Capítulo 1: Un Héroe para Ella.
Mis ojos se abrieron lentamente.
Un pequeño dolor azotó mis párpados. Mi cabeza dolía. Esto era resultado del estrés que solía acumular cada vez que tenía ese sueño. Dolor, un dolor al que ya me había acostumbrado.
Respire profundamente. Pude sentir lo húmedo de mis ojos y mejillas. Al parecer las lágrimas nuevamente habían surgido. Esto era algo normal en mi.
Mi cuerpo tiembla ligeramente. Mis manos están mojadas y una sensación de miedo aprieta mi pecho. Desde que tengo memoria aquel sueño siempre suele dejarme así.
--...
Muerte. Pérdida. Tristeza. Alegría. Todo combinado en ese lugar.
No es más que una recurrente pesadilla. O al menos eso es lo que el abuelo me dijo.
Más de una vez desperté en medio de la noche a mi abuelo debido a esta terrible pesadilla. Incluso tuve que dormir por un tiempo con él, pero no funcionó.
Poco a poco me acostumbre a lo que veía en ese sueño del infierno. Ahora ya no suelo gritar, pero sigo con el miedo profundo en el pecho.
--...
Suspiro profundamente y vuelvo a cerrar mis ojos. Espero poder volver a dormir, aún no es la hora de despertarse. Mi reloj desarrollado internamente debido a mi trabajo de granjero me lo decía.
Afortunadamente para mí este sueño solía aparecer una sola vez y luego podía ir a dormir tranquilamente.
Había veces que desaparecía y atacaba mi mente por días, semanas, incluso meses. Pero últimamente se están volviendo más activos.
--...
Cerré los ojos y di un profundo respiro. El miedo tardaría en desaparecer un poco, pero estoy confiado en poder volver a dormir.
X. X. X.
Si, pero como sospechaba, no pude volver a dormir bien.
No se debió al miedo y temor de tener otra pesadilla. Sino a un recurrente dolor en el pecho ocasionado por un par de manos brazos firmes y suaves.
Estaba siendo presionado en un abrazado vil y doloroso. La persona que me abrazaba parecía que no quería dejarme ir a ningún lugar.
Tampoco es como si pudiera...
Estaba siendo usado como una almohada de abrazar de carne y hueso. Era algo que me pasaba cada día.
--Buenos días.
El sol ya había empezado a dar sus primeros rayos de luz. Cuando me estaba quejando del dolor, una suave y gentil voz me habló.
Gire mi cabeza para confrontar a la persona que me saludo. Recostada en la cama estaba una mujer un poco desaliñada, pero sumamente hermosa.
--Buenos días, madrastra Alfia.
Dije el nombre de esa persona que dormía junto a mi. También era la persona causante del dolor de mi abdomen.
Ella era mi tía. Hermana de mi verdadera madre de la cual nunca conocí. Pero le digo madrastra porque suele golpearme si le decía tía.
Tenía un largo y suelto cabello blanco, ahora un poco desarreglado por su reciente despertar. Tiene unos rasgos finos y maduros. Una mujer sumamente hermosa.
Pero aunque su rasgo más llamativos son esos ojos de diferente color. Algo increíble.
Nos quedamos mirándonos uno cuantos segundos antes de que me preguntara si había tenido una noche mala.
Ella sabía de aquellos sueños que azotaban mi mente y apresionaban mi pecho.
--... Volvió a pasar.
Tía Alfia solo me miró con unos ojos preocupados para después disculparse por no poder hacer nada contra mis sueños.
Ella no tenía porque culparse, pero se preocupaba bastante por mi. Aún cuando no tenía que hacerlo, dormía conmigo para que no tenía que pasar aquellas noche solo.
Nos levantamos de la cama listo para empezar el día nuevamente. Me coloque mis botas y me dirigí hacia la salida de la habitación.
Me dirigia hacia a la sala donde me encontraria con los demás miembros que vivían actualmente en esta pequeña casa de madera. Mi Familia.
X. X. X.
Habíamos llegado hacía el comedor hace algo más de 20 minutos. Me encontré con el abuelo y el tío Zald. Dos personas que también vivían conmigo.
El tío Zald era grande y muy fuerte. Tenía cabello corto color castaño de aspecto furioso y a la vez tranquilo. Su rasgo más significativo era una cicatriz en uno de sus ojos. Tenía un buen rostro.
El abuelo también era un gran hombre, fornido, pero con rasgos más de una persona de mayor edad. Era la persona con la que más tiempo he pasado en mis cortos 7 años.
--...
Aunque ya habíamos estado 20 minutos comiendo, nadie parecía querer decir ni una palabra. El ambiente estaba tenso, tanto que me hacía sentir un poco de miedo.
Esta atmósfera había cernido nuestra pequeña casa desde ayer...cuando un Dios vino de visita.
Yo jugaba con tía Alfia. Tío Zald estaba preparando el almuerzo. Todo estaba tranquilo hasta que la puerta de madera hizo un sonido de: *tap* *tap*
Tio Zald abrió la puerta, su mirada de felicidad había cambiado a una complicada de entender. Pronta llamó tía Alfia y esta se le unió.
El abuelo salió de su habitación y también fue a la puerta. Se quedó callado y después se dirigió a sentarse en el sofá, donde mantendría una mirada silenciosa.
Yo también observé a la persona. Un Dios era quien había tocado nuestra puerta.
Parecía un habitante de la oscuridad. Un aura oscura y divina rodeaba su cuerpo. Me hizo temblar un poco cuando me miró sonrió gentilmente.
—Un Dios en toda regla.
Estaba hablando con el tío y la tía. Su rostro gentil y su sonrisa desaparecieron, fueron cambiados por una expresión triste y un poco enojada.
El tío y la tía se inclinaron y se disculparon con él. Pronto se fue, no sin antes decir unas cuantas palabras de las que no pude entender.
--...
Desde que ese Dios se había ido, el ambiente se había mantenido pesado.
Cuando me cargué de valor y le pregunté a tía Alfia, me dijo que no me preocupara, que ella ya tenía su resolución y que había tomado su decisión hace mucho tiempo.
Puso su delicada mano sobre mis blancos cabellos y los acarició gentilmente. Siempre lo hacía, pero en ese momento capté algo diferente.
Ella estaba temblando. Su mano se aferraba a mi cabeza como si no me quisiera déjame ir. Acariciaba mi cabeza como si fuera lo único que necesitaba.
X. X . X.
Un pecado.
Un odio inescrupuloso se arremolinaba en el pecho de la mujer que yo llamaba madre.
Ese odio no era dirigido hacia un monstruo, un animal o una persona en específico.
Ese odió era dirigido hacia ella y su gigantesco egoísmo. Se odiaba así misma. Odiaba a la persona que se había negado a cumplir su misión.
Había cometido un pecado imperdonable, uno que traería el <Fin del Mundo>.
Abandonó todo. Se dejó llevar por su egoísmo y decidió vivir con un pequeño niño con el cual nunca debía tener contacto.
Se encariño con ese niño y olvidó todo. Desecho todo su deber y junto con su compañero se instalaron en una pequeña casa de madera.
Aquellos que se suponía que causarían una gran masacre, una destrucción sin precedentes, se encontraban pasando los días tranquilamente en un pueblito que ni los mapas se tomarían en mostrarlos.
Ese fue el pecado que cometieron. El pecado que ella cometió.
—Un Héroe nunca nacería.
Fueron las palabras que hicieron que todo mi ser retumbara.
Durante toda mi vida había estado leyendo historias de héroes pensando que solo eran cuentos de hadas excesivamente hermosos.
Divague con momentos donde me insertaba en aquella historias y fantaseaba con ser el máximo Héroe de esas historias.
Solo simple fantasía, pero para madre era un símbolo, algo que se imponía entre la destrucción y la felicidad. Algo tan importante como para dar su vida para crear uno.
Me sentí tan estupido. Queria llorar debido a lo idiota que había sido. Apreté mis manos fuertemente debido a la frustración.
--....
Yo tenía miedo.
Mi cuerpo temblaba después de haber recibido tal confesión. Me sentí frustrado, triste y enojado.
¿Podía hacer algo? ¿Podía moverme para decir algo ante tan aterrador peso de responsabilidad que tía Alfia cargaba en sus espaldas?
Recordé aquel sueño.
Me sentía igual que esa vez: Indefenso y lleno de miedo.
Pero esta vez aquel Dragón no estaba. Lo único que estaba era yo y aquella mujer que me cuido y me mimo durante todo este tiempo.
Aquella mujer no me miraba. Solo miraba hacia el frente. Me daba la espalda y caminaba lentamente hacia el horizonte, donde desaparecería junto con toda su carga.
Era igual. Esa mujer y esa niña que veía en mi sueño, las cuales no podía salvar. No podía tomar sus manos y evitar que aquel "abismo" negro las consumiera. El mismo que pronto consumiría a la mujer que estaba justo enfrente mío.
Nuevamente me quedaría viendo como algo que apreciaba y amaba me era arrebatado por mi miedo.
No podía moverme por esas mujeres. Esa mujer y esa niña que tanto amaba en mis sueños desaparecieron y yo ya no podía hacer nada por ellas.
Pero esta vez...
¡Esta vez...!
¡Tenía a alguien que podía alcanzar!
No cometería el error de dejar que desaparezca.
No cometería el error al dejar que esa persona tan amable pusiera toda esa carga en sus hombros.
Es por eso que corrí.
Mis manos había sujetado su gentil y temblorosa mano. Ella parecía un poco agitada debido al repentino toque.
Para tomar su terrible pecado.
Para tomar en mi espalda aquel egoísmo que traería el <Fin del Mundo>.
Para no dejarla sola como aquellas personas.
Yo grité:
--¡¡¡Entonces yo me convertiré en un Héroe!!!
Pude notar como sus ojos se abrieron en par debido a la sorpresa. Le mostré la sonrisa más segura que tenía, para que así no dudará de mi máxima declaración.
--¡¡¡No dejaré que tomes todo en tus hombros sola!!! ¡¡Déjame ayudarte, déjame salvarte... Por favor, mamá!!
Era la primera vez que la llamaba así. Sus ojos temblaron. Su mirada se volvía complicada. Apreté más mi agarré.
Parecía querer decir algo, pero las palabras no salieron de sus labios. Entonces...
--¡...!
Una hermosa sonrisa se formó en sus lindos labios. Lágrimas empezaron a recorrer por sus blancas mejillas. Su mano tomó mis cabellos y los revoloteo.
--Gracias, Bell.
Ella pronunció esas suaves palabras.
Tal vez era un error.
Tal vez me deje llevar por el momento y dije cosas sin pensar.
Tal vez maldeciria este día...
Pero sin duda alguna valdría la pena.
Esa hermosa sonrisa. Esos hermosos ojos de distintos colores.
La alegría de una madre valdría la pena.
Entonces—ante aquel hermoso rostro—todo se volvió oscuro.
X. X. X.
[Tu camino acaba de empezar.]
Mis ojos se abrieron rápidamente.
Examine el lugar. Era oscuro, no había nada de luz.
Estaba parado sobre una especie de piso completamente negro. No podía ver nada. No podía sentir nada. Todo estaba tan oscuro y tranquilo.
[Lo has decidido, ¿No es así?]
¡...!
Una voz resonó por todo el lugar.
Era una voz femenina. Dulce y gentil, nunca lo había escuchado, pero me pareció extremadamente familiar.
Me había hecho una pregunta, y aunque no supiera quién era o que era este lugar, respondí, sabía a lo que ella se refería.
--Si, lo hice.
[¿Por qué?]
--Alguien me necesitaba. No quería que ella sufra.
[Es un camino largo, ¿Estás preparado?]
--...Sinceramente tengo miedo. Pero tengo más miedo de no hacer nada.
La voz no dijo nada más. Escuche una pequeña risita tierna que estimulo mi ser.
[Entonces te estaré apoyando...Bell Cranel]
Cuando estaba apunto de decir algo, una luz apareció lejos de mi.
Mis ojos automáticamente miraron hacia ese punto que no concordaba con la inmensa oscuridad que rodeaba este mundo.
--¡...!
En aquella luz pude captar una silueta completamente desconocida.
Pero sentía una extraña conexión con ella. Estaba de espaldas, podía ver su cabello negro y una bufanda revoloteando con el inexistente viento.
Entonces sin decir nada. Sin siquiera molestarme en pensar, comencé a acercarme hacia la silueta desconocida.
Algo me lo decía, tenía que llegar allí.
Algo me decía que tenía que sobrepasar a ese tipo.
[Tus primeros pasos como Héroe ya han sido dados, ¡Nos vemos!]
Aun cuando estaba caminando hacia "él". Todo se volvía oscuro.
Pero bueno, no importa ahora, en algún momento lo sobrepasaria. No importa cuántos pasos de, o cuánto tiempo me tomé, yo llegaría donde estaba aquel sujeto.
Por ahora me concentraré en la meta que me puse...
Ser un Héroe para ella.
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Perdón la tardanza. Estuve leyendome las novelas nuevamente para consultar cosas que no me quedaban muy en claro.
Solo me falta la 14 hasta el 17 y ya ando fino.
¡Nos vemos!
#Raaaaa ¡¡¡¡¡Kunumi!!!!!!
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