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-7-



KyungSoo apenas ha podido contenerse cuando vio a Kai en compañía de alguien más saliendo de aquella habitación. Ahora que está frente a él, siente su rostro totalmente enrojecido en su estado iracundo más puro.

—Te metiste con ese. —Su desagrado es evidente cuando le reclama.

Kai lo mira luciendo también molesto y algo sorprendido.

—Taemin, se llama Taemin —aclara, a lo que KyungSoo rueda los ojos—. Y si hubiese estado con él ¿Habría algún problema? —pregunta en ese tono altanero que tanto lo descoloca.

—No puedes.

Las palabras salen con dificultad de sus labios que apenas se mueven producto de sus músculos tensionados. Sus manos se encuentran en puño, creciendo desde su interior el impulso de golpear su cara.

Kai le muestra una sonrisa prepotente en sus labios.

—Y quién va impedir que haga lo que haga con mi cuerpo —agrega destilando arrogancia—. Que me meta lo que quiero por el-

—¡Cállate!

Sus manos terminan sobre su pecho, empujándolo con fuerza hasta que la espalda de Kai queda presionada contra la pared.

KyungSoo respira pesadamente, sintiéndose sofocado. Sus manos parecen quemarle y sus dedos terminan enrollándose sobre la tela del uniforme de presidiario.

—¡Dime de una maldita vez qué es lo que quieres! —replica el de cabello rosa, levantando la voz.

Su agarre se debilita y es ahora Kai quien tiene el control y lo toma de sus antebrazos, arrastrándolo hasta el lado contrario, hasta que es su espalda la que toca la pared.

—¡Maldita sea! Di algo de una puta vez —exclama Kai luciendo exasperado.

—¡Suéltame!

KyungSoo se deshace del agarre y sus manos vuelven dominantes a aferrarse sobre el cuerpo del otro hombre. Alza la mirada y Kai es la viva imagen de la tentación, aquella que ha estado cerniéndose a su alrededor.

—Podríamos divertirnos —Kai se inclina, susurrando seductoramente al tiempo que sus labios apenas rozan su cuello—, que me folles tan duro como tú quieras en esta cama.

KyungSoo voltea discretamente en dirección a la cama, grave error, las sabanas lisas de un rojo intenso, le hacen imaginar la piel dorada sobre la seda escarlata; pero luego la fantasía se distorsiona, al pensar que en esa misma cama, no menos de una hora atrás, estuvo el reo revolcándose con alguien más. Esto último hace que su sangre esté a punto de combustionar con su corazón desbocado.

Lo sujeta de su cabello rosa con rabia en su mirada, hasta que su cara termina a centímetros de la suya. Sus alientos cálidos mezclándose en un cóctel de lujuria y peligro. Kai lo mira con intensidad, sus ojos completamente oscuros y brillantes. La vista del más bajo desciende hasta esos gruesos labios entreabiertos de un rojo encendido.

Su cuerpo empieza a temblar con anticipación. Mientras el otro hombre no aparta la mirada de su rostro. KyungSoo se lamenta lo que está a punto de hacer.

—Te odio —dice entre dientes antes de que los mismos ataquen los labios que lo han estado tentando.

La sensación de sus dientes mordiendo su relleno y suave labio inferior, le hace casi delirar. Sus labios, en seguida, atrapan el belfo superior, succionándolo sin nada de delicadeza. Ladea su cabeza, dejándose deleitar de las sensaciones que le provocan en cada terminación nerviosa de su cuerpo.

KyungSoo lo toma de su nuca, su lengua demandante ingresa a su boca, robando su aliento. Es una sensación picante, ardiente, que llena de adrenalina sus arterias y venas.

Sus labios parecen pelear, movimientos salvajes, intentado saciar el deseo que los ha estado consumiendo y que explota en sus belfos conectados.

Las manos de Kai empiezan a pasearse sobre su espalda baja, terminando por posarlas sobre su redondo trasero. KyungSoo siente la huella de sus manos sobre su cuerpo, como si le quemaran. Lo escucha jadear y con un chasquido sus labios se separan para poder llenar sus pulmones de aire.

Sus frentes son lo único que se tocan cuando sus alientos parecen fusionarse. La mirada del criminal llena de lujuria es un reflejo de la suya.

Esta vez Kai es quien toma el control del siguiente beso, KyungSoo termina cerrando los ojos, cuando sus lenguas se enrollan entre sí y sus pálidas manos sujetan su cabello con fuerza. Sus caderas empiezan a chocar, provocando que la sangre como fuego se propague hacia el sur.

El criminal deja su boca para repartir besos sobre su mentón hasta llegar a su cuello. Siente allí sus labios chupando la piel delgada y luego su lengua barriendo la piel. Cuando su boca presiona con demasiada fuerza, KyungSoo lo detiene, empujándolo.

—No me vas a marcar como si fuera una puta. —Su voz sale una octava más baja entre jadeos.

Kai sonríe de medio lado. Labios completamente rojos.

—No eres una puta, yo seré tu puta —afirma complacido.

Sus dientes chocan cuando sus labios se devoran impulsivamente en una sesión de besos desordenados y salvajes con más de una mordida de por medio.

KyungSoo no sabe en qué momento terminan en la cama, disfrutando de una acalorada sesión y la sensación de manos recorriendo todo su cuerpo sobre la tela de su uniforme.

En eso, el pensamiento de Kai como una perra en esa cama, regresa a su mente en el momento en el que el reo empieza a besar su cuello. En seguida se detiene y se separa bruscamente hasta que su espalda queda complemente erguida, aunque sus pelvis siguen tocándose.

La imagen de Kai extasiado en su propio placer, bajo el cuerpo de KyungSoo, con su cabello rosado desordenado cayendo sobre su frente, mejillas totalmente encendidas y labios ligeramente abiertos; envían olas de calor a su centro, haciendo que su decisión sea más difícil de tomar.

—No lo haré. —KyungSoo intenta sonar determinado aunque su voz sale ronca. No quiere follarlo allí donde estuvo con otro.

Tarda unos segundos en que los ojos nublados de Kai estén ahora sobre él, acompañado de un ceño fruncido que delata su confusión.

—Qué mierda dices —señala malhumorado entre respiraciones cortas.

—Estuviste en esta misma cama revolcándote con... otra persona —explica hastiado del solo imaginar.

—No pasó nada. No estuve con él. —Le asegura manteniendo sus ojos fijos en su cara.

KyungSoo duda por un momento acerca de la veracidad de sus palabras. Tiempo en el que Kai aprovecha para posar sus manos sobre los huesos de la cadera que resaltan sobre su piel nívea, moviendo sus pelvis en insinuaciones más profundas.

—¿Piensas que te voy a creer? —pregunta entre risas incrédulas aunque su mirada es profunda—. Al menos dime si dejaste que el otro perforara tu culo. —Sus palabras suenan demandantes con un rastro de agresividad.

—No estuve con él —niega contundente—. Hazlo, mete tu verga en mi culo.

El rostro del más bajo es frío y calculador en ese momento.

—Sigamos. —La voz de Kai sale suplicante en un murmullo presa de la tortura de sus vergas frotándose—. No me hagas rogar, porque ¡demonios! Lo haré —sentencia el hombre bajo él.

Una expresión temeraria en KyungSoo se cruza con la obsidiana de la lujuria en los ojos del de piel morena, tentándolo a caer, como una clase de demonio al que le entregará su alma por un poco de placer carnal.

KyungSoo lentamente se pone de pie, alertando al más alto que se sienta de inmediato. Tranquilamente, el de piel nívea deja su armamento junto a su cinturón ordenadamente sobre la mesa, sin prisa y con una serenidad que puede llegar a ser aterradora, como si no estuviera lidiando con una carpa en sus pantalones que delata su excitación.

—Quítate la ropa. —Le ordena sin más, dominante y sin siquiera mirar al hombre en la cama—. ¿No me escuchaste?

Interroga arqueando una de sus cejas al ver a Kai manteniendo una expresión dura en su rostro sin la intención de moverse un centímetro.

KyungSoo sonríe de medio lado ante la actitud casi infantil. Se quita, ante los ojos hambrientos del otro hombre, su chaleco y su camisa revelando una segunda camisa de algodón blanco de la que no se desprende. Baja su pantalón junto a su bóxer hasta sus tobillos, acercándose peligrosamente al borde de la cama.

—Desnúdate primero y luego chúpala.

—Como ordene. —Hay un brillo divertido en sus ojos que envía nuevas olas de placer.

Lleva sus propias manos hacia la base de su hinchada polla, mordiendo su labio inferior al ver al otro hombre que velozmente se quita toda su ropa dejándola sobre el piso en una pila desordenada, hasta quedar completamente desnudo ante sus ojos. KyungSoo es seducido bajo esa piel bronceada sin la marca de tatuajes o perforaciones y con músculos definidos que resaltan sin ser demasiado excesivos.

Kai se sienta sobre sus pantorrillas frente a su pelvis. Su lengua sale de su boca, pasándola por sus labios como si estuviera a punto de llevarse un buen festín a su paladar.

KyungSoo intenta no perder el control, cuando Kai se mete todo lo que puede abarcar de su pene dentro de su boca. Su vista se mantiene fija sobre el otro hombre que lo va chupando con fuerza, enrollando su lengua sobre su falo y haciendo esos ruidos obscenos, que hacen que una de sus manos se dirija a su cabeza para tomarlo de su cabello marcando el ritmo de sus empujes. Va arremetiendo con fuerza para buscar más de esa sensación, de su pene siendo tomado por esa boca sin parar.

—Detente. —Le ordena a Kai que decide darle un par de últimas succiones sobre su glande.

KyungSoo se aleja de su boca, con su polla hinchada y rastros de saliva sobresaliendo de su falo. Kai, por otro lado, parece más que encantado, sus ojos pícaros y un extraño mohín en sus labios. De repente, sus manos morenas toman el borde de su camisa levantándola un poco para revelar parte de su tonificado abdomen.

En seguida, Kai mete su lengua dentro de su ombligo, en movimientos circulares, lo que envía pequeñas descargas eléctricas que se traducen en sacudidas sobre su eje. Gruñe ante la sensación placentera que le invade. Las manos de Kai se mueven insistentes sobre su abdomen, rasgando con sus uñas su abdomen.

KyungSoo respira con dificultad al terminarse de quitar toda su ropa y sus zapatos, hasta quedar completamente desnudo, de pie ante esa mirada hambrienta. Son segundos en los que se miran en silencio sin ninguna clase de censura, haciendo el ambiente pesado entre ellos.

—¿Lo vas a hacer o no? —Le reta Kai desde la cama luciendo tenso por un segundo.

KyungSoo se sienta sobre el regazo de Kai con ambas rodillas flexionadas a cada lado de las caderas. Toma sus mejillas y lo besa con desesperación, sus labios se abren y mete su lengua hasta enredarse con la otra. Al tiempo que empieza a mover sus caderas presionando sus penes entre sí. Los dos jadean en busca de más fricción y de nuevas arremetidas.

Sus manos se mueven por el abdomen duro del criminal, tumbándolo sobre la cama. Sonríe perversamente antes de tomar entre sus dientes uno de sus botones oscuros a lo que Kai empieza a sacudirse con gemidos fuertes. Acto seguido, KyungSoo pasa sus labios y lengua sobre su abdomen, marcándolo, mientras una de sus manos viaja sobre su verga.

—Mmmh, sí. —Kai mantiene los ojos cerrados, completamente extasiado.

Cuando KyungSoo cree que han jugado lo suficiente, se pone de rodillas a un lado, observando por completo el cuerpo sudoroso que reclama su atención.

—Lubricante y condones, ¿dónde están? —pregunta con premura.

El reo muerde sus labios antes de señalar una bolsa sobre la mesa.

KyungSoo no tarda en ponerse de pie y regresar a la cama con lo que necesitan. Kai se encuentra con sus piernas ya flexionadas y abiertas, en una clara invitación para que tome su trasero.

Frunce el ceño al notar lo estrecho que se siente tras introducir un segundo dedo. A pesar de su prisa, se toma su tiempo para prepararlo adecuadamente. Solo es allí cuando se da cuenta que Kai no le mintió cuando le aseguró que no se había dejado follar, de lo contrario no estaría tan apretado.

—Ah, ah —jadea arrugando la cara—. No recordaba que esta mierda doliera tanto. —Se queja.

—Te metiste una porra en tu culo. —Le recuerda.

En seguida hace un movimiento de gancho en su interior, haciéndolo estremecer.

—Mierda sí, allí.

Kai continúa, entre gemidos suplicantes, elevando sus caderas cuando un tercer dedo ingresa tocando ese punto dulce que lo tiene a punto de estallar.

—Ya, métela —exige abriendo los ojos con el sudor corriendo por su cabello.

Pero KyungSoo no se fía de sus palabras y sigue preparándolo con sus dedos.

—Te dije que ya, maldita sea. —Suelta desesperado apretando los dientes.

—Ponte en cuatro.

Luego de colocarse el condón, encuentra a Kai con su trasero en alto y su espalda estirada mientras su cara queda oculta entre varias almohadas. Kyungsoo, de rodillas, ubica su glande sobre su entrada. Toma una bocanada de aire antes de adentrarse lentamente, sintiendo como sus anillos internos atrapan su falo.

—Duro, Do KyungSoo —ordena demandante.

A lo que el nombrado arremete con brío, llevando sus manos hacia sus caderas. Los gemidos del hombre bajo él, resuenan en toda la habitación mientras la sensación caliente de sus paredes inunda a KyungSoo de placer en cada penetración certera que da. Saca su polla casi por completo y lo vuelve enterrar con una nueva estocada.

En seguida, encuentra un ritmo estable de embestidas profundas y fuerza enloquecedora. Ahora sus manos bombean el pene de Kai, simultáneamente, sus labios van marcando la piel de su espalda, donde sus músculos se contraen en cada estocada que va estimulando miles de terminaciones nerviosas en el interior de KyungSoo.

No pierde la oportunidad para tomar el cabello rosado entre sus manos, mientras perfora su trasero en busca de su liberación.

El sudor de su frente cae en la espalda bronceada, pequeñas gotas perladas que se mueven entre los surcos de su musculatura marcada. La sensación en KyungSoo es alucinante, sigue desbocado disfrutando de su pene siendo devorado sin parar.

Lentamente sus embestidas van perdiendo fuerza y Kai, quien ha estado gimiendo con su voz ya ronca, murmura algo que en un principio no entiende.

—Déjame... —Kai jadea antes de continuar—... cabalgarte.

KyungSoo se detiene respirando pesadamente, y su respuesta llega girando el cuerpo de Kai y él cayendo sobre la cama, sin que su pene salga de su apretada entrada.

—Mierda.

Cuando el criminal se posiciona correctamente, KyungSoo agranda los ojos al verlo sobre su regazo, piel dorada brillante y unos ojos traviesos que lo miran con perversidad cuando Kai decide elevar sus caderas y en un solo movimiento se empala todo su pene, a lo que el más bajo jadea con fuerza. El de cabello rosa comienza una nueva carrera, rebotando sobre su pene una y otra vez, hasta que la esencia de su orgasmo se vuelve más espesa.

Lo sostiene con fuerza de su cadera para darle estabilidad cuando ve a Kai con la vista desenfocada, cerca de venirse. KyungSoo cambia nuevamente de posiciones, ahora la espalda de Kai reposa sobre las almohadas y él sobre su cuerpo. Eleva fácilmente sus piernas y las pasa por sus hombros, para un mayor acceso.

El sudor sigue cayendo y la semilla de Kai termina sobre sus abdómenes, mientras KyungSoo sigue persiguiendo su liberación con profundas y erráticas estocadas, hasta que su cuerpo empieza a temblar, y con un gran gruñido tomando entre sus dientes la piel del cuello del otro hombre, culmina disparando su semen contenido en el condón.

Le toma un par de segundos, tiempo en el que su cuerpo laxo se encuentra sobre el del más alto, los dos respirando con dificultad, recuperándose de sus explosivos orgasmos.

Mira a Kai bajo él, hecho un desastre. Y es en ese momento que la realidad cae sobre KyungSoo como un baldazo de agua fría.

—Saldré primero —indica KyungSoo.

—Primero saca tu pene flácido de mi culo —señala Kai, que aún tiene energía para sus bromas. Aunque sus ojos se vuelven a cerrar—. No estuvo mal, Do —comenta con descaro.

En respuesta, KyungSoo suelta una risa floja, mientras se pone de pie intentando vestirse con su unirme.

—Eso te digo. No estuvo tan mal.

Kai, que sigue en la cama, se voltea dándole la espalda para revelarle la curvatura de su culo junto a las marcas que dejó en su piel.

—Te tengo que escoltar a tu celda. No tardes en salir.

Suelta rudamente cuando está en la puerta, tras asegurarse que nada en su apariencia delate lo que acaba de pasar. Aunque si alguien se fija con detenimiento, de seguro encontrará algo sospechoso.

Kai, desde la cama y aún sin voltearlo a ver, estira su brazo en su dirección, revelándole el dedo medio. KyungSoo bufa fastidiado.

—Eres un maldito.

—Al que follas —completa Kai—. No lo olvides, pedazo de mierda.

Media hora después, KyungSoo lo custodia a su celda, a diferencia de él, Kai es la viva representación de un buen polvo, ni siquiera ha intentado verse medianamente presentable.

Una sonrisa divertida se mantiene en su rostro hasta llegar a su celda, contrario al más bajo, cuya expresión en blanco es difícil de leer.

—Te dije que nos divertiríamos —murmura tras los barrotes—. Sabes que esto recién empieza.

Y por mucho que a KyungSoo le hubiese encantado negar, se queda mirándolo enmudecido. Una vez que lo ha probado no puede pensar en no volverlo hacer.

—Si revelas esto a alguien te juro que-. —Intenta amenazarlo cuando sus rostros están a punto de tocarse.

—Shhh. —Lo calla primero—. Nadie lo sabrá. Será nuestro secreto. ¿Tenemos un trato?

Kai saca su brazo entre los barrotes, KyungSoo mira su mano extendida. Es como un demonio pidiendo que cierre el trato. Respira profundo antes de estrechar sus manos.

Ya le ha entregado su alma al diablo y el camino al infierno es uno que ya conoce.


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