Narrador omnisciente.

La luz se filtraba a través de los ventanales, el aire acogedor arropaba el cuerpo de la persona que yacía sobre el sofá mientras anotaba algo en su cuaderno.

Habían pasado cinco horas desde la última vez que intentó hacer el gran hechizo, uno que cambiaría la vida de todos. El Hierarch tenía mucha seguridad de que funcionaría. Lo tenía planeado a la perfección y estaba por cumplir el único y principal objetivo en su vida.

Crear un mundo alterno dónde solo gobernaría…

—No me puedes seguir evadiendo—Hyan entró a la habitación dirigiéndose hasta la mesa y servirse un vaso con whisky—. Estamos juntos en esto, deja de hacer todo a tu manera.

—Siempre ha sido así Hyan, ¿Por qué quejarte ahora?

—Tenemos que traerlo aquí, es el único que puede ayudarte a completar el hechizo.

—Puedo hacerlo yo so…

—No, no es así y lo sabes muy bien. Ya creaste el portal pero sigue siendo muy diminuto, debemos hacerlo más grande.

—Podré hacerlo Kaiser, no cuestiones mis habilidades—Se levantó del sofá caminando hasta él—. No quiero a ese mocoso aquí. No me retes Hyan, tampoco arruines nuestros planes cuando estamos tan cerca de alcanzarlos.

—Entonces hazlo ahora, deja de pensarlo tanto y completalo de una vez por todas. Los días pasan rápidos, ¿Acaso quieres morir en manos de la Diosa?

—El que va a terminar muerto eres tú, pero seré yo quien te asesinará—Arranca el vaso de mano y lo estrella contra la pared.

Hyan no se inmutó ante su arrebato, fué todo lo contrario, una ligera sonrisa arrogante curvó en la esquina de su labio y cruzó sus brazos al identificar la mirada de la otra persona. Conocía a la perfección sus expresiones y sabía que en ese momento lo que tenía eran celos.

—¿Por qué esos celos Ni…?

—No digas mi nombre—siseó empuñando sus manos y el brazo de Hyan comenzó a tornarse de un color carmesí.

Su respiración se cortó pero aún así no demostró debilidad ante la mirada fiera de la otra persona.

—Ya basta de tonterías, estoy cansado de esperar a que te dignes a hacer tu trabajo—espetó con los dientes apretados.

—Si te cansa tanto esperar, entonces hazlo tú—se detuvo un momento y una sonrisa arrogante se desplegó en sus labios—. Oh, cierto, no eres ni la mitad de fuerte que yo.

El Hierarch se alejó de Hyan con una mirada escéptica en su rostro.

—No sabotees los planes Kaiser, pronto tendrás tu reino.

Al terminar dichas palabras, emprendió su camino hasta la puerta y dejó solo al hombre con la ira recorriendo su cuerpo.

A Hyan lo menos que le importa es el reino que tendrá, él solo quiere marcharse lejos de esas tierras, del peligro y de la profecía. No quiere ver morir a nadie más a su alrededor, ya está cansado de esa vida.

Él solo quiere disfrutar y amar a su esposa, y que ella lo ame a él.

Y solo obtendrá eso cuando la Diosa Nin muera.

Un toque en la puerta llamó su atención y seguidamente apareció Kastiel por ella.

—¿Lo has conseguido?—Hyan se acercó a él extendiendo su mano y el hombre le entregó la carpeta que traía consigo.

—Son buenas noticias Kaiser, la hemos encontrado en la cueva de cristal—informa—. Solo hay una manera de sacarla.

—Lo sé Kastiel, sé exactamente cómo traerla de vuelta—se giró hacia la ventana observando las pocas gotas de lluvia caer.

—¿Buscará a su hijo señor?

Hyan observó a lo lejos un punto en específico sobre las rocosas montañas.

—Es hora de buscar a Desmond Fallon.

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Pregunta rápida:

¿Ya tienen una idea de quién es el Hierarch?

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