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01

Me acurruco en el sofá sabiendo que estoy solo en esta habitación.

Thomas ha salido a fumar un rato con Damiano. Hacía tiempo que no fumaba en compañía.

Veo la caja de cigarrillos en la mesa y la ignoro.

No me apetece fumar ahora.

Me abrazo a mi mismo y miro el techo de esta habitación compartida con el rubio.

Pienso en él. No es la primera vez que pienso en él. Desde que hablé con Coraline sobre él y desde que me dijo que su compañera de trabajo tiene un hermano llamado Dante, vive mucho más tiempo en mi cabeza. Se ha mudado a mi mente, tanto en pensamientos como en sueños.

Recuerdo que tenía que controlar mis sentimientos cuando soñaba con él, cuando estaba durmiendo con uno de mis amigos. A veces me despertaba en silencio. Otras veces me despertaba llorando. Otras algo... Excitado. Sí, excitado al tener un sueño erótico con él.

Maldita sea. Es un dios. Dante es un dios.

Sonrío y controlo mis pensamientos para no pensar en cosas subidas de tono.

Contrólate, Ethan. Contrólate, Torchio.

Aclaro mi garganta y escondo mi rostro en mis piernas.

Río un poco. Me da gracia cuando intento controlar mis pensamientos. Sé que, si estoy solo, no los puedo controlar.

Sus labios encima de los míos. Sus manos moviéndose por mi torso con una increíble agilidad. Siendo tierno pero salvaje a la vez. Su lengua rozando la mía. Buscando mi entrepierna y...

—Ethan.

Me sobresalto sorprendido y asustado.

¿Desde cuándo está Thomas aquí?

Me siento un poco mejor en el sofá y aparto mi pelo poniéndolo para atrás.

—¿Sí? Dime —digo rápido y aclaro de nuevo mi garganta al oír mi voz. Mierda, esta ha cambiado porque hace unos segundos estaba excitado.

Sonríe y alza una de sus cejas sentándose a mi lado.

Mierda mierda. No empieces con tus famosos interrogatorios, Thomas. Te lo ruego.

Toca mi pelo y le da unos suaves golpecitos a mi cabeza.

—Dígame usted, señorito Ethan, ¿en qué estabas pensando? —pregunta muy curioso.

Mierda. ¿Por qué a mí?

Entra Damiano en la habitación y sonrío.

Gracias. ¡Eres mi salvación!

—Hola, Edgar —dice. Casi siempre me llama así. Mueve un poco su cuerpo, parece que está contento—. ¿Qué quieres hacer en las últimas horas en Suiza?

¡Escapar de aquí!

Toco mi cabeza pensando en la respuesta.

Thomas frota su frente. Sé que está molesto porque Damiano ha aparecido y ahora no puede hacer un interrogatorio.

—Tal vez comer mucho chocolate. El chocolate suizo es muy famoso y muy delicioso —digo moviendo un dedo, también la mano. Me pongo de pie—. Eso es lo que quiero hacer.

Ellos me miran de arriba abajo y sonríen.

—Chocolate, vale. De acuerdo —dice Damiano y asiente—. Le diré a Victoria que vais a ir a alguna tienda llena de chocolates.

—¿No vais conmigo? —pregunto confundido.

—Ethan, mira. Nosotros tenemos otros planes y, además —comenta Thomas. Veo que Damiano alza las cejas y pasa su lengua por su labio superior—, sabemos en quién estás pensando.

Thomas me da varios golpecitos en el hombro y se van.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho.

¿En serio se nota tanto que estoy pensando en la persona que amo?


Dante

Levanto la pesa y la suelto en el suelo. Estoy muy cansando.

—¡Vamos, Dante! —exclama Bruce, mi entrenador.

Suspiro.

—No puedo más. Acabamos por hoy, ¿de acuerdo?

Me mira con mala cara, pero, como muchas otras veces, lo ignoro.

Tengo planes que hacer y no dejaré plantada a mi nueva amiga Coraline.

Me ducho y me cambio en el vestuario. Una vez que estoy listo, abandono el gimnasio sin despedirme de mi entrenador. Sé que si me despido, comenzará a gritarme enfadado.

Paso de espacios llenos de enfado.

Conduzco hasta la tienda en donde trabaja Coraline y Stella. Al llegar, aparco delante de esta y veo la hora.

Faltan dos minutos para que salga.

Cojo mi móvil y entro en mis redes sociales para no aburrirme mientras espero.

Alguien golpea la ventanilla del copiloto y me pongo muy tenso al instante.

Allí veo a mi hermana Stella.

Ríe al ver mi cara. Seguramente tengo mala cara porque estaba a punto de defenderme.

Abro la ventanilla y escucho mejor su risa.

—Hola, hermanito —dice entre risas y suspiro—. Tranquilo, soy yo. ¿Vienes a por Coraline?

—Hermanita, llevo toda esta semana quedando con ella. Creo que estoy esperando al jefe amargado de tu tienda —bromeo.

Ríe de nuevo y me uno a su risa.

—Que pases un buen día, Stella. Espero que todo te vaya muy bien y que luego me puedas dar algo de dinerito. Necesito ahorrar para vivir a mi rollo —digo con una sonrisa.

—Claro claro. Te voy a dar el 50% de mi sueldo.

—¡Trato hecho! —exclamo y doy varios saltitos en el asiento.

Stella se aleja y me enseña el dedo medio.

Niego mientras me río. 

Mi hermana... La adoro aunque sea una loca.

A los cinco minutos sale Coraline con una mochila. Intenta cogerla mejor, pero no puede porque en su otra mano está su móvil.

Coloco una mano delante de mi boca intentando no reírme. Si me pilla me va a pegar.

—¡Por fin! —dice una vez que está dentro de mi coche. Lanza la mochila en el asiento trasero con rabia— ¡Aghh!

Río y me mira muy seria.

—¿Qué te ha pasado? —pregunto curioso.

—Una señora estaba siendo insoportable y Stella me salvó. Se quedó con ella.

Pestañeo numerosas veces y abro la boca haciéndome el sorprendido.

—¿Me estás diciendo que mi hermana va a venir a mi casa toda enfadada y estresada por tu culpa?

Coraline me fulmina con la mirada y me da un golpe en la pierna. Me quejo intentando no reír.

—Eres imbécil —empiezo a conducir y veo que ella está cruzada de brazos—. Tu hermana tiene más experiencia con los clientes y más paciencia que yo.

Asiento y me centro en la carretera. Toco la pierna de mi amiga y ella coge mi mano, la acaricia.

—Ya estás conmigo —digo para tranquilizarla—. Lejos de esa señora.


Miro el techo mientras estoy acostado en el sofá. Acostado en la posición más extraña. Mis piernas están en el respaldo de este y mi cabeza casi está cayendo por el asiento. Mis manos están encima de mi barriga.

Coraline está sentada en el suelo adorando una regaliz roja. Se la lleva a la boca feliz. Ya no está enfadada. Vuelve a ser Coraline.

—Oye, Dante —dice y la miro solo moviendo mis ojos.

—Dime, preciosa.

Duda y se lleva la golosina a la boca.

—¿Alguna vez te has enamorado? ¿Tuviste algo con alguien?

Sonrío de manera pícara y, cuando me ve, suelta un gritito y golpea suavemente mi hombro, emocionada.

—Tengo muchos secretos, Coraline. Si te digo todo lo que tengo en la cabeza, te quedarás sin palabras.

Ethan. Ethan. Pienso tanto en él... Pienso en su sonrisa tímida, pero también en su sonrisa pícara cuando estaba a punto de empujarme contra una puerta, listo para besarme.

¿Sigues acordándote, Ethan? ¿Te has olvidado de mí?

•••

****

¡Hola!

Aquí tenemos el primer capítulo de mi nueva historia Dante. ¡Estoy muy feliz de haberla publicado! Estoy adorando a estos dos chicos.

Espero que os guste Dante tanto como os gusta nuestro pequeño y adorable Ethan.

Decidme, ¿qué os ha aparecido el primer capítulo?

Vuestras opiniones son muy importantes para mí. No os olvidéis de eso.

Por cierto, hoy estaba editando el capítulo 3 y estaba comparando mucho la escena con lo que pasa en los capítulos 27 y 28 de Coral. ¡ESA ESCENA AHHHH!

Dentro de poco sabréis a qué me refiero. Pero ya veis, con mis grititos, que algo se vieneee. ¡Qué ganitas de enseñaros estos tres capítulos!

Si queréis que algo pase, dejad vuestras ideas por aquí y a ver si se hacen realidad jeje.

¡Nos vemos!

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