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25


KyungSoo ve en las noticias que hablan sobre lo acontecido en la prisión de Ilsan, los heridos y los reos que se fugaron ese día. También mencionan los lujos y comodidades que fueron hallados en algunas celdas, denuncias sobre injusticias cometidas, y las investigaciones acerca de los reos que fueron hallados muertos meses atrás, y de los que aún no hay ninguna resolución.

Todo parece ser como una bomba de relojería, a punto de estallar.

Ha estado ansioso toda esa mañana, solo en una habitación del hospital luego de que SeHun se marchara más temprano, lo que ha implicado más guardias por parte de Kai asegurando el área. Prácticamente, KyungSoo es un preso.

—Hola KyungSoo. —Un sonriente BaekHyun entra—. ¿Cómo te has sentido?

Mira a su brazo enyesado y hace una mueca de disgusto.

El enfermero apenas reacciona al gesto y su sonrisa se desvanece luego de mirar a su alrededor. KyungSoo lo nota algo inquieto, por lo que intenta sentarse en la camilla con apoyo de su otro brazo.

—Desde que me enteré que estabas aquí he querido hablar contigo... A solas —dice, y su rostro se ensombrece—. Cuando nos encontramos aquí la última vez, me aconsejaste que fuera cuidadoso.

KyungSoo lo recuerda, él había estado en ese mismo hospital preguntando por el reo Cha EunWoo e, inmediatamente, sospechó de ese lugar. Cuando dio con BaekHyun, solo le advirtió sin entrar en demasiados detalles.

—Creo que cosas malas han estado ocurriendo aquí —le confiesa en un susurro, luciendo mortificado.

BaekHyun se sienta en el sillón a su lado, casi desplomándose. Bebe el agua que estaba en la mesa y enreda sus dedos en su cabellera castaña. KyungSoo solo aguarda en silencio hasta que el otro hombre se sienta preparado.

—Cuando estuve en urgencias, recibía pacientes sin identificación y sin acompañantes, ya que eran encontrados cerca al hospital, en pésimas condiciones, algunos inconscientes —le cuenta—. Se trataba siempre de muchachos en sus veintes, que eran atendidos en urgencias y luego remitidos a otros servicios del hospital. Pero empecé a fijarme... —BaekHyun lo mira, antes de continuar, con una expresión dudosa—... que ellos, simplemente, desaparecían —agrega con un encogimiento de hombros.

—¿A qué te refieres? —indaga con cautela, sin la necesidad de alertarlo.

—Ellos ya no estaban en el hospital al siguiente día, pero tampoco había una orden de salida. Es más, el reporte de ingreso, el historial clínico, ¡las anotaciones que yo mismo hice tampoco estaban! Habían desaparecido también. Sin rastro alguno de que fueron atendidos en el hospital —le explica exaltado—. Esto es bastante grave. Ni siquiera he querido preguntar, siento no puedo confiar en nadie —señala al borde de las lágrimas y mirándolo—. No pareces sorprendido. Tú sabes lo que pasa aquí, ¿verdad? Por eso me advertiste —señala con un hilo de voz.

KyungSoo hace un ligero movimiento con la cabeza. Ha escuchado atentamente, y le molesta lo que estas personas han estado haciendo para mantener sus actividades en la sombra. Entiende a BaekHyun, y casi puede saber cómo se siente al descubrir lo que en verdad sucede en su lugar de trabajo, sin saber en quién confiar.

—Solo he podido conocer una capa superficial de lo que está sucediendo —KyungSoo reflexiona—. Cuánto más sé, más profundo parece ocultarse la verdad.

—Así que, ¿sí sabes quienes son estas personas que han desaparecido? Porque he pensado que podrían tratarse de reos prófugos.

KyungSoo se debate en lo que debe o no decirle. Lo que menos desea es que el enfermero termine involucrado.

—Son sacados a la fuerza —susurra— y, luego, también desaparecen de los registros de la penitenciaría. Hablamos de una red bastante amplia, si ha podido tener control en este hospital.

—Dios, eso es terrible. —La voz de BaekHyun tiembla—. Y ahora con todos estos guardias en los pasillos de este piso, me siento vigilado. Quiero renunciar —se lamenta, ocultando su rostro cansado en las palmas de sus manos.

KyungSoo se siente mal, sin mucho que pueda decir o hacer para consolarlo.

—Hay más o... No sé si solo estoy siendo paranoico o si está relacionado, pero creo... —El enfermero se acerca nuevamente, murmurando—. Creo que también han sustraído fármacos que son de acceso restringido al personal... —Sacude su cabeza y toma una bocanada de aire

En un primer momento, KyungSoo se mantiene callado, sopesando sus palabras, luego recuerda lo que había estado hablando TaeMin la noche anterior después que Kai se marchara, insinuando que debía haber otra fuente que suministrara el componente que necesitan para sintetizar la droga. ¿Y si lo que dice BaekHyun guarda relación?

—Tienes que estar seguro de lo que me estás diciendo. —KyungSoo de inmediato se arrepiente de ese primer enunciado, porque no quiere impulsarlo a que indague—. Aunque, pensándolo bien... —intenta desviarse—. Probablemente no tenga nada que ver, y ya deberías regresar a tus rondas.

BaekHyun sale aturdido sin decir algo más.

Espera no meterlo en problemas, aunque una parte de él desea que pueda indagar y hallar algo. La noche se va acercando y no tener noticias de Kai le hace sentir más ansioso.

Detesta no poder hacer nada más desde donde está.



Kai ni siquiera le ha comentado a TaeMin sobre su encuentro con XiuMin la noche anterior, ni mucho menos sobre la memoria USB que ahora tiene en su poder. No ha querido soltar tal información sin antes revisarla por su propia cuenta.

Ha llegado el momento, su mandíbula se pone tensa y su pulso se acelera mientras las carpetas van cargando, son miles de estas, observa. Lleva su mano a su frente, revisar todas ellas y corroborar el contenido le tomará días, y no los tiene. Hoy debe caer YunHo.

Así que, empieza a revisar algunas que le han llamado la atención, y no se decepciona, ya que ha encontrado basta información sobre proveedores locales, detalles de movimientos bancarios a cuentas ubicadas fuera del país; información sobre sus laboratorios. Kai sabe que hay suficiente para que YunHo sea finalmente castigado y él se va a encargar de ello. Una amplia sonrisa se extiende en sus labios.

También hay documentos en mandarín, Kai intenta descifrarlos, sabe que hablan de un proveedor en China que ha hecho negocios, al parecer, no solo con YunHo. Kai ha sabido de esto, de alguna manera, alguien les debe proveer los insumos para sintetizar la droga.

ChangMin ha estado dejando una copia de cada transacción ilícita de lo que YunHo y él han hecho. Es como si hubiese querido asegurarse que YunHo no lo traicionara. Y si es así, la cabeza de XiuMin en este momento debe valer toda una fortuna.

Está empezando a amanecer, aun así, Kai decide continuar recopilando la información, hasta que una carpeta lo conduce a decenas de expedientes de reos que terminaron envueltos en esta red. Están allí los archivos que, en primer lugar, nunca debieron desaparecer de la cárcel.

Kai, visiblemente afectado por el peso de esta información, lleva sus manos a la boca y aleja sus ojos de la pantalla, dándose un respiro. Lleva horas allí y se da un momento para tomar con más calma lo que esto representa. Lo que puede llegar a convertirse, porque estos documentos no solo salpican a YunHo y a sus socios más allegados, sino que llegan a involucrar a personas mucho más poderosas y que no serán fáciles de atrapar.

Su ceño se frunce al leer diversos documentos con varias partes eliminadas o encriptadas a las que no puede acceder; sin embargo, una palabra sigue apareciendo con frecuencia: el núcleo.

Esto es mucho más grande de lo que imaginó.

¿Qué debe hacer? Se está quedando sin tiempo para hacer algo más allá de lo planeado, y si no lo hace bien vendrán por él, o si deja las cosas a medias, sabrán que él tiene esa información. Kai se debate mentalmente.

Esta no es la vida que deseó para él, se recuerda. Cada decisión que ha tomado en los últimos once años lo conducen a ese día, lo que suceda después, muy a su pesar, no podrá contenerlo. Por eso mismo, Kai ya ha tomado una decisión respecto al resto de la información.

Unos golpes en la puerta interrumpen el hilo de pensamientos, lo que le da tiempo para esconder la cadena. TaeMin está allí, no hay sonrisas galantes, solo un gesto de preocupación.

—¿Al menos has dormido?

Kai solo hace un gesto de negación.

—No hay ninguna novedad al momento con el equipo de vigilancia. YunHo no sospecha. —le informa—. Deberías intentar descansar un par de horas, te mantendré al tanto si algo sucede.

—No puedo. —Kai niega.

—No servirá de nada si de aquí a la noche no puedes mantenerte en pie.

Hay un punto allí. Aun así, no puede simplemente cerrar los ojos y olvidar lo que está por ocurrir.

—¿El amigo policía de KyungSoo...?

—Oh SeHun —complementa su amigo con un extraño interés—. ¿Qué sucede con él?

Kai ya lo ha resuelto, y una sonrisa de superioridad se refleja en su rostro.

—Si tanto está interesado en liberar a las víctimas, como me has comentado, tal vez quiera participar del operativo.

TaeMin estrecha la mirada y hace un gesto de negación.

—Si lo pones en peligro y muere, KyungSoo no te lo perdonará —le advierte con una expresión severa.

—Dejemos que sea el policía quién lo decida. Mándalo a llamar —ordena con frialdad—. Y que refuercen la seguridad para KyungSoo.



El lugar más seguro para KyungSoo en ese momento es una amplia habitación del hospital en Ilsan. Respirar ya no le cuesta tanto como el día anterior, lo que sí le molesta es usar un cabestrillo en su brazo. Puede dar un par de pasos alrededor de la habitación, incluso podría caminar en el pasillo, pero por seguridad lo tiene prohibido.

Ha podido bañarse solo, y ya ha almorzado. Su celular sigue a su lado, nadie lo ha llamado ni advertido. KyungSoo se siente como en una pequeña burbuja aislada de lo que está ocurriendo afuera.

Luego del mediodía, BaekHyun regresa a la habitación, respira agitadamente y su cabello está desordenado, al igual que su uniforme.

—He podido acceder a esto —susurra y de su bata blanca saca al menos dos delgados folios—. Son los balances de farmacología de los últimos meses, encontré un par de inconsistencias con las fechas de entrega; aunque no tuve tiempo de revisarlo en detalle —explica.

—¿Esto no te meterá en problemas? —pregunta seriamente, tomando los folios con su mano sana.

El enfermero se encoge de hombros.

—Espero que no —indica con premura—. Tengo que atender a otros pacientes de esta sala. Espero puedas darle una mejor utilidad de lo que yo alguna vez podré hacer —dice esto y sale tan precipitadamente como entró.

KyungSoo se queda con la documentación en su mano a punto de revisarla.

Suspira con pesadez e intenta descifrar lo mejor que puede entre términos que no comprende del todo; sin embargo, al cabo de una hora, observa un patrón entre las fechas en las que hay un mayor desabastecimiento de algunos fármacos. Así que, toma su celular y observa el calendario, haciendo un par de anotaciones —aunque en su estado, esta simple tarea se le dificulta—. Lo que observa son ciclos de entre 38 a 40 días en los que estos movimientos sospechosos ocurren, si tan solo pudiera descifrar el cómo.

La última vez que sucedieron fue hace tres días, antes que Kai allanara la carga de... KyungSoo hace una mueca intentando recordar el nombre. Lee nuevamente la lista de medicamentos... ¡Zolpidem! Lo sabía.

Vuelve a revisar minuciosamente los detalles del lote de ingreso de aquel fármaco, realizado por el laboratorio del hospital, y de los balances al finalizar el día, reportados por el área de farmacia. Pero no logra ver algún movimiento particularmente sospechoso entre estos dos informes.

Aunque esto mismo podría significar que el zolpidem aún no ha sido sustraído, porque no había sido previsto que lo requerirían —debido a lo que Kai hizo con la carga—. YunHo necesita de ese compuesto para esa noche, JongIn se lo había dicho el día después de su cumpleaños; por lo que, esto podría significar que...

BaekHyun vuelve a aparecer.

—¿Hay forma de saber si para hoy el hospital tiene programada alguna salida de insumos o del servicio de lavandería? —pregunta de inmediato.

El enfermo lo mira extrañado por un momento.

—Los martes y viernes, ¡hoy!, son recogidos los residuos hospitalarios. ¿Acaso...? —BaeKHyun no termina la pregunta, solo señala a los folios.

—Creo que debo actuar rápido —responde a cambio—. No quiero involucrarte más.

BaekHyun parece dudoso. KyungSoo lleva una mano a su frente antes de hablar nuevamente:

—Tú tienes un trabajo aquí, no querrás ganarte un enemigo, no sabemos qué harán estas personas.

—Mi turno termina en 10 minutos —dice—. Además, no sabrás hacia dónde dirigirte. Yo sí.

—¿Quieres arriesgarlo todo? —KyungSoo aún duda.

—En realidad, no tengo nada qué perder —señala con un encogimiento de hombros, acompañado de una extraña sonrisa que no llega a sus ojos.



—En cuanto escuches mi indicación, te movilizas de inmediato —le advierte Kai al policía, señalando a su pecho con el índice.

SeHun, que se ha unido a última hora al operativo, bufa antes de contestarle con el mismo tono:

—Lo sé. Tengo todo bajo control. Sé lo que tengo que hacer, Kai —pronuncia su nombre de una forma despectiva.

A Kai no le agrada este hombre que ha llegado con ínfulas de superioridad. Ha tenido la paciencia para soportarlo durante toda la tarde y parte de la noche, porque es amigo de KyungSoo y porque, al parecer, TaeMin se pone en defensa de él.

—Deténganse —espeta TaeMin seriamente, acercándose a ellos—, no necesitamos que ustedes se aniquilen —sigue hablando, y les entrega los chalecos antibalas que deberán usar—. Tomen.

Los equipos ya saben qué hacer, Kai los ha instruido para este momento. TaeMin lidera el ataque al laboratorio principal, TaeYong y sus aliados se encargarán de uno de los laboratorios secundarios, y él, junto al policía, liderarán el operativo central en pleno banquete, donde estará YunHo.

Recibe un corto mensaje de Jake, quien se encuentra dentro del banquete, anunciándole que YunHo ya se encuentra allí. Esta es la señal que han estado esperando. JongIn exhala el aire contenido y hace un ligero movimiento de cabeza hacia TaeMin.

—Supongo que ya ha llegado la hora —le dice su amigo, quien no puede suprimir la mueca de nerviosismo—. Este es el momento por el que has esperado. —TaeMin lo abraza por escasos segundos.

—Gracias por todo lo que has hecho por mí. —Kai susurra sobre el hombre de su amigo. Dejando que en ese abrazo sus sentimientos estén a flor de piel.

—No es una despedida, Kai Pinku... —murmura juguetonamente.

Se separan, mientras que SeHun ya se ha encargado de convocar a los demás integrantes de los equipos que él mismo reclutó.

Cada persona en esa habitación le ha jurado lealtad a Kai hasta la muerte. Los ha conocido desde que se unió a la mafia del señor Kim JongHyun, su jefe, quien hasta el último momento no se ha inmiscuido en sus asuntos con YunHo.

Guarda sus sentimientos al fondo de su mente, su rostro se endurece y da las indicaciones finales, atento a las reacciones de los demás, siendo precavido hasta el final.

SeHun y él se movilizan en el mismo carro, los otros han tomado diferentes rutas para llegar al mismo destino. El área está siendo asegurada alrededor del banquete para que YunHo no pueda huir.

Mira su celular por enésima vez, KyungSoo está bien, su bienestar es lo que le pone tenso al no haber hablado con él en todo el día. Solo tiene que confíar en los reportes que hacen sus guardias en el hospital.

Encuentra a SeHun que lo ha estado mirando. Kai arquea una de sus cejas.

—No sé cuál sea exactamente tu relación con KyungSoo —dice el policía con una expresión hosca—, pero si te atreves a herirlo, yo mismo me encargaré de que pagues, ¿entendido?

Las malditas agallas que ha tenido para amenazarlo en ese momento, es casi risible.

—Te puedo disparar en este momento —le advierte con una mirada fría y despiadada—, y aún así te atreves a amenazarme.

Pero SeHun no parece perturbado.

—Inténtalo de una puta vez.

Kai sonríe con todos sus dientes, relajando su rostro.

—Guárdate tus malditas amenazas. Si tengo que proteger a KyungSoo con mi vida, lo haré. Que no te quepa la menor duda —afirma, y SeHun se mantiene callado después de eso.

El silencio se ve interrumpido cuando se aproximan al lugar.

—Tu jefe aún no puede enterarse de este operativo. Evita que ocurra.

—No pasará, Kai —le asegura.

Jung JiHoon, del cuerpo policial, ha estado envuelto en transacciones ilícitas que incluye proporcionarle información a YunHo. El jefe del policía a su lado ha estado bastante untado en todo esto, incluso ha puesto un ojo en SeHun tras sus últimas acciones; esto último, Kai lo ha comprobado entre los archivos que XiuMin recuperó.

Cuando Kai se reunió temprano con SeHun, no dudó en informarle al respecto, y luego el policía tomó una decisión, él haría caer a su jefe.

Si SeHun le indica sobre una actividad ilegal registrada en Ilsan, JiHoon no dudará en alertar a YunHo, y eso es justo lo que deben evitar hasta que las cosas empiecen a caer por su propio peso.

—Muy bien —dice Kai al intercomunicador en su oreja—. Empecemos con esto.

SeHun desde la camioneta hace un leve gesto de asentimiento, indicando que lo ha escuchado.

Kai respira hondo, desde ese punto debe desplazarse completamente solo hasta el lugar del banquete.



Tres horas antes, el enfermero Byun va movilizando con premura la silla de ruedas en la que se encuentra sentado KyungSoo. Sus pequeñas manos se aferran con fuerza a las empuñaduras de la silla.

—¿Estás seguro que este es el camino correcto? Parece que estás perdido —opina un tenso KyungSoo, observando que han pasado por el mismo pasillo al menos dos veces.

—S-Seguro —dice, pero su respuesta no logra convencerlo.

KyungSoo había podido salir de la habitación con la excusa de un exámen que debían realizarle en el servicio de radiología, y si llega a demorarse, lo buscarán. Apenas ha podido convencer a los guardias para que no lo acompañaran y permitieran que el enfermero Byun lo llevara.

—Es aquí —señala tímidamente.

Han descendido por una parte bastante pequeña y estrecha hasta llegar a lo que parece ser una bodega apenas iluminada. KyungSoo ve las lavadoras industriales.

—¿El servicio de lavandería?

El lugar, objetivamente, le recuerda algo que no debería pensar en ese momento, y sus mejillas terminan por enrojecerse.

—Sí, y haz silencio, por favor —le ordena el enfermero, luciendo serio—. ¿Ves esa puerta de allí? —murmura BaekHyun señalando con el dedo—. Si alguien desea ir al área de tratamiento de residuos hospitalarios, debe pasar por este lado. Y si alguien que ha extraído el zolpidem del laboratorio clínico necesita sacarlo del hospital sin llamar la atención...

—...Esta sería la única vía de escape y tendría que pasar enfrente de nosotros —resuelve KyungSoo con una expresión pensativa.

—Exacto. ¿Crees que funcione?

—No es como que tengamos más opciones.

KyungSoo resopla. Nadie parece estar cerca del lugar, los contenedores en el otro cuarto están listos para ser recogidos en aproximadamente treinta minutos. De no ser porque BaekHyun le ha explicado que el zolpidem no debe perder la cadena de frío, hubiese pensado que el medicamento ya ha sido camuflado entre los residuos.

Escuchan unos pasos y los dos se miran alertados. BaekHyun jadea al mirar a la persona que poco a poco se va acercando.

—Es el químico Lee —susurra, frunciendo el ceño.

Esta persona carga en sus manos una nevera portátil, y empieza a caminar con rapidez.

—Ahora —dice bajito KyungSoo.

El enfermero sale del semi escondite, casi chocando con esta otra persona, cuyo rostro se transforma en una expresión de horror. KyungSoo puede ver cómo intenta llevar sus manos hacia atrás en un intento por ocultar lo que sujeta.

—Enfermero Byun, me ha asustado, ¿qué hace aquí?

—Vine a hacer un favor —responde estrechando la mirada—. ¿Y usted, JinKi?

—T-También.

—¿Y qué es lo que oculta allí, eh?

BaekHyun se impulsa e intenta arrebatarle la nevera, pero el otro es más rápido y da un paso hacia atrás sin notar que, en ese momento, KyungSoo desliza su silla de ruedas, y el químico queda atrapado entre los dos.

—Ni siquiera piense en huir —masculla KyungSoo amenazándole desde su silla.

JinKi intenta apartarlo usando sus piernas, pero BaekHyun, inesperadamente, toma una jeringa y, desde atrás, inyecta su contenido en el cuello del químico, que en cuestión de segundos se tambalea y cae al suelo.

KyungSoo mira al hombre en el suelo y luego al enfermero.

—¿Qué le inyectaste? —pregunta anonadado.

—Un sedante que usamos en psiquiatría.

—¿Lo has tenido listo?

—Dijiste que me preparara para lo peor. ¿Hice mal? —El enfermero se ve apunto de desmayarse.

—Cálmate primero, ¿quieres? —le pide—. Revisa la nevera.

—Dios mío, me siento como un criminal —señala entre quejidos, mientras revisa el contenido de la nevera.

—Creéme, no pareces uno.

BaekHyun le da una mirada al contenido de la nevera y de inmediato vuelve a ver a KyungSoo.

—Sí es el zolpidem. ¿Y ahora qué hacemos?

—Debemos llevarlo a un lugar seguro y solo hay uno. Vámonos —dice apresuradamente, poniéndose de pie.

Los guardias se alertan al ver a KyungSoo caminando de regreso a la habitación y usando un traje de enfermero con una bata que oculta su brazo enyesado, mientras que en la silla está el químico farmaceuta aún inconsciente. Byun viene detrás, después de dejar el medicamento fuera del alcance de manos criminales.

—Necesito que confíen en mí. Estoy bien —anuncia a los guardias, de los cuales no se ha aprendido sus nombres—, y especialmente no se lo comenten aún a Kai.

—No podemos ocultarle esto —dice uno de ellos.

—Le juraron que estaría dentro de mi habitación y allí estaré. Técnicamente, no hay ninguna novedad qué reportar. Y que nadie más entre, ¿entendido? —les advierte.

Ahora hay una persona inconsciente en la cama donde antes había estado él.

Al menos, a KyungSoo le tranquiliza saber que sin el fármaco no podrán tener la concentración que necesitan para sintetizar la droga requerida para esa noche.

—¿Qué hacemos KyungSoo? Voy a ir a la cárcel, ¿no es así?

—Cálmate primero. ¡Joder, no me dejas pensar! —exclama—. ¿Byun?

BaekHyun asiente al llamado.

—Si esta droga que usan para doblegar la voluntad de las personas no tiene la concentración suficiente de zolpidem, ¿qué puede ocurrir? ¿Qué efectos tiene?

—Depende de qué otras sustancias lo compongan —comenta—. Ya que el zolpidem es un sedante, me atrevería a pensar que sin la concentración debida, los efectos durarán poco, lo que provocará que estas personas despierten de su letargo.



Kai, cuyo cabello ha oscurecido para esa noche, viste un traje sobrio de tres piezas que le queda a la medida. Su atuendo se complementa con un antifaz negro con detalles dorados, que es parte del código de etiqueta para la ocasión. Sus ojos, apenas visibles, están maquillados con sombras en tonos café y pequeños destellos dorados, que resalta el iris verde de las lentillas que usa.

Siguiendo el plan que ha trazado, Kai se acerca a la entrada de un edificio de dos pisos, modesto a simple vista. Tan solo conocer la ubicación real y el día en el que se realizan los banquetes, ha sido un verdadero desafío para alguien que intenta infiltrarse.

En su interior encuentra dos personas en la recepción y un único elevador. Kai sonríe con aire confiado, apenas dirigiéndoles un par de miradas. Sabe que hay más personas que han detectado su presencia mucho antes de entrar, por esa misma razón, SeHun y todo el equipo se mantienen a una distancia prudente.

Saca del bolsillo de su pantalón la tarjeta de acceso de cliente VIP que Jake ha obtenido para él.

Como si fuese un cliente habitual, se sitúa frente al elevador y dirige la tarjeta al sensor localizado al lado de las amplias puertas. Aprieta los dientes, JongIn mira de reojo, estas dos personas lo vigilan con recelo.

Puede sentir los latidos de su corazón, aprieta los dientes, solo tiene una oportunidad y no puede fallar.

Ha funcionado, la tarjeta activa las puertas que se abren frente a sus ojos e ingresa al ascensor, sintiendo una especie de alivio momentáneo. Baja la mirada e intenta que su rostro no quede visible ante el lente de la cámara.

El ascensor sigue descendiendo varios niveles hasta que se detiene y las puertas nuevamente se abren.

—Estoy dentro —murmura Kai, informándole a SeHun.

Aguarda un momento antes de escuchar una respuesta:

—Correcto. Empezaré a acercarme.

Una sobrecarga de colores vibrantes y sonidos logran conmocionarlo por un momento, mientras sus ojos se adaptan a la luz amarillenta de la inmensa lámpara que cuelga del techo.

Da un par de pasos hacia adelante, recorriendo el primer salón, que es solo la entrada para todos los clientes en este banquete. Observa las paredes en tonalidades de rojo, alfombras de florituras que recubren el piso, fotografías en las paredes, en blanco y negro, que dan una pista de lo que sucede en ese lugar.

Demasiado excesivo y de mal gusto, opina en su mente, al tiempo que mantiene una expresión estoica que queda parcialmente oculta bajo el antifaz.

Kai sabe que esto solo es la parte que intenta ser elegante y sofisticada para dar una buena impresión entre los hombres y mujeres, que lucen trajes de galas y antifaces para ocultar su identidad, y tal vez algo de su dignidad.

Una joven chica de cabello platinado y flequillo se le acerca sonriente con una bandeja en sus manos, ofreciéndole una diversidad de drogas en pastillas y cigarrillos.

—Bienvenido. ¿Desea degustar? —le anima.

Kai toma una de estas pastillas, sonriéndole a la chica, que evidentemente no está bajo los efectos de alguna sustancia.

Hay más jóvenes como ella que usan uniformes formales y atienden a los otros clientes. Su ceño se frunce levemente ante el hecho de comprobar que hay más personas allí trabajando para YunHo. No duda en informarle de esto a SeHun.

Sigue avanzando, y se detiene en sus pasos al ver a un grupo de clientes reunidos, mientras exclaman o ríen desvergonzadamente alrededor de una plataforma giratoria, en la que van apareciendo jóvenes de miradas gachas, contextura delgada y piel pálida, que visten una bata negra que apenas cubre sus muslos. Son algunos de los reos que son exhibidos al mejor comprador.

Se ahorra un gesto de molestia con el espectáculo corriendo frente a sus ojos. Aprieta los dientes, el olor a su alrededor se vuelve viscoso y la degradación parece una capa que desea aferrarse contra su piel. Siente náuseas.

—¿Le interesa alguno de los chicos? —pregunta un hombre canoso que usa un antifaz—. Lo vi cuando entró, parece que es su primera vez.

Kai sigue sin contestar, apretando los puños fuertemente.

—Al principio es algo extraño —sigue hablando, a pesar de su nulo interés—, ya verá que luego este lugar le parecerá el mismísimo paraíso —señala riendo, y pone una de sus manos en su hombro.

Kai en silencio se desplaza a otro cuarto similar, donde la plataforma se amplía y más reos son exhibidos, sonriendo con extrañas muecas, completamente drogados, pero no al borde de colapsar.

Hay dos personas que median las negociaciones, ubicados en los extremos de la plataforma. Los clientes adinerados seleccionan a quienes les acompañarán por el resto de la noche, y realizan la transacción usando la misma tarjeta de membresía, descontando directamente el dinero de sus cuentas bancarias.

Se aparta levemente e informa de esto a SeHun, quien aún aguarda en su posición, a la espera de su orden para intervenir con los demás miembros del equipo.

Las personas que compran a sus acompañantes se desplazan por un pasillo poco iluminado. Jake ya le ha comentado sobre esto. Al adentrarse, hay una serie de habitaciones, restaurantes, casinos, piscinas, y un sinfín de cuartos diseñados para el entretenimiento y el placer de sus clientes más adinerados.

Todo lo ilegal está permitido en ese lugar, recuerda con desagrado.

Ve a Jake desde el otro extremo de la habitación, riendo con otros de los clientes, como si pasara el mejor momento de su vida. Ni siquiera intenta acercarse, es mejor de esta manera. Cuando sea el momento, Jake sabrá qué hacer.

Sigue viendo, aparentemente entretenido, a los acompañantes que son exhibidos. Debe actuar en los próximos cinco minutos si no desea levantar sospechas. Y la razón por la que aguarda es porque necesita cerciorarse que YunHo esté allí.

—No podemos esperar más, Kai —le advierte SeHun.

Kai hace caso omiso y sigue buscando entre el mar de rostros parcialmente ocultos.

Advierte un ligero movimiento que le parece inusual, una discusión que se enmascara con el ritmo de la música.

Sonríe para sus adentros porque reconoce a esa persona. La misma que ha maldecido en los últimos años. Observa a YunHo retirándose por uno de los pasillos, evidentemente molesto por algo, mientras los otros dos hombres se apresuran por el lado contrario.

Esta es su oportunidad. Así que, de manera discreta, se adelanta y sigue los pasos de YunHo. Está tan malditamente cerca que su corazón empieza a latir con fuerza.

—Es ahora. Lo tengo —dice al intercomunicador y espera la respuesta que no demora en llegar.

En seguida, Kai abre la puerta del cuarto al que YunHo ha entrado solo.

El jefe de la mafia mira con un gesto de disgusto a la persona que ha logrado vencer su seguridad y enfrentarlo en su propia oficina.

—Hola YunHo. Hace mucho que he querido saludarte apropiadamente —dice Kai siendo todo sonrisas, aunque sus ojos son solo el reflejo del rencor.

Sin apartar la mirada, cierra la puerta tras él.

Solo quedan los dos.

Fuera de esas cuatro paredes, el verdadero operativo ha iniciado.


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