03
—Muchas gracias una vez más, Constanzo —digo cuando nuestro chófer llega a nuestra casa. Ahora nos encontramos solos en el coche de cristales oscuros.
Sonríe mirándome desde el espejo retrovisor.
—No es nada, Ethan.
Abandono el coche. Suspiro algo molesto porque mis amigos se han escapado casi corriendo hacia el interior de nuestra casa.
Aquí me encuentro yo con sus maletas.
Comienzo a sacarlas del vehículo y Constanzo aparece para ayudarme a llevarlas hacia la entrada de la casa.
Una vez hecho el trabajo, sonrío y suspiro de nuevo mirando al chico algo más mayor que yo. Tendrá unos veintisiete años.
—Nos vemos cuando me llaméis —dice caminando hacia el coche—. ¡A descansar! Lo necesitáis.
Sonrío moviendo mi mano despidiéndome de nuestro chófer, el cual ya se está alejando de la casa.
Miro las maletas ya en el interior de la vivienda.
¡Por fin!
Entro ilusionado.
¡Tengo muchas ganas de ver a mi pequeña Coraline! La echo tanto de menos.
Escucho unas voces que vienen del salón. Me acerco y veo a Damiano hablando.
Sonrío mucho al ver a Coraline. Me llevo las manos a mis labios, muy contento de verla.
Mi amiga da varios saltitos y corre hacia donde estoy. Me abraza con fuerza mientras escondo mi rostro en su bonito cabello pelirrojo.
—Hola, mi preciosa —digo con una sonrisa acariciando su mejilla.
—Hola, mi osito.
Sonreímos y reímos un poco al oír lo que decimos.
Vuelvo a abrazarla.
¡Estoy muy feliz! He echado mucho de menos a mi querida Coraline. Adoro a esta chica.
—Al final Coraline quiere más a Ethan que a ti —le dice Damiano a Victoria. Veo que ella mueve una mano quitándole importancia a las palabras de nuestro amigo.
Veo que Damiano saca su cartera del bolsillo trasero de sus pantalones.
Sin saber porqué, Thomas comienza a reírse.
De la cartera de Damiano salen varios condones. Sonríe de una manera pícara al tenerlos en la mano.
¿Qué hace este con condones ahora?
Victoria ríe a carcajadas.
—¿Qué haces tú con eso? ¡No follas desde hace meses! —exclama riendo. Eso es verdad, sí.
Damiano ríe y deja su cartera en la mesita del salón. Se acerca a Coraline y a mí. Coloca los preservativos en mi hombro.
Damiano, ¿qué pasa?
—Úsalos, Edgar —dice Damiano acariciando mi pelo—. La protección es lo primero, no te olvides. Si dejas embarazada a Coraline, todos nosotros te matamos —señala a Victoria—. Ella la primera.
¿Pero que está diciendo este loco? ¡No me voy a acostar con Coraline!
¿Se ha fumado hierbas ya? ¿Hoy tocaba fumar eso?
Damiano intenta controlar la risa.
Camina hacia Thomas y Victoria. Cojo los preservativos y se los lanzo, estos chocan contra su espalda.
Damiano, como no, dramatiza la escena y cae al suelo. Ahora está acostado en el suelo con las piernas abiertas.
Intento no reírme.
—¡Ayuda! ¡Me han disparado con condones! —grita.
Todos, incluido yo, reímos sin parar.
Me acerco a Damiano y me arrodillo cerca de él. El pedazo loco de mi amigo me coge de la mano y me tira encima de él.
Caigo encima de su cuerpo y me quedo entre sus piernas.
Miro a mi amigo y ambos comenzamos a reírnos sin parar.
—Te encanta hacer el tonto —susurro.
—Me encantas tú —dice con una sonrisa y río.
Le doy numerosos besos en la cara. Él aprovecha el momento y me da varios besos en los labios, los cuales disfruta riendo.
Río y me siento encima de Damiano. Veo hacia la derecha y me quedo mirando al chico que está allí con nosotros.
Nuestras miradas se encuentran.
¿Es esto real? ¿Qué está haciendo aquí? ¡Ethan, estás imaginando cosas!
Me quedo paralizado viendo al muchacho. Paso una mano por mi pelo, intentando que este se vea bien.
—¿Ethan? —dice Dante sin parar de mirarme.
Recuerda mi nombre. ¡Joder, se acuerda de mí!
Damiano patalea debajo de mí haciendo el tonto. Me enfado con él y le pellizco la barriga para que pare con sus tonterías. Mi amigo grita de dolor, pero no me importa.
Dante se apoya en uno de los sofás mirándome.
Nos quedamos unos segundos largos mirándonos sin parar.
Por fin me levanto.
Dante sonríe viéndome. Me mira de arriba abajo.
—Cuánto tiempo —dice Dante sin parar de sonreír.
Me encanta su voz.
—Años sí —digo algo nervioso. Mierda. Iros a otro lado nervios y timidez. Miro de un lado al otro—. ¿Qué haces aquí? Por cierto, perdón por este desastre —señalo a Damiano y a los condones. Ambos siguen en el mismo sitio, en el suelo—. Lo siento mucho. No sabía que estabas aquí.
Siento calor en mi rostro.
Genial. Ahora estoy rojo. Maldita sea...
Dante ríe negando con la cabeza.
—No. No te disculpes. Me gusta verte feliz, divirtiéndote.
Siempre tan adorable y tan amable.
No me puedo creer que de verdad esté conmigo después de tanto tiempo. ¡Esto es una locura!
Quiero dar saltitos, quiero gritar, quiero gritar la letra de alguna canción, quiero bailar. ¡Quiero hacer tantas cosas! Pero la timidez está presente y Dante está aquí. No quiero que me vea siendo un loco feliz.
—Bueno, pues bienvenido a mi casa... Supongo —digo tímido.
—Gracias. Por cierto, Coraline no me había dicho que vivía contigo.
—¡Es mi querido amigo osito! —exclama Coraline. Se nota que está emocionadísima y muy feliz.
No digas eso, Coraline. No hace falta que me trates así cuando hay alguna visita. Por favor, no lo hagas.
Me giro un poco y la miro. Estoy un poco molesto.
Dante ríe y suspiro.
—Soy amigo de Coraline. Nos conocimos en una fiesta —mira a nuestra amiga.
—Tienes suerte —dice Damiano con un tono muy maduro. Esto significa que ha dejado a un lado las tonterías y que está hablando completamente en serio—. Mucha suerte porque has conocido a esta chica y ahora, de nuevo, estás delante de Ethan. Ambos son maravillosos.
Sonrío cuando oigo las bonitas palabras de mi amigo.
¡La timidez me va a matar un día de estos!
Damiano recoge todos los preservativos que hay en el suelo y los mete en su cartera.
Me quedo en silencio viendo a Dante, él también me ve a mí.
Oigo unos murmullos que vienen de los cuchicheos de mis cuatro amigos.
Frunzo el ceño.
—Es mejor que vayamos a otro lugar —digo— Para hablar.
Asiente.
—Por aquí —señalo el pasillo que lleva al estudio.
Ambos caminamos dejando a mis amigos en el salón. Estoy muy seguro de que están gritando.
Yo sí que estoy gritando, pero por dentro. ¡No me puedo creer que Dante esté aquí!
Una vez hemos llegado, abro la puerta del estudio y dejo que pase primero. Al estar dentro, cierro la puerta.
Me mira con una sonrisa y suelta un pequeño suspiro.
—Pensé que nunca más te volvería a ver —dice mirándome sin parar como si estuviera comprobando si fuera de verdad.
—Yo pensé que me habías olvidado y que nunca más nos volveríamos a ver —digo bastante tímido. ¡Maldita sea, asquerosa timidez! Se acerca un poco más a mí y me pongo un poco más nervioso—. Ya sabes, solo fue un lío de una noche.
Se echa a reír y camina de un lado al otro mirando todos los instrumentos que hay aquí. Se fija en los cristales y en las paredes de madera.
Se acerca a mi batería y se sienta allí. Parece que está buscando las baquetas.
Sonrío y me acerco a él. Voy a hablar sobre mi instrumento, pero él me detiene.
—¿Solo un lío? Ethan, estás muy equivocado —me ve con su mirada castaña—. Puede que vivas en esta casa con toda la banda, Coraline incluida. Pero también vives en mi cabeza. No abandonas mi cabeza.
Me sonrojo un poco y trago saliva.
No digo nada.
¿Qué le voy a decir? Dante, sí, tú también vives en mi cabeza y desearía estar contigo hasta el día de mi muerte.
Ni de coña le puedo decir eso. Si lo hago, se escapará y ahora sí que sí no nos volveremos a ver jamás.
De un cajón saco dos baquetas blancas y se las entrego a Dante. Él las coge y ríe un poco. Me mira.
—Ethan, no sé tocar la batería. ¿Qué estás haciendo? —me pregunta y trago saliva de nuevo. Pestañeo varias veces.
Mierda. Estás haciendo el ridículo, Ethan.
—Eh... No sé. Solo... No sé, Dante. Soy un desastre —me giro avergonzado y rezo para que no me de ningún ataque de ansiedad en ese momento. Estoy haciendo el ridículo delante de la persona que, tal vez, amo de verdad.
—Ahora te veo y no te reconozco —comenta levantándose del asiento después de dejar las baquetas allí. Se coloca delante de mí—. ¿Dónde está ese chico salvaje? ¿Se ha ido?
Consigue hacerme reír.
Dante, ese chico no se ha ido. Ahora soy mucho más salvaje.
No digo nada, solo contemplo su belleza.
Es hermoso, maldita sea.
Mira mi rostro. Siento que mi corazón late a una gran velocidad porque veo que se está acercando más a mí.
Mira mis ojos y luego mira mis labios.
—No he cambiado, Dante —susurro y doy el paso.
Cojo su rostro con mis manos y estampo mis labios con los suyos. Sus labios se mueven al mismo ritmo que los míos. Siguen siendo tan suaves como recordaba.
Una de sus manos se coloca en mi nuca y profundiza el beso. Este se va convirtiendo en uno lleno de deseo.
Lo mismo pasó en aquel baño hace ya casi dos años, más o menos. Nos besamos de la manera más impresionante posible. Nuestras manos recorrían nuestros cuerpos como si ambos hubiéramos nacido para tocarlos, como si fuéramos dos personas que deben de estar unidas hasta el último día de sus vidas.
Recuerdo como sus manos se colaron debajo de mi camisa, para luego desabrocharla y tocar mi pecho como si fuera un dios.
Joder. Me sentí un dios en ese momento. Nunca antes me había sentido así. Me sentía un ser superior.
Luego, una de sus manos se peleaba con mi cinturón. Quería deshacerse de él lo antes posible. Pero eso debería esperar.
Lo empujé contra los azulejos de la pared del baño. Su espalda se quedó pegada allí y no paré de besarlo. Mordía su labio inferior. Succionaba sus labios. Pasaba mi lengua por estos.
Nuestra saliva se juntaba cada vez más. Nuestras lenguas bailaban a un ritmo espectacular.
Estábamos hechos el uno para el otro. Encajábamos muy bien, maldita sea.
Para molestarme, cerraba su boca y, así, no dejaba paso a mi lengua. Cuando pasaba esto, mordía su labio inferior con rabia. Él controlaba su risa y abría su boca para dejarle paso a mi lengua.
Su frente descansa contra la mía. Me mira recuperando la respiración.
—No está bien que hagamos esto aquí —dice casi en un susurro—. Joder, Ethan. Le di tantas vueltas al asunto... Pensé que solo se quedaría en una noche de lujuria.
—Te prometo que va a ser más que eso —le doy un beso dulce en los labios, él sonríe—. Te lo aseguro.
•••
****
Holaa.
Os regalo un capítulo bastante interesante por aquí jeje. Espero que os guste.
¿QUIÉN ESTÁ GRITANDO CONMIGO?
BESO ENTRE ETHAN Y DANTE. SE HAN BESADO, Y ADEMÁS, SABEMOS UN POQUITO MÁS SOBRE LO QUE PASÓ AQUELLA NOCHE. AHHHHH.
Nunca me cansaré de decir que amo a estos dos juntos. Me vuelvo loca siempre. Espero no ser la única JAJAJAJA.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Contadme, tengo mucha curiosidad.
¡Nos vemos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro