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Un duelo amigable

Ya cerca de la <Mansión Crepúsculo>, Bell y Ais atravesaron la puerta tomados de la mano, con el chico liderando el camino. Al entrar, subiendo las escaleras, los dos se encontraron con Riveria que caminaba por el pasillo.

- Veo que han vuelto. ¿Se encuentra bien, Cranel?

- Sí. Gracias por preocuparse.

- ¿Eh? - la elfa se da cuenta de algo que no había visto antes. Las manos de los chicos aún no se han separaron.

Riveria no se contuvo y dejo escapar una ligera carcajada. Los dos no parecían entender qué era lo que le hacía tanta gracia.

- Lo siento... - se estrujo los ojo. - Parece que están muy unidos. - dice el elfo dando una pequeña pista para los dos jóvenes.

Los dos se dan cuenta por fin de la situación, sus mejillas se sonrojaron y Bell y Ais apartan la mirada el uno del otro, pero extrañamente sus manos no se sueltan, sólo disminuyen la fuerza de su agarre.

En el piso de abajo, observando toda la situación estaban el trío de Tione, Tiona y Leffiya.

- Vaya... Parece que son muy cercanos. - dijo Tione.

- Es casi como si fueran una pareja.... - dice Tiona con una sonrisa tonta en la cara.

- ¡S-Señorita Tiona! ¡No saques conclusiones precipitadas! Son... Sólo se están haciendo amigos... ¿No es así?

- Ya verás... - Tione responde.

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En el pasillo los dos se detienen frente a la puerta de la habitación de Bell.

- Gracias por cuidar de mí, Milady Ais. - suelta la mano de la chica. - Buenas noches.

Bell pone la mano en el pomo de la puerta, pero siente que le aprietan la otra mano, cuando el chico se gira ve a Ais con la cabeza agachada todavía con su mano tomando la suya.

- Bell... Sobre tu pregunta de antes... ¿Podemos hablar? ¿A solas? – pregunto Ais con los ojos caídos, pero mirando a Bell.

El chico piensa durante unos segundos antes de asentir a la chica. Abre su puerta y Ais en menos de un pestañeo, seguida por Bell, cerrando la puerta poco después.

Los dos se sientan en la cama, uno al lado del otro. Estuvieron en silencio durante algún tiempo hasta que Ais decidió romperlo.

- Subimos al piso 18 para descansar antes de irnos. Allí acabamos descubriendo que hubo un asesinato en <Rivira>. Finn decidió ayudar y le seguimos, ya que el asesino podría estar todavía allí... Por la noche, los monstruos plantas comenzaron a emerger. Ayudamos a contenerlos. - Ais baja la cabeza. - Después de eso, la asesina apareció frente de mí... y... me derrotó...

Bell se sorprendió, para él Ais era la cúspide entre los aventureros, no podía imaginar la fuerza que podía tener una "asesina" así, pero algo le molestaba, por deducción el chico suponía que ella ocultaba alguna información crucial. Teniendo en cuenta que Ais Wallenstein no es el tipo de persona que se dejaría sacudir de esta manera por una derrota.

- Milady Ais. Te falta decime algo, ¿no? - señala Bell.

Ais abrió los ojos con sorpresa por un momento hasta que su mirada se volvió melancólica.

- Me llamó por el nombre de mi madre... Aria... - dijo casi en un susurro.

Bell no mostró ninguna reacción, sus ojos permanecieron firmes y fijos en la chica. Nunca se le había dado bien lidiar con los sentimientos, y mucho menos con los suyos propios, pero allí sintió la necesidad de hacer algo. El chico se sumergió en sus pensamientos tratando de buscar algo que pudiera aliviar a su princesa, lo repasó palabra por palabra en su mente. Teniendo lo necesario, al menos para lo que él cree, Bell pone su mano sobre la de Ais.

- Ais. - por primera vez dejó de lado su formalidad, lo que llamó la atención de la chica de pelo dorado. - Sinceramente, no puedo decir que sepa cómo te sientes. Nunca podré saberlo. Nunca tuve a mis padres conmigo. No tengo recuerdos de ellos y menos aún sé sus nombres... - estas palabras hacen que Ais se voltee hacia Bell con sorpresa. - Pero hay algo que quiero que recuerdes. Aunque sea débil, ¡haré todo lo posible por estar a tu lado!

Los ojos de los dos jóvenes se encontraron. Las mejillas de Ais se sonrojaron fuertemente, con una sonrisa surgiendo de en sus labios.

- Gracias... De verdad, muchas gracias.

- No hace falta que me des las gracias. - dice con una sonrisa.

Los dos se miran fijamente durante un rato. Ais no parecía mostrar signos de querer irse. Un ligero rubor tiño las mejillas de Bell.

- ¿Quieres...? ¿Quieres pasar la noche aquí...?

- Si no te importa... - la respuesta fue inmediata, tanto que sorprendió a Bell.

- Y-Yo... Te dejaré la cama. Puedo dormir en el suelo de todos modos...

Bell se preparó para ir a dormir al suelo, pero Ais le retuvo.

- No... Yo... No creo que sea justo. Y también... No quiero dormir sola. - dijo con un rubor.

Bell siente que su cara arde como nunca antes. Sólo asiente y vuelve a la cama.

Los dos, ya sin armadura, se acuestan uno al lado del otro. La cama era claramente demasiado pequeña para ellos, obligando a Bell y Ais a permanecer pegados. Se quedan mirando el techo durante un rato hasta que ambos se quedan finalmente dormidos.

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Pasaron dos días. Bell mantenía una rutina, a primera hora de la mañana entrenaba con Ais, poco después iba a la Dungeon acompañado por Lili y al final del día volvía a entrenar con la princesa.

En el gremio.

Bell estaba cambiando sus piedras mágicas cuando de repente algo le llamó la atención. Había una multitud de personas alrededor del mural, curioso el chico se dirige a mirar que ocurría. Colándose entre la pequeña multitud, Bell ve por fin a qué se debe toda la conmoción. Sus ojos se abren de par en par, fijándose en una sola hoja en medio del gran mural.

<Ais Wallenstein>

- Lv 6 -

En ese momento un torbellino de emociones invadió su ser, pero una en particular perduró y creció cada vez más... Frustración.

- Dicen que derrotó al jefe de piso <Udaeus> ella sola.

- ¡Increíble!

- La <Sword Princess> está realmente en otro nivel.

- No creo que pueda llegar a ella...

- ¡Estás loco! Por supuesto que no. Dudo que nadie pueda tampoco.

Bell traga en seco ante las palabras de los aventureros presentes. Aprieta los puños, su realidad lo golpeo de frente.

"¿Por qué?" - se preguntó. - "Cómo voy a... ¿La alcanzaré? Ni siquiera he empezado y ya he sido derrotado..." - En medio de sus pensamientos negativos surge una voz, que era un recuerdo reciente. Fueron las palabras de Ryuu. - "Una aventura..."

Tal como estaban las cosas, Bell salió del establecimiento con los puños apretados y los pasos acelerados. El chico no se despidió de Eina como de costumbre, dejándola un poco preocupada por su repentina marcha. Caminó a grandes zancadas hacia la <Mansión Crepúsculo>. Bell trató de alejar ese sentimiento que lo atormentaba, pero por cada intento más fuerte se volvía.

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Patio de la <Mansión del Crepúsculo>.

El cielo ya estaba oscuro. En el centro del patio estaba Ais mirando al cielo estrellado, estaba esperando a Bell. Al notar que el chico se acerca, se voltea hacia él y lo saluda:

- Hola, Bell... ¿Está todo bien? - Ais había notado que el chico estaba diferente.

- Por supuesto. No tienes que preocuparte por mí. - dice con una ligera sonrisa forzada. - ¿Podemos empezar?

El chico fue directo al grano, parecía que no quería conversar, su espada hablaría por él.

Bell saca a Maanna y Ais empuña su funda.

- ¡Scintilla!

El chico conjura su milagro, un furioso torbellino de luz envuelve a Bell por completo. Aquella era la primera vez que Ais presenciaba su magia, por un instante pareció algo abrumada por la presión que emanaba su sola aura y su gran similitud con su <Ariel>. Bell se lanza contra la princesa, su espada choca rápidamente con la vaina de Ais, tras el choque comienza una secuencia de ataques que son contrarrestados por la princesa. Los golpes del chico eran más agresivos de lo habitual, aunque Ais era mucho más fuerte parecía tener problemas para encontrar huecos entre los imprevisibles ataques de Bell.

- Tempestad. - Ais luchaba ahora en las mismas condiciones.

En medio de la postura agresiva del chico, Ais encuentra un hueco y le da una patada que le hace salir despedido hacia atrás, cayendo al suelo como consecuencia.

El aura luminosa se disipó. Ais disipa su viento poco después, sin darse cuenta de que había utilizado demasiada fuerza en su patada. Relajando su postura la chica se dirige al desmayado Bell, o al menos eso es lo que pensaba. Bell se levantó del suelo, no mostraba ningún dolor por el ataque, sus ojos carmesí brillaban y un aura imperceptible le envolvía. Sin dar ningún aviso, el chico avanza hacia Ais en un ataque de arriba abajo. La chica adopta una postura defensiva, defendiéndose del golpe. Sus piernas se doblan, el aire vibra, ese ataque fue fuerte incluso para los estándares de la <Sword Princess>.

*<Retaliation> Absorbe todo el daño recibido reforzando su poder físico.

*<Scavenger> Duplica el poder de tus habilidades físicas sacrificando algunas de tus habilidades mágicas. Sus efectos aumentan cuanto más daño recibe y cuantos más fuertes son sus sentimientos. Su uso prolongado o incrementado crea un frenesí.

- ¡GRRRAAAAAAAAAAA!

Bell rugió agresivamente mientras forzaba su espada cada vez más fuerte contra la vaina de Ais.

- Grr... ¡Tempest! - Al no ver opciones Ais conjuró su viento mágico. - ¡HAA!

Imbuyendo su arma con viento, Ais fuerza un contraataque a Bell con toda su fuerza, el ataque del chico se rompe y es lanzado violentamente contra la pared, rompiendo un pilar en el proceso.

Después de esto Bell no puede soportarlo y finalmente sucumbe al dolor, desmayándose inmediatamente. Al ver el resultado de su ataque, Ais fue inmediatamente a ayudar al chico que había caído entre los escombros. Al llegar junto a él, la chica se dio cuenta de que tenía moratones en los brazos, además de la cara golpeada y estaba sangrando. El chico estaba literalmente destrozado, Bell tenía dificultad para respirar, lo que fue notado inmediatamente por Ais. Al ver que no podía ayudarle y que su situación empeoraba, la chica desesperada pide ayuda.

- ¡RIVERIA! - gritó la joven pidiendo la ayuda de la maga.

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En la habitación, Riveria envolvía los moratones de Bell con vendas. Tenía el pecho, los brazos y la cabeza totalmente vendados. Mientras la alta elfa lo atendía, Lefiya estaba a su lado curándolo con magia.

- Estaba en muy mal estado. - dijo la joven elfa mirando con lástima al chico. - Me pregunto qué le habrá pasado.

En ningún momento Ais había dicho lo que le había pasado a Bell, sólo exclamó que necesitaba ayuda, así que no era de extrañar que la joven estuviera mal informada.

- Quién sabe... - Dijo Riveria monótonamente con su estrecha mirada que se dirigía hacia la rubia. Termina de ponerse las vendas y se levanta. - Gracias Lefiya. Ya puedes irte.

- Bell-san estará bien, ¿verdad? - pregunto Viridis con preocupación en sus ojos.

- Sí. No te preocupes, sólo necesita un largo descanso. - da una leve sonrisa que reconforta a Lefiya.

La joven elfa se despide de ambas y sale por la puerta. Cuando se cierra, Riveria sonríe y dirige su masacrante mirada hacia Ais.

- ¿En qué estabas pensando? - dice Riveria mirándola a los ojos con una mirada de desaprobación. - Eres un nivel 6 de no más de dos días. Todavía no tienes el control total de tu nueva fuerza. Un resbalón como ese podría haberte matado. ¿Te das cuenta de eso?

Esas palabras pesaron en la conciencia de Ais. La chica sólo aceptó la reprimenda con la cabeza baja.

- Lo siento... – dijo Aiz con una débil voz.

La elfa dejo escapar un suspiro.

- Guarda tus disculpas para los que realmente se las debes. - Riveria señala con la mirada a Bell tumbado.

Ais asiente.

- Te han pasado muchas cosas recientemente. Así que no te culpo del todo. - hace una pausa. - No estoy prohibiendo tu entrenamiento con Cranel. Sólo espero que tengas un poco más de conciencia.

Se dirige a la puerta.

- Si ves que siente dolo mientras duerme, dale de tomar del frasco que está en la mesa.

- ¡Hum! - asiente con la cabeza.

Ais vuelve a pasar la noche junto a Bell. Cree que esto está empezando a convertirse en un hábito. Después de un rato observándolo, la chica se cansa y se acuesta muy cerca del chico.

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Bajo un árbol había dos personas sentadas a su sombra, una de ellas era una mujer de largos cabellos dorados que llevaba un largo vestido blanco mientras leía un libro en voz alta a una niña en su regazo que tenía las mismas características.

- Y entonces el Príncipe y la Princesa se casaron y vivieron felices para siempre...

La niña parecía realmente feliz. La mujer cerró el libro.

- Parece que esta historia te gusta mucho, Ais.

La pequeña Ais asiente con la cabeza. La mujer comienza a acariciar la cabeza de la joven.

- Espero que algún día encuentres a alguien encantador para ti.

De repente, la escena cambió. Ais se encontraba en una cueva oscura totalmente sola, al menos eso es lo que pensó. Entre los muchos túneles que hay, aparece una enorme silueta con un par de cuernos, la chica se gira y ve un enorme monstruo. Cuando comienza su ataque algo lo corta por la mitad. De detrás de la enorme criatura, que ahora estaba hecha pedazos, aparece un hombre ante Ais, un guerrero de pelo negro que llevaba una armadura brillante con una pequeña capa que le envolvía el cuello hasta el final de la espalda. Los ojos de Ais se abrieron de par en par, se levanta rápidamente y corre hacia el hombre.

- ¡Papi!

Ella le abraza con todas sus fuerzas mientras las lágrimas brotan de sus ojos, él le devuelve el abrazo con una sonrisa en la cara. El padre de Ais se arrodilla y la deja sentada sobre sus piernas dejando sus ojos a la misma altura.

- Lo siento hija. No puedo convertirme en tu héroe. Porque ya tengo a tu madre - hace una pausa. - Sería estupendo que un día encontraras al héroe que sólo te pertenezca a ti.

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A través del pequeño hueco entre las cortinas, un pequeño haz de luz atraviesa los párpados de Ais. Con la luz molestándola, abre poco a poco sus ojos dorados, su visión comienza a aclararse revelando dónde estaba. La chica estaba tumbada en la cama, con los brazos rodeando algo que no sabía qué era. Sus mejillas se tornaron rosadas cuando supo que se estaba abrazando con Bell. Los recuerdos de su sueño comienzan a aparecer en su mente.

"Ese sueño... ¿Fue por él? Pude soñar con mis recuerdos pasados..." - una tímida sonrisa aparece en sus labios. - Gracias... - dice en un susurro.

La voz baja de Ais fue suficiente para despertar a Bell de su profundo sueño. Aprieta sus ojos y su visión se enfoca.

- ¿Dónde estoy? - dice vagamente. - ¿Dónde está Milady Ais?

- Estoy aquí.

Bell mira con sorpresa a Ais que seguía abrazada a él en la cama. El chico salta hacia atrás asustado.

- ¿Qué...? - el niño fue interrumpido.

- Anoche me excedí en la práctica... Lo siento. Te hice mucho daño. - dice mostrando su arrepentimiento.

El chico acomodo sus vendas.

- No hay problema.

- Bell.

- ¿Sí?

- ¿Qué te pasó ayer?

- ¿Eh?

- Te estabas comportando de forma diferente en el entrenamiento. Fuiste mucho más agresivo que antes. ¿Estabas molesto por algo?

Las palabras de Ais le hicieron recordar el día pasado, y el fuerte sentimiento que sentiría.

- Yo... Supongo que no estaba exactamente molesto. - hace una pausa. - Lo siento... Debo haber sacado algo de ese sentimiento en la pelea. Por favor, ¡espero que puedas perdonarme! - baja la cabeza ante la chica.

La chica sonríe tímidamente.

- No necesitas disculparte. - hace una pausa. - Si... Necesitas... Siempre puedo escucharte... - dice torpemente la <Sword Princess> con un ligero rubor en las mejillas.

- ¡Hum! - asiente, con las mejillas teñidas de rojo.

Un silencio invade la sala hasta que Ais lo rompe.

- Bell. - ella llama la atención del chico. - Lo siento... No podré entrenarte hoy. Tengo algo que hacer.

- No hay problema. - Bell sonríe discretamente. - Buena suerte.

Ais asiente, poco después se despide de Bell y se va.

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Las horas pasan.

Bell ya había regresado de su viaje a la Dungeon con Lili. El día había sido bastante provechoso para ambos. Todavía era media tarde y, como era de esperar, no vio a la chica de pelo dorado en la mansión.

Caminando como si no quisiera nada acaba encontrándose a Bete, que estaba durmiendo en un sofá. El lobo se despertó al escuchar el sonido de los pasos del chico.

- ¡Ah! Sólo eres tú, Tomate. ¿Qué sucede?

- Hola, Bete. - dice acercándose a su amigo.

- ¿Eh? ¿Qué pasa? - Dije con curiosidad sintiendo que Bell quería algo.

- Bueno... Ais tenía un compromiso. Y quería a alguien para entrenar al menos por hoy.

- Hm... Hazlo o qué. - Bete empieza a levantarse. - De todos modos, no tengo nada que hacer. - golpea su puño contra su mano. - ¡Vamos!

Bell sonríe ligeramente. Los dos caminan hacia el patio.

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Los dos estaban ya muy cerca de su destino. Caminando por un pasillo, Bete nota algo extraño en Bell.

*Snif*

*Snif*

- Oye, Tomate. - dice con cierta seriedad.

Bell dirige su mirada tranquila al lobo.

- ¿Por qué hueles a Ais? - dice con ojos serios.

El chico no se inmutó por la mirada que tenía.

- ¿Eh? Debe ser porque dormimos juntos. - dice con extrema calma.

Los ojos abrieron como platos y los dientes del lobo se vieron.

- ¡Veamos si puedes sobrevivir! - dice con su mirada espelúznate.

- Ese es el espíritu. - dice que Bell malinterpretó la situación que era peligrosa.

No creo que debas echar leña al fuego...

El chico no entendió muy bien el comentario de Maanna.

Los dos salen al patio y se colocan uno en cada esquina. Bete estaba furioso. Mientras Bell empezaba a comprender la situación, el lobo se abalanzó sobre el chico. Incluso sacando a Maanna rápidamente no fue capaz de defenderse tan rápido recibiendo una patada en el estómago que le hace volar hasta la pared destrozada del día anterior.

- Grr... - Bell siente un dolor latente en el pecho, pero no es suficiente para impedir que se levante. - Ese me pego de lleno... - dice con una sonrisa mientras adopta su postura. – Intentare no descuidarme.

La sonrisa del chico molesta a Bete, con sus botas vuelve a atacar a Bell, pero esta vez no consigue darle, desviándola en el último segundo. El chico sujeta a Maanna con la hoja invertida y aplica un golpe de abajo a arriba sobre el lobo que lo desvía con facilidad, alejándose en el proceso. Los dos se miran fijamente durante un rato antes de empezar a arremeter el uno contra el otro. La espada de Bell choca violentamente contra la bota de mithril de Bete. La repulsión separa a los dos, aprovechando la proximidad el lobo vuelve a poner el pie en el suelo y utiliza su otra pierna para atacar. El chico de pelo blanco se defiende como puede, pero no puede evitar ser empujado metros atrás por la fuerza del ataque.

A diferencia de la última vez, Bell se mantuvo de pie, aunque con dificultad. Bete no parecía tener intención de tomárselo con calma. Sin darle la oportunidad de recomponerse, el lobo atacó al conejo, los dos intercambiaron golpes durante un rato hasta que Bete empezó a arremeter cada vez con más fuerte, dando a Bell la única opción de esquivar. El lobo comenzó una secuencia de patadas imposibles de predecir, el chico esquivó como pudo, pero aún no pudo esquivarlas todas con éxito. Bell recibió una lluvia de golpes directos que lo tiraron al suelo.

- ¡Levántate! - dijo Bete juzgando a Bell con la mirada. - Todavía no he terminado.

Bell se levanta. Tenía el ojo derecho entreabierto con un gran hematoma y la nariz goteaba sangre. Levanta la cabeza.

- Yo digo lo mismo.

El chico deja caer a Maanna al suelo, Bell quería luchar en los mismos términos. Bete se sorprendió notablemente, podía identificar que se trataba de un acto honorable, pero para él era el colmo de la estupidez. Bell aserró sus puños y los apuntó en dirección al lobo. El conejo esquivó los ataques con extrema dificultad y mucha suerte. Bell encontró un hueco entre el número de ataques, aprovechando que el conejo golpeó al lobo en la cara. Bete no parecía darle mucha importancia al ataque, siendo de nivel 5 ese ataque no tendría ningún efecto... Al menos eso es lo que él pensaba.

El puño de Bell se hunde en la cara de Bete, el ataque le hace salir despedido hacia atrás con violencia levantando una cortina de humo a su lado.

- Grr... - Por si el dolor de pecho no fuera suficiente, su puño ardía como si acabara de salir de las llamas o hubiera sido corroído por el ácido.

El humo comienza a disiparse revelando al lobo en el suelo con una gran marca de moretón en la cara y una de sus fosas nasales rezumando sangre. Se levanta lentamente de su paliza.

- Eso está bonito... - dice Bell con burla. Algo que claramente no era normal.

Bete se levanta y extrañamente empieza a reírse.

- ¡HAHA! ¡Quien lo diría! ¡Eso fue muy fuerte! - se sopla la sangre de la nariz. - ¡Ahora podemos empezar!

Los dos se enfrentan con una sonrisa, en poco tiempo van uno contra el otro.

- ¡HAAAA!

- ¡HAAAA!

Ambos rugen con fervor esperando la pelea. Pero de repente algo frustra esa sensación.

- ¡PAREN! ¡PAREN! ¡AHORA! - dijo la diosa de pelo rojo haciendo una señal con los brazos.

Los dos detuvieron bruscamente su encuentro y dirigieron su mirada a Loki.

- ¿¡Qué!? - dijo una irritada Bete.

- No quería ser un aguafiestas... Pero voy a necesitar que me presten a Bete, Bell-tan.

Bete la mira dubitativo.

- Necesito que vayas con Lefiya al piso 24. Ais-tan ha aceptado una búsqueda repentina. - Loki estrecha los ojos. - Quiero que la ayudes. Hay algo ahí.

El lobo sólo pone los ojos en blanco y acepta la petición de Loki. Saca de su bolsillo una poción y se la lanza al chico.

- Esto te ayudará un poco. - dice Bete, saliendo del patio. - ¡Vamos! - dijo Bete a Lefiya, que estaba detrás de su diosa junto con otra elfa de pelo negro y ojos carmesí.

- A-Ah, sí.

Bete, Lefiya y la elfa se dirigieron hacia la salida.

- ¡Ya resolveremos esto más tarde, Tomate! - gritó el lobo a Bell.

El chico y Loki se quedan solos en el lugar. Bell toma un trago y vierte el líquido rojo sobre sus heridas, que poco a poco se curan y su dolor desaparece.

- ¡Bell-tan! - dice la diosa llamando la atención de su hijo. - Lo siento, pero ¿podrías venir conmigo?

- De acuerdo.

********************************************************************************

En algún lugar de la Dungeon.

En un lugar con paredes que parecían estar vivas se encontraban dos figuras, una de ellas vestida con un gran manto blanco y una máscara que parecía el cráneo de una cabra observaba una esfera de cristal frente a él, visualizando las imágenes que pasaban por ella.

- Parece que han llegado. - dice el hombre enmascarado.

Se voltea hacia su compañera que estaba sentada, una mujer con el pelo cortó de color rojo, ojos esmeraldas semejantes a los de un dragón y vestida con una túnica roja. A la mujer parecía importarle poco lo que el hombre había dicho, centrando su atención en un collar que tenía en la mano, parecía un poco perdida en sus propios pensamientos.

- Bueno... Parece que la despiadada Revis está perdida en sus propios pensamientos... - dice el hombre refiriéndose a la mujer con un tono burlesco.

La mujer llamada Revis puso los ojos en blanco y miró brevemente al enmascarado, tras lo cual volvió a admirar el collar.

- Ese collar es un recuerdo de tu pasado, ¿no? Deberías deshacerte de esos sentimientos. Demuestra que aún eres débil... - el hombre deja de hablar repentinamente al ver que un cuchillo se acerca a su cara, lo desvía, siguiéndolo con la mirada hasta que se clava en uno de los fuertes pilares de enredadera.

- Cuida tu lengua, Olivas. - dice Revis con mirada seria, recogiendo el brazo que tenía levantado. - ¡Estoy lejos de ser débil! - dijo con su mirada amenazante y un tono estridente.

El hombre vuelve a mirar la bola de cristal siguiendo la locomoción de un grupo de aventureros. La pelirroja con ojos de dragón reanuda su concentración en el collar, mirando la pequeña piedra carmesí que había en su colgante.

"No puedo deshacerme de ese recuerdo. Al menos no todavía... No antes de cumplir mi promesa".

//\\Continuara...//\\

*Swones al habla*

Antes que nada debo decir que ya estoy completamente desocupado y trataré de traer los capítulos un poco más rápido. Ahora sí, aquí un nuevo capítulo traducido dónde se introduce a Revis, fino señores, y antes de finalizar les pido porfavor que vallan a darle estrellitas al fic original que es de JooVictorLassanceMay , no olviden que al que deben apoyar es a él para que traiga nuevos capitulos y para que los traduzca posteriormente y recuerden señalar algo que crean que se pueda mejorar en la traducción. Antes de irme los dejo con un collage hecho por mi de Suu, porque no todo es Danmachi.

Sin nada más que decir, este fue Swones, cambio y fuera.

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