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26


Dos semanas después de salir de prisión, Kai había escogido un restaurante que ofrecía salas privadas para reunirse con alguien, a quien recientemente había vuelto a contactar, esta vez por razones relacionadas a sus planes.

Se puso de pie cuando su invitada ingresó. Vestía completamente de negro, y su cabello castaño caía con elegancia sobre su hombro derecho. JongIn sonrió genuinamente, saludando a Jung SooJung, quien le devolvió el gesto. Habían pasado alrededor de 5 años desde la última vez que se vieron.

Desde el momento en el que se conocieron, se llevaron bastante bien, y por un corto tiempo fueron algo más que amigos, aunque de eso estaba claro que ya no quedaba nada. Luego, Kai se había enterado que SooJung se encontraba estudiando en Beijing, así que no volvieron a cruzarse en el camino del otro, hasta ahora.

—Me da mucho gusto verte de nuevo, Kai. Aunque sí me ha sorprendido que me contactaras —agregó ella con una expresión seria.

En la actualidad, SooJung trabajaba como conductora de un programa de televisión enfocado en retratar problemáticas sociales o ambientales, en una de las cadenas televisivas más importantes del país.

JongIn sirvió un poco de vino blanco, pensando en sus próximas palabras antes de ofrecerle a su invitada una copa.

—Dadas las recientes circunstancias, no es de extrañar que quisiera reunirme contigo.

SooJung sostuvo la copa entre sus manos, para luego declinar cortésmente.

—Saliste hace poco de prisión. No estarás actualizando tu lista de contactos, ¿o sí? —señaló con una media sonrisa.

—En parte, es justamente lo que estoy haciendo —reparó en responder—. Pensé que te agradaría saber un par de detalles que ocurren al interior de la penitenciaría. —No quería dar rodeos, así que fue al punto.

SooJung hizo un gesto de negación con la cabeza.

—Para nadie es un secreto que la penitenciaría de Ilsan suele dar estos, uhm, tratos especiales a sus reos. Por ejemplo a ti.

Kai sonrió un poco, para luego beber del suave vino.

—Quiero darte una premisa —dijo sonando firme, sin dejar de mirarla a los ojos—. Sobre Jung YunHo y sus banquetes, donde los reos, en contra de su voluntad, son el entretenimiento de ciertos personajes bastante conocidos en el país.

Kai aguardaba la reacción de ella, quien se mantenía en silencio, con un ligero frunce de ceño.

—¿De qué estás hablando? Esto es...

—Una premisa —enfatizó—. Imagina que este criminal convirtió todo el sistema carcelario en su propio laboratorio, donde reos son usados como conejillos de indias para experimentar con diferentes drogas. —Kai le explicaba bajo un tono confidencial—. Y como si no fuera poco, también son llevados a fiestas exclusivas, en donde los subastan por horas o días, como esclavos, por quienes puedan costearlo.

—Es bastante delicado lo que me estás diciendo —advirtió—. Más te vale tener pruebas fehacientes de estas acusaciones, de lo contrario-

—Te las daré —afirmó—. Todas las pruebas que he recolectado desde que estuve en prisión. Todo lo que necesitas para que desarrolles tu nota y expongas lo que está ocurriendo.

—Si esto es así, ¿qué quieres a cambio? —preguntó SooJung con un tono desconfiado.

—Nada realmente complicado para una brillante periodista como tú —contestó, sonriendo con cierta gracia—. Te daré la fecha y hora en la que debes exponer este caso ante la televisión nacional —agregó con seriedad.

—No es tan sencillo como lo dices. Incluso cuando me autoricen, ¿crees que simplemente me darán un espacio fuera del horario del programa? Y si esto implica a personas poderosas, lo más probable es que quieran bloquear la salida de esta información.

—Tu padre es uno de los accionistas del canal. —Kai lo había investigado, y esa era la razón principal por la que la contactó—. De seguro podrás persuadirlo.

—Creo que me estás sobreestimando.

—Creo que vale la pena, si con esto finalmente YunHo queda tras las rejas, y pueda haber justicia para las víctimas —mencionó adrede, evaluando la expresión de ella.

Kai había tenido bastante claro los argumentos que SooJung necesitaría escuchar para que aceptara. Conocía muy bien su alto sentido de justicia, y sus ambiciones profesionales.

—Además, si una periodista tan joven puede dirigir este caso, estoy seguro que le dará cierto reconocimiento en el medio.

—Está bien, lo haré —respondió finalmente, irguiendo su espalda. Sus ojos le miraban con sagacidad—. En tanto las pruebas que me proporciones sean lo suficientemente contundentes para armar una nota, lo revelaré en mi programa. Eso sí, procura que sea pronto.

Kai sonrió satisfecho.

—Lo será.

SooJung mantenía una expresión estoica. Kai sabía que había algo más a la espera de ser revelado.

—A cambio, necesitaré que hagas algo por mí —dijo.

—Lo que sea, por los viejos tiempos.

Brevemente, ella mostró una sonrisa.

—Después de que esto estalle, necesito mantenerme fuera del radar al menos por un año.

—Así que no quieres el prestigio —Kai evaluaba su petición—. Algo parece ser diferente. —Al indagar en su pedido, bajó la mirada hacia la copa de vino sin beber. Kai sonrió de medio lado al tener una pequeña idea—. En ese caso, felicidades —dijo con cierta ironía, arqueando una ceja.

—Creéme, no hay nada qué felicitar —repuso ella con un atisbo de amargura.

Kai tomó la copa y la bebió por ella.

—Como sea, te mantendré fuera del radar, si es que alguien desea encontrarte.

—Supongo que tenemos un trato —dijo ella, estirando su mano derecha.

—Lo tenemos —contestó Kai, estrechando su mano.



KyungSoo está al borde de la desesperación viendo al sujeto que está retenido en la habitación en la que se supone debe estar él descansando. Al lado, BaekHyun le suministra una nueva dosis de tiopentato de sodio o, como él lo conoce, el suero de la verdad.

—¿Dijo Onew? —BaekHyun le pregunta a KyungSoo, luego que el secuestrado aparentemente murmura algo entre dientes—. ¿Será su alias?

KyungSoo se pone de pie y camina para situarse al otro lado de la camilla, viendo al otro hombre.

—¿Quién más está involucrado? —le pregunta KyungSoo con evidente desconfianza.

JinKi entrecierra los ojos y balbucea una respuesta:

—Yo... No lo sé.

Resopla enfadado, en tanto BaekHyun mantiene una expresión de incertidumbre.

—Debes saber quién más hace parte de esto —insiste el guardia, apretando los dedos sobre la barandilla de la camilla.

—Ellos quisieron que no nos conociéramos —responde JinKi con la vista perdida—. Era lo mejor, así que nunca pregunté.

—¿Quiénes? ¿Quiénes te lo ordenaron? —cuestiona esta vez el enfermero.

—Yo... —Hace una pausa y niega con la cabeza—. Nunca les vi la cara.

—¿Qué tenías que hacer? —sigue indagando BaekHyun.

—Acceso —contesta resoplando—. Ellos querían tener acceso a ciertos componentes farmacéuticos que sintetizamos en el laboratorio... —JinKi dirige una mirada a BaekHyun y su ceño se frunce—. ¿Qué estoy haciendo aquí? —le cuestiona. Sus ojos ya no lucen desorbitados.

—Tienes que darle más del suero. —KyungSoo se dirige al enfermero, quien niega.

—No puedo, ya le apliqué la dosis máxima, de lo contrario... —BaekHyun se encoge de hombros, mordiendo su labio inferior—. Será mejor que esto termine aquí y evitemos que nos recuerde.

KyungSoo asiente y regresa a la silla de ruedas.

—Déjalo donde lo encontramos —ordena fastidiado y un tanto cansado.

Con esto queda más que confirmado que hay toda una red criminal, y no solo es el sistema carcelario el contaminado.

KyungSoo mira la hora, aún no tiene noticias. El cielo ya se ha oscurecido, la incertidumbre lo mantiene tenso y con una sensación de pesadez que va creciendo en su pecho.

Esperando pronto por noticias.



Durante el día del operativo, Kai se había contactado nuevamente con SooJung, proporcionándole la nueva información que obtuvo gracias a XiuMin; confirmándole también la hora en el que el caso debía salir a la luz en televisión nacional.

Todo el historial de crímenes de YunHo está a punto de ser revelado.

Si los medios de comunicación hacen resonar el caso, llamarán la atención del país, y solo así las verdaderas figuras de justicia no tendrán otra opción que hacer lo que les corresponde y enviar a YunHo  a la cárcel, y su imperio finalmente caerá como un castillo de naipes.

Es por eso que, cuando cierra la puerta tras él y enfrenta al criminal, siente que ha jugado las fichas correctas, con los últimos movimientos, los más cruciales, desarrollándose simultáneamente, mientras enfrenta a YunHo en su propio espacio.

—Hace mucho que he querido saludarte apropiadamente.

Se presenta sonriendo confiado, aunque esto es solo una fachada que ha perfeccionado en los últimos años, pues el verdadero resentimiento sigue allí, como si el dolor y la pena no se hubiesen aminorado en esos años.

YunHo estrecha la mirada y sus facciones se endurecen, cuando inquiere con una especie de bufido desde detrás del inmenso escritorio de caoba:

—¿Quién carajos eres? ¡¿Y quién demonios te ha dado el permiso de entrar?! —cuestiona visiblemente alterado, azotando las palmas de sus manos sobre la superficie de madera negra.

Kai muestra una sonrisa de medio lado sin verse perturbado, y se quita el antifaz revelando su identidad.

—¿Qué tal así? ¿Mejor? —pregunta con algo de burla—. Apuesto a que sabes muy bien quién soy —afirma arqueando una ceja, y su sonrisa afilada logra extenderse.

La ira en su interior está combustionado, la imagen de su hermana aparece en su mente. Está frente al hombre que dio la orden de acabar con su vida.

Por otro lado, Jung YunHo, el hombre de porte elegante y cabello negro, deja la sorpresa inicial a un lado y lo mira con furia que salta de sus ojos, mezclado con algo de curiosidad.

—Siempre quise conocer al hombre que se metió a una cárcel para husmear en mis asuntos —dice en un tono neutral, ladeando un poco la cabeza, hasta que sus ojos oscuros vuelven a posarse sobre el rostro de Kai.

—He tenido una motivación bastante grande durante todos estos años, ¿no lo crees? —Kai apenas puede ocultar su enojo al hablar. Da un paso adelante, acercándose al escritorio, acorralando a YunHo.

El otro hombre abre más los ojos, algo sorprendido por su repentino actuar, pero aun así mantiene su sonrisa sin dejarse intimidar.

—Claro, Kang SeulGi, la hermosa chica. No resultó ser tan leal como decía. Una lástima —comenta, con una expresión de cinismo.

Kai aprieta sus manos en puño con la sola mención de su hermana.

—Kim SeonHo —añade. Esta vez es casi palpable la tensión en el color de su voz—, también te deshiciste de él.

Para Kai, esto ya no era solo por su hermana.

—Él también quiso ser el héroe, interviniendo para proteger a su querida novia —alega con una tranquilidad que resulta antinatural. Al tiempo, se dispone a servirse un vaso de whisky, como si disfrutara de este encuentro—. Por cierto, ¿cómo está KyungSoo? Escuché que se han vuelto cercanos.

Esto logra descolocar a Kai, que ha intentando mantenerse a raya.


Fuera de la oficina, Oh SeHun se va acercando al lugar del banquete luego de escuchar la última orden de Kai. Su rostro se mantiene imperturbable cuando se dirige a las unidades policiales que aguardan por su mandato para iniciar la redada policial, con la orden judicial en sus manos.

SeHun ha podido reclutar a un grupo de patrulleros que no están bajo la dirección de su propio jefe Jung JiHoon. Ha preferido mantener oculta la localización del operativo y a los implicados, hasta minutos antes de salir, para evitar la filtración de la información.

Hay grupos de uniformados que están asegurando el perímetro, rodeando las cuatro salidas existentes.

En seguida, SeHun con su equipo, se dirigen a la salida subterránea y no tardan en visualizar el primer grupo armado de YunHo, los cuales custodian el sitio y mantienen una actitud hostil cuando los notan acercarse.

—Policía Nacional de Corea del Sur. Esto es una redada. —SeHun anuncia firme, mostrando su placa y la orden judicial en su mano izquierda.

—¿Es esto una broma? —inquiere uno de ellos, sonriendo petulante.

SeHun distingue cierta tensión en sus hombros, al tiempo que lo ve desenfundar un arma.

En seguida, más oficiales rodean el área, y el que parece ser el líder de ellos le apunta con el revólver.

—Parece que es un novato —le dice a los demás antes de dirigirse a SeHun—: Regrese por donde vino junto a su equipo, no querrá meterse en problemas.

Los otros están riendo, aunque el policía logra notar cierta rigidez y desconfianza en sus facciones.

—Están siendo arrestados en este momento —agrega SeHun.

Más policías están decomisando el lugar, mientras otros, inmovilizan al grupo de criminales y los esposan.

—Estás cometiendo un grave error, idiota. —Uno de ellos le encara con sus manos esposadas y su rostro en el suelo, tras haberse resistido al arresto—. No esperes estar vivo para mañana en la noche —declara con las agallas de amenazarlo.

El rostro de SeHun se mantiene estoico y sus ojos fríos evalúan a cada uno de ellos. Con o sin su permiso, él y sus colegas van a entrar.

Da un pequeño asentimiento y se dirigen al interior del edificio.


Una vez en la oficina, Kai mantiene un poco de su cordura para no lanzarse sobre él y matarlo. En su lugar, cuestiona la pregunta que le acaba de hacer.

—¿Qué sabes tú sobre ser cercano a alguien? —pregunta retóricamente—. ¿No acabas de perder a tu perro más fiel? —dice refiriéndose a ChangMin—. Mis condolencias por eso.

Finalmente, ChangMin solo había sido una ficha en el juego de YunHo, una que desechó sin pensarlo dos veces.

—No te lo imaginas —dice con falsa tristeza—. ¿Qué demonios buscas al venir aquí? —masculla la pregunta—. Tengo asuntos que atender y, como verás, soy un hombre ocupado. —Sus hombros se mantienen tensos y un aura oscura parece rodearlo.

—Estoy aquí para verte destruido —responde iracundo.

Fruto de esa ira, Kai extiende su brazo y jala a YunHo del cuello de su camisa para arrastrarlo por encima del escritorio.

—Por lo que le hiciste a mi hermana y a SeonHo, mereces irte al infierno de una maldita vez —declara furioso, respirando pesadamente. Podría matarlo en ese momento.

—Suéltame, bastardo —exige entre dientes, con una mirada gélida.

Kai lo suelta en ese momento, y al siguiente, YunHo tiene una pistola en su mano apuntando a su cabeza.

—¡Dame una puta razón para no acabar contigo en este momento! —exclama.

El aire a su alrededor se siente caliente y pesado. Kai permanece inmóvil en su lugar.

—No serías capaz de hacerlo, a no ser que realmente quieras morir también, junto a tu imperio —responde estrechando la mirada.

—¿Mi imperio? —YunHo suelta una risa seca, aún con el revólver apuntándole—. ¿Acaso sabes cómo funciona esto? Soy el rey, y si muero, alguien más tomará mi lugar, se sentará en mi trono y esto nunca terminará para ti.

Kai ni siquiera lo está escuchando, su mente está enfocada en sopesar sus opciones.


Entretanto, SeHun observa a su alrededor una vez ingresa al corazón del banquete. Le estremece ver los pasillos con habitaciones opulentas, donde enmascarados retienen a los reos para hacer con ellos lo que les plazca con sus cuerpos desnudos. Da una silenciosa orden para que sean capturados in situ.

Al avanzar por la habitación de paredes rojas, a SeHun le sorprende encontrar una orgía sexual, en la que los reos retenidos se distinguen de los clientes gracias a un brazalete metálico en sus muñecas.

La música se detiene abruptamente, y en seguida el caos empieza a reinar entre los clientes adinerados y criminales que atienden el banquete, que entre exclamaciones y protestas intentan escabullirse.

—Somos la Policía Nacional de Corea del Sur y están todos rodeados, así que no intenten escapar —exclama a viva voz—. Las manos sobre la cabeza, están siendo detenidos en este momento.

Todo sucede demasiado rápido, el equipo empieza a embargar el lugar tras su orden y a detener a los implicados.

—Guíen a las víctimas hacia nuestro equipo afuera, y no dejen que los demás escapen, ¿entendido? —ordena con prisa por medio de su radiotransmisor.

Y por alguna extraña razón, en ese momento, las víctimas empiezan a salir de una bruma que los ha cegado. Algunos gritan y otros se encorvan en el suelo, sollozando. Los reos forzados parecen haber despertado de su letargo y han empezado su propia liberación.


El bullicio, fuera de esas cuatro paredes, se filtra en la oficina de YunHo. Sirenas se escuchan a lo lejos, gritos y disparos resuenan, luego que la música cesara. Él no sabe a ciencia cierta lo que está ocurriendo.

—¿Qué carajos sucede? ¡¿Qué mierda has hecho?!

Kai se aprovecha de su breve distracción para tomar de entre las manos de YunHo el arma, la cual termina cayendo al suelo.

—Acabaré contigo esta noche, escoria —brama Kai con los dientes apretados, mientras sus dedos se cierran sobre la garganta de YunHo.

El rostro del criminal se transforma en una expresión de furia que enrojece su cara y provoca que sus ojos lo miren con dureza.

—Hijo de puta, ¡¿quién mierda te crees que eres?! Voy a matarte. ¿Piensas que no me será fácil? Fui gentil con la zorra de tu hermana, debiste de haberme agradecido. No será así contigo, esta vez no mostraré piedad —balbucea YunHo sin aliento. El criminal golpea con su cabeza a Kai, quien retrocede.

Le es inevitable soltarlo, Kai está completamente enfurecido y arremete de nuevo contra el criminal, pero este se mueve rápido y, encorvando su cuerpo, recoge el arma. Entre jadeos, YunHo vuelve a apuntarlo con esta.

Kai se mantiene tranquilo en su lugar.

En ese momento, la puerta prácticamente es derribada, apareciendo una tropa de hombres uniformados alrededor de ellos, que apuntan con armas a YunHo.

Kai cruza brevemente miradas con Oh SeHun, quien por un momento se le ve preocupado, pero logra encapsular su expresión a una fría.

—Jung YunHo, suelta el arma —ordena firme SeHun.

El aludido resopla y deja caer tranquilamente el arma, produciendo un ruido seco.

—Queda usted detenido por administrar apuestas ilegales, retención ilegal de personas y distribución de sustancias ilícitas.

—Esto debe ser una jodida broma —exclama YunHo incrédulo, con una serenidad antinatural—. ¿Me harán perder el tiempo así? —rezonga al tiempo que niega con la cabeza.

En seguida, es retenido por tres uniformados que lo esposan.

—No creas que he terminado contigo, Kai.

El nombrado se mantiene a un lado, aún tenso, pero sintiéndose aliviado al ver al criminal siendo esposado. Finalmente.

YunHo no está siendo detenido por todos sus delitos, tan solo una mínima parte de ellos para mantenerlo en prisión el tiempo suficiente hasta que las pruebas de sus delitos más atroces sean imputadas por la orden de un juez.

—Ah, lo olvidaba —vuelve a hablar el criminal, girándose una vez más hacia Kai—. No quería entrometerme, pero tal vez quieras saber la razón por la cual tu querido jefe,  Kim JongHyun, no impidió que me deshiciera de SeulGi, ni de la casa de tus padres, pero no dudó ni un segundo en acogerte en su organización. —Señala prepotente, sus ojos brillan con un rastro de locura—. ¿No crees que fue injusto para tu hermana? Deberías preguntarle. Apuesto a que te encantará conocer su respuesta. Kim Jong In.

Kai intenta mantenerse firme y no verse afectado por lo que acaba de escuchar, apretando sus puños, hasta enterrar las uñas en sus palmas.

—Púdrete en el maldito infierno —masculla—. Vas a pagar por cada una de las cosas que has hecho. Que no te quepa duda de ello.

—Saborea la amargura que conlleva saber la verdad. —YunHo termina de decir con una extraña sonrisa. Sin verse realmente perturbado al ser detenido.

Kai se toma unos segundos en dejar la habitación, mientras más agentes empiezan a allanar la oficina.

—¿Estás bien? —pregunta SeHun.

—Lo estoy. Encárgate de YunHo.

El policía asiente y sigue a los uniformados que custodian al criminal.

A través de los ventanales de la oficina, Kai se percata de los reporteros que se amontonan afuera del lugar, los fotógrafos que escanean el lugar, personas siendo detenidas y, lo más importante, las víctimas que son atendidas por paramédicos. Hay unas cuantas ambulancias estacionadas que los dirigirán a un hospital en Seúl. Él mismo se ha encargado de ello.

Todo ha sucedido tan rápido que siente como si hubiese corrido una carrera, su corazón late acelerado y le cuesta mantener el ritmo de su respiración.

¿Cuál es el siguiente paso?, ¿qué se supone debe hacer ahora? Se siente realmente abrumado y ningún pensamiento en ese momento le dirige a hacer algo más.

—¡JongIn! —TaeMin llega hasta él con una enorme sonrisa en los labios—. Lo has hecho, lo lograste. La venganza es tuya. —Da unos toques a sus hombros y luego lo abraza.

Este es el final, ha ganado, pero ¿por qué no se siente de esa manera?

—Te llevaré donde KyungSoo. Él debe estar esperándote.

Kai no procesa nada de lo que su amigo le dice, pero lo sigue de todos modos. La conmoción parece que no se irá pronto.


Por otro lado, YunHo es prácticamente empujado a la parte de atrás de una patrulla de policía, sabe que esto es inaudito.

—Comunícame con tu jefe —ordena con frialdad al policía que se sienta al lado del conductor.

Pero estos lo ignoran.

—¡¿No me escuchan, idiotas?! —resopla alterado, llevando su cuerpo hacia adelante—. Llama a Jung JiHoon en este maldito momento.

—No está aquí para dar órdenes, usted está siendo detenido y será tratado como tal —dice el policía.

YunHo estrecha la mirada. Jung JiHoon pagará muy caro por hacerle esto.

—Tal vez no tenga que llamar a Jung JiHoon, lo más probable es que lo encuentre en prisión —agrega el otro policía, riendo.

Por un momento abre los ojos y su aura intimidante flaquea.



Es medianoche y KyungSoo aguarda sentado en la butaca de la habitación, vestido completamente de negro, junto a un morral. Una hora atrás, el médico de turno le ha dado el alta hospitalaria, indicándole los cuidados que debe tener con su brazo.

Está aguardando la llegada de Kai, completamente solo, luego que BaekHyun se debiera marchar con más preguntas que respuestas. Sus piernas se sacuden un poco y aprieta fuerte los dientes.

Enciende la televisión, ya que TaeMin anteriormente le insinuó algo al respecto, así que supone que debe ser algo importante.

Su ceño se frunce cuando ve la interrupción de un programa musical para dar paso a una noticia en vivo.

KyungSoo se pone de pie y presta completa atención a la pantalla que está mostrando a varias personas, algunas a medio vestir, siendo detenidas. Otra serie de tomas dan paso al operativo de allanamiento en los laboratorios, donde sintetizan una droga en particular, y principalmente, en el banquete. Y, lo más importante para él, se detalla sobre la detención de Jung YunHo, siendo retratado como uno de los criminales más buscados, y anfitrión de una casa dedicada a actos ilícitos.

Todavía le parece increíble que esto esté sucediendo. KyungSoo cambia de canal y se sorprende al ver las declaraciones de una presentadora, que está hablando con pruebas de lo que ha hecho YunHo, las órdenes de asesinato y desapariciones, los nombres de las víctimas. Lo está exponiendo todo.

Sabe que esto es obra de Kai, él lo ha preparado todo para que ese día se desmantelara la organización de YunHo.

Su respiración sale agitada y le cuesta mantenerse en pie, así que se sienta de nuevo. Apaga el televisor y mira su celular, pero aún no tiene noticias de Kai ni de SeHun o incluso de TaeMin.

¿Por qué JongIn no le ha notificado? Como siempre, es el último en saberlo.

Pronto, la desesperación de no saber se convierte en enojo puro.

Es por esa razón que cuando un pelinegro moreno aparece en la entrada de la habitación, pasada la medianoche, KyungSoo le frunce el ceño y se mantiene en su lugar, rígido, apenas consciente de su respiración.

Kai ha pasado por tantas cosas durante ese par de horas, que solo siente una ola de tranquilidad en su interior cuando ve a KyungSoo, quien por alguna razón que no le extraña, se mantiene huraño y sin moverse.

Una sonrisa temblorosa se abre paso en sus labios, acercándose lentamente con cierto temor de ser rechazado. Sus piernas se sienten débiles, pero se esfuerza en llegar hasta donde está KyungSoo, y no lo piensa demasiado cuando sus rodillas terminan en el piso frente a él.

KyungSoo muerde su labio inferior y todo rastro de enojo se esfuma de su rostro, siente una carga de inmenso alivio. JongIn, arrodillado frente a él, luce vulnerable.

—Lo logré —murmura JongIn con ojos brillantes.

Con suavidad, KyungSoo, con su mano sana, acaricia el cabello de oscurecido de Kai que cae sobre su frente.

—Lo hiciste, JongIn —dice sintiéndose orgulloso.

Los ojos de JongIn se cierran y termina dejando caer su cabeza en el regazo de KyungSoo, sintiendo sus dedos acariciar su cabello, en toques cariñosos que tienen un efecto adormecedor en él.

Todo el agotamiento parece finalmente dominar su cuerpo. Sus manos se abrazan a la cintura de KyungSoo, teniendo cuidado con su brazo enyesado.

—Muy orgulloso de ti, JongIn. Gracias —murmura, depositando un beso en su cabello. Los ojos de KyungSoo brillan con las lágrimas en las esquinas de sus ojos—. Pero no creo que estés muy cómodo en esta posición.

Teniendo el efecto contrario, JongIn se aferra más a él y sus labios ascienden hasta su abdomen, sintiendo ligeras cosquillas cuando el susurra algo.

—Solo un momento más así —repite, alejándose de la piel de KyungSoo.

—No eres un niño.

—No, soy tu hombre —aclara para luego acurrucarse más sobre su abdomen.

Qué pensarían si alguien los observa en ese momento. La persona que ha planeado toda una redada para atrapar a uno de los criminales más poderosos del país, siendo acunado como un pequeño niño.

JongIn toma una bocanada de aire.

—Vamos a casa y empecemos de nuevo —le propone.

KyungSoo apenas puede asentir, apretando los labios porque el nudo en la garganta no le deja verbalizar su respuesta.

Nunca pensó que tendría una vez más la oportunidad para comenzar de nuevo.


El siguiente capítulo es probablemente el final, ni siquiera quiero asegurarlo, esperemos que sí sea.

Muchas gracias por el luv a esta historia💜

Nos leemos pronto!

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