfectos". Vaffanculo! Anda, dejadnos vivir la vida a nuestra manera y callaos la boca.

Anoche estaba pensando mucho sobre las personas que están ahí para decirnos puras mierdas y hacernos daño siempre. No soporto a estas personas. ¿Quién eres tú para venir a decirme mierdas, eh?

En fin, que estoy siendo muy seria hoy hablando en este capítulo JAJAJAJA.

Me he enamorado de este capítulo desde que tenía muy poquitas líneas escritas. Creo que este es mi capítulo favorito de este libro.

Me parece muy hermoso y muy lindo. Yo me derretí mientras lo escribía.

¿Qué opináis del capítulo? ¿Os ha gustado?

Se os quiere mucho, no os olvidéis.

¡Nos vemos!

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