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-9-


Kai gruñe cuando ese puto palo termina sobre la piel de su costado derecho, haciéndolo estremecer. El maldito de Do lo ha engañado, retenido y golpeado como si fuera su saco de boxeo. Incluso vio una sonrisa sádica cuando su puño aterrizó sobre su cara; el muy bastardo lo está disfrutando. Aun así, sus labios permanecen sellados, lo que solo parece irritarlo más.

Intenta una vez más desajustarse y no lo consigue; las cadenas que tiene atadas a sus manos producen un sonido estridente. Se balancea con sus pies que apenas tocan el suelo para golpearlo, pero el idiota da un paso hacia atrás y esquiva sus patadas.

—Te juro Do, que te arrepentirás de esto. —Le amenaza irritado estrechando la mirada.

KyungSoo lo vuelve a golpear con ese palo en su abdomen, sacándole todo el aire.

—A mí no me amenaces, pequeña mierda —le responde malhumorado, tomándolo de su mandíbula con su mano vendada.

KyungSoo le habla tan maldita cerca, que sus ojos inevitablemente se dirigen a esos labios rellenos. Desea poner sus manos sobre ese cuello blanco y quitarle el aire hasta que le suplique que se detenga.

¡¿Cómo se atrevía a tratarlo de esa manera?! Luego de ofrecerle su culo para que lo tomara, pero esto no se quedará así, él hará qué-

—¿Qué mierda estabas haciendo con ese reo? —cuestiona iracundo.

Do no se cansa de preguntar.

—¡Casi muere por tu culpa! —agrega entre dientes.

Espera que realmente no muera, es el único del que Kai tiene conocimiento, ha regresado luego de que fuera seleccionado. ¡No lo puede perder!

Kai no lo podía creer cuando Johnny, el ojo vigilante, le informó sobre un reo en malas condiciones que había sido abandonado por uno de los guardias, que ni siquiera pertenecía a esa prisión. Una acción tan descuidada por parte de ellos, que en un primer momento no creyó posible.

—Tienes que asegurarte que ellos no lo hagan primero —señala con una media sonrisa y se arrepiente al instante, maldiciendo en su mente.

Do, que está a punto de golpearlo, se detiene y arquea una de sus cejas.

—¿Quiénes lo matarán? ¿Por qué lo matarían?

—Es todo lo que debe importarte —responde jadeante.

Kai abre grande los ojos ante la realización de que Do había estado en la garita cuando dejaron al reo.

—Tú debiste verlo, ¿no es así? —cuestiona al hombre parado frente a él—. Y por esa razón me estabas buscando. ¡Maldito! Y ahora me culpas por esa rata que ya estaba moribunda —señala agresivamente intentando patearlo, pero una vez más no lo consigue.

—Así que, ¿no fuiste tú o alguno de tus lameculos? —pregunta luciendo pensativo—. ¿Por qué debería creerte? —KyungSoo se cruza de brazos negando levemente con la cabeza.

—No deberías creer en mi palabra, solo confía en mi cuerpo cuando me jodes duro. —Se sincera completamente, suponiendo que un cambio de tema podría funcionar para distraerlo de ese estúpido interrogatorio.

La comisura izquierda del más bajo se levanta hacia un lado en una extraña sonrisa, para luego estallar en risas. Kai nunca lo ha visto así, es extraño y llamativo. Cuando deja de reír, no hay una gota de diversión en su rostro al acercarse peligrosamente al suyo.

—No desaprovechas la oportunidad, ¿eh? —murmura. Su aliento cálido chocando en su cara.

KyungSoo humedece sus labios con su lengua. Debe empinarse para que sus miradas se encuentren y la sonrisa ladina está de regreso en esos labios carnosos.

—¿Lo vas a hacer o no? —inquiere al borde del desespero, cuando sus labios están tan cerca. Si no lo hace, probablemente lo patee.

—Eres un idiota.

KyungSoo junta sus labios y empieza a besarlo con fuerza, metiendo su lengua dentro de su boca para enrollarla con la suya, mientras sus manos se posicionan sobre sus mejillas, dominando completamente el beso. Kai cierra los ojos en el tiempo que Do prácticamente devora su boca como un hambriento, chupando la punta de su lengua de forma tan obscena que le enciende, hasta que decide que ha sido suficiente y lo suelta.

Kai abre los ojos y encuentra, con la escasa luz, un par de ojos que le miran con intensidad y deseo. En ese momento, solo se escucha el sonido de sus respiraciones aceleradas. Intenta acercarse todo lo que puede, pero ¡maldición! Necesita sus manos libres.

KyungSoo regresa a sus labios como un huracán dispuesto a acabar con todo, sus dientes se encajan en su labio inferior, provocándole un gemido que se convierte en uno de dolor.

—Eres un bruto. —Se queja Kai al notar que ha abierto su labio de nuevo, y en la punta de su lengua prueba su propia sangre.

Do toma con dos de sus dedos su labio herido, presionándolo y estirándolo, al final, termina alzando la mirada y con un tonito burlón le responde:

—Y tú, un llorón.

Kai bufa antes de sonreír maliciosamente, cuando sin previo aviso sus largas piernas se impulsan y se enrollan sobre las caderas del contrario, tomándolo por sorpresa.

—¿Ahora quién está enjaulado? —Se jacta Kai.

—Suéltame —ordena intentando zafarse, pero sus piernas también son fuertes.

El movimiento de sus cuerpos solo provoca que sus caderas empiecen a rozarse y, por supuesto, que sus pollas se froten mientras van creciendo en tamaño.

—Maldita sea, sigue así —comenta Kai entre jadeos, excitado.

Aunque la posición es incómoda, la sensación placentera que se genera desde sus entrepiernas le hace gemir pidiendo más de esa fricción.

—Dime qué mierda está pasando aquí. —KyungSoo vuelve a preguntar en una especie de murmullo cuando no tiene sus labios ocupados lamiendo y chupando la piel sensible de su cuello.

—Uhmm, no —suspira complacido con el buen trato, luego que mordisquea el lóbulo de su oreja.

Kai jadea cuando una de las manos de KyungSoo hace todo el camino hasta sus caderas y toma su polla.

—Sé que algo turbio está pasando, Kai —murmura cerca de su oreja—. No lo niegues.

Hacen contacto visual y los movimientos con su mano cesan, al tiempo que su semblante se vuelve serio. No sabe qué mierda está pasando por esa mente, ni qué podrá decir.

—Quiero ayudar.

Esa última frase lo toma por sorpresa, Kai lo mira incrédulo, riendo ligeramente. No puede estar hablando en serio. Qué podría saber él para querer ayudarlo.

—Me resulta difícil de creer —señala despectivamente—. ¿No que eres muy recto? ¿Por qué querrías ayudar a un criminal?

—Porque algo me dice que tus intenciones no son del todo malévolas, ¿o me equivoco? —contesta de forma coqueta antes de unir sus labios en un beso húmedo que lo deja con ganas de más.

—Métete en tus asuntos, Do.

—Tú eres mi asunto en este momento —menciona con su voz una octava más baja.

KyungSoo desliza hacia atrás la cadena que lo sujeta sobre el tubo, hasta que su espalda termina chocando contra la pared. En seguida, empieza a mover sus caderas, con fuertes arremetidas como si intentara estamparlo allí. Kai es un manojo de gemidos, sus piernas se aprietan más sobre sus caderas, eliminando la distancia entre ellos, mientras las manos de KyungSoo terminan apretando sus glúteos.

—No es suficiente. Jódeme, Do.

—Lo haré —KyungSoo responde sobre sus labios, entre jadeos—. Solo coopera conmigo, Kai.

El más bajo reúne toda su fuerza y simula una embestida, haciendo que su espalda termine dolorosamente golpeando la pared.

Continúan besándose de forma demandante, Kai lame el contorno de sus labios, saboreándolo en sus papilas como si fuera un puto néctar. No sabe qué carajos tiene Do para ponerlo así de duro y necesitado. Sus rellenos labios sobre los suyos y lo que hace con su lengua al interior de su boca lo deja al borde del delirio. Desea pasar sus manos por su regordete trasero, y se desespera al no poder hacerlo.

—Baja tus piernas —ordena.

Y como si estuviera bajo un hechizo, lo hace sin protestar. KyungSoo, ahora libre, lleva sus manos sobre el borde de sus pantalones, adentrándose en estos.

—Mierda, KyungSoo. —exclama al sentir la mano de Do directamente sobre su verga, apretando suavemente.

—¿Quién era ese reo, Kai?

—No lo sé —susurra preso del placer, debido al toque de esas manos.

Kai, que ha mantenido los ojos cerrados y su cuello extendido hacia atrás, tarda en comprender lo que pretende hacer; por lo que reniega en su mente, recordándose que debe ser cuidadoso con lo que dice.

Sus brazos empiezan a dolerle, pero sus quejas quedan en un segundo plano cuando KyungSoo baja complemente su pantalón junto a su bóxer, y de inmediato siente algo caliente y húmedo tomando posesión de su verga.

Maldice internamente, ya que ni siquiera puede ver apropiadamente a KyungSoo de rodillas tomando todo lo que puede de su polla; la imagen debe ser bastante caliente. Intenta moverse para adentrarse más en esa endemoniada boca, que sigue haciendo ruidos obscenos sobre su falo. Gruñe al no lograrlo, y como si fuera poco, de un momento a otro se detiene, liberando completamente su pene.

—¡Sigue! —En su voz se saborea la urgencia.

—Dime, quién era ese reo —dice seriamente.

Kai rueda los ojos.

—Te dije que no lo sé —responde irritado.

—Bueno, yo tampoco sé hacer una mamada —murmura cerca de su polla, por lo que siente su cálido aliento—. Podría... ya sabes, morderlo.

Y en ese juego de provocación, Kai siente los dientes rozando su sensible carne.

—¡Maldita sea! —Se queja. Sabe que el muy bastardo lo haría.

Escucha una pequeña risa burlándose de él. Y en seguida, su polla vuelve a ser devorada, y Kai se encuentra nuevamente cegado por el placer, olvidando la incómoda posición en la que se encuentra. Siente las manos de KyungSoo cerrándose sobre sus nalgas para acercarlo más a su boca y a su lengua, que va marcando sus venas hinchadas en su falo. Desea tomarlo del cabello y guiar el movimiento.

Cuando siente las fibras del orgasmo apareciendo, KyungSoo lo suelta de golpe, por lo que le es inevitable gruñir malhumorado.

—Kai, dime qué está pasando.

—¡Termina primero, bastardo!

—Lo haré y te joderé —afirma. Su voz se escucha más grave y ronca—. Pero primero cuéntame lo que sucede. ¿Quiénes son ellos?

Kai respira pesadamente, piensa en sus opciones. Si en verdad tiene tanto interés, él podría convertirse en una ficha estratégica. Su mente ya no logra hilar más pensamientos cuando KyungSoo empieza a masajear sus bolas.

«¿Qué clase de tortura era esa?»

—¿Y bien? —insiste.

—Si mañana no encuentras a ese reo en la enfermería, te diré lo que sé —contesta. Aunque no le dirá todo, solo lo que necesita saber—. Ahora termina de chuparla —ordena ofuscado.

—Más te vale que no me mientas. —Le advierte.

KyungSoo le quita las esposas y sus brazos caen sin vida. En eso, el idiota vuelve a su tarea y toma su polla en su boca, chupaándola como un profesional, lo que hace que el de cabello rosa se sienta a punto de explotar de placer. Intenta sujetarlo de su cabello pero sus brazos no le responden, siguen entumecidos, por lo que solo se deja hacer, gimiendo hasta que fibras blancas salen de su pene dentro de la boca de KyungSoo, quien lo recibe y traga como si no fuera la gran cosa. Está cansado y su cuerpo lentamente se desploma hasta terminar en el suelo con sus piernas extendidas.

—Te odio —dice en un estado somnoliento.

—No tengo problema con eso —responde Do relajadamente—. ¿Quieres que te folle aquí?

—Soy un hombre muerto, haz lo que quieras conmigo. —Es lo último que dice antes que sus ojos terminen por cerrarse.



Cuando Kai despierta al día siguiente, todo su cuerpo duele donde el bastardo lo golpeó; le fastidia la luz que cae sobre su cara, y lo incómodo que se encuentra. Perezosamente, abre los ojos y lo primero que enfoca es una cruz de madera que le hace sacudir la cabeza. Algo se siente incorrecto, de golpe se sienta y descubre que ha estado durmiendo en la banca de atrás de la capilla de la prisión. Se pone de pie, manteniendo el entrecejo fruncido al inspeccionar el lugar que permanece vacío, salvo por las estatuas que parecen mirarle.

El gilipollas calienta pollas no lo folló como dijo que lo haría; reniega decepcionado al recordar. Ni siquiera lo dejó en su celda, sino que tuvo que buscar el lugar más incómodo para abandonarlo.

En eso, su expresión se vuelve sombría al pensar que Do estará detrás de su culo hasta que le revele la basura de ese lugar. Pasa una de sus manos por su cabello intentando arreglarlo, luego estira sus brazos hacia arriba empinándose por fracción de segundos, mueve su cuello hacia los lados intentando relajar sus músculos.

Necesita aclarar su mente antes de encontrarse con KyungSoo ese día.





—Él no está —menciona XiuMin.

Kai le dirige una mirada despectiva al más bajo, que se acerca a su mesa en la cafetería, con la bandeja de comida. Probablemente, lo ha visto buscando con la mirada al gilipollas calienta pollas.

—¿Quién? —pregunta con indiferencia.

—El guardia ese, al que parece que nunca le quitas el ojo. —Hace un gesto despectivo hacia donde se encuentran los guardias—. ¿Ya te lo cogiste? —pregunta pícaro.

El pelirrosa aprieta sus manos en puño, arqueando una de sus cejas. Detesta a los entrometidos.

—¿Importa? No te metes en mis asuntos —musita con cierta hostilidad reflejada en su rostro—. ¿Qué hay del...?

El más bajo hace un gesto en negación.

Su mandíbula se aprieta y su mirada sigue fija en Xiumin, quien parece palidecer.

Cuando se reunieron más temprano en el patio, Kai le informó a sus esbirros lo sucedido en el interrogatorio y cómo terminó convulsionando sin revelarle gran cosa, evitando mencionar a Do y lo que hizo con él; ellos no tenían por qué saberlo. Lo único que conocían sobre aquel reo era que no estaba en la enfermería de la penitenciaría, de lo contrario no le hubiese temblado la mano para darle una paliza a uno de sus súbditos y mandarlo de soplón.

En seguida, se unen a la mesa Johnny y Mino, este último quien es un grano en el culo y solo está allí luego que su organización acogiera a la pandilla donde este pertenecía.

—Hay demasiadas arañas allí —señala Johnny de mala gana.

Los labios de Kai se convierten en una delgada línea y aprieta su mandíbula, mientras revuelve con sus palillos el arroz de su tazón sin probar bocado. Las arañas son los guardias que ya han sido comprados desde mucho antes que él llegara allí, para mantener sus bocas cerradas de lo que ha estado sucediendo y con eso no puede hacer nada, si no quiere levantar sospechas. Por lo que tener a KyungSoo allí puede ser su única vía para desmantelar la basura desde el interior.

Cuando le dijo a Do que no sabía quién era esa reo, no estaba mintiendo, no lo sabe aún.

—Jhonny, tienes hasta mañana para que me digas quién era esa rata —le amenaza casi gruñendo apuntándole con los palillos.

—Se enojó el jefecito —comenta Mino con la boca llena.

Kai le lanza los palillos a su cara y se levanta de allí. No tiene la maldita paciencia para las estupideces.

«¿En dónde mierda está Do?».





KyungSoo rezonga con sus brazos cruzados sobre su pecho, ha olvidado completamente que el día anterior era su día de descanso. Suspira pesadamente, pensando en lo que debe hacer. Su cabeza ha sido todo un lío pensando en las decenas de posibilidades que se están cociendo en ese lugar... Ninguna buena.

Algo le dice que Kai en esta ocasión se encuentra desde el otro bando. Sabe que es arriesgado de su parte creer en su palabra y que cuando ofreció ayudarlo fue aun más estúpido. KyungSoo termina golpeando la pared con su frente, ni siquiera sabía lo que había dicho, en ese momento estaba pensando en perforar su culo y las palabras salieron de su boca sin realmente meditarla. Simplemente no pudo retractarse al notar el creciente interés que aquella afirmación había despertado en el criminal.

Ajusta su gorra antes de salir de los vestidores y se dirige directamente hacia la Enfermería de la penitenciaría.

Rueda los ojos al encontrar a Park ChanYeol haciendo guardia en la entrada de esa sala. El más alto le mira preocupado.

—¿Harás que revisen tu mano, compañero?

KyungSoo no entiende hasta que recuerda el corte en su mano, el cual no siguió atendiendo.

—Sí —afirma sin más. Antes de avanzar, se detiene dudoso—. Eh... Gracias por lo de ese día.

Sin esperar algo más, pasa su carnet sobre el censor e ingresa.

Es un largo pasillo, donde los cubículos esterilizados se encuentran separados por cortinas hospitalarias, distribuyéndose hacia los lados. Encuentra algunos presos ocupando las camillas, también hay un par de guardias haciendo rondas por el lugar. KyungSoo los saluda con un leve gesto de cabeza. Va revisando los espacios, incluso los consultorios, pero no hay rastro del reo que convulsionó ayer, ni del personal que lo atendió. Tal vez debió ser trasladado a un hospital, piensa.

Cuando encuentra a un enfermero frente a un computador en una pequeña habitación cerca de la entrada, que deduce es la estación de enfermería, KyungSoo se acerca, apoyando sus antebrazos sobre la repisa.

—Enfermero Min —dice leyendo su apellido bordado en la bata blanca—. Estoy buscando al reo que ingresó anteayer en la tarde —informa sin rodeos.

El otro hombre asiente, dándole una mirada evaluadora.

—¿Apellido o número de identificación?

KyungSoo maldice en su cabeza. Por supuesto, no lo sabe.

—Desconozco esa información, —señala calmadamente—. Fue el reo que ingresó luego de ser hallado inconsciente a las afueras del patio.

El enfermero le muestra un entrecejo fruncido.

—Esta semana nadie ha ingresado en estado inconsciente —señala pensativo—. ¿Seguro que fue anteayer?

A lo que asiente. Toda esta situación le da mala espina. KyungSoo lo ve digitar algo en el computador.

—Ese día, en la madrugada ingresaron dos presos con heridas de apuñalamiento, provenientes del pabellón H7 y ayer nadie fue ingresado —informa tras leer el registro de ingresos.

«Así que no lo llevaron a enfermería. ¿Acaso Kai tenía razón?».

KyungSoo no permite que sus emociones se filtren en su cara. Baja la mirada, y manteniendo una expresión impávida, se excusa.

—De seguro no me informé correctamente —señala seriamente por su aparente error.

No desea insistir más allí, podría ser más sospechoso.

Da una rápida mirada al personal de salud, su entrecejo se frunce al notar el uniforme que portan. Allí se da cuenta que quienes atendieron al reo ni siquiera portaban uniformes o alguna distinción que pertenecieran a esa penitenciaría. Fue un estúpido al no prestarle atención a ese detalle.

Mientras se aleja de allí, tan imperturbable como siempre, KyungSoo elabora una lista mental con lo que debe hacer a continuación. Necesita los expedientes de todos los reos de esa prisión hasta dar con el reo que convulsionó, revisar el registro de actividades de ese día para conocer qué guardias hicieron turno y si hubo algún reporte de lo acontecido, aunque sospecha que no lo va a encontrar. Además, deberá ingeniárselas para revisar la planta médica de esa penitenciaría hasta dar con los supuestos médicos que lo atendieron. Parece demasiado trabajo para él.

«¿Desde cuándo es mi trabajo?».

Pasa una mano por su frente, cuestionándose. Se quita la gorra y la deja colgando en un gancho antes de ingresar al pabellón D7 e iniciar sus rondas allí. Sonríe de medio lado, si bien no sabe qué carajos pasó con aquel reo, significa que Kai finalmente deberá revelarle la mierda de ese lugar.

Se acerca sigilosamente hacia su celda. El de cabello rosa se encuentra sentado frente a su escritorio con algunos documentos que parece estar revisando. KyungSoo se detiene a observar su perfil, encuentra un leve mohín en sus labios y su frente arrugada en un gesto de concentración. No se ha fijado hasta ahora que su cabello rosa ha estado creciendo lacio y ondulado en las puntas.

Una media sonrisa se forma en sus labios. En eso, Kai voltea y toda la arrogancia parece vibrar en su apariencia casual, ni siquiera porta el uniforme, ha sido sustituido por un camisa gris manga larga que marca muy bien sus músculos y un pantalón ancho, azul oscuro, incluso usa lentes que le dan un toque intelectual. Ahora que puede ver completamente su rostro, encuentra el pequeño rastro de los golpes que le propinó; aun así, sigue viéndose jodidamente atractivo.

—Te extrañé a ti y a tu palo. —expresa coqueto, estirando su mano hasta tomar el cierre de su chaleco entre sus dedos, empezando a jugar con este.

—No estás hablando de la porra, ¿verdad? —KyungSoo dice en ese mismo tono seductor y toma su mano para que se detenga. Lo mira a los ojos y agrega—: Eso me gusta.

—¿Sabes qué no me gusta, KyungSoo? —pregunta seriamente.

—Supongo que me lo dirás.

—No me gusta que me prometieras una cogida y no cumplieras tu promesa —protesta berrinchudo.

KyungSoo ríe discretamente sin soltar su mano; no recuerda habérselo prometido como tal. Lo cierto es que fue difícil no follarlo cuando él estaba excitado luego de mamársela.

—Cuando dijiste que eras un hombre muerto, tu hombrecito más abajo también lo estaba —comenta divertido de la situación.

Es increíble ver a Kai sonrojado por ese comentario.

—Como sea, no lo hiciste —menciona malhumorado.

KyungSoo mira hacia los lados antes de inclinarse y besarlo por unos segundos, los cuales se le hicieron demasiado cortos, pero no puede arriesgarse más de lo que ya hace.

—Lo haremos —susurra cerca de su oreja—. Cuando me digas lo que está pasando.

—No estaba allí ese reo, ¿verdad? Tardaste en averiguarlo.

—¿Por qué estás tan interesado en ese reo moribundo? No fue muy inteligente de tu parte, yo me hubiese enfocado en el otro reo —añade KyungSoo recordando al segundo preso que ingresó en condiciones similares que el primero.

—¿Otro reo? —Kai se ve visiblemente sorprendido.

—¿No me digas que no lo sabes? —KyungSoo se inquieta al darse cuenta de esto.

—Vamos a hablar, Do —menciona firme sin un ápice de diversión.

—Cuando esté por finalizar mi turno, vendré por ti y te llevaré a la biblioteca.

—Hasta entonces.

KyungSoo asiente y se aleja de allí.

Es extraño que su encuentro haya sido de lo más pacífico y para nada conflictivo.

Solo tiene que aguardar un par de horas más para conocer lo que tanto se esconde allí.




Llegamos al final del capítulo. Agradezco los comentarios que dejan,  y si les ha gustado, no olviden dejar sus estrellitas.

Se han dado cuenta que KyungSoo y Kai son super violentos? Sino se están besando se están golpeando... yo aquí reflexionando 🤭

Qué creen que sucederá en el siguiente cap? 🤔¿Kai le dirá lo que está pasando? 

Por último, les dejo un meme que hizo una lectora 💗

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