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»La vie en rose«


Tras encerrarse en su habitación, JongIn fue directo a la computadora, estaba mordiendo su labio inferior y, sin darse cuenta, sus piernas eran poseídas por un ligero temblor. Estaba ansioso mientras aguardaba a que la página de la universidad cargara y no se cayera.

JongIn movió los ojos por toda la lista de nombres que se asomaban en la pantalla hasta que dio con el suyo. Miró hacia la otra columna y encontró, en negrilla, aquella palabra que le hacía tanta ilusión: "admitido".

Había sido admitido a la Universidad de Seúl; sus ojos se llenaron de lágrimas, ahogando un grito de pura felicidad. Con dedos temblorosos marcó el teléfono de su hermana, que desde hacía un par de años radicada en Seúl. Ella contestó tan rápido que las palabras le salieron levemente atropelladas cuando le dio la tan esperada noticia.

JongIn estudiaría en Seúl, y si las cosas salían de acuerdo a sus planes, lograría la beca, y así SeulGi no tendría que preocuparse por sus gastos.

Estarían bien los dos.

Una semana había pasado rápido en medio de los preparativos de su graduación hasta que el gran día llegó. Su hermana estaba en primera fila, cuando JongIn recibió el diploma.

Las cosas estaban saliendo bastante bien en esa tarde tras la ceremonía de grado. JongIn la notaba a ella feliz, con un brillo radiante en sus ojos al hablarle de su trabajo en el call center, contándole anécdotas de algunas llamadas. Él asentía sonriente o simplemente dándole la razón cuando ella simplemente se quejaba, aunque la sonrisa nunca abandonó sus labios.

Estaban comiendo un helado, porque era lo que JongIn de niño amaba comer.

De repente, su hermana se quedó en silencio, sus mejillas se ruborizaron y apretó sus labios. JongIn arqueó una ceja, metiéndose una gran cucharada de su helado; ya tenía una idea de lo que sucedía con SeulGi .

—¿Quién es? —JongIn intentó ayudarla.

Cuando vio a su hermana suspirando, JongIn sonrió porque su suposición parecía ser cierta. Alguien había robado el corazoncito de su hermana.

—¡Dios! Esto me da vergüenza. —Ella ocultó su cara entre sus manos.

—¡Qué! —JongIn estaba riendo al ver a su hermana en esa actitud que rayaba lo infantil.

—Es que nunca hemos hablado de citas y esas cosas, ¿sabes?

—Tengo 18 años, estoy preparado —dijo, imprimiendo cierta seriedad—. Quién es ese hombre... o mujer —repuso cauteloso.

Y esta vez su hermana reía.

—Está bien. Se llama Kim SeonHo, e-es mi novio. Esto, eh, llevamos 4 años saliendo —confesó, con una expresión casi mortificada.

JongIn se sorprendió, era prácticamente el mismo tiempo que su hermana llevaba en Seúl.

—No sé qué decir —dijo pensativo—. Imaginé que estabas viendo a alguien, pero no esperé que fuera por tanto tiempo. —Se sinceró.

—Lo siento por ocultarlo. —Ella bajó levemente la cabeza, notándose culpable—. No quería que pensaras mal de mí o que te diera una idea equivocada. SeonHo y yo nos apoyamos mutuamente. Es... —SeulGi suspiró—. Es el hombre más encantador y-y... Lo amo.

JongIn escuchaba atentamente lo que su hermana tenía por decirle sobre esta persona, el novio de su hermana mayor. Se sentía extraño, pero al mismo tiempo se alegró al saber que no estuvo sola todo este tiempo... como lo estuvo él. JongIn suspiró.

Al menos, ese tal SeonHo tenía un empleo decente, así que no parecía un mal partido. Aparte, SeulGi parecía bastante enamorada.

—Con SeonHo... —retomó ella, hablando despacio—. Estábamos pensando finalmente en mudarnos juntos, ya sabes, para compartir gastos y eso...

—¿Ustedes dos?

SeulGi abrió los ojos y empezó a negar.

—No, no me expliqué bien. Me refería a vivir juntos, tú, yo..., SeonHo... y también su hermano. Co-Como una familia —agregó, sonriendo tímidamente mientras tomaba las manos de JongIn.

—¿Hermano? —cuestionó aún sorprendido con aquellos planes.

SeulGi sonrió con todos los dientes.

—Es solo un año mayor que tú, pensábamos que... —Ella se encogió de hombres antes de decir—: A lo mejor podrían llevarse bien...

JongIn permaneció en silencio.

—No lo haremos si ustedes no están de acuerdo —añadió ella—. Queremos que se conozcan y así vemos si podemos convivir todos juntos. ¿Qué te parece, Nini?

JongIn siempre esperó viajar a Seúl alguna vez, los dos finalmente podrían convivir juntos como hermanos. Ahora, tenía otras personas por conocer y, con suerte, llevarse bien. Era también consciente de todos los sacrificios que su hermana había hecho para que a él no le faltara nada, así que si SeulGi le parecía una buena idea, JongIn lo intentaría. Era lo menos que podía hacer.

La casa en Incheon seguiría en alquiler a la familia que por esos años había convivido junto a JongIn, pagando una mensualidad por casi toda la casa, excepto por la habitación rosa en la que el menor vivía. Ahora recibiría una entrada extra, luego que la deuda de la hipoteca fuera finalmente saldada.

Las cosas estarían bien.

Durante el viaje a Seúl, JongIn tomó la mano de SeulGi, ella le sonrió y con su otra mano le abrazó.

—Todo va a estar bien, Nini. Confía en mí.

JongIn cerró los ojos, sintiéndose tranquilo cuando ella le dijo lo que anhelaba escuchar. Cuando los abrió nuevamente, ya habían llegado a Seúl, y la primera persona que conoció fue a SeonHo, quien los había estado esperando en la salida de la terminal.

—Un gusto conocerte, JongIn. —El novio de su hermana era casi de su misma estatura y, al igual que ella, compartían la misma sonrisa tonta de enamorados-–. SeulGi me ha hablado tanto de ti —añadió evidentemente emocionado—, así que me alegra finalmente conocerte.

—Un placer conocerlo —dijo seriamente—. Yo apenas supe de usted hace unos días.

SeonHo no parecía enojado, por el contrario, JongIn atisbó cierta culpa, a diferencia de su hermana, ella sí que parecía a punto de golpearle.

—Lamento que las cosas hayan sido así —añadió él—. Espero que me puedas perdonar. Yo ya te considero como mi pequeño hermano, y espero que en un futuro pienses en mí como un hermano mayor.

SeulGi abrazó a su novio y le susurró algo que no pudo escuchar. Sí, tal vez JongIn solo los envidiaba un poco.

Contrario a lo que esperaba, los siguientes días fueron bastante tranquilos en el pequeño apartamento de SeulGi, ya que ella salía al trabajo antes de las nueve de la mañana y regresaba antes del anochecer. Solo en dos ocasiones SeonHo había cenado con ellos, y JongIn, inevitablemente, empezó a conocerlo mejor, y a darse cuenta que era una buena persona, divertida, responsable y un poco torpe, lo que le hacía reír.

Sí, las cosas estaban saliendo bastante bien.

JongIn también estaba adelantando los trámites para iniciar la universidad, y aunque no le había dicho a su hermana, también estaba buscando trabajos de medio tiempo.

—Mañana, te espero en mi apartamento para cenar —dijo SeonHo mirando a JongIn.

SeulGi que había ido al baño, luego de que al parecer algo le cayera mal, regresó con ellos.

—Oh, ya le dijiste a JongIn —dijo ella—. SeonHo y yo nos encargaremos de la cena de mañana —agregó sonriendo—. No puedes faltar, yo mismo te llevaré.

—¿Tendré que usar traje? Parece algo demasiado serio —comentó JongIn arqueando una ceja, burlándose un poco.

—Si lo consideras necesario, puedes aparecerte con un traje y un par de flores —contestó el otro hombre en tono jocoso.

SeulGi se mantuvo en silencio, los dos lo notaron y fue el mayor quien preocupado preguntó primero si se encontraba bien. Su hermana asintió, alegando una ligera indigestión.

En la tarde siguiente, su hermana le había mensajeado con la dirección del apartamento de su novio, indicando que lo vería allí. JongIn, en la soledad del apartamento, rodó los ojos. Se imaginaba que era algo lo suficientemente importante para que SeulGi no pasara por él.

Volvió a mirar la bandeja de entrada de su correo electrónico a la espera del correo sobre la beca, aún no había noticias.

Aunque un tanto perezoso, JongIn decidió bañarse por segunda vez en el día, peinó un poco su cabello hacia los lados, se puso los lentes de contacto que rara vez usaba, y vistió con un jean oscuro y la camisa más formal que tenía.

SeulGi no podría decir que no se había esmerado para esa noche. JongIn sonrió frente al espejo del baño antes de salir.

Le tomó tan solo 10 minutos caminar hasta llegar al apartamento de SeonHo, y en ese momento se arrepintió de no haber comprado algo para llevar. Su madre hubiese dicho que era un maleducado por aparecer sin nada en sus manos.

SeonHo lo recibió abrazándolo, como si no hubiese esperado que JongIn se les uniera a la cena.

—¿Quieres una cerveza? —le invitó.

—Claro, me gustaría —dijo en un tono relajado.

El otro hombre sonrió complacido y le entregó una.

JongIn recorrió el apartamento, era ligeramente más grande que el que compartía con su hermana. En la cocina la encontró a ella con una coleta sujetando su cabello, usando un mandil; se encontraba cortando un par de zanahorias, y ni siquiera volteó para saludarlo.

—La cena aún no está —le indicó SeonHo—, así que si gustas puedes esperar en la sala. El otro invitado no tardará en llegar.

El menor percibió cierta molestia al referirse al otro invitado. JongIn apenas recordó que SeonHo tenía un hermano, y supuso que esa noche finalmente lo conocería.

Al cabo de unos quince minutos, tocaron el timbre del apartamento. SeonHo salió velozmente de la cocina, pasando por en frente de JongIn, quien notó un ceño fruncido, parecía incluso enojado, algo que le pareció inusual en él.

—Te he dicho que siempre salgas con las llaves. Creo que también te dije que hoy llegaras temprano. Dios, ¿qué tienes en la cara?

—Estoy aquí, ¿no?

A pesar de que hablaban bajo, el apartamento no era tan grande como para mantener una charla confidencial, por lo que JongIn podía escucharlos mientras pretendía estar distraído con su celular.

—Eh, JongIn.

El aludido levantó la cabeza, como si no los estuviera espiando. Miró directamente a SeonHo.

—Te quiero presentar a mi hermano menor, Do KyungSoo —dijo dándole una mirada al otro chico que estaba a su lado—. KyungSoo, él es el hermano de SeulGi, Kim JongIn.

—Oh, wow, ¿JongIn? —canturreó alegre, dando un paso hacia adelante—. ¿El genio que pasó a la universidad de Seúl? Eres toda una celebridad en este lugar.

Frente al chico elocuente, JongIn enmudeció, pestañeando rápidamente sin saber qué decir.

—Yo... —dijo tímidamente—. Soy JongIn, un gusto —extendió su brazo, y esta persona no tardó en estrechar su mano con fuerza.

—El placer es todo mío, JongIn —aseguró con una media sonrisa, lo que provocó que sus piernas temblaran.

El chico era más bajo que él, de piel pálida, tenía unos ojos particularmente grandes y un par de cejas gruesas, negras. Le pareció bastante exótico pero no menos atractivo, incluso con el par de manchas negras, de lo que parecía ser grasa, que cubrían sus mejillas.

—Ahora, date una ducha, no comerás todo maloliente aquí. —Se quejó SeonHo, antes de patear a su hermano hacia donde JongIn supuso quedaba el baño—. Bueno, ya conociste a mi hermanito, es un poco.

—¿Peculiar? —intervino SeulGi que salía de la cocina.

—Un poco —afirmó—. De seguro se llevarán bien. Él también quiere entrar a la universidad, a ingeniería —explicó—, por eso le hablé de ti, espero no te haya molestado.

—Está bien, no pasa nada. —JongIn los miró divertidos—. Parece que ustedes hablan mucho de mí.

—Es que nos sentimos muy orgullosos de ti. —SeulGi le dio un pequeño beso en su mejilla.

Tras finalizar la cena, JongIn no pudo entender lo que este recién aparecido había provocado en su interior. Entre sus comentarios que rayaban lo sarcástico, y esa extraña manera de mirarlo, entre coqueta y misteriosa, lo ponían caliente. No podía dormir, sus mejillas estaban bastante rojas pensando en Do KyungSoo. ¿Qué tenía él para que JongIn ni siquiera pudiera salir con un comentario sarcástico en toda esa cena, sino balbuceando o diciendo alguna tontería?

SeonHo y su hermana sí que estaban empeñados en juntar a los más jóvenes y formar la familia que las dos partes necesitaban, o eso al menos le parecía a JongIn.

Dos días después de aquella cena, SeulGi lo había persuadido para que saliera y conociera la ciudad, y qué mejor manera de hacerlo que con el hermano de SeonHo, quien había vivido toda su vida en Seúl.

JongIn salió del apartamento y se dirigió al taller mecánico, a un par de calles, donde SeonHo le había dicho que trabajaba KyungSoo, de allí partirían rumbo al cine, ya que SeulGi había comprado dos boletos, y luego comerían.

Respiró profundo y entró al taller, donde encontró a KyungSoo quien le sonrió de medio lado, estando todo todo sucio y sudoroso. Era una mala combinación, admitía, pero de alguna manera lograba atraerle.

JongIn no dejaba de mirarlo y probablemente KyungSoo ya lo hubiese notado.

—Chico listo —le saludó en un tono entusiasta—. ¿Qué película me invitarás a ver? —preguntó, recostando su espalda en el auto en el que había estado trabajando.

JongIn hizo un movimiento de negación con la cabeza, mientras se le acercaba.

—Primero, esto no es una cita —aseguró con su rostro completamente serio, mirándolo a los ojos. JongIn pudo ver sus mejillas pálidas ruborizarse—. Segundo, le harías un favor a la humanidad, si te vas a bañar en este momento.

KyungSoo bufó, bajando la cabeza.

—Tan mandón.

Alzó nuevamente la cara y tenía una sonrisa coqueta. JongIn arqueó una ceja esperando algún tipo de reclamo.

—Sabes que te invitaría —murmuró dando un paso hacia adelante—, pero el espacio es bastante reducido en el baño y apenas cabe una persona.

—¿Qué?

No había esperado tal descaro.

—No te hagas el inocente, JongIn. No hay por qué fingir ahora que estamos solos. —KyungSoo pasó suavemente su dedo pulgar por el labio inferior de JongIn antes de llevarlo a su propia boca—. Chico listo, pero no tanto para notar que he querido arrodillarme a tus pies —confesó.

JongIn ahogó un jadeo y KyungSoo se separó sonriendo triunfal.

—¡Ya regreso!

Estar en las sillas del centro de la sala de cine no fue un impedimento para las manos inquietas de KyungSoo. Sus grandes ojos se mantenían en la gran pantalla, y nadie sospecharía que con su diestra frotaba la entrepierna de la persona al lado.

Qué tortura era esa. JongIn ni siquiera hizo el intento de quitárselo de encima, apretaba los labios cada que sentía que iba a gemir, al tiempo que sus manos sujetaban con fuerza las esquinas de los apoyabrazos.

Casi dos horas de lo que duró la película, con sutiles toques aquí y allá. Nada aún demasiado escandaloso, puesto que solo fue el primer movimiento por parte de los dos.

Tras finalizar la película, se escabulleron dentro de uno de los baños, JongIn no sabía si había alguien más allí, porque para ese momento sus sentidos estaban locamente sumergidos en la presencia de Do KyungSoo. Su lengua delineando esos labios gruesos, experimentando la calidez de su boca en ese primer beso, caliente y húmedo.

Ni siquiera fueron a comer, al menos no en el sentido estricto en lo que se refiere a comida. Aprovechando el apartamento vacío, JongIn invitó a KyungSoo a su habitación, y entre esas cuatro paredes lo hizo suyo en más de una ocasión, en más de una posición.

Parecía que JongIn nunca tenía suficiente del otro chico. Quería enterrarse en él o dejarse follar, lo que fuera para mantener esa sensación que ardía en su piel y se expandía en su interior. Deseaba escucharlo hablar, reírse o retarse con palabras para luego callarlo con un beso fogoso que terminaba en algo más.

Si eso era enamorarse, entonces JongIn lo estaba profundamente de KyungSoo.

Si SeulGi o SeonHo se enteraran de la manera en que se había compenetrado tan bien con KyungSoo, probablemente se escandalizarían. Fuera de cohibirle este último pensamiento, fue el detonante para morder el labio de KyungSoo, quien gimió ronco bajo él.

—Eres todo un salvaje, JongIn —se quejó KyungSoo quedito, frunciendo el sueño. Su rostro acalorado y ojos a medio cerrar.

El nombrado rio tontamente, aunque sus acciones no tenían nada de tontas. Sus manos seguían sujetando firme su cadera en cada embestida que los dos disfrutaban.

JongIn descansaba algo somnoliento sobre el pecho de KyungSoo, luego de entregarse en cuerpo a este, y la razón por la que no quería dormir, era porque escuchaba la suave entonación de KyungSoo, mientras cantaba vagamente partes de canciones que sonaban en la radio.

Sí, las cosas estaban saliendo bastante bien desde que llegó a Seúl.

JongIn estaba con KyungSoo aquella tarde de viernes, cuando recibió a su correo noticias sobre la tan anhelada beca, y él era uno de los pocos beneficiados.

Estaba completamente extasiado, KyungSoo fue el primero en felicitarlo y se le notaba también bastante feliz.

Unos días atrás, JongIn le había confesado lo importante que era para él ser becado del programa de finanzas, pues así su hermana no tendría que preocuparse por él.

Celebró esa tarde en compañía de KyungSoo, y para la noche decidieron preparar juntos la cena para los cuatro. JongIn esperaba a SeulGi y a SeonHo con la finalidad de comentarles sobre la nueva noticia.

Parecía que las cosas estaban mejorando. Luego de la muerte de sus padres y que su hermana decidiera irse a Seúl unos meses después, JongIn llegó a pensar que nunca encontraría otra vez esa calidez de hogar, y allí estaba, preparando una cena con la persona de la que se había enamorado, para celebrar las buenas noticias y que por fin volvía a tener una familia.

—¿Qué pasa, JongIn? —KyungSoo se le acercó como si hubiera notado la agitación en su interior.

JongIn con los ojos llorosos, apretó los labios mirando a un joven KyungSoo que le miraba preocupado.

Porque ojalá los cuatro estuvieran juntos y felices, celebrando lo bueno que se sentía estar vivo.

Pero nada de esto era real... Nunca lo fue... Y jamás lo sería.



Nunca antes pensó que la vida podría ser tan injusta como en ese momento, cuando aquella fantasía que lo ha mantenido cuerdo durante esa eterna noche, se desvanece de su mente cansada.

JongIn, quien desde la muerte de su hermana no había vuelto a llorar, deja que lágrimas cargadas de dolor y angustia resbalen por su cara, porque la vida no ha sido justa con él.

Su mente lo tortura con una fantasía en que los dos se conocen y viven felices, logrando sus metas, con KyungSoo entrando a la universidad, los dos apoyándose en sus días de estudiante mientras ven crecer a la hija de SeulGi y SeonHo, y su hermana siendo feliz con una bonita familia.

Nada de lo que había imaginado esa noche había ocurrido. Nunca hubo aquella familia, y ellos dos terminaron conociéndose bajo circunstancias hostiles, en el interior de una prisión, cuando él estaba a la mitad de una venganza.

Ahora JongIn lo está perdiendo antes de tenerlo.

—Por favor, resiste —susurra con voz desgarradora, en una súplica que ansía sea escuchada por él.

KyungSoo sigue sedado en una camilla, con varios tubos conectados a su cuerpo, rodeado de máquinas que emiten diferentes sonidos. JongIn posa su frente en el cristal que lo separa de la habitación en la que él está.

Nada de lo que ha hecho servirá de algo, si él no estará allí a su lado.

Las promesas que se hicieron se oyen huecas en sus oídos, si KyungSoo no estará allí para verlas cumplir.


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